1. Akenatón el primer rey Hereje de la Historia
S i por hereje entendemos a aquel que tiene una
opinión o doctrina opuesta al dogma ortodoxo establecido; sin lugar a dudas
Amehotep IV, conocido como Akenatón e hijo de Amenofis III, lo fue. Hablamos de
un personaje todavía poco conocido. Algunos egiptólogos e historiadores o
escritores creen que se trata de uno de los personajes más interesantes del
Egipto antiguo. Además es considerado como el primer rey hereje en la historia, es
decir, el primer gobernante que se atreve a desafiar a los dioses imperantes y
desarticular el enorme poder del clero mediante serias transformaciones religiosas.
Unos cambios radicales que desbarataron para siempre el orden establecido en el
Egipto de los faraones.
Akenatón, fue el décimo faraón de la dinastía XVIII en el periodo conocido como
Imperio Nuevo de Egipto, y parece ser que la herejía ya tuvo su origen bajo el
reinado de su padre y consistió principalmente en la sustitución de los dioses
tradicionales egipcios por el culto al disco solar. Es decir, Akenatón pretendía
cambiar la fuerte tradición religiosa politeísta egipcia-cuyo poder lo ostentaban los
ambiciosos sacerdotes de Amón-, en un culto monoteísta a el dios Atón. Esta idea se
convirió en una verdadera obsesión que llevó hasta sus últimas consecuencias,
pudiendo estar en ella la clave de su desconcertante final.
Una idea fija que le llevó a considerar necesario cambiar su nombre. El faraón hereje
asciende al trono entre los 16 y los 14 años con el mismo nombre de nacimiento que
2. el de su padre: Imn htp, transcrito Amen-
Hotep, que en el antiguo idioma egipcio significa "Amón está satisfecho" o "hágase la
3. voluntad de Amón" pero tras cuatro o cinco años de reinado, cambió el nombre de
Amenhotep por el de Ajenatón esto es, "útil a Atón" o "agradable a Atón.
El nuevo culto solar a Atón podría haber constituido una estrategia por la que la
monarquía se desligaba finalmente del fuerte poder de los sacerdotes de Amón. Una
solución que ya anteriormente pero de manera muy tímida habían intentado Tutmosis
IV y su sucesor Amenofis III-padre de AKENATÓN. Sería finalmente este último quien
de manera radical llevó adelante este profundo cambió religioso, aunque pero no sin
ciertos efectos contraproducentes. Dichos cambios se desarrollarían a lo largo de
varios reinados después del suyo y se detendrían con el fin de la dinastía.
El cambio de orden religioso propició, en aquel momento, fuertes convulsiones en la
sociedad egipcia al ser eliminado de cuajo el culto de la gente a todos sus antiguos
dioses, destruyendo así sus nombres. Fue especialmente dramático el culto a Osiris,
al que el pueblo estaba muy unido por sus creencias en el más allá.
Así que creo que Akenatón se granjeó no pocos enemigos entre el pueblo y en
algunos sectores de la nobleza y el clero tebanos. A la vez, todos estos cambios de
culto, de forma de vida, hicieron que el faraón descuidara sus obligaciones en
política exterior, con lo que Egipto fue perdiendo fuerza e influencia en otros
pueblos, volviéndose paulatinamente desfavorable la situación internacional para
Egipto.
5. Las investigaciones llevadas a cabo por el prestigioso egiptologo Nicholas Reeves
publicadas en 2002, han venido a arrojar una nueva versión sobre el conocimiento
que se tenía hasta ahora del faraón. Reeves nos muestra a un faraón “joven y
arrogante” que se lanza a una verdadera revolución. Concentra todo el poder,
político y religioso, en sus manos y hace construir nuevos templos -a cielo abierto
para recibir los santos rayos del sol, lo que provocará más de un desmayo de fieles- y
una nueva capital, Aketatón (Horizonte del Atón), proyectada, por lo visto, como una
irradiación de la tumba que el propio Akenatón se hizo construir a las afueras. Luego
abandona Tebas, la capital tradicional de la dinastía, para instalarse en Aketatón
con toda una nueva clase gobernante.
Reeves sugiere, apoyado en textos, que pudo haber, además de motivaciones rituales
y de estrategia política, otra razón en el cambio: un intento de asesinato del faraón a
cargo de sectores que veían lo que se les venía encima. Akenatón establece, más
que un monoteísmo, una nueva tríada divina: Atón, él mismo y su reina, Nefertiti.
Sólo el faraón y su consorte poseen las claves del nuevo culto. El pueblo ha de
adorarlos a ellos y sólo a través de ellos llega a Atón. Reeves subraya que
cualesquiera que fueran las auténticas creencias de Akenatón, 'el atonismo fue en la
práctica poco más que un instrumento pragmático de control político'. En realidad,
apunta, el dios de la religión de Akenatón era él mismo.
Furor iconoclasta
La pareja real se muestra en doradas procesiones que sustituyen a las de los grandes
dioses del panteón tradicional egipcio. Unos dioses que pasan a estar prohibidos y
cuyas representaciones, hasta la más ínfima, se persiguen con furor iconoclasta. Hay
evidencias arqueológicas de que el pueblo, que nunca, al parecer, siguió
masivamente la nueva ortodoxia, esconde incluso estatuillas minúsculas; el miedo
es tangible en testimonios como ésos, como lo es en el furor con que, al pasar el
tiempo, se destruyen los testimonios de Akenatón y su culto. Reeves llega a
apuntar que la muerte de Tutankamón pudo ser un asesinato basado en el pavor a
que el hijo de Akenatón tomase, de nuevo, el camino de su padre. Para entender lo
que la proscripción de las divinidades significó para lo egipcios, hay que recordar que
los dioses eran seres omnipresentes en la vida cotidiana en el país del Nilo: no
estaban sólo en la base de la espiritualidad, sino que impregnaban cualquier
elemento de la existencia práctica, incluidas la medicina y la ciencia.
La tumba de Akenatón
6. De los años finales de Akenatón no se sabe virtualmente nada.¿Cayó en un declive
físico? ¿Se volvió loco? ¿Lo confinó Nefertiti, cuyo destino final también ignoramos? El
cuerpo que se da como el de Akenatón, hallado en la tumba 55 del Valle de los Reyes
-adonde se lo debió de trasladar desde la tumba que se hizo construir en su nueva
capital, abandonada-, está demasiado maltrecho para revelar demasiado. Reeves no
descarta que fuera asesinado.
Hoy en dia, akenatón sigue siendo un personaje intrigante y poco conocido se le ha
considerado como una especie de místico o de un adelantado a su tiempo, pero a
excepción de esta invetigación de Reeves, se sigue conociendo poco de su vida real.
En lo que todos coinciden es en que durante los 17 años de su reinado hasta su
presunto asesinato; la sociedad egipcia experimenta un serie
de transformaciones revolucionarias sobre todo religiosas, pero también en la
política o el arte donde tuvo simpre como aliada a su tan fascinante esposa
Nefertiti.
Akenatón murió en el año dieciocho de su reinado, y es casi seguro que fue enterrado
en la tumba que él mismo se hizo construir en la necrópolis de Tell-al-Amarna. Su
cuerpo, no obstante, nunca fue encontrado.