2. Tradición familiar
UN SUEÑO
Según cuenta mi abuela, un día ella se
había ido a recolectar leña para el fogón en
el que cocinaba y así caminado llegó a una
zona extraña con un bello paisaje, se
trataba de una laguna cristalina rodeada de
helechos verdes, en eso mi abuelita
escucha una melodiosa voz que la
hipnotizaba y que la guiaba al centro de la
laguna, pero antes de que llegara recobró la razón y despertó entre la leña a
orillas de un río pues se había quedado dormida recolectando la leña y todo
“había sido un sueño”.
Mito o leyenda
EL SALTO DEL FRAILE
Corrían los inicios de la década de 1860 y entre las nobles familias que
habitaban Lima se distinguía la del Marqués de Sarria y Molina, quien había
enviudado, concentrando desde entonces todo su afecto en su única hija,
Clara, de 12 años de edad. Con el paso del tiempo, la niña creció bajo los
cuidados de su nana Evarista, una mulata quien tenía un hijo llamado
Francisco, tres años mayor que la niña.
Francisco, quien era el engreído del Marqués, se enamoró de Clara, a tal
punto que la hermosa joven quedó embarazada lo que originó una verdadera
convulsión en la sociedad de la época. El Marqués, ofuscado y ofendido ante
tal ultraje, ordenó que Francisco fuera encerrado en el Convento de La
Recoleta y se le haría fraile.
3. En cuanto a la niña, su padre decidió que un largo viaje era lo más
conveniente. Tres días después, podía verse a francisco con el cerquillo y
hábito de monje dominico, ayudando en la misa del padre Mendoza.
El marqués, mientras tanto, hacía sus preparativos para partir a España en la
fragata “Covadonga” que debía de salir dentro de un mes. Pero nadie
imaginaba del profundo amor en que habían mantenido los dos jóvenes y
manteniéndolo oculto por lo que esta separación causó hondo pesar en
ambos.
Hasta que llegó el 17 de octubre, cuando el marqués y su hija se dirigían al
Callao y se embarcaban en la fragata, que debía zarpar a las dos de la tarde.
Clara estaba serena, pero su respiración entrecortada por frecuentes
suspiros, que en vano trataba de ahogar, revelaban el hondo sufrimiento que
devoraba esa alma destrozada por el dolor.
La fragata siguió el rumbo paralelo a la Isla de San Lorenzo y eran las cinco y
media cuando pasaban a la altura de Chorrillos, que
se divisaba vagamente, envuelto en la bruma de la
tarde. Y cuando la embarcación se hallaba frente al
Morro Solar, Clara tomó un catalejo con la intención
de buscar a su amado que, según la nodriza Evarista,
su hijo Francisco estaría despidiéndola en dicho
morro.
De repente, Clara pudo ver a su amado quien,
parado sobre la peña más alta, sostenía sobre su
cabeza con ambas manos, el manto que se había
quitado y que agitaba en el aire. Un minuto después,
el fraile se precipitaba desde la altísima cima al fondo del abismo, y no
quedaba de él, más que los rasgados jirones de sus vestiduras, que,
prendidas de la filada cresta de un peñón saliente, flotaban al viento como
una bandera fúnebre.
Mientras ese trágico desenlace se realizaba en tierra, pasaba a abordo una
escena no menos terrible. Clara se había lanzado a las aguas ante la trágica
escena que acababa de presenciar. Esta historia con olor a leyenda, se
divulgó en la Lima de antaño y con el paso del tiempo, y en memoria a este
amor incomprendido, se construyó un restaurante cerca al Morro de
Chorrillos, cerca de la playa La Herradura, llamado “El Salto del Fraile”,
4. especializado en gastronomía peruana. Lo anecdótico de este local es que,
cada domingo, por las tardes, se escenifica el arrojo del fraile a las
profundidades del mar. Un cortesano ataviado con una túnica franciscana, se
arroja al mar desde una peña frente al restaurant.