1. JEROGLIFICOS Y PAPIROS
¿QUÉ INTENTARON DEMOSTRARO?
La antigua civilización egipcia
fue notable no solo por la
riqueza, esplendor y
sofisticación de su arquitectura
funeraria, que refleja y atestigua
el poder de sus faraones y la
habilidad de sus ingenieros.
También lo fue por su
desarrollado sistema de
gobierno; por la aplicación de
sistemas de irrigación; por su
escritura pictográfica; por sus
estudios en los campos de la
astronomía, las matemáticas y
la medicina; por la creación de
una cultura espiritual muy compleja, patente en sus panteones y en sus conceptos de vida
ultraterrena; así como por su destreza y sensibilidad artísticas.
El conocimiento que en la actualidad se tiene del antiguo Egipto se debe, en buena parte, a
los grandes monumentos que aquella civilización legó; y a la arqueología, que los
descubrió, analizó y estudió. Una significativa faceta de la egiptología (que se define como
el estudio de la civilización del antiguo Egipto) es la investigación de la información
proporcionada por los textos escritos en caracteres jeroglíficos que se han hallado en las
paredes y muros de tumbas y templos, en obeliscos y columnas, y en tablillas de arcilla y
papiros. La interpretación de esos jeroglíficos, que fue posible gracias al hallazgo, en 1799,
de la piedra de Rosetta, ha permitido conocer progresivamente múltiples aspectos de la vida
del antiguo Egipto. El rio Nilo fue considerado uno de los más importantes dioses ya que
sin el Egipto sería un monótono desierto que poco o nada favorecería la vida humana. Sin
embargo, debido al río, y más concretamente a sus crecidas anuales, una estrecha franja, el
valle del Nilo, se convirtió en un espacio especialmente fértil y en la cuna de una gran
civilización. A cada nuevo fenómeno que observaban nacía un nuevo dios.
En Egipto, la necesidad del comercio creo su escritura, en lo religioso hubo composiciones
en adoración a sus dioses alabando las obras que realiza en el mundo.
Su fervorosa creencia en la existencia de otra vida en el más allá creo un gran respeto a las
personas importantes que morían. Esto hiso posible la existencia del “LIBRO DE LOS
MUERTOS “que constaba de rituales y rezos para que el difunto pueda llegar al otro
mundo con sus antepasados.
2. Los jeroglíficos eran caracteres de cualquier
sistema de escritura en el que los signos son
figuras, esto es, representan objetos
reconocibles. El término jeroglífico suele
asociarse con la escritura en la que se representó
la lengua del antiguo Egipto; los griegos
aplicaron el término (que significaba 'talla
sagrada') a los caracteres decorativos esculpidos
en los monumentos. Después se ha empleado
para los sistemas de escritura con figuras de los
hititas, cretenses y mayas, aunque esos sistemas no estén relacionados con el egipcio, ya
que el único elemento que tienen en común es su condición de figurativo.
Esta talla de figuras era sagrada la más compleja fue utilizada por los faraones y sacerdotes
para la población se utilizaba una escritura más simple.
Las inscripciones jeroglíficas egipcias contienen dos clases de símbolos: los ideogramas y
los fonogramas. Los ideogramas representan, bien el objeto concreto que se graba, bien
algo muy relacionado con él; por ejemplo, la figura de un sol puede significar 'sol' o 'día';
los fonogramas o símbolos fonéticos
Se emplean únicamente por su valor fonético y no tienen otra relación con la palabra que
representa. El principio en el que se asienta un jeroglífico consiste en que la figura de un
objeto sirve para representar no sólo el objeto, sino también una palabra que contenga su
nombre, aunque signifique otra cosa; así se consigue escribir nombres propios, ideas
abstractas y elementos gramaticales que por sí mismos no tendrían representación gráfica.
Las inscripciones podían realizarse vertical y horizontalmente y, por lo general, se escribía
de derecha a izquierda. La dirección se fijaba por un signo aislado que se colocaba al
comienzo. Las inscripciones se componían de nombres, verbos, preposiciones y las demás
partes de la oración que seguían el orden de las reglas gramaticales. Las palabras que se
escribían con signos aislados se agrupaban y se evitaban los espacios en blanco. Las que se
referían al rey y a los dioses se desplazaban y se colocaban aparte.
Los egipcios utilizaron la escritura jeroglífica desde que establecieron el sistema, en torno
al 3000 a.C., hasta la época del Imperio romano; las últimas inscripciones están fechadas en
el año 394. El número de signos, así como su forma, permaneció prácticamente constante
hasta el periodo grecorromano (332 a.C.), cuando aumentó mucho el número de signos
utilizados.
Junto a ello, incluso en los tiempos del Imperio Antiguo, habían creado otra forma de
escritura, la hierática, más rápida, que, dado el volumen de los escritos, sustituía las formas
jeroglíficas y se hacía con una especie de lápices de punta roma que se mojaban en un tinte;
se escribía sobre papiro. Los griegos la llamaron hierática (en griego, 'sacerdotal') porque
en el siglo VII a.C. estuvo limitada a los textos sagrados.
Los sistemas incompletos se usan para anotaciones, o son mecanismos mnemotécnicos que
recuerdan hechos significativos o expresan significaciones generales.
Estos sistemas se caracterizan por una gran ambigüedad, dado que no existe
correspondencia entre los signos gráficos y la lengua que tratan de representar.
3. Un sistema completo es aquel que es capaz de
expresar en la escritura todo cuanto formule su
lengua. Se caracterizan por una correspondencia
más o menos estable entre los signos gráficos y
los elementos de la lengua que transcriben. Tales
elementos pueden ser palabras, sílabas o fonemas
(unidad mínima de una lengua que distingue una
realización de otra). Así pues, estos sistemas se
clasifican en ideográficos (también llamados
morfe máticos), silábicos y alfabéticos. Dado que
cada signo gráfico representa un elemento de la
lengua, hace falta conocer esa lengua para
comprender el significado de lo que escribió su
autor.
En la antigüedad se utilizaron diversas partes del
papiro con fines tanto ornamentales como
prácticos, como la confección de tocados,
sandalias, cajas, barcas y cordelería. Las raíces
secas servían como combustible. La médula del tallo se consumía hervida, pero su
aplicación más importante era la elaboración de un soporte escritorio de consistencia
parecida al papel.
El papiro es una planta de la familia de las Ciperáceas. Alcanza entre 1 y 3 m de altura y
forma un rizoma aromático, leñoso y reptante. Las hojas son largas y están provistas de una
quilla muy marcada; los tallos florales son glabro
s, blandos y de sección triangular.
El papiro egipcio se fabricaba a partir de capas celulares de la médula dispuestas de forma
longitudinal; sobre ellas se disponían otras orientadas en sentido transversal; el conjunto se
impregnaba en agua, se prensaba y secaba y se frotaba suavemente con marfil o con una
concha lisa. El tamaño de las hojas de papiro oscilaba entre 12,5 por 12,5 cm y 22,5 por
37,5 cm, y se unían unas a otras para formar rollos que tenían entre 6 y 9 m de longitud.
Los egipcios escribían en el papiro en columnas regulares que, en la prosa literaria
superaban en raras ocasiones los 7,6 cm de ancho; en poesía, las columnas solían ser más
anchas, ajustadas a la longitud del verso. Parece que los griegos conocían el papiro egipcio
desde principios del siglo V a.C., aunque, según los expertos, el papiro griego más antiguo
que se conserva es el Persae, del poeta Timoteo, que vivió a finales del siglo V y principios
del IV a.C. El uso del papiro para escribir textos literarios pasó de la civilización griega a la
romana y se mantuvo hasta el siglo IV d.C., época en la que fue sustituido por el
pergamino. No obstante, siguió utilizándose para redactar documentos oficiales y privados
hasta los siglos VIII o IX.
4. Los romanos habían creíd
o que los jeroglíficos
tenían carácter simbólico
y alegórico, pero no
fonético; esta teoría se
transmitió durante el
renacimiento. Se empezó
a sospechar otra cosa en
1799, cuando un soldado
de las tropas de Napoleón
durante la campaña de
Egipto descubrió la piedra de Rosetta, parte de un pilar que contenía un edicto en honor de
la coronación de Tolomeo V (197 a.C.) escrito en dos idiomas, griego y egipcio, éste bajo
dos formas de escritura: la jeroglífica y la demótica. El diplomático sueco Johan David
Åkerblad apenas consiguió identificar algunos signos fonéticos pertenecientes a la versión
en cursiva, pero ya supuso un progreso; después el médico británico, también egiptólogo,
Thomas Young consiguió identificar unos cuantos nombres propios. Pero el contenido no
se descifró hasta que el egiptólogo francés Champollion culminó su trabajo, iniciado en
1821, y descubrió que los dos tipos de escritura egipcia eran representaciones fonéticas. En
un primer momento Champollion descifró los nombres de varios reyes escritos en
caracteres jeroglíficos, basándose en los mismos nombres escritos en caracteres demóticos
y lo confirmó con los nombres enmarcados en las cartelas de la piedra de Rosetta y de otros
monumentos tolemaicos. Después de descifrar el nombre de los gobernadores
grecorromanos, proporcionó el valor fonético correspondiente a cada signo, cuando lo
combinó con su equivalencia en copto, última etapa de la lengua del antiguo Egipto que él
conocía. Esto le permitió descifrar los nombres más antiguos. En 1822 concluyó la
traducción del texto.
Toda esta información nos da a conocer la manera de vida en Egipto y sus creencias que
fue lo que relevo más ya que se encontró más textos en el ámbito religioso y demostró su
gran destreza literaria y prosa que con el pasar de los años se fue perfeccionando y nos
demostró una forma de literatura y poesía.