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TEMA 3 FILOSOFÍA MODERNA: DESCARTES Y FRANCIS BACON
NOMBRE APELLIDOS
“Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no había ninguna cosa
que fuera como las imágenes que ellos nos transmiten de esa cosa. Y como hay hombres que se equivocan al
razonar, incluso en cuanto a las cuestiones más simples de la geometría y cometen en ellas razonamientos
falsos, juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como falsas todas las
razones que había tomado antes por demostradas. En fin, considerando que todos los pensamientos que
tenemos cuando estamos despiertos nos pueden venir también cuando dormimos, sin que haya ninguno que,
por tanto, sea verdadero, resolví fingir que todas las percepciones que hasta entonces había entrado en mi
mente no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero enseguida me di cuenta de que, mientras
quería pensar así que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta
verdad pienso luego existo era tan firme y tan segura que hasta las más extravagantes suposiciones de los
escépticos no eran capaces de hacer tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el primer
principio de la filosofía que buscaba.” R. DESCARTES, Discurso del método, IV.
RESUMEN DEL TEXTO
1º) ¿Cuál es el tema del texto? ___________________________________________________________.
Señala las ideas más importantes:
1ª) ___________________________________________________________________________________
2ª) ___________________________________________________________________________________
3ª) ___________________________________________________________________________________
4ª) ___________________________________________________________________________________
Explica esas ideas:
1º)Descartes pone en marcha la duda metódica. Busca una primera verdad que escape a la duda. Por eso,
duda primero de los sentidos, pues considera que los sentidos lo han engañado en ocasiones “y es prudente no
fiarse por completo de quienes nos han engañado una vez”, quiere escapar del escepticismo más absoluto.
Comenta esta idea. ________________________________________________________________________
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2ª) La duda alcanza las verdades matemáticas. Se puede dudar de que 2 + 2 = 4 o que los ángulos de un
triángulo suman dos rectos. Y si un “genio maligno” astuto y burlador, obnubila mi conciencia”______________
________________________________________________________________________________________.
3ª) La duda alcanza a la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño. Es un tópico de la época. Calderón lo
había caracterizado en La vida es sueño. Cervantes había representado esta aporía en su más célebre
personaje, entre la cordura y la locura. El Hamlet de Shakespeare recurre a la locura para destapar la verdad, o
mejor, desocultar, en términos heideggerianos, si entendemos la verdad como desocultamiento “alezeia”.
Descartes recoge un sentir de la época y lo traduce a método. Explica esto. ____________________________
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4ª) Finalmente, llega al primer principio que busca “pienso, luego soy”. Es el punto de arranque de su filosofía.
La duda puede alcanzar al contenido del pensamiento pero no al pensamiento mismo. Dos son sus funciones:
1ª) Señala el tipo de proposición verdadera y 2ª) prepara la radical distinción entre alma y cuerpo. Comenta
esto último.________________________________________________________________________________
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EXPLICACIÓN DE DOS NOCIONES PRESENTES EN EL FRAGMENTO
LAS MATEMÁTICAS Y LAS VERDADES DE RAZÓN
Descartes había cultivado desde su juventud las matemáticas. Si se observa la naturaleza de las verdades
matemáticas, advertiremos que tienen un carácter completamente distinto de las verdades que se basan por
entero en la experiencia. Comparemos estas dos proposiciones: a) todos los perros nacen con dos ojos y b)
todos los triángulos tienen tres ángulos. ¿Cómo sabemos que la proposición (a) es verdadera? Sencillamente,
por experiencia. Y como tal proposición debe la verdad que encierra a la experiencia que la respalda, la misma
experiencia puede quitarle ese respaldo. Bastaría que naciera un perro con un solo ojo para que el juicio
universal dejara de ser cierto. ¿Podría poner en peligro la verdad de la proposición (b)? No, por cierto que si
alguien nos dice que George Bush ha descubierto un triángulo con cuatro ángulos, sonreímos ante la
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ingenuidad del descubrimiento y pensamos que Georgy estaba borracho. No adoptamos igual actitud cuando
Bush dice que ha nacido un perro con un ojo. ¿Por qué no prestamos crédito a la primera observación y sí a la
segunda? Porque esta última, debe su verdad a la experiencia y, por tanto, la experiencia puede desmentirla.
En cambio, las proposiciones matemáticas no deben su verdad a la experiencia y están inmunes a cualquier
desmentido de la experiencia. Por esto se las ha llamado “verdades de razón”, no dependen de la experiencia
sino de la razón.Escribe Descartes en el Discurso: “gustaba, sobre todo, de las matemáticas por la certeza y
evidencia de sus razones; pero… me extrañaba que, siendo sus cimientos tan firmes y sólidos, no se hubiese
construido sobre ellos nada más elevado”. Y en las Reglas para la dirección del espíritu: “no podemos adquirir
ciencia perfecta de todo aquello que sólo da pie a opiniones probables, porque no podemos, sin presunción,
esperar de nosotros mismos más de lo que los otros consiguieron. De suerte que, si calculamos bien, sólo
quedan entre las ciencias ya descubiertas, la aritmética y la geometría” como las únicas capaces de un
conocimiento “cierto e indudable”. Las matemáticas le sirvieron de paradigma en la búsqueda de las primeras
verdades absolutamente ciertas y que pudieran servirle de apoyo en la reconstrucción de la totalidad del
edificio de las ciencias y la filosofía.
EL COGITO Y EL CRITERIO DE VERDAD:
El criterio de verdad de Descartes es el de evidencia racional que se caracteriza por dos notas esenciales:
claridad y distinción. Las cosas que concebimos clara distintamente son todas verdaderas. Una idea puede ser
clara sin ser distinta pero no puede ser distinta sin ser clara. Lo contrario de una idea clara es una idea oscura,
lo contrario de una idea distinta es una idea confusa. Tenemos ya una proposición absolutamente verdadera.
Con esta proposición y los dos instrumentos, Descartes se lanzará a la producción de sus sistema filosófico.
Sólo sé que soy pero aun no sé qué cosa soy –dirá Descartes. ¿Qué cosa? Una cosa que piensa (res
cogitans). Hemos pasado del pensamiento como actividad a la cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que
piensa? Una sustancia. Sustancia es el sujeto inmediato de todo atributo del que tenemos idea real. Hemos
pasado del pensar como actividad al pensar como sustancia.
ALMA Y CUERPO (RES COGITANS Y RES EXTENSA)
Descartes definió la sustancia como “una cosa existente que no requiere más que de sí misma para existir”.
Pero esa definición si se entiende literalmente sólo se puede aplicar a Dios. A decir verdad, nada excepto Dios
responde a es descripción. Si dejamos a Dios y nos centramos en las criaturas, podemos ver que hay dos
clases de sustancias: “Las sustancias creadas, por su parte, sean corpóreas o pensantes, pueden ser
consideradas bajo este concepto común; porque son cosas que solamente necesitan del concurso de Dios para
existir”. Los atributos son los predicados de las cosas. El atributo principal de la sustancia espiritual (alma) es el
pensar: pienso, luego soy o existo. ¿Cuál es el atributo esencial de la sustancia corpórea? Tiene que ser la
extensión. No podemos concebir la figura o la acción, por ejemplo, sin extensión; pero podemos concebir la
extensión sin figura o acción. “Así la extensión en longitud, anchura y profundidad, constituye la naturaleza de
la sustancia corpórea”. Estamos ante la concepción geométrica de la sustancia corpórea, considerada aparte
del movimiento y la energía. Estos atributos son inseparables de la sustancia. La relación que hay entre la
mente y el cuerpo es análoga a la que hay entre el piloto y la nave. La teoría hylemórfica de Aristóteles
señalaba que las cosas se componen de materia y de forma y de que son inseparables como la forma del
jarrón del jarrón mismo. De igual modo, San Agustín, afirmaba que el alma y el cuerpo forman una unidad
indisoluble. Santo Tomás seguía igualmente a Aristóteles. Alma y cuerpo forman sustancia completa. Descartes
empieza a distanciarse de esta tradición. Si yo soy una sustancia cuya naturaleza es pensar y si el cuerpo no
piensa y no está incluido en mi idea clara y distinta de mi yo como cosa pensante, parece seguirse que el
cuerpo no pertenece a mi esencia o naturaleza. En ese caso, yo soy un alma alojada en un cuerpo (volvemos a
Platón). Es verdad que si puedo mover mi cuerpo y dirigir alguna de sus actividades, hay al menos una relación
entre cuerpo y alma, y ésta se comporta respecto a aquél como el motor a lo movido y el cuerpo se relaciona
con el alma como un instrumento a un agente. Pensad en el Ferrari de Fernando Alonso. El piloto es el alma y
el cuerpo es su vehículo. El vehículo es el instrumento. Necesita del piloto para moverse sin ser el piloto. De
igual modo, Fernando Alonso necesita de su vehículo pero podría prescindir del mismo si se marcha a otra Red
Bull. “Nada corpóreo pertenece a la esencia del hombre, que es, en consecuencia, enteramente espíritu,
mientras que su cuerpo es meramente el vehículo del espíritu; de donde se sigue la definición del hombre como
un espíritu que hace uso del cuerpo”.
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PENSAMIENTO E IDEAS
Sobre el sentido del término “pienso”: “pensamiento” equivale en Descartes a estado psicológico o vivencia,
como se diría hoy. En los Principios de la filosofía, I, 9, escribe: “Entiendo por pensamiento todo lo que ocurre
en nosotros cuando estamos conscientes y hasta donde hay en nosotros conciencia de esos hechos. De
manera que no sólo comprender, querer, imaginar, sino también sentir, significan aquí lo mismo que pensar”. Y
en las Meditaciones metafísicas II, afirma que una cosa que piensa (res cogitans) es “una cosa que duda,
entiende, concibe, afirma, niega, quiere o no quiere, y también imagina y siente”. Como se ve, el término
“pensamiento” no tiene en Descartes el sentido restringido que tiene en la actualidad –como actividad exclusiva
del entendimiento-, sino que contiene también la vida emocional, sentimental, volitiva. En una palabra, son
“pensamientos” todos los estados psíquicos; esto es, lo que se denomina en la actualidad “vivencia”.
Descartes habla de descubrir los primeros principios o primeras causas de todas las cosas que son o pueden
ser en el mundo sin derivarlas de la experiencia. Podemos construirla metafísica y la física por deducción lógica
a partir de un cierto número de ideas innatas implantadas en la mente por “naturaleza” o, como se dice más
tarde, por Dios. Todas las ideas claras y distintas son innatas. Y todo conocimiento científico es conocimiento
de ideas innatas o conocimiento por medio de ideas innatas. Descartes desafía a sus críticos a desmentir la
noción de que “cosas que son iguales a una misma cosa, son iguales entre sí”, tal noción no se deriva de la
experiencia. Otras nociones como aquella de Parménides que “de la nada, nada proviene” tienen su asiento en
la mente y nada más. Las ideas innatas son para Descartes formas a priori de pensamiento que no se
distinguen de la facultad de pensar. Descartes se anticipa a Kant y su teoría del a priori. La idea de Dios es
innata. Como la de alma (sujeto pensante) y Mundo (res extensa). Estas ideas se diferencian de las ideas
“adventicias”, esto es, ideas confusas causadas por la percepción sensible, como por ejemplo, que el mercurio
es más pesado que el plomo) y también se diferencias de las ideas “facticias” que son construcciones de la
imaginación (como la idea de unicornio, centauro, elfo, hobbit).
DUDA METÓDICA
El filósofo pensó como preliminar de la certeza absoluta, era necesario dudar de todo aquello que se pudiese
dudar. “Dado que deseaba ocuparme solamente en la investigación de la verdad, pensé que en eso había de
hacer todo lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor
duda, a fin de ver si después de eso no quedaría algo en mi creencia que fuese indudable” (Discurso del
Método, 4). Descartes se propone repensar la filosofía desde el principio.
LA DUDA SE EXTIENDE A LA INFORMACIÓN QUE PROVIENE DE LOS SENTIDOS
Puedo dudar de todo cuanto he aprendido por medio de los sentidos. “A veces he experimentado que los
sentidos eran engañosos y es más prudente no confiar por entero en nada que ya nos haya engañado”
(Meditaciones 1). Es verdad que yo no puedo dudar de que explico el tema de Descartes, no obstante es
concebible que “estemos dormidos y que todas estas particularidades, por ejemplo, que abrimos los ojos,
movemos la cabeza, extendemos las manos, e incluso que tenemos esas manos, no sean verdaderas”
(Meditaciones 1).
LA DUDA ALCANZA A LAS PROPOSICIONES MANTEMÁTICAS
Tanto si estoy despierto como si estoy dormido, el radio de la circunferencia es pi por radio al cuadrado y el
triángulo no puede tener más de tres lados, y su área es base por altura. Puedo suponer que “algún genio
maligno tan poderoso como engañoso, haya empleado todas sus energías en engañarme” (Meditaciones 1).
Por supuesto, Descartes no pensaba que el recurso del “genio maligno” fuera probable o que hubiera un
fundamento positivo para dudar de las verdades matemáticas. Pero buscaba la certeza absoluta.
COGITO, ERGO SUM
“Pienso, luego soy”. Por mucho que se extienda la duda no puedo extenderla a mi existencia. Porque en el acto
de dudar se revela mi existencia. Lo mismo había sido ya observado mil trescientos años antes por San
Agustín: “Si me equivoco, existo” (De libero arbitrio, 2, 3, 7). San Agustín no pretende construir
sistemáticamente una filosofía sobre esta base: Si fallor, sum, es un ejemplo de verdad indudable que refuta el
escepticismo; pero no juega en la filosofía de San Agustín el papel fundamental jugado por el cogito en el
sistema de Descartes. La duda es una forma de pensamiento. “Por la palabra pensar entiendo todo aquello de
lo que somos conscientes como operante en nosotros”. Y aunque la absoluta certeza de mi existencia se me
hace máximamente manifiesta en el acto de la duda, Descartes, si bien piensa en el Si fallor, sum, prefiere
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formular su verdad en la forma no hipotética, cogito, ergo sum. Ésta última es la verdad indudable sobre la que
se propone fundamentar su filosofía: “Llegué a la conclusión de que podría aceptarla sin escrúpulos como el
primer principio de la filosofía que estaba buscando” (….) “Esa conclusión, pienso, luego soy, es la primera y
más segura de todas las que se presentan al que filosofa de una manera ordenada”.
LAS DEMOSTRACIONES DE LA EXISTENCIA DE DIOS:
¿Cuál será la próxima etapa? ¿La existencia del mundo o de Dios? Descartes sustenta el mundo en el
conocimiento de Dios. Se explica así que sea un pensador idealista. Distingue tres tipos de ideas: innatas,
adventicias y facticias. Descubriremos que la idea de “Dios” es una idea innata, como la de “Yo” y la de
“Mundo”. Los tres objetos de la Metafísica que Hume hundirá. Pero no nos anticipemos. Descartes presenta
tres demostraciones de la existencia de Dios.
PRIMERA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS: SER CAUSA DE LA IDEA
La primera es Dios como causa de la idea de Dios, su razonamiento es: si consideramos las ideas como
imágenes que representan cosas, vemos que las que representan sustancias contienen más realidad objetiva
que las que sólo representan modos o accidentes. Y las que representan una sustancia infinita más realidad
objetiva que las que representan sustancias finitas. Lo menos perfecto no puede producir lo más perfecto. Dios
Existe, pues sólo una sustancia verdaderamente infinita puede ser la causa de la idea de un Ser infinito que
encuentro en mí.
SEGUNDA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS: SER CAUSA DE LA EXISTENCIA
Dios como causa de la existencia. Su argumento es el siguiente: no hay duda de que yo existo. Pero si no debo
mi existencia a Dios, tengo que deberla a) a mí mismo; b) a haber existido siempre; c) a causas menos
perfectas que Dios. Bien. Si yo fuese la causa de mí mismo no carecería de perfección alguna, pues me habría
dado a mí todas las perfecciones de que tengo ahora y me parecería a Dios. Yo no soy, pues, la causa de mí
mismo; podemos descartar también la segunda posibilidad. No puedo haber existido siempre, pues si así fuera
sería eterno y necesitaría una causa que me produzca, me cree de nuevo, me conserve. La necesidad de una
creación continua permite descartar esta posibilidad; finalmente, ¿acaso deba mi existencia a mis padres o a
alguna causa menos perfecta que Dios? Mis padres pueden haber sido tan sólo la causa de mi generación
física, pero no de mi espíritu que es lo que constituye la totalidad de mi yo.
TERCERA DEMOSTRACIÓN: EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO
La tercera prueba es la del argumento ontológico. La existencia de Dios es inseparable de su esencia, luego
Dios existe. Es imposible concebir a Dios sin su existencia. El último paso, es probar la existencia de las cosas
materiales (mundo). Descartes echa mano de la doctrina de la veracidad divina. Tenemos una facultad pasiva
de recibir o sentir las ideas. Tenemos una facultad activa capaz de producirlas. Esta facultad no puede estar
dentro de mí puesto que las ideas se presentan sin que yo las produzca. Tal facultad se halla en Dios. La
existencia de cada una de las cosas y de la totalidad del mundo físico supone la prueba anterior de la
existencia de Dios y la imposibilidad de que Dios me engañe.
MUNDO
Una vez que se ha demostrado la existencia del yo pensante y la existencia de Dios, falta ahora demostrar la
existencia de las cosas materiales.Para el sentido común, la existencia de las cosas materiales no es un
problema. ¿De qué puede uno estar más seguro que de la existencia del teclado del ordenador, de la propia
mano que pulsa la letra, que veo y toco? Lo expuesto sobre la duda cartesiana ha mostrado que tal seguridad
es sólo aparente. ¿Acaso no padecemos, a veces, alucinaciones? Un hombre al que se le ha amputado una
pierna cree sentir dolor en la pierna amputada. ¿Y qué decir de la seguridad que tenemos mientras soñamos,
de lo que ocurre durante el sueño y de las dificultades, indicadas por Descartes, de distinguir a ciencia cierta el
sueño de la vigilia?Descartes tendrá que echar mano de su doctrina de la “veracidad divina” para tener
seguridad de que las cosas materiales existen efectivamente y no son una mera ilusión. Veamos su
razonamiento: hay en mí la facultad pasiva de recibir o sentir las ideas de las cosas sensibles. Esa facultad
sería inútil si no hubiera en mí, o en alguna otra cosa, una facultad activa capaz de producir esas ideas. Pero
esa facultad activa no puede estar dentro de mí, puesto que tales ideas se han presentado muchas veces sin
que yo contribuyera a ello y, a veces, en contra de mi deseo. Es necesario que tal facultad se halle, por
consiguiente, en alguna sustancia diferente de mí. Y tal sustancia sería un cuerpo o Dios mismo. Mas como
Dios me ha dado una poderosa inclinación a creer que las ideas que tengo parten de las cosas corporales y
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Dios no es capaz de engañarme, es patente que no me envía tales ideas inmediatamente por sí mismo. Serán,
pues, las cosas corporales las que provocan tales ideas. Por todo lo cual hay que concluir que las cosas
corporales existen. Como se ve, la prueba de la existencia de cada una de las cosas y de la totalidad del
mundo físico supone la prueba anterior de la existencia de Dios y la imposibilidad de que Dios nos engañe.
CONCEPCIÓN DEÍSTA DEL MUNDO
Todo sugiere una concepción deísta del mundo. La imagen que se presenta a la mente es la de que Dios, que
crea el mundo como un sistema de cuerpos en movimiento y deja luego que marche por sí mismo. Descartes
como Tomás de Aquino insiste en la creación continua: “Todo el curso de mi vida puede ser dividido en un
número infinito de partes, ninguna de las cuales es en modo alguno dependiente de la otra; y así, del hecho de
que yo estuviese en la existencia hace un momento, no se sigue que tenga que estar en la existencia ahora
(recordemos la radical contingencia de todo lo real como punto de partida de Guillermo de Ockham), al menos
que alguna causa en este instante, por así decirlo me cree de nuevo, es decir, me conserve. Es un hecho
perfectamente claro y evidente para todos los que consideren con atención la naturaleza del tiempo, que para
ser conservada en cada momento que dura, una sustancia tiene necesidad del mismo poder u acción que
serían necesarios para producirla y crearla de nuevo suponiendo que ya no existiese. Así, la luz natural
muestra claramente que la distinción entre creación y conservación es solamente una distinción de razón”
(Meditaciones, 3). El tiempo es discontinuo. En los Principios de Filosofía, Descartes dice que el tiempo o la
duración de la cosas es “de tal clase que todas sus partes no dependen una de otra y nunca coexisten”. (…)
“Todos los momentos de duración del mundo son independientes unos de otros”. Así pues, siendo
independientes todos los momentos de la duración, todos los momentos de mi existencia son discretos e
independientes. De ahí la necesidad de una constante re-creación. Descartes no pensaba que no hubiese
continuidad en la vida, ni que hubiera una multitud discreta de yoes sin identidad común. Ni tampoco que no
hubiese continuidad en el movimiento y en el tiempo. Lo que pensaba era que Dios proporcionaba esa
continuidad mediante su incesante actividad creadora. El universo es visto como dependiente de Dios en todos
los aspectos positivos y en todos los momentos.
EL ORDEN DEL SISTEMA FILOSÓFICO DE DESCARTES
El orden que hemos seguido es el mismo que siguió Descartes en sus tres obras metafísicas: Discurso del
Método, Meditaciones Metafísicas y Los principios de la filosofía. Tal orden es el siguiente: comienzo por la
duda metódica, afirmación de la primera verdad “Pienso, luego soy” –derivación de la evidencia como criterio
de verdad y demostración de la existencia de Dios y de las cosas materiales. Descartes ha cultivado desde su
juventud las matemáticas. Las matemáticas son verdades de razón. Están inmunes a cualquier desmentido de
la experiencia. Se las ha llamado “verdades de razón”. En Reglas para la dirección del espíritu escribe: “No
podemos adquirir ciencia perfecta de todo aquello que da pie a opiniones probables. De suerte que si
calculamos bien, sólo quedan entre las ciencias ya descubiertas, la aritmética y la geometría”.
EL MÉTODO CARTESIANO:
El Método cartesiano está inspirado en las matemáticas, si se deja de lado la evidencia como criterio de
verdad, obtenemos los siguientes pasos: 1º) dividir las dificultades hasta alcanzar los elementos o naturalezas
simples, que se aprehenden por intuición (análisis); 2º) ascender por deducción de los elementos simples al
conocimiento complejo (síntesis); 3º) examinar con todo cuidado la cadena deductiva para estar seguro de que
no se ha omitido nada no se ha cometido ningún error (enumeración).
3. CONTEXTUALIZACIÓN
Descartes y Francis Bacon son los dos filósofos que a principios del siglo XVII proporcionan al pensamiento los
dos pilares que los sostendrán. Descartes (1596-1650) impulsa la filosofía –y también la ciencia- por el camino
de la razón, Francis Bacon (1561-1626) encamina, por el contrario, el pensamiento moderno por la ruta de la
experiencia.
DESCARTES
Fue el tercer hijo de un consejero del Parlamento de la Bretaña. En 1604, su padre lo envió al colegio jesuita de
La Flêche. Permaneció en el colegio hasta 1612. Recibió lecciones de gramática, dialéctica, literatura, química,
física, astronomía y matemáticas. Después de breves estudios de derecho en Poitiers (no documentados), el
joven de 18 años se dirigió a París. Probablemente, en este tiempo trabó estrecha amistad con el matemático
M. Mersenne. En 1618 entró en el servicio militar en los Países Bajos bajo Mauricio de Orange; en 1619 se
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inscribió como voluntario para la guerra en las tropas bávaras y, bajo J. Tilly, tomó parte en algunas primeras
campañas de la Guerra de los Treinta Años. En el cuartel de invierno de Neuburg, junto a Ulm, descubrió “las
bases de la ciencia prodigiosa”. Está fuera de duda que Descartes bajo influjo neoestoicos, creyó haber
descubierto una ciencia matemática universal que parte del entendimiento humano y tomó la decisión de
dedicar el resto de su vida a la elaboración de esta ciencia. En 1621 dejó el servicio militar y hasta 1628 viajó
por Alemania, Polonia, Suiza, Italia y Francia, interrumpiendo los viajes con largas estancias en París. En 1629
se estableció definitivamente en Holanda y compuso aquí hasta 1649 la parte esencial de sus escritos que
defendió incesantemente contra los ataques de la crítica. A través de su amplio intercambio epistolar con
Mersenne (hasta su muerte en 1648) cultivó el contacto con el mundo intelectual de Francia. Cuando en 1632
se enteró de la acusación contra Galileo, tomó la decisión de no publicar su obra cosmológica Le monde. La
obra no se publicó hasta 1677. El Discurso del Método, apareció en 1637, fue escrito bajo la impresión de la
condena de Galileo. Giordano Bruno fue quemado en el Campo dei fiore en Roma por defender las ideas de
Copérnico el 17 de febrero de 1600. En 1649, Descartes fue invitado por la reina Cristina de Suecia a impartir
lecciones de filosofía en Estocolmo, donde murió medio año después a causa de una pulmonía. Se ha
barajado, una y otra vez hasta la actualidad, la sospecha de que fue envenenado.
DESCARTES Y FRANCIS BACON
A pesar de representar uno y otro los dos extremos de la filosofía moderna –con Descartes se inicia el
Racionalismo y Bacon es el precursor del empirismo- concuerdan ambos, sin embargo, en sus críticas al
silogismo, al que hacen responsable del atraso de la ciencia. Francis Bacon escribe en el Novum Organon,
publicado en 1620 y cuyo título revela la intención de la obra, pues los escritos de lógica de Aristóteles llevan el
título de Organon, que la lógica aristotélica, entonces en uso “es inútil para la invención científica” y “sirve más
para fijar y consolidar errores, fundados en nociones vulgares que para inquirir la verdad, de tal modo que es
más perjudicial que útil”. Sostiene que “el silogismo no es aplicable a los principios de las ciencias” y sólo sirve
para imponer “el asentimiento, pero no aprehende la realidad”.
EL SILOGISMO
El silogismo es un razonamiento deductivo que parte de una verdad general, enunciada por la premisa mayor,
para descender, apoyada en la premisa menor, al caso particular que interesa. Pero si no hay verdades
generales, no hay premisa mayor y, por lo tanto, no hay silogismo. Volvamos al ejemplo de Aristóteles: “Todos
los hombres son mortales”; “Sócrates es un hombre”; luego, “Sócrates es mortal”. El razonamiento parece
perfecto y la conclusión innegable. Es innegable, en efecto, siempre que la premisa mayor sea verdadera.
¿Cómo sabemos que la premisa mayor es verdadera? Porque hemos observado que miles y miles de hombres
han muerto. Esto es, por existencia. Si no hubiéramos admitido previamente que Sócrates es mortal –verdad
que el silogismo pretende darnos como conclusión novedosa-, no habríamos podido enunciar la premisa
mayor: “Todos los hombres son mortales”. En otras palabras, la conclusión no es algo nuevo que se extrae de
las premisas, sino que está en el fundamento de la premisa mayor, a la que antecede y no sigue, como
pretende el silogismo.Por esta razón, Bacon invierte por completo el orden del razonamiento. El silogismo –y,
en general, el razonamiento deductivo- parte de lo general y desciende a lo particular. Pero como no puede
haber verdades generales –según Bacon- que no se sostenga en sus respectivos casos particulares, tendrá
que partirse siempre de los casos particulares, y ascender paso a paso y con mucha cautela a las verdades
más generales. Sólo así tendremos la seguridad de no cometer ningún error, basado en la generalización
precipitada. A la deducción opone Bacon la inducción, que parte de la observación de los casos particulares
para remontarse a la enunciación de verdades de generalidad cada vez mayor.
DESCARTES ANTE EL SILOGISMO
Igual actitud asume Descartes que escribe en El discurso del método (1637) que los silogismos de la lógica y
“la mayor parte de las demás instrucciones que da, más sirven para explicar a los otros las cosas ya sabidas o
incluso, como el arte de Raimundo Lulio, para hablar sin juicio de las que se ignoran, que para aprehenderlas”.
Ambos filósofos coincidieron en señalar la escasez de conocimientos auténticos logrados por la humanidad en
siglos de búsqueda se debía a la falta de un método seguro. Señala Bacon que los descubrimientos
alcanzados se deben más al azar y que “la causa y raíz única de casi todos los males de la ciencia es ésta: que
mientras admiramos y ensalzamos sin razón las fuerzas de la mente humana, no le procuramos los auxilios
apropiados”, es decir, un método adecuado y fecundo. “Ni la mano desnuda ni el entendimiento abandonado a
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sí mismo pueden mucho” y “del mismo modo que los instrumentos impulsan o guían los movimientos de la
mano, así los de la mente humana inspiran el pensamiento y le previenen”. La actitud de Descartes no es
menos entusiasta que la de Bacon. Es tan grande la fe que ambos han depositado en el método que llegan a
restar importancia al talento y la capacidad racional. Escribe Descartes: “No basta con tener buen
entendimiento: lo principal es aplicarlo bien…; los que caminan lentamente pueden llegar mucho más lejos si
van siempre por el camino recto, que los que corren y se apartan de él”. Bacon había descrito algo parecido: “El
cojo dentro del camino adelanta al corredor fuera de él. Y también es claro y manifiesto que el que corre fuera
del camino tanto más se desvía cuanto más hábil y veloz es. Nuestro método pone los talentos e ingenios a un
igual. Pues así como para trazar una línea recta o describir un círculo perfecto importa mucho la firmeza y
entrenamiento del pulso si se hace por medio de la mano, pero poco o nada si se emplea una regla o compás,
lo mismo sucede con nuestro método”.
NOVEDAD DE EL DISCURSO DEL MÉTODO
Finalmente, El Discurso marca una nueva actitud en el pensamiento europeo. Con él se inicia la Filosofía
Moderna ¿Dónde radica su novedad? En dos elementos: la afirmación de la razón como criterio de verdad y
fuente principal de conocimiento y el descubrimiento de la conciencia como realidad primera y punto obligado
de partida de la filosofía. Por tal razón, Descartes está a la cabeza de dos movimientos fundamentales de la
filosofía moderna: racionalismo e idealismo. Su aporte no consiste en haber iniciado estos dos movimientos
sino en haber expuesto ideas que se incorporaron al patrimonio común de la filosofía. El pensamiento de John
Locke, por un lado y el abandono del realismo ingenuo así lo prueban. Buena parte de la filosofía moderna se
nutre de sus ideas: Spinoza (1632-1677), Malebranche (1638-1715) y Leibniz (1646-1716) y al propio Kant
(1724-1804) a quien no pocos consideran un racionalista que se esfuerza por salvar la ciencia y con ella todo
conocimiento racional de la crítica escéptica de Hume (1711-1776). Su influencia llega hasta el siglo XX con la
reaparición del cartesianismo revisitado por Edmund Husserl (1859-1938) fundador de la Fenomenología.
4. COMENTA UN FILÓSOFO DEL MISMO PERÍODO: SPINOZA 1632-1677
DIFERENCIAS CON DESCARTES
EL HOMBRE NO ES UNA SUSTANCIA SINO UN MODO
En la Ética expone Spinoza que el hombre no es sustancia sino un modo; el alma es modo del pensamiento y
el cuerpo es el modo de la extensión. Alma y cuerpo se relacionan no como dos sustancias (contra Descartes)
sino como una idea y su objeto. El cuerpo es el objeto primero del alma, y el alma es la idea del cuerpo. El
hombre es un ser imaginativo. Los afectos son las vivencias de la imaginación. Son subjetivos, son inciertos y
azarosos. Se refuerzan, se debilitan, se mezclan y entrecruzan, se comunican y se difunden, se rigen por las
leyes de asociación de imágenes (semejanza, contigüidad y contraste) que son tan necesarias como las leyes
de choque de los cuerpos.
EL NÚMERO DE LOS AFECTOS
El número de afectos es tres: deseo, alegría y tristeza. Los demás son modulaciones de estos primitivos. La
esencia de cada uno de ellos viene determinada por tres coordenadas: sujeto, objeto o causa y grado de
conocimiento. Los primeros sentimientos derivados o complejos son el amor y el odio pues no son sino la
alegría y la tristeza asociadas al objeto que las causa. El hombre está sometido a las pasiones.
LA PASIÓN DE SPINOZA ES COMO LA DUDA DE DESCARTES
La pasión spinoziana es como la duda cartesiana y la define en forma de conatus “cada cosa se esfuerza,
cuanto está a su alcance por perseverar en su ser”. Incluso a nivel imaginativo y pasional, hay en Spinoza una
especie de “ética de la alegría” por la sencilla razón de que “el deseo que nace de la alegría es más fuerte que
el deseo que nace de la tristeza”.
EL ESTADO DE NATURALEZA
¿Por qué, entonces, odiamos a nuestros semejantes, les envidiamos y tememos? Porque mientras los hombres
están sometidos a las pasiones su proximidad o semejanza es puramente artificial o irreal. El hombre que vive
a nivel imaginativo y pasional, tiene un mundo propio e individual, que no coincide en absoluto con el de otro.
De ahí que ambos se odiarán, sobre todo, cuando desean un objeto que sólo uno puede poseer. Es justamente
lo que sucede en la ambición. El hombre es por naturaleza ambicioso. Recordad que para Hobbes el hombre
es “un lobo para el hombre” y que el estado de naturaleza es “la guerra de todos contra todos”. Spinoza, en esa
línea, sostiene que el hombre en su estado natural es esclavo de las pasiones: “El hombre está siempre
necesariamente sometido a las pasiones”.
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NECESIDAD DEL PACTO SOCIAL. NECESIDAD DEL ESTADO
De modo que “para que los hombres puedan vivir en concordia y prestarse ayuda, es necesario que renuncien
a su derecho natural y se den garantía mutua de que no harán nada que pueda redundar en el perjuicio del
otro”. Dado que un afecto sólo puede ser vencido por otro más fuerte y contrario, el estado político sólo será
efectivo si hace surgir, frente al egoísmo, la renuncia y frente a la ambición dominadora, el deseo de concordia.
“De acuerdo con ese principio se podrá establecer una sociedad, con tal de que ésta reclame para sí el
derecho que cada uno tiene de tomar venganza y de juzgar acerca del bien y del mal y que tengan la potestad
de prescribir una norma común de vida y de dictar leyes y respaldarlas, no con la razón, que no puede reprimir
los afectos sino con amenazas”. Esta sociedad es el Estado; y quienes son protegidos por él se llaman
ciudadanos.
¿ES LA COACCIÓN LA BASE DEL ESTADO?
Ahora bien, ¿es la amenaza, es decir, el poder coactivo y, por lo mismo, el temor, suficiente para constituir la
sociedad sobre bases firmes? Más aún ¿Cómo surge y se constituye ese poder coactivo? No obstante, es
significativo que no es la coacción y la amenaza su última palabra sobre la sociedad. “El hombre que se guía
por la razón es más libre en la sociedad, donde vive conforme a una ley general, que en la sociedad donde se
obedece a sí mismo”. De dos males, el hombre elige el menor, cualquier perjuicio es compensado por el bien
que surge del estado político.
¿CUÁLES SON LAS BASES DEL ESTADO?
Spinoza escribe: “Cuál sea la mejor constitución de un Estado cualquiera se deduce fácilmente del fin del
estado político, que no es otro que la paz y la seguridad de la vida”. Ahora bien, ni la vida humana consiste en
la circulación de la sangre sino en la razón, ni la paz es la ausencia de guerra, sino “una virtud que brota de la
fortaleza del alma”. Por eso, el buen gobierno no sólo debe buscar un fin humano sino, además, por medios
humanos y aceptados por la mayoría. Pues “una cosa es gobernar y administrar la cosa pública con derecho y
otra cosa distinta, gobernar y administrar muy bien”. Más delicada es la cuestión de definir con exactitud qué
tipo de poder constituye el derecho y qué tipo de pacto constituye la democracia, como esencia misma del
Estado y no como simple forma de gobierno.
DIFERENCIAS POLÍTICAS DE LA ÉTICA(1677)Y DEL TRATADO TEOLÓGICO-POLÍTICO(1670)
Según Atilano Domínguez, en la Ética se limita a demostrar que la sociedad y su organización en forma de
Estado, con poder legislativo coactivo, es necesaria para que el individuo consiga la libertad y la felicidad. Esa
es, por así decirlo, la primera obra de la razón. En cambio, en El Tratado teológico-político se propone
demostrar que la libertad individual no está en contradicción ni con la piedad y la religión ni con la seguridad del
Estado. Por eso, partiendo de la misma idea del hombre como ser imaginativo y racional, se limita a demostrar
que el Estado es producto de un pacto fundado sobre la ley suprema de la propia utilidad; y que, como ese
pacto es obra de todos, el Estado es, al mismo tiempo, un Estado o poder absoluto y una democracia o poder
colectivo.
EL TRATADO POLÍTICO (1677)
LA DEMOCRACIA
Finalmente, en el Tratado político mantiene la misma idea del hombre y del Estado pero pone el acento,
simultáneamente, en la seguridad del Estado y en la libertad individual: en que el Estado es el poder de la
multitud, es decir, un poder democrático resultado de la suma de poderes de todos los individuos; pero, al
mismo tiempo, el poder de una multitud unida por el interés, por la razón y por la ley y, por tanto, un poder
absoluto, es decir, un poder superior al de cualquier individuo. Aunque su metafísica deriva o intenta derivar
todas las cosas naturales de los atributos divinos, su política no se inspira en la religión, sino que se funda en el
pacto social y en la utilidad pública, es decir, en el voto popular.
5. EL EMPIRISMO. JOHN LOCKE
EMPIRISMO
El término empirismo, en su uso ordinario (del griego empeiria = experiencia) significa el empleo de métodos
basados en la experiencia práctica como un cuerpo de teoría aceptado. Pero en filosofía, la palabra se usa
solamente en un sentido distinto y técnico para referirse a la teoría filosófica de que todo conocimiento se
deriva de la experiencia. “Empirismo radical” fue el nombre que William James dio a su versión de esta teoría.
El empirismo ha sido desarrollado por una serie de filósofos ingleses, de los cuales los más importantes son:
Locke, Berkeley, Hume y J. S. Mill. Aunque movimientos como el enciclopedismo (Diderot y D´Alembert) en
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Francia se han inspirado en las ideas empiristas, el empirismo nunca ha conseguido arraigar en el continente,
mientras que en Inglaterra ha sido la tradición dominante de la filosofía desde el siglo XVIII. Además los
empiristas continentales como el francés Condillac siempre han estado directa o indirectamente influidos por la
filosofía inglesa. Los principios generales del empirismo se oponen a los del racionalismo y fue por reacción
contra los sistemas de Descartes, Spinoza y Leibniz como se originaron los empiristas modernos. Una cuestión
está en pugna entre empiristas y racionalistas. Se refiere a los conceptos a priori (o “ideas innatas” como fueron
erróneamente llamadas en el siglo XVII), esto es, ideas que según se afirma no se derivan de la experiencia
sensible sino que son producidas independientemente por la razón o intelecto. Los racionalistas admiten que
algunos conceptos son empíricos (por ejemplo, que derivamos nuestra idea de rojo de nuestra experiencia de
ver objetos rojos), pero mantienen que el conocimiento que tenemos del mundo implica conceptos a priori como
los de causa y sustancia. Para el empirismo es fundamental negar la existencia de tales ideas. Los empiristas,
por tanto, argumentan que o bien los pretendidos conceptos a priori pueden ser analizados o descompuestos
en una combinación de conceptos más simples que se derivan de la experiencia, o bien, en ocasiones, de
manera más radical, que no son conceptos genuinos (por ejemplo, que “sustancia” en cuanto que término
metafísico, es simplemente una palabra a la que no se puede asignar ningún significado. Como resultado de su
desacuerdo en estas cuestiones de principio, racionalistas y empiristas tienen actitudes distintas respecto a la
ciencia natural y la metafísica. Los racionalistas se han inclinado a pensar que las creencias basadas en
experiencia estaban infectadas por el error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo
mediante la percepción sensible que es confusa, sino mediante la especulación metafísica. Pero precisamente
porque la metafísica pretende proporcionar conocimiento de una realidad que trasciende la experiencia, la
investigación metafísica depende que tengamos conceptos a priori. La tradición empirista ha sido antagonista
de la metafísica y le ha dado a la ciencia un alto valor a la ciencia como medio de adquisición de conocimiento.
No es ningún accidente que Hume describiera a Newton como “el genio más grande que surgiera nunca para
ornamento e instrucción de la especie”.
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE JOHN LOCKE
La fama principal de Locke (1632-1704) se debe a sus Tratados sobre el gobierno civil (1690), publicados
anónimamente y su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690). En El Ensayo Locke manifiesta que “la
mente es, como nosotros decirnos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena? ¿De
dónde procede el vasto acopio que la ilimitada y activa imaginación del ser humano ha grabado en ella con una
variedad casi infinita? A esto respondo yo con una sola palabra: la experiencia. En ella está basado todo
nuestro conocimiento y de ella se deriva en último término”. Recordad aquella sentencia: “El empirismo es un
hecho empírico”. Locke daba por sentado que nuestra experiencia quedaba confinada a las ideas, los
contenidos de la mente. Las ideas eran, para él, entidades mentales experimentadas y advertidas por la
persona cuya mente las contenía. Sobre las ideas de primer orden o ideas de sensación podían formarse las
ideas de segundo orden o ideas de reflexión. No hay ideas innatas. “Es opinión establecida entre los seres
humanos que en el entendimiento existen ciertos principios innatos, ciertas nociones primarias, como si
estuvieran estampadas en la mente humana y que el alma los tiene desde su origen, trayéndolos al mundo con
ella. Para convencer al lector carente de prejuicios de la falsedad de esta suposición, bastaría mostrar cómo los
seres humanos, por el simple uso de sus facultades pueden obtener todo el conocimiento que poseen sin
ayuda de ninguna impresión innata”. Al rechazar la teoría de las ideas innatas, negaba la existencia tanto de
principios innatos de carácter especulativo como de orden moral o práctico. El ideal ético racionalista también
es sostenido por Locke: “La moral es tan susceptible de demostración como las matemáticas”. Por
consiguiente, si nos tomamos el trabajo de definir los términos morales de un modo claro y preciso “el
conocimiento moral puede llevarse a un grado de claridad y certeza tan alto” como nuestro conocimiento
matemático.
6. CONCLUSIÓN DE DESCARTES
Descartes es el más importante de los filósofos franceses. Bergson se refiere a la estrecha alianza entre
filosofía y matemáticas en el pensamiento de Descartes. En el siglo XIX hombres como Comte, Cournot y
Renouvier, llegaron a la filosofía a través de las matemáticas y uno de ellos Henri Poincaré, fue un matemático
de gran genio creador. Hegel en su Historia de la filosofía, saluda a Descartes como el verdadero origen de la
filosofía moderna cuyo mérito principal fue partir de un pensamiento sin presupuestos. El cartesianismo no
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constituye sino una etapa en el desarrollo de la filosofía hacia el idealismo absoluto. Pero una etapa de gran
importancia porque al tomar como punto de partida el pensamiento o la conciencia, Descartes realizó una
revolución en la filosofía. Edmund Husserl interpretó a Descartes de una manera diferente, las Meditaciones de
Descartes constituyen el punto crucial en la historia del método filosófico. Descartes aspiraba a una unificación
de las ciencias y la necesidad de un punto de partida subjetivo. La filosofía tiene que comenzar por las
Meditaciones del yo que reflexiona sobre sí mismo. Descartes empieza por poner entre paréntesis la existencia
del mundo material y tratar el yo, como cuerpo, y las cosas materiales como fenómenos en relación a un sujeto,
el yo consciente. En esa medida, Descartes puede ser considerado como un precursor de la fenomenología
moderna. Sartre observa, por su parte, que el punto de partida de la filosofía tiene que ser la subjetividad del
individuo y que la verdad primera “pienso, luego soy o existo” es la verdad absoluta de la conciencia que se
alcanza a sí misma. Pero el “yo pienso” de Sartre necesita a los demás. Le existencia de otros es descubierta
en el Cogito mismo, de modo que nos encontramos en seguida en un mundo de intersubjetividad. Los
existencialistas partiendo del sujeto individual libre, describen la conciencia del sujeto como la conciencia del yo
en un mundo en presencia de otros. Los existencialistas no parten del yo encerrado en sí mismo. Si Descartes
es interpretado como un idealista absoluto, o como un fenomenólogo, o como un existencialista o, con La
Mettrie, como un materialista que equivocó su camino, se corre el riesgo de no verle en su perspectiva
histórica. En cierto sentido, la filosofía de Descartes fue una empresa intensamente personal. Las partes
autobiográficas de El Discurso del Método lo ponen así de manifiesto de un modo bastante claro. Descartes
estuvo animado no por una mera curiosidad intelectual superficial, sino por una pasión por la conquista de la
certeza. Y consideró que la posesión de un verdadero sistema de filosofía era algo importante para la vida
humana. El hecho del que el cartesianismo lleve, en gran medida, su propia fecha, no priva al autor de ser
considerado como padre de la filosofía moderna; Descartes fue el padre de la filosofía del período moderno
pre-kantiano.