SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  42
ÉTICA Y SOCIOLOGÍA


Sociología

       El término sociología puede definirse como la ciencia que estudia el desarrollo,
la estructura y la función de la sociedad. Existen otras disciplinas de las ciencias
sociales que también estudian aspectos pertenecientes al ámbito de la sociología, como
la economía, las ciencias políticas, la antropología y la psicología. Así, el concepto
básico de sociología es la interacción social como punto de partida para cualquier
relación en una sociedad.

       El origen de la sociología como disciplina o conocimiento sistematizado es
relativamente reciente. La primera definición de sociología fue realizada por el filósofo
francés Auguste Comte.

       Hasta finales del siglo   XIX   la sociología no comenzó a ser reconocida como
disciplina académica. En Francia, Émile Durkheim, heredero intelectual de Saint-
Simon y Comte, comenzó a enseñar sociología en las universidades de Burdeos y
París. Durkheim, fundador de la primera escuela de pensamiento sociológico,
destacaba la realidad independiente de los hechos sociales (independientes de los
atributos psicológicos de las personas) e intentaba descubrir las relaciones entre ellos.
Durkheim y sus discípulos estudiaron ampliamente las sociedades no industrializadas
de manera similar a como después lo harían los antropólogos sociales.

       En Alemania el enfoque humano del idealismo filosófico quedó subrayado
gracias a los esfuerzos del filósofo Georg Simmel por definir la sociología como una
disciplina independiente.

       Durante muchos años se ha identificado la sociología con una amplia
reconstrucción evolutiva del cambio histórico en las sociedades occidentales y con el
estudio de las relaciones e interdependencias entre instituciones y aspectos de la vida
social (economía, Estado, familia o religión). Por esta razón, se consideraba a la
sociología como una disciplina sintetizadora que intentaba integrar los resultados de
otras ciencias sociales. Aunque estos conceptos sobre el ámbito y el enfoque de la
sociología siguen siendo válidos, actualmente se tiende a considerarlos como una
parte de la teoría sociológica que, a su vez, sólo es un área de la ciencia de la
sociología.

       La teoría sociológica también agrupa el estudio y el análisis de conceptos
básicos comunes a todos los ámbitos de la vida social estudiados por los sociólogos.
Estas áreas se convirtieron en subáreas y especialidades de la sociología y hoy son
objeto de estudio en cursos académicos, libros y revistas especializadas; por ejemplo,
el matrimonio y la familia, la desigualdad social, la estratificación social, las
relaciones étnicas, la desviación social, las comunidades urbanas y las organizaciones
formales.

El ser humano y la sociedad

      El estudio de los hechos sociales y la determinación de las leyes que los rigen
fueron los objetivos que se propuso el francés Auguste Comte (1798-1857) al emplear
por primera vez el término sociología. Desde la época en que Comte estableció con
carácter formal los límites del nuevo saber hasta nuestros días, la ciencia de la sociedad
no ha hecho más que ampliar su radio de acción.


¿Qué es la sociología?


      Son innumerables los fenómenos que pueden adjetivarse de sociales y, a tenor de
ello, la sociología se ha especializado en distintas ramas como la sociología del trabajo,
la del derecho, la de la religión, la de la educación, etc. Hay, incluso, una rama, la
sociología del conocimiento, que se ocupa de los diversos modos en que la realidad se le
revela al individuo como consecuencia de las diferentes posiciones sociales en que éste
se encuentra.
      En las últimas décadas del siglo   XX,   la sociología, que investiga todo aquello que
concierne a la dimensión social del hombre, ha estudiado de modo incesante los
fenómenos característicos de la cultura de masas, como pueden ser las migraciones, las
condiciones de vida en las grandes urbes, la movilidad social, el impacto de los medios
de comunicación, el consumo y el ocio, etc.
      La sociología contemporánea no cuenta con una metodología única, sino que, por
el contrario, utiliza diversos procedimientos apoyándose en la estadística como
herramienta esencial. Ello obedece a la riqueza de los fenómenos que estudia y también
al hecho que la investigación sociológica se realiza a menudo de forma interrelacionada
con el objeto de captar la compleja fenomenología que brota de la vida del hombre en
sociedad.


La dimensión social del hombre


     El ser humano, por el mismo hecho de serlo, vive forzosamente en sociedad; no es
sólo un ente natural, ni exclusivamente un individuo, sino que es también un animal
socializado. Esta dimensión social inherente al hombre está determinada, en primer
lugar, por la necesidad, pues es obvio que el individuo perecería en un total aislamiento
(la existencia solitaria de Robinson Crusoe, suponiendo que fuera algo más que una
figura literaria, nunca podría mantenerse de por vida). Pero esta dimensión social es,
asimismo, el horizonte que conforma las posibilidades de desarrollo espiritual del ser
humano. Pensar, por ejemplo, no es un hecho aislado; el lenguaje, cualidad distintiva del
hombre, es antes que nada un hecho social; y todo «yo», aun considerado de modo
puramente psicológico, presupone un «tú», un «otro». Es por eso por lo que todo
individuo se desarrolla en el marco de una sociedad determinada, a la que necesita por
imperativos biológicos y sin la cual no podría evolucionar espiritualmente (es decir, en
términos psicológicos y morales).
     Esto no indica, sin embargo, que la existencia del individuo en sociedad sea una
existencia exenta de tensiones. En siglos anteriores, mucho antes de que apareciera la
moderna ciencia de la sociedad, esto es, la sociología, algunos pensadores consideraron
que la sociedad humana era consecuencia de un contrato. Partieron de la idea de que el
hombre originariamente vivía en un estado de naturaleza y que los peligros del mismo
le habían conducido a la formalización de un pacto social que garantizara su
supervivencia. Era una forma de explicar el origen de la sociedad y de aceptar los
inconvenientes que entraña la convivencia.


RESUMEN
     La sociología se ha especializado en variedades como la sociología del trabajo, la
del derecho, la de la religión y la de la educación, así como la del conocimiento. En las
últimas décadas del siglo    XX   la sociología ha estudiado de modo incesante los
fenómenos característicos de la cultura de masas.
     El ser humano, por el mismo hecho de serlo, vive forzosamente en sociedad. Esta
dimensión social está determinada por la necesidad (un hombre aislado perecería) y es
el horizonte que determina su desarrollo espiritual. Individuo y sociedad son
inseparables: el individuo es un producto social y la sociedad sería impensable sin
individuos, sin seres indivisibles.


Estructuras sociales. La familia

      Puesto que una sociedad es un todo orgánico, dentro de ella las distintas formas de
relación social conducen a estructuras de muy diverso tipo, desde la familia hasta la
clase social, desde el municipio hasta el Estado. Por su parte, la familia se estructura en
unas condiciones estables y duraderas en el tiempo.


Las estructuras sociales


      La clasificación más simple de una sociedad es la que establece unas estructuras
primarias o naturales y unas estructuras secundarias o culturales. Las primeras, en las
que figuran agrupaciones como la familia, el clan, etc., atienden ciertas necesidades
ineludibles de la naturaleza humana; se las denomina también comunidades. Las
segundas, mucho más complejas y, por tanto, más difíciles de abarcar, atienden
necesidades menos perentorias, y al mismo tiempo más racionales, surgidas a lo largo
de la evolución histórica del hombre. En este apartado figura todo tipo de asociaciones,
desde las más simples, como las sociedades deportivas, culturales, mercantiles, etc.,
hasta aquellas que estructuran la vida religiosa, económica y política de la sociedad.


La familia


      La moderna sociología ha acuñado el concepto de comunidad para referirse a todo
grupo social orgánico y originario que aparece cohesionado por una voluntad no
racional. En el seno de una comunidad, los vínculos se hallan reforzados por una gran
carga afectiva (es decir, por una voluntad que es anterior a la razón), y por eso la
institución que mejor se adapta a este concepto es la familia.
      Se ha definido a la institución familiar desde ópticas muy diversas. Así, por
ejemplo, el derecho civil habla de la familia como de un grupo de personas que están
vinculadas por relaciones de parentesco. Sociológicamente, la familia es una unidad
social constituida por el padre, la madre y los hijos. Esta configuración, a la que se le
han adherido en el tiempo y en el espacio numerosas variantes, es universal.
      La tipología de la familia comprende una nueva división: la de la familia nuclear
y la de la familia extendida. Mientras que ésta fue característica de las sociedades
agrarias, la familia nuclear (que es la formada tan sólo por padres e hijos y que se funda
en el matrimonio monogámico) es típica de las modernas sociedades urbano-
industriales.
      Al margen de estos tipos, la familia se puede aislar como unidad social merced a
unas características generales ligadas a las funciones que desempeña.
      En primer lugar, hay que hablar de la función reproductora, que está al servicio de
la conservación de la especie. En segundo lugar, la familia, por tener como base el
matrimonio (lo que equivale a una relación estable entre un hombre y una mujer),
permite el desarrollo sostenido de la función sexual. La tercera de las funciones
familiares es la económica. Por último, y puesto que tiene a su cargo la crianza de los
hijos, la familia posee una función eminentemente educativa.
RESUMEN


       Clasificación de las estructuras sociales: primarias o naturales (denominadas
comunidades, atienden las necesidades ineludibles de la naturaleza humana: familia,
clan) y secundarias o culturales (atienden necesidades más racionales; se trata de
asociaciones de todo tipo).
       La familia es el concepto que mejor se adapta al de comunidad. El concepto de
familia se ha definido de diversas maneras; según el derecho civil, es un grupo de
personas relacionadas por parentesco, y desde una perspectiva sociológica, es un grupo
social formado por los padres y los hijos.
       Desde otro punto de vista, la familia puede ser nuclear (característica de las
modernas sociedades urbano-industriales) o extendida (propia de las sociedades
agrarias).
       Funciones de la familia: reproductora, sexual, económica y educativa.


Estratificación social

      Si la célula social por excelencia es la familia, ésta se agrupa, a su vez, en
conjuntos más amplios que, debido a sus características e intereses comunes, configuran
una unidad más o menos homogénea. Esta unidad recibe el nombre de clase social.
Conviene tener en cuenta, no obstante, que el concepto de clase social se aplica en el
contexto de las modernas sociedades configuradas bajo el régimen de producción
capitalista.


La estratificación social


      En los tipos de sociedades distintas a las capitalistas, la estratificación social ha
tenido lugar de otro modo. Así, por ejemplo, en la época medieval, cuando era
predominante el régimen feudal, la división social no era de clases, sino de estamentos,
de la misma manera que en la India la estratificación social está configurada por el
sistema de castas.
      Estratificación social es, pues, el resultado de la ordenación de grupos de personas
en sentido vertical, mediante la asignación y establecimiento de papeles y funciones a
las que prestan adhesión.
      El concepto de clase social, debido a la influencia de Karl Marx y de los teóricos
marxistas, es esencialmente económico. La propiedad o no de los medios de producción
y de distribución ha permitido distinguir históricamente dos grandes clases sociales, la
de la burguesía y la del proletariado. Burgués, en este caso, es equivalente a propietario
o patrono, mientras que proletario es todo aquel que vende su fuerza de trabajo a cambio
de un salario.


El asociacionismo laboral


      La estratificación social, aun no dependiendo de forma exclusiva de factores
económicos, está profundamente relacionada con el trabajo o actividad mediante la cual
el hombre transforma los bienes de la naturaleza a fin de satisfacer sus necesidades. La
división del trabajo, o proceso por el cual los trabajadores se han especializado en tareas
diferenciadas, ha producido a lo largo de la historia distintas formas de asociacionismo
laboral. Una de las más características asociaciones laborales fueron los gremios de
artesanos, que aparecieron en la Edad Media y que, durante varios siglos, se
mantuvieron organizados según el tipo de trabajo.
      A partir del siglo   XIX,   a medida que en Occidente iba avanzando el proceso de
industrialización, se extendieron los sindicatos, asociaciones laborales surgidas para la
defensa de los intereses de los trabajadores. Después, y en contraposición a ellos,
aparecieron los sindicatos patronales. El sindicalismo ha sido la forma principal del
asociacionismo obrero en la época contemporánea y en la actualidad sigue
desempeñando un papel fundamental en la mejora de las condiciones de vida de las
clases trabajadoras.


RESUMEN


       La familia se agrupa en un conjunto más amplio: la clase social. El concepto de
clase social, por influencia de Karl Marx y otros teóricos marxistas, es esencialmente
económico (dos grandes clases: burguesía –propietario– y proletariado –vende su
trabajo por un salario–); puede añadirse una tercera clase, nacida en la sociedad
posindustrial, la clase media, en la que se encuadran diferentes estratos regidos por
distintas jerarquías y valores.
       La estratificación está muy vinculada con el trabajo. La división del trabajo ha
producido a lo largo de la historia distintas formas de asociacionismo laboral (la más
característica son los gremios de artesanos). A partir del siglo XIX se extendieron los
sindicatos, asociaciones surgidas a fin de defender los intereses de los trabajadores; en
contraposición, también aparecieron los sindicatos patronales.


Nación y Estado

      Los distintos grupos sociales que configuran la estratificación de una sociedad se
hallan vinculados entre sí porque forman parte de una misma nación. Ésta es una
comunidad surgida históricamente en un determinado territorio y que posee una serie de
elementos comunes de identificación como el idioma, las tradiciones culturales, la vida
económica y una forma de ser específica y distintiva.


Conceptos de nación y estado


      Los elementos comunes con los que cuenta una nación pueden ser más amplios e
incluso que de ellos puede no estar presente. Pero, dentro de sus variantes, conforman el
aspecto objetivo de una nación, de modo que un individuo, al nacer, los encuentra ya
dados. Junto a este aspecto objetivo, otra característica fundamental que permite definir
a una nación es la consciencia que de ella tienen sus miembros, consciencia que les
impulsa a una afirmación de su personalidad diferenciada mediante la construcción de
unas instituciones políticas propias. Tales instituciones terminan adoptando la forma de
Estado, aunque no necesariamente, pues hay naciones divididas entre varios estados
(con o sin instituciones de autogobierno) y hay estados plurinacionales que integran en
su seno a más de una nación.
      Conviene tener en cuenta que la identificación entre nación y Estado es histórica;
se originó en la época del Renacimiento y llegó a su máxima expresión en el siglo      XIX

con los estados nacionales creados por las burguesías europeas. El Estado nacional, por
consiguiente, se refiere a un tipo concreto de estado, ya que éste, en tanto que
organismo jurídico-político, puede adoptar otras formas no siempre coincidentes con la
realidad de la nación.
      Para entender mejor la diferencia existente entre el concepto de nación y el
concepto de Estado hay que atenerse al hecho de que el primero se refiere a un
fenómeno social, mientras que el segundo apunta hacia un fenómeno esencialmente
político. La nación está integrada por unos grupos sociales; pero la autoridad sobre tales
grupos sociales es algo que pertenece al Estado, estructura política organizada
jurídicamente cuyos dos atributos esenciales son la soberanía y la independencia. Por
medio de la soberanía, el Estado monopoliza la autoridad dentro de los confines de su
territorio. En el exterior, el Estado es independiente y goza de un trato de igualdad con
los restantes estados soberanos.


Formas de gobierno


      El Estado ejerce el poder a través del gobierno, que abarca no sólo el poder
ejecutivo (es decir, el que ostentan el jefe del Estado y el jefe del gobierno, así como el
gabinete o consejos de ministros), sino también los poderes legislativo y judicial.
      Hay dos grandes formas de gobierno, la monocrática y la dualista. En la primera,
el gobierno es de un solo hombre, como es el caso de las monarquías absolutas y de las
dictaduras. En la segunda, las funciones de jefe de Estado y de jefe de gobierno
permanecen separadas, como ocurre con las monarquías constitucionales y con las
repúblicas.
Estas formas de gobierno engendran regímenes políticos distintos. A grandes
rasgos, pueden distinguirse tres tipos de regímenes políticos: el totalitario, el
autoritario y el democrático, según sea el grado de control popular ejercido sobre los
gobernantes. Dicho control popular se ejerce fundamentalmente a través de las
elecciones.
      En los regímenes democráticos, éstas se efectúan por sufragio universal, lo que
quiere decir que pueden votar todos los ciudadanos. Si se vota directamente al jefe del
Estado para que ostente el poder ejecutivo y elija, a su vez, al jefe de gobierno, la
democracia es presidencial. Si se eligen a unos parlamentarios para que elijan al jefe de
gobierno, entonces la democracia es parlamentaria. En ambos casos, no obstante, es
indiscutible que la soberanía corresponde al pueblo.
RESUMEN


Los distintos grupos sociales forman parte de la nación (comunidad histórica que posee
unos rasgos definidos: idioma, cultura, vida económica). Además, la consciencia que de
ella tienen sus miembros impulsa la construcción de unas instituciones políticas propias,
las cuales terminan adoptando la forma de Estado.
        El concepto de nación se refiere a un fenómeno social y el de Estado apunta
hacia un fenómeno político.
        El Estado ejerce el poder a través del gobierno, que abarca los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial.
        Existen dos grandes formas de gobierno: monocrática (gobierno de un solo
hombre, monarquía absoluta o dictadura) y dualista (las funciones de jefe de Estado y
jefe de gobierno están separadas, monarquía constitucional o república). Estas formas
de gobierno engendran regímenes políticos distintos: totalitario, autoritario y
democrático.


Ética

La ética no es solamente una disciplina del pensamiento que estudia desde fuera el
comportamiento entre los humanos; la ética es un fenómeno vital en permanente crisis y
transformación. Desde un punto de vista ético, la moralidad no está encaminada a la
consecución de un fin, sino que el fin es la práctica de la moralidad misma, a la que a
veces hemos llamado bien.
El origen del comportamiento ético se encuentra en la misma esencia del hombre social
puesto que etimológicamente la palabra ética significa carácter, modo de ser y hábito.
Este carácter tiene que ser considerado como acción individual dentro de un marco
social. Dentro de los contenidos morales, se pueden considerar dos posturas generales
muy diferenciadas: sociologismo ético y naturalismo biológico, que, sin embargo, no se
pueden entender si no es de forma interdependiente. La complejidad de las relaciones
humanas ha obligado a generar marcos conceptuales donde concretar el conjunto de
preceptos morales a partir de los cuales debe regirse el hombre social.
El mundo moderno ha dado lugar a la creación de los derechos humanos, cuya primera
declaración oficial se publicó a raíz de la revolución francesa en 1789. La ética
comunitaria es la que rige las pautas de comportamiento de los seres humanos a la hora
de relacionarse con sus semejantes según el tipo de relación que exista entre ellos. La
estructura familiar depende de las relaciones sociales y es a la vez uno de los pilares de
ellas. En la era moderna, pensadores y políticos han intentado la moralización del poder,
que muy a menudo simplemente ha sido su autolimitación. En ese sentido, una de las
ramas más importantes de la ética es la de la ética política, que establece que, puesto
que el fin de la política es conseguir el bienestar de los ciudadanos, sus medios deben
respetar este fin y el estado por ello debe actuar éticamente. Existen, sin embargo, varias
formas de gobierno (dictadura, monarquía, democracia), muchas de las cuales no
respetan este precepto.
La religión, definida como todo culto tributado a una divinidad, establece, al igual que
la moral, unas pautas de comportamiento a seguir concretadas en un conjunto de
dogmas y prácticas que se manifiestan en unos determinados ritos. Si entendemos la
religión como la forma del ser humano de reaccionar ante lo trascendente y de entender
lo absoluto, se concluye que el hombre es un ser religioso por naturaleza y que la
experiencia religiosa, es decir, la vivencia interior del hecho religioso, aparece en el
hombre antes que la religión misma. El estudio de la evolución histórica de la religión
pone de relieve que han existido muchos tipos de manifestación religiosa a lo largo de
los siglos según el carácter de las diferentes civilizaciones. Desde el principio de los
tiempos la idea de Dios ha ido variando y se han sucedido diversas aproximaciones a él
(panteísmo, deísmo, teísmo) hasta llegar al moderno ateísmo, es decir, a la negación de
Dios.
El hecho moral

El hombre lleva a cabo en su vida muchas acciones muy diferentes unas de otras. Unas
(relacionadas con las necesidades primarias o biológicas) las realiza de modo
inconsciente o mecánico, otras (ir a un espectáculo) son precedidas por una reflexión y
otras (ir a trabajar o respetar las leyes) las hace por obligación. Sin embargo, no todas
ellas se realizan teniendo presente una norma moral de conducta a seguir. ¿Cuáles son,
pues, las acciones morales?


Concepto de hecho moral


En general, algo es un hecho cuando ya está realizado y no puede negarse su evidencia.
Los hechos se pueden dividir en hechos naturales, que pueden explicarse a través de
una causa natural, y hechos culturales, que se realizan con vistas a conseguir algún fin.
Los hechos realizados por el hombre pueden ser divididos en actos de los hombres (el
hombre los realiza en función de su naturaleza animal, de manera inconsciente,
instintiva y mecánica) y actos humanos (actos específicamente humanos, es decir, son
los que sólo puede realizar el hombre en cuanto tal y de manera consciente).
El hecho moral es la acción realizada por el hombre en cuanto hombre, sin relación con
las realidades de la naturaleza. El hombre, sin embargo, lleva a cabo una enorme
cantidad de actos propiamente humanos que, aunque estén motivados por causas
diferentes y persigan un fin, no son propiamente morales, pues no persiguen el fin moral
por sí mismo, a saber, el bien.


Características del hecho moral


El hecho moral es un comportamiento consciente, libre y voluntario, fruto de una
decisión reflexiva y encaminado a la consecución de un fin y que afecta a las personas
que rodean al individuo y puede ser valorado, en función de una norma moral, como
bueno o malo, justo o injusto.
El hecho moral es consciente


El acto moral es consciente. Los actos movidos por motivos inconscientes (pasiones,
impulsos, miedos) no pertenecen a la moral, ya que al que no tiene conciencia de lo que
hace no puede exigírsele responsabilidad moral. El individuo que actúa moralmente es
consciente del fin que quiere conseguir y de los motivos que le han llevado a realizar
esa acción, lo cual comporta la previsión del resultado y la responsabilidad de la
actuación.


El hecho moral afecta a los demás


Cuando el hecho del individuo afecta a los demás, adquiere una dimensión moral,
mientras que los actos individuales que no tienen consecuencias para los demás no
pertenecen al ámbito moral. Desde esta perspectiva, podemos distinguir tres tipos de
acciones: morales (cumplen las normas de la moralidad y afectan a los demás de manera
positiva), inmorales (incumplen las normas morales y perjudican a los demás) y
amorales (no tienen consecuencias para los demás).


El hecho moral está encaminado a la consecución de un fin


Los actos morales están encaminados hacia la consecución de un fin, el cual tiende a
identificarse con el bien (aquello que lleva al hombre a realizarse como tal).
Sin embargo, hay que tener también presentes los resultados, los medios y las
intenciones de la acción para establecer si un acto es o no moral.


El hecho moral está sometido a una norma


a) Diferencias entre normas morales y legales
Todo hombre pertenece a una sociedad que cuenta con una serie de medios para
modelar la conducta de sus integrantes, regular sus relaciones y asegurar el orden social
establecido (normas morales, leyes y costumbres). Mientras que las normas legales
requieren algún tipo de presión externa para su cumplimiento, las normas morales se
cumplen libremente porque el individuo las interioriza como las mejores. A pesar de
esta distinción, muchas veces lo moral y lo legal coinciden.
b) Las normas morales se aceptan libre y voluntariamente
El hecho moral es un acto voluntario que se realiza libremente y que implica siempre
una consciencia individual que hace suyas unas reglas de acción que se presentan como
normas a seguir y que implican una total responsabilidad para con las acciones de cada
uno. Cuando, habiendo aceptado unas normas de conducta, actuamos en contra de ellas
surge la mala conciencia. Aparecen aquí los dos planos del comportamiento: el ideal
(deber ser) y el real (ser).
c) Las normas regulan el plano del «deber ser»
Las normas morales postulan el tipo de comportamiento a seguir (plano del deber ser).
Sin embargo, el individuo, en su actuación concreta (plano del ser), unas veces se ajusta
a esas normas y otras no, lo cual establece los actos buenos o malos.
d) La actuación moral se juzga de acuerdo con las normas morales
El hecho moral está siempre sujeto a la aprobación o a la condena tanto de uno mismo
como de los demás de acuerdo con las normas morales aceptadas por la sociedad. Ahora
bien, estas normas son generales y es el sujeto el que debe aplicarlas a cada caso
particular, con el riesgo de equivocarse en la previsión del resultado perseguido, de lo
cual se deriva la responsabilidad moral del sujeto agente.


Resumen


Los hechos pueden dividirse en naturales (explicables a través de una causa natural) y
culturales (realizados para conseguir un fin y subdivididos en actos de los hombres –
realizados por el hombre en función de su naturaleza animal; son instintivos y carecen
de voluntad y de libertad– y actos humanos –son los realizados por el hombre de
manera consciente–).
El hecho moral pertenece a los actos humanos. Es consciente (el individuo es consciente
de lo que quiere conseguir, de sus motivos y de los pasos que debe seguir para
conseguirlo, y es responsable de su actuación).
En tanto que afecta a los demás, pueden establecerse tres tipos de acciones: morales (al
adecuarse a las normas establecidas, afectan a los demás de manera positiva), inmorales
(incumplen las normas y perjudican a los demás) y amorales (no tienen consecuencias
perjudiciales para los demás).
Está encaminado a la persecución de un fin, identificable con el bien.
Está sometido a una norma (la norma moral, al contrario que la legal, se interioriza por
propio convencimiento, postula el tipo de comportamiento a seguir libremente y sirve
para aprobar o condenar una acción).


El origen del comportamiento ético

¿De dónde surge la ética?, ¿cómo aparece?, ¿es necesaria la ética para el hombre?, ¿es
la ética intrínseca en el ser humano? ¿es una consecuencia de la evolución? ¿podríamos
vivir sin ética? Intentaremos a continuación dar respuesta a estas preguntas y aclarar el
porqué y el cuándo del surgimiento de la ética en el comportamiento humano.


Aparición histórica del comportamiento ético


El comportamiento de los animales, en tanto que instintivo e innato, no se adecua a
ninguna regla moral y no persigue ningún fin ético. De ahí que estos comportamientos
no pertenezcan al campo de la ética. Según la teoría de la evolución del hombre de
Charles Darwin, el hombre desciende de un primate superior, un homínido carente de
ética que en poco o nada se diferencia del resto de los animales. El comportamiento
ético surge, pues, paralelamente a la emergencia del hombre de la animalidad, ruptura
que se inicia en el preciso momento en que aparecen la consciencia, el lenguaje y la
comunidad y gracias a la cual el hombre, al no depender sólo de los instintos, deja de
ser animal y se humaniza. Con ello aparece la posibilidad de elección del hombre sobre
su vida y su conducta, lo cual nos adentra de lleno en el ámbito de la ética.


La actuación moral, un comportamiento individual


Como hemos dicho, la consciencia del hombre como ser inteligente se da paralelamente
a la emergencia del lenguaje y de la vida en comunidad. El hombre, al no poder hacer
frente en solitario a la naturaleza, necesita la colaboración de sus semejantes para
sobrevivir, lo cual presupone que su conducta, en tanto que ser social, debe integrarse en
los valores existentes en la comunidad a la que pertenece.
En las sociedades primitivas, el hombre acepta íntegramente las pautas de
comportamiento y los valores de su comunidad, pues de ello depende su supervivencia.
En la medida en que las sociedades son más avanzadas, la conducta de los individuos
que la forman se separa más de la norma imperante y surgen diferentes pautas de
comportamiento, sin que ello suponga ningún peligro para el individuo ni para la
sociedad.


Doble dimensión del hecho moral


Si reflexionamos sobre lo dicho hasta ahora, nos daremos cuenta de que en todo
momento, al hablar del hecho moral, hemos estado haciendo referencia implícita a dos
dimensiones íntimamente ligadas e inseparables: una individual y una social.


Dimensión individual de la ética


Todo hombre, al nacer, se incorpora en un determinado marco social, en función de
cuyos valores es educado. Sin embargo, cada individuo puede adoptar diferentes
posturas ante los valores que se le pretenden inculcar. Henri Bergson distinguió dos
tipos de moral según la actitud del individuo respecto a los valores sociales: moral
cerrada (cuando se aceptan de modo pasivo los valores de la sociedad) y moral abierta
(cuando el individuo, en lugar de interiorizar sumisamente las normas de la sociedad a
la que pertenece, toma una actitud crítica ante ellas y las modifica en función de sus
propios criterios éticos).
Tanto en uno como en otro caso, la ética es algo individual, pues es cada hombre
concreto quien libre y conscientemente hace suyas e interioriza unas normas de acción,
conforme a las cuales decide gobernar su conducta y juzgar y valorar sus actos. Por
fuertes que sean los ingredientes sociales y colectivos, la decisión y el acto moral surgen
siempre como consecuencia de la decisión de una persona singular.
La ética es también individual porque, aunque la acción pueda llegar a repercutir en
otras personas, el primero sobre quien recae todas sus consecuencias es el propio
individuo que la realiza.


Dimensión social de la ética


El origen de la moral es social, ya que las normas morales, cuya función es regular la
conducta de los individuos y sus relaciones, derivan de la sociedad, que intenta así
garantizar su pervivencia. El hombre es un ser social, pues su vida se desarrolla dentro
de la sociedad a la que pertenece, la cual le enseña todo lo que necesita para vivir y le da
los valores para gobernar su vida. Decimos, pues, que una sociedad «hace moralmente»
al hombre en tanto que los individuos no crean su moral a partir de la nada ni escogen
sus normas morales con total libertad, sino que todo individuo se educa bajo la
influencia del modelo de conducta que prevalece en su sociedad, modelo que determina
de diferentes maneras la moral del propio individuo. Este hecho explica que los
individuos pertenecientes a una determinada realidad histórica, cultural y social
reaccionen, por lo general, de modo parecido ante una situación concreta similar.


Resumen


En tanto que la conducta de los animales no pertenece a la ética (su comportamiento es
mecánico-instintivo) y que el hombre desciende de un primate superior (teoría
darwiniana), la ética debió de aparecer paralelamente a la emergencia del hombre de la
animalidad.
Este proceso de humanización permitió al hombre, al desvincularle de los instintos,
actuar de manera consciente y de acuerdo con su voluntad.
La conducta del hombre debe adecuarse a los valores de la comunidad a la que
pertenece, sin embargo, cuanto más avanzada es una sociedad, más variedades de
normas de comportamiento son aceptadas por la sociedad misma.
Doble dimensión del hecho moral: dimensión individual (cada hombre, libre y
conscientemente, hace suyas e interioriza unas normas de acción, respecto a las cuales
gobierna y juzga sus actos) y dimensión social (la sociedad le da al hombre los valores a
partir de los cuales ha de gobernar su vida).
El responsable fundamental de la toma de postura de un individuo frente a la moral dada
por la sociedad es el carácter, conjunto de cualidades psíquicas y afectivas que
condiciona la conducta de cada individuo.


Origen de los contenidos morales

Aunque todos los hombres tienen alguna moral, no todos tienen la misma: diferentes
hombres y diferentes sociedades se gobiernan por distintas normas morales. Ante esta
pluralidad, es inevitable hacerse una serie de preguntas: ¿cuál es el fundamento del
contenido moral?, ¿existe algún contenido ético común a todos los hombres?, ¿pueden
ser válidas todas las morales coexistentes?
Respecto al origen de los contenidos morales, a lo largo de la historia ha habido,
fundamentalmente, dos posturas bien diferenciadas: contenido moral como algo creado
por convención u originado por la propia naturaleza humana.


Contenido moral como algo creado por convención


Contractualismo


Autores como Hobbes piensan que el contenido ético es una convención pactada por los
individuos que forman la sociedad, cada una de las cuales, en función de sus propios
intereses, acordaría, para regirse, unos u otros contenidos morales y leyes.


Sociologismo ético


Para otros autores, por ejemplo Durkheim, es la sociedad la que impone las normas
morales a los individuos mediante la presión social que ejerce sobre ellos, pues resulta
vital para ella que todos los elementos que la integran reproduzcan sus valores sociales.
Cada sociedad tendría, así, la moral que le fuese necesaria para su supervivencia, y de
ahí que diferentes sociedades tengan morales distintas.


Contenido moral como algo determinado por la naturaleza


Otros autores han mantenido que el fundamento de los contenidos morales se encuentra
en la naturaleza humana, a la que hay que remitirse para determinar qué reglas tenemos
que seguir.


Naturaleza supranatural


Santo Tomás de Aquino concibe al hombre como una criatura racional creada por Dios;
todos los hombres tienen, pues, una idéntica naturaleza divina, naturaleza que contiene
dentro de sí, por voluntad de Dios, el primer principio moral: «Haz el bien y evita el
mal». Todos los hombres, mirando dentro de sí, pueden llegar a conocer este principio y
actuar de acuerdo con él. Sin embargo, ese principio es tan general que no sirve para los
casos particulares, de ahí que los hombres deban adaptar esa regla general a lo particular
y dotarla de contenido, adaptación sólo posible gracias a la experiencia moral.


Naturalismo biológico


El filósofo y sociólogo británico Herbert Spencer, siguiendo las teorías de Darwin sobre
la evolución, formuló el darwinismo social, para el cual los valores éticos están
contenidos en la estructura biológica del hombre. De forma general, aunque con alguna
excepción, el placer acompaña a lo biológicamente útil y el dolor a lo peligroso. La
propia naturaleza nos indica la conducta virtuosa –la placentera– y la que debemos
rechazar –la dolorosa–. Spencer, pues, fundamenta la moralidad en la naturaleza
biológica del hombre; sin embargo, señala también la existencia de determinadas
normas morales que sobrepasan el ámbito natural: son las llamadas «normas adquiridas
por la raza», es decir, las formuladas por la sociedad y aceptadas por tradición.


Las posiciones convencionalistas apuntan a un relativismo ético, que supone afirmar
que cualquier norma moral es válida en función de la sociedad en la que se sitúe. Si esto
fuera así, no habría ningún contenido moral válido universalmente. Por el contrario, los
naturalistas señalan que existen unas normas éticas válidas para todos los hombres de
todas las épocas, pues estas normas son algo que deriva de la propia naturaleza humana;
si esto fuera así, todas las sociedades deberían tener el mismo sistema moral o, cuando
menos, muy parecido. Pretender, pues, determinar el contenido moral desde una de estas
dos posiciones con independencia de la otra nos llevaría a alejarnos de la realidad
concreta del hombre; ya hemos hecho referencia a la doble dimensión natural y social
del ser humano: en cuanto animal, todo hombre ha de satisfacer unas necesidades
biológicas; en cuanto ser social, se integra dentro de una sociedad. Haciendo un estudio
comparativo de las normas morales que imperan en las diferentes sociedades, se llega a
la conclusión de que existen unos principios morales básicos comunes a todos los
grupos sociales, los cuales, fundamentalmente, están asociados a la satisfacción de las
necesidades fisiológicas, materiales, psíquicas y de realización esenciales para la
supervivencia de la sociedad; sin embargo, según la cultura de cada sociedad surgen
diferentes interpretaciones y aplicaciones de estos principios morales que dan lugar a
normas morales diferentes en cada una de las diferentes sociedades.
Resumen


Existen dos posturas fundamentales a la hora de valorar el contenido de las normas
morales.
Contenido moral como algo creado por convención: contractualismo (Hobbes piensa
que el contenido ético es una convención, un pacto, entre los individuos de una
sociedad) y sociologismo ético (Durkheim cree que es la sociedad la que impone las
normas morales mediante la presión social que ejerce sobre sus componentes).
Contenido moral como algo determinado por la naturaleza: naturaleza supranatural
(según santo Tomás de Aquino, el hombre, al tener una naturaleza divina, tiene dentro
de sí el primer principio moral –«haz el bien y evita el mal»–, regla general que el
hombre tendrá que ir adaptando a cada caso concreto) y naturalismo biológico (para
Spencer, los valores éticos están contenidos en la estructura biológica del hombre; sin
embargo, señala también la existencia de determinadas normas que sobrepasan el
ámbito natural: son las formuladas por la sociedad y aceptadas por tradición).
Sin embargo, pretender determinar el contenido moral sólo desde una u otra de estas dos
posturas nos llevaría a alejarnos de la realidad concreta del hombre: existen unos
principios morales básicos comunes a todos los grupos sociales; ahora bien, cada
sociedad se caracteriza por su adopción y utilización concreta de estos principios.




Los contenidos de la moral actual: los derechos humanos

¿Qué preceptos morales imperan en las sociedades actuales? Hablar de contenidos
morales en la actualidad es hablar necesariamente de toda la temática referente a los
derechos humanos, los cuales proponen el respeto de la persona y sus valores. Los
derechos humanos son reconocidos por todos los países como valores primordiales que
hay que respetar; la existencia de este consenso se debe a la proliferación de los medios
de comunicación y a la creación de organismos internacionales.


Aparición de los derechos humanos
A pesar de que cada época haya tenido su legalidad y su moralidad, en función de las
cuales se haya dado un trato u otro a la persona, no podemos afirmar que los derechos
humanos hayan existido desde la Antigüedad y que poco a poco se hayan ido
ampliando. Los derechos humanos surgieron con el proceso de formación del mundo
moderno.
Hablar de ellos en épocas anteriores no tiene demasiado sentido; podemos hablar, por
ejemplo, de los derechos de la Edad Media y del avance que supusieron o no respecto a
los de la época romana; sin embargo, los derechos humanos son la respuesta a una serie
de situaciones que se vivieron en Europa y en las colonias de los países europeos
durante los siglos   XVI   y   XVII.   No nacieron como producto de una reflexión racional,
sino por motivo de causas concretas: a) con el incipiente desarrollo del capitalismo, la
burguesía ganó peso específico dentro de la sociedad y, frente a la concentración de
poder en manos de un monarca absoluto, reivindicó estar protegida por el poder y
participar en él; b) en esta época, se produce la ruptura de la unidad de la Iglesia debido
a la reforma protestante y, frente a la intolerancia y la imposición por la fuerza de una
creencia religiosa, se reivindica otra concepción del cristianismo; c) el Estado absoluto
no garantiza la seguridad de todos sus ciudadanos: los jueces no actúan siempre de
modo imparcial y se usa la tortura como medio para la obtención de pruebas en un
proceso y como pena, lo cual ocasiona una reacción contra el sistema legal y judicial
por parte de los sectores desprotegidos ante la ley.
El descontento social ante el Estado absoluto culminó con la revolución francesa, que
supuso el surgimiento del Estado moderno, y con la formulación de tres sucesivas
Declaraciones de derechos del hombre y del ciudadano (1789, 1793 y 1795). La
Declaración de 1789 –haciéndose eco de la declaración de independencia de Estados
Unidos (1776)– proclamaba la igualdad de todos los ciudadanos, el derecho a la
propiedad y a la libertad y la libertad de opinión, de prensa y religiosa. La de 1793
añade a los anteriores derechos el de educación, trabajo y asistencia pública. En la de
1795 se añade la igualdad ante la ley y pierde vigencia el derecho de igualdad de los
ciudadanos. Estas declaraciones son los precedentes de la actual Declaración de los
derechos humanos, formulada en 1948 por la ONU tras los horrores vividos en la
segunda guerra mundial.


Clasificación de los derechos humanos
La Declaración de los derechos humanos se compone de treinta artículos, los cuales
suelen clasificarse en: a) derechos civiles (protegen la vida personal: derecho a la vida, a
la intimidad personal, a la seguridad económica); b) derechos públicos (libertad de
reunión, de expresión, de pensamiento, de asociación); c) derechos políticos (a
participar en el gobierno del país directa o indirectamente, soberanía nacional del
pueblo); d) derechos sociales (a la seguridad social, al trabajo, a un nivel de vida
adecuado, a la educación, a la libertad de culto).


¿Se respetan los derechos humanos?


Los derechos humanos recogen los valores morales básicos para la convivencia, son la
base de toda ética (la personal, la de la comunidad y la del Estado), marcan las
obligaciones de los estados para con sus ciudadanos y establecen el marco y los límites
de sus funciones. Los derechos humanos están suscritos por todos los países miembros
de la ONU; sin embargo, no son respetados por muchos de ellos. Constantemente se
producen violaciones de los mismos en todos los países, incluso en España, debido a
que los estados no renuncian a su soberanía nacional y se resisten al control de su
política por parte de organismos internacionales.
Todos los estados deberían asumir la filosofía de los derechos humanos e incorporarla a
sus leyes con el fin de posibilitar la moralidad de la vida humana en todos sus ámbitos,
tanto públicos como privados. Un estado que no considere estos derechos no respetará
el valor y la dignidad de la persona en cuanto tal, lo que puede ocasionar una difícil
convivencia entre sus miembros.


Resumen


Los derechos humanos defienden el respeto de la persona en cuanto tal y de sus valores.
Surgen con el proceso de formación del mundo moderno (siglo             XVI).   Motivos que
propician su aparición: reivindicaciones de la burguesía para participar del poder; nueva
concepción del cristianismo; reacción contra la tortura.
A raíz de la revolución francesa, surgieron tres Declaraciones de derechos del hombre y
del ciudadano sucesivas (1789, 1793, 1795).
Clasificación de los derechos humanos: derechos civiles (protegen la vida personal),
derechos públicos (libertad de reunión, de expresión, de pensamiento, etc.), derechos
políticos (participación en el gobierno, la soberanía nacional reside en el pueblo, etc.),
derechos sociales (seguridad social, nivel de vida adecuado, educación, etc.).
Los estados deberían velar por el respeto de estos derechos y posibilitar la moralidad de
la vida en todos sus ámbitos en vistas a una convivencia pacífica entre sus miembros.


La convivencia

Las actuaciones éticas tienen una doble dimensión: una personal y otra social, ya que el
hombre es un ser social a la vez que un individuo con identidad propia. Atendiendo a
esta división, la ética puede estructurarse fundamentalmente en dos grandes ramas: ética
general y ética especial o social. La ética general estudia el carácter propio y la
dimensión personal de la ética y la social analiza las pautas de conducta que gobiernan
la actuación de los distintos grupos que conforman la sociedad y la relación que se
establece entre ellos y los individuos. (La ética social se divide, a su vez, en ética
comunitaria y en ética social o política.)


La ética personal


La ética, ante todo, es algo personal, pues deriva de hombres concretos, en cuya libertad
y responsabilidad reside el carácter personal e individual de sus conductas. Cada uno
interioriza con sus características propias las reglas de conducta que la sociedad
presenta; normas que, al ser interiorizadas, pasan a formar parte del «fuero interno» de
cada individuo y sirven para delimitar su posición moral respecto a las propias
actuaciones y las de los demás; en ocasiones extremas, generalmente en momentos de
crisis, cuando la moral social aparece inadecuada e injusta, este «fuero interno» puede
entrar en conflicto con los valores que imperan en la sociedad y originar un conflicto
moral entre lo que la sociedad impone y lo que le dicta a cada individuo su consciencia;
por el contrario, bajo otras circunstancias, el individuo puede sacrificarse en aras de los
derechos sociales (es el caso, por ejemplo, de Sócrates).


De la ética personal a la ética comunitaria


El hombre, por naturaleza, vive en comunidad y establece vínculos comunes con los
otros mediante relaciones de carácter interpersonal, es decir, el «yo» se abre y, al
relacionarse con un «tú», crea un «nosotros». Sin embargo, para que la relación
interpersonal tenga éxito, es necesario respetar ciertas exigencias éticas: a) hay que
tratar al «tú» como persona, como ser racional y libre, con su propia intimidad y
dignidad, como si fuera otro «yo»; b) el «yo» debe abrirse al «tú» de forma auténtica y
sincera; c) una vez establecida una relación entre el «yo» y el «tú», se presupone el
cumplimiento de una serie de exigencias éticas por parte de ambos: veracidad y
sinceridad en sus relaciones y espíritu comunitario, esto es, abandono total de
posiciones egoístas, individuales. El «nosotros» es la primera forma de relación social,
en la cual ya no se vive sino que se convive.


Aportación del «yo» al «nosotros»


Cada «yo» posee una riqueza interior de ideas, pensamientos, creencias, ilusiones,
afectos, sentimientos, que constituye su propio ser interior. El hombre, por ser
consciente, tiene la capacidad de ensimismarse, de quedarse en sí mismo frente al otro y
los otros, y de pensarse, esto es, de encerrarse en sí mismo para encontrarse y
autoconocerse. Este mundo personal constituye la base de la convivencia social, pues,
en ella, cada ser debe aportar al grupo sus ideas, sentimientos, proyectos, de manera que
el grupo se enriquezca con cada uno de los elementos que lo componen. El individuo
carente de riqueza interior difícilmente podrá llegar a comunicar nada al grupo, cuya
esencia nace de la aportación individual de sus componentes.
Sin embargo, debemos evitar que el «nosotros» devore al «yo» y al «tú»: el encuentro
interpersonal no ha de suponer la negación del «ser» ni de la intimidad personal de los
hombres que se interrelacionan. Para que esto no ocurra y sea posible la convivencia,
deben respetarse unos requisitos morales básicos: la comprensión, la tolerancia, el
diálogo, la sinceridad, la fidelidad y el secreto; si a estas exigencias éticas unimos la
solidaridad, la generosidad, la ayuda mutua y la amistad, se consigue una convivencia
totalmente gratificante y humana.


Resumen


La ética se divide en dos grandes ramas: ética general (estudia el carácter propio de la
ética y su dimensión personal) y ética especial o social (estudia la dimensión social del
comportamiento humano; se divide, a su vez, en ética comunitaria y ética política).
Al interiorizar las reglas de conducta de su sociedad, el individuo las incorpora a su
fuero interno y las esgrime a favor o en contra de su sociedad según le dicte su
conciencia. El hombre, al vivir en comunidad, debe establecer relaciones con los demás;
para que estas relaciones sean posibles, es necesario respetar ciertas exigencias éticas:
tratar al otro como persona, abrirse al otro de manera auténtica y cumplir una serie de
premisas mutuas (sinceridad, espíritu comunitario, altruismo).
Cada ser personal debe aportar a la comunidad sus ideas, sentimientos, proyectos, etc.,
de manera que todos sus componentes puedan enriquecerse mutuamente.
Sin embargo, para que el «yo» no quede anulado y sea posible la convivencia, son
fundamentales la comprensión, tolerancia, diálogo, sinceridad, fidelidad, solidaridad,
generosidad, ayuda mutua y amistad.


La ética comunitaria

La ética comunitaria enmarca las relaciones entre los elementos de una familia, un
grupo de amigos o una pareja, de los cuales se espera que se comporten de acuerdo con
ciertos criterios de bondad, rectitud, obligación, etc. A su vez, estos códigos se insertan
en los de la sociedad de la que forman parte y, aunque puedan darse diferencias
puntuales, la moral de las distintas familias, grupos de amigos o de parejas de una
misma sociedad no varía de forma notable.
En el marco de la ética comunitaria, se estudian los códigos de conducta que deben regir
las relaciones familiares, amistosas o sexuales.


La familia


No podemos entender la familia desde un punto de vista social sin antes situarla en el
contexto del que forma parte, pues su estructura depende de la organización social y
económica de la sociedad a la que pertenece. La familia, a principios de siglo en
España, era entendida como «familia troncal», unidad en la que convivían bajo un
mismo techo los abuelos, los padres y los hijos; esta estructura familiar perdió su razón
de ser con la desaparición del vínculo a la tierra; los hijos dejaron de depender
económicamente de los padres y apareció la «familia conyugal», fundada sobre las
bases de la relación matrimonial y compuesta por la pareja y sus hijos. Como señala
Aranguren, estamos asistiendo, como consecuencia de la aceleración histórica en que
vivimos, a la desmembración de la familia en su sentido tradicional: los hijos se
independizan y abandonan el hogar paterno para vivir solos.


Funciones de la familia


La forma y la función de la familia, a pesar de ser una institución presente en todas las
sociedades de la tierra, varían ampliamente dentro de cada cultura. Sin embargo, entre
sus funciones fundamentales, destacan las siguientes:
– Función educativa: sobre la base del amor y del respeto, la familia educa a los hijos y
desarrolla todas sus cualidades; en la actualidad, esta función está compartida por la
familia y la escuela.
– Función sexual y reproductora: todas las culturas remarcan la función reproductora de
la familia (en algunos casos la negativa de uno de los cónyuges a tener hijos es motivo
suficiente para obtener la anulación matrimonial); junto a esta función, el matrimonio
posibilita una vida sexual socialmente reconocida y aprobada.
– Función afectiva: la familia es un núcleo de amor, ternura, comprensión y simpatía;
este ambiente es fundamental para el desarrollo equilibrado de la personalidad de los
hijos.
– Función sociabilizadora: la familia, en su educación de los hijos, transmite todas las
normas de comportamiento y los valores de la sociedad que esa familia, como parte de
la sociedad, ha asumido; en su convivencia diaria, la familia ayuda a los nuevos
miembros de la sociedad a integrarse en ella, donde convivirán con otros hombres.
– Función económica: la familia proporciona los recursos materiales necesarios para dar
una vida digna a todos sus componentes.


Actitud en caso de conflicto entre moral comunitaria y otra


En la convivencia, pueden surgir conflictos entre la moral de la comunidad y la de la
sociedad; en este caso, el individuo actúa, por lo general, siguiendo la moral
comunitaria y desobedeciendo la moral política o social. Cuando el conflicto se presenta
entre la moral personal y la comunitaria, y en función de la intensidad de los lazos
efectivos, no siempre se impone la moral personal.
Resumen


En la ética comunitaria se estudian los códigos de conducta que deben regir nuestras
relaciones familiares, de amistad, sexuales, etc.
La estructura de la familia depende de las estructuras sociales, económicas y culturales
de la sociedad a la que pertenece.
Funciones de la familia: educativa, sexual y reproductora, afectiva, sociabilizadora y
económica.
Principios éticos de las relaciones familiares: clima de comunicación, respeto de la
intimidad y hacia los demás componentes de la familia.
En el caso de surgir conflictos entre la moral de la comunidad y de la sociedad, el
individuo actúa por lo general siguiendo la moral comunitaria. Cuando el conflicto es
entre la moral personal y la comunitaria la elección dependerá de la intensidad de los
lazos afectivos.


La ética política

La finalidad del Estado es dirigir la vida de la sociedad hacia unas metas concretas.
¿Qué criterios debe seguir para hacer su gobierno justo?, ¿cómo debe organizarse la
sociedad civil?, ¿qué relación guardan las normas morales que gobiernan la conducta
particular de los individuos con las que gobiernan el comportamiento social?
Intentaremos, a continuación, dar respuesta a estas preguntas.


Origen, ejercicio y finalidad del poder político


Teoría de Hobbes sobre el origen del Estado y de su poder


En el momento en que el hombre renunció a su libertad individual y decidió vivir en
comunidad, se convirtió en un animal político («polis», en griego, significa ciudad).
Hobbes explica como sigue las causas de este cambio. El hombre que vivía en estado de
naturaleza, en el que imperaba la ley del más fuerte y no había normas, estaba acosado
por muchos peligros. En estas condiciones, los individuos prefirieron asociarse en
comunidades; para ello, todos los hombres renunciaron a su total libertad y se
sometieron a una autoridad que pudiera asegurar la vida en comunidad, el orden y la
convivencia: surgió así el Estado, encargado de elaborar leyes que garantizasen esa
convivencia y de hacerlas cumplir.
En esta explicación hobbesiana del origen del Estado, afloran las dos voluntades
coexistentes en toda relación política: una que tiene el poder y otra que se subordina a
él, lo cual, por un lado, representa un beneficio para los individuos que ven asegurada su
vida bajo la protección del Estado, y, por otro, la pérdida de libertad que esto comporta.
El poder político se puede ejercer de diferentes formas, según el repartimiento del poder
y la libertad (dictadura, democracia, etc.).
Las finalidades de la política la sitúan dentro del campo de la ética. El objetivo que se
persiga con el ejercicio del poder será moralmente bueno o malo en función de los
beneficios o perjuicios que ocasione. Parece claro que una política que someta a la
mayoría en beneficio de unos pocos resulta totalmente inmoral: la buena política debe
buscar el beneficio de todos. Así, pues, los propósitos de toda política deben ser: a)
buscar el bien común de todos los ciudadanos o, de no ser posible, beneficiar al mayor
número sin perjudicar a ninguno; b) proporcionar seguridad exterior, la guerra debe ser
el último recurso a la hora de salvaguardar a los ciudadanos de agresiones exteriores; c)
lograr la concordia y la prosperidad de los ciudadanos; para ello, debe ocuparse de
cuestiones económicas, jurídicas y culturales.
En la actualidad, consideramos que el sistema democrático es el que mejor cumple con
la finalidad de lo político, pues, al posibilitar la participación de los ciudadanos en la
vida pública, permite que el hombre se realice dignamente como hombre.


El Estado debe actuar éticamente


El único camino de acceso a una verdadera democratización del poder es el de la
participación del mayor número posible de ciudadanos en la vida política. Los sistemas
de gobierno que excluyen la participación en el poder de determinados sectores sociales
fomentan actitudes políticas de ruptura: los grupos marginados se consideran
desprovistos de ciertos derechos y tienden al disconformismo radical. Así pues, la
integración política y social es fundamental para la estabilización de la vida política:
para que los hombres se comporten de acuerdo con la norma social establecida, es
fundamental que no carezcan de recursos económicos, para ello, el Estado asume, por lo
general, tareas éticas; con una política social, puede sustituir las virtudes individuales (la
previsión y el ahorro) por virtudes sociales (seguros contra el paro, la enfermedad, la
invalidez, la vejez). Sin embargo, en el momento en que la Administración pública
asume tareas éticas, éstas pasan a convertirse en tareas técnicas: se crea una institución
administrativa encargada de velar por el cuidado y el buen funcionamiento de estas
previsiones sociales, lo cual representa la tecnificación de la moral.
Para la moral, es tan importante la consecución de unos fines como los medios para
lograrlos. Para cumplir sus fines políticos, el Estado crea unas normas de convivencia,
las leyes, a las que el propio Estado, cuyo comportamiento ha de ser moral y ejemplar, y
todos los ciudadanos deben someterse: si el Estado ha de velar por la paz y la
erradicación de la violencia, no puede emplear la fuerza para establecer el orden.
El ámbito de lo legal, perteneciente al derecho, y el plano de lo moral, relativo a la ética,
están estrechamente unidos, dado que tienen algunos intereses y funciones comunes:
ambos pretenden ordenar las relaciones entre los hombres y, de esta forma, hacer
posible su convivencia mediante normas que, por su carácter imperativo, deben ser
cumplidas. Cuando surge un conflicto entre lo moral y lo legal, normalmente la ética
prevalece sobre el derecho, pues la norma moral, al estar interiorizada, forma parte de la
consciencia del propio individuo, mientras que la norma legal, por ser externa, no se
vive como obligatoria.


Resumen


Según Hobbes, el hombre, con el fin de evitar los muchos riesgos que comportaba vivir
en estado de naturaleza, se sometió a una autoridad encargada de asegurar la vida en
comunidad, el orden y la convivencia; surgió así el Estado, encargado de elaborar las
leyes que garantizan esa convivencia y de hacerlas cumplir.
Existen diferentes formas de ejercer el poder político: dictadura (el gobierno acoge todo
el poder en sus manos y somete totalmente al pueblo), democracia (la soberanía reside
en el pueblo), etc.
Finalidades del poder político:
– Buscar el bien común de todos los ciudadanos.
– Proporcionar seguridad exterior.
– Lograr la concordia entre sus ciudadanos.
Hoy en día, se considera que el mejor sistema político es la democracia.
Requisitos éticos del estado: Integración política y social de todos sus ciudadanos (el
Estado no puede excluir de la participación del poder a ningún grupo social y debe velar
por el bienestar de sus integrantes). Los medios son tan importantes como los fines
políticos (para cumplir sus fines, el Estado crea normas de convivencia a las que deben
someterse tanto la totalidad de sus ciudadanos como el propio Estado).


El fenómeno religioso

La religión ha sido desde el principio de los tiempos parte imprescindible de la vida del
ser humano. Desde que el hombre es hombre ha necesitado algo en que creer, una fuerza
superior que dé sentido a la vida y que forme parte de la sociedad y la civilización que
rodea esta vida. La religión, pues, nace de la necesidad del ser humano de rendir culto a
una divinidad y se concreta en un conjunto de dogmas y prácticas que, al igual que la
ética, rigen el modo de comportarse del hombre.


El concepto de religión


Por religión cabe entender en principio todo culto tributado a la divinidad. De una
manera más específica, la religión a menudo toma el significado de confesión religiosa
(como, por ejemplo, la budista o la cristiana) y entonces se define en tanto que conjunto
de dogmas y de prácticas características de dicha confesión.
Pero al hablar de religión se está hablando también de la dimensión religiosa del
hombre, con lo que se alude al carácter inacabado de éste, a su radical menesterosidad y,
por consiguiente, al hecho que la finitud y las limitaciones de la existencia humana sólo
pueden llegar a completarse a través de una relación supramundana, de tipo
sobrenatural. En este sentido, la religión configura una dimensión que es consustancial a
la vida del hombre.
La etimología de la voz religión pone de relieve dicho carácter consustancial. La religio,
en efecto, se refiere antes que nada al hecho que el hombre, por su dependencia con lo
absoluto, está obligado a una atenta y delicada consideración de las personas y de las
cosas y a una actuación cuidadosa.
A partir de esta actitud fundamental, el fenómeno religioso toma cuerpo en una
complejidad que no puede abarcarse desde ningún punto de vista unilateral. Por eso las
interpretaciones que se han hecho de este fenómeno no tienen otro sentido que el de
aproximaciones, enormemente valiosas, pero que en ningún caso agotan por completo el
significado del hecho religioso.


Las aproximaciones al hecho religioso


La primera de estas interpretaciones que hay que consignar proviene del campo de la
sociología. Tanto Max Weber como Émile Durkheim analizaron el hecho religioso
poniendo en evidencia su extraordinario poder de cohesión social.
Ambos científicos, por lo demás, establecieron los fundamentos de una nueva
disciplina, la sociología de la religión, que ha estudiado la interrelación de los factores
sociales y religiosos de forma muy precisa. Durkheim en particular definió la religión
como «un sistema solidario de creencias y prácticas que unen en una misma comunidad
moral, llamada Iglesia, a cuantos se adhieren a ellas» y distinguió como elementos
esenciales del hecho religioso el ritmo cultural, el sistema de creencias y la conciencia
de grupo.
Desde el campo de la psicología son también importantes las contribuciones que se han
hecho al estudio de la religión, y más propiamente los análisis de los diversos factores
psíquicos que inciden en el fenómeno religioso. La aportación más sustancial en este
sentido corresponde a la psicología analítica de Carl Gustav Jung. Para este psicólogo
suizo, la religión ocupa una posición central dentro de la psique y muchas de las
neurosis del hombre moderno se explican por la ignorancia del hecho religioso que
caracteriza a la civilización actual.
Psicológicamente hablando, el dogma es para Jung una estructura mental que
proporciona orden y medida a fuerzas psíquicas destructivas que habitan en el
inconsciente humano. Y una de las grandes tragedias de nuestro tiempo consiste en
haber derribado estos muros de protección que son los dogmas, los ritos, las creencias;
su misión era la de contener la violencia que habita en el fondo del inconsciente, y el
haberse despojado de ellos ha provocado, como ya previó Nietzsche, dos guerras
mundiales de efectos devastadores.
La gran aventura de la conciencia moderna, según Jung, radica en esta ausencia de
límites y en el hecho que se ha quedado aislada frente a aquel tipo de energías que desde
la más remota Antigüedad canalizaban las religiones. Estas energías son creativas y
destructivas a un tiempo y el riesgo que hoy corre la conciencia individual radica en su
posición ante un monto de fuerzas –las del inconsciente– que la exceden y que
amenazan con anegarla.


Resumen


Al estudiar el fenómeno religioso, es necesario partir de una definición de la religión;
ésta se entiende en principio como todo culto tributado a la divinidad. Con más
precisión, puede definirse como el conjunto de dogmas y prácticas que caracterizan a
una confesión religiosa. Subjetivamente, la religión es un hecho que atañe a la
específica dimensión religiosa del hombre. La etimología de la voz indica que la religio
desvela que el hombre está vinculado a lo absoluto por una relación de dependencia. El
hecho religioso puede ser considerado desde la sociología (Max Weber y Émile
Durkheim pusieron de relieve el extraordinario poder cohesionador de la religión), la
psicología (Carl Gustav Jung ha afirmado que la religión ocupa una posición central
dentro de la psique y que el dogma es una estructura mental que proporciona orden y
medida a fuerzas psíquicas destructivas que habitan en el inconsciente humano) y la
historia.


Evolución histórica del hecho religioso

La historia de las religiones, ciencia que asentó su metodología a comienzos de este
siglo, ha aportado una ingente documentación sobre las formas en que se han
manifestado las creencias y el sentimiento religioso a lo largo de los siglos. La finalidad
de la historia de las religiones es puramente descriptiva y se ha limitado a establecer
rigurosas conexiones entre las prácticas religiosas de los distintos pueblos de la Tierra a
lo largo de su historia.


La historia de las religiones


La historia de las religiones ha podido establecer una tipología de las distintas religiones
que han existido, y así se han diferenciado las religiones naturales de las religiones de
fundador, y entre las primeras se ha llegado a distinguir entre los sistemas religiosos de
los pueblos primitivos y los de los pueblos históricos.
De un modo sucinto, puede afirmarse que las religiones naturales encuentran su más
firme diferenciación según pertenezcan evolutivamente a sistemas de creencias de los
pueblos recolectores, cazadores o agricultores. En los pueblos dedicados a la
recolección y al pastoreo, las religiones aparecen ya estructuradas en torno a un dios del
cielo, aunque el culto a esta divinidad central cuente con pocos rituales y sea
relativamente sencillo. En los pueblos cazadores, por su parte, la gran divinidad está
constituida por el Sol, al que se agrega en ocasiones un «señor de los animales» u otros
grandes espíritus, divinidades de las que participa, a su vez, el tótem. Este es un
emblema que fortalece la participación mística de los creyentes y que, por tanto, asegura
la cohesión del grupo.
Las religiones de los pueblos agricultores poseen ya una enorme complejidad. Sus ritos,
de gran belleza, son polimorfos, aunque ello no obsta para que el dios del cielo lejano
adquiera la máxima preeminencia. Es característico de estas religiones el lugar
preponderante que en ellas ocupan los misterios de la fecundidad y de la fertilidad, así
como la entronización de diosas-madre, símbolos de la tierra dadora de vida, y el hecho
que las concepciones que sustentan contengan una acentuada tonalidad cósmica.


La síntesis de Mircea Eliade


Una aportación de primer rango en el estudio de las religiones se debe a Mircea Eliade,
historiador de origen rumano. En su Tratado de historia de las religiones (1964), Eliade,
en lugar de seguir una pauta evolutiva, analizó las diversas e intrincadas
manifestaciones de lo sagrado (hierofanías) agrupándolas por su identidad, según
estuvieran relacionadas con el cielo, el agua, la tierra, etc.
Comentando esta multiplicidad de manifestaciones de lo sagrado a lo largo de la
historia, Eliade afirmó que «todo lo que el hombre ha manejado, sentido, encontrado o
amado, ha podido convertirse en hierofanía», y así, por ejemplo, se sabe que «en su
conjunto, los gestos, las danzas, los juegos de niños, los juguetes, etc., tienen un origen
religioso: fueron alguna vez gestos y objetos culturales». Lo mismo ocurre con «los
instrumentos musicales, la arquitectura, los medios de transporte (animales, carruajes,
barcos, etc.)», que fueron objetos o actividades sagrados. «Se puede pensar que no
existe ningún animal ni ninguna planta importante que no haya participado de la
sacralidad en el transcurso de la historia», añadía Eliade, y que igualmente «todos los
oficios, artes, industrias, técnicas, tienen un origen sagrado y se han revestido, en el
transcurso de los tiempos, de valores culturales». Y, en fin, «esta lista podría proseguirse
con los gestos cotidianos (levantarse, caminar, correr), con los diferentes trabajos (caza,
pesca, agricultura), con todos los actos fisiológicos (alimentación, vida sexual, etc.),
probablemente también con las palabras esenciales de la lengua, y muchas otras cosas».


Del politeísmo al monoteísmo


El politeísmo es una forma religiosa en la que se venera a varios dioses y en la
Antigüedad fue característica entre los griegos, los egipcios, los fenicios, los
mesopotamios y los indios. Por lo general, los dioses de las religiones politeístas fueron
concebidos como seres superiores dotados de inmortalidad y de fuerzas sobrenaturales,
aunque no exentos de dolor y con sentimientos y pasiones característicamente humanos.
También, por lo general, esta diversidad politeísta aparecía jerarquizada.
Con el judaísmo hizo su entrada en la historia la creencia en un solo Dios, distintivo
esencial de toda religión monoteísta, como el cristianismo o el islam. Si el politeísmo
supone una fragmentación del absoluto que viene a dar cuenta de la extrema
multiplicidad de lo real, el monoteísmo implica una integración de dicha multiplicidad y
es, por tanto, expresivo de una exigencia de nivel superior en la conciencia humana.
Existe un innegable paralelismo entre las religiones monoteístas y las que, como el
judaísmo, el cristianismo y el islam, han tenido un fundador (Moisés, Jesucristo,
Mahoma, respectivamente). Estas religiones de fundador, además, tienen su base en una
revelación o manifestación sobrenatural específica de Dios.
La revelación hace visible lo oculto y en la tradición judeocristiana ha tenido un carácter
histórico, lo que supone que el encuentro con el Dios único se ha realizado a través de
acontecimientos ciertamente acaecidos. El punto más alto de la revelación se ha dado en
el cristianismo al encarnarse Jesucristo como verdadero Hijo de Dios. En esta inflexión
histórica culminante se instauró una relación de yo a tú entre Dios y el hombre. O, dicho
en otras palabras, Dios todopoderoso fue concebido humanamente después de la
revelación de Jesucristo como Dios-amor.


Resumen


El estudio de la evolución histórica del hecho religioso pone de relieve que ha habido
distintos tipos de religión según el tipo de civilización, y así se han diferenciado dos
grandes grupos: las religiones naturales (que a su vez se pueden dividir entre sistemas
religiosos de los pueblos primitivos y de los pueblos históricos y que se diferencian
según pertenezcan a pueblos cazadores, recolectores o agricultores) y las religiones de
fundador (que siguen la doctrina que predica un líder). Mircea Eliade puso de
manifiesto la extraordinaria variedad de las manifestaciones de lo sagrado (hierofanías),
según se refieran al cielo, al agua, a la tierra, etc. Las religiones pueden ser monoteístas
(existencia de un solo dios) o politeístas (veneran a varios dioses). En general, los
pueblos de la Antigüedad eran politeístas, y veneraban a sus dioses como a seres
superiores pero no exentos de características humanas. En su forma más evolucionada, a
partir de la aparición del judaísmo, las religiones han llegado al monoteísmo, en el que
el dios integra el absoluto y se sitúa, por tanto, a un nivel muy superior, y que tienen su
fundamento en una revelación.

La idea de Dios

Hasta aquí se ha considerado el hecho religioso desde diversos puntos de vista
(sociológico, psicológico e histórico). Una nueva consideración a hacer sobre el
fenómeno religioso debe partir obligatoriamente de la filosofía y debe inventariar, ni
que sea sucintamente, las distintas concepciones de Dios que se han dado en el
pensamiento occidental.
La idea de Dios, hasta una época muy reciente, ha venido a constituir siempre la clave
de bóveda de los principales sistemas filosóficos. Toda la metafísica occidental, en
sentido estricto, es un esfuerzo por sostener la idea de Dios desde el lenguaje exclusivo
que habla la razón.
Platón fue el primero en concebir a Dios como ordenador del Universo, como artesano o
demiurgo que introducía orden en el caos. Aristóteles, por su parte, lo concibió como
motor y subrayó el carácter coeterno que compartía con el mundo.


Las pruebas de la existencia de Dios


En la época medieval, el pensamiento escolástico puso el énfasis en la demostración
racional de la existencia de Dios.
La existencia de Dios era, para santo Tomás, una verdad revelada que, al propio tiempo,
podía demostrarse por medio de la razón, es decir, a partir del conocimiento que el
hombre tiene del mundo natural.
En la demostración tomista, la primera vía parte del movimiento o cambio de los seres
naturales. Es una evidencia que todas las cosas cambian, pero su actualización requiere
siempre el concurso de algún factor externo, de un motor inmóvil (o sea, Dios).
La segunda vía tomista se apoya en el concepto aristotélico de causa eficiente. La
naturaleza es una serie de causas y efectos y, por tanto, dependiente en último término
de una causa eficiente primera, a la cual llamamos Dios.
La tercera vía parte del carácter contingente de los seres naturales. La experiencia
demuestra que el mundo natural está sujeto al devenir y a la muerte. Hace falta un ser
necesario, Dios, capaz de otorgar existencia a lo contingente.
La cuarta vía se funda en los diversos grados de perfección que hay en los seres. En el
mundo natural no hay un ser perfecto y de la evidencia de lo imperfecto surge,
paradójicamente, la idea de un ser perfecto, que es Dios.
La quinta vía, por último, toma como base el concepto de causa final. El mundo natural
aparece cósmicamente ordenado y conforme a un fin. Este orden cósmico no puede ser
fruto del azar, sino de una inteligencia ordenadora del mundo, que es Dios.


Del panteísmo al teísmo y el deísmo


El panteísmo postula la idea de que todo lo existente es Dios, con lo que desaparece la
dualidad del mundo como sustancia frente a lo absoluto. Spinoza llegó a identificar a
Dios con la sustancia de todas las cosas y, al igual que Giordano Bruno, influyó con esta
concepción a la filosofía del idealismo alemán.
Desde un punto de vista estrictamente religioso, el panteísmo vino a negar, entre otras
cosas, la relación de dependencia de las criaturas con respecto a un Dios personal. Esta
relación, en cambio, quedó salvada en el sistema cartesiano, pero el Dios todo razón de
Descartes halló su contrapunto en el Dios del corazón de Pascal, quien declaró que la
filosofía racionalista no estaba autorizada para dar cuenta de una magnitud que
sobrepasa los mismos límites de la razón consciente. Esta era una cuestión que muchos
siglos antes ya había sido planteada por san Agustín.
En la época de la Ilustración, la idea de Dios se desvinculó de toda revelación religiosa.
Algunos filósofos mantuvieron la idea de un Dios personal que actuaba como
providencia del mundo. Se trataba de los teístas o de pensadores que, como Voltaire y
Rousseau, siguieron afirmando la existencia de un Dios personal. Pero fue mucho más
característico de la mentalidad ilustrada el deísmo que concebía a Dios como
desinteresado del mundo y de sus criaturas. Kant definió el deísmo en tanto que doctrina
filosófica que afirmaba la existencia de una causa primera, de un absoluto, pero sin
atributos morales. Por otro lado, algunos pensadores ilustrados negaron la existencia de
Dios basándose en los acontecimientos científicos de la época.


El moderno ateísmo


La formulación de la no existencia de Dios a través de un programa fue cosa del siglo
XIX.   Ludwig Feuerbach, en La esencia del cristianismo (1841), manifestaba que la
religión es la mayor alienación que sufre el hombre y declaró que la absoluta potencia
que había sido colocada en Dios debía ser restituida al ser humano.
Marx formuló un ateísmo militante al considerar que la idea de Dios, y en general todo
hecho religioso, además de participar de una explicación arcaica de la naturaleza, era un
ingrediente fundamental de la ideología de las clases dominantes. Para Marx, la religión
era «el opio del pueblo» y como tal había que destruirla para lograr la plena
emancipación del proletariado.
La negación de Dios también fue sostenida por Freud en su sistema al considerar que la
idea de un ser superior no era más que una proyección de tipo infantil.
Nietzsche, por su lado, declaró que Dios había muerto; tal es el anuncio con que inició
su Zaratustra: «Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis
a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales». Las doctrinas nitzscheanas abrieron
así el característico nihilismo religioso del siglo   XX,   nihilismo que ha tomado cuerpo en
diversas corrientes ideológicas, desde el humanismo sartreano al neopositivismo y la
filosofía analítica. Aunque el rasgo más acusado del ateísmo contemporáneo es el que
proviene de la mentalidad cientificista, la cual considera a Dios como una hipótesis
innecesaria para explicar el mundo o declara que es imposible conocerlo
(agnosticismo).


Resumen


En la historia del pensamiento, se han elaborado distintas concepciones sobre la idea de
Dios. Platón habló de un demiurgo y Aristóteles de un motor inmóvil del universo. San
Anselmo y santo Tomás postularon pruebas racionales para demostrar la existencia de
Dios: basándose muchas veces en postulados aristotélicos, santo Tomás formuló cinco
vías que demostraban racionalmente la necesidad de la existencia de Dios (el
movimiento de los seres naturales, el concepto de causa eficiente, el carácter
contingente de los seres naturales, la imperfección de los seres naturales y el concepto
de causa final). Desde el Renacimiento, se han sucedido diversas ideas: el panteísmo (la
idea de que Dios está en todas las cosas del universo y el universo es Dios), el deísmo
(concibe a Dios como un artífice exterior que mueve el mundo), el teísmo (concibe un
Dios personal, infinito y todopoderoso que regula la vida del hombre con amor y
sabiduría) y el moderno ateísmo, que niega la existencia de Dios.


La experiencia religiosa

Si consideramos la religión como una forma de reacción vital del hombre frente a
aquello que considera grave y esencial, es lógico pensar que la experiencia religiosa, es
decir, el sentimiento interior de esa reacción, la vivencia religiosa de cada ser humano,
va unida indefectiblemente a la religión y se manifiesta de diversas maneras.
La religión todavía puede considerarse desde su interior, es decir, atendiendo a la
especificidad de la experiencia religiosa y a las modalidades en que se manifiesta. Este
punto de vista lo adoptó en la época de la primera guerra mundial Rudolf Otto en Das
Heilige (1917), vertido al castellano con el título de Lo santo. Lo racional e irracional
en la idea de Dios.
Otto, que provenía del mundo protestante, analizó la idea de Dios, no en un sentido
filosófico, sino como vivencia. El «Dios vivo» del creyente nada tiene que ver con la
noción abstracta de Dios manejada por los filósofos (como ya habían destacado san
Agustín y Pascal). Es, por el contrario, la experiencia de un mysterium fascinans y
tremendum, la constatación de la existencia de un poder terrible que suscita el temor
religioso. Otto englobó estas experiencias irracionales de Dios bajo la denominación de
lo numinoso (de numen, Dios). El hombre, al experimentar lo numinoso, se da cuenta
del carácter dependiente de su existencia y vive el sentimiento de su nulidad ante la
maiestas divina.


Lo sagrado y lo profano
Lo numinoso permite entender que en la vida humana existe un doble campo de
experiencia; uno viene delimitado por la esfera de lo sagrado; el otro, por la esfera de lo
profano.
Lo sagrado es el campo donde acontecen las hierofanías estudiadas por Mircea Eliade y
donde se experimenta el poder de lo numinoso. Lo profano (literalmente, lo que está
fuera del templo) se refiere por su parte a la prosaica realidad cotidiana. Los dos
ámbitos se oponen y configuran dos planos de experiencia distintos, dos modos de ser
en el mundo.
La experiencia de lo sagrado en la época actual, por lo menos en lo que respecta a las
sociedades occidentales, ha quedado desplazada en favor de una relación funcional con
los objetos. Estos son cosas mediante las cuales se puede hacer algo. Las aguas, los
bosques, la tierra entera, están hoy bajo el signo de lo profano, constituyen una pura
materialidad exenta de sentido y se explotan, por consiguiente, de forma impune. Una
mentalidad religiosa tradicional diría que esto ha sucedido porque se ha orillado la
sacralidad de que antaño gozaban los objetos y la naturaleza.


Las creencias y el culto


Todas las religiones constituyen una estructuración de las diversas experiencias
contenidas en el ámbito de lo sagrado. Tales experiencias, en la medida en que se tienen
por verdaderas, originan unas creencias y la adhesión a las mismas no es otra cosa que
la fe.
En las religiones reveladas, la fe es la adhesión completa e incondicional a los
contenidos de la revelación, pues se tiene por cierto que éstos han sido transmitidos por
el propio Dios. En el cristianismo en particular, las verdades que han sido reveladas por
Dios, y que están inscritas en las Sagradas Escrituras, reciben el nombre de dogmas.
El sistema de creencias es uno de los elementos esenciales de la religión. Pero ésta, a su
vez, presupone en todos los casos un culto, es decir, un conjunto de actos y ceremonias
mediante los cuales se rinde tributo a la divinidad.
La forma más natural y extendida del culto a Dios es la oración. En tanto que fenómeno
de comunicación interpersonal, la oración, en su forma más evolucionada, presupone la
concepción de un Dios accesible y, por tanto, personificado. La plegaria expresa
siempre la actitud básica de dependencia del absoluto y ello, de por sí, hace que se
distinga del conjuro mágico, en el cual se trata de desencadenar la acción automática de
fuerzas invisibles u ocultas.
El sacrificio es el acto esencial de todo culto, pues es una acción simbólica en virtud de
la cual el hombre reconoce la soberanía de Dios. En la Antigüedad, los sacrificios se
realizaban mediante víctimas propiciatorias. En general, se utilizaban animales, pero no
estaban excluidos los humanos: ciertos individuos eran escogidos como chivo
expiatorio. La sangre era siempre el elemento capital del sacrificio, pues se veía en ella
la esencia misma de la vida.


Resumen


El fenómeno religioso, para su cabal comprensión, tiene que formularse necesariamente
desde la propia especificidad de la experiencia religiosa. Las nociones abstractas de
Dios no tienen nada que ver con el «Dios vivo» de los creyentes y la experiencia
fascinante y terrible de lo numinoso. La distinción entre los ámbitos de lo sagrado y de
lo profano permite ubicar con precisión el lugar de la experiencia religiosa. Sin
embargo, la religión no es sólo un sistema de creencias, es también un culto que
presenta dos formas básicas: la oración (comunicación con Dios en la que se le venera y
reverencia) y el sacrificio (acción simbólica en virtud de la cual el hombre reconoce la
soberanía de Dios), elementos considerados sagrados, que se expresan en una serie de
ritos perfectamente estructurados y a menudo de una considerable complejidad.


La experiencia religiosa II

En las religiones naturales, los actos y ceremonias del culto recibían el nombre de ritos.
Ya que un rito es una acción sagrada mediante la cual el creyente trata de acordar su
vida con los poderes supramundanos, las situaciones de crisis en las que acontecen
profundas transformaciones aparecían acompañadas de actos rituales especiales; y así,
los ritos de paso tenían la finalidad de concitar el apoyo de las fuerzas superiores en
momentos señaladamente críticos para el individuo, como son el nacimiento, la entrada
en la pubertad, el matrimonio y la muerte.


Evolución de las formas culturales
En el cristianismo, y a semejanza de las religiones naturales, existe también una rica
variedad de acciones rituales; sólo que éstas se hallan integradas con otras formas de
adoración dentro de la liturgia (o culto oficial y público que la Iglesia tributa a Dios).
Algunas de estas acciones rituales se hallan constituidas por ciertos gestos y actitudes
corporales, como por ejemplo la genuflexión, la postración, la señal de la cruz, las
manos juntas, la posición de pie, etc. Los ritos católicos se basan también en la lectura
de libros litúrgicos y comprenden formas litúrgicas como las de los cánticos, himnos,
letanías y bendiciones u operan simbólicamente sobre ciertas materias como el pan, el
vino, el agua, el aceite, el fuego, etcétera.
Con todo, la forma más evolucionada del culto católico es la misa, acto que conmemora
el sacrificio de la muerte de Jesús y reactualiza de modo permanente la obra salvadora
de Cristo. La inmolación simbólica de la misa católica tiene paradójicamente la
finalidad de evitar nuevas y reales inmolaciones. Después del sacrificio de Jesús, ya no
debe haber más sacrificios humanos.


El lenguaje de la experiencia religiosa


El ámbito de lo sagrado ha generado en todos los tiempos un lenguaje especial acorde
con las realidades esenciales que tenía que nombrar. Ya Homero, en la Grecia antigua,
hablaba de la lengua de los dioses para aludir a la existencia de un lenguaje no profano.
Sin embargo, en la historia de las religiones, más que de un lenguaje cabe hablar de
diversos lenguajes utilizados en planos muy distintos con el objeto de aferrar la
complejidad de la experiencia religiosa en su conjunto. Así, por ejemplo, puede hablarse
del lenguaje doctrinal utilizado por la teología en su pretensión, inevitable e imposible a
un tiempo, de explicar a Dios. O cabe hablar también del lenguaje poético,
necesariamente ambiguo y oscuro, utilizado por todas las tradiciones místicas:
«Entréme donde no supe, / y quedéme no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo»,
escribió san Juan de la Cruz.
En ciertos contextos religiosos, como en el del taoísmo de la antigua China, se optó en
cambio por resaltar el carácter inaccesible de la divinidad por medios conceptuales, lo
que en numerosas ocasiones equivalía a no nombrar a Dios o, como lo hizo Lao-Tse, a
aludir a él como Tao o «Sentido»: Hay algo perfecto e indistinto. / Existía antes que el
Cielo y la Tierra, / silencioso, solitario. / Permanece único y es inmutable. / Se mueve
en círculo y no corre peligro. / Podríamos llamarlo la Madre del mundo. / Pero
desconozco su nombre. / Yo lo denomino SENTIDO.
Por último, hay que señalar la importancia de los símbolos como medios de
significación de la experiencia religiosa. Para algunos tratadistas incluso no habría otro
lenguaje religioso que el codificado por ellos. Mediante el símbolo se hace perceptible a
la conciencia aquel tipo de objetos que se hallan justamente ubicados en el plano de lo
sagrado o misterioso, y lo hace a través de formas sensibles. Según Carl Gustav Jung,
que analizó los símbolos religiosos en tanto que disposiciones y modos de reacción del
inconsciente colectivo, «el símbolo no encierra nada, no explica, remite más allá de sí
mismo hacia un sentido aún en el más allá, inasible, oscuramente presentido, que
ninguna palabra de la lengua que hablamos podría expresar de forma satisfactoria».


Resumen


En la Iglesia católica, las acciones rituales están comprendidas dentro del culto oficial y
público que tributa y que se denomina liturgia. En la liturgia ocupa un lugar central la
celebración de la misa. La experiencia religiosa se expresa a través de específicas
formas de lenguaje. La teología utiliza un lenguaje doctrinal. El lenguaje de la poesía y
el de los símbolos es extraordinariamente apto para formular un tipo de experiencias
que, como la religiosa, es racional e irracional a un tiempo.
Las más recientes interpretaciones del hecho religioso ponen de manifiesto la
especificidad de la revelación cristiana. Puesto que toda sociedad ha permanecido
anclada en la violencia, la superación de ésta mediante el amor –y tal es el sentido
último de la revelación de Jesús– resulta ser el problema más perentorio de la época
actual.
tica y sociología

Contenu connexe

Tendances

Origen y evolución histórica de la sociología de la educación
Origen y evolución histórica de la sociología de la educaciónOrigen y evolución histórica de la sociología de la educación
Origen y evolución histórica de la sociología de la educaciónMayra Rosero
 
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...Elis Vergara
 
T1 se 2015 [m hcap1&2]
T1 se 2015 [m hcap1&2]T1 se 2015 [m hcap1&2]
T1 se 2015 [m hcap1&2]dagaes
 
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipuebla
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipueblaCuadro comparativo sociologia del doctora do unipuebla
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipueblasarai321
 
Trabajo de sociología orien y desarrollo
Trabajo de sociología orien y desarrollo Trabajo de sociología orien y desarrollo
Trabajo de sociología orien y desarrollo Jonathan German Cheza
 
Sociología de la educación Clase N° 1
Sociología de la educación Clase N° 1Sociología de la educación Clase N° 1
Sociología de la educación Clase N° 1Roberto Rios
 
Cultura sociología, persona social
Cultura sociología, persona socialCultura sociología, persona social
Cultura sociología, persona socialNicko Castillo
 
Introduccion a la sociologia
Introduccion a la sociologiaIntroduccion a la sociologia
Introduccion a la sociologiaRafael Franco
 
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACIONTefis Rodriguez
 
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1YELITZI VANESSA
 
Exposicion De Sociologia
Exposicion De SociologiaExposicion De Sociologia
Exposicion De Sociologiaguest892fc8ed
 

Tendances (20)

Origen y evolución histórica de la sociología de la educación
Origen y evolución histórica de la sociología de la educaciónOrigen y evolución histórica de la sociología de la educación
Origen y evolución histórica de la sociología de la educación
 
Tres Teorias
Tres TeoriasTres Teorias
Tres Teorias
 
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...
El desarrollo de la sociología de la Educación . Principales Enfoques o Escue...
 
sociologia
sociologiasociologia
sociologia
 
T1 se 2015 [m hcap1&2]
T1 se 2015 [m hcap1&2]T1 se 2015 [m hcap1&2]
T1 se 2015 [m hcap1&2]
 
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipuebla
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipueblaCuadro comparativo sociologia del doctora do unipuebla
Cuadro comparativo sociologia del doctora do unipuebla
 
Trabajo de sociología orien y desarrollo
Trabajo de sociología orien y desarrollo Trabajo de sociología orien y desarrollo
Trabajo de sociología orien y desarrollo
 
Sociología de la educación Clase N° 1
Sociología de la educación Clase N° 1Sociología de la educación Clase N° 1
Sociología de la educación Clase N° 1
 
Sociología :D
Sociología :DSociología :D
Sociología :D
 
La escuela
La escuelaLa escuela
La escuela
 
Cultura sociología, persona social
Cultura sociología, persona socialCultura sociología, persona social
Cultura sociología, persona social
 
Sociologia politica
Sociologia politicaSociologia politica
Sociologia politica
 
Introduccion a la sociologia
Introduccion a la sociologiaIntroduccion a la sociologia
Introduccion a la sociologia
 
Educacion y sociologia emilio durkheim
Educacion y sociologia emilio durkheimEducacion y sociologia emilio durkheim
Educacion y sociologia emilio durkheim
 
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION
1 INTEGRADOR DE SOCIOLOGIA DE LA EDUCACION
 
Educación y Sociología
Educación y Sociología Educación y Sociología
Educación y Sociología
 
Sociologia
SociologiaSociologia
Sociologia
 
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1
Definiciones, Conceptos BáSicos 1.1
 
Tres Teorias
Tres TeoriasTres Teorias
Tres Teorias
 
Exposicion De Sociologia
Exposicion De SociologiaExposicion De Sociologia
Exposicion De Sociologia
 

Similaire à tica y sociología

Similaire à tica y sociología (20)

Sociología
Sociología  Sociología
Sociología
 
Importancia de la sociedad
Importancia de la sociedadImportancia de la sociedad
Importancia de la sociedad
 
Sociología 2
Sociología 2Sociología 2
Sociología 2
 
Sociología 2
Sociología 2Sociología 2
Sociología 2
 
Tecnologia
TecnologiaTecnologia
Tecnologia
 
Sociología
Sociología Sociología
Sociología
 
Sociología
Sociología Sociología
Sociología
 
Definicion de sociologia
Definicion de sociologiaDefinicion de sociologia
Definicion de sociologia
 
"SOCIOLOGIA" :D
"SOCIOLOGIA" :D"SOCIOLOGIA" :D
"SOCIOLOGIA" :D
 
13183_3-dimension-social-de-la-persona.pdf
13183_3-dimension-social-de-la-persona.pdf13183_3-dimension-social-de-la-persona.pdf
13183_3-dimension-social-de-la-persona.pdf
 
Sociologia historia definicion_represent
Sociologia historia definicion_representSociologia historia definicion_represent
Sociologia historia definicion_represent
 
Sociologia introductoria.
Sociologia introductoria.Sociologia introductoria.
Sociologia introductoria.
 
Sociología general
Sociología generalSociología general
Sociología general
 
Sociologia (2)
Sociologia (2)Sociologia (2)
Sociologia (2)
 
Sociologia (2)
Sociologia (2)Sociologia (2)
Sociologia (2)
 
Sociologia
SociologiaSociologia
Sociologia
 
1S SOCIOLOGÍA Joel.pptx
1S SOCIOLOGÍA Joel.pptx1S SOCIOLOGÍA Joel.pptx
1S SOCIOLOGÍA Joel.pptx
 
Sociología general
Sociología generalSociología general
Sociología general
 
Antecedentes de la sociologia
Antecedentes de la sociologiaAntecedentes de la sociologia
Antecedentes de la sociologia
 
Aportes de la teoria social a la comunicacion social
Aportes de la teoria social a la comunicacion socialAportes de la teoria social a la comunicacion social
Aportes de la teoria social a la comunicacion social
 

Plus de Laura B

Escuelas eticas nietzsche
Escuelas eticas  nietzscheEscuelas eticas  nietzsche
Escuelas eticas nietzscheLaura B
 
Escuelas Eticas
Escuelas EticasEscuelas Eticas
Escuelas EticasLaura B
 
Acciones populares
Acciones populares Acciones populares
Acciones populares Laura B
 
Racionalismo e ilustración
Racionalismo e ilustraciónRacionalismo e ilustración
Racionalismo e ilustraciónLaura B
 
El mundo clásico
El mundo clásicoEl mundo clásico
El mundo clásicoLaura B
 

Plus de Laura B (6)

Leasing
LeasingLeasing
Leasing
 
Escuelas eticas nietzsche
Escuelas eticas  nietzscheEscuelas eticas  nietzsche
Escuelas eticas nietzsche
 
Escuelas Eticas
Escuelas EticasEscuelas Eticas
Escuelas Eticas
 
Acciones populares
Acciones populares Acciones populares
Acciones populares
 
Racionalismo e ilustración
Racionalismo e ilustraciónRacionalismo e ilustración
Racionalismo e ilustración
 
El mundo clásico
El mundo clásicoEl mundo clásico
El mundo clásico
 

tica y sociología

  • 1. ÉTICA Y SOCIOLOGÍA Sociología El término sociología puede definirse como la ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la función de la sociedad. Existen otras disciplinas de las ciencias sociales que también estudian aspectos pertenecientes al ámbito de la sociología, como la economía, las ciencias políticas, la antropología y la psicología. Así, el concepto básico de sociología es la interacción social como punto de partida para cualquier relación en una sociedad. El origen de la sociología como disciplina o conocimiento sistematizado es relativamente reciente. La primera definición de sociología fue realizada por el filósofo francés Auguste Comte. Hasta finales del siglo XIX la sociología no comenzó a ser reconocida como disciplina académica. En Francia, Émile Durkheim, heredero intelectual de Saint- Simon y Comte, comenzó a enseñar sociología en las universidades de Burdeos y París. Durkheim, fundador de la primera escuela de pensamiento sociológico, destacaba la realidad independiente de los hechos sociales (independientes de los atributos psicológicos de las personas) e intentaba descubrir las relaciones entre ellos. Durkheim y sus discípulos estudiaron ampliamente las sociedades no industrializadas de manera similar a como después lo harían los antropólogos sociales. En Alemania el enfoque humano del idealismo filosófico quedó subrayado gracias a los esfuerzos del filósofo Georg Simmel por definir la sociología como una disciplina independiente. Durante muchos años se ha identificado la sociología con una amplia reconstrucción evolutiva del cambio histórico en las sociedades occidentales y con el estudio de las relaciones e interdependencias entre instituciones y aspectos de la vida social (economía, Estado, familia o religión). Por esta razón, se consideraba a la sociología como una disciplina sintetizadora que intentaba integrar los resultados de otras ciencias sociales. Aunque estos conceptos sobre el ámbito y el enfoque de la sociología siguen siendo válidos, actualmente se tiende a considerarlos como una parte de la teoría sociológica que, a su vez, sólo es un área de la ciencia de la
  • 2. sociología. La teoría sociológica también agrupa el estudio y el análisis de conceptos básicos comunes a todos los ámbitos de la vida social estudiados por los sociólogos. Estas áreas se convirtieron en subáreas y especialidades de la sociología y hoy son objeto de estudio en cursos académicos, libros y revistas especializadas; por ejemplo, el matrimonio y la familia, la desigualdad social, la estratificación social, las relaciones étnicas, la desviación social, las comunidades urbanas y las organizaciones formales. El ser humano y la sociedad El estudio de los hechos sociales y la determinación de las leyes que los rigen fueron los objetivos que se propuso el francés Auguste Comte (1798-1857) al emplear por primera vez el término sociología. Desde la época en que Comte estableció con carácter formal los límites del nuevo saber hasta nuestros días, la ciencia de la sociedad no ha hecho más que ampliar su radio de acción. ¿Qué es la sociología? Son innumerables los fenómenos que pueden adjetivarse de sociales y, a tenor de ello, la sociología se ha especializado en distintas ramas como la sociología del trabajo, la del derecho, la de la religión, la de la educación, etc. Hay, incluso, una rama, la sociología del conocimiento, que se ocupa de los diversos modos en que la realidad se le revela al individuo como consecuencia de las diferentes posiciones sociales en que éste se encuentra. En las últimas décadas del siglo XX, la sociología, que investiga todo aquello que concierne a la dimensión social del hombre, ha estudiado de modo incesante los fenómenos característicos de la cultura de masas, como pueden ser las migraciones, las condiciones de vida en las grandes urbes, la movilidad social, el impacto de los medios de comunicación, el consumo y el ocio, etc. La sociología contemporánea no cuenta con una metodología única, sino que, por el contrario, utiliza diversos procedimientos apoyándose en la estadística como herramienta esencial. Ello obedece a la riqueza de los fenómenos que estudia y también al hecho que la investigación sociológica se realiza a menudo de forma interrelacionada
  • 3. con el objeto de captar la compleja fenomenología que brota de la vida del hombre en sociedad. La dimensión social del hombre El ser humano, por el mismo hecho de serlo, vive forzosamente en sociedad; no es sólo un ente natural, ni exclusivamente un individuo, sino que es también un animal socializado. Esta dimensión social inherente al hombre está determinada, en primer lugar, por la necesidad, pues es obvio que el individuo perecería en un total aislamiento (la existencia solitaria de Robinson Crusoe, suponiendo que fuera algo más que una figura literaria, nunca podría mantenerse de por vida). Pero esta dimensión social es, asimismo, el horizonte que conforma las posibilidades de desarrollo espiritual del ser humano. Pensar, por ejemplo, no es un hecho aislado; el lenguaje, cualidad distintiva del hombre, es antes que nada un hecho social; y todo «yo», aun considerado de modo puramente psicológico, presupone un «tú», un «otro». Es por eso por lo que todo individuo se desarrolla en el marco de una sociedad determinada, a la que necesita por imperativos biológicos y sin la cual no podría evolucionar espiritualmente (es decir, en términos psicológicos y morales). Esto no indica, sin embargo, que la existencia del individuo en sociedad sea una existencia exenta de tensiones. En siglos anteriores, mucho antes de que apareciera la moderna ciencia de la sociedad, esto es, la sociología, algunos pensadores consideraron que la sociedad humana era consecuencia de un contrato. Partieron de la idea de que el hombre originariamente vivía en un estado de naturaleza y que los peligros del mismo le habían conducido a la formalización de un pacto social que garantizara su supervivencia. Era una forma de explicar el origen de la sociedad y de aceptar los inconvenientes que entraña la convivencia. RESUMEN La sociología se ha especializado en variedades como la sociología del trabajo, la del derecho, la de la religión y la de la educación, así como la del conocimiento. En las últimas décadas del siglo XX la sociología ha estudiado de modo incesante los fenómenos característicos de la cultura de masas. El ser humano, por el mismo hecho de serlo, vive forzosamente en sociedad. Esta dimensión social está determinada por la necesidad (un hombre aislado perecería) y es
  • 4. el horizonte que determina su desarrollo espiritual. Individuo y sociedad son inseparables: el individuo es un producto social y la sociedad sería impensable sin individuos, sin seres indivisibles. Estructuras sociales. La familia Puesto que una sociedad es un todo orgánico, dentro de ella las distintas formas de relación social conducen a estructuras de muy diverso tipo, desde la familia hasta la clase social, desde el municipio hasta el Estado. Por su parte, la familia se estructura en unas condiciones estables y duraderas en el tiempo. Las estructuras sociales La clasificación más simple de una sociedad es la que establece unas estructuras primarias o naturales y unas estructuras secundarias o culturales. Las primeras, en las que figuran agrupaciones como la familia, el clan, etc., atienden ciertas necesidades ineludibles de la naturaleza humana; se las denomina también comunidades. Las segundas, mucho más complejas y, por tanto, más difíciles de abarcar, atienden necesidades menos perentorias, y al mismo tiempo más racionales, surgidas a lo largo de la evolución histórica del hombre. En este apartado figura todo tipo de asociaciones, desde las más simples, como las sociedades deportivas, culturales, mercantiles, etc., hasta aquellas que estructuran la vida religiosa, económica y política de la sociedad. La familia La moderna sociología ha acuñado el concepto de comunidad para referirse a todo grupo social orgánico y originario que aparece cohesionado por una voluntad no racional. En el seno de una comunidad, los vínculos se hallan reforzados por una gran carga afectiva (es decir, por una voluntad que es anterior a la razón), y por eso la institución que mejor se adapta a este concepto es la familia. Se ha definido a la institución familiar desde ópticas muy diversas. Así, por ejemplo, el derecho civil habla de la familia como de un grupo de personas que están vinculadas por relaciones de parentesco. Sociológicamente, la familia es una unidad
  • 5. social constituida por el padre, la madre y los hijos. Esta configuración, a la que se le han adherido en el tiempo y en el espacio numerosas variantes, es universal. La tipología de la familia comprende una nueva división: la de la familia nuclear y la de la familia extendida. Mientras que ésta fue característica de las sociedades agrarias, la familia nuclear (que es la formada tan sólo por padres e hijos y que se funda en el matrimonio monogámico) es típica de las modernas sociedades urbano- industriales. Al margen de estos tipos, la familia se puede aislar como unidad social merced a unas características generales ligadas a las funciones que desempeña. En primer lugar, hay que hablar de la función reproductora, que está al servicio de la conservación de la especie. En segundo lugar, la familia, por tener como base el matrimonio (lo que equivale a una relación estable entre un hombre y una mujer), permite el desarrollo sostenido de la función sexual. La tercera de las funciones familiares es la económica. Por último, y puesto que tiene a su cargo la crianza de los hijos, la familia posee una función eminentemente educativa. RESUMEN Clasificación de las estructuras sociales: primarias o naturales (denominadas comunidades, atienden las necesidades ineludibles de la naturaleza humana: familia, clan) y secundarias o culturales (atienden necesidades más racionales; se trata de asociaciones de todo tipo). La familia es el concepto que mejor se adapta al de comunidad. El concepto de familia se ha definido de diversas maneras; según el derecho civil, es un grupo de personas relacionadas por parentesco, y desde una perspectiva sociológica, es un grupo social formado por los padres y los hijos. Desde otro punto de vista, la familia puede ser nuclear (característica de las modernas sociedades urbano-industriales) o extendida (propia de las sociedades agrarias). Funciones de la familia: reproductora, sexual, económica y educativa. Estratificación social Si la célula social por excelencia es la familia, ésta se agrupa, a su vez, en
  • 6. conjuntos más amplios que, debido a sus características e intereses comunes, configuran una unidad más o menos homogénea. Esta unidad recibe el nombre de clase social. Conviene tener en cuenta, no obstante, que el concepto de clase social se aplica en el contexto de las modernas sociedades configuradas bajo el régimen de producción capitalista. La estratificación social En los tipos de sociedades distintas a las capitalistas, la estratificación social ha tenido lugar de otro modo. Así, por ejemplo, en la época medieval, cuando era predominante el régimen feudal, la división social no era de clases, sino de estamentos, de la misma manera que en la India la estratificación social está configurada por el sistema de castas. Estratificación social es, pues, el resultado de la ordenación de grupos de personas en sentido vertical, mediante la asignación y establecimiento de papeles y funciones a las que prestan adhesión. El concepto de clase social, debido a la influencia de Karl Marx y de los teóricos marxistas, es esencialmente económico. La propiedad o no de los medios de producción y de distribución ha permitido distinguir históricamente dos grandes clases sociales, la de la burguesía y la del proletariado. Burgués, en este caso, es equivalente a propietario o patrono, mientras que proletario es todo aquel que vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario. El asociacionismo laboral La estratificación social, aun no dependiendo de forma exclusiva de factores económicos, está profundamente relacionada con el trabajo o actividad mediante la cual el hombre transforma los bienes de la naturaleza a fin de satisfacer sus necesidades. La división del trabajo, o proceso por el cual los trabajadores se han especializado en tareas diferenciadas, ha producido a lo largo de la historia distintas formas de asociacionismo laboral. Una de las más características asociaciones laborales fueron los gremios de artesanos, que aparecieron en la Edad Media y que, durante varios siglos, se mantuvieron organizados según el tipo de trabajo. A partir del siglo XIX, a medida que en Occidente iba avanzando el proceso de
  • 7. industrialización, se extendieron los sindicatos, asociaciones laborales surgidas para la defensa de los intereses de los trabajadores. Después, y en contraposición a ellos, aparecieron los sindicatos patronales. El sindicalismo ha sido la forma principal del asociacionismo obrero en la época contemporánea y en la actualidad sigue desempeñando un papel fundamental en la mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. RESUMEN La familia se agrupa en un conjunto más amplio: la clase social. El concepto de clase social, por influencia de Karl Marx y otros teóricos marxistas, es esencialmente económico (dos grandes clases: burguesía –propietario– y proletariado –vende su trabajo por un salario–); puede añadirse una tercera clase, nacida en la sociedad posindustrial, la clase media, en la que se encuadran diferentes estratos regidos por distintas jerarquías y valores. La estratificación está muy vinculada con el trabajo. La división del trabajo ha producido a lo largo de la historia distintas formas de asociacionismo laboral (la más característica son los gremios de artesanos). A partir del siglo XIX se extendieron los sindicatos, asociaciones surgidas a fin de defender los intereses de los trabajadores; en contraposición, también aparecieron los sindicatos patronales. Nación y Estado Los distintos grupos sociales que configuran la estratificación de una sociedad se hallan vinculados entre sí porque forman parte de una misma nación. Ésta es una comunidad surgida históricamente en un determinado territorio y que posee una serie de elementos comunes de identificación como el idioma, las tradiciones culturales, la vida económica y una forma de ser específica y distintiva. Conceptos de nación y estado Los elementos comunes con los que cuenta una nación pueden ser más amplios e incluso que de ellos puede no estar presente. Pero, dentro de sus variantes, conforman el
  • 8. aspecto objetivo de una nación, de modo que un individuo, al nacer, los encuentra ya dados. Junto a este aspecto objetivo, otra característica fundamental que permite definir a una nación es la consciencia que de ella tienen sus miembros, consciencia que les impulsa a una afirmación de su personalidad diferenciada mediante la construcción de unas instituciones políticas propias. Tales instituciones terminan adoptando la forma de Estado, aunque no necesariamente, pues hay naciones divididas entre varios estados (con o sin instituciones de autogobierno) y hay estados plurinacionales que integran en su seno a más de una nación. Conviene tener en cuenta que la identificación entre nación y Estado es histórica; se originó en la época del Renacimiento y llegó a su máxima expresión en el siglo XIX con los estados nacionales creados por las burguesías europeas. El Estado nacional, por consiguiente, se refiere a un tipo concreto de estado, ya que éste, en tanto que organismo jurídico-político, puede adoptar otras formas no siempre coincidentes con la realidad de la nación. Para entender mejor la diferencia existente entre el concepto de nación y el concepto de Estado hay que atenerse al hecho de que el primero se refiere a un fenómeno social, mientras que el segundo apunta hacia un fenómeno esencialmente político. La nación está integrada por unos grupos sociales; pero la autoridad sobre tales grupos sociales es algo que pertenece al Estado, estructura política organizada jurídicamente cuyos dos atributos esenciales son la soberanía y la independencia. Por medio de la soberanía, el Estado monopoliza la autoridad dentro de los confines de su territorio. En el exterior, el Estado es independiente y goza de un trato de igualdad con los restantes estados soberanos. Formas de gobierno El Estado ejerce el poder a través del gobierno, que abarca no sólo el poder ejecutivo (es decir, el que ostentan el jefe del Estado y el jefe del gobierno, así como el gabinete o consejos de ministros), sino también los poderes legislativo y judicial. Hay dos grandes formas de gobierno, la monocrática y la dualista. En la primera, el gobierno es de un solo hombre, como es el caso de las monarquías absolutas y de las dictaduras. En la segunda, las funciones de jefe de Estado y de jefe de gobierno permanecen separadas, como ocurre con las monarquías constitucionales y con las repúblicas.
  • 9. Estas formas de gobierno engendran regímenes políticos distintos. A grandes rasgos, pueden distinguirse tres tipos de regímenes políticos: el totalitario, el autoritario y el democrático, según sea el grado de control popular ejercido sobre los gobernantes. Dicho control popular se ejerce fundamentalmente a través de las elecciones. En los regímenes democráticos, éstas se efectúan por sufragio universal, lo que quiere decir que pueden votar todos los ciudadanos. Si se vota directamente al jefe del Estado para que ostente el poder ejecutivo y elija, a su vez, al jefe de gobierno, la democracia es presidencial. Si se eligen a unos parlamentarios para que elijan al jefe de gobierno, entonces la democracia es parlamentaria. En ambos casos, no obstante, es indiscutible que la soberanía corresponde al pueblo. RESUMEN Los distintos grupos sociales forman parte de la nación (comunidad histórica que posee unos rasgos definidos: idioma, cultura, vida económica). Además, la consciencia que de ella tienen sus miembros impulsa la construcción de unas instituciones políticas propias, las cuales terminan adoptando la forma de Estado. El concepto de nación se refiere a un fenómeno social y el de Estado apunta hacia un fenómeno político. El Estado ejerce el poder a través del gobierno, que abarca los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Existen dos grandes formas de gobierno: monocrática (gobierno de un solo hombre, monarquía absoluta o dictadura) y dualista (las funciones de jefe de Estado y jefe de gobierno están separadas, monarquía constitucional o república). Estas formas de gobierno engendran regímenes políticos distintos: totalitario, autoritario y democrático. Ética La ética no es solamente una disciplina del pensamiento que estudia desde fuera el comportamiento entre los humanos; la ética es un fenómeno vital en permanente crisis y transformación. Desde un punto de vista ético, la moralidad no está encaminada a la consecución de un fin, sino que el fin es la práctica de la moralidad misma, a la que a
  • 10. veces hemos llamado bien. El origen del comportamiento ético se encuentra en la misma esencia del hombre social puesto que etimológicamente la palabra ética significa carácter, modo de ser y hábito. Este carácter tiene que ser considerado como acción individual dentro de un marco social. Dentro de los contenidos morales, se pueden considerar dos posturas generales muy diferenciadas: sociologismo ético y naturalismo biológico, que, sin embargo, no se pueden entender si no es de forma interdependiente. La complejidad de las relaciones humanas ha obligado a generar marcos conceptuales donde concretar el conjunto de preceptos morales a partir de los cuales debe regirse el hombre social. El mundo moderno ha dado lugar a la creación de los derechos humanos, cuya primera declaración oficial se publicó a raíz de la revolución francesa en 1789. La ética comunitaria es la que rige las pautas de comportamiento de los seres humanos a la hora de relacionarse con sus semejantes según el tipo de relación que exista entre ellos. La estructura familiar depende de las relaciones sociales y es a la vez uno de los pilares de ellas. En la era moderna, pensadores y políticos han intentado la moralización del poder, que muy a menudo simplemente ha sido su autolimitación. En ese sentido, una de las ramas más importantes de la ética es la de la ética política, que establece que, puesto que el fin de la política es conseguir el bienestar de los ciudadanos, sus medios deben respetar este fin y el estado por ello debe actuar éticamente. Existen, sin embargo, varias formas de gobierno (dictadura, monarquía, democracia), muchas de las cuales no respetan este precepto. La religión, definida como todo culto tributado a una divinidad, establece, al igual que la moral, unas pautas de comportamiento a seguir concretadas en un conjunto de dogmas y prácticas que se manifiestan en unos determinados ritos. Si entendemos la religión como la forma del ser humano de reaccionar ante lo trascendente y de entender lo absoluto, se concluye que el hombre es un ser religioso por naturaleza y que la experiencia religiosa, es decir, la vivencia interior del hecho religioso, aparece en el hombre antes que la religión misma. El estudio de la evolución histórica de la religión pone de relieve que han existido muchos tipos de manifestación religiosa a lo largo de los siglos según el carácter de las diferentes civilizaciones. Desde el principio de los tiempos la idea de Dios ha ido variando y se han sucedido diversas aproximaciones a él (panteísmo, deísmo, teísmo) hasta llegar al moderno ateísmo, es decir, a la negación de Dios.
  • 11. El hecho moral El hombre lleva a cabo en su vida muchas acciones muy diferentes unas de otras. Unas (relacionadas con las necesidades primarias o biológicas) las realiza de modo inconsciente o mecánico, otras (ir a un espectáculo) son precedidas por una reflexión y otras (ir a trabajar o respetar las leyes) las hace por obligación. Sin embargo, no todas ellas se realizan teniendo presente una norma moral de conducta a seguir. ¿Cuáles son, pues, las acciones morales? Concepto de hecho moral En general, algo es un hecho cuando ya está realizado y no puede negarse su evidencia. Los hechos se pueden dividir en hechos naturales, que pueden explicarse a través de una causa natural, y hechos culturales, que se realizan con vistas a conseguir algún fin. Los hechos realizados por el hombre pueden ser divididos en actos de los hombres (el hombre los realiza en función de su naturaleza animal, de manera inconsciente, instintiva y mecánica) y actos humanos (actos específicamente humanos, es decir, son los que sólo puede realizar el hombre en cuanto tal y de manera consciente). El hecho moral es la acción realizada por el hombre en cuanto hombre, sin relación con las realidades de la naturaleza. El hombre, sin embargo, lleva a cabo una enorme cantidad de actos propiamente humanos que, aunque estén motivados por causas diferentes y persigan un fin, no son propiamente morales, pues no persiguen el fin moral por sí mismo, a saber, el bien. Características del hecho moral El hecho moral es un comportamiento consciente, libre y voluntario, fruto de una decisión reflexiva y encaminado a la consecución de un fin y que afecta a las personas que rodean al individuo y puede ser valorado, en función de una norma moral, como bueno o malo, justo o injusto.
  • 12. El hecho moral es consciente El acto moral es consciente. Los actos movidos por motivos inconscientes (pasiones, impulsos, miedos) no pertenecen a la moral, ya que al que no tiene conciencia de lo que hace no puede exigírsele responsabilidad moral. El individuo que actúa moralmente es consciente del fin que quiere conseguir y de los motivos que le han llevado a realizar esa acción, lo cual comporta la previsión del resultado y la responsabilidad de la actuación. El hecho moral afecta a los demás Cuando el hecho del individuo afecta a los demás, adquiere una dimensión moral, mientras que los actos individuales que no tienen consecuencias para los demás no pertenecen al ámbito moral. Desde esta perspectiva, podemos distinguir tres tipos de acciones: morales (cumplen las normas de la moralidad y afectan a los demás de manera positiva), inmorales (incumplen las normas morales y perjudican a los demás) y amorales (no tienen consecuencias para los demás). El hecho moral está encaminado a la consecución de un fin Los actos morales están encaminados hacia la consecución de un fin, el cual tiende a identificarse con el bien (aquello que lleva al hombre a realizarse como tal). Sin embargo, hay que tener también presentes los resultados, los medios y las intenciones de la acción para establecer si un acto es o no moral. El hecho moral está sometido a una norma a) Diferencias entre normas morales y legales Todo hombre pertenece a una sociedad que cuenta con una serie de medios para modelar la conducta de sus integrantes, regular sus relaciones y asegurar el orden social establecido (normas morales, leyes y costumbres). Mientras que las normas legales requieren algún tipo de presión externa para su cumplimiento, las normas morales se cumplen libremente porque el individuo las interioriza como las mejores. A pesar de esta distinción, muchas veces lo moral y lo legal coinciden.
  • 13. b) Las normas morales se aceptan libre y voluntariamente El hecho moral es un acto voluntario que se realiza libremente y que implica siempre una consciencia individual que hace suyas unas reglas de acción que se presentan como normas a seguir y que implican una total responsabilidad para con las acciones de cada uno. Cuando, habiendo aceptado unas normas de conducta, actuamos en contra de ellas surge la mala conciencia. Aparecen aquí los dos planos del comportamiento: el ideal (deber ser) y el real (ser). c) Las normas regulan el plano del «deber ser» Las normas morales postulan el tipo de comportamiento a seguir (plano del deber ser). Sin embargo, el individuo, en su actuación concreta (plano del ser), unas veces se ajusta a esas normas y otras no, lo cual establece los actos buenos o malos. d) La actuación moral se juzga de acuerdo con las normas morales El hecho moral está siempre sujeto a la aprobación o a la condena tanto de uno mismo como de los demás de acuerdo con las normas morales aceptadas por la sociedad. Ahora bien, estas normas son generales y es el sujeto el que debe aplicarlas a cada caso particular, con el riesgo de equivocarse en la previsión del resultado perseguido, de lo cual se deriva la responsabilidad moral del sujeto agente. Resumen Los hechos pueden dividirse en naturales (explicables a través de una causa natural) y culturales (realizados para conseguir un fin y subdivididos en actos de los hombres – realizados por el hombre en función de su naturaleza animal; son instintivos y carecen de voluntad y de libertad– y actos humanos –son los realizados por el hombre de manera consciente–). El hecho moral pertenece a los actos humanos. Es consciente (el individuo es consciente de lo que quiere conseguir, de sus motivos y de los pasos que debe seguir para conseguirlo, y es responsable de su actuación). En tanto que afecta a los demás, pueden establecerse tres tipos de acciones: morales (al adecuarse a las normas establecidas, afectan a los demás de manera positiva), inmorales (incumplen las normas y perjudican a los demás) y amorales (no tienen consecuencias perjudiciales para los demás). Está encaminado a la persecución de un fin, identificable con el bien. Está sometido a una norma (la norma moral, al contrario que la legal, se interioriza por
  • 14. propio convencimiento, postula el tipo de comportamiento a seguir libremente y sirve para aprobar o condenar una acción). El origen del comportamiento ético ¿De dónde surge la ética?, ¿cómo aparece?, ¿es necesaria la ética para el hombre?, ¿es la ética intrínseca en el ser humano? ¿es una consecuencia de la evolución? ¿podríamos vivir sin ética? Intentaremos a continuación dar respuesta a estas preguntas y aclarar el porqué y el cuándo del surgimiento de la ética en el comportamiento humano. Aparición histórica del comportamiento ético El comportamiento de los animales, en tanto que instintivo e innato, no se adecua a ninguna regla moral y no persigue ningún fin ético. De ahí que estos comportamientos no pertenezcan al campo de la ética. Según la teoría de la evolución del hombre de Charles Darwin, el hombre desciende de un primate superior, un homínido carente de ética que en poco o nada se diferencia del resto de los animales. El comportamiento ético surge, pues, paralelamente a la emergencia del hombre de la animalidad, ruptura que se inicia en el preciso momento en que aparecen la consciencia, el lenguaje y la comunidad y gracias a la cual el hombre, al no depender sólo de los instintos, deja de ser animal y se humaniza. Con ello aparece la posibilidad de elección del hombre sobre su vida y su conducta, lo cual nos adentra de lleno en el ámbito de la ética. La actuación moral, un comportamiento individual Como hemos dicho, la consciencia del hombre como ser inteligente se da paralelamente a la emergencia del lenguaje y de la vida en comunidad. El hombre, al no poder hacer frente en solitario a la naturaleza, necesita la colaboración de sus semejantes para sobrevivir, lo cual presupone que su conducta, en tanto que ser social, debe integrarse en los valores existentes en la comunidad a la que pertenece. En las sociedades primitivas, el hombre acepta íntegramente las pautas de comportamiento y los valores de su comunidad, pues de ello depende su supervivencia. En la medida en que las sociedades son más avanzadas, la conducta de los individuos
  • 15. que la forman se separa más de la norma imperante y surgen diferentes pautas de comportamiento, sin que ello suponga ningún peligro para el individuo ni para la sociedad. Doble dimensión del hecho moral Si reflexionamos sobre lo dicho hasta ahora, nos daremos cuenta de que en todo momento, al hablar del hecho moral, hemos estado haciendo referencia implícita a dos dimensiones íntimamente ligadas e inseparables: una individual y una social. Dimensión individual de la ética Todo hombre, al nacer, se incorpora en un determinado marco social, en función de cuyos valores es educado. Sin embargo, cada individuo puede adoptar diferentes posturas ante los valores que se le pretenden inculcar. Henri Bergson distinguió dos tipos de moral según la actitud del individuo respecto a los valores sociales: moral cerrada (cuando se aceptan de modo pasivo los valores de la sociedad) y moral abierta (cuando el individuo, en lugar de interiorizar sumisamente las normas de la sociedad a la que pertenece, toma una actitud crítica ante ellas y las modifica en función de sus propios criterios éticos). Tanto en uno como en otro caso, la ética es algo individual, pues es cada hombre concreto quien libre y conscientemente hace suyas e interioriza unas normas de acción, conforme a las cuales decide gobernar su conducta y juzgar y valorar sus actos. Por fuertes que sean los ingredientes sociales y colectivos, la decisión y el acto moral surgen siempre como consecuencia de la decisión de una persona singular. La ética es también individual porque, aunque la acción pueda llegar a repercutir en otras personas, el primero sobre quien recae todas sus consecuencias es el propio individuo que la realiza. Dimensión social de la ética El origen de la moral es social, ya que las normas morales, cuya función es regular la conducta de los individuos y sus relaciones, derivan de la sociedad, que intenta así garantizar su pervivencia. El hombre es un ser social, pues su vida se desarrolla dentro
  • 16. de la sociedad a la que pertenece, la cual le enseña todo lo que necesita para vivir y le da los valores para gobernar su vida. Decimos, pues, que una sociedad «hace moralmente» al hombre en tanto que los individuos no crean su moral a partir de la nada ni escogen sus normas morales con total libertad, sino que todo individuo se educa bajo la influencia del modelo de conducta que prevalece en su sociedad, modelo que determina de diferentes maneras la moral del propio individuo. Este hecho explica que los individuos pertenecientes a una determinada realidad histórica, cultural y social reaccionen, por lo general, de modo parecido ante una situación concreta similar. Resumen En tanto que la conducta de los animales no pertenece a la ética (su comportamiento es mecánico-instintivo) y que el hombre desciende de un primate superior (teoría darwiniana), la ética debió de aparecer paralelamente a la emergencia del hombre de la animalidad. Este proceso de humanización permitió al hombre, al desvincularle de los instintos, actuar de manera consciente y de acuerdo con su voluntad. La conducta del hombre debe adecuarse a los valores de la comunidad a la que pertenece, sin embargo, cuanto más avanzada es una sociedad, más variedades de normas de comportamiento son aceptadas por la sociedad misma. Doble dimensión del hecho moral: dimensión individual (cada hombre, libre y conscientemente, hace suyas e interioriza unas normas de acción, respecto a las cuales gobierna y juzga sus actos) y dimensión social (la sociedad le da al hombre los valores a partir de los cuales ha de gobernar su vida). El responsable fundamental de la toma de postura de un individuo frente a la moral dada por la sociedad es el carácter, conjunto de cualidades psíquicas y afectivas que condiciona la conducta de cada individuo. Origen de los contenidos morales Aunque todos los hombres tienen alguna moral, no todos tienen la misma: diferentes hombres y diferentes sociedades se gobiernan por distintas normas morales. Ante esta pluralidad, es inevitable hacerse una serie de preguntas: ¿cuál es el fundamento del
  • 17. contenido moral?, ¿existe algún contenido ético común a todos los hombres?, ¿pueden ser válidas todas las morales coexistentes? Respecto al origen de los contenidos morales, a lo largo de la historia ha habido, fundamentalmente, dos posturas bien diferenciadas: contenido moral como algo creado por convención u originado por la propia naturaleza humana. Contenido moral como algo creado por convención Contractualismo Autores como Hobbes piensan que el contenido ético es una convención pactada por los individuos que forman la sociedad, cada una de las cuales, en función de sus propios intereses, acordaría, para regirse, unos u otros contenidos morales y leyes. Sociologismo ético Para otros autores, por ejemplo Durkheim, es la sociedad la que impone las normas morales a los individuos mediante la presión social que ejerce sobre ellos, pues resulta vital para ella que todos los elementos que la integran reproduzcan sus valores sociales. Cada sociedad tendría, así, la moral que le fuese necesaria para su supervivencia, y de ahí que diferentes sociedades tengan morales distintas. Contenido moral como algo determinado por la naturaleza Otros autores han mantenido que el fundamento de los contenidos morales se encuentra en la naturaleza humana, a la que hay que remitirse para determinar qué reglas tenemos que seguir. Naturaleza supranatural Santo Tomás de Aquino concibe al hombre como una criatura racional creada por Dios; todos los hombres tienen, pues, una idéntica naturaleza divina, naturaleza que contiene dentro de sí, por voluntad de Dios, el primer principio moral: «Haz el bien y evita el mal». Todos los hombres, mirando dentro de sí, pueden llegar a conocer este principio y
  • 18. actuar de acuerdo con él. Sin embargo, ese principio es tan general que no sirve para los casos particulares, de ahí que los hombres deban adaptar esa regla general a lo particular y dotarla de contenido, adaptación sólo posible gracias a la experiencia moral. Naturalismo biológico El filósofo y sociólogo británico Herbert Spencer, siguiendo las teorías de Darwin sobre la evolución, formuló el darwinismo social, para el cual los valores éticos están contenidos en la estructura biológica del hombre. De forma general, aunque con alguna excepción, el placer acompaña a lo biológicamente útil y el dolor a lo peligroso. La propia naturaleza nos indica la conducta virtuosa –la placentera– y la que debemos rechazar –la dolorosa–. Spencer, pues, fundamenta la moralidad en la naturaleza biológica del hombre; sin embargo, señala también la existencia de determinadas normas morales que sobrepasan el ámbito natural: son las llamadas «normas adquiridas por la raza», es decir, las formuladas por la sociedad y aceptadas por tradición. Las posiciones convencionalistas apuntan a un relativismo ético, que supone afirmar que cualquier norma moral es válida en función de la sociedad en la que se sitúe. Si esto fuera así, no habría ningún contenido moral válido universalmente. Por el contrario, los naturalistas señalan que existen unas normas éticas válidas para todos los hombres de todas las épocas, pues estas normas son algo que deriva de la propia naturaleza humana; si esto fuera así, todas las sociedades deberían tener el mismo sistema moral o, cuando menos, muy parecido. Pretender, pues, determinar el contenido moral desde una de estas dos posiciones con independencia de la otra nos llevaría a alejarnos de la realidad concreta del hombre; ya hemos hecho referencia a la doble dimensión natural y social del ser humano: en cuanto animal, todo hombre ha de satisfacer unas necesidades biológicas; en cuanto ser social, se integra dentro de una sociedad. Haciendo un estudio comparativo de las normas morales que imperan en las diferentes sociedades, se llega a la conclusión de que existen unos principios morales básicos comunes a todos los grupos sociales, los cuales, fundamentalmente, están asociados a la satisfacción de las necesidades fisiológicas, materiales, psíquicas y de realización esenciales para la supervivencia de la sociedad; sin embargo, según la cultura de cada sociedad surgen diferentes interpretaciones y aplicaciones de estos principios morales que dan lugar a normas morales diferentes en cada una de las diferentes sociedades.
  • 19. Resumen Existen dos posturas fundamentales a la hora de valorar el contenido de las normas morales. Contenido moral como algo creado por convención: contractualismo (Hobbes piensa que el contenido ético es una convención, un pacto, entre los individuos de una sociedad) y sociologismo ético (Durkheim cree que es la sociedad la que impone las normas morales mediante la presión social que ejerce sobre sus componentes). Contenido moral como algo determinado por la naturaleza: naturaleza supranatural (según santo Tomás de Aquino, el hombre, al tener una naturaleza divina, tiene dentro de sí el primer principio moral –«haz el bien y evita el mal»–, regla general que el hombre tendrá que ir adaptando a cada caso concreto) y naturalismo biológico (para Spencer, los valores éticos están contenidos en la estructura biológica del hombre; sin embargo, señala también la existencia de determinadas normas que sobrepasan el ámbito natural: son las formuladas por la sociedad y aceptadas por tradición). Sin embargo, pretender determinar el contenido moral sólo desde una u otra de estas dos posturas nos llevaría a alejarnos de la realidad concreta del hombre: existen unos principios morales básicos comunes a todos los grupos sociales; ahora bien, cada sociedad se caracteriza por su adopción y utilización concreta de estos principios. Los contenidos de la moral actual: los derechos humanos ¿Qué preceptos morales imperan en las sociedades actuales? Hablar de contenidos morales en la actualidad es hablar necesariamente de toda la temática referente a los derechos humanos, los cuales proponen el respeto de la persona y sus valores. Los derechos humanos son reconocidos por todos los países como valores primordiales que hay que respetar; la existencia de este consenso se debe a la proliferación de los medios de comunicación y a la creación de organismos internacionales. Aparición de los derechos humanos
  • 20. A pesar de que cada época haya tenido su legalidad y su moralidad, en función de las cuales se haya dado un trato u otro a la persona, no podemos afirmar que los derechos humanos hayan existido desde la Antigüedad y que poco a poco se hayan ido ampliando. Los derechos humanos surgieron con el proceso de formación del mundo moderno. Hablar de ellos en épocas anteriores no tiene demasiado sentido; podemos hablar, por ejemplo, de los derechos de la Edad Media y del avance que supusieron o no respecto a los de la época romana; sin embargo, los derechos humanos son la respuesta a una serie de situaciones que se vivieron en Europa y en las colonias de los países europeos durante los siglos XVI y XVII. No nacieron como producto de una reflexión racional, sino por motivo de causas concretas: a) con el incipiente desarrollo del capitalismo, la burguesía ganó peso específico dentro de la sociedad y, frente a la concentración de poder en manos de un monarca absoluto, reivindicó estar protegida por el poder y participar en él; b) en esta época, se produce la ruptura de la unidad de la Iglesia debido a la reforma protestante y, frente a la intolerancia y la imposición por la fuerza de una creencia religiosa, se reivindica otra concepción del cristianismo; c) el Estado absoluto no garantiza la seguridad de todos sus ciudadanos: los jueces no actúan siempre de modo imparcial y se usa la tortura como medio para la obtención de pruebas en un proceso y como pena, lo cual ocasiona una reacción contra el sistema legal y judicial por parte de los sectores desprotegidos ante la ley. El descontento social ante el Estado absoluto culminó con la revolución francesa, que supuso el surgimiento del Estado moderno, y con la formulación de tres sucesivas Declaraciones de derechos del hombre y del ciudadano (1789, 1793 y 1795). La Declaración de 1789 –haciéndose eco de la declaración de independencia de Estados Unidos (1776)– proclamaba la igualdad de todos los ciudadanos, el derecho a la propiedad y a la libertad y la libertad de opinión, de prensa y religiosa. La de 1793 añade a los anteriores derechos el de educación, trabajo y asistencia pública. En la de 1795 se añade la igualdad ante la ley y pierde vigencia el derecho de igualdad de los ciudadanos. Estas declaraciones son los precedentes de la actual Declaración de los derechos humanos, formulada en 1948 por la ONU tras los horrores vividos en la segunda guerra mundial. Clasificación de los derechos humanos
  • 21. La Declaración de los derechos humanos se compone de treinta artículos, los cuales suelen clasificarse en: a) derechos civiles (protegen la vida personal: derecho a la vida, a la intimidad personal, a la seguridad económica); b) derechos públicos (libertad de reunión, de expresión, de pensamiento, de asociación); c) derechos políticos (a participar en el gobierno del país directa o indirectamente, soberanía nacional del pueblo); d) derechos sociales (a la seguridad social, al trabajo, a un nivel de vida adecuado, a la educación, a la libertad de culto). ¿Se respetan los derechos humanos? Los derechos humanos recogen los valores morales básicos para la convivencia, son la base de toda ética (la personal, la de la comunidad y la del Estado), marcan las obligaciones de los estados para con sus ciudadanos y establecen el marco y los límites de sus funciones. Los derechos humanos están suscritos por todos los países miembros de la ONU; sin embargo, no son respetados por muchos de ellos. Constantemente se producen violaciones de los mismos en todos los países, incluso en España, debido a que los estados no renuncian a su soberanía nacional y se resisten al control de su política por parte de organismos internacionales. Todos los estados deberían asumir la filosofía de los derechos humanos e incorporarla a sus leyes con el fin de posibilitar la moralidad de la vida humana en todos sus ámbitos, tanto públicos como privados. Un estado que no considere estos derechos no respetará el valor y la dignidad de la persona en cuanto tal, lo que puede ocasionar una difícil convivencia entre sus miembros. Resumen Los derechos humanos defienden el respeto de la persona en cuanto tal y de sus valores. Surgen con el proceso de formación del mundo moderno (siglo XVI). Motivos que propician su aparición: reivindicaciones de la burguesía para participar del poder; nueva concepción del cristianismo; reacción contra la tortura. A raíz de la revolución francesa, surgieron tres Declaraciones de derechos del hombre y del ciudadano sucesivas (1789, 1793, 1795). Clasificación de los derechos humanos: derechos civiles (protegen la vida personal), derechos públicos (libertad de reunión, de expresión, de pensamiento, etc.), derechos
  • 22. políticos (participación en el gobierno, la soberanía nacional reside en el pueblo, etc.), derechos sociales (seguridad social, nivel de vida adecuado, educación, etc.). Los estados deberían velar por el respeto de estos derechos y posibilitar la moralidad de la vida en todos sus ámbitos en vistas a una convivencia pacífica entre sus miembros. La convivencia Las actuaciones éticas tienen una doble dimensión: una personal y otra social, ya que el hombre es un ser social a la vez que un individuo con identidad propia. Atendiendo a esta división, la ética puede estructurarse fundamentalmente en dos grandes ramas: ética general y ética especial o social. La ética general estudia el carácter propio y la dimensión personal de la ética y la social analiza las pautas de conducta que gobiernan la actuación de los distintos grupos que conforman la sociedad y la relación que se establece entre ellos y los individuos. (La ética social se divide, a su vez, en ética comunitaria y en ética social o política.) La ética personal La ética, ante todo, es algo personal, pues deriva de hombres concretos, en cuya libertad y responsabilidad reside el carácter personal e individual de sus conductas. Cada uno interioriza con sus características propias las reglas de conducta que la sociedad presenta; normas que, al ser interiorizadas, pasan a formar parte del «fuero interno» de cada individuo y sirven para delimitar su posición moral respecto a las propias actuaciones y las de los demás; en ocasiones extremas, generalmente en momentos de crisis, cuando la moral social aparece inadecuada e injusta, este «fuero interno» puede entrar en conflicto con los valores que imperan en la sociedad y originar un conflicto moral entre lo que la sociedad impone y lo que le dicta a cada individuo su consciencia; por el contrario, bajo otras circunstancias, el individuo puede sacrificarse en aras de los derechos sociales (es el caso, por ejemplo, de Sócrates). De la ética personal a la ética comunitaria El hombre, por naturaleza, vive en comunidad y establece vínculos comunes con los
  • 23. otros mediante relaciones de carácter interpersonal, es decir, el «yo» se abre y, al relacionarse con un «tú», crea un «nosotros». Sin embargo, para que la relación interpersonal tenga éxito, es necesario respetar ciertas exigencias éticas: a) hay que tratar al «tú» como persona, como ser racional y libre, con su propia intimidad y dignidad, como si fuera otro «yo»; b) el «yo» debe abrirse al «tú» de forma auténtica y sincera; c) una vez establecida una relación entre el «yo» y el «tú», se presupone el cumplimiento de una serie de exigencias éticas por parte de ambos: veracidad y sinceridad en sus relaciones y espíritu comunitario, esto es, abandono total de posiciones egoístas, individuales. El «nosotros» es la primera forma de relación social, en la cual ya no se vive sino que se convive. Aportación del «yo» al «nosotros» Cada «yo» posee una riqueza interior de ideas, pensamientos, creencias, ilusiones, afectos, sentimientos, que constituye su propio ser interior. El hombre, por ser consciente, tiene la capacidad de ensimismarse, de quedarse en sí mismo frente al otro y los otros, y de pensarse, esto es, de encerrarse en sí mismo para encontrarse y autoconocerse. Este mundo personal constituye la base de la convivencia social, pues, en ella, cada ser debe aportar al grupo sus ideas, sentimientos, proyectos, de manera que el grupo se enriquezca con cada uno de los elementos que lo componen. El individuo carente de riqueza interior difícilmente podrá llegar a comunicar nada al grupo, cuya esencia nace de la aportación individual de sus componentes. Sin embargo, debemos evitar que el «nosotros» devore al «yo» y al «tú»: el encuentro interpersonal no ha de suponer la negación del «ser» ni de la intimidad personal de los hombres que se interrelacionan. Para que esto no ocurra y sea posible la convivencia, deben respetarse unos requisitos morales básicos: la comprensión, la tolerancia, el diálogo, la sinceridad, la fidelidad y el secreto; si a estas exigencias éticas unimos la solidaridad, la generosidad, la ayuda mutua y la amistad, se consigue una convivencia totalmente gratificante y humana. Resumen La ética se divide en dos grandes ramas: ética general (estudia el carácter propio de la ética y su dimensión personal) y ética especial o social (estudia la dimensión social del
  • 24. comportamiento humano; se divide, a su vez, en ética comunitaria y ética política). Al interiorizar las reglas de conducta de su sociedad, el individuo las incorpora a su fuero interno y las esgrime a favor o en contra de su sociedad según le dicte su conciencia. El hombre, al vivir en comunidad, debe establecer relaciones con los demás; para que estas relaciones sean posibles, es necesario respetar ciertas exigencias éticas: tratar al otro como persona, abrirse al otro de manera auténtica y cumplir una serie de premisas mutuas (sinceridad, espíritu comunitario, altruismo). Cada ser personal debe aportar a la comunidad sus ideas, sentimientos, proyectos, etc., de manera que todos sus componentes puedan enriquecerse mutuamente. Sin embargo, para que el «yo» no quede anulado y sea posible la convivencia, son fundamentales la comprensión, tolerancia, diálogo, sinceridad, fidelidad, solidaridad, generosidad, ayuda mutua y amistad. La ética comunitaria La ética comunitaria enmarca las relaciones entre los elementos de una familia, un grupo de amigos o una pareja, de los cuales se espera que se comporten de acuerdo con ciertos criterios de bondad, rectitud, obligación, etc. A su vez, estos códigos se insertan en los de la sociedad de la que forman parte y, aunque puedan darse diferencias puntuales, la moral de las distintas familias, grupos de amigos o de parejas de una misma sociedad no varía de forma notable. En el marco de la ética comunitaria, se estudian los códigos de conducta que deben regir las relaciones familiares, amistosas o sexuales. La familia No podemos entender la familia desde un punto de vista social sin antes situarla en el contexto del que forma parte, pues su estructura depende de la organización social y económica de la sociedad a la que pertenece. La familia, a principios de siglo en España, era entendida como «familia troncal», unidad en la que convivían bajo un mismo techo los abuelos, los padres y los hijos; esta estructura familiar perdió su razón de ser con la desaparición del vínculo a la tierra; los hijos dejaron de depender económicamente de los padres y apareció la «familia conyugal», fundada sobre las
  • 25. bases de la relación matrimonial y compuesta por la pareja y sus hijos. Como señala Aranguren, estamos asistiendo, como consecuencia de la aceleración histórica en que vivimos, a la desmembración de la familia en su sentido tradicional: los hijos se independizan y abandonan el hogar paterno para vivir solos. Funciones de la familia La forma y la función de la familia, a pesar de ser una institución presente en todas las sociedades de la tierra, varían ampliamente dentro de cada cultura. Sin embargo, entre sus funciones fundamentales, destacan las siguientes: – Función educativa: sobre la base del amor y del respeto, la familia educa a los hijos y desarrolla todas sus cualidades; en la actualidad, esta función está compartida por la familia y la escuela. – Función sexual y reproductora: todas las culturas remarcan la función reproductora de la familia (en algunos casos la negativa de uno de los cónyuges a tener hijos es motivo suficiente para obtener la anulación matrimonial); junto a esta función, el matrimonio posibilita una vida sexual socialmente reconocida y aprobada. – Función afectiva: la familia es un núcleo de amor, ternura, comprensión y simpatía; este ambiente es fundamental para el desarrollo equilibrado de la personalidad de los hijos. – Función sociabilizadora: la familia, en su educación de los hijos, transmite todas las normas de comportamiento y los valores de la sociedad que esa familia, como parte de la sociedad, ha asumido; en su convivencia diaria, la familia ayuda a los nuevos miembros de la sociedad a integrarse en ella, donde convivirán con otros hombres. – Función económica: la familia proporciona los recursos materiales necesarios para dar una vida digna a todos sus componentes. Actitud en caso de conflicto entre moral comunitaria y otra En la convivencia, pueden surgir conflictos entre la moral de la comunidad y la de la sociedad; en este caso, el individuo actúa, por lo general, siguiendo la moral comunitaria y desobedeciendo la moral política o social. Cuando el conflicto se presenta entre la moral personal y la comunitaria, y en función de la intensidad de los lazos efectivos, no siempre se impone la moral personal.
  • 26. Resumen En la ética comunitaria se estudian los códigos de conducta que deben regir nuestras relaciones familiares, de amistad, sexuales, etc. La estructura de la familia depende de las estructuras sociales, económicas y culturales de la sociedad a la que pertenece. Funciones de la familia: educativa, sexual y reproductora, afectiva, sociabilizadora y económica. Principios éticos de las relaciones familiares: clima de comunicación, respeto de la intimidad y hacia los demás componentes de la familia. En el caso de surgir conflictos entre la moral de la comunidad y de la sociedad, el individuo actúa por lo general siguiendo la moral comunitaria. Cuando el conflicto es entre la moral personal y la comunitaria la elección dependerá de la intensidad de los lazos afectivos. La ética política La finalidad del Estado es dirigir la vida de la sociedad hacia unas metas concretas. ¿Qué criterios debe seguir para hacer su gobierno justo?, ¿cómo debe organizarse la sociedad civil?, ¿qué relación guardan las normas morales que gobiernan la conducta particular de los individuos con las que gobiernan el comportamiento social? Intentaremos, a continuación, dar respuesta a estas preguntas. Origen, ejercicio y finalidad del poder político Teoría de Hobbes sobre el origen del Estado y de su poder En el momento en que el hombre renunció a su libertad individual y decidió vivir en comunidad, se convirtió en un animal político («polis», en griego, significa ciudad). Hobbes explica como sigue las causas de este cambio. El hombre que vivía en estado de naturaleza, en el que imperaba la ley del más fuerte y no había normas, estaba acosado por muchos peligros. En estas condiciones, los individuos prefirieron asociarse en
  • 27. comunidades; para ello, todos los hombres renunciaron a su total libertad y se sometieron a una autoridad que pudiera asegurar la vida en comunidad, el orden y la convivencia: surgió así el Estado, encargado de elaborar leyes que garantizasen esa convivencia y de hacerlas cumplir. En esta explicación hobbesiana del origen del Estado, afloran las dos voluntades coexistentes en toda relación política: una que tiene el poder y otra que se subordina a él, lo cual, por un lado, representa un beneficio para los individuos que ven asegurada su vida bajo la protección del Estado, y, por otro, la pérdida de libertad que esto comporta. El poder político se puede ejercer de diferentes formas, según el repartimiento del poder y la libertad (dictadura, democracia, etc.). Las finalidades de la política la sitúan dentro del campo de la ética. El objetivo que se persiga con el ejercicio del poder será moralmente bueno o malo en función de los beneficios o perjuicios que ocasione. Parece claro que una política que someta a la mayoría en beneficio de unos pocos resulta totalmente inmoral: la buena política debe buscar el beneficio de todos. Así, pues, los propósitos de toda política deben ser: a) buscar el bien común de todos los ciudadanos o, de no ser posible, beneficiar al mayor número sin perjudicar a ninguno; b) proporcionar seguridad exterior, la guerra debe ser el último recurso a la hora de salvaguardar a los ciudadanos de agresiones exteriores; c) lograr la concordia y la prosperidad de los ciudadanos; para ello, debe ocuparse de cuestiones económicas, jurídicas y culturales. En la actualidad, consideramos que el sistema democrático es el que mejor cumple con la finalidad de lo político, pues, al posibilitar la participación de los ciudadanos en la vida pública, permite que el hombre se realice dignamente como hombre. El Estado debe actuar éticamente El único camino de acceso a una verdadera democratización del poder es el de la participación del mayor número posible de ciudadanos en la vida política. Los sistemas de gobierno que excluyen la participación en el poder de determinados sectores sociales fomentan actitudes políticas de ruptura: los grupos marginados se consideran desprovistos de ciertos derechos y tienden al disconformismo radical. Así pues, la integración política y social es fundamental para la estabilización de la vida política: para que los hombres se comporten de acuerdo con la norma social establecida, es fundamental que no carezcan de recursos económicos, para ello, el Estado asume, por lo
  • 28. general, tareas éticas; con una política social, puede sustituir las virtudes individuales (la previsión y el ahorro) por virtudes sociales (seguros contra el paro, la enfermedad, la invalidez, la vejez). Sin embargo, en el momento en que la Administración pública asume tareas éticas, éstas pasan a convertirse en tareas técnicas: se crea una institución administrativa encargada de velar por el cuidado y el buen funcionamiento de estas previsiones sociales, lo cual representa la tecnificación de la moral. Para la moral, es tan importante la consecución de unos fines como los medios para lograrlos. Para cumplir sus fines políticos, el Estado crea unas normas de convivencia, las leyes, a las que el propio Estado, cuyo comportamiento ha de ser moral y ejemplar, y todos los ciudadanos deben someterse: si el Estado ha de velar por la paz y la erradicación de la violencia, no puede emplear la fuerza para establecer el orden. El ámbito de lo legal, perteneciente al derecho, y el plano de lo moral, relativo a la ética, están estrechamente unidos, dado que tienen algunos intereses y funciones comunes: ambos pretenden ordenar las relaciones entre los hombres y, de esta forma, hacer posible su convivencia mediante normas que, por su carácter imperativo, deben ser cumplidas. Cuando surge un conflicto entre lo moral y lo legal, normalmente la ética prevalece sobre el derecho, pues la norma moral, al estar interiorizada, forma parte de la consciencia del propio individuo, mientras que la norma legal, por ser externa, no se vive como obligatoria. Resumen Según Hobbes, el hombre, con el fin de evitar los muchos riesgos que comportaba vivir en estado de naturaleza, se sometió a una autoridad encargada de asegurar la vida en comunidad, el orden y la convivencia; surgió así el Estado, encargado de elaborar las leyes que garantizan esa convivencia y de hacerlas cumplir. Existen diferentes formas de ejercer el poder político: dictadura (el gobierno acoge todo el poder en sus manos y somete totalmente al pueblo), democracia (la soberanía reside en el pueblo), etc. Finalidades del poder político: – Buscar el bien común de todos los ciudadanos. – Proporcionar seguridad exterior. – Lograr la concordia entre sus ciudadanos. Hoy en día, se considera que el mejor sistema político es la democracia.
  • 29. Requisitos éticos del estado: Integración política y social de todos sus ciudadanos (el Estado no puede excluir de la participación del poder a ningún grupo social y debe velar por el bienestar de sus integrantes). Los medios son tan importantes como los fines políticos (para cumplir sus fines, el Estado crea normas de convivencia a las que deben someterse tanto la totalidad de sus ciudadanos como el propio Estado). El fenómeno religioso La religión ha sido desde el principio de los tiempos parte imprescindible de la vida del ser humano. Desde que el hombre es hombre ha necesitado algo en que creer, una fuerza superior que dé sentido a la vida y que forme parte de la sociedad y la civilización que rodea esta vida. La religión, pues, nace de la necesidad del ser humano de rendir culto a una divinidad y se concreta en un conjunto de dogmas y prácticas que, al igual que la ética, rigen el modo de comportarse del hombre. El concepto de religión Por religión cabe entender en principio todo culto tributado a la divinidad. De una manera más específica, la religión a menudo toma el significado de confesión religiosa (como, por ejemplo, la budista o la cristiana) y entonces se define en tanto que conjunto de dogmas y de prácticas características de dicha confesión. Pero al hablar de religión se está hablando también de la dimensión religiosa del hombre, con lo que se alude al carácter inacabado de éste, a su radical menesterosidad y, por consiguiente, al hecho que la finitud y las limitaciones de la existencia humana sólo pueden llegar a completarse a través de una relación supramundana, de tipo sobrenatural. En este sentido, la religión configura una dimensión que es consustancial a la vida del hombre. La etimología de la voz religión pone de relieve dicho carácter consustancial. La religio, en efecto, se refiere antes que nada al hecho que el hombre, por su dependencia con lo absoluto, está obligado a una atenta y delicada consideración de las personas y de las cosas y a una actuación cuidadosa. A partir de esta actitud fundamental, el fenómeno religioso toma cuerpo en una complejidad que no puede abarcarse desde ningún punto de vista unilateral. Por eso las
  • 30. interpretaciones que se han hecho de este fenómeno no tienen otro sentido que el de aproximaciones, enormemente valiosas, pero que en ningún caso agotan por completo el significado del hecho religioso. Las aproximaciones al hecho religioso La primera de estas interpretaciones que hay que consignar proviene del campo de la sociología. Tanto Max Weber como Émile Durkheim analizaron el hecho religioso poniendo en evidencia su extraordinario poder de cohesión social. Ambos científicos, por lo demás, establecieron los fundamentos de una nueva disciplina, la sociología de la religión, que ha estudiado la interrelación de los factores sociales y religiosos de forma muy precisa. Durkheim en particular definió la religión como «un sistema solidario de creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a cuantos se adhieren a ellas» y distinguió como elementos esenciales del hecho religioso el ritmo cultural, el sistema de creencias y la conciencia de grupo. Desde el campo de la psicología son también importantes las contribuciones que se han hecho al estudio de la religión, y más propiamente los análisis de los diversos factores psíquicos que inciden en el fenómeno religioso. La aportación más sustancial en este sentido corresponde a la psicología analítica de Carl Gustav Jung. Para este psicólogo suizo, la religión ocupa una posición central dentro de la psique y muchas de las neurosis del hombre moderno se explican por la ignorancia del hecho religioso que caracteriza a la civilización actual. Psicológicamente hablando, el dogma es para Jung una estructura mental que proporciona orden y medida a fuerzas psíquicas destructivas que habitan en el inconsciente humano. Y una de las grandes tragedias de nuestro tiempo consiste en haber derribado estos muros de protección que son los dogmas, los ritos, las creencias; su misión era la de contener la violencia que habita en el fondo del inconsciente, y el haberse despojado de ellos ha provocado, como ya previó Nietzsche, dos guerras mundiales de efectos devastadores. La gran aventura de la conciencia moderna, según Jung, radica en esta ausencia de límites y en el hecho que se ha quedado aislada frente a aquel tipo de energías que desde la más remota Antigüedad canalizaban las religiones. Estas energías son creativas y destructivas a un tiempo y el riesgo que hoy corre la conciencia individual radica en su
  • 31. posición ante un monto de fuerzas –las del inconsciente– que la exceden y que amenazan con anegarla. Resumen Al estudiar el fenómeno religioso, es necesario partir de una definición de la religión; ésta se entiende en principio como todo culto tributado a la divinidad. Con más precisión, puede definirse como el conjunto de dogmas y prácticas que caracterizan a una confesión religiosa. Subjetivamente, la religión es un hecho que atañe a la específica dimensión religiosa del hombre. La etimología de la voz indica que la religio desvela que el hombre está vinculado a lo absoluto por una relación de dependencia. El hecho religioso puede ser considerado desde la sociología (Max Weber y Émile Durkheim pusieron de relieve el extraordinario poder cohesionador de la religión), la psicología (Carl Gustav Jung ha afirmado que la religión ocupa una posición central dentro de la psique y que el dogma es una estructura mental que proporciona orden y medida a fuerzas psíquicas destructivas que habitan en el inconsciente humano) y la historia. Evolución histórica del hecho religioso La historia de las religiones, ciencia que asentó su metodología a comienzos de este siglo, ha aportado una ingente documentación sobre las formas en que se han manifestado las creencias y el sentimiento religioso a lo largo de los siglos. La finalidad de la historia de las religiones es puramente descriptiva y se ha limitado a establecer rigurosas conexiones entre las prácticas religiosas de los distintos pueblos de la Tierra a lo largo de su historia. La historia de las religiones La historia de las religiones ha podido establecer una tipología de las distintas religiones que han existido, y así se han diferenciado las religiones naturales de las religiones de fundador, y entre las primeras se ha llegado a distinguir entre los sistemas religiosos de los pueblos primitivos y los de los pueblos históricos.
  • 32. De un modo sucinto, puede afirmarse que las religiones naturales encuentran su más firme diferenciación según pertenezcan evolutivamente a sistemas de creencias de los pueblos recolectores, cazadores o agricultores. En los pueblos dedicados a la recolección y al pastoreo, las religiones aparecen ya estructuradas en torno a un dios del cielo, aunque el culto a esta divinidad central cuente con pocos rituales y sea relativamente sencillo. En los pueblos cazadores, por su parte, la gran divinidad está constituida por el Sol, al que se agrega en ocasiones un «señor de los animales» u otros grandes espíritus, divinidades de las que participa, a su vez, el tótem. Este es un emblema que fortalece la participación mística de los creyentes y que, por tanto, asegura la cohesión del grupo. Las religiones de los pueblos agricultores poseen ya una enorme complejidad. Sus ritos, de gran belleza, son polimorfos, aunque ello no obsta para que el dios del cielo lejano adquiera la máxima preeminencia. Es característico de estas religiones el lugar preponderante que en ellas ocupan los misterios de la fecundidad y de la fertilidad, así como la entronización de diosas-madre, símbolos de la tierra dadora de vida, y el hecho que las concepciones que sustentan contengan una acentuada tonalidad cósmica. La síntesis de Mircea Eliade Una aportación de primer rango en el estudio de las religiones se debe a Mircea Eliade, historiador de origen rumano. En su Tratado de historia de las religiones (1964), Eliade, en lugar de seguir una pauta evolutiva, analizó las diversas e intrincadas manifestaciones de lo sagrado (hierofanías) agrupándolas por su identidad, según estuvieran relacionadas con el cielo, el agua, la tierra, etc. Comentando esta multiplicidad de manifestaciones de lo sagrado a lo largo de la historia, Eliade afirmó que «todo lo que el hombre ha manejado, sentido, encontrado o amado, ha podido convertirse en hierofanía», y así, por ejemplo, se sabe que «en su conjunto, los gestos, las danzas, los juegos de niños, los juguetes, etc., tienen un origen religioso: fueron alguna vez gestos y objetos culturales». Lo mismo ocurre con «los instrumentos musicales, la arquitectura, los medios de transporte (animales, carruajes, barcos, etc.)», que fueron objetos o actividades sagrados. «Se puede pensar que no existe ningún animal ni ninguna planta importante que no haya participado de la sacralidad en el transcurso de la historia», añadía Eliade, y que igualmente «todos los oficios, artes, industrias, técnicas, tienen un origen sagrado y se han revestido, en el
  • 33. transcurso de los tiempos, de valores culturales». Y, en fin, «esta lista podría proseguirse con los gestos cotidianos (levantarse, caminar, correr), con los diferentes trabajos (caza, pesca, agricultura), con todos los actos fisiológicos (alimentación, vida sexual, etc.), probablemente también con las palabras esenciales de la lengua, y muchas otras cosas». Del politeísmo al monoteísmo El politeísmo es una forma religiosa en la que se venera a varios dioses y en la Antigüedad fue característica entre los griegos, los egipcios, los fenicios, los mesopotamios y los indios. Por lo general, los dioses de las religiones politeístas fueron concebidos como seres superiores dotados de inmortalidad y de fuerzas sobrenaturales, aunque no exentos de dolor y con sentimientos y pasiones característicamente humanos. También, por lo general, esta diversidad politeísta aparecía jerarquizada. Con el judaísmo hizo su entrada en la historia la creencia en un solo Dios, distintivo esencial de toda religión monoteísta, como el cristianismo o el islam. Si el politeísmo supone una fragmentación del absoluto que viene a dar cuenta de la extrema multiplicidad de lo real, el monoteísmo implica una integración de dicha multiplicidad y es, por tanto, expresivo de una exigencia de nivel superior en la conciencia humana. Existe un innegable paralelismo entre las religiones monoteístas y las que, como el judaísmo, el cristianismo y el islam, han tenido un fundador (Moisés, Jesucristo, Mahoma, respectivamente). Estas religiones de fundador, además, tienen su base en una revelación o manifestación sobrenatural específica de Dios. La revelación hace visible lo oculto y en la tradición judeocristiana ha tenido un carácter histórico, lo que supone que el encuentro con el Dios único se ha realizado a través de acontecimientos ciertamente acaecidos. El punto más alto de la revelación se ha dado en el cristianismo al encarnarse Jesucristo como verdadero Hijo de Dios. En esta inflexión histórica culminante se instauró una relación de yo a tú entre Dios y el hombre. O, dicho en otras palabras, Dios todopoderoso fue concebido humanamente después de la revelación de Jesucristo como Dios-amor. Resumen El estudio de la evolución histórica del hecho religioso pone de relieve que ha habido distintos tipos de religión según el tipo de civilización, y así se han diferenciado dos
  • 34. grandes grupos: las religiones naturales (que a su vez se pueden dividir entre sistemas religiosos de los pueblos primitivos y de los pueblos históricos y que se diferencian según pertenezcan a pueblos cazadores, recolectores o agricultores) y las religiones de fundador (que siguen la doctrina que predica un líder). Mircea Eliade puso de manifiesto la extraordinaria variedad de las manifestaciones de lo sagrado (hierofanías), según se refieran al cielo, al agua, a la tierra, etc. Las religiones pueden ser monoteístas (existencia de un solo dios) o politeístas (veneran a varios dioses). En general, los pueblos de la Antigüedad eran politeístas, y veneraban a sus dioses como a seres superiores pero no exentos de características humanas. En su forma más evolucionada, a partir de la aparición del judaísmo, las religiones han llegado al monoteísmo, en el que el dios integra el absoluto y se sitúa, por tanto, a un nivel muy superior, y que tienen su fundamento en una revelación. La idea de Dios Hasta aquí se ha considerado el hecho religioso desde diversos puntos de vista (sociológico, psicológico e histórico). Una nueva consideración a hacer sobre el fenómeno religioso debe partir obligatoriamente de la filosofía y debe inventariar, ni que sea sucintamente, las distintas concepciones de Dios que se han dado en el pensamiento occidental. La idea de Dios, hasta una época muy reciente, ha venido a constituir siempre la clave de bóveda de los principales sistemas filosóficos. Toda la metafísica occidental, en sentido estricto, es un esfuerzo por sostener la idea de Dios desde el lenguaje exclusivo que habla la razón. Platón fue el primero en concebir a Dios como ordenador del Universo, como artesano o demiurgo que introducía orden en el caos. Aristóteles, por su parte, lo concibió como motor y subrayó el carácter coeterno que compartía con el mundo. Las pruebas de la existencia de Dios En la época medieval, el pensamiento escolástico puso el énfasis en la demostración racional de la existencia de Dios. La existencia de Dios era, para santo Tomás, una verdad revelada que, al propio tiempo, podía demostrarse por medio de la razón, es decir, a partir del conocimiento que el
  • 35. hombre tiene del mundo natural. En la demostración tomista, la primera vía parte del movimiento o cambio de los seres naturales. Es una evidencia que todas las cosas cambian, pero su actualización requiere siempre el concurso de algún factor externo, de un motor inmóvil (o sea, Dios). La segunda vía tomista se apoya en el concepto aristotélico de causa eficiente. La naturaleza es una serie de causas y efectos y, por tanto, dependiente en último término de una causa eficiente primera, a la cual llamamos Dios. La tercera vía parte del carácter contingente de los seres naturales. La experiencia demuestra que el mundo natural está sujeto al devenir y a la muerte. Hace falta un ser necesario, Dios, capaz de otorgar existencia a lo contingente. La cuarta vía se funda en los diversos grados de perfección que hay en los seres. En el mundo natural no hay un ser perfecto y de la evidencia de lo imperfecto surge, paradójicamente, la idea de un ser perfecto, que es Dios. La quinta vía, por último, toma como base el concepto de causa final. El mundo natural aparece cósmicamente ordenado y conforme a un fin. Este orden cósmico no puede ser fruto del azar, sino de una inteligencia ordenadora del mundo, que es Dios. Del panteísmo al teísmo y el deísmo El panteísmo postula la idea de que todo lo existente es Dios, con lo que desaparece la dualidad del mundo como sustancia frente a lo absoluto. Spinoza llegó a identificar a Dios con la sustancia de todas las cosas y, al igual que Giordano Bruno, influyó con esta concepción a la filosofía del idealismo alemán. Desde un punto de vista estrictamente religioso, el panteísmo vino a negar, entre otras cosas, la relación de dependencia de las criaturas con respecto a un Dios personal. Esta relación, en cambio, quedó salvada en el sistema cartesiano, pero el Dios todo razón de Descartes halló su contrapunto en el Dios del corazón de Pascal, quien declaró que la filosofía racionalista no estaba autorizada para dar cuenta de una magnitud que sobrepasa los mismos límites de la razón consciente. Esta era una cuestión que muchos siglos antes ya había sido planteada por san Agustín. En la época de la Ilustración, la idea de Dios se desvinculó de toda revelación religiosa. Algunos filósofos mantuvieron la idea de un Dios personal que actuaba como providencia del mundo. Se trataba de los teístas o de pensadores que, como Voltaire y Rousseau, siguieron afirmando la existencia de un Dios personal. Pero fue mucho más
  • 36. característico de la mentalidad ilustrada el deísmo que concebía a Dios como desinteresado del mundo y de sus criaturas. Kant definió el deísmo en tanto que doctrina filosófica que afirmaba la existencia de una causa primera, de un absoluto, pero sin atributos morales. Por otro lado, algunos pensadores ilustrados negaron la existencia de Dios basándose en los acontecimientos científicos de la época. El moderno ateísmo La formulación de la no existencia de Dios a través de un programa fue cosa del siglo XIX. Ludwig Feuerbach, en La esencia del cristianismo (1841), manifestaba que la religión es la mayor alienación que sufre el hombre y declaró que la absoluta potencia que había sido colocada en Dios debía ser restituida al ser humano. Marx formuló un ateísmo militante al considerar que la idea de Dios, y en general todo hecho religioso, además de participar de una explicación arcaica de la naturaleza, era un ingrediente fundamental de la ideología de las clases dominantes. Para Marx, la religión era «el opio del pueblo» y como tal había que destruirla para lograr la plena emancipación del proletariado. La negación de Dios también fue sostenida por Freud en su sistema al considerar que la idea de un ser superior no era más que una proyección de tipo infantil. Nietzsche, por su lado, declaró que Dios había muerto; tal es el anuncio con que inició su Zaratustra: «Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales». Las doctrinas nitzscheanas abrieron así el característico nihilismo religioso del siglo XX, nihilismo que ha tomado cuerpo en diversas corrientes ideológicas, desde el humanismo sartreano al neopositivismo y la filosofía analítica. Aunque el rasgo más acusado del ateísmo contemporáneo es el que proviene de la mentalidad cientificista, la cual considera a Dios como una hipótesis innecesaria para explicar el mundo o declara que es imposible conocerlo (agnosticismo). Resumen En la historia del pensamiento, se han elaborado distintas concepciones sobre la idea de Dios. Platón habló de un demiurgo y Aristóteles de un motor inmóvil del universo. San Anselmo y santo Tomás postularon pruebas racionales para demostrar la existencia de
  • 37. Dios: basándose muchas veces en postulados aristotélicos, santo Tomás formuló cinco vías que demostraban racionalmente la necesidad de la existencia de Dios (el movimiento de los seres naturales, el concepto de causa eficiente, el carácter contingente de los seres naturales, la imperfección de los seres naturales y el concepto de causa final). Desde el Renacimiento, se han sucedido diversas ideas: el panteísmo (la idea de que Dios está en todas las cosas del universo y el universo es Dios), el deísmo (concibe a Dios como un artífice exterior que mueve el mundo), el teísmo (concibe un Dios personal, infinito y todopoderoso que regula la vida del hombre con amor y sabiduría) y el moderno ateísmo, que niega la existencia de Dios. La experiencia religiosa Si consideramos la religión como una forma de reacción vital del hombre frente a aquello que considera grave y esencial, es lógico pensar que la experiencia religiosa, es decir, el sentimiento interior de esa reacción, la vivencia religiosa de cada ser humano, va unida indefectiblemente a la religión y se manifiesta de diversas maneras. La religión todavía puede considerarse desde su interior, es decir, atendiendo a la especificidad de la experiencia religiosa y a las modalidades en que se manifiesta. Este punto de vista lo adoptó en la época de la primera guerra mundial Rudolf Otto en Das Heilige (1917), vertido al castellano con el título de Lo santo. Lo racional e irracional en la idea de Dios. Otto, que provenía del mundo protestante, analizó la idea de Dios, no en un sentido filosófico, sino como vivencia. El «Dios vivo» del creyente nada tiene que ver con la noción abstracta de Dios manejada por los filósofos (como ya habían destacado san Agustín y Pascal). Es, por el contrario, la experiencia de un mysterium fascinans y tremendum, la constatación de la existencia de un poder terrible que suscita el temor religioso. Otto englobó estas experiencias irracionales de Dios bajo la denominación de lo numinoso (de numen, Dios). El hombre, al experimentar lo numinoso, se da cuenta del carácter dependiente de su existencia y vive el sentimiento de su nulidad ante la maiestas divina. Lo sagrado y lo profano
  • 38. Lo numinoso permite entender que en la vida humana existe un doble campo de experiencia; uno viene delimitado por la esfera de lo sagrado; el otro, por la esfera de lo profano. Lo sagrado es el campo donde acontecen las hierofanías estudiadas por Mircea Eliade y donde se experimenta el poder de lo numinoso. Lo profano (literalmente, lo que está fuera del templo) se refiere por su parte a la prosaica realidad cotidiana. Los dos ámbitos se oponen y configuran dos planos de experiencia distintos, dos modos de ser en el mundo. La experiencia de lo sagrado en la época actual, por lo menos en lo que respecta a las sociedades occidentales, ha quedado desplazada en favor de una relación funcional con los objetos. Estos son cosas mediante las cuales se puede hacer algo. Las aguas, los bosques, la tierra entera, están hoy bajo el signo de lo profano, constituyen una pura materialidad exenta de sentido y se explotan, por consiguiente, de forma impune. Una mentalidad religiosa tradicional diría que esto ha sucedido porque se ha orillado la sacralidad de que antaño gozaban los objetos y la naturaleza. Las creencias y el culto Todas las religiones constituyen una estructuración de las diversas experiencias contenidas en el ámbito de lo sagrado. Tales experiencias, en la medida en que se tienen por verdaderas, originan unas creencias y la adhesión a las mismas no es otra cosa que la fe. En las religiones reveladas, la fe es la adhesión completa e incondicional a los contenidos de la revelación, pues se tiene por cierto que éstos han sido transmitidos por el propio Dios. En el cristianismo en particular, las verdades que han sido reveladas por Dios, y que están inscritas en las Sagradas Escrituras, reciben el nombre de dogmas. El sistema de creencias es uno de los elementos esenciales de la religión. Pero ésta, a su vez, presupone en todos los casos un culto, es decir, un conjunto de actos y ceremonias mediante los cuales se rinde tributo a la divinidad. La forma más natural y extendida del culto a Dios es la oración. En tanto que fenómeno de comunicación interpersonal, la oración, en su forma más evolucionada, presupone la concepción de un Dios accesible y, por tanto, personificado. La plegaria expresa siempre la actitud básica de dependencia del absoluto y ello, de por sí, hace que se distinga del conjuro mágico, en el cual se trata de desencadenar la acción automática de
  • 39. fuerzas invisibles u ocultas. El sacrificio es el acto esencial de todo culto, pues es una acción simbólica en virtud de la cual el hombre reconoce la soberanía de Dios. En la Antigüedad, los sacrificios se realizaban mediante víctimas propiciatorias. En general, se utilizaban animales, pero no estaban excluidos los humanos: ciertos individuos eran escogidos como chivo expiatorio. La sangre era siempre el elemento capital del sacrificio, pues se veía en ella la esencia misma de la vida. Resumen El fenómeno religioso, para su cabal comprensión, tiene que formularse necesariamente desde la propia especificidad de la experiencia religiosa. Las nociones abstractas de Dios no tienen nada que ver con el «Dios vivo» de los creyentes y la experiencia fascinante y terrible de lo numinoso. La distinción entre los ámbitos de lo sagrado y de lo profano permite ubicar con precisión el lugar de la experiencia religiosa. Sin embargo, la religión no es sólo un sistema de creencias, es también un culto que presenta dos formas básicas: la oración (comunicación con Dios en la que se le venera y reverencia) y el sacrificio (acción simbólica en virtud de la cual el hombre reconoce la soberanía de Dios), elementos considerados sagrados, que se expresan en una serie de ritos perfectamente estructurados y a menudo de una considerable complejidad. La experiencia religiosa II En las religiones naturales, los actos y ceremonias del culto recibían el nombre de ritos. Ya que un rito es una acción sagrada mediante la cual el creyente trata de acordar su vida con los poderes supramundanos, las situaciones de crisis en las que acontecen profundas transformaciones aparecían acompañadas de actos rituales especiales; y así, los ritos de paso tenían la finalidad de concitar el apoyo de las fuerzas superiores en momentos señaladamente críticos para el individuo, como son el nacimiento, la entrada en la pubertad, el matrimonio y la muerte. Evolución de las formas culturales
  • 40. En el cristianismo, y a semejanza de las religiones naturales, existe también una rica variedad de acciones rituales; sólo que éstas se hallan integradas con otras formas de adoración dentro de la liturgia (o culto oficial y público que la Iglesia tributa a Dios). Algunas de estas acciones rituales se hallan constituidas por ciertos gestos y actitudes corporales, como por ejemplo la genuflexión, la postración, la señal de la cruz, las manos juntas, la posición de pie, etc. Los ritos católicos se basan también en la lectura de libros litúrgicos y comprenden formas litúrgicas como las de los cánticos, himnos, letanías y bendiciones u operan simbólicamente sobre ciertas materias como el pan, el vino, el agua, el aceite, el fuego, etcétera. Con todo, la forma más evolucionada del culto católico es la misa, acto que conmemora el sacrificio de la muerte de Jesús y reactualiza de modo permanente la obra salvadora de Cristo. La inmolación simbólica de la misa católica tiene paradójicamente la finalidad de evitar nuevas y reales inmolaciones. Después del sacrificio de Jesús, ya no debe haber más sacrificios humanos. El lenguaje de la experiencia religiosa El ámbito de lo sagrado ha generado en todos los tiempos un lenguaje especial acorde con las realidades esenciales que tenía que nombrar. Ya Homero, en la Grecia antigua, hablaba de la lengua de los dioses para aludir a la existencia de un lenguaje no profano. Sin embargo, en la historia de las religiones, más que de un lenguaje cabe hablar de diversos lenguajes utilizados en planos muy distintos con el objeto de aferrar la complejidad de la experiencia religiosa en su conjunto. Así, por ejemplo, puede hablarse del lenguaje doctrinal utilizado por la teología en su pretensión, inevitable e imposible a un tiempo, de explicar a Dios. O cabe hablar también del lenguaje poético, necesariamente ambiguo y oscuro, utilizado por todas las tradiciones místicas: «Entréme donde no supe, / y quedéme no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo», escribió san Juan de la Cruz. En ciertos contextos religiosos, como en el del taoísmo de la antigua China, se optó en cambio por resaltar el carácter inaccesible de la divinidad por medios conceptuales, lo que en numerosas ocasiones equivalía a no nombrar a Dios o, como lo hizo Lao-Tse, a aludir a él como Tao o «Sentido»: Hay algo perfecto e indistinto. / Existía antes que el Cielo y la Tierra, / silencioso, solitario. / Permanece único y es inmutable. / Se mueve en círculo y no corre peligro. / Podríamos llamarlo la Madre del mundo. / Pero
  • 41. desconozco su nombre. / Yo lo denomino SENTIDO. Por último, hay que señalar la importancia de los símbolos como medios de significación de la experiencia religiosa. Para algunos tratadistas incluso no habría otro lenguaje religioso que el codificado por ellos. Mediante el símbolo se hace perceptible a la conciencia aquel tipo de objetos que se hallan justamente ubicados en el plano de lo sagrado o misterioso, y lo hace a través de formas sensibles. Según Carl Gustav Jung, que analizó los símbolos religiosos en tanto que disposiciones y modos de reacción del inconsciente colectivo, «el símbolo no encierra nada, no explica, remite más allá de sí mismo hacia un sentido aún en el más allá, inasible, oscuramente presentido, que ninguna palabra de la lengua que hablamos podría expresar de forma satisfactoria». Resumen En la Iglesia católica, las acciones rituales están comprendidas dentro del culto oficial y público que tributa y que se denomina liturgia. En la liturgia ocupa un lugar central la celebración de la misa. La experiencia religiosa se expresa a través de específicas formas de lenguaje. La teología utiliza un lenguaje doctrinal. El lenguaje de la poesía y el de los símbolos es extraordinariamente apto para formular un tipo de experiencias que, como la religiosa, es racional e irracional a un tiempo. Las más recientes interpretaciones del hecho religioso ponen de manifiesto la especificidad de la revelación cristiana. Puesto que toda sociedad ha permanecido anclada en la violencia, la superación de ésta mediante el amor –y tal es el sentido último de la revelación de Jesús– resulta ser el problema más perentorio de la época actual.