2. El Jacho El “Jacho”se origina en Barranquitas, Puerto Rico. Cuentan que un señor que caminaba en la noche, por caminos de las montañas de dicho pueblo, se le apagó la luz del farol que lo alumbraba. Incendió una cruz de madera que encontró en el camino, y la utilizó como “jacho" para alumbrar sus pasos.
3. El Jacho Cuándo murió, fue castigado por Dios a volver a la tierra, buscar y recoger todas las cenizas, y entregarlas a San Pedro para poder entrar al cielo. Desde entonces se veía la "Luz Eterna" (como le llamaban los campesinos) que iluminaba los caminos de las montañas de los barrios de Barranquitas.
4. El Jacho Mientras el hombre buscaba, los campesinos rezaban a Jesús, María y José para que Dios perdonara al hombre del "jacho" y lo ayudaran a encontrar las cenizas.
6. Galletitas A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación. Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista. Luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
7. Galletitas Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente. La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente. Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
8. Galletitas La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido. Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas. Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.
9. Galletitas - Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad. El tren llega. Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: " Insolente". Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ! Intacto!.
11. El perro y suimagen Cierto perro cogió entre sus dientes un gran pedazo de carne. "'¡Qué magnífico!", se dijo el incauto animal. "Lo llevaré a casa y allí lo comeré a mi gusto".
12. El perro y suimagen En el camino cruzó un arroyuelo, cuyas cristalinas aguas reflejaron su imagen, y le hicieron ver, ingenuamente, a otro perro con una presa más grande en el hocico.
13. El perro y suimagen Como el animal tenía hambre, abrió la boca y se zambulló en el agua para coger el pedazo del otro perro. Mas, ¡oh desencanto!, se sumergió hasta el fondo y no encontró a su rival.
14. El perro y suimagen Entonces se dio cuenta, aunque tarde, de que su gula le había costado la pérdida de su propia presa. Más vale pájaro en mano que ciento volando.
16. El león y el ratón Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.
17. El león y el ratón Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y cortó la cuerda con sus dientes, dejándolo libre.
18. El león y el ratón -- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.