'De la masa líquida a la masa espumosa: el advenimiento del temor'. prof. dr. javier del arco, coordinador científico de la fundación vodafone españa, sobre peter sloterdijk –interpretado por el dr. adolfo vásquez rocca
Este documento analiza cómo la sociedad moderna ha pasado de una "masa sólida" a una "masa espumosa" y líquida, caracterizada por el individualismo, la incertidumbre y el temor. El filósofo Peter Sloterdijk describe esta transición usando la metáfora de las esferas que se deshacen y convierten en espuma, representando individuos aislados y desconectados. El autor argumenta que esta sociedad postmoderna está dominada por el mercado y el consumismo, lo que genera miedos difusos y pérdida
Miedo, capitalismo y masculinidad: Sobre "La niebla" de Frank Darabont
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Eikasia revista de filosofía saf sociedad asturiana de filosofía n 36 art...Adolfo Vasquez Rocca
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Cv prof. dr. adolfo vasquez rocca doctor en filosofía universidad compluten...
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Javier Del Arco
Bitácora
De la masa líquida a la masa espumosa: el
advenimiento del temor
No soy un entusiasta de Peter Sloterdijk pero me voy a apoyar en algunas de sus reflexiones y en los
comentarios que sobre él ha realizado muy acertadamente Adolfo Vásquez Rocca para continuar mis
comentarios sobre la masa líquida en su aspecto espumoso y menos consistente.
Sloterdijk se formó en la órbita de los seguidores de la Escuela de Frankfurt y pronto se dio cuenta Javier del Arco Carabias, Biólogo y Filósofo, es
de que las obras de Adorno y otros no salían de lo que denominó "ciencia melancólica". Su viaje a profesor de Universidad y Coordinador Científico
la India para estudiar con un famoso gurú, Rajneesh (luego llamado Osho), cambió su actitud ante de la Fundación Vodafone España.
la filosofía. Su Crítica de la razón cínica, de 1983, estaba aún en ese estilo de crítica de la razón
instrumental analizada por sus maestros, pero las obras que siguieron están imbuidas ya del
nuevo espíritu transgresor. No obstante, hay que señalar en Sloterdijk dos tendencias: la ya
Secciones
mencionada rupturista con el pensamiento académico, y otra que se inserta en su labor como
profesor universitario, y que lo lleva a cierto didactismo, por no decir enciclopedismo. Mantuvo un Bitácora
célebre debate con Jürgen Habermas sobre el concepto y contenido del Humanismo con motivo de
las ideas expuestas en su obra “Normas para el parque humano”. Esta polémica supuso su entrada El Tesoro de la alfombra mágica
en el universo mediático, con consecuencias que no había previsto. Sus análisis de Nietzsche y del
Kosmología
legado de Heidegger, se alternaron con otros libros más personales, en donde desarrolla una
fenomenología del espacio que ha denominado esferología, en alumbra su trabajo más ambicioso Biofilosofía
hasta la fecha: Esferas, una trilogía compuesta por Burbujas, Globos y Espumas.
Neurofilosofía
Los intereses de Sloterdijk son tan amplios y variados, que superan a muchos de los de sus
Tecnofilosofía
colegas: la música, el psicoanálisis, la poesía (sobre todo la francesa), la obra de ciertos autores
olvidados como Gabriel Tarde, Gaston Bachelard o poco conocidos como Thomas Macho; el arte Filosofía política
contemporáneo, la antropología, y un largo etcétera. También se ha preocupado por asuntos
políticos, que ha desarrollado tanto en obras de hace tiempo, “En el mismo barco”, como más
recientes, “Si Europa despierta”, en donde se muestra partidario de una Europa sólida y no
sometida a las derivas de las potencias exteriores. Frente al academicismo de otros pensadores,
Últimos apuntes
su apuesta por los medios de comunicación, que estudia hace tiempo y sobre los que escribe De la masa líquida a la masa espumosa: el
también, le ha supuesto numerosas críticas. También se distingue del resto por su escritura muy advenimiento del temor
estilizada, literaria incluso, que debe algunos rasgos al impulso de Ernst Bloch o a ciertos
franceses virtuosos como Gilles Deleuze, pero adoptando su propia terminología y creación de El capitalismo postmoderno y el
neologismos arriesgados, a los que son tan aficionados algunos filósofos alemanes. advenimiento de la masa líquida
Sloterdijk, da su versión de la postmodernidad mediante una metáfora gigante -por lo extensa- La Masa líquida. Revisión del concepto de
mediante esferas que se deshacen y devienen en espumas en las que se establecen complejas y masa en el siglo XX (I)
frágiles interrelaciones, carentes de centro, y en constante movilidad expansiva o decreciente. Si
La justicia sólida y sus enemigos
esa metáfora del mundo físico se traslada al ámbito social, surge un intento un tanto artificioso de
explicar la sociedad postmoderna, aquella de los movimientos de expansión y contracción de los Sólido versus líquido
sujetos en un mundo liviano, de carácter multifocal, descomprometido con el otro, egoísta hasta
su máxima expresión, y en el que la banalidad del mal se expande en tanto que el amor verdadero Neuroética (I). Introducción
se licua y volatiliza.
Ética para la sociedad actual (IV)
Ciertamente, la imagen de la espuma sirve para contarnos como es la sociedad de hoy. ¿Pero qué
mundo? El efímero caracterizado por la emergencia rápida de las personas y objetos, un uso corto Ética para la sociedad actual (III)
y alocado de ambos -la persona o sujeto se mimetiza y funde con el objeto- y devine en “sobjeto”,
como señala Vedú-, se llega al final y vuelta a empezar. Por doquiera se multiplican relatillos, que Ética para la sociedad actual (II)
Sloterdijk denominará pomposamente micro-relatos, que agitan el hoy para ser ceniza mañana
Ética para la sociedad actual (I)
mismo. Así se formula hoy al hombre y su mundo, así lo hace el de Karlsruhe, mediante una
interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno de la que emerge una sociedad
bobalicona, “buenista” pero preñada de perversiones, tanto en la esfera o la espuma pública, muy
debilitada, como en la privada. Archivo
Diciembre 2011 (1)
Así, Espumas trata de dar un sentido, una respuesta, a la naturaleza del vínculo que reúne a los
individuos, el espacio interrelacional del mundo contemporáneo. Noviembre 2011 (2)
Sloterdijk, como señala su excelente interprete Vásquez Rocca que nos ha inspirado buena parte Octubre 2011 (2)
del comentario del alemán, nos indica que éste “quiere describir con su metáfora de la Espuma un
Noviembre 2010 (1)
agregado de múltiples celdillas, frágiles, desiguales, aisladas, permeables”, pero, y esto es lo más
extraño de todo, digo yo, “sin comunicación efectiva”. Septiembre 2010 (4)
Adolfo Vásquez Roca, finaliza su análisis diciendo: “La esfera deja así de ser la imagen morfológica
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«estabilidad –precaria, añado yo- por liquidez», divisa postmoderna que refleja la íntima Abril 2009 (1)
conformación de la espuma”.
Marzo 2009 (2)
Lo «líquido» de la modernidad, si retomamos la concepción de Baumam, se refiere a la conclusión Febrero 2009 (2)
o fin de una etapa de «incrustación» de los individuos en estructuras «sólidas», seguras, tales
como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte Enero 2009 (1)
raigambre territorial. Ahora, «el secreto del éxito reside en evitar convertir en habitual todo
asiento particular». La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso, a convertirse en Diciembre 2008 (1)
lastre, debido a sus efectos adversos sobre los dominadores: Porque lo que no es móvil está Septiembre 2008 (1)
vinculado a las denominadas “inacabables y engorrosas responsabilidades que inevitablemente
entraña la administración de un territorio”. Junio 2008 (1)
Masa espumosa y temor Mayo 2008 (1)
Abril 2008 (1)
Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja,
dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de Marzo 2008 (3)
los peligros que venían del exterior. Lo que Sloterdijk llamó «la ciudad amurallada» hoy ya no es
un refugio, sino la fuente esencial de los peligros, porque ya no hay murallas ni físicas, ni morales Noviembre 2007 (2)
ni legales. La ley es permisiva con el delincuente, los agentes de la ley están poco protegidos y la
Octubre 2007 (1)
ciudad o la no-ciudad, esa mépolis de Félix Duque que tanto me interesa, es un “totum revolutum”
de razas, lenguas, estilos, tribus y riegos evidentes, semejante a lo que aparece en películas Septiembre 2007 (2)
afortunadas como Blade Runner o Star Wars IV, cuando se describe el garito del puerto espacial de
la ciudad Mos Eisley. Lugares semejantes hay ya muchos, demasiados, aunque por decoro no los Mayo 2007 (4)
visite ni siquiera por causa de mi interés por la antropología. Prefiero la virtualidad real del
Abril 2007 (2)
cinematógrafo.
Enero 2007 (1)
Nos hemos convertidos en ciudadanos «adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella» y,
lejos de rebelarnos como sería lógico, lo vamos aceptando como algo inevitable, hasta tal punto
que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a «normalizar el estado de emergencia», lo
Enlaces
que a todas luces es aberrante.
Fundación Vodafone
El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos,
sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que Tendencias21
deberíamos temer puede intuirse, percibirse por todas partes, pero resulta imposible situarla en
un lugar concreto. «Miedo» es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra
ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para
combatirla.
Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la
violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro, los otros…Y
sobre todo, miedo al nuevo poder emergente, sin rostro ni responsabilidad, violento e implacable, Noticias de Filosofía
simultáneamente oculto y público, nuevo Armagedon, Leviatán hobbesiano, Bestia del Apocalipsis:
el mercado postmoderno. La nueva responsable de Investigación dio su
apoyo a Rubalcaba ... - ABC.es
Los Estados pierden la “E” mayúscula y devienen en “estadillos” micro-feudales, burbujas
"Me gusta enseñar, soy un docente de alma" -
malolientes de ácido sulfhídrico provenientes de la putrefacción de las sociedades líquidas,
La Voz del Interior
empantanadas en el fango putrefacto y cinemático donde han claudicado y muerto de inacción y
ausencia de fuerza interior, individual y colectiva. Tanto el Estado democrático como la sociedad La Senescyt dará 2.000 becas para estudiar en
libre, fenecen en la colosal trampa tendida por el despiadado mercado postmoderno, nuevo el exterior - El Universo
Leviatán que nos esclavizará a todos. Y la trampa ha sido clara: una sustitución del ser por el
tener, la emergencia de una perversa afirmación: tengo, luego soy. Para ello la estrategia perversa Los fondos del filósofo García Bacca se
del llamado nuevo orden mundial (NOM) ha consistido en propiciar la codicia, el hedonismo y los integran en la Biblioteca ... - Noticias de Navarra
más bajos instintos humanos. Así, de la mano de la publicidad y el consumismo ha devenido el
Para reconstruir la historia de la ciencia -
derrumbe moral, la destrucción de la autoridad, el desprestigio de las instituciones -y España es
Perfil.com
un ejemplo de desprestigio acelerado-, la disolución de muchísimas familias, la exacerbación por
el placer efímero, la disolución del sujeto en un “sobjeto” fungible, la fiebre consumista, el culto al
dios cuerpo… PUBLICIDAD
A eso tenemos miedo.
Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos,
personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a
todos, como el miedo al miedo…Y una gran mayoría de seres humanos no han conformado
mentalmente a lo que temen, no lo han elaborado; temen, viven o mal viven, ni siquiera
huyen…entre otras cosas porque no saben donde ir, carecen de referencias, están perdido y solos
como nuevos Zarathustra, en el pantano hediondo de la masa líquida, presintiendo el dionisiaco
fragor de los “nuevos hombres superiores”: los señores del mercado
Los miedos nos golpean uno a uno en una sucesión constante y azarosa, ellos desafían nuestros
esfuerzos (si es que en realidad hacemos esos esfuerzos) de engarzarlos y seguirles la pista hasta
encontrar sus raíces comunes, que es en realidad la única manera de combatirlos cuando se
vuelven irracionales. Pero la maldad infiltrada en la educación y la enseñanza, nos ha borrado las
pistas. La humanidad está sola, desvalida, como árbol que ha perdido sus raíces. Y de ello se
aprovechan esos “nuevos hombres superiores” nietzscheanos del NOM que, acostumbrados a los
atajos y las vías rápidas, ni siquiera van a procurar que madure una nueva aristocracia. Van a
implantar una dictadura al servicio de un nuevo concepto de Nomenklatura. Los esperpénticos
hijos expósitos –no tienen origen, ignoran su genealogía intelectual- del siglo XIX, han eclosionado
en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI, convertidos en rapaces prácticas dispuestos a
derruir la libertad, la democracia y el liberalismo verdadero. El verdadero propósito del capitalismo
postmoderno es solo uno: el dinero por el dinero, sin pretensiones de crear riqueza, para lo que ha
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sentimiento caritativo alguno. Son grandes ingenieros financieros, duros, fríos, implacables y
perversos, naturalmente.
Han sido magistralmente descritos y descritas, pues hay de los dos sexos, por Juan Manuel de
Prada en su artículo “Nuevo Orden Mundial” publicado por el diario ABC.
Hay miedo. Hay razones para tener miedo. Y el miedo ha hecho que el humor del planeta haya
cambiado de manera casi subterránea pero ciertamente drástica.
La agonía de Europa y el miedo de los europeos.
Durante siglos nuestro continente ha sido el abanderado del progreso espiritual, político y social.
La eclosión de la civilización judeo-cristiana, tras la crisis del imperio romano, significó el
desarrollo de Europa y ponerse a la cabeza del mundo, superando a las que hasta entonces se
consideraban culturas más avanzadas: la china y la musulmana.
El desarrollo de nuestra civilización trajo, no solo adelantos científicos y técnicos, también supuso
el desarrollo de principios humanistas, tales como derechos humanos, respeto por la vida, por la
integridad y hacia los sexos. A lo largo de mucho tiempo, Europa ha ido legando a toda la
humanidad principios válidos para cualquier persona, así como progreso material. Pese a las crisis
políticas, a la ruptura de la unidad del cristianismo o de las guerras, Europa siguió siendo señera
en todos los aspectos de la evolución humana…hasta el siglo XX.
En el mismo, se desencadenaron dos brutales guerras, que llegaron a ser mundiales, pero cuyo
epicentro fue nuestro continente, rompiendo la estabilidad y los equilibrios imperantes desde la
derrota napoleónica, pero aun más grave fue la crisis espiritual, social y política sufrida. A la caída
de los históricos imperios: el alemán, austro-húngaro o ruso, siguió el nacimiento de dos de las
ideologías más terribles de la historia: el comunismo y el nazismo, que, aunque pueda parecer
increíble, subyugaron a una gran parte de la población europea y a sus dirigentes. Durante más de
70 años, el comunismo, que ha generado por encima de 100 millones de muertos en todo el
mundo, la mitad en Europa y el nazismo, durante 12 años, que llevaron a la horrorosa Segunda
Guerra Mundial y al holocausto, fueron vistos no solo con simpatía sino con entusiasmo, por una
Europa que bajó a los infiernos.
La derrota del nazismo no trajo la vuelta a los valores históricos, sino que el comunismo se quedó
como el vencedor en una parte del continente, con la URSS como potencia dominante y en el resto
el modelo estadounidense: Europa dejaba de contar como potencia determinante.
Pero la gravedad de la situación se hizo mayor cuando los principios, los valores que nos hicieron
grandes, fueron dejándose atrás, sin que les sustituyese otra cosa que un nihilismo rampante.
Pese a los esfuerzos de algunos grandes dirigentes como Schumann, De Gásperi o Adenauer, la
Europa grande, de los grandes valores y de los éxitos científico-técnicos, se derrumbaba, teniendo
su primera gran quiebra, tras la guerra, en el absurdo mayo del 68, cuyos “principios”, por
llamarlos de alguna manera, han impregnado nuestra cultura desde entonces, conduciéndonos,
cada vez más, a la debacle.
Confundiendo la libertad y los derechos humanos con el hedonismo y el libertinaje, generaciones
enteras han quedado marcadas por la falta de espíritu, de esfuerzo y sacrificio, entregadas a la
droga, el sexo fácil o la “cultura” del consumismo. Esas actitudes nos han llevado a la actual
situación, donde una crisis económica ha destapado lo peor de nosotros mismo, pues en vez de
reconocer que hemos vivido, materialmente, por encima de nuestras posibilidades y
espiritualmente, en brazos de Moloch, optamos por culpar a los demás, ya sean la banca, los
políticos o quién sea, quienes, no faltos de culpa ciertamente, si han actuado corrupta y
usureramente –que lo hecho- ha sido por que los ciudadanos se lo hemos permitido, en un
ejercicio de estupidez y frivolidad imperdonables.
Olvidándonos, cuando no burlándonos, de los valores del cristianismo y sus principios de ayuda,
solidaridad, esfuerzo y sacrificio, vemos como pueblos a los que teníamos por subdesarrollados,
nos desbordan y no solo en lo económico. Faltos de vigor, incapaces de enfrentarnos a nuestros
enemigos o rivales, preferimos culparnos por nuestra historia y pactar con ellos, ya sean los
islamistas, hinduistas o cualquier otro, que sea firme en sus convicciones.
La realidad es que Europa se desangra en medio de la cobardía y entreguismo generales y prueba
de ello es el llamado movimiento de los indignados, aquí en nuestro país, que, convertidos en una
turba sucia y reprobable, sin respeto por los demás y sin nada que ofrecer salvo, quizás, nuevas
dictaduras, campan por sus respetos por las calles de la capital, ante la pasividad gubernamental
y la diferencia ciudadana, claro ejemplo y triste epítome del fin de una civilización antigua, rica,
fértil y generosa, convertida en pura vacuidad en este siglo XXI.
Juan Manuel de Prada, cuya pluma no necesita elogios, ha escrito acertadísimamente en ABC, lo
siguiente:
“Hoy, señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso…
un nuevo orden mundial tiránico que se impone sin resistencias físicas ni morales y que – ¡Oh
misterio de iniquidad!- aparece a los ojos atónitos de las masas cretinizadas como la única
solución posible para las catástrofes que él mismo ha originado”.
¿Y cómo opera la bestia en el siglo XXI?
“Su estrategia salta a la vista: extensión del pánico mediante mecanismos especulativos, entre los
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una estampida de los inversores, que sostienen la deuda hipertrofiada de tales Estados”.
La conclusión, el mejor análisis económico que he visto, a cargo de un autor no economista: las
masas aceptan:
“todo tipo de ‘cambios estructurales’ o, dicho en román paladino, aumento de los impuestos y
reducción de los salarios”.
De todo esto, también tenemos miedo
El miedo justificado a los nuevos bárbaros
Pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa, muestran una nueva sensación de
seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y
una creciente ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo
multicultural, globalizado y policéntrico.
Los ssociólogos especializados en movimientos migratorios y los demógrafos, prevén que el
número de musulmanes que vive en Europa puede duplicarse nuevamente para el año 2015.
Gravísima predicción que esperamos no se cumpla. La Oficina de Análisis Europeos del
Departamento de Estado de Estados Unidos calcula que el 20% de Europa será musulmana en el
año 2050, mientras otros predicen que un cuarto de la población de Francia podría ser musulmana
en el año 2025 y que si la tendencia continúa, los musulmanes superarán en número a los no
musulmanes en toda Europa occidental a mediados de este siglo. Así las cosas, y si Europa no
despierta, será islámica a finales de este siglo. Lo que, evidentemente no se puede tolerar.
Cualquier cosa, incluso la más terrible, menos eso.
A este respecto y volviendo sobre los miedos globales, pensemos en la inestabilidad generada por
los atentados de Nueva York. Allí, sin duda, tuvo lugar una mutación del terrorismo. El 11 de
septiembre de 2001 marca un cambio de época en la historia del miedo. Así, el régimen del
sabotaje y la lógica del pánico vino a ser el argumento central de la política y la base de
justificación de una política exterior norteamericana que sembraría otros miedos que nos
marcarían a fuego, como los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Y aquí conviene
retomar a Sloterdijk y su concepto de atmoterrorismo (2).
Como crónica de las relaciones entre teoría y política de Estado, cabe apuntar que cuando
Sloterdijk fue convocado por el canciller Schroeder para debatir sobre las consecuencias del nuevo
escenario mundial en la era del atmoterrorismo y las guerras de rehenes, Sloterdijk se refirió al
binomio miedo y seguridad, pues, señalo el filósofo, «vivimos en una sociedad obsesionada por la
seguridad», por las pólizas y las políticas de climatización corriendo el riesgo de perder nuestra
libertad. Se refirió también al miedo como un elemento clave para el desarrollo del intelecto. «El
miedo -indicó Sloterdijk- está al comienzo del intelecto, el miedo de alguna manera hizo al
hombre”
La amenaza fundamentalista, que parecía una amenaza periférica, se ha desplazado hacia el
centro, rumbo a una hegemonía que a los ojos de muchos resulta pavorosa. Hoy un grupo,
monitoreando artefactos desde las montañas más remotas y más miserables del mundo, es capaz
de hacer estallar el icono más importante del poderío económico global, como son las Torres
Gemelas.
Miedo, riesgo y futuro
Epicuro nos hablaba de la lucha contra los miedos que atenazan al ser humano lo que es parte
fundamental de su filosofía. No en vano, ésta ha sido designada como el "tetrafármaco" o
medicina contra los cuatro miedos más generales y significativos: el miedo a los dioses, el miedo a
la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien.
Si bien Epicuro no era ateo, entendía que los dioses eran seres demasiado alejados de nosotros,
los humanos, y no se preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que no tenía sentido temerles.
Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues según
el filósofo viven en armonía mutua, manteniendo entre ellos relaciones de amistad.
En cuanto al temor a la muerte, lo consideraba un sin sentido, puesto que “todo bien y todo mal
residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la pérdida de sensibilidad”. La muerte en
nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos.
Por último, carece también de sentido temer al futuro, puesto que: “el futuro ni depende
enteramente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos
esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de
venir nunca”.
Hablar de riego es hacerlo de Beck. Nacido en 1944, director del Instituto de Sociología de la
Universidad Ludwig-Maximilian de Munich y profesor en la London School of Economics, cursó
estudios de Psicología, Sociología, Ciencias Políticas y Filosofía, disciplina en la que se doctoró en
1972 en la Universidad de Munich. Ha dedicado el grueso de su trabajo intelectual a indagar sobre
las nuevas configuraciones de la sociedad contemporánea, y ha volcado sus reflexiones en
numerosos libros, entre los cuales se cuentan La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad
(1986), ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización (1997), La
democracia y sus enemigos (1998), Un nuevo mundo feliz. La precarización del trabajo en la era
de la globalización (2000), todos publicados en español por Paidós, y La invención de lo político.
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En Ulrich Beck el rigor intelectual no excluye el apasionamiento ni el afán polémico. Un indicio
cabal de su personalidad lo brinda la respuesta a su interlocutor, Johannes Willms, con la que
cierra su libro de conversaciones Libertad o capitalismo (2000): «La situación intelectual es
desoladora. Los muros fronterizos que se levantaron para durar eternamente se están
desmoronando […]. Y ¿qué hacen actualmente los intelectuales? Los intelectuales han dejado de
pensar. Los teóricos de la posmodernidad, del neoliberalismo y de la teoría de los sistemas
(Luhmann), por ejemplo, que por cierto se contradicen en todo, anuncian a golpe de trompeta,
sentados en el butacón de su despacho, el fin de la política. Y todos siguen este dictado. Todos,
pero no la realidad. Es algo verdaderamente paradójico: darían ganas de echarse a reír si no fuera
tan grave. Este enamoramiento de los propios límites mentales, que pretende encima imponerse
teóricamente y erigirse en guardián de la verdadera ciencia, es algo que me saca de quicio y me
deja sin voz al mismo tiempo […]. Entretanto, yo sigo en pos de mi objetivo, maravillosamente
inalcanzable: pensar de nuevo la sociedad.»
Notas
2. Adolfo Vásquez Rocca, para mi el mejor intérprete de Sloterdijk en castellano, no señala que en
su obra Temblores de aire1 Sloterdijk se interna en las fuentes del terror, corriendo la niebla,
buscando luz en el crepúsculo de la inmunidad, Sloterdijk mueve provocadoramente su
pensamiento. Este escrito se arma bajo la lógica del pánico como argumento central de la política.
Escrito entre la voladura de los rascacielos de Nueva York y el secuestro por un comando checheno
de los asistentes al teatro de Moscú. Asalto cuya conclusión -que todavía suscita discusiones en
torno a si los gases empleados eran enervantes, anestésicos o una mezcla inodora e incolora de
ambos- parece la confirmación empírica de la fantasía profética de Haslinger, citada por Sloterdijk,
cuando imagina en Opernhall la ópera de Viena convertida por unos criminales en una gran
cámara de gas.
Sloterdijk plantea en Temblores de aire2 algo acerca de este tipo de espanto cuando estudia
detalladamente la originalidad de esta época, al considerar a la práctica del terrorismo, el
concepto de diseño productivo y la reflexión en torno al medio ambiente como un tríptico
organizador de un estilo de muerte: el modelo atmoterrorista y la guerra del gas. Es desde el
medio ambiente, desde la necesidad elemental del respirar que proviene el cambio en los medios
de agresión al semejante. Se arrebata la vida arrebatando los medios que permiten vivir, en una
comedia económica de la asfixia.
Es así como Sloterdijk sindica el 22 de abril de 1915 como el comienzo, de una nueva era en
nuestro presente: los alemanes derraman sobre las trincheras francesas ayudados por vientos
favorables 5.700 botellas de gas mostaza. Fecha iniciática, según Peter Sloterdijk, o punto de
inflexión en una genealogía de las armas de guerra que marcará la introducción del medio
ambiente en la contienda entre facciones. El campo de batalla se ha ampliado hasta la atmósfera.
Dos variables, desconocidas a nivel masivo -pero con algún precedente histórico- entran en juego
en el gran arte de la guerra: la colaboración del individuo en su propia destrucción -a través de los
procesos vitales que exigen la apropiación del medio ambiente- y una nueva dimensión, el tiempo,
expresada a través de la latencia en la atmósfera de determinadas sustancias invisibles, y a través
de la incubación en el cuerpo de esos mismos agentes. Tras formarse una espesa nube de seis
kilómetros de ancho que el viento hacía avanzar; los soldados no podían dejar de respirar, y
respirar era intoxicarse. Se inició el dominio del aire para sembrar terror.
El terrorismo asociado al paroxismo de las tecnologías de manipulación del medio ambiente
amenaza con eliminar las condiciones de vida de toda la especie. Una ataque químico o
bacteriológico como posibilidad de las nuevas formas del terrorismo, eliminarían de modo radical
la capacidad de vivir, no apuntando ya sólo al cuerpo del enemigo según los métodos de la guerra
convencional, sino estableciendo las condiciones de imposibilidad para la vida de ese cuerpo, que
por respirar, actividad necesaria para la vida, aspira gas letal y se suicida. No hay pues refugio
frente a esa guerra o a ese terrorismo de la misma forma que no hay abrigo en la guerra total
asociada a la movilización total de Jünger.3 En ambos casos, el de la saturación del espacio y el de
la movilización total, no hay ni tiempo ni lugar para reflexionar y desde el que ejercer la
autonomía personal. Aplicando las categorías de la filosofía posmoderna puede señalarse que ya
no hay distinción entre el interior y el exterior, no hay nada interno, latente, oculto ni por
descubrir, todo está ahí fuera obscenamente alcanzable y visible, se trata como diría Baudrillard de
la Transparencia del mal.
Para Sloterdijk son precisamente estas condiciones de exposición total y de vulnerabilidad lo que
opera los factores de perturbación, las condiciones intelectuales de esta época requieren -como
resguardo- aprender la desconfianza, pero ¿cómo desconfiar del aire?
Introducido el medio ambiente en la lucha entre facciones, las interacciones entre enemigos ponen
al descubierto la vulnerabilidad de la respiración. El modelo atmoterrorista (y atmo es aire), por su
alto nivel de abstracción y distancia de las víctimas, fragmenta la cadena de responsabilidades;
además, es un método que se distribuye de inmediato en ambos lados del conflicto, por lo cual el
terrorismo es un modo de luchar que no trata de apropiarse de la libertad del otro, sino de impedir
que el otro tenga libertad de disfrutar de su medio.
Sloterdijk nos presenta el paradigma del humanismo y del terrorismo hermanados en la figura del
Profesor en Química Fritz Haber (1868-1934) responsable del "Instituto Emperador Guillermo de
Dahlem para la Investigación químico-física y electroquímica". Premio Nobel en 1918 fue asimismo
asociado a la organización de la guerra química en la primera guerra mundial, padre de la máscara
de gas y promotor de la llamada "campaña contra la eliminación de parásitos" en el campo
agrícola. Todos estos laureles no impidieron que en su momento tuviese que emigrar en 1933
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6. De la masa líquida a la masa espumosa: el advenimiento del temor http://www.tendencias21.net/biofilosofia/De-la-masa-liquida-a-la-...
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Algunos de sus familiares perdieron la vida en los campos de Auschwitz, gaseados. Desinfectar
con gases tóxicos a Europa de los sujetos impuros y animales fue parte de la fase atmosférica del
genocidio.
Hijo de la alianza entre ciencia y aparato militar, encarnado por Fritz Haber5, el temblor del aire
condensa el ideal de desinfección con el racismo (el Ciclón A se inventa en 1920 para desinfectar
estancias plagadas de insectos; el Ciclón B será utilizado para exterminar judíos). La técnica
permitirá diferenciar el interior del exterior, y así se hará, en 1924, la primera cámara de gas
"civil", en Nevada, para ejecutar la condena a muerte; el interior puede ser un tren subterráneo, y
así el gas sarín llevado en bolsas podrá ser liberado por los seguidores de una secta. La verdad
suprema se baja del vagón y dejan el tóxico en las entrañas de Tokyo.
El temblor es un matadero, sea un incendio como el de Dresde, o una nube como el Napalm con el
que EE.UU. envolvió a Vietnam, o un experimento como el de los rusos en una isla con cientos de
monos expuestos a bombas químicas. Temblamos todos, privados de la envoltura natural del aire.
Bajo un aire cada vez más turbio y asfixiante, la ilusión de cerrar una atmósfera. La aireación, el
air-design, la aromatización y el confort olfativo construyen constelaciones atmosféricas, pero
apenas sólo la ilusión de amparo. Y es que, como lo señaló Canetti6, a nada se encuentra tan
abierto el hombre como al aire. Somos respiradores, pero bajo una atmósfera profanada y con
formas de vida desmoronadas. "El terror hace explícito qué es el medio ambiente bajo el sesgo de
su vulnerabilidad; la iconoclasia hace explícito qué es la cultura al experimentarla desde su
posibilidad de ser parodiada; la ciencia hace explícito qué es la naturaleza primaria bajo la
perspectiva de su contingencia a tenor de los avances tecnológicos". Sloterdijk hace notar ciertas
perplejidades a las que nos enfrenta el atmoterrorismo, cuestiones como que la ineludible
costumbre de respirar es la que se vuelve contra aquellos que respiran, por cuanto estos, a fuerza
de seguir la práctica de ese elemental hábito, se convierten en involuntarios cómplices de su
propia destrucción. Después de los ataques con gas tóxico, el aire perdió su inocencia. Y los signos
se cubrieron de fango. Todo podría estar latentemente contaminado o intoxicado.
Hasta el siglo XX la política y la guerra moderna tuvieron lugar en torno del Estado-nación, una
entidad fija en un territorio extenso con una población relativamente repartida. Existía un campo
de batalla, un escenario bélico, un terreno donde los ejércitos podían enfrentarse, para desde allí
eventualmente proceder a la conquista territorial, de la cual las ciudades eran el último escenario
de lucha. Las guerras mundiales, sobre todo la Segunda, marcaron un quiebre destinado a
perdurar: la ciudad pasó a ser blanco de los ataques militares con bombardeos a la población civil.
La estrategia militar evidentemente había tomado nota del formidable cambio por el que las
poblaciones abandonaron las bastas extensiones para concentrarse en territorios pequeños como
las ciudades. Atacar una ciudad sería, a partir de entonces, un hecho político. Para autores como
Virilio, pero sobre todo Sloterdijk, aquí nace la lógica del terrorismo moderno y así lo expone en
Temblores de aire.
Javier Del Arco
Miércoles 14 Diciembre 2011
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Blog sobre Filosofía de la Ciencia de Tendencias21
ISSN 2174-6850
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