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Fundamentos de Audio.
Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio          .............................................. 7
Sonido y Lenguaje Radiofónico.
Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio          .............................................. 11
Lenguaje Radiofónico.
Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio   .............................................. 15
Producción Radiofónica.
Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio          .............................................. 21
El Guión.
Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio   .............................................. 33




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Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio




De las Ondas Sonoras a las Ondas Hertzianas


V   ivimos en un mundo lleno de sonidos, en medio de vibraciones acústicas, en un mar
    de energía sonora; todo acontecimiento irradia una parte de su energía en forma de
presión de aire y una fracción de ésta penetra en nuestros oídos transmitiéndonos algu-
na información. Las emisoras de radio son fuentes emisoras de sonido; las posibilidades
de codificarlos electrónicamente para almacenarlo o transmitirlo permiten la creación del
lenguaje radiofónico, compuesto por voz, música y ruidos.

Al sonido lo conocemos desde dos perspectivas: una física, que nos indica que el sonido
es un movimiento realizado de las moléculas que causa un cuerpo que vibra; y otra
psíquica, que reconoce al sonido como una experiencia sensible que podemos relacionar
con nuestra vida social y emocional. Comúnmente escuchamos sonidos que se propa-
gan en el aire, elemento elástico que permite la difusión de ondas sonoras, porque sus
moléculas transmiten las vibraciones hasta llegar al oído.

Estas moléculas se mueven continuamente y en forma desordenada. Cuando una fuente
de sonido, un objeto vibrante, la empuja repetidamente, son perturbadas, chocan con
sus vecinas y regresan a su posición original, volviendo a ser empujadas nuevamente,
por lo que el proceso se repite indefinidamente. En este movimiento, las moléculas no se
deslizan mucho; lo que realmente viaja es la perturbación creada. Al chocar entre sí, las
moléculas forman una compresión, al regresar, se apartan y forman una rarefacción. Las
compresiones y las rarefacciones se amplían por el aire y forman la onda que llamamos
sonido.

Las ondas de presión en el aire pueden representarse gráficamente. La forma más sen-
cilla que puede adoptar dicha representación es conocida como “onda sinusoidal” que
es, de todas las formas de onda conocidas, la que varía más suavemente y la más im-
portante en los procesos electroacústicos.                                                    7

La longitud de onda abarca una compresión y una rarefacción completas y el número de
veces que el fenómeno se repite en un segundo recibe el nombre de frecuencia. Existe
cierta distancia entre cada cima de la onda y el número de veces que dicha onda pasa
por ésta en un segundo, por lo que podemos medir la frecuencia del sonido que estamos
analizando. A la frecuencia se la reconoce en la escucha como el tono del cuerpo que
emite el sonido.

Una onda sonora está formada por la superposición de un cierto número de ondas sinu-
soidales, cuyas frecuencias están relacionadas simplemente. Hay una onda sinusoidal
fundamental, cuya frecuencia es misma de la nota emitida por la vibración de la fuente
    de sonido. Pero hay una serie de ondas también sinusoidales que por sus frecuencias
    están relacionadas armónicamente con la fundamental. Estas ondas reciben el nombre
    de armónicos o sobretonos y son los que nos permiten distinguir a los diversos agentes
    emisores del sonido, o sea, su timbre.

    La amplitud de una onda es una medida que nuestros oídos reconocen como volumen
    o intensidad.

    Otro elemento característico y fundamental del sonido es la sonoridad, la cual depende
    de la intensidad, que, a su vez, es función de la cantidad de energía transmitida por
    centímetro cuadrado y por segundo. Conocida la amplitud de la onda y su frecuencia, de
    intensidad puede calcularse tomando en cuenta la densidad del medio y la velocidad de
    propagación de la onda. Como la intensidad es una potencia, suele medirse en microva-
    tios por centímetro cuadrado.

    Las ondas sonoras están sujetas a la influencia de unas sobre otras y el medio que atravie-
    san afecta su curso intensa o suavemente. El eco, que es el rebote de las ondas sonoras
    que chocan con superficies sólidas, es una reflexión del sonido. Una serie de reflexiones,
    al hacer eco una y otra vez, forman la llamada reverberación o resonancia. Cuando la
    reverberación es demasiado larga, la audición se vuelve confusa; en este caso, es pre-
    ciso reducirla y para ello se recurre al empleo de materiales absorbentes o de cortinajes
    distribuidos adecuadamente.

    Otra cualidad del sonido es la refracción. La velocidad del sonido varía según los medios
    en los que el sonido se propaga y las ondas sonoras caen oblicuamente sobre la super-
    ficie de separación de dos medios. Así, cuando una onda sonora penetra en una masa de
    aire frío, su velocidad disminuye y en consecuencia varía la dirección de su movimiento. La
    temperatura del ambiente donde se produce el sonido y el ángulo de las ondas formado
    por la dirección del cuerpo emisor y el receptor determinan, en gran medida, la calidad
    deseada del sonido en cuestión.

    La difracción es un fenómeno que nos permite escuchar al sonido a pesar de que
    existan entre el emisor y el receptor obstáculos aparentemente insalvables. Se debe
8   a que las ondas, viajando en una dirección inicial, pueden rodear esos obstáculos y
    penetrar en una región de la que normalmente podría esperarse que no resultara per-
    turbada, creando una serie de nuevas ondas. La presencia de cuerpos opacos en el
    recinto de emisión sonora deberá, pues, estar calculado para dicha emisión.

    Por último, tenemos el llamado efecto doppler. Cuando una persona se aproxima a una
    fuente sonora con una velocidad determinada, es evidente que a su oído llegará por
    segundo un número mayor de vibraciones que si estuviera en reposo y, por tal motivo,
    recibirá la impresión de que el tono del sonido es más alto. Todo lo contrario sucederá
    si en lugar de acercarse, se aleja del origen del sonido. Este fenómeno ocurrirá si el
    observador está en reposo y lo que se mueve es la fuente sonora; o si tanto uno como
otro se alejan o se acercan, o si, en fin, se mueve el medio que transmite las vibraciones
estas variaciones aparentes de la frecuencia pueden producir distorsiones involuntarias
o efectos en los que parecen que el sonido cambia y se mueve.

Toda reproducción del sonido puede interrumpir su proceso natural interponiendo en
su camino un micrófono que convierta a la onda sonora en señal eléctrica, y que per-
mita almacenar al sonido para su posterior reproducción o para lanzarlo nuevamente,
después de un proceso eléctrico para reciclarlo y potenciarlo. La onda sonora pega en
una membrana delgada, llamada diafragma, y la hace vibrar; su vibración convierte a la
onda sonora en corriente eléctrica. El funcionamiento de todo tipo de micrófono se basa
en la capacidad auditiva humana.

La radiodifusión es una forma de telecomunicaciones que implica la transmisión y
recepción de voces, música y sonido en general por medio de ondas electromagnéticas
y sin emplear cables de conexión. El campo electromagnético que hace posible la
radiodifusión está formado por campos eléctricos o magnéticos; su energía pasa al-
ternativamente del campo eléctrico al magnético y viceversa, desde el punto emisor al
receptor. Cuando las ondas sonoras llegan a un micrófono, son transformadas por éste
en impulsos eléctricos (audioseñales); los impulsos pasan luego a un transmisor para su
conversión en ondas de radio (ondas hertzianas), que se difunden por la atmósfera.

Los elementos esenciales de un sistema de radio completa pueden clasificarse en tres
categorías: la transmisión en la cual el transmisor genera corriente de alta potencia y la
suministra a la antena encargada de radiarla; la modulación de estas vibraciones de alta
frecuencia antes de su ejecución por la antena; y la recepción de las vibraciones por un
receptor de radio después de su radiación por la antena. En el momento de la recepción
de las ondas moduladas, un receptor de radio sintonizado a la anchura de la banda em-
pleada por un transmisor se encarga de transformarlas en señales audibles (palabras,
por ejemplo). Las audioseñales, moduladas antes de su transmisión, son desmoduladas
en el receptor para obtener las señales originales que, a su vez, vuelven a convertirse
en ondas sonoras, por el altavoz conectado al receptor.




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Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio




La Producción Radiofónica
1. Concepto de Producción


P   RODUCCIÓN: Acción, modo y efecto de producir un programas para radio, cine o
    televisión. -Por extensión, dícese a veces del programa mismo.- Equipo encar-
gado de poner al servicio del equipo de realización los equipos y personas necesarias,
así como de llevar el control de presupuestos y gastos de un programa (Diccionario de
radio y televisión. Cebrián, M; Ed. Alhambra)

PRODUCCIÓN: Acción de producir./ Cosa producida./ Acto o modo de producirse./ (Dic-
cionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ultima edición) .

Partiendo de la definición que tenemos de producción, acción, ejercicio de una potencia,
efecto de hacer, podemos entender el acto radiofónico como un largo proceso radiofónico
en el que se interrelacionan una serie de acciones, tanto de índole puramente técnica
como creativa.


2. El Sonido, Materia Prima del Proceso de Produción
   Radiofónica

El proceso de producción radiofónica se inicia con el conocimiento y manejo de su mate-
ria prima, el sonido. El sonido como sensación es el registro, en el cerebro del hombre,
de un fenómeno o un hecho que ocurre en el mundo que rodea al oyente. Y el sonido es
un aspecto físico, la vibración de los cuerpos que, en un ambiente ideal, producen ondas
que viajan en el espacio. Esas ondas sonoras se miden por su intensidad y frecuencia.

La intensidad del sonido se mide por la altura de las ondulaciones, que indican la presión
máxima de ese sonido. La frecuencia del sonido que está en relación directa con el tono,      11
sin ser lo mismo, es el número de vibraciones por segundo que dan objeto que perturba
las moléculas del aire de un lado a otro. La frecuencia de las ondas de presión aumenta
al vibrar mas a prisa del objeto que produce el objeto. Las ondas musicales o tonos se
definen por la frecuencia. El sonido empieza, pues, con una perturbación mecánica.

Las vibraciones de las ondas sonoras hacen que se formen ondas que irradian en todas
direcciones. Estas ondas son las que oímos como sonidos. El efecto de cualquier sonido o
de sus vibraciones: reflexión, reverberación o resonancia, depende de la capacidad para
recibirlo, pues las ondas no son nada asta que llegan a ese maravillosos instrumento
receptor del hombre, el oído.
Al llegar al oído el sonido se representa en tres opciones o actos: el sonido voz, el sonido
     música y el sonido ruido o efecto, los cuales, en una interrelación directa y absoluta nos
     presentan las síntesis de un nuevo lenguaje, el radiofónico.

     Hablamos de sonido voz o lenguaje de la voz, porque no es sólo la palabra la que
     significa al oyente, la intención de quien emite la voz crea particularidades a través de
     la dicción y el matiz. Además, tenemos la multiplicidad de posibilidades expresivas por
     medio de sonidos no articulado en palabras y que en el contexto cultural del individuo
     poseen significación concreta.

     El sonido música no es más que la expresión subjetiva del hombre a través de la or-
     denación de sonidos, articulados en forma concreta para crear un lenguaje. Lenguaje
     que penetra más en la intimidad del individuo receptor que recrea, según sus posibili-
     dades, opciones y necesidades, el ordenamiento escuchado.

     Para un buen manejo de la música en la producción radiofónica es indispensable conocer
     qué es la música.

     La música tiene cuatro elementos que la componen: ritmo, melodía, armonía y timbre.
     El ritmo es el elemento primario de la música y nace del golpeo o percusión, la cual nos
     marca el tiempo musical.

     El ritmo que es la organización del movimiento musical involucra todos los aspectos de
     la música; le da forma a la melodía y a la armonía, y une las partes del todo.

     La melodía es el segundo elemento de la música y el que atrae más ampliamente. Es
     la línea musical que guía nuestro oído a través de la composición; es el argumento, el
     tema de la obra musical, el hilo de la historia que se cuenta. Puede ser rápida o lenta,
     fuerte o suave. Su uso fundamental en los medios, aparte de sus posibilidades ambien-
     tales y características lo encontramos en sus “cadencias” o frases musicales, que son
     los puntos de reposos de la melodía. Estas “cadencias o frases” nos dan la pauta de una
     separación gramatical permitiéndonos la utilización estética de la música, eliminando los
     cortes bruscos.

12
     La armonía es la estructura de la música; es la organización total de tonos, de forma que
     se traduzca en orden y en unidad; es la profundidad de la música, introduce la impresión
     de espacio musical. La armonía estudia los acordes y sus relaciones mutuas, y el acorde
     es la producción simultánea de sonidos, formado por tres o más sonido diferentes.

     El último elemento que compone la música es el timbre, por medio del cual podemos
     reconocer al agente emisor del sonido; nos permite diferencial la voz humana de los
     instrumentos musicales y a los mismos hombres.

     A partir del conocimiento elemental de la música podemos adentrarnos al uso que le da-
     mos en los medios a partir de ubicarles cinco funciones: la primera es la gramatical, que
es como signo de puntuación para separar ideas, conceptos, párrafos, etc. Su posibilidad
expresiva es la segunda función de la música; por medio de ésta podemos llevar a los
oyentes a externar emociones, lo que nos ayuda a comentar lo escuchado.

La música también describe, y esa es su tercera función, pudiendo decorar y describir
lugares determinados que deseamos representar. Otra función de la música es la de
permitirnos reflexionar.

Por último tenemos que la música cumple la función de ambientar o acompañar las fun-
ciones de los hombres en lugares y situaciones determinados por la realidad social.

Estas cinco funciones están implícitas en la música y será su contextualización en la
realización radiofónica que la privilegia una o varias de ellas, en función de las necesi-
dades del programa.

Por la utilización de estas funciones tenemos en la radio formas de inserción que
permiten ubicar el juego de la creatividad rítmica del sonido. Estas son:

La cortina, que con su nombre lo indica, para separar escenas o bloques de informa-
ción, acentuar atmósferas, y comentar lo escuchado.

El puente, que nos indica la unión de dos ideas o escenas, cambio de lugar, extenso
paso de tiempo.

La ráfaga, que debe ser un fragmento musical breve, movido y ágil, nos permite ubicar
paso de tiempo y sirva para acentuar actos y actitudes así como hechos.

El golpe, que no es más que un acento o subrayado musical, generalmente una per-
cusión.

Las inserciones musicales señaladas anteriormente deberán ubicarse siempre en fun-
ción del tiempo-ritmo del programa y por ningún motivo podrán asociarse las frases
musicales seccionadas, es decir, que tanto en la entrada como en la salida de esas
inserciones deberán usarse frases musicales completas, con lo que se logra la mayor
continuidad rítmica del programa. El romper las frases musicales solo deberá hacerse en      13
caso de efectos especiales si no se quiere que nuestro producto carezca de continuidad
y aparezca al aire como una serie de miniunidades consecutivas, sin aparente relación
una con otra.

Pero no debemos dejar de lado el tiempo real del programa, lo que nos obliga a
considerar a la hora de la selección de los fragmentos o frases musicales, que éstos
tengan una relación directa, en cuanto al tiempo real, con las necesidades del producto
que hay que realizar; es decir, los fragmentos musicales seleccionados deberán ser lo
más cercanos en tiempo a los especificados en el guión, o bien en relación directa con
el ritmo-tiempo del programa.
El sonido ruido es, en la definición técnica, lo que desagrada al oído, lo arremete y lo
     lastima. El mundo en el que vivimos es un mundo de ruido y sonidos, el ruido llega a
     constituir un lenguaje de identificación con la realidad social; nos permite articular la
     realidad auditiva del sonido con la imagen o idea del individuo u objeto emisor. Podemos
     llegar a recrear la realidad con puros ruidos.

     La recreación de la realidad en radio nos lleva a separar los ruidos en dos opciones: ru-
     idos naturales y ruidos creados. Los primeros, que provienen de la realidad social, del
     entorno en el que nos desenvolvemos, tienen el problema de que el receptor los ubica
     generalmente en función de su relación visual, y al ser el oído un sentido poco educado
     y desarrollado, muchos de esos ruidos o efectos, al pasar a la radio, pierden su signifi-
     cación primaria, pues son separados de su relación visual y llegan a la extremos de
     ubicar, radiofónicamente otros significantes. Debemos tener muchísimo cuidado en el
     uso de este tipo de efectos. Recordemos que la realidad sonora de un estudio de gra-
     bación o de transmisión no es la misma que la de emisión y sobre todo la recepción.

     El lenguaje radiofónico: Voz, música y ruidos o efectos van a poder ser aprovechados a
     partir del conocimiento y manejo del equipo e instalaciones que requiere la radio.

     La producción radiofónica es, entonces labor de conjunto. El conocimiento conjunto del
     sonido y el manejo del equipo para su almacenamiento o transmisión. Además, es la
     conjunción de labores humanas en los aspectos técnicos-creativos: labor de conjunto
     en la creación de un lenguaje radiofónico sustentado en una sintaxis radiofónica que se
     ubica primordialmente en el elemento primario del sonido, el ritmo.

     Sonido voz, sonido música y sonido ruido o efecto deben ubicarse en el principio de
     ritmo para poder integrarse en la sintaxis radiofónica y solo podrán hacerlo a través de
     su concurrencia, que es la posibilidad de que varios sonidos se integran al mismo tiempo
     o simultáneamente, permitiéndonos crear ambientes, lugares y situaciones. Su concate-
     nación, que no es más que orden y disposición con que los ubicamos en el lenguaje ra-
     diofónico; es decir, por que uno antes de otro, por que en diferentes planos, planos que
     ubican jerarquía, lugar y profundidad; por que simultáneamente o por que separados.
     Todos en función de la creación del lenguaje radiofónico, del sonido como fuente única
     de significación.
14
Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio




Música, Sonido, Efectos.


L  a radio -aún la hablada- no es sólo palabra. Es también música y sonidos. La radio
   es un medio particularmente sugestivo y debemos de emplear esa capacidad
de sugestión; para compensar la unisensorialidad del medio, es menester suscitar en
nuestras emisiones una variada gama de imágenes auditivas. A través del oído tenemos
que hacer ver y sentir las cosas al oyente.

Pues bien: en la producción de esas imágenes auditivas, la música y los sonidos serán
nuestros dos preciosos auxiliares. Los sonidos nos ayudarán a que el oyente “vea” con
su imaginación lo que deseamos describir; la música, a que sienta las emociones que
tratamos de comunicarle.


1. La Música

Funciones de la música

a.- Función gramatical (como signo de puntuación). En programas expositivos (vg. Un
radio-reportaje), ponemos trozos de música para separar secciones o bloques de texto,
para pasar de un asunto a otro. Una frase musical larga tendrá la misma función que
la raya o guión que trazamos entre dos pasajes de un artículo para indicar que damos
por terminado un aspecto de nuestro tema y nos disponemos a pasar a otro (de ahí que
en algunos países a esas inserciones musicales se les llama “guiones”). De ese modo,
al tiempo que damos un pequeño descanso o “respiro” al oyente, le advertimos que
“vamos a dar la vuelta la página”, que se prepare mentalmente para una mutación.

Otra frase musical más breve cumplirá la función de un punto aparte: separará dos
parágrafos de un mismo bloque o sección.                                                    15

En los radiodramas, igualmente, la música separa las escenas, marca los traslados de
lugar y/o las transiciones de tiempo. Actúa, pues, como el telón en el teatro entre un
acto o cuadro y el siguiente. Por eso es que, traduciendo mal la palabra inglesa curtain,
que significa cortina pero también telón, se llama a estas separaciones “cortinas mu-
sicales” (su designación más apreciada sería “telones musicales”).

En resumen, la música se intercala para ir marcando las diferentes fracciones de que
está compuesta la emisión y para distinguir unas fracciones de las otras.
b.- función expresiva. Al mismo tiempo que separa escenas o pasajes, la música co-
     menta lo escuchado, contribuye a suscitar un clima emocional. Es la función principal
     de la música en programas hablados: crear una atmósfera sonora: la cortina que da fin
     a una escena puede ser alegre o triste, agitada o plácida; lírica o épica; tensa, vivaz,
     melancólica, fúnebre; sugerir esperanza o abatimiento; dar sensación de luminosidad o
     ser sombría. Tanto o más que en el cine, el comentario musical ayuda a crear en torno a
     las palabras, el ambiente peculiar requerido para provocar en el oyente una determinada
     identificación emocional.

     De ahí la necesidad que en nuestros libretos no nos limitemos a indicar meramente
     “música” o “cortina musical”, sino que precisemos también lo que queremos que la
     música exprese, el carácter del comentario musical que se requiere, la atmósfera deter-
     minada que esa cortina debe crear.

     La música no sólo subraya el clima emocional de las situaciones, sino también el carácter
     de los personajes: una escena donde predomina un personaje servicial, solidario, fra-
     ternal, culminará bien con un tema musical de sencilla nobleza, impregnado de cierta
     ternura; otra donde hemos presentado a un tipo atildado, afectado, lleno de remilgos,
     podrá ser subrayada irónicamente con una minué cortesano, dieciochesco…

     Naturalmente, es en el radiodrama donde la música juega más esa función expresiva;
     pero a veces también una radio-reportaje, un relato con montaje o una charla vivencial,
     se benefician con esa atmósfera que la música sugiere.

     c.- Función descriptiva. La música no sólo expresa estados de ánimo, sino que mu-
     chas veces nos describe un paisaje, nos da el decorado de un lugar. Si queremos ubicar
     la escena en una país determinado, podemos recurrir a un tema musical típico de
     se país; si nos trasladamos a una época pasada, música de esa época nos ambientará
     y situará. Para una escena a orillas del mar, acaso la música descriptiva y poética de
     La mer de Debussy hará sentir al oyente la atmósfera marina. La alegría cantarina de
     una fuente con sus juegos de agua podrá ser descrita con un pasaje bien elegido de Las
     fuentes de Roma de Respighi; el aspecto guerrero y marcial de una ejército marchando
     será pintado por la música de La vía Apia en Los pinos de Roma del mismo autor.

     A veces, la música describe tan bien una sensación sonora que llega incluso a sustituir
16   con ventaja al sonido real y no hacerlo necesario.

     d.- Función reflexiva. Además, esas pausas musicales que introducimos como signos de
     puntuación y a la vez como comentarios emocionales, sirven también para que el oyente
     tenga tiempo de recapitular lo que acaba de escuchar y de reflexionar sobre ello, antes
     de continuar escuchando la historia o la exposición. A veces, en un radiodrama, después
     de una escena en que los personajes han discutido y si la discusión es rica en contenidos,
     pondremos una cortina musical larga para que nuestra audiencia piense por un momen-
     to en lo que termina de oir. Lo propio haremos en radio-reportaje tras una entrevista en
     que el entrevistado ha dicho cosas nuevas e importantes. E incluso tal vez preferimos en
     esos casos temas musicales que inviten a esa reflexión y la favorezcan.
e.- Función ambiental. Para completar esa enumeración, nos resta añadir que a veces
ponemos música porque la escena real que estamos reproduciendo la contiene. Por
ejemplo, si nuestros personajes se encuentran en una fiesta y están bailando, debemos
oír la música a cuyo compás ellos danzan; si están en una concierto, oiremos la música
que se ejecuta en él; si se hallan en un parque de diversiones, es natural que escuche-
mos la música de la calesita o de la banda del circo.

En estos casos, la música es un sonido del ambiente. Pero a veces no por eso deja de
contribuir a la atmósfera que deseamos crear. Si nuestros personajes se encuentran
conversando en un bar y está encendido el aparato de radio, la música popular que éste
difunde en ese momento puede ser, a nuestra elección, animada melancólica, según el
clima del que queramos rodear la conversación. Si unos muchachos de la esquina están
reunidos y uno se pone a tocar su armónica, puede tocar música triste o alegre, según
la situación y el diálogo lo pidan.

En uno de los capítulos de un famoso radiodrama, una barriada muy humilde festeja
con regocijo un acontecimiento: el hijo de uno de los vecinos del barrio se ha recibido
de abogado. En la escena de la fiesta, en medio de las voces animadas y felices de to-
dos, se oye la música de un acordeón tocando un tema popular vivo y alegre. Pero,
posteriormente, el joven defrauda las esperanzas del barrio: llevado por la ambición de
escalar posiciones y “hacer carrera”, rompe con sus viejos amigos, se desolidariza de sus
padres. Y en ese momento, reaparece el acordeón tocando el mismo tema de la fiesta,
pero ahora en tiempo lento y con tonalidad triste. Así la música dice cómo la alegría de
esos padres y sus vecinos se ha transformado en decepción, en amargura, en frus-
tración. La música ambiental cobra ahora una significación expresiva.


2. Los Sonidos

El sonido es el decorado radiofónico. Corporiza el objeto del que emana. Oímos el ga-
lope y vemos el caballo; el ruido del tránsito nos ubica en medio de una arteria llena
de movimiento: la sirena de un carro de bomberos y el crepitar del fuego nos lleva a
visualizar el incendio. Al decir de Aníbal Arias, “en el guión radiofónico ruidos y música
son tan necesarios a la palabra como los son la vida misma cuya ficción queremos llevar
al oyente”.
                                                                                             17


Funciones de los sonidos

a.- Función ambiental, descriptiva. Es decir, con finalidad fotográfica, realista. Em-
pleamos los sonidos como fondo de la escena, acompañando el diálogo. Una noche en
medio del campo adquirirá realidad gracias al canto de los grillos; al oír el murmurar del
público, el ruido de platos, cubiertos y copas, nos sentimos en un restaurante; los gritos
de la multitud nos trasladarán al estadio de futbol.
Si está lloviendo, oímos el caer de la lluvia; si estamos en medio del mar, nos llega el
     romper de las olas; si nuestros personajes se hallan navegando en un bote, escuchamos
     el golpear de los remos; si la escena transcurre dentro de un automóvil o a bordo de una
     avión, debe oírse el ruido que la marcha del motor produce en la cabina de pasajeros;
     en el teatro oímos los plausos, las risas, las toses.

     Todo ello, por supuesto, no demasiado fuerte, para que no tape las voces y no impida
     seguir el diálogo. Pero el sonido tiene que estar allí. Incluso a veces amplificado: los
     pasos de los personajes, acercándose o alejándose, deben oírse nítidamente. La radio
     ha venido a poner de relieve sonidos que el oído casi no advierte, como las pisadas o el
     chirriar de las puertas.

     b.- Función expresiva. Pero además, en algunos momentos, los sonidos cobran valor
     comunicativo y no sólo de mera referencia realista. En ciertos pasajes, dicen algo,
     sugieren, crean atmósfera emocional como la música.

     En medio del silencio de la noche, una pisadas furtivas que se arrastran, que se acercan,
     que se detienen bruscamente, pueden contar por sí solas un hecho, aún sin palabras.

     En la adaptación radiofónica Grandes Esperanzas de Dickens, el ruido de las cadenas que
     el fugitivo arrastraba al caminar, no sólo indicaban su presencia, sino que tenían toda
     la fuerza simbólica del hombre encadenado. En la versión de El Diario de Ana Frank, el
     golpetear de la botas de los soldados nazis sobre el empedrado daban la sensación omi-
     nosa que los refugiados judíos experimentaban en su escondite; transmitían el miedo y
     la impotencia de los perseguidos. El canto de los pájaros, el sonido del agua que cae de
     una pequeña cascada, crean una atmósfera plácida y apacible. Mezclamos a los grillos de
     una escena nocturna el aullido de un perro a lo lejos y la situación adquirirá un carácter
     amenazante y sombrío.

     Chéjov, en sus obras de teatro, utiliza mucho el sonido como clima. Una puerta desen-
     grasada que chirría golpeada por el viento y que nadie se molesta en cerrar, da toda la
     sensación de abandono de desolación, de tristeza. El ruido de un objeto de cristal que
     alguien nervioso deja caer y se hace añicos, expresa la ruptura violenta de una crisis.

18
     En medio de la noche, un viejo y desvencijado camión avanza por un camino de mon-
     taña, llevando un herido hacia el lejano hospital de la ciudad. Llueve. Se oye el esfuerzo
     del motor trepando la empinada carretera; el jadeo y los quejidos del herido. Las ruedas
     se atascan en el lodo. Se oye su patinar. Esos sonidos pintan toda la desolación en que
     se vive en las zonas rurales aisladas, el estado de abandono en que se encuentran las
     carreteras, el desamparo de los lugareños enfrentados a un accidente.

     Los sonidos son, pues, un lenguaje. A la vez que retratan una realidad, nos transmiten
     un estado de ánimo. Hay autores que, entusiasmados por su fuerza de sugestión, se
     sienten tentados a usarlos como símbolos puros y ponen, por ejemplo, el ruido de un
     cristal que se rompe como subrayado de una situación dramática aunque en la escena
real no se haya roto ningún objeto y menos de cristal. Ésta es una exageración expre-
sionista. Un sonido sólo debe ponerse cuando corresponde a la acción real. Pero, al
escribir nuestro libreto, debemos ponerlos no sólo para describir la escena sino también
como pintores, para dar una sensación expresiva de esa realidad. Una vez más, crear
imágenes auditivas.

Esto no significa, por supuesto, que haya que poner sonidos a granel. Llevados por el
entusiasmo que provoca su descubrimiento, muchos principiantes tienden a llenar de
efectos sonoros sus libretos. Este exceso de sonidos hace la emisión fatigosa y confusa.
Lo mismo que se dijo de la música cabe decir aquí con respecto a los sonidos: hay que
utilizarlos, ciertamente, pero con sobriedad y mesura. Administrarlos juiciosamente y
ponerlos cuando son realmente necesarios.

c.- Función narrativa. Como ya se ha explicado, los sonidos pueden servir de nexo para
ligar una escena con otra. Por ejemplo: oímos un galope que se aleja hasta perderse;
luego escuchamos la llegada del caballo, un relincho, un golpear de cascos. Percibimos
que el personaje que en la escena anterior partió a caballo, ahora ha llegado a destino.

Si una escena finaliza con un tren que parte y la siguiente comienza con la entrada del
tren a la estación, con estos dos sonidos explicamos que los viajeros han completado su
traslado y ahora están arribando.

Bajo una lluvia torrencial, suena la campana de un reloj de torre dando la una. Des-
vanecimiento; breve silencio. Canto de un gallo. Trinos de pájaros. Comprendemos que
ha pasado la noche, que la tormenta ha cesado y que ahora estamos ante un tranquilo
amanecer.

d.- Función ornamental. Sonidos accesorios, añadidos para dar color. Por ejemplo:
enriquecemos el impersonal abrir y cerrar de una puerta con el tradicional juego de cam-
panillas que muchos pequeños talleres antiguos suelen tener; damos así color, calidez, a
la entrada de nuestro personaje en este taller, entrada que por algún motivo queremos
hacer significativa. En una escena que transcurre en un barrio popular, ponemos a lo
lejos los gritos de unos niños jugando a la pelota. No son sonidos imprescindibles, pero
bordan, dan vida y sabor a la escena.
                                                                                           19
20
Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio




La Producción Radiofónica

Metodología del Proceso Creativo


S   ólo a partir de conocer y manejar estos dos aspectos fundamentales de la radio: el
    sonido y el equipo técnico que la integra, podemos concebir la realidad del lenguaje
radiofónico y sus posibilidades de significación. Así nos adentramos en la metodología
del proceso creativo de la producción radiofónica.


De la Idea al Guión Literario

Metodológicamente, debemos iniciar la concepción de nuestro producto radiofónico de la
generación de una idea que debemos aterrizar en un tema. el cual será investigado. Esta
segunda etapa de la concepción nos permitirá conocer la información con que contamos
y los elementos disponibles para la elaboración del producto.

De la acumulación de material de la investigación se jerarquizarán las ideas más impor-
tantes, ordenándolas lógicamente, para proceder a la redacción de un texto primario
sobre lo que deseamos decir; a éste le llamamos sinopsis.

A partir de esta tercera etapa, debemos empezar a tomar en cuenta el objetivo con-
creto del programa y a quién vamos a dirigirnos; así podremos definir qué tratamiento
daremos a la información, cómo la jerarquizaremos y qué género requerirá nuestro
programa.

Para ello debemos tomar en cuenta que nuestro mensaje debe tener su propio código un
contenido definido y jerarquizado, un tratamiento en cuanto al lenguaje y función de a
quién nos dirigimos; sin olvidar que manejamos un marco de referencia concreto, el cual
está inmerso dentro de una realidad social, y que buscamos una respuesta.                    21

Todo lo anterior nos permite avanzar en el proceso y entrar en la cuarta etapa: el guión
literario. En esta etapa debemos tomar en cuenta el medio al que queremos acceder,
la radio; debemos planificar su concepción literaria a partir de su fondo. En esta etapa
tomamos en cuenta los antecedentes y el contenido, los cuales hemos resuelto con base
en la investigación y sinopsis. Inmediatamente pasamos a la forma del guión literario,
que no es más que una estructura, la que podemos dividir en: interna, que contempla
los objetivos de nuestro programa, a quien la dirigimos, de qué hablaremos y con qué
material contamos para desarrollarlo; y la externa, en donde se encuentra la información
jerarquizada, el tipo de lenguaje que se va a utilizar, el tono y el estilo que adoptará.
Por último tenemos la composición del guión literario, o sea su redacción la cual, de
     manera general, debe contar con cuatro elementos: inicio o arranque, que debe ser,
     necesariamente, fuerte y vigoroso para llamar la atención del escucha; continuamos con
     el desarrollo del tema, a través de la trama y el argumento, hasta llegar al clímax que es
     el momento culminante del programa, no su final, y que nos permite deslizarnos hacia
     el desenlace. Proponemos este principio dramático de composición por ser el ideal para
     el desarrollo del lenguaje radiofónico, ya que permite ubicar la realidad del medio en
     el escucha, a través de presentar un problema, ganar su atención, y retener su interés
     al producir acción; todo ello con la finalidad de persuadirlo a reflexionar sobre el tema
     tratado.

     El principio de composición dramática está compuesto con ocho elementos íntimamente
     ligados a la realidad radiofónica, a la creación por medio del sonido. Estos elementos
     son: la continuidad, la exposición, la progresión, la escena obligatoria, el clímax,
     la caracterización, el diálogo y el público. La primera, es decir la continuidad, es la
     composición secuencia y eslabonamiento de escenas. La segunda, la exposición nos
     permite la presentación de los personajes, situaciones y conflictos. La progresión inte-
     gra la secuencia lógica y natural de acciones y escenas. La escena obligatoria es una
     escena anterior al clímax, que es previsible para el espectador, que nos permite llegar al
     clímax clave de la unidad de la obra y base de la acción. La caracterización es la forma
     en que se representan los personajes, de acuerdo a su selección. El diálogo es la parte
     indivisible de la estructura dramática y el público que es el fin de todo planteamiento
     dramático.


     La preproducción

     Con la creación del guión literario termina la primera fase del proceso de producción
     radiofónica y entramos a la segunda, la preproducción.

     Antes debemos dejar ubicados ciertos elementos técnicos creativos del uso del sonido
     que nos permiten un mejor manejo del lenguaje radiofónico.


     Elementos técnico-creativos
22
     En principio recordemos que estamos ente una sintáxis radiofónica que se basa en la
     concurrencia de sonidos (simultaneidad) y su concatenación (disposición y orden de
     aparición), que tienen como principio el ritmo, base y fundamento del sonido; sin éstos
     no podríamos recrear nuestras “realidades sonoras” o radiofónicas. Esto nos lleva al
     siguiente paso del juego de la creatividad del sonido: el manejo del equipo de grabación
     o transmisión, que es el instrumento para lograr la simultaneidad y la concatenación.

     Los niveles y los planos nos permiten dar profundidad a las escena y actos; por medio
     del juego del volumen del sonido aparentando acercar o alejar voces, pasos y todo tipo
de ruidos. Los planos se ubican en la realidad física de los sonidos, es decir acercando
o alejando de los micrófonos a la persona o a los objetos para lograr el mismo efecto
de espacio en las realizaciones radiofónicas. Los planos posibles a manejar son: primer
plano o de presencia; segundo plano o relación directa; tercer plano o lejanía, y fondo
o ambiente.

La posibilidad de concretar planos distintos en radio se cierra al manejo de un máximo
de cuatro, a saber: el primer plano o de presencia es el que ubica lo inmediato o cer-
cano de un sonido, voz, música o ruido; se utiliza primordialmente con lo protagonista
en su dialogación y cuando la música o los efectos o ruidos hacen partes protagonistas
al sustituir la palabra.

El segundo plano o de relación directa nos permite ubicar personajes cercanos a la
escena que se va a desarrollar, situaciones y secciones muy ligadas en tiempo y espacio
a lo protagonistas de la acción.

El tercer plano o de referencia es el que nos permite ubicar una relación más lejana
de personajes y situaciones, así como vestir la escena con los elementos que permiten
ubicar la contextualidad de su desarrollo.

Por último, el fondo no es más que la ambientación pertinente a cada acción o escena, y
generalmente se da con murmullos, música y ruidos y efectos.

Estas cuatro posibilidades de ubicación espacial no son excluyentes una de otra y pueden
ser utilizadas alternativamente siempre y cuando respetemos la concurrencia y concate-
nación del sonido.

Las mezclas y las disolvencias. Las primeras nos dan la posibilidad de unir varios soni-
dos: voz y música, voz y ruido, voz, música y ruido, música y ruido. ruido y ruido; lo
que permitirá recreaciones de la realidad más elaboradas y más fieles a las necesidades
rítmicas y de significación del programa.

Las disolvencias son las formas de salida y de entrada de la música y los efectos para
permitir la entrada de otra música u otro efecto. Tenemos tres opciones para las realiza-
ciones de las disolvencias:                                                                 23

Disolvencias altas, cuando un nuevo sonido llega al nivel en el que se encuentra el so-
nido ya existente y éste empieza a descender de volumen hasta desaparecer.

Disolvencias medias, cuando los dos sonidos se mueven simultáneamente, una hacia
abajo y otro hacia arriba, el primero para desaparecer y el segundo para ocupar el lugar
del primero.

Disolvencias bajas, cuando el sonido existente desciende de volumen hasta casi desapa-
recer, en ese momento aparece un nuevo sonido que ocupa su lugar.
Todas estas posibilidades de interacción del sonido sólo pueden tener buen resultado si
     se conoce los manejos rítmicos y melódicos del sonido y del programa en general, así
     como su aplicación por medio del equipo de la cabina de grabación.


     El Guión Técnico

     En la preproducción continuamos el proceso con el guión técnico, que nos es más que la
     organización de los elementos que integran el lenguaje radiofónico, de forma que puedan
     ser leídos o decodificados correctamente por los integrantes del equipo de realización.

     Escribir un guión de radio es una labor de construcción que permite interrelacionar los
     distintos elementos que integran el programa con una determinada fluidez. Para ello
     debemos tener en cuenta que nadie escribe como habla, por lo que nuestro lenguaje
     debe de ser coloquial e íntimo.

     Escribimos para ser escuchados por lo que debemos probar la sonoridad de las frases
     utilizadas, sintiendo su ritmo oral y sonoro, las inflexiones, los énfasis, los matices, todo
     ello en interrelación con la música y los ruidos o efectos.

     Debemos recordar que la puntuación gramatical ubica ideas, las encierra, las concreta;
     pero esas ideas al ser expresadas al lenguaje oral llevan un juego rítmico y una relación
     melódica inherente al sonido, sonido que al ser emitido por el hombre lleva implícita una
     intención dada por el matiz y la entonación. El primero nos permite enfatizar la intención
     y la segunda nos ubica las posibilidades de inflexión, ambos como juego rítmico
     necesariamente hacen aparecer pausas o silencios que el texto escrito no ubica siem-
     pre. Por lo anterior es necesario que a la hora de escribir el guión tomemos en cuenta los
     manejos rítmicos del lenguaje oral. Para ello debemos conocer, en su mínima expresión
     el manejo de la voz, desde su estructura biológica hasta sus últimas posibilidades expre-
     sivas, pasando por la mecánica del proceso respiración-emisión de voz.

     La voz como instrumento, no es solo la palabra sino innumerable gama de posibilidades
     sonora que el hombre pueda emitir y con los cuales manifiesta infinidad de sentimiento
     y actitudes. Es indispensable el buen manejo de la articulación y la dicción, que nos
     permiten una buena pronunciación, pero no basta con ello; hay que saber entonar y
24   matizar para ser flexible la búsqueda intencional de inflexiones y énfasis, con lo que
     daremos al escucha una referencia directa de la intención perseguida.

     Es aconsejable acercarse al conocimiento del uso y manejo de la expresión vocal ya
     que solamente con el manejo mínimo de sus recursos podremos acercarnos a un buen
     resultado radiofónico.
Los recursos de la expresión vocal son:

•   Entonación o tono que nos lleva al manejo de registros e inflexiones.
•   Dinámica o volumen por el que conocemos intensidades y acentos o matices.
•   Ritmo o duración que nos permite conocer velocidades y pausas.
•   Timbre o agente emisor que ubicaremos en dos: normales o naturales
    y característicos o usuales.

El guión de radio no es un texto, es también el plan de un estructura sonora, por lo
que nuestro guión técnico deberá conjuntar los elementos de esa estructura de manera
lógica y racional, indicando con la mayor precisión posible todos los sonidos que integran
esa realidad de lenguaje radiofónico. Siempre en función de una sintáxis radiofónica en
donde ocurren los sonidos: voz, música y ruidos o efectos, solos o simultáneamente
y con un orden de aparición, una disposición lógica que permite la decodificación de
significados. La concurrencia y la concatenación son fundamentales en todo el largo
proceso de producción radiofónica.

Un sonido está solo porque es necesario, si lo acompañan otros sonidos también tiene su
razón de ser, y únicamente podrán tener significación para el escucha si su consecución
responde a la lógica de los individuos a los que va dirigido.

El guión, como su nombre lo indica, es sólo una guía: “la estructura codificada por escri-
to; el proyecto de la emisión sonora” (Osorio); “la pauta del mensaje sonoro” (Beltrán),
es un instrumento de trabajo para todos los que van a intervenir en su relación y que les
permite saber con antelación qué deben hacer y en qué momento.


Estructura de Guión Técnico

La estructura del guión radiofónico que proponemos consta de dos partes: la cabeza, en
donde se consignan todos los datos que orientan sobre el tipo de programa que se va a
desarrollar y las personas que intervienen en él; y el cuerpo que es el desarrollo mismo
del programa con las funciones y momentos de cada uno de los participantes.

Definimos a los participantes en la realización de un programa radiofónico de la siguiente
manera:                                                                                      25

OPERADOR (OP).- Persona encargada de manejar y operar todos los aparatos de sonido
que intervienen en la realización. La labor del operador no debe quedar en el manejo
técnico, sino coadyuvar en el cuidado de la realización, sobre todo en el manejo rítmico
de la misma. Otra labor del operador es la de manejar los efectos de sonido o ruidos
llamados enlatados o grabados, ya sea en cinta magnetofónica o en disco.

EFECTISTA (EFC).- Persona encargada de crear los ruidos o efectos especiales necesarios
para el programa. Su labor se desarrolla principalmente en lo que llamamos efectos en
vivo, o sea la creación de ruidos en función de las necesidades rítmicas de programa.
LOCUTOR (A) (LOC).- Persona encargada de la presentación, despedida y créditos del
     programa. Lector de noticias. Informador y enlace en la continuidad de la transición.
     Si hay varios locutores dentro del guión los podemos diferenciar con números progre-
     sivos.

     VOCES.- En las dramatizaciones la ubicación de los personajes se da por medios de la
     voz, y llamamos voces a los intervinientes en el programa, siendo los que desarrollan
     uno o varios personajes. Se recomienda utilizar el nombre del personaje para una mejor
     identificación.

     GUIONISTA.- Es la persona encargada de llevar a cabo la labor de estructurar, en el for-
     mato de guión técnico, los contenidos del guión literario.

     MUSICALIZADOR.- La persona encargada de crear o seleccionar la música o los frag-
     mentos musicales necesarios para la realización del programa.

     DIRECTOR/ REALIZADOR/ PRODUCTOR.- En radio se utilizan los tres términos indistin-
     tamente para nombrar al responsable creativo del programa radiofónico, por los que su
     conocimiento y manejo del medio y del lenguaje radiofónico debe ser indiscutible. En
     este responsable se materializan los manejos rítmicos y melódicos del sonido para
     la realización del lenguaje radiofónico. Su responsabilidad, respecto a la calidad del
     producto es plena, ya que hasta un mal guión puede hacerse un buen producto ra-
     diofónico.

     Además de estos participantes, que deben quedar señalados en la cabeza del guión,
     tenemos otros datos de suma importancia que debemos de incluir en esta parte de
     nuestro formato, y son: emisora, programa, título del programa, fecha de grabación,
     fecha de transmisión y duración real del programa.

     Terminada la cabeza, pasamos al cuerpo del guión, el cual vamos a dividir en cuatros
     columnas: la primera contiene la numeración progresiva de las líneas escritas en el
     guión, esa numeración que va del 1 al 28, en cada cuartilla, tiene una finalidad práctica,
     la de poder ubicar inmediatamente la línea de error y el comienzo de la regrabación. La
     numeración se repetirá del 1 al 28 en cada curtilla del guión. El que sean 28 líneas nos
26
     permite ubicar un tiempo aproximado de lectura de 1 minuto, siempre y cuando cada
     línea no vaya más allá de 52 golpes de máquina.

     La segunda columna ubica las funciones de las personas que intervienen en la realización:
     operador, efectista, locutor y voces.

     La tercera columna es el cuerpo del programa; en esta quedan plasmadas literalmente
     las indicaciones al operador y al efectista que deben escribirse con mayúsculas soste-
     nidas, subrayadas, en 52 golpes de máquina por renglón y a doble espacio. Estas in-
     dicaciones deben ser lo más claras posibles, para evitar confusiones, procurando llevar un
     orden lógico en su realización. Aquí vamos a indicar la forma de entrada de la música o
efecto, el tipo de inserción que vamos a efectuar, de donde proviene dicha inserción, si
es disco o cinta, el lado o cara del disco así como el track o banda en que se encuentra.
Para una mejor referencia y seguridad en los datos se recomienda poner el título de la
obra, pieza o canción a utilizar. Cerramos las indicaciones con la forma en que queda esa
inserción bajo el texto o si sale y cómo lo hace.

El texto de locutores y voces va con mayúsculas y minúsculas; también en 52 golpes de
máquina, procurando que las palabras no queden cortadas, ya que eso dificulta la flui-
dez de la lectura. Las indicaciones de uso e inflexión o carácter de la voz, debe ir entre
paréntesis, con mayúsculas y subrayadas, inmediatamente antes del texto que se va a
interpretar e incluidas en la dimensión antes señalada.

No está demás reiterar que el cuerpo del guión debe escribirse a doble espacio con la
finalidad de tener un formatos estético y fácil de leer, y hacer hincapié en la impor-
tancia que tiene la limpieza y carencia de errores en el guión.

La cuarta columna, que quedaría ubicada en el margen derecho de nuestro guión,
aparece como una necesidad funcional, en ella nos es permitido diagramar el movimiento
de la música y los efectos o ruidos, haciendo que el margen de error a la hora de la
realización se reduzca al mínimo. La diagramación, por su valor visual, permite al opera-
dor, al efectista, al musicalizador y al director, tener una idea clara de la proposición
del guionista. Hasta aquí la primera etapa del proceso de producción radiofónica, la
concepción.

Es importante señalar que el formato anterior es muy semejante al que generalmente
se utiliza en el medio, las diferencias se dan en cuanto al ordenamiento y añadido de
elementos. Otro formato de guión muy utilizado es el de dos columnas; la primera lleva
todas las inserciones sonoras ajenas a la palabra, es decir música y ruidos o efectos, se
escribe a doble espacio y con mayúscula en un promedio de 25 golpes de máquina. La
segunda columna está integrada por el texto, las palabras que se van a decir; se escribe
a doble espacio, con mayúsculas y minúsculas y en un promedio de 40 golpes de má-
quina.


Selección de Elementos Humanos y Técnicos
                                                                                            27
Pasamos entonces a la segunda etapa de la preproducción, que se inicia cuando el pro-
ductor o director tiene en sus manos el guión técnico. A partir de ese momento empieza
la interrelación de elementos humanos y técnicos para la realización del programa.

La importancia de esta etapa radica en la correcta selección de los elementos humanos
y de lenguaje radiofónico que integrarán la realización.

Empecemos por la ubicación de equipo técnico con el que se va a trabajar, el cual debe
cubrir las necesidades mínimas requeridas por nuestra producción como son: mezclador,
tornamesas, grabadoras-reproductoras, decís, micrófonos y áreas de grabación y estudio.
Seguimos con la selección del equipo humano: primero el técnico, operador asistente
     del operador, efectista, tornamesista, para terminar con los creativos: asistente de
     dirección o producción, musicalizador, locutores y voces. Estas selecciones, de ser
     posibles, debe hacerlas el director, productor o realizador del programa, lo que per-
     mitirá la integración de un equipo de trabajo acoplado que sirva a la mejor realización
     del programa.

     Posteriormente se debe seleccionar o definir qué tipo de música es la que se va a utili-
     zar, tanto en la identificación como en la despedida del programa, así como en el cuerpo
     del mismo. Esta selección o creación de la música debe partir de las necesidades rítmi-
     cas, ambientales, expresivas, descriptivas, reflexivas y gramaticales que el programa
     requiere.

     Una vez que tenemos seleccionada la música, debemos proceder a grabar pistas que
     contengan las piezas o los argumentos musicales ya escogidos en el orden solicitado por
     el guión. Es recomendable que los fragmentos de esta pista estén excedidos en tiempo,
     con el fin de no tener problemas a la hora de la realización.

     El siguiente paso será el ubicar los ruidos o efectos especiales que el programa requiera;
     una vez hecho esto, decidir cuáles son los que deberán hacerse en vivo, labor del efectista
     a la hora de la realización, cuáles se pueden sacar de grabaciones: discos, cintas o
     cassetes, y cuáles deberán ser creados y grabados. Posteriormente debemos proceder
     como con la música; los efectos que pueden ir grabados, quedarán en pistas ordenadas
     en orden cronológico de aparición a la hora de la realización; siempre procurando que
     el tiempo de grabación de cada efecto exceda, con mucho las necesidades reales del
     programa.

     Respecto a los efectos en vivo es muy importante que tengamos la oportunidad de poder
     ensayar con el efectista los ruidos que se encargará de hacer. Si es posible, grabar ese
     ensayo y confirmar los resultados.

     En cuanto a la selección de locutores y voces, es fundamental que éstos respondan a las
     necesidades del programa; en cuanto al manejo de los recursos de la expresión vocal:
     entonación, dinámica, ritmo y timbre; ubicando la interdependencia de éstos, ya que
28
     ninguno puede estar ausente de la expresión, y su combinación exacta nos lleva a la
     expresión plena.

     La interdependencia de los recursos de expresión vocal se liga, de manera inevitable,
     con la interdependencia de los demás sonidos con los que concurre y/o se concatena,
     por lo que la selección de las voces no puede ser ajena a los demás sonidos que integran
     la unidad del programa.

     Es muy recomendable que voces y locutores estén en pleno conocimiento de lo que va a
     hablar, a decir a interpretar, por lo que es necesario que tengan los textos con bastante
     antelación al día de grabación. Esto permitirá en el caso de las dramatizaciones, que se
analicen los personajes y la obra a interpretar, y se lleve a la grabación con plenitud de
conocimiento del texto, de la trama, del argumento, de la historia que vamos a contar.

En el caso de la lectura de textos o poesía, debemos procurar que los lectores sean,
conscientes de la importancia de lo que dice el texto, su ritmo, sus pausas y su inten-
ción; en cuanto a la poesía debemos procurar que el lector conozca perfectamente el
manejo rítmico del autor y respete los juegos verbales, sin caer en el canto monorrítmico
o la recitación.


Realización Radiofónica

Una vez que conocemos las necesidades del programa y tenemos en nuestro poder
las pistas de música y ruidos o efectos, ya sabiendo quiénes son los integrantes del
equipo humano, técnico y creativo y conociendo los espacio en los que vamos a trabajar,
después de ubicar por medio de ensayos las necesidades de voces y locutores, ya po-
demos pasar a la siguiente etapa de la producción radiofónica, la realización.

La realización o grabación del programa es el momento más importante de todo el
proceso, ya que en este se verán realizadas todas las expectativas creadas a partir de
una idea y su concreción en el guión. Aquí debemos pensar en la real y concreta in-
terrelación de todos los elementos que integran el lenguaje radiofónico. La responsabi-
lidad plena del momento es del director o realizador, quien debe cuidar al extremo cada
uno de los instantes de la grabación.

En cuanto a la grabación misma debemos aclarar que hay dos opciones para realizarla:
la que llamamos en frío, que consiste en grabar primero únicamente las voces y los
efectos rítmicos, para después montar el programa, añadiéndole la música y los efectos
grabados. La grabación en caliente es cuando todos los elementos se van integrando al
mismo tiempo.

Las ventajas que nos presenta la grabación en frío, es la corrección inmediata sin necesi-
dad de retroceder hasta donde la música o los efectos lo permiten, lo cual redunda en
la reducción de tiempo de grabación; esto se logra utilizando las pausas rítmicas de lo
ya grabado.
                                                                                             29
La grabación en caliente nos permite una mayor compenetración del contexto de todos
los participantes, pero tiene la desventaja de que los errores de lectura o interpretación
obligan a la repetición, en ocasiones de largos párrafos de los textos, redundando en
más tiempo de grabación.

Tenemos también dentro de esta etapa es problema de los programas en vivo, los cuales
no varían en las etapas anteriores a la realización; su diferencia está en el momento de
la realización, lo que impide corregir errores, haciendo que la etapa de preproducción
crezca en importancia, obligándonos a poner sumo cuidado en la selección de elementos
y no dejar ningún hilo de producción suelto, que permita errores imposibles de corregir.
     Un programa en vivo exige mayor preparación en todos los sentidos.

     La producción de programas en vivo nos presenta dos facetas: los programas trans-
     mitidos desde la cabina, en donde las condiciones de trabajo son ideales por las
     características de la misma cabina, y el hecho de tener todos los recursos necesarios a
     la mano, lo que nos permite llevar a nuestro trabajo con mayor eficacia y con un mínimo
     de problemas, siempre y cuando su realización global esté perfectamente planeada y
     codificada en el guión. La otra faceta son los controles remotos que en principio ya pre-
     senta el problema de transmitir desde el lugar de los “hechos”, lo que en cierto sentido
     obliga a manejar los recursos radiofónicos con cierta relatividad.

     Esto se debe a que carecemos de las condiciones ideales de la cabina de grabación o de
     transmisión y nos lleva a tener que controlar sonidos ajenos a la búsqueda de realidad
     radiofónica puro sonido estructurado para dar significados. Generalmente los ambientes
     naturales están llenos de ruidos que el oyente no puede identificar y se hace necesaria
     la narración verbal de hechos y situaciones para poder contextualizar la transmisión. El
     buen uso de micrófono será indispensable para obtener un resultado más radiofónico.


     La Posproducción

     Una vez realizado el programa podemos pasar a la siguiente fase de la producción
     radiofónica, la posproducción.

     Es aquí donde se nos presenta la última oportunidad de corregir el programa, de redon-
     dear las ideas. Podemos corregir pequeños errores como eliminación de pausas, quitar o
     aumentar elementos que no ayuden al manejo rítmico del producto, ajustar los tiempos
     requeridos. Y por último escuchar el programa completo, lo que deben hacer el director,
     el operador, el creador de la idea y guión literario y guión técnico, con la finalidad de ver
     lo que se escuchó responde a las expectativas creadas por el responsable de la idea, el
     guionista y el realizador; si se respondió a la integridad del guión; si hubo cambios y
     por qué.

     Por último nos permite tener clara conciencia de las formas de solución que se dieron
30   en el momento de la realización.

     Terminada la posproducción o producción tenemos un producto radiofónico listo para
     salir al aire, para que sea transmitido. Y aquí entramos en otra forma de producción,
     la de la programación de una emisora. El responsable de este proceso es el continuista
     de la emisora; él tiene la obligación de ubicar cada programa en el horario ideal para
     su transmisión; es también el responsable de el maneo de los tiempos de transmisión
     y de que ésta corra sin contratiempos, de haberlo deberá ajustar la programación para
     volverla a su cause.
La continuidad de la programación de una emisora no es ajena al problema de la
concatenación de la producción de programas radiofónicos, ya que la ubicación de los
espacios-temporales y rítmicos del continum del sonido deben quedar claramente esta-
blecidos, de ahí su dificultad.

La continuidad de que hablamos es todo un proceso creativo basado en la investigación
de audiencia y en los objetivos de la emisora, que no pueden ser ajenos a la esencia
misma de la radio y su materia prima el sonido.

La transmisión viene a ser la culminación de proceso de producción; es la etapa de juicio
en cuanto a la efectividad y funcionalidad del programa radiofónico; ese momento de
evaluación de los resultados de todo el trabajo realizado.

Para concluir quisiera dejar claramente establecida la importancia que tienen la
imaginación y la creatividad, durante el largo proceso creativo de la producción ra-
diofónica.




                                                                                            31
32
Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio




La Elaboración del Guión: Principios Básicos
Salvo casos excepcionales, las emisiones de radio no se improvisan, sino que se emiten
sobre la base de un texto previamente escrito. Aún en la charla o comentario, si bien el
ideal sería que el comentarista pudiera improvisar su charla con desenvoltura y en forma
ordenada y lógica, de cien personas sólo hay una o dos que puedan hacerlo así.

Por otra parte, en radio, donde el control del tiempo es muy estricto, si no escribimos y
dimensionamos el material, corremos el riesgo de que nos sorprenda el final de nuestro
espacio sin haber llegado a desarrollar nuestro tema.

Y, cuando pasamos a formatos más complejos, que exigen la intervención de varias voces
e inserción de música y sonidos, el guión se torna, obviamente, imprescindible.


El Esquema Previo

La Documentación

Generalmente, un programa educativo no surge de nuestra imaginación, sino de un es-
tudio previo del tema. Tenemos que investigar, documentarnos. Leer libros y artículos,
consultar a especialistas en la materia. Hacernos una serie de notas o fichas con los pun-
tos centrales del tema que nos proponemos desarrollar. Reunir datos concretos, ejemplos
ilustrativos, casos, hechos. (Y a sabemos que, en radio, lo concreto, los ejemplos, tienen
mucha más fuerza que las abstracciones). Con la información seleccionada, ordenán-
dola, elaboraremos una sinopsis que será el germen conceptual de nuestro guión.

La otra fuente inspiradora para escribir nuestros guiones es más amplia. Es la vida
misma. La observación atenta y sensible de lo que pasa en nuestro alrededor. Salga a
la calle, recorra las barriadas populares, converse con las gentes, grabe esas convesa-        33
ciones para luego, en su casa, escucharlas y reflexionar sobre ellas. Vaya al campo,
hable con los campesinos. En una palabra, sumérjase en la realidad, indague sobre el
terreno los problemas sobre temas informativos, no se quede sólo con los datos de los
libros o la entrevista con el técnico. Vaya a buscar al médico rural en su puesto sanitario.
Palpe el aspecto humano de la cuestión.
La Selección de Contenidos

     Una vez reunido y ordenado el material, comienza la tarea radiofónica propiamente
     dicha. Lo primero es seleccionar; determinar con claridad cuál es el contenido, el men-
     saje central que se quiere comunicar; tener una idea clara de lo que queremos decir.
     Por obvio que esto parezca, muchos programas de radio fallan, resultan confusos y poco
     significativos, porque la idea central no fue determinada con claridad.

     Luego, dosificar ese contenido. Si se trata de un programa seriado, habrá que dividir el
     tema y determinar cuál va a ser la idea central que nos proponemos comunicar en cada
     una de las emisiones. Elegir la idea básica, el leit-motiv, la imagen generadora de cada
     emisión. Pero aún si el tema va a ser tratado en forma unitaria, en una única emisión,
     ésta debe de ser construida siempre sobre una idea vertebral, sobre una imagen
     generadora central.

     Recuerde que todo programa de radio implica una selección de contenidos. Usted nunca
     podrá decirlo todo sobre un tema dado: tendrá que escoger, relevar uno o dos aspectos
     que considere fundamentales. Lo esencial es que ese par de ideas básicas queden claras
     para el oyente, sean desarrolladas con la necesaria redundancia y lo motiven para una
     reflexión fecunda.


     La Elaboración del Esquema

     No se lance a escribir el guión todavía. Antes, escriba un breve esquema. Aclárese a
     usted mismo por dónde va a empezar; qué va aponer después, cómo va ir desarrollando
     su tema, qué sucesivos pasos irá dando y cómo irá encadenándolos; y cuál va a ser la
     conclusión final.

     Hasta que no tenga un esquema claro, no se ponga a escribir. Es posible que, ya puesto
     a realizar el guión, el esquema previo se vaya modificando, enriqueciendo. No hay que
     atarse rígidamente a él. Pero aún así, con todo lo que tiene de provisorio, es imprescindible.

     Una de las razones por las cuales lo es, se relaciona con la necesidad de dimensionar
     los tiempos. En radio, el tiempo es nuestro gran tirano; no se le puede eludir. Nuestro
34   guión tiene que durar tantos minutos y ni uno más. Al hacer su esquema, asigne a cada
     parte o escena un determinado “minutaje” y compruebe si la suma total corresponde
     al tiempo real que dispone para su programa; en caso contrario, reajuste el plan de
     tiempos, suprima alguna cosa, abrevie, sintetice. Y luego, al escribir su guión, trate de
     ceñirse a esa distribución de tiempos. Si no trabaja en base a un plan, las primeras
     secciones le saldrán excesivamente largas y el resto ya no le entrará. Tendrá que
     apretarlo demasiado. Y, sobre todo, se quedará sin el espacio requerido para desarrollar
     debidamente la conclusión, que es fundamental.
Escribir un guión de radio es una pequeña labor de arquitectura para lograr que todo lo
importante tenga cabida y, a la vez, los distintos elementos del programa se encadenen
y se traben unos con otros fluidamente. Por eso es imprescindible visualizar el totum
del guión antes de empezar a escribirlo; partir de un plan previo, de una sinopsis de la
emisión.


La Redacción

Ahora sí nos entregamos de lleno a la redacción del guión. Vamos a escribir para radio,
esto es, para un medio oral; tenemos que verter los contenidos seleccionados en len-
guaje radiofónico. Veamos lo que esto implica.


El Estilo

En primer lugar, un estilo coloquial. Puede que su programa llegue a miles de personas.
Pero no escriba usted para una multitud. Escriba para un solo oyente. Converse con él
como si ambos estuvieran a solas y no hubiera nadie más escuchando.

Recuerde que, cuando el oyente escuche la emisión en la intimidad de su hogar, no se
sentirá parte de una muchedumbre. Es necesario que él se sienta el destinatario per-
sonal del programa. Visualice la emisión radial, no como una plaza pública o un enorme
estadio, sino como un ámbito pequeño e íntimo.


El Lenguaje: Escribir Escuchándose

Aunque esté escribiendo su guión, no olvide nunca que el lenguaje hablado es diferente
al escrito. Debemos poner por escrito nuestro texto; pero él está destinado, no a ser
leído con la vista como un texto impreso, sino a ser oído. Tiene que sonar con la llaneza,
la naturalidad y la espontaneidad del lenguaje hablado.

El mejor consejo que puedo darle es: escriba escuchándose. A medida que escriba, lea
en voz alta lo que va escribiendo. En ocasiones, incluso, adelántese: pronuncie primero
la frase y luego escríbala. Díctese asimismo. (Aún corriendo el riesgo de que, si llegan     35
a entrar en su escritorio sus familiares o sus compañeros de trabajo, conciban ciertas
dudas sobre el estado de sus facultades mentales). Escuche cada frase; pruebe cómo
suena. Sienta su ritmo oral, sonoro. Si le suena pesada, larga, artificiosa, con vericuen-
tos, con idas y venidas, rehágala, divídala en dos o más frases cortas y directas. El oído
le dirá dónde ubicar con más naturalidad el sujeto, el verbo, el predicado; si un adje-
tivo suena con más fuerza y belleza verbal anteponiéndolo al sustantivo o colocándolo
después de éste. Oiga no sólo las palabras, sino también las inflexiones, los énfasis, los
matices: busque no sólo los vocablos más sencillos, sino también los más cálidos
auditivamente.
Si está escribiendo un diálogo, oiga hablar a los distintos personajes. Capte los sabrosos
     matices del habla popular y reprodúzcalos. Hágase un fino observador del habla corriente.
     Procure que el diálogo suene natural, auténtico. Ensaye hasta lograrlo. Eso es ser guionista
     de radio.


     La Sintáxis

     Sin embargo, esta diferencia entre el lenguaje hablado y el escrito no nos dispensa de
     saber gramática y redactar correctamente. Hay guionistas que redactan mal, que tienen
     mala sintáxis. Eso es una carencia seria. Lo que resulta de ello no es ana buena
     reproducción del lenguaje hablado, sino una exposición confusa, difícil de entender,
     enredada-en síntesis, un estruendoso ruido en la comunicación. También hablando hay
     personas que se expresan claramente y otras que resultan poco menos que ininteligi-
     bles: usted debe escribir como la primera y no como las últimas.

     Una condición sine qua non para ser guionista es saber redactar bien; tener una
     redacción clara y segura. Dominar las reglas de la construcción gramatical. Si en algún
     caso -sobre todo al escribir diálogos- el libretista altera deliberadamente la corrección
     sintáctica para reproducir mejor el estado de ánimo de un personaje, una cosa es que lo
     haga ex profeso y otra cosa muy distinta es que simplemente redacte mal. Si Ud. quiere
     dedicarse a escribir para radio -igual que si desea ser periodista- empiece por pulir su
     sintáxis y adquirir una redacción correcta.


     La Puntuación

     Existe una puntuación gramatical, propia del lenguaje escrito y otra fonética o prosódica.
     En radio, debemos usar ambas. Por ejemplo: a veces debemos poner comas donde la
     gramática no las preceptúa, porque indican pausas que de hecho hacemos al hablar; y,
     aunque no sean gramaticalmente correctas, ayudan al locutor o actor a pausar bien.
     Vg.: la gramática no admite la coma antes de la conjunción y; no obstante, en oca-
     siones, en un guión radial conviene ponerla para ayudar al lector:

     ALBERTO       Estábamos ahí, tan cerca uno del otro y sin embargo tan lejos…
36
     Pero peor que escatimar las comas es ponerlas en exceso. Hay guionistas que ponen
     comas en cualquier parte, sin ningún sentido. Eso desorienta y confunde al lector.

     También los hay que casi no usan el punto y en su lugar ponen coma: es decir, separan
     con comas frases que debieran ser preparadas por un punto seguido:

     RELATOR       El día estaba caluroso, decidieron no salir,estarían mejor en casa, se
                   quedarían a la sombra de los árboles leyendo.
Si gramaticalmente esto es incorrecto, radiofónicamente resulta aún más inconvin-
cente. En un guión de radio, los signos de puntuación son una guía para el locutor; si
están mal puestos, éste confundirá fatalmente el sentido de las frases. El buen guión
radial tiene más puntos que comas, porque en el lenguaje radiofónico es básico escribir
en frases cortas.

Es corriente en la conversación dejar las frases inconclusas. En esos casos utilizamos los
puntos suspensivos. Pero hay autores que, para dar sensación de expresividad oral, cul-
minan casi todas las frases -frases completas- con puntos suspensivos. Incluso en radio
reportajes, donde el texto es descriptivo, siembran de ellos su guión:

RELATOR 1     En esta región se encuentra el paso ferroviario más alto del mundo…

RELATOR 2    Aquí el ferrocarril sube a la altura de 4,950 metros sobre el nivel
             del mar…

Esto es lógico y no tiene la menor utilidad para el locutor; por el contrario, lo molesta
y confunde, ya que no sabe cuando debe respetar los puntos suspensivos y cuando no.
Este uso y abuso arbitrario de los puntos suspensivo es sólo un vicio efectista (posible-
mente derivado de la mala redacción publicitaria) y como tal, debemos evitarlo.

En resumen, en un guión de radio puntuamos de una manera ad hoc, fonética y no gra-
matical. No escribimos para publicar, sino para que el actor o el locutor pueda interpretar
bien, pausar correctamente. Pero esa puntuación prosódica también debe responder
a la lógica del habla y no ser arbitraria. La forma de lograrlo es, nuevamente, escribir
escuchándose. El oído nos dirá dónde conviene poner una coma fonética; dónde poner
realmente puntos suspensivos.


El Uso de la Preguntas

Use mucho de la interrogación. Acuérdese de Sócrates y del método socrático. Si, antes
de hacer una afirmación, se plantea una serie de preguntas, el oyente podrá seguir mejor
el razonamiento; comprender qué está buscando usted, acompañarlo en esa búsqueda.
                                                                                              37
Y, cuando llegue la afirmación a modo de respuesta, él estará mejor preparado para
asimilarla. Haciéndonos preguntas, logramos que el oyente nos siga en el proceso de
razonamiento, lo dinamizamos para la reflexión, movilizamos su mente, establecemos
un diálogo con él.

A veces deje la pregunta flotando en el aire, sin dar la repuesta. Haga que sea el oyente el
que responda, no afirme; cree interrogantes, deje planteadas preguntas que le lleguen
y lo hagan pensar. A menudo es más pedagógico suscitar preguntas que hacer afirma-
ciones.
En un radiodrama, no podemos hacerle preguntas directamente al oyente; son los per-
     sonajes los que se preguntan unos a otros o así mismos. No importa indirectamente
     estaremos planteándole esas preguntas al oyente. El se identificará con la situación y
     asumirá esas preguntas como propias.

     En cambio, sea muy parco y sobrio con las frases de admiración. Elimine el énfasis
     declamatorio, las frases ampulosas y discursivas, las hipérboles y la adjetivación recar-
     gada.


     Los Momentos Decisivos

     Todo el desarrollo del guión debe ser bueno y mantener permanentemente el interés.
     Pero hay dos momentos capitales: el comienzo y el final.

     Los minutos iniciales son decisivos. Su emisión no logra captar de entrada el interés
     del oyente, éste apagará el receptor o cambiará de estación. Y todo su esfuerzo posterior
     será en vano. Esfuércese por encontrar un buen arranque, original e interesante. No se
     conforme hasta haberlo logrado. Es necesario que los primeros minutos persuadan al
     oyente de que vale la pena seguir escuchando.

     Comience generalmente por algo que le sea familiar al oyente, algo con lo cual él pueda
     identificarse. Háblele de cosas que él conoce y siente. Si va a tratar de la parasitosis, no
     empiece por una descripción científica de la enfermedad; evoque a los niños de barrigui-
     tas hinchadas. El oyente seguramente ha visto a esos niños, ellos se inquietan. A partir
     de allí, seguirá con interés el reportaje, Si va a plantear el problema de la dependencia
     tecnológica, no inicie el guión con datos estadísticos ni con referencias a multina-
     cionales; hable del caso de los obreros de una fábrica cercana que se han quedado sin
     trabajo por que una moderna máquina super-automática vino a reemplazarlos.

     El otro momento clave de un guión es el final, porque es lo que le queda al oyente, lo
     que él más va recordar de toda la emisión. No termine sus guiones de cualquier manera.
     Trabaje mucho los finales. Procure que las últimas frases sean elocuentes, penetrantes,
     ricas en significación. Ello sólo lo podrán lograr si primero ha hecho un buen esquema:
     Ud. irá preparando el final a lo largo de todo el guión, sembrando elementos que luego
38   recogerá en las últimas líneas.

     El final debe ser vigoroso, pero por eso mismo breve y sobrio. Frases cortas, concisas.
     A veces, diez palabras son suficientes para cerrar el guión, y esas diez palabras tienen
     más fuerza que quinientas. Trabaje sus finales de modo de que sugieran más que lo que
     dicen. No lo diga todo; deje que el oyente complete el cuadro.
El Dominio de los Recursos Técnicos

Algunos guionistas creen que, para escribir libretos de radio, no necesitan conocer de
montaje. Para eso -piensan- están el director del programa y el técnico, que se encar-
garán de producir la emisión y ponerla en el aire.

Serio error. Repitamos una vez más que el lenguaje radiofónico no sólo se compone de
palabras, sino también de música y efectos sonoros. El guión de radio, por tanto, no es
sólo texto, sino también el plan de una estructura sonora, de una “banda de sonido”,
para utilizar la terminología del cine. El guionista debe indicar con la mayor precisión
posible los sonidos, los comentarios musicales. Y para eso, es preciso que los conozca.

El que quiera escribir para radio debe estar familiarizado con todo el proceso de la
realización y conocer la técnica de producción. Sólo así dominará todas las posibilidades
y recursos del medio (lo que se puede hacer) y también las limitaciones (lo que no se
puede o no se debe hacer). Se aprende a hacer radio -e incluso a escribir para radio-
sobre todo en el estudio, viendo y oyendo cómo se montan los programas.

Un guionista que no conozca de producción sería como compositor de música que
pretendiera escribir una obra sinfónica si conocer los instrumentos de la orquesta, las
posibilidades y limitaciones de cada uno.


Una Exigencia del Oficio

Un buen guión no sale casi nunca de primer intento. No se escribe de un tirón. Reescriba,
reescriba mucho. Rehaga. Solemos creer que lo grandes escritores, los genios literarios,
lograban sus obras maestras de un impulso. Si viéramos sus manuscritos, nos llevaríamos
una gran sorpresa: comprobaríamos que es más lo tachado que lo que ha quedado en
pie.

No se conforme con la primera versión; exíjase. Haga un primer borrador; tache, rompa,
cambie, reescriba, rehaga pasajes o páginas enteras. Páselo en limpio y, al hacerlo,
corrija, modifique el borrador, mejórelo. Luego, relea ese segundo texto y aún en él
cambie palabras, modifique frases, suprima pasajes innecesarios, añada otras cosas.
                                                                                            39
No sin cierta ironía, Luis Ramiro Beltrán dice que un gran secreto profesional “reside”
en esto. Para adaptar nuestra escritura a las necesidades de la educación popular
–explica- “El único recurso que se conoce es volver a escribir. Salvo rarísimos casos, un
buen mensaje escrito no sale e la máquina de escribir tras el primer empeño. Escriba
espontáneamente la primera vez. Luego, analice y vuelva a escribir. Corte, recorte, re-
vise el orden de las ideas, piense en qué forma podría usted mejorar su texto. Revise y
reescriba hasta quedar satisfecho” (o relativamente satisfecho, ya que nunca lo quedará
del todo).
Suele pensarse que el principiante necesita reescribir mucho, pero que cuando se adquiere
     el pleno dominio del oficio, el guión sale a vuelapluma (o a “vuelamáquina”). No es así.
     El escritor fogueado, si tiene una auténtica vocación de servicio, tacha y rehace tanto
     como el novel. A medida que adquiere más madurez, se torna más autocrítico, más exi-
     gente consigo mismo. Su madurez le sirve para lograr mejores guiones, productos más
     perfectos y acabados; no para hacerlos más rápido.


     La Lectura Crítica

     Si queremos formar conciencia crítica en el oyente, lo primero es tenerla nosotros. Si
     queremos problematizar, cuestionar a nuestro destinatario, lo primero es problematizarnos
     y cuestionarnos a nosotros mismos.

     A nivel de ideas teóricas, podemos tenerlas muy “avanzadas”, muy “progresistas”; pero,
     en un guión de radio, manejamos diálogos, hechos, personajes, situaciones concretas,
     ejemplos, expresiones, modos adverbiales, imágenes; y nuestras intenciones pueden
     verse traicionadas o desvirtuadas cuando las llevamos al guión. Nuestro propósito ex-
     plícito pude ser dejarle un determinado mensaje al oyente; y sin embargo, implícita-
     mente, sin advertirlo, podemos transmitirle otro diferente y hasta opuesto.

     ¿Por qué? Porque dentro de nosotros mismo también hay prejuicios subconscientes,
     como los hay en el oyente. Somos producto de una educación, de una sociedad que nos
     ha formado; hablamos un lenguaje que lleva implícitas significaciones, connotaciones.
     Llevamos grabados dentro de nosotros una serie de estereotipos, de clichés mentales.
     Todo eso que está en nuestro subconsciente se nos disparará automáticamente y lo
     volcaremos en nuestro guión. A menos que estemos alerta y seamos críticos, podemos
     terminar reforzando los patrones culturales que ya existen en el oyente en lugar de con-
     tribuir a cambiarlos.

     Para poner sólo un par de ejemplos elementales: ¿cuántas veces hemos convenido en
     que “la caridad bien entendida empieza por casa” sin advertir todo el contenido egoísta,
     individualista, anticomunitario, de ese refrán corriente?, ¿Cuántos educadores exhortan
     a sus alumnos a estudiar para “progresar y triunfar en la vida”, “para llegar a ser
     alguien”, sin darse cuenta de que están identificando el progreso y el ser con el dinero,
40   el ascenso social individual y la conquista de bienes materiales?.

     Tenemos, pues, que ser muy críticos de nosotros mismos y de nuestro guión. Revisar
     la escala de valores que tácitamente manejemos. Buscar y exigir la máxima coherencia
     entre nuestro pensamiento y las formulaciones (palabras, imágenes, símbolos, situa-
     ciones) con que tratamos de verterlo en el guión.


     La Vigilancia de los Objetivos

     A veces, el resultado final es tan fallido que el mensaje mismo queda desvirtuado y trai-
cionado. Quisimos decir una cosa y, en realidad, sin darnos cuenta, decimos otra. Nos
propusimos dar un mensaje cuestionador, liberador y en cambio dejamos un mensaje
conformista, quietista. No porque el oyente haya “entendido mal”, sino porque nosotros,
insensiblemente, nos dejamos llevar y construimos el guión de tal manera que los
valores del status quo adquirieron más fuerza que los valores de cambio.

Aunque éste puede parecer un caso límite, sucede con mucha más frecuencia de lo que
se sospecha. Es necesario que meditemos y revisemos bien nuestro plan o esquema; y
luego, que sometamos el guión a una prueba objetiva para comprobar si hemos logrado
permanecer fieles a la finalidad propuesta. Este test lo podemos hacer con un grupo
representativo de la audiencia destinataria. Leámosle el guión -sin comentarios previos,
que pueda influir en él condicionarlo, sin prevenirle antes de la intención que tuvimos al
escribirlo- y veamos cuáles son sus reacciones espontáneas. ¿Qué entendieron, a qué
conclusión llegaron, qué mensaje les quedó?.

En su defecto, podemos someter el guión a la crítica del equipo de compañeros con el
que trabajamos. O, si esto tampoco es posible, nos queda el recurso de la autocrítica
personal. Preguntémonos: ¿cuál era el mensaje que nos proponíamos transmitir?.
¿Tenemos logrado transmitirlo realmente, plasmarlo en el guión, o lo hemos perdido de
vista por el camino?.


Los Mensajes Secundarios; la Ley de la Congruencia

Sucede que nunca transmitimos un solo mensaje a la vez, sino siempre un conjunto de
mensajes paralelos. Mensajes paralelos que pueden entrar en colisión con el principal y
anularlo en buena medida.

Como señala Osorio, “todo mensaje lleva consigo una serie de mensajes secundarios. Pau-
sas, tonos, titubeos, música y fondo, subrayados musicales. Estos elementos facilitan o
entorpecen enormemente la captación y la percepción del mensaje. Para que la faciliten,
es necesario cuidar la armonía de todos estos mensajes secundarios para que todos trans-
mitan el mismo contenido. Es lo que se ha dado en llamar la ley de congruencia de los
mensajes”. Nos expresamos a través de símbolos, de imágenes, de frases hechas, etc.
Cada una de ellas tiene su propio nivel de significación y lleva subyacente un mensaje
central.                                                                                     41

Por ejemplo, nos tocó oír una vez una emisión en que se buscaba exaltar la afirmación
de los valores culturales nacionales. Pero, sin duda, el libretista no se preocupó por in-
dicar el carácter de la ambientación musical para su guión. No le dio importancia a la
música, a la que sólo atribuyó a una función mecánica de separación entre párrafos de
texto. La dejó en manos del técnico. Y éste, rutinariamente, puso una conocida melodía
de película norteamericana -tal vez porque fuera la que tenía más a mano, el tipo de
música convencional que él solía poner siempre en esos casos; o quizá porque, a su
gusto, “quedaba muy bonita”.
No es difícil imaginar las representaciones del american golden dream que, a nivel
     consciente o subconsciente, aquella melodía suscitó en los oyentes, enfrentados así a
     dos mensajes antagónicos. La música actuó como mensaje secundario incongruente.
     Toda la afirmación de una cultura nacional contenida en el texto era simultáneamente
     negada por el comentario musical, que generó un fuerte “ruido” ideológico, una in-
     terferencia de significados.

     Un autor de radiodramas, que se consideraba sinceramente muy comprometido con
     el pueblo, quedó impactado cuando un investigador hizo un análisis de contenido de
     sus guiones y comprobó que en ellos el 80por ciento de sus protagonistas “buenos” y
     “positivos” eran profesionales universitarios- eso es, personas blancas, cultas, de alto
     nivel social. En cambio ni uno solo de sus personajes protagónicos era mestizo, obrero,
     campesino.




42
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  • 1.
  • 2. 1
  • 3. 2
  • 4. 3
  • 5. 4
  • 6. Fundamentos de Audio. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio .............................................. 7 Sonido y Lenguaje Radiofónico. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio .............................................. 11 Lenguaje Radiofónico. Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio .............................................. 15 Producción Radiofónica. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio .............................................. 21 El Guión. Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio .............................................. 33 5
  • 7. 6
  • 8. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio De las Ondas Sonoras a las Ondas Hertzianas V ivimos en un mundo lleno de sonidos, en medio de vibraciones acústicas, en un mar de energía sonora; todo acontecimiento irradia una parte de su energía en forma de presión de aire y una fracción de ésta penetra en nuestros oídos transmitiéndonos algu- na información. Las emisoras de radio son fuentes emisoras de sonido; las posibilidades de codificarlos electrónicamente para almacenarlo o transmitirlo permiten la creación del lenguaje radiofónico, compuesto por voz, música y ruidos. Al sonido lo conocemos desde dos perspectivas: una física, que nos indica que el sonido es un movimiento realizado de las moléculas que causa un cuerpo que vibra; y otra psíquica, que reconoce al sonido como una experiencia sensible que podemos relacionar con nuestra vida social y emocional. Comúnmente escuchamos sonidos que se propa- gan en el aire, elemento elástico que permite la difusión de ondas sonoras, porque sus moléculas transmiten las vibraciones hasta llegar al oído. Estas moléculas se mueven continuamente y en forma desordenada. Cuando una fuente de sonido, un objeto vibrante, la empuja repetidamente, son perturbadas, chocan con sus vecinas y regresan a su posición original, volviendo a ser empujadas nuevamente, por lo que el proceso se repite indefinidamente. En este movimiento, las moléculas no se deslizan mucho; lo que realmente viaja es la perturbación creada. Al chocar entre sí, las moléculas forman una compresión, al regresar, se apartan y forman una rarefacción. Las compresiones y las rarefacciones se amplían por el aire y forman la onda que llamamos sonido. Las ondas de presión en el aire pueden representarse gráficamente. La forma más sen- cilla que puede adoptar dicha representación es conocida como “onda sinusoidal” que es, de todas las formas de onda conocidas, la que varía más suavemente y la más im- portante en los procesos electroacústicos. 7 La longitud de onda abarca una compresión y una rarefacción completas y el número de veces que el fenómeno se repite en un segundo recibe el nombre de frecuencia. Existe cierta distancia entre cada cima de la onda y el número de veces que dicha onda pasa por ésta en un segundo, por lo que podemos medir la frecuencia del sonido que estamos analizando. A la frecuencia se la reconoce en la escucha como el tono del cuerpo que emite el sonido. Una onda sonora está formada por la superposición de un cierto número de ondas sinu- soidales, cuyas frecuencias están relacionadas simplemente. Hay una onda sinusoidal
  • 9. fundamental, cuya frecuencia es misma de la nota emitida por la vibración de la fuente de sonido. Pero hay una serie de ondas también sinusoidales que por sus frecuencias están relacionadas armónicamente con la fundamental. Estas ondas reciben el nombre de armónicos o sobretonos y son los que nos permiten distinguir a los diversos agentes emisores del sonido, o sea, su timbre. La amplitud de una onda es una medida que nuestros oídos reconocen como volumen o intensidad. Otro elemento característico y fundamental del sonido es la sonoridad, la cual depende de la intensidad, que, a su vez, es función de la cantidad de energía transmitida por centímetro cuadrado y por segundo. Conocida la amplitud de la onda y su frecuencia, de intensidad puede calcularse tomando en cuenta la densidad del medio y la velocidad de propagación de la onda. Como la intensidad es una potencia, suele medirse en microva- tios por centímetro cuadrado. Las ondas sonoras están sujetas a la influencia de unas sobre otras y el medio que atravie- san afecta su curso intensa o suavemente. El eco, que es el rebote de las ondas sonoras que chocan con superficies sólidas, es una reflexión del sonido. Una serie de reflexiones, al hacer eco una y otra vez, forman la llamada reverberación o resonancia. Cuando la reverberación es demasiado larga, la audición se vuelve confusa; en este caso, es pre- ciso reducirla y para ello se recurre al empleo de materiales absorbentes o de cortinajes distribuidos adecuadamente. Otra cualidad del sonido es la refracción. La velocidad del sonido varía según los medios en los que el sonido se propaga y las ondas sonoras caen oblicuamente sobre la super- ficie de separación de dos medios. Así, cuando una onda sonora penetra en una masa de aire frío, su velocidad disminuye y en consecuencia varía la dirección de su movimiento. La temperatura del ambiente donde se produce el sonido y el ángulo de las ondas formado por la dirección del cuerpo emisor y el receptor determinan, en gran medida, la calidad deseada del sonido en cuestión. La difracción es un fenómeno que nos permite escuchar al sonido a pesar de que existan entre el emisor y el receptor obstáculos aparentemente insalvables. Se debe 8 a que las ondas, viajando en una dirección inicial, pueden rodear esos obstáculos y penetrar en una región de la que normalmente podría esperarse que no resultara per- turbada, creando una serie de nuevas ondas. La presencia de cuerpos opacos en el recinto de emisión sonora deberá, pues, estar calculado para dicha emisión. Por último, tenemos el llamado efecto doppler. Cuando una persona se aproxima a una fuente sonora con una velocidad determinada, es evidente que a su oído llegará por segundo un número mayor de vibraciones que si estuviera en reposo y, por tal motivo, recibirá la impresión de que el tono del sonido es más alto. Todo lo contrario sucederá si en lugar de acercarse, se aleja del origen del sonido. Este fenómeno ocurrirá si el observador está en reposo y lo que se mueve es la fuente sonora; o si tanto uno como
  • 10. otro se alejan o se acercan, o si, en fin, se mueve el medio que transmite las vibraciones estas variaciones aparentes de la frecuencia pueden producir distorsiones involuntarias o efectos en los que parecen que el sonido cambia y se mueve. Toda reproducción del sonido puede interrumpir su proceso natural interponiendo en su camino un micrófono que convierta a la onda sonora en señal eléctrica, y que per- mita almacenar al sonido para su posterior reproducción o para lanzarlo nuevamente, después de un proceso eléctrico para reciclarlo y potenciarlo. La onda sonora pega en una membrana delgada, llamada diafragma, y la hace vibrar; su vibración convierte a la onda sonora en corriente eléctrica. El funcionamiento de todo tipo de micrófono se basa en la capacidad auditiva humana. La radiodifusión es una forma de telecomunicaciones que implica la transmisión y recepción de voces, música y sonido en general por medio de ondas electromagnéticas y sin emplear cables de conexión. El campo electromagnético que hace posible la radiodifusión está formado por campos eléctricos o magnéticos; su energía pasa al- ternativamente del campo eléctrico al magnético y viceversa, desde el punto emisor al receptor. Cuando las ondas sonoras llegan a un micrófono, son transformadas por éste en impulsos eléctricos (audioseñales); los impulsos pasan luego a un transmisor para su conversión en ondas de radio (ondas hertzianas), que se difunden por la atmósfera. Los elementos esenciales de un sistema de radio completa pueden clasificarse en tres categorías: la transmisión en la cual el transmisor genera corriente de alta potencia y la suministra a la antena encargada de radiarla; la modulación de estas vibraciones de alta frecuencia antes de su ejecución por la antena; y la recepción de las vibraciones por un receptor de radio después de su radiación por la antena. En el momento de la recepción de las ondas moduladas, un receptor de radio sintonizado a la anchura de la banda em- pleada por un transmisor se encarga de transformarlas en señales audibles (palabras, por ejemplo). Las audioseñales, moduladas antes de su transmisión, son desmoduladas en el receptor para obtener las señales originales que, a su vez, vuelven a convertirse en ondas sonoras, por el altavoz conectado al receptor. 9
  • 11. 10
  • 12. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio La Producción Radiofónica 1. Concepto de Producción P RODUCCIÓN: Acción, modo y efecto de producir un programas para radio, cine o televisión. -Por extensión, dícese a veces del programa mismo.- Equipo encar- gado de poner al servicio del equipo de realización los equipos y personas necesarias, así como de llevar el control de presupuestos y gastos de un programa (Diccionario de radio y televisión. Cebrián, M; Ed. Alhambra) PRODUCCIÓN: Acción de producir./ Cosa producida./ Acto o modo de producirse./ (Dic- cionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ultima edición) . Partiendo de la definición que tenemos de producción, acción, ejercicio de una potencia, efecto de hacer, podemos entender el acto radiofónico como un largo proceso radiofónico en el que se interrelacionan una serie de acciones, tanto de índole puramente técnica como creativa. 2. El Sonido, Materia Prima del Proceso de Produción Radiofónica El proceso de producción radiofónica se inicia con el conocimiento y manejo de su mate- ria prima, el sonido. El sonido como sensación es el registro, en el cerebro del hombre, de un fenómeno o un hecho que ocurre en el mundo que rodea al oyente. Y el sonido es un aspecto físico, la vibración de los cuerpos que, en un ambiente ideal, producen ondas que viajan en el espacio. Esas ondas sonoras se miden por su intensidad y frecuencia. La intensidad del sonido se mide por la altura de las ondulaciones, que indican la presión máxima de ese sonido. La frecuencia del sonido que está en relación directa con el tono, 11 sin ser lo mismo, es el número de vibraciones por segundo que dan objeto que perturba las moléculas del aire de un lado a otro. La frecuencia de las ondas de presión aumenta al vibrar mas a prisa del objeto que produce el objeto. Las ondas musicales o tonos se definen por la frecuencia. El sonido empieza, pues, con una perturbación mecánica. Las vibraciones de las ondas sonoras hacen que se formen ondas que irradian en todas direcciones. Estas ondas son las que oímos como sonidos. El efecto de cualquier sonido o de sus vibraciones: reflexión, reverberación o resonancia, depende de la capacidad para recibirlo, pues las ondas no son nada asta que llegan a ese maravillosos instrumento receptor del hombre, el oído.
  • 13. Al llegar al oído el sonido se representa en tres opciones o actos: el sonido voz, el sonido música y el sonido ruido o efecto, los cuales, en una interrelación directa y absoluta nos presentan las síntesis de un nuevo lenguaje, el radiofónico. Hablamos de sonido voz o lenguaje de la voz, porque no es sólo la palabra la que significa al oyente, la intención de quien emite la voz crea particularidades a través de la dicción y el matiz. Además, tenemos la multiplicidad de posibilidades expresivas por medio de sonidos no articulado en palabras y que en el contexto cultural del individuo poseen significación concreta. El sonido música no es más que la expresión subjetiva del hombre a través de la or- denación de sonidos, articulados en forma concreta para crear un lenguaje. Lenguaje que penetra más en la intimidad del individuo receptor que recrea, según sus posibili- dades, opciones y necesidades, el ordenamiento escuchado. Para un buen manejo de la música en la producción radiofónica es indispensable conocer qué es la música. La música tiene cuatro elementos que la componen: ritmo, melodía, armonía y timbre. El ritmo es el elemento primario de la música y nace del golpeo o percusión, la cual nos marca el tiempo musical. El ritmo que es la organización del movimiento musical involucra todos los aspectos de la música; le da forma a la melodía y a la armonía, y une las partes del todo. La melodía es el segundo elemento de la música y el que atrae más ampliamente. Es la línea musical que guía nuestro oído a través de la composición; es el argumento, el tema de la obra musical, el hilo de la historia que se cuenta. Puede ser rápida o lenta, fuerte o suave. Su uso fundamental en los medios, aparte de sus posibilidades ambien- tales y características lo encontramos en sus “cadencias” o frases musicales, que son los puntos de reposos de la melodía. Estas “cadencias o frases” nos dan la pauta de una separación gramatical permitiéndonos la utilización estética de la música, eliminando los cortes bruscos. 12 La armonía es la estructura de la música; es la organización total de tonos, de forma que se traduzca en orden y en unidad; es la profundidad de la música, introduce la impresión de espacio musical. La armonía estudia los acordes y sus relaciones mutuas, y el acorde es la producción simultánea de sonidos, formado por tres o más sonido diferentes. El último elemento que compone la música es el timbre, por medio del cual podemos reconocer al agente emisor del sonido; nos permite diferencial la voz humana de los instrumentos musicales y a los mismos hombres. A partir del conocimiento elemental de la música podemos adentrarnos al uso que le da- mos en los medios a partir de ubicarles cinco funciones: la primera es la gramatical, que
  • 14. es como signo de puntuación para separar ideas, conceptos, párrafos, etc. Su posibilidad expresiva es la segunda función de la música; por medio de ésta podemos llevar a los oyentes a externar emociones, lo que nos ayuda a comentar lo escuchado. La música también describe, y esa es su tercera función, pudiendo decorar y describir lugares determinados que deseamos representar. Otra función de la música es la de permitirnos reflexionar. Por último tenemos que la música cumple la función de ambientar o acompañar las fun- ciones de los hombres en lugares y situaciones determinados por la realidad social. Estas cinco funciones están implícitas en la música y será su contextualización en la realización radiofónica que la privilegia una o varias de ellas, en función de las necesi- dades del programa. Por la utilización de estas funciones tenemos en la radio formas de inserción que permiten ubicar el juego de la creatividad rítmica del sonido. Estas son: La cortina, que con su nombre lo indica, para separar escenas o bloques de informa- ción, acentuar atmósferas, y comentar lo escuchado. El puente, que nos indica la unión de dos ideas o escenas, cambio de lugar, extenso paso de tiempo. La ráfaga, que debe ser un fragmento musical breve, movido y ágil, nos permite ubicar paso de tiempo y sirva para acentuar actos y actitudes así como hechos. El golpe, que no es más que un acento o subrayado musical, generalmente una per- cusión. Las inserciones musicales señaladas anteriormente deberán ubicarse siempre en fun- ción del tiempo-ritmo del programa y por ningún motivo podrán asociarse las frases musicales seccionadas, es decir, que tanto en la entrada como en la salida de esas inserciones deberán usarse frases musicales completas, con lo que se logra la mayor continuidad rítmica del programa. El romper las frases musicales solo deberá hacerse en 13 caso de efectos especiales si no se quiere que nuestro producto carezca de continuidad y aparezca al aire como una serie de miniunidades consecutivas, sin aparente relación una con otra. Pero no debemos dejar de lado el tiempo real del programa, lo que nos obliga a considerar a la hora de la selección de los fragmentos o frases musicales, que éstos tengan una relación directa, en cuanto al tiempo real, con las necesidades del producto que hay que realizar; es decir, los fragmentos musicales seleccionados deberán ser lo más cercanos en tiempo a los especificados en el guión, o bien en relación directa con el ritmo-tiempo del programa.
  • 15. El sonido ruido es, en la definición técnica, lo que desagrada al oído, lo arremete y lo lastima. El mundo en el que vivimos es un mundo de ruido y sonidos, el ruido llega a constituir un lenguaje de identificación con la realidad social; nos permite articular la realidad auditiva del sonido con la imagen o idea del individuo u objeto emisor. Podemos llegar a recrear la realidad con puros ruidos. La recreación de la realidad en radio nos lleva a separar los ruidos en dos opciones: ru- idos naturales y ruidos creados. Los primeros, que provienen de la realidad social, del entorno en el que nos desenvolvemos, tienen el problema de que el receptor los ubica generalmente en función de su relación visual, y al ser el oído un sentido poco educado y desarrollado, muchos de esos ruidos o efectos, al pasar a la radio, pierden su signifi- cación primaria, pues son separados de su relación visual y llegan a la extremos de ubicar, radiofónicamente otros significantes. Debemos tener muchísimo cuidado en el uso de este tipo de efectos. Recordemos que la realidad sonora de un estudio de gra- bación o de transmisión no es la misma que la de emisión y sobre todo la recepción. El lenguaje radiofónico: Voz, música y ruidos o efectos van a poder ser aprovechados a partir del conocimiento y manejo del equipo e instalaciones que requiere la radio. La producción radiofónica es, entonces labor de conjunto. El conocimiento conjunto del sonido y el manejo del equipo para su almacenamiento o transmisión. Además, es la conjunción de labores humanas en los aspectos técnicos-creativos: labor de conjunto en la creación de un lenguaje radiofónico sustentado en una sintaxis radiofónica que se ubica primordialmente en el elemento primario del sonido, el ritmo. Sonido voz, sonido música y sonido ruido o efecto deben ubicarse en el principio de ritmo para poder integrarse en la sintaxis radiofónica y solo podrán hacerlo a través de su concurrencia, que es la posibilidad de que varios sonidos se integran al mismo tiempo o simultáneamente, permitiéndonos crear ambientes, lugares y situaciones. Su concate- nación, que no es más que orden y disposición con que los ubicamos en el lenguaje ra- diofónico; es decir, por que uno antes de otro, por que en diferentes planos, planos que ubican jerarquía, lugar y profundidad; por que simultáneamente o por que separados. Todos en función de la creación del lenguaje radiofónico, del sonido como fuente única de significación. 14
  • 16. Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio Música, Sonido, Efectos. L a radio -aún la hablada- no es sólo palabra. Es también música y sonidos. La radio es un medio particularmente sugestivo y debemos de emplear esa capacidad de sugestión; para compensar la unisensorialidad del medio, es menester suscitar en nuestras emisiones una variada gama de imágenes auditivas. A través del oído tenemos que hacer ver y sentir las cosas al oyente. Pues bien: en la producción de esas imágenes auditivas, la música y los sonidos serán nuestros dos preciosos auxiliares. Los sonidos nos ayudarán a que el oyente “vea” con su imaginación lo que deseamos describir; la música, a que sienta las emociones que tratamos de comunicarle. 1. La Música Funciones de la música a.- Función gramatical (como signo de puntuación). En programas expositivos (vg. Un radio-reportaje), ponemos trozos de música para separar secciones o bloques de texto, para pasar de un asunto a otro. Una frase musical larga tendrá la misma función que la raya o guión que trazamos entre dos pasajes de un artículo para indicar que damos por terminado un aspecto de nuestro tema y nos disponemos a pasar a otro (de ahí que en algunos países a esas inserciones musicales se les llama “guiones”). De ese modo, al tiempo que damos un pequeño descanso o “respiro” al oyente, le advertimos que “vamos a dar la vuelta la página”, que se prepare mentalmente para una mutación. Otra frase musical más breve cumplirá la función de un punto aparte: separará dos parágrafos de un mismo bloque o sección. 15 En los radiodramas, igualmente, la música separa las escenas, marca los traslados de lugar y/o las transiciones de tiempo. Actúa, pues, como el telón en el teatro entre un acto o cuadro y el siguiente. Por eso es que, traduciendo mal la palabra inglesa curtain, que significa cortina pero también telón, se llama a estas separaciones “cortinas mu- sicales” (su designación más apreciada sería “telones musicales”). En resumen, la música se intercala para ir marcando las diferentes fracciones de que está compuesta la emisión y para distinguir unas fracciones de las otras.
  • 17. b.- función expresiva. Al mismo tiempo que separa escenas o pasajes, la música co- menta lo escuchado, contribuye a suscitar un clima emocional. Es la función principal de la música en programas hablados: crear una atmósfera sonora: la cortina que da fin a una escena puede ser alegre o triste, agitada o plácida; lírica o épica; tensa, vivaz, melancólica, fúnebre; sugerir esperanza o abatimiento; dar sensación de luminosidad o ser sombría. Tanto o más que en el cine, el comentario musical ayuda a crear en torno a las palabras, el ambiente peculiar requerido para provocar en el oyente una determinada identificación emocional. De ahí la necesidad que en nuestros libretos no nos limitemos a indicar meramente “música” o “cortina musical”, sino que precisemos también lo que queremos que la música exprese, el carácter del comentario musical que se requiere, la atmósfera deter- minada que esa cortina debe crear. La música no sólo subraya el clima emocional de las situaciones, sino también el carácter de los personajes: una escena donde predomina un personaje servicial, solidario, fra- ternal, culminará bien con un tema musical de sencilla nobleza, impregnado de cierta ternura; otra donde hemos presentado a un tipo atildado, afectado, lleno de remilgos, podrá ser subrayada irónicamente con una minué cortesano, dieciochesco… Naturalmente, es en el radiodrama donde la música juega más esa función expresiva; pero a veces también una radio-reportaje, un relato con montaje o una charla vivencial, se benefician con esa atmósfera que la música sugiere. c.- Función descriptiva. La música no sólo expresa estados de ánimo, sino que mu- chas veces nos describe un paisaje, nos da el decorado de un lugar. Si queremos ubicar la escena en una país determinado, podemos recurrir a un tema musical típico de se país; si nos trasladamos a una época pasada, música de esa época nos ambientará y situará. Para una escena a orillas del mar, acaso la música descriptiva y poética de La mer de Debussy hará sentir al oyente la atmósfera marina. La alegría cantarina de una fuente con sus juegos de agua podrá ser descrita con un pasaje bien elegido de Las fuentes de Roma de Respighi; el aspecto guerrero y marcial de una ejército marchando será pintado por la música de La vía Apia en Los pinos de Roma del mismo autor. A veces, la música describe tan bien una sensación sonora que llega incluso a sustituir 16 con ventaja al sonido real y no hacerlo necesario. d.- Función reflexiva. Además, esas pausas musicales que introducimos como signos de puntuación y a la vez como comentarios emocionales, sirven también para que el oyente tenga tiempo de recapitular lo que acaba de escuchar y de reflexionar sobre ello, antes de continuar escuchando la historia o la exposición. A veces, en un radiodrama, después de una escena en que los personajes han discutido y si la discusión es rica en contenidos, pondremos una cortina musical larga para que nuestra audiencia piense por un momen- to en lo que termina de oir. Lo propio haremos en radio-reportaje tras una entrevista en que el entrevistado ha dicho cosas nuevas e importantes. E incluso tal vez preferimos en esos casos temas musicales que inviten a esa reflexión y la favorezcan.
  • 18. e.- Función ambiental. Para completar esa enumeración, nos resta añadir que a veces ponemos música porque la escena real que estamos reproduciendo la contiene. Por ejemplo, si nuestros personajes se encuentran en una fiesta y están bailando, debemos oír la música a cuyo compás ellos danzan; si están en una concierto, oiremos la música que se ejecuta en él; si se hallan en un parque de diversiones, es natural que escuche- mos la música de la calesita o de la banda del circo. En estos casos, la música es un sonido del ambiente. Pero a veces no por eso deja de contribuir a la atmósfera que deseamos crear. Si nuestros personajes se encuentran conversando en un bar y está encendido el aparato de radio, la música popular que éste difunde en ese momento puede ser, a nuestra elección, animada melancólica, según el clima del que queramos rodear la conversación. Si unos muchachos de la esquina están reunidos y uno se pone a tocar su armónica, puede tocar música triste o alegre, según la situación y el diálogo lo pidan. En uno de los capítulos de un famoso radiodrama, una barriada muy humilde festeja con regocijo un acontecimiento: el hijo de uno de los vecinos del barrio se ha recibido de abogado. En la escena de la fiesta, en medio de las voces animadas y felices de to- dos, se oye la música de un acordeón tocando un tema popular vivo y alegre. Pero, posteriormente, el joven defrauda las esperanzas del barrio: llevado por la ambición de escalar posiciones y “hacer carrera”, rompe con sus viejos amigos, se desolidariza de sus padres. Y en ese momento, reaparece el acordeón tocando el mismo tema de la fiesta, pero ahora en tiempo lento y con tonalidad triste. Así la música dice cómo la alegría de esos padres y sus vecinos se ha transformado en decepción, en amargura, en frus- tración. La música ambiental cobra ahora una significación expresiva. 2. Los Sonidos El sonido es el decorado radiofónico. Corporiza el objeto del que emana. Oímos el ga- lope y vemos el caballo; el ruido del tránsito nos ubica en medio de una arteria llena de movimiento: la sirena de un carro de bomberos y el crepitar del fuego nos lleva a visualizar el incendio. Al decir de Aníbal Arias, “en el guión radiofónico ruidos y música son tan necesarios a la palabra como los son la vida misma cuya ficción queremos llevar al oyente”. 17 Funciones de los sonidos a.- Función ambiental, descriptiva. Es decir, con finalidad fotográfica, realista. Em- pleamos los sonidos como fondo de la escena, acompañando el diálogo. Una noche en medio del campo adquirirá realidad gracias al canto de los grillos; al oír el murmurar del público, el ruido de platos, cubiertos y copas, nos sentimos en un restaurante; los gritos de la multitud nos trasladarán al estadio de futbol.
  • 19. Si está lloviendo, oímos el caer de la lluvia; si estamos en medio del mar, nos llega el romper de las olas; si nuestros personajes se hallan navegando en un bote, escuchamos el golpear de los remos; si la escena transcurre dentro de un automóvil o a bordo de una avión, debe oírse el ruido que la marcha del motor produce en la cabina de pasajeros; en el teatro oímos los plausos, las risas, las toses. Todo ello, por supuesto, no demasiado fuerte, para que no tape las voces y no impida seguir el diálogo. Pero el sonido tiene que estar allí. Incluso a veces amplificado: los pasos de los personajes, acercándose o alejándose, deben oírse nítidamente. La radio ha venido a poner de relieve sonidos que el oído casi no advierte, como las pisadas o el chirriar de las puertas. b.- Función expresiva. Pero además, en algunos momentos, los sonidos cobran valor comunicativo y no sólo de mera referencia realista. En ciertos pasajes, dicen algo, sugieren, crean atmósfera emocional como la música. En medio del silencio de la noche, una pisadas furtivas que se arrastran, que se acercan, que se detienen bruscamente, pueden contar por sí solas un hecho, aún sin palabras. En la adaptación radiofónica Grandes Esperanzas de Dickens, el ruido de las cadenas que el fugitivo arrastraba al caminar, no sólo indicaban su presencia, sino que tenían toda la fuerza simbólica del hombre encadenado. En la versión de El Diario de Ana Frank, el golpetear de la botas de los soldados nazis sobre el empedrado daban la sensación omi- nosa que los refugiados judíos experimentaban en su escondite; transmitían el miedo y la impotencia de los perseguidos. El canto de los pájaros, el sonido del agua que cae de una pequeña cascada, crean una atmósfera plácida y apacible. Mezclamos a los grillos de una escena nocturna el aullido de un perro a lo lejos y la situación adquirirá un carácter amenazante y sombrío. Chéjov, en sus obras de teatro, utiliza mucho el sonido como clima. Una puerta desen- grasada que chirría golpeada por el viento y que nadie se molesta en cerrar, da toda la sensación de abandono de desolación, de tristeza. El ruido de un objeto de cristal que alguien nervioso deja caer y se hace añicos, expresa la ruptura violenta de una crisis. 18 En medio de la noche, un viejo y desvencijado camión avanza por un camino de mon- taña, llevando un herido hacia el lejano hospital de la ciudad. Llueve. Se oye el esfuerzo del motor trepando la empinada carretera; el jadeo y los quejidos del herido. Las ruedas se atascan en el lodo. Se oye su patinar. Esos sonidos pintan toda la desolación en que se vive en las zonas rurales aisladas, el estado de abandono en que se encuentran las carreteras, el desamparo de los lugareños enfrentados a un accidente. Los sonidos son, pues, un lenguaje. A la vez que retratan una realidad, nos transmiten un estado de ánimo. Hay autores que, entusiasmados por su fuerza de sugestión, se sienten tentados a usarlos como símbolos puros y ponen, por ejemplo, el ruido de un cristal que se rompe como subrayado de una situación dramática aunque en la escena
  • 20. real no se haya roto ningún objeto y menos de cristal. Ésta es una exageración expre- sionista. Un sonido sólo debe ponerse cuando corresponde a la acción real. Pero, al escribir nuestro libreto, debemos ponerlos no sólo para describir la escena sino también como pintores, para dar una sensación expresiva de esa realidad. Una vez más, crear imágenes auditivas. Esto no significa, por supuesto, que haya que poner sonidos a granel. Llevados por el entusiasmo que provoca su descubrimiento, muchos principiantes tienden a llenar de efectos sonoros sus libretos. Este exceso de sonidos hace la emisión fatigosa y confusa. Lo mismo que se dijo de la música cabe decir aquí con respecto a los sonidos: hay que utilizarlos, ciertamente, pero con sobriedad y mesura. Administrarlos juiciosamente y ponerlos cuando son realmente necesarios. c.- Función narrativa. Como ya se ha explicado, los sonidos pueden servir de nexo para ligar una escena con otra. Por ejemplo: oímos un galope que se aleja hasta perderse; luego escuchamos la llegada del caballo, un relincho, un golpear de cascos. Percibimos que el personaje que en la escena anterior partió a caballo, ahora ha llegado a destino. Si una escena finaliza con un tren que parte y la siguiente comienza con la entrada del tren a la estación, con estos dos sonidos explicamos que los viajeros han completado su traslado y ahora están arribando. Bajo una lluvia torrencial, suena la campana de un reloj de torre dando la una. Des- vanecimiento; breve silencio. Canto de un gallo. Trinos de pájaros. Comprendemos que ha pasado la noche, que la tormenta ha cesado y que ahora estamos ante un tranquilo amanecer. d.- Función ornamental. Sonidos accesorios, añadidos para dar color. Por ejemplo: enriquecemos el impersonal abrir y cerrar de una puerta con el tradicional juego de cam- panillas que muchos pequeños talleres antiguos suelen tener; damos así color, calidez, a la entrada de nuestro personaje en este taller, entrada que por algún motivo queremos hacer significativa. En una escena que transcurre en un barrio popular, ponemos a lo lejos los gritos de unos niños jugando a la pelota. No son sonidos imprescindibles, pero bordan, dan vida y sabor a la escena. 19
  • 21. 20
  • 22. Teodoro Villegas, El Sonido de la Radio La Producción Radiofónica Metodología del Proceso Creativo S ólo a partir de conocer y manejar estos dos aspectos fundamentales de la radio: el sonido y el equipo técnico que la integra, podemos concebir la realidad del lenguaje radiofónico y sus posibilidades de significación. Así nos adentramos en la metodología del proceso creativo de la producción radiofónica. De la Idea al Guión Literario Metodológicamente, debemos iniciar la concepción de nuestro producto radiofónico de la generación de una idea que debemos aterrizar en un tema. el cual será investigado. Esta segunda etapa de la concepción nos permitirá conocer la información con que contamos y los elementos disponibles para la elaboración del producto. De la acumulación de material de la investigación se jerarquizarán las ideas más impor- tantes, ordenándolas lógicamente, para proceder a la redacción de un texto primario sobre lo que deseamos decir; a éste le llamamos sinopsis. A partir de esta tercera etapa, debemos empezar a tomar en cuenta el objetivo con- creto del programa y a quién vamos a dirigirnos; así podremos definir qué tratamiento daremos a la información, cómo la jerarquizaremos y qué género requerirá nuestro programa. Para ello debemos tomar en cuenta que nuestro mensaje debe tener su propio código un contenido definido y jerarquizado, un tratamiento en cuanto al lenguaje y función de a quién nos dirigimos; sin olvidar que manejamos un marco de referencia concreto, el cual está inmerso dentro de una realidad social, y que buscamos una respuesta. 21 Todo lo anterior nos permite avanzar en el proceso y entrar en la cuarta etapa: el guión literario. En esta etapa debemos tomar en cuenta el medio al que queremos acceder, la radio; debemos planificar su concepción literaria a partir de su fondo. En esta etapa tomamos en cuenta los antecedentes y el contenido, los cuales hemos resuelto con base en la investigación y sinopsis. Inmediatamente pasamos a la forma del guión literario, que no es más que una estructura, la que podemos dividir en: interna, que contempla los objetivos de nuestro programa, a quien la dirigimos, de qué hablaremos y con qué material contamos para desarrollarlo; y la externa, en donde se encuentra la información jerarquizada, el tipo de lenguaje que se va a utilizar, el tono y el estilo que adoptará.
  • 23. Por último tenemos la composición del guión literario, o sea su redacción la cual, de manera general, debe contar con cuatro elementos: inicio o arranque, que debe ser, necesariamente, fuerte y vigoroso para llamar la atención del escucha; continuamos con el desarrollo del tema, a través de la trama y el argumento, hasta llegar al clímax que es el momento culminante del programa, no su final, y que nos permite deslizarnos hacia el desenlace. Proponemos este principio dramático de composición por ser el ideal para el desarrollo del lenguaje radiofónico, ya que permite ubicar la realidad del medio en el escucha, a través de presentar un problema, ganar su atención, y retener su interés al producir acción; todo ello con la finalidad de persuadirlo a reflexionar sobre el tema tratado. El principio de composición dramática está compuesto con ocho elementos íntimamente ligados a la realidad radiofónica, a la creación por medio del sonido. Estos elementos son: la continuidad, la exposición, la progresión, la escena obligatoria, el clímax, la caracterización, el diálogo y el público. La primera, es decir la continuidad, es la composición secuencia y eslabonamiento de escenas. La segunda, la exposición nos permite la presentación de los personajes, situaciones y conflictos. La progresión inte- gra la secuencia lógica y natural de acciones y escenas. La escena obligatoria es una escena anterior al clímax, que es previsible para el espectador, que nos permite llegar al clímax clave de la unidad de la obra y base de la acción. La caracterización es la forma en que se representan los personajes, de acuerdo a su selección. El diálogo es la parte indivisible de la estructura dramática y el público que es el fin de todo planteamiento dramático. La preproducción Con la creación del guión literario termina la primera fase del proceso de producción radiofónica y entramos a la segunda, la preproducción. Antes debemos dejar ubicados ciertos elementos técnicos creativos del uso del sonido que nos permiten un mejor manejo del lenguaje radiofónico. Elementos técnico-creativos 22 En principio recordemos que estamos ente una sintáxis radiofónica que se basa en la concurrencia de sonidos (simultaneidad) y su concatenación (disposición y orden de aparición), que tienen como principio el ritmo, base y fundamento del sonido; sin éstos no podríamos recrear nuestras “realidades sonoras” o radiofónicas. Esto nos lleva al siguiente paso del juego de la creatividad del sonido: el manejo del equipo de grabación o transmisión, que es el instrumento para lograr la simultaneidad y la concatenación. Los niveles y los planos nos permiten dar profundidad a las escena y actos; por medio del juego del volumen del sonido aparentando acercar o alejar voces, pasos y todo tipo
  • 24. de ruidos. Los planos se ubican en la realidad física de los sonidos, es decir acercando o alejando de los micrófonos a la persona o a los objetos para lograr el mismo efecto de espacio en las realizaciones radiofónicas. Los planos posibles a manejar son: primer plano o de presencia; segundo plano o relación directa; tercer plano o lejanía, y fondo o ambiente. La posibilidad de concretar planos distintos en radio se cierra al manejo de un máximo de cuatro, a saber: el primer plano o de presencia es el que ubica lo inmediato o cer- cano de un sonido, voz, música o ruido; se utiliza primordialmente con lo protagonista en su dialogación y cuando la música o los efectos o ruidos hacen partes protagonistas al sustituir la palabra. El segundo plano o de relación directa nos permite ubicar personajes cercanos a la escena que se va a desarrollar, situaciones y secciones muy ligadas en tiempo y espacio a lo protagonistas de la acción. El tercer plano o de referencia es el que nos permite ubicar una relación más lejana de personajes y situaciones, así como vestir la escena con los elementos que permiten ubicar la contextualidad de su desarrollo. Por último, el fondo no es más que la ambientación pertinente a cada acción o escena, y generalmente se da con murmullos, música y ruidos y efectos. Estas cuatro posibilidades de ubicación espacial no son excluyentes una de otra y pueden ser utilizadas alternativamente siempre y cuando respetemos la concurrencia y concate- nación del sonido. Las mezclas y las disolvencias. Las primeras nos dan la posibilidad de unir varios soni- dos: voz y música, voz y ruido, voz, música y ruido, música y ruido. ruido y ruido; lo que permitirá recreaciones de la realidad más elaboradas y más fieles a las necesidades rítmicas y de significación del programa. Las disolvencias son las formas de salida y de entrada de la música y los efectos para permitir la entrada de otra música u otro efecto. Tenemos tres opciones para las realiza- ciones de las disolvencias: 23 Disolvencias altas, cuando un nuevo sonido llega al nivel en el que se encuentra el so- nido ya existente y éste empieza a descender de volumen hasta desaparecer. Disolvencias medias, cuando los dos sonidos se mueven simultáneamente, una hacia abajo y otro hacia arriba, el primero para desaparecer y el segundo para ocupar el lugar del primero. Disolvencias bajas, cuando el sonido existente desciende de volumen hasta casi desapa- recer, en ese momento aparece un nuevo sonido que ocupa su lugar.
  • 25. Todas estas posibilidades de interacción del sonido sólo pueden tener buen resultado si se conoce los manejos rítmicos y melódicos del sonido y del programa en general, así como su aplicación por medio del equipo de la cabina de grabación. El Guión Técnico En la preproducción continuamos el proceso con el guión técnico, que nos es más que la organización de los elementos que integran el lenguaje radiofónico, de forma que puedan ser leídos o decodificados correctamente por los integrantes del equipo de realización. Escribir un guión de radio es una labor de construcción que permite interrelacionar los distintos elementos que integran el programa con una determinada fluidez. Para ello debemos tener en cuenta que nadie escribe como habla, por lo que nuestro lenguaje debe de ser coloquial e íntimo. Escribimos para ser escuchados por lo que debemos probar la sonoridad de las frases utilizadas, sintiendo su ritmo oral y sonoro, las inflexiones, los énfasis, los matices, todo ello en interrelación con la música y los ruidos o efectos. Debemos recordar que la puntuación gramatical ubica ideas, las encierra, las concreta; pero esas ideas al ser expresadas al lenguaje oral llevan un juego rítmico y una relación melódica inherente al sonido, sonido que al ser emitido por el hombre lleva implícita una intención dada por el matiz y la entonación. El primero nos permite enfatizar la intención y la segunda nos ubica las posibilidades de inflexión, ambos como juego rítmico necesariamente hacen aparecer pausas o silencios que el texto escrito no ubica siem- pre. Por lo anterior es necesario que a la hora de escribir el guión tomemos en cuenta los manejos rítmicos del lenguaje oral. Para ello debemos conocer, en su mínima expresión el manejo de la voz, desde su estructura biológica hasta sus últimas posibilidades expre- sivas, pasando por la mecánica del proceso respiración-emisión de voz. La voz como instrumento, no es solo la palabra sino innumerable gama de posibilidades sonora que el hombre pueda emitir y con los cuales manifiesta infinidad de sentimiento y actitudes. Es indispensable el buen manejo de la articulación y la dicción, que nos permiten una buena pronunciación, pero no basta con ello; hay que saber entonar y 24 matizar para ser flexible la búsqueda intencional de inflexiones y énfasis, con lo que daremos al escucha una referencia directa de la intención perseguida. Es aconsejable acercarse al conocimiento del uso y manejo de la expresión vocal ya que solamente con el manejo mínimo de sus recursos podremos acercarnos a un buen resultado radiofónico.
  • 26. Los recursos de la expresión vocal son: • Entonación o tono que nos lleva al manejo de registros e inflexiones. • Dinámica o volumen por el que conocemos intensidades y acentos o matices. • Ritmo o duración que nos permite conocer velocidades y pausas. • Timbre o agente emisor que ubicaremos en dos: normales o naturales y característicos o usuales. El guión de radio no es un texto, es también el plan de un estructura sonora, por lo que nuestro guión técnico deberá conjuntar los elementos de esa estructura de manera lógica y racional, indicando con la mayor precisión posible todos los sonidos que integran esa realidad de lenguaje radiofónico. Siempre en función de una sintáxis radiofónica en donde ocurren los sonidos: voz, música y ruidos o efectos, solos o simultáneamente y con un orden de aparición, una disposición lógica que permite la decodificación de significados. La concurrencia y la concatenación son fundamentales en todo el largo proceso de producción radiofónica. Un sonido está solo porque es necesario, si lo acompañan otros sonidos también tiene su razón de ser, y únicamente podrán tener significación para el escucha si su consecución responde a la lógica de los individuos a los que va dirigido. El guión, como su nombre lo indica, es sólo una guía: “la estructura codificada por escri- to; el proyecto de la emisión sonora” (Osorio); “la pauta del mensaje sonoro” (Beltrán), es un instrumento de trabajo para todos los que van a intervenir en su relación y que les permite saber con antelación qué deben hacer y en qué momento. Estructura de Guión Técnico La estructura del guión radiofónico que proponemos consta de dos partes: la cabeza, en donde se consignan todos los datos que orientan sobre el tipo de programa que se va a desarrollar y las personas que intervienen en él; y el cuerpo que es el desarrollo mismo del programa con las funciones y momentos de cada uno de los participantes. Definimos a los participantes en la realización de un programa radiofónico de la siguiente manera: 25 OPERADOR (OP).- Persona encargada de manejar y operar todos los aparatos de sonido que intervienen en la realización. La labor del operador no debe quedar en el manejo técnico, sino coadyuvar en el cuidado de la realización, sobre todo en el manejo rítmico de la misma. Otra labor del operador es la de manejar los efectos de sonido o ruidos llamados enlatados o grabados, ya sea en cinta magnetofónica o en disco. EFECTISTA (EFC).- Persona encargada de crear los ruidos o efectos especiales necesarios para el programa. Su labor se desarrolla principalmente en lo que llamamos efectos en vivo, o sea la creación de ruidos en función de las necesidades rítmicas de programa.
  • 27. LOCUTOR (A) (LOC).- Persona encargada de la presentación, despedida y créditos del programa. Lector de noticias. Informador y enlace en la continuidad de la transición. Si hay varios locutores dentro del guión los podemos diferenciar con números progre- sivos. VOCES.- En las dramatizaciones la ubicación de los personajes se da por medios de la voz, y llamamos voces a los intervinientes en el programa, siendo los que desarrollan uno o varios personajes. Se recomienda utilizar el nombre del personaje para una mejor identificación. GUIONISTA.- Es la persona encargada de llevar a cabo la labor de estructurar, en el for- mato de guión técnico, los contenidos del guión literario. MUSICALIZADOR.- La persona encargada de crear o seleccionar la música o los frag- mentos musicales necesarios para la realización del programa. DIRECTOR/ REALIZADOR/ PRODUCTOR.- En radio se utilizan los tres términos indistin- tamente para nombrar al responsable creativo del programa radiofónico, por los que su conocimiento y manejo del medio y del lenguaje radiofónico debe ser indiscutible. En este responsable se materializan los manejos rítmicos y melódicos del sonido para la realización del lenguaje radiofónico. Su responsabilidad, respecto a la calidad del producto es plena, ya que hasta un mal guión puede hacerse un buen producto ra- diofónico. Además de estos participantes, que deben quedar señalados en la cabeza del guión, tenemos otros datos de suma importancia que debemos de incluir en esta parte de nuestro formato, y son: emisora, programa, título del programa, fecha de grabación, fecha de transmisión y duración real del programa. Terminada la cabeza, pasamos al cuerpo del guión, el cual vamos a dividir en cuatros columnas: la primera contiene la numeración progresiva de las líneas escritas en el guión, esa numeración que va del 1 al 28, en cada cuartilla, tiene una finalidad práctica, la de poder ubicar inmediatamente la línea de error y el comienzo de la regrabación. La numeración se repetirá del 1 al 28 en cada curtilla del guión. El que sean 28 líneas nos 26 permite ubicar un tiempo aproximado de lectura de 1 minuto, siempre y cuando cada línea no vaya más allá de 52 golpes de máquina. La segunda columna ubica las funciones de las personas que intervienen en la realización: operador, efectista, locutor y voces. La tercera columna es el cuerpo del programa; en esta quedan plasmadas literalmente las indicaciones al operador y al efectista que deben escribirse con mayúsculas soste- nidas, subrayadas, en 52 golpes de máquina por renglón y a doble espacio. Estas in- dicaciones deben ser lo más claras posibles, para evitar confusiones, procurando llevar un orden lógico en su realización. Aquí vamos a indicar la forma de entrada de la música o
  • 28. efecto, el tipo de inserción que vamos a efectuar, de donde proviene dicha inserción, si es disco o cinta, el lado o cara del disco así como el track o banda en que se encuentra. Para una mejor referencia y seguridad en los datos se recomienda poner el título de la obra, pieza o canción a utilizar. Cerramos las indicaciones con la forma en que queda esa inserción bajo el texto o si sale y cómo lo hace. El texto de locutores y voces va con mayúsculas y minúsculas; también en 52 golpes de máquina, procurando que las palabras no queden cortadas, ya que eso dificulta la flui- dez de la lectura. Las indicaciones de uso e inflexión o carácter de la voz, debe ir entre paréntesis, con mayúsculas y subrayadas, inmediatamente antes del texto que se va a interpretar e incluidas en la dimensión antes señalada. No está demás reiterar que el cuerpo del guión debe escribirse a doble espacio con la finalidad de tener un formatos estético y fácil de leer, y hacer hincapié en la impor- tancia que tiene la limpieza y carencia de errores en el guión. La cuarta columna, que quedaría ubicada en el margen derecho de nuestro guión, aparece como una necesidad funcional, en ella nos es permitido diagramar el movimiento de la música y los efectos o ruidos, haciendo que el margen de error a la hora de la realización se reduzca al mínimo. La diagramación, por su valor visual, permite al opera- dor, al efectista, al musicalizador y al director, tener una idea clara de la proposición del guionista. Hasta aquí la primera etapa del proceso de producción radiofónica, la concepción. Es importante señalar que el formato anterior es muy semejante al que generalmente se utiliza en el medio, las diferencias se dan en cuanto al ordenamiento y añadido de elementos. Otro formato de guión muy utilizado es el de dos columnas; la primera lleva todas las inserciones sonoras ajenas a la palabra, es decir música y ruidos o efectos, se escribe a doble espacio y con mayúscula en un promedio de 25 golpes de máquina. La segunda columna está integrada por el texto, las palabras que se van a decir; se escribe a doble espacio, con mayúsculas y minúsculas y en un promedio de 40 golpes de má- quina. Selección de Elementos Humanos y Técnicos 27 Pasamos entonces a la segunda etapa de la preproducción, que se inicia cuando el pro- ductor o director tiene en sus manos el guión técnico. A partir de ese momento empieza la interrelación de elementos humanos y técnicos para la realización del programa. La importancia de esta etapa radica en la correcta selección de los elementos humanos y de lenguaje radiofónico que integrarán la realización. Empecemos por la ubicación de equipo técnico con el que se va a trabajar, el cual debe cubrir las necesidades mínimas requeridas por nuestra producción como son: mezclador, tornamesas, grabadoras-reproductoras, decís, micrófonos y áreas de grabación y estudio.
  • 29. Seguimos con la selección del equipo humano: primero el técnico, operador asistente del operador, efectista, tornamesista, para terminar con los creativos: asistente de dirección o producción, musicalizador, locutores y voces. Estas selecciones, de ser posibles, debe hacerlas el director, productor o realizador del programa, lo que per- mitirá la integración de un equipo de trabajo acoplado que sirva a la mejor realización del programa. Posteriormente se debe seleccionar o definir qué tipo de música es la que se va a utili- zar, tanto en la identificación como en la despedida del programa, así como en el cuerpo del mismo. Esta selección o creación de la música debe partir de las necesidades rítmi- cas, ambientales, expresivas, descriptivas, reflexivas y gramaticales que el programa requiere. Una vez que tenemos seleccionada la música, debemos proceder a grabar pistas que contengan las piezas o los argumentos musicales ya escogidos en el orden solicitado por el guión. Es recomendable que los fragmentos de esta pista estén excedidos en tiempo, con el fin de no tener problemas a la hora de la realización. El siguiente paso será el ubicar los ruidos o efectos especiales que el programa requiera; una vez hecho esto, decidir cuáles son los que deberán hacerse en vivo, labor del efectista a la hora de la realización, cuáles se pueden sacar de grabaciones: discos, cintas o cassetes, y cuáles deberán ser creados y grabados. Posteriormente debemos proceder como con la música; los efectos que pueden ir grabados, quedarán en pistas ordenadas en orden cronológico de aparición a la hora de la realización; siempre procurando que el tiempo de grabación de cada efecto exceda, con mucho las necesidades reales del programa. Respecto a los efectos en vivo es muy importante que tengamos la oportunidad de poder ensayar con el efectista los ruidos que se encargará de hacer. Si es posible, grabar ese ensayo y confirmar los resultados. En cuanto a la selección de locutores y voces, es fundamental que éstos respondan a las necesidades del programa; en cuanto al manejo de los recursos de la expresión vocal: entonación, dinámica, ritmo y timbre; ubicando la interdependencia de éstos, ya que 28 ninguno puede estar ausente de la expresión, y su combinación exacta nos lleva a la expresión plena. La interdependencia de los recursos de expresión vocal se liga, de manera inevitable, con la interdependencia de los demás sonidos con los que concurre y/o se concatena, por lo que la selección de las voces no puede ser ajena a los demás sonidos que integran la unidad del programa. Es muy recomendable que voces y locutores estén en pleno conocimiento de lo que va a hablar, a decir a interpretar, por lo que es necesario que tengan los textos con bastante antelación al día de grabación. Esto permitirá en el caso de las dramatizaciones, que se
  • 30. analicen los personajes y la obra a interpretar, y se lleve a la grabación con plenitud de conocimiento del texto, de la trama, del argumento, de la historia que vamos a contar. En el caso de la lectura de textos o poesía, debemos procurar que los lectores sean, conscientes de la importancia de lo que dice el texto, su ritmo, sus pausas y su inten- ción; en cuanto a la poesía debemos procurar que el lector conozca perfectamente el manejo rítmico del autor y respete los juegos verbales, sin caer en el canto monorrítmico o la recitación. Realización Radiofónica Una vez que conocemos las necesidades del programa y tenemos en nuestro poder las pistas de música y ruidos o efectos, ya sabiendo quiénes son los integrantes del equipo humano, técnico y creativo y conociendo los espacio en los que vamos a trabajar, después de ubicar por medio de ensayos las necesidades de voces y locutores, ya po- demos pasar a la siguiente etapa de la producción radiofónica, la realización. La realización o grabación del programa es el momento más importante de todo el proceso, ya que en este se verán realizadas todas las expectativas creadas a partir de una idea y su concreción en el guión. Aquí debemos pensar en la real y concreta in- terrelación de todos los elementos que integran el lenguaje radiofónico. La responsabi- lidad plena del momento es del director o realizador, quien debe cuidar al extremo cada uno de los instantes de la grabación. En cuanto a la grabación misma debemos aclarar que hay dos opciones para realizarla: la que llamamos en frío, que consiste en grabar primero únicamente las voces y los efectos rítmicos, para después montar el programa, añadiéndole la música y los efectos grabados. La grabación en caliente es cuando todos los elementos se van integrando al mismo tiempo. Las ventajas que nos presenta la grabación en frío, es la corrección inmediata sin necesi- dad de retroceder hasta donde la música o los efectos lo permiten, lo cual redunda en la reducción de tiempo de grabación; esto se logra utilizando las pausas rítmicas de lo ya grabado. 29 La grabación en caliente nos permite una mayor compenetración del contexto de todos los participantes, pero tiene la desventaja de que los errores de lectura o interpretación obligan a la repetición, en ocasiones de largos párrafos de los textos, redundando en más tiempo de grabación. Tenemos también dentro de esta etapa es problema de los programas en vivo, los cuales no varían en las etapas anteriores a la realización; su diferencia está en el momento de la realización, lo que impide corregir errores, haciendo que la etapa de preproducción crezca en importancia, obligándonos a poner sumo cuidado en la selección de elementos
  • 31. y no dejar ningún hilo de producción suelto, que permita errores imposibles de corregir. Un programa en vivo exige mayor preparación en todos los sentidos. La producción de programas en vivo nos presenta dos facetas: los programas trans- mitidos desde la cabina, en donde las condiciones de trabajo son ideales por las características de la misma cabina, y el hecho de tener todos los recursos necesarios a la mano, lo que nos permite llevar a nuestro trabajo con mayor eficacia y con un mínimo de problemas, siempre y cuando su realización global esté perfectamente planeada y codificada en el guión. La otra faceta son los controles remotos que en principio ya pre- senta el problema de transmitir desde el lugar de los “hechos”, lo que en cierto sentido obliga a manejar los recursos radiofónicos con cierta relatividad. Esto se debe a que carecemos de las condiciones ideales de la cabina de grabación o de transmisión y nos lleva a tener que controlar sonidos ajenos a la búsqueda de realidad radiofónica puro sonido estructurado para dar significados. Generalmente los ambientes naturales están llenos de ruidos que el oyente no puede identificar y se hace necesaria la narración verbal de hechos y situaciones para poder contextualizar la transmisión. El buen uso de micrófono será indispensable para obtener un resultado más radiofónico. La Posproducción Una vez realizado el programa podemos pasar a la siguiente fase de la producción radiofónica, la posproducción. Es aquí donde se nos presenta la última oportunidad de corregir el programa, de redon- dear las ideas. Podemos corregir pequeños errores como eliminación de pausas, quitar o aumentar elementos que no ayuden al manejo rítmico del producto, ajustar los tiempos requeridos. Y por último escuchar el programa completo, lo que deben hacer el director, el operador, el creador de la idea y guión literario y guión técnico, con la finalidad de ver lo que se escuchó responde a las expectativas creadas por el responsable de la idea, el guionista y el realizador; si se respondió a la integridad del guión; si hubo cambios y por qué. Por último nos permite tener clara conciencia de las formas de solución que se dieron 30 en el momento de la realización. Terminada la posproducción o producción tenemos un producto radiofónico listo para salir al aire, para que sea transmitido. Y aquí entramos en otra forma de producción, la de la programación de una emisora. El responsable de este proceso es el continuista de la emisora; él tiene la obligación de ubicar cada programa en el horario ideal para su transmisión; es también el responsable de el maneo de los tiempos de transmisión y de que ésta corra sin contratiempos, de haberlo deberá ajustar la programación para volverla a su cause.
  • 32. La continuidad de la programación de una emisora no es ajena al problema de la concatenación de la producción de programas radiofónicos, ya que la ubicación de los espacios-temporales y rítmicos del continum del sonido deben quedar claramente esta- blecidos, de ahí su dificultad. La continuidad de que hablamos es todo un proceso creativo basado en la investigación de audiencia y en los objetivos de la emisora, que no pueden ser ajenos a la esencia misma de la radio y su materia prima el sonido. La transmisión viene a ser la culminación de proceso de producción; es la etapa de juicio en cuanto a la efectividad y funcionalidad del programa radiofónico; ese momento de evaluación de los resultados de todo el trabajo realizado. Para concluir quisiera dejar claramente establecida la importancia que tienen la imaginación y la creatividad, durante el largo proceso creativo de la producción ra- diofónica. 31
  • 33. 32
  • 34. Mario Kaplún, Producción de Programas de Radio La Elaboración del Guión: Principios Básicos Salvo casos excepcionales, las emisiones de radio no se improvisan, sino que se emiten sobre la base de un texto previamente escrito. Aún en la charla o comentario, si bien el ideal sería que el comentarista pudiera improvisar su charla con desenvoltura y en forma ordenada y lógica, de cien personas sólo hay una o dos que puedan hacerlo así. Por otra parte, en radio, donde el control del tiempo es muy estricto, si no escribimos y dimensionamos el material, corremos el riesgo de que nos sorprenda el final de nuestro espacio sin haber llegado a desarrollar nuestro tema. Y, cuando pasamos a formatos más complejos, que exigen la intervención de varias voces e inserción de música y sonidos, el guión se torna, obviamente, imprescindible. El Esquema Previo La Documentación Generalmente, un programa educativo no surge de nuestra imaginación, sino de un es- tudio previo del tema. Tenemos que investigar, documentarnos. Leer libros y artículos, consultar a especialistas en la materia. Hacernos una serie de notas o fichas con los pun- tos centrales del tema que nos proponemos desarrollar. Reunir datos concretos, ejemplos ilustrativos, casos, hechos. (Y a sabemos que, en radio, lo concreto, los ejemplos, tienen mucha más fuerza que las abstracciones). Con la información seleccionada, ordenán- dola, elaboraremos una sinopsis que será el germen conceptual de nuestro guión. La otra fuente inspiradora para escribir nuestros guiones es más amplia. Es la vida misma. La observación atenta y sensible de lo que pasa en nuestro alrededor. Salga a la calle, recorra las barriadas populares, converse con las gentes, grabe esas convesa- 33 ciones para luego, en su casa, escucharlas y reflexionar sobre ellas. Vaya al campo, hable con los campesinos. En una palabra, sumérjase en la realidad, indague sobre el terreno los problemas sobre temas informativos, no se quede sólo con los datos de los libros o la entrevista con el técnico. Vaya a buscar al médico rural en su puesto sanitario. Palpe el aspecto humano de la cuestión.
  • 35. La Selección de Contenidos Una vez reunido y ordenado el material, comienza la tarea radiofónica propiamente dicha. Lo primero es seleccionar; determinar con claridad cuál es el contenido, el men- saje central que se quiere comunicar; tener una idea clara de lo que queremos decir. Por obvio que esto parezca, muchos programas de radio fallan, resultan confusos y poco significativos, porque la idea central no fue determinada con claridad. Luego, dosificar ese contenido. Si se trata de un programa seriado, habrá que dividir el tema y determinar cuál va a ser la idea central que nos proponemos comunicar en cada una de las emisiones. Elegir la idea básica, el leit-motiv, la imagen generadora de cada emisión. Pero aún si el tema va a ser tratado en forma unitaria, en una única emisión, ésta debe de ser construida siempre sobre una idea vertebral, sobre una imagen generadora central. Recuerde que todo programa de radio implica una selección de contenidos. Usted nunca podrá decirlo todo sobre un tema dado: tendrá que escoger, relevar uno o dos aspectos que considere fundamentales. Lo esencial es que ese par de ideas básicas queden claras para el oyente, sean desarrolladas con la necesaria redundancia y lo motiven para una reflexión fecunda. La Elaboración del Esquema No se lance a escribir el guión todavía. Antes, escriba un breve esquema. Aclárese a usted mismo por dónde va a empezar; qué va aponer después, cómo va ir desarrollando su tema, qué sucesivos pasos irá dando y cómo irá encadenándolos; y cuál va a ser la conclusión final. Hasta que no tenga un esquema claro, no se ponga a escribir. Es posible que, ya puesto a realizar el guión, el esquema previo se vaya modificando, enriqueciendo. No hay que atarse rígidamente a él. Pero aún así, con todo lo que tiene de provisorio, es imprescindible. Una de las razones por las cuales lo es, se relaciona con la necesidad de dimensionar los tiempos. En radio, el tiempo es nuestro gran tirano; no se le puede eludir. Nuestro 34 guión tiene que durar tantos minutos y ni uno más. Al hacer su esquema, asigne a cada parte o escena un determinado “minutaje” y compruebe si la suma total corresponde al tiempo real que dispone para su programa; en caso contrario, reajuste el plan de tiempos, suprima alguna cosa, abrevie, sintetice. Y luego, al escribir su guión, trate de ceñirse a esa distribución de tiempos. Si no trabaja en base a un plan, las primeras secciones le saldrán excesivamente largas y el resto ya no le entrará. Tendrá que apretarlo demasiado. Y, sobre todo, se quedará sin el espacio requerido para desarrollar debidamente la conclusión, que es fundamental.
  • 36. Escribir un guión de radio es una pequeña labor de arquitectura para lograr que todo lo importante tenga cabida y, a la vez, los distintos elementos del programa se encadenen y se traben unos con otros fluidamente. Por eso es imprescindible visualizar el totum del guión antes de empezar a escribirlo; partir de un plan previo, de una sinopsis de la emisión. La Redacción Ahora sí nos entregamos de lleno a la redacción del guión. Vamos a escribir para radio, esto es, para un medio oral; tenemos que verter los contenidos seleccionados en len- guaje radiofónico. Veamos lo que esto implica. El Estilo En primer lugar, un estilo coloquial. Puede que su programa llegue a miles de personas. Pero no escriba usted para una multitud. Escriba para un solo oyente. Converse con él como si ambos estuvieran a solas y no hubiera nadie más escuchando. Recuerde que, cuando el oyente escuche la emisión en la intimidad de su hogar, no se sentirá parte de una muchedumbre. Es necesario que él se sienta el destinatario per- sonal del programa. Visualice la emisión radial, no como una plaza pública o un enorme estadio, sino como un ámbito pequeño e íntimo. El Lenguaje: Escribir Escuchándose Aunque esté escribiendo su guión, no olvide nunca que el lenguaje hablado es diferente al escrito. Debemos poner por escrito nuestro texto; pero él está destinado, no a ser leído con la vista como un texto impreso, sino a ser oído. Tiene que sonar con la llaneza, la naturalidad y la espontaneidad del lenguaje hablado. El mejor consejo que puedo darle es: escriba escuchándose. A medida que escriba, lea en voz alta lo que va escribiendo. En ocasiones, incluso, adelántese: pronuncie primero la frase y luego escríbala. Díctese asimismo. (Aún corriendo el riesgo de que, si llegan 35 a entrar en su escritorio sus familiares o sus compañeros de trabajo, conciban ciertas dudas sobre el estado de sus facultades mentales). Escuche cada frase; pruebe cómo suena. Sienta su ritmo oral, sonoro. Si le suena pesada, larga, artificiosa, con vericuen- tos, con idas y venidas, rehágala, divídala en dos o más frases cortas y directas. El oído le dirá dónde ubicar con más naturalidad el sujeto, el verbo, el predicado; si un adje- tivo suena con más fuerza y belleza verbal anteponiéndolo al sustantivo o colocándolo después de éste. Oiga no sólo las palabras, sino también las inflexiones, los énfasis, los matices: busque no sólo los vocablos más sencillos, sino también los más cálidos auditivamente.
  • 37. Si está escribiendo un diálogo, oiga hablar a los distintos personajes. Capte los sabrosos matices del habla popular y reprodúzcalos. Hágase un fino observador del habla corriente. Procure que el diálogo suene natural, auténtico. Ensaye hasta lograrlo. Eso es ser guionista de radio. La Sintáxis Sin embargo, esta diferencia entre el lenguaje hablado y el escrito no nos dispensa de saber gramática y redactar correctamente. Hay guionistas que redactan mal, que tienen mala sintáxis. Eso es una carencia seria. Lo que resulta de ello no es ana buena reproducción del lenguaje hablado, sino una exposición confusa, difícil de entender, enredada-en síntesis, un estruendoso ruido en la comunicación. También hablando hay personas que se expresan claramente y otras que resultan poco menos que ininteligi- bles: usted debe escribir como la primera y no como las últimas. Una condición sine qua non para ser guionista es saber redactar bien; tener una redacción clara y segura. Dominar las reglas de la construcción gramatical. Si en algún caso -sobre todo al escribir diálogos- el libretista altera deliberadamente la corrección sintáctica para reproducir mejor el estado de ánimo de un personaje, una cosa es que lo haga ex profeso y otra cosa muy distinta es que simplemente redacte mal. Si Ud. quiere dedicarse a escribir para radio -igual que si desea ser periodista- empiece por pulir su sintáxis y adquirir una redacción correcta. La Puntuación Existe una puntuación gramatical, propia del lenguaje escrito y otra fonética o prosódica. En radio, debemos usar ambas. Por ejemplo: a veces debemos poner comas donde la gramática no las preceptúa, porque indican pausas que de hecho hacemos al hablar; y, aunque no sean gramaticalmente correctas, ayudan al locutor o actor a pausar bien. Vg.: la gramática no admite la coma antes de la conjunción y; no obstante, en oca- siones, en un guión radial conviene ponerla para ayudar al lector: ALBERTO Estábamos ahí, tan cerca uno del otro y sin embargo tan lejos… 36 Pero peor que escatimar las comas es ponerlas en exceso. Hay guionistas que ponen comas en cualquier parte, sin ningún sentido. Eso desorienta y confunde al lector. También los hay que casi no usan el punto y en su lugar ponen coma: es decir, separan con comas frases que debieran ser preparadas por un punto seguido: RELATOR El día estaba caluroso, decidieron no salir,estarían mejor en casa, se quedarían a la sombra de los árboles leyendo.
  • 38. Si gramaticalmente esto es incorrecto, radiofónicamente resulta aún más inconvin- cente. En un guión de radio, los signos de puntuación son una guía para el locutor; si están mal puestos, éste confundirá fatalmente el sentido de las frases. El buen guión radial tiene más puntos que comas, porque en el lenguaje radiofónico es básico escribir en frases cortas. Es corriente en la conversación dejar las frases inconclusas. En esos casos utilizamos los puntos suspensivos. Pero hay autores que, para dar sensación de expresividad oral, cul- minan casi todas las frases -frases completas- con puntos suspensivos. Incluso en radio reportajes, donde el texto es descriptivo, siembran de ellos su guión: RELATOR 1 En esta región se encuentra el paso ferroviario más alto del mundo… RELATOR 2 Aquí el ferrocarril sube a la altura de 4,950 metros sobre el nivel del mar… Esto es lógico y no tiene la menor utilidad para el locutor; por el contrario, lo molesta y confunde, ya que no sabe cuando debe respetar los puntos suspensivos y cuando no. Este uso y abuso arbitrario de los puntos suspensivo es sólo un vicio efectista (posible- mente derivado de la mala redacción publicitaria) y como tal, debemos evitarlo. En resumen, en un guión de radio puntuamos de una manera ad hoc, fonética y no gra- matical. No escribimos para publicar, sino para que el actor o el locutor pueda interpretar bien, pausar correctamente. Pero esa puntuación prosódica también debe responder a la lógica del habla y no ser arbitraria. La forma de lograrlo es, nuevamente, escribir escuchándose. El oído nos dirá dónde conviene poner una coma fonética; dónde poner realmente puntos suspensivos. El Uso de la Preguntas Use mucho de la interrogación. Acuérdese de Sócrates y del método socrático. Si, antes de hacer una afirmación, se plantea una serie de preguntas, el oyente podrá seguir mejor el razonamiento; comprender qué está buscando usted, acompañarlo en esa búsqueda. 37 Y, cuando llegue la afirmación a modo de respuesta, él estará mejor preparado para asimilarla. Haciéndonos preguntas, logramos que el oyente nos siga en el proceso de razonamiento, lo dinamizamos para la reflexión, movilizamos su mente, establecemos un diálogo con él. A veces deje la pregunta flotando en el aire, sin dar la repuesta. Haga que sea el oyente el que responda, no afirme; cree interrogantes, deje planteadas preguntas que le lleguen y lo hagan pensar. A menudo es más pedagógico suscitar preguntas que hacer afirma- ciones.
  • 39. En un radiodrama, no podemos hacerle preguntas directamente al oyente; son los per- sonajes los que se preguntan unos a otros o así mismos. No importa indirectamente estaremos planteándole esas preguntas al oyente. El se identificará con la situación y asumirá esas preguntas como propias. En cambio, sea muy parco y sobrio con las frases de admiración. Elimine el énfasis declamatorio, las frases ampulosas y discursivas, las hipérboles y la adjetivación recar- gada. Los Momentos Decisivos Todo el desarrollo del guión debe ser bueno y mantener permanentemente el interés. Pero hay dos momentos capitales: el comienzo y el final. Los minutos iniciales son decisivos. Su emisión no logra captar de entrada el interés del oyente, éste apagará el receptor o cambiará de estación. Y todo su esfuerzo posterior será en vano. Esfuércese por encontrar un buen arranque, original e interesante. No se conforme hasta haberlo logrado. Es necesario que los primeros minutos persuadan al oyente de que vale la pena seguir escuchando. Comience generalmente por algo que le sea familiar al oyente, algo con lo cual él pueda identificarse. Háblele de cosas que él conoce y siente. Si va a tratar de la parasitosis, no empiece por una descripción científica de la enfermedad; evoque a los niños de barrigui- tas hinchadas. El oyente seguramente ha visto a esos niños, ellos se inquietan. A partir de allí, seguirá con interés el reportaje, Si va a plantear el problema de la dependencia tecnológica, no inicie el guión con datos estadísticos ni con referencias a multina- cionales; hable del caso de los obreros de una fábrica cercana que se han quedado sin trabajo por que una moderna máquina super-automática vino a reemplazarlos. El otro momento clave de un guión es el final, porque es lo que le queda al oyente, lo que él más va recordar de toda la emisión. No termine sus guiones de cualquier manera. Trabaje mucho los finales. Procure que las últimas frases sean elocuentes, penetrantes, ricas en significación. Ello sólo lo podrán lograr si primero ha hecho un buen esquema: Ud. irá preparando el final a lo largo de todo el guión, sembrando elementos que luego 38 recogerá en las últimas líneas. El final debe ser vigoroso, pero por eso mismo breve y sobrio. Frases cortas, concisas. A veces, diez palabras son suficientes para cerrar el guión, y esas diez palabras tienen más fuerza que quinientas. Trabaje sus finales de modo de que sugieran más que lo que dicen. No lo diga todo; deje que el oyente complete el cuadro.
  • 40. El Dominio de los Recursos Técnicos Algunos guionistas creen que, para escribir libretos de radio, no necesitan conocer de montaje. Para eso -piensan- están el director del programa y el técnico, que se encar- garán de producir la emisión y ponerla en el aire. Serio error. Repitamos una vez más que el lenguaje radiofónico no sólo se compone de palabras, sino también de música y efectos sonoros. El guión de radio, por tanto, no es sólo texto, sino también el plan de una estructura sonora, de una “banda de sonido”, para utilizar la terminología del cine. El guionista debe indicar con la mayor precisión posible los sonidos, los comentarios musicales. Y para eso, es preciso que los conozca. El que quiera escribir para radio debe estar familiarizado con todo el proceso de la realización y conocer la técnica de producción. Sólo así dominará todas las posibilidades y recursos del medio (lo que se puede hacer) y también las limitaciones (lo que no se puede o no se debe hacer). Se aprende a hacer radio -e incluso a escribir para radio- sobre todo en el estudio, viendo y oyendo cómo se montan los programas. Un guionista que no conozca de producción sería como compositor de música que pretendiera escribir una obra sinfónica si conocer los instrumentos de la orquesta, las posibilidades y limitaciones de cada uno. Una Exigencia del Oficio Un buen guión no sale casi nunca de primer intento. No se escribe de un tirón. Reescriba, reescriba mucho. Rehaga. Solemos creer que lo grandes escritores, los genios literarios, lograban sus obras maestras de un impulso. Si viéramos sus manuscritos, nos llevaríamos una gran sorpresa: comprobaríamos que es más lo tachado que lo que ha quedado en pie. No se conforme con la primera versión; exíjase. Haga un primer borrador; tache, rompa, cambie, reescriba, rehaga pasajes o páginas enteras. Páselo en limpio y, al hacerlo, corrija, modifique el borrador, mejórelo. Luego, relea ese segundo texto y aún en él cambie palabras, modifique frases, suprima pasajes innecesarios, añada otras cosas. 39 No sin cierta ironía, Luis Ramiro Beltrán dice que un gran secreto profesional “reside” en esto. Para adaptar nuestra escritura a las necesidades de la educación popular –explica- “El único recurso que se conoce es volver a escribir. Salvo rarísimos casos, un buen mensaje escrito no sale e la máquina de escribir tras el primer empeño. Escriba espontáneamente la primera vez. Luego, analice y vuelva a escribir. Corte, recorte, re- vise el orden de las ideas, piense en qué forma podría usted mejorar su texto. Revise y reescriba hasta quedar satisfecho” (o relativamente satisfecho, ya que nunca lo quedará del todo).
  • 41. Suele pensarse que el principiante necesita reescribir mucho, pero que cuando se adquiere el pleno dominio del oficio, el guión sale a vuelapluma (o a “vuelamáquina”). No es así. El escritor fogueado, si tiene una auténtica vocación de servicio, tacha y rehace tanto como el novel. A medida que adquiere más madurez, se torna más autocrítico, más exi- gente consigo mismo. Su madurez le sirve para lograr mejores guiones, productos más perfectos y acabados; no para hacerlos más rápido. La Lectura Crítica Si queremos formar conciencia crítica en el oyente, lo primero es tenerla nosotros. Si queremos problematizar, cuestionar a nuestro destinatario, lo primero es problematizarnos y cuestionarnos a nosotros mismos. A nivel de ideas teóricas, podemos tenerlas muy “avanzadas”, muy “progresistas”; pero, en un guión de radio, manejamos diálogos, hechos, personajes, situaciones concretas, ejemplos, expresiones, modos adverbiales, imágenes; y nuestras intenciones pueden verse traicionadas o desvirtuadas cuando las llevamos al guión. Nuestro propósito ex- plícito pude ser dejarle un determinado mensaje al oyente; y sin embargo, implícita- mente, sin advertirlo, podemos transmitirle otro diferente y hasta opuesto. ¿Por qué? Porque dentro de nosotros mismo también hay prejuicios subconscientes, como los hay en el oyente. Somos producto de una educación, de una sociedad que nos ha formado; hablamos un lenguaje que lleva implícitas significaciones, connotaciones. Llevamos grabados dentro de nosotros una serie de estereotipos, de clichés mentales. Todo eso que está en nuestro subconsciente se nos disparará automáticamente y lo volcaremos en nuestro guión. A menos que estemos alerta y seamos críticos, podemos terminar reforzando los patrones culturales que ya existen en el oyente en lugar de con- tribuir a cambiarlos. Para poner sólo un par de ejemplos elementales: ¿cuántas veces hemos convenido en que “la caridad bien entendida empieza por casa” sin advertir todo el contenido egoísta, individualista, anticomunitario, de ese refrán corriente?, ¿Cuántos educadores exhortan a sus alumnos a estudiar para “progresar y triunfar en la vida”, “para llegar a ser alguien”, sin darse cuenta de que están identificando el progreso y el ser con el dinero, 40 el ascenso social individual y la conquista de bienes materiales?. Tenemos, pues, que ser muy críticos de nosotros mismos y de nuestro guión. Revisar la escala de valores que tácitamente manejemos. Buscar y exigir la máxima coherencia entre nuestro pensamiento y las formulaciones (palabras, imágenes, símbolos, situa- ciones) con que tratamos de verterlo en el guión. La Vigilancia de los Objetivos A veces, el resultado final es tan fallido que el mensaje mismo queda desvirtuado y trai-
  • 42. cionado. Quisimos decir una cosa y, en realidad, sin darnos cuenta, decimos otra. Nos propusimos dar un mensaje cuestionador, liberador y en cambio dejamos un mensaje conformista, quietista. No porque el oyente haya “entendido mal”, sino porque nosotros, insensiblemente, nos dejamos llevar y construimos el guión de tal manera que los valores del status quo adquirieron más fuerza que los valores de cambio. Aunque éste puede parecer un caso límite, sucede con mucha más frecuencia de lo que se sospecha. Es necesario que meditemos y revisemos bien nuestro plan o esquema; y luego, que sometamos el guión a una prueba objetiva para comprobar si hemos logrado permanecer fieles a la finalidad propuesta. Este test lo podemos hacer con un grupo representativo de la audiencia destinataria. Leámosle el guión -sin comentarios previos, que pueda influir en él condicionarlo, sin prevenirle antes de la intención que tuvimos al escribirlo- y veamos cuáles son sus reacciones espontáneas. ¿Qué entendieron, a qué conclusión llegaron, qué mensaje les quedó?. En su defecto, podemos someter el guión a la crítica del equipo de compañeros con el que trabajamos. O, si esto tampoco es posible, nos queda el recurso de la autocrítica personal. Preguntémonos: ¿cuál era el mensaje que nos proponíamos transmitir?. ¿Tenemos logrado transmitirlo realmente, plasmarlo en el guión, o lo hemos perdido de vista por el camino?. Los Mensajes Secundarios; la Ley de la Congruencia Sucede que nunca transmitimos un solo mensaje a la vez, sino siempre un conjunto de mensajes paralelos. Mensajes paralelos que pueden entrar en colisión con el principal y anularlo en buena medida. Como señala Osorio, “todo mensaje lleva consigo una serie de mensajes secundarios. Pau- sas, tonos, titubeos, música y fondo, subrayados musicales. Estos elementos facilitan o entorpecen enormemente la captación y la percepción del mensaje. Para que la faciliten, es necesario cuidar la armonía de todos estos mensajes secundarios para que todos trans- mitan el mismo contenido. Es lo que se ha dado en llamar la ley de congruencia de los mensajes”. Nos expresamos a través de símbolos, de imágenes, de frases hechas, etc. Cada una de ellas tiene su propio nivel de significación y lleva subyacente un mensaje central. 41 Por ejemplo, nos tocó oír una vez una emisión en que se buscaba exaltar la afirmación de los valores culturales nacionales. Pero, sin duda, el libretista no se preocupó por in- dicar el carácter de la ambientación musical para su guión. No le dio importancia a la música, a la que sólo atribuyó a una función mecánica de separación entre párrafos de texto. La dejó en manos del técnico. Y éste, rutinariamente, puso una conocida melodía de película norteamericana -tal vez porque fuera la que tenía más a mano, el tipo de música convencional que él solía poner siempre en esos casos; o quizá porque, a su gusto, “quedaba muy bonita”.
  • 43. No es difícil imaginar las representaciones del american golden dream que, a nivel consciente o subconsciente, aquella melodía suscitó en los oyentes, enfrentados así a dos mensajes antagónicos. La música actuó como mensaje secundario incongruente. Toda la afirmación de una cultura nacional contenida en el texto era simultáneamente negada por el comentario musical, que generó un fuerte “ruido” ideológico, una in- terferencia de significados. Un autor de radiodramas, que se consideraba sinceramente muy comprometido con el pueblo, quedó impactado cuando un investigador hizo un análisis de contenido de sus guiones y comprobó que en ellos el 80por ciento de sus protagonistas “buenos” y “positivos” eran profesionales universitarios- eso es, personas blancas, cultas, de alto nivel social. En cambio ni uno solo de sus personajes protagónicos era mestizo, obrero, campesino. 42