1. Oración de un Anciano
Confesión de fe
Señor Jesús yo creo firmemente que tu eres el Hijo de Dios. Tu eres el
Cristo, el Mesías que vino a deshacer toda obra del diablo, toda obra de maldad.
Diste tu vida en la cruz por mis pecados y resucitaste de entre los muertos.
Padre te confieso todos mis pecados, confieso haber andado por malos
caminos, haciendo lo que me gusta, confieso no haberte obedecido y pido perdón
y me vuelvo a ti en arrepentimiento.
Saca, destruye, arranca de mi todo, todo lo que impida que TÚ controles mi
vida. Quiero ser gobernado, guiado, dominado solo por Ti Padre Santo Altísimo.
Lávame, limpia mi conciencia con tu sangre. Creo que tu sangre me limpia ahora
de toda maldad, de todo pecado. Te pido que te quedes conmigo, en mi corazón y
seas dueño y Señor de mi vida.
Te confieso como mi único y verdadero Dios. Apártame para servirte,
amarte, obedecerte. Dedico y consagro a TI mi vida. Gracias por redimirme, por
limpiarme, por justificarme y santificarme, muchas gracias. TE AMO PADRE
SANTO. Amén.
Tomar toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18).
Me fortalezco con el gran poder del Señor Jesucristo. Me pongo toda la
armadura de Dios y hago frente a todas las artimañas del diablo, y cuando llegue
el día malo, permaneceré firme resistiendo hasta que acabe la batalla.
Me ciño con el cinturón de la verdad, y me protejo con la coraza de justicia,
y calzo mis pies con el ánimo de proclamar el Evangelio de la Paz. Ahora tomo el
escudo de la fe con que voy a apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Tomo el casco de salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios.
Como guerrero oro todos los días y me mantengo alerta y perseverante en
oración de los unos por los otros.
2. Oración de un anciano.
Salmos 71
“En ti, Señor, me he refugiado; jamás me dejes quedar en vergüenza. Por tu
justicia, rescátame y líbrame; dígnate escucharme, y sálvame. Sé tú mi roca de
refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la orden de salvarme, porque tú eres
mi roca, mi fortaleza. Líbrame, Dios mío, de manos de los impíos, del poder de los
malvados y violentos. Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he
confiado desde mi juventud. De ti he dependido desde que nací; del vientre
materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré! Para muchos, soy motivo de
asombro, pero tú eres mi refugio inconmovible.
Mi boca rebosa de alabanzas a tu nombre, y todo el día proclama tu
grandeza. No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me
falten las fuerzas. Porque mis enemigos murmuran contra mí; los que me acechan
se confabulan. Y dicen: «¡Dios lo ha abandonado! ¡Persíganlo y agárrenlo, que
nadie lo rescatará!» Dios mío, no te alejes de mí; dios mío, ven pronto a
ayudarme. Que perezcan humillados mis acusadores; que se cubran de oprobio y
de ignominia los que buscan mi ruina. Pero yo siempre tendré esperanza, y más y
más te alabaré.
Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo
que no alcanzo a descifrar. Soberano Señor, relataré tus obras poderosas, y haré
memoria de tu justicia, de tu justicia solamente. Tú, oh Dios, me enseñaste desde
mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios. Aun cuando sea yo anciano y
peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la
generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido. Oh
Dios, tú has hecho grandes cosas; tu justicia llega a las alturas. ¿Quién como tú,
oh Dios? Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida;
de las profundidades de la tierra volverás a levantarme. Acrecentarás mi honor y
volverás a consolarme.
Por tu fidelidad, Dios mío, te alabaré con instrumentos de cuerda; te
cantaré, oh Santo de Israel, salmos con la lira. Gritarán de júbilo mis labios cuando
yo te cante salmos, pues me has salvado la vida. Todo el día repetirá mi lengua la
historia de tus justas acciones, pues quienes buscaban mi mal han quedado
confundidos y avergonzados”.
3. Isaías 33:6
“Él será la seguridad de mis tiempos, me dará en abundancia salvación,
sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será mi tesoro”.
Salmos 92
“¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu
nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche, al son
del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio! Tú, Señor, me llenas de
alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh
Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos! Los
insensatos no lo saben, los necios no lo entienden: aunque broten como hierba
los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos. Sólo
tú, Señor, serás exaltado para siempre. Ciertamente tus enemigos, Señor,
ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos
los malhechores! Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor
perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis
malvados enemigos. Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano
crecen. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun
en nuestra vejez, daremos fruto; siempre estaremos vigorosos y lozanos, para
proclamar: El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia”.
Job 5:19-26
“De seis aflicciones me rescatará, y la séptima no me causará ningún daño.
Cuando haya hambre, me salvará de la muerte; cuando haya guerra, me librará de
la espada. Estaré a salvo del latigazo de la lengua, y no temeré cuando venga la
destrucción. Me burlare de la destrucción y del hambre, y no temeré a las bestias
salvajes, pues hare un pacto con las piedras del campo y las bestias salvajes
estarán en paz conmigo. Reconoceré mi casa como lugar seguro; contare mi
ganado, y ni un solo animal faltará. Llegare a tener muchos hijos, y descendientes
como la hierba del campo. Llegare al sepulcro anciano pero vigoroso, como las
gavillas que se recogen a tiempo”.
4. Salmos 138:3 (Nueva Versión Internacional)
“Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis
fuerzas”.
Proverbios 3:1-3 (Nueva Versión Internacional). Otras ventajas de la
sabiduría.
“Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón
mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán
prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre
alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón”.
EL GRAN obstáculo a las Oraciones.
Antes de comenzar con cualquier tipo de oración en Guerra Espiritual, es
SUMAMENTE IMPORTANTE, que TODOS en la familia hagan un compromiso de no
hablar quejas, insultos, críticas, griterías, reclamos, derrota, amargura, sino que
CAMBIE el lenguaje familiar de maldición a BENDICION.
Los pleitos, las griterías, las contiendas, los desacuerdos y la intolerancia
deben desaparecer PARA SIEMPRE del hogar de lo contrario todo será un gran
fracaso. De ahora en adelante cambiara el lenguaje a lenguaje de BENDICION y se
declarara la victoria de Dios en el lenguaje cotidiano. Si el ambiente de pleito y
contienda, y amargura continúan en el hogar, DE NADA SERVIRAN LAS
ORACIONES. Tener un lenguaje negativo, pesimista o de maldición DESACTIVA las
oraciones de poder.
Los cristianos que oran a Dios por una situación y declaran victoria y luego
más tarde expresan negativismo, amargura, pesimismo, derrota, maldición, en su
lenguaje cotidiano, NUNCA, verán contestadas sus oraciones, por esto es que hay
muchos cristianos que por años oran por una situación que nunca se resuelve. El
lenguaje que utilizamos para orar debe estar en CONCORDANCIA con nuestro
lenguaje cotidiano.