1. EL PAPEL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
El inmediato posicionamiento del representante del Secretario General de las Naciones
Unidas, Sr. Young-jin Choï, en no reconocer los resultados dados por la única
institución marfileña competente para proclamar los resultados definitivos, viola la carta
de la ONU que reafirma que en su actuación la ONU debe respetar las instituciones de
un país soberano. La validación del proceso electoral debe suponer que el desarrollo del
mismo ha sido acorde a la Constitución y a la Ley electoral que los marfileños se han
dado soberanamente.
Al optar por validar los resultados provisionales dados, con irregularidades y fuera de
plazo, por una entidad administrativa, la Comisión Electoral Independiente, donde la
mayoría presidencial era minoritaria, por voluntad de la comunidad internacional, el
representante de la ONU dio una fuerte señal al conjunto de las potencias occidentales.
En primer lugar, Francia y Estados Unidos, en bocas de sus respectivos presidentes
Señores Sarkozy y Obama. En este sentido, la tarde del día 2 de diciembre, víspera de la
proclamación de los resultados de la CEI, el elíseo precisaba en un comunicado que
“corresponde al Consejo Constitucional proclamar los resultados definitivos respetando
estrictamente la voluntad expresada por el pueblo marfileño”. ¿Este respeto significa
que el Consejo Constitucional debía tragarse el fraude evidente que se produjo en las
regiones del Norte y que fue avalado por la Comisión Electoral Independiente? Por
mandato de la Unión Africana, el expresidentes de Sudáfrica Thabo M’Beki estuvo al
frente de una misión mediadora de 48 horas, los días 5 y 6 de diciembre. Se sabe de las
difíciles relaciones entre Thabo M’Beki y el actual presidente Jacob Zuma, que en otros
tiempos libraron una dura batalla en el seno de la ANC. Incuso mucho antes de que
M’Beki presentara sus conclusiones, la Comunidad de los estados de África del Oeste,
con sus 16 miembros (con 7 jefes de estado entre las 13 delegaciones presentes) se
apresuró a apoyar la postura de las potencias occidentales.
Rusia (mediatizada por la situación de Chechenia) no ha resistido mucho tiempo en el
Consejo de Seguridad, hundiendo a costa de Marfil presidida por Laurent Gbagbo en un
aislamiento diplomático completo. El 13 de diciembre, la Unión Europea se
comprometió a iniciar un proceso de sanciones.
Este pulso entre Costa de Marfil, que se encontraba en vías de recuperar la normalidad,
y la comunidad internacional, cuya unanimidad inmediata, en nombre de la ortodoxia
democrática, parece sospechosa, puede desembocar en gravísimos enfrentamientos.
Decimos que esta unanimidad es sospechosa al ver el vergonzante y ensordecedor
silencio de los estado Unidos, de Francia y de la comunidad Internacional ante las
elecciones legislativas en Egipto y la reelección en su país del mediador de numerosas
crisis africanas, Sr. Blaise Compaore, con más del 80 % de votos en la primera vuelta,
lo que le permite mantenerse al frente de Burkina Faso durante 28 años.
¿Es que el presidente Gbagbo ha hecho un mal irreparable en África haciendo todo por
poner en funcionamiento instituciones republicanas y haciendo que se desarrolle un
proceso electoral de manera abierta, basándose en la presunción de buena fe hacia su
principal adversario político, para quien las instituciones internacionales a las que ha
servido, los Estado Unidos, Francia siempre han sido complacientes.
Esa situación sin precedentes en Costa de Marfil, plantea con toda la crudeza el papel
histórico de la ONU en el continente africano, y de alguna manera su credibilidad ante
2. los ojos de todos los ciudadanos del planeta. Factor que debía ser de la paz y de la
seguridad, como lo expresan sus textos o garante de los intereses de las potencias y de
un orden mundial injusto y desigual.
Han tenido que pasar cuarenta años después de las independencias africanas para revelar
el sucio juego de la ONU en el asesinato el 19 de enero de 1961 de Patricio Lumumba,
Primer Ministro de Congo Kinshasa, defensor de la soberanía de su país. Medio siglo
después, en 2010, con métodos más refinados se quiere apartar del poder a un dirigente
considerado indomable, aún cuando todo su recorrido se inscribe en la conquista de la
democracia y en la puesta en marcha de instituciones republicanas soberanas. Lo que es
casi una excepción en el continente africano.