1. LA ORACION
Dios nos habla a través de toda la
Biblia sobre la importancia de la
oración.
La vida espiritual del creyente y
su crecimiento en el Señor
dependen en gran medida del
hábito de la oración. Todo
cristiano debe estar bien
consciente de que "su vida está
escondida con Cristo en Dios
(Colosenses 3:3).
2. LA ORACION
También debe saber que hay que pedir en
oración y recibir de arriba cada día lo que
necesita. Además tiene que aprender a renovar
y fortalecer continuamente su comunión con el
Padre y con el Señor Jesucristo.
3. LA ORACION
Sólo cuando se conserva esa relación y
amistad personal con el Dios vivo se puede
encontrar bendición genuina y abundante
4. LA ORACION
I. DEFINICIÓN DE LA ORACIÓN
En primera instancia, orar es hablar con Dios. Orar
es pedir (Mateo 7:7).
Es establecer comunión con el Padre por medio de
su Hijo Jesucristo Juan 14: 13-14).
Es la forma que Dios ha provisto para que sus hijos
se comuniquen con El.
Nuestra relación con Dios debe estar fundada sobre
las bases de una completa confianza y obediencia.
Como hijos debemos acercamos a nuestro Padre
celestial con amor y gratitud.
5. LA ORACION
I. DEFINICIÓN DE LA
ORACIÓN
☺ Nuestra oración
debe ser una
expresión de
absoluta confianza
sabiendo que El nos
oye (1 Juan 5: 14,15).
☺ La oración es más
que palabras
pronunciadas con la
boca; es la actitud y
expresión del
corazón hacia Dios.
6. LA ORACION
II. El modelo bíblico de la oración
Para bendición de todos los
creyentes y especialmente los
recién convertidos. la Palabra de
Dios presenta un claro y sencillo
procedimiento para la oración
eficaz. la oración que Jesús les
enseñó a sus discípulos, mejor
conocida como "El Padre Nuestro",
es el mejor modelo (Mateo 6:9-13).
7. LA ORACION
II. El modelo bíblico de la oración
l. la oración eficaz empieza siempre con
alabanza y adoración (Salmo 103: 1; Mateo
6:9).
En esta oración, Jesús indica que toda oración
debe ser dirigida al Padre e iniciarse con una
alabanza: "Santificado sea tu nombre". El Salmo
103 es un ejemplo: el salmista empieza su
plegaria con la exclamación "bendice alma mía a
Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre"
(Salmo 103: 1).
8. LA ORACION
II. El modelo bíblico de la oración
2. En segundo lugar debe haber una
genuina confesión a Dios. Esta es la
manera de ponemos a cuentas con
Dios cuando alguna falta nuestra haya
interrumpido nuestra relación con El (1
Juan 1:9).
3. En la tercera fase de la oración eficaz van nuestras
peticiones delante de Dios (Mateo 7:7,8). Nuestra vida
natural es una interminable cadena de necesidades. En
la mayoría de los casos no sabemos ni podemos suplir
esas necesidades por cuenta propia. Pero el Padre
nuestro que está en los cielos sabe y puede ayudamos
siempre. "porque todas las cosas son posibles para
Dios" (Marcos 10:27). Dios sabe de qué cosas tenemos
necesidad, pero se complace en escuchar nuestras
peticiones
9. LA ORACION
II. El modelo bíblico de la oración
4. Un cuarto aspecto de la oración cristiana es la
intercesión. Interceder es rogar por otros.
El cristiano no puede ser egoísta. En sus oraciones igual
que en los demás aspectos de su vida, debe primero
pensar en los demás.
Todo buen creyente se interesa en las necesidades ajenas
y las presenta ante el trono de la gracia. Sin duda, a
nuestro derredor hay familiares y vecinos enfermos,
pobres afligidos y sin Cristo en su corazón por quienes
debemos interceder delante del Señor.
Es más, el cristiano también tiene que interceder con
amor por sus enemigos, si los tuviera. El Señor dijo:
"Orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo
5:44).
10. LA ORACION
II. El modelo bíblico
de la oración
5. El último paso
de la oración
ejemplar es dar
gracias a Dios por
sus bendiciones,
presentes y futuras
(Efesios 5:20).
11. LA ORACION
III. Condiciones
de la oración
eficaz
Santiago afirma que
"la oración eficaz
del justo puede
mucho" (Santiago
5: 16). Pero sus
efectos poderosos
sólo se dan cuando
la misma reúne una
serie de
condiciones:
12. LA ORACION
III. Condiciones de la
oración eficaz
o En primer lugar, la oración debe ser
definida y específica. Hay que orar a Dios
por una cosa específica y esperar una
respuesta definida. Pero dicha petición debe
hacerse de acuerdo a su voluntad. Dios sabe lo
que mejor nos conviene. El puede poner en
nuestro corazón la necesidad de orar por una
persona no salva. En tal caso, debemos
mencionar el nombre de tal persona en nuestra
oración. La oración definida e incesante por
dicho individuo será escuchada y contestada
por el Señor y lo salvará. Mt. 21:22 y 1 Juan 5:
16.
13. LA ORACION
III. Condiciones de
la oración eficaz
En segundo lugar, la oración
debe estar impregnada de fe y
confianza. Hebreos 11:6 dice
que "sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es
necesario que el que se
acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador
de los que le buscan". Jesús
mismo prometió a los suyos:
"Todo lo que pidieres en
oración, creyendo, lo
recibiréis" (Mateo 21:22).
14. LA ORACION
III. Condiciones de la
oración eficaz
La oración debe hacerse con
una actitud de humildad. Una
forma de orar es de rodillas, con lo
cual se demuestra humildad delante
de Dios (Isaías 57: 15). Pero estar
de rodillas no es el todo; es
necesario que junto con esa postura
haya también una actitud de
humildad en el corazón. Un ejemplo
de esto lo hallamos en el caso de la
oración del fariseo y el publicano
(Lucas 18:10-14; 2 Crónicas 7:14)
15. LA ORACION
III. Condiciones de la oración
eficaz
La oración debe ser hecha con perseverancia. La
perseverancia es una cualidad no muy común con
relación a la oración. Por eso Jesús hizo énfasis en la
necesidad de ella por lo menos en dos de sus
parábolas (Lucas 11:5-8; 18:I-8). No hay otro aspecto
en la vida cristiana en el cual se flaquee con tanta
facilidad como en la oración.
16. LA ORACION
IV. Conclusión
Nada mejor que concluir esta sección sobre la oración
con las alentadoras palabras que dicen: "Así que,
hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es,
de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa
de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (He
10: 19-22).