Los castillos medievales servían tanto como hogares para los señores y sus familias como fuertes para defender sus tierras de enemigos. Se construían en colinas para tener una mejor vista y protección, a menudo rodeados de fosos con agua. Los señores se declaraban la guerra para apoderarse de las tierras de otros, lo que causaba daños a los campos y escasez de alimentos. Los castillos permitían defenderse de los ataques enemigos con armas como agua hirviendo y flechas.