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Silvia Giménez Rodríguez - 314 -
CONCLUSIONES
Se entiende por controversia científica, aquel debate generado entre dos opiniones
contrapuestas en relación a la génesis o desarrollo de un hecho científico. Las controversias pueden ser
privadas y oficiales o públicas y oficiosas. Las primeras se reducen al ámbito del laboratorio, o en su caso
se integran en el funcionamiento oficial de la comunidad científica, como publicaciones especializadas,
congresos, centros de investigación en el desarrollo de una ciencia normal, que es la que hace referencia
a las actividades usuales que se desarrollan en los laboratorios y centros de investigación. Las
controversias científicas públicas transcienden a foros oficiosos paralelos, como medios de comunicación,
tribunales e instituciones, entre otros, en el marco de ejecución de una ciencia regulativa, la que se aplica
a las actuaciones científicas que tienen lugar en el marco de las controversias científicas públicas. Las
controversias privadas oficiales se pueden convertir en públicas oficiosas y viceversa, en la mayoría de
las ocasiones como consecuencia de la generación de intereses contrapuestos.
La ciencia normal la define Kuhn como: “la investigación basada firmemente en una o más
realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce,
durante cierto tiempo como fundamento para su práctica posterior (…) esas realizaciones son relatadas
por los libros de texto científicos, tanto elementales como avanzados. Estos libros exponen el cuerpo de
la teoría aceptada” (Kuhn, 1971:33). La ciencia revolucionaria, será la superación de la anterior al
reemplazar el paradigma antiguo por uno nuevo incompatible con el anterior, en una ruptura descrita
como una revolución científica.
Las controversias científicas se han de dar en su ámbito natural, el científico. Puede darse la
coyuntura de que determinados postulados o hipótesis que pongan en cuestión toda una corriente
científica constituida y asentada, sean censurados por ésta y el poder que le confiere su vigencia. En este
sentido, intentarán llegar a la clausura de la controversia en cuanto les sea posible, optando por
silenciarla mientras tanto. Es esta lógica la que posibilita a la ciencia oficial mantener su vigencia y
silenciar las amenazas a la misma, lo que genera una inercia que puede llegar a cohibir la generación de
debate en el conocimiento. Una vía para escapar de esta lógica es la socialización de la controversia, es
decir, generar un debate paralelo fuera de los ámbitos de exclusividad científica, como pudiera ser en los
medios de comunicación, o en el movimiento asociativo crítico, por poner un ejemplo. Es entonces
Silvia Giménez Rodríguez - 315 -
cuando la controversia científica oficial se convierte en oficiosa, y es a través de este tipo de
circunstancias como encuentra la manera de conseguir sobrevivir a su clausura. La presencia pública del
debate puede ser contundente o mínima, no obstante, lo importante es que su publicidad, sea ésta mayor
o menor, es la condición necesaria que lo posibilita.
El presente trabajo de investigación ha consistido en descubrir, a partir de un estudio de caso:
EL SIDA, si las controversias científicas oficiales y privadas que transcurren en el estricto universo
científico y son censuradas por la ciencia normal, sobreviven a su pretendida clausura al convertirse en
controversias oficiosas, aunque sea mínima su presencia pública, al ser ésta silenciada por determinados
grupos de interés. Para ello se ha tratado de reconstruir la controversia científica del SIDA a partir del
desarrollo de la hipótesis vírica y no vírica de la enfermedad, ambas analizadas desde el principio de
simetría; se ha analizado la controversia científica oficial y privada del SIDA desde el funcionamiento
interno de la propia ciencia y se ha analizado igualmente la controversia oficiosa y pública del SIDA, que
es la que alcanza a expresarse en foros oficiosos paralelos, como medios de comunicación, tribunales e
instituciones, entre otros, todo ello en el marco de ejecución de una ciencia regulativa: la que se aplica a
las actuaciones científicas que tienen lugar en el marco de las controversias científicas públicas. Para ello
se abordará la controversia científica del SIDA desde una perspectiva política y económica, así como la
controversia científica del SIDA en los Medios de Comunicación y en la Opinión Pública cualificada, es
decir implicada en el tema que nos ocupa, EL SIDA.
El Programa Fuerte en Sociología del Conocimiento (PF), identifica su planteamiento en cuatro
principios metodológicos que lo delimitan: causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad, para ser
completado su análisis con la teoría de los intereses, causa necesaria, aunque no suficiente, de la
producción del conocimiento público, sancionado como acertado o no. En el estudio que nos ocupa se
han aplicado explícitamente el principio de simetría y el de imparcialidad como herramientas de análisis
apuntadas por el Programa Fuerte y rescatadas en exclusividad por uno de sus brazos, el Programa
Empírico del Relativismo (EPOR), un enfoque orientado al estudio de las controversias científicas. Según
esta corriente, los hechos fundamentales de la actividad científica no se producen en el espacio
restringido y sagrado de los laboratorios sino que más bien hay que rastrearlos en la forma que adoptan
los debates y controversias científicas, y de modo particular en la forma en que tales debates son
Silvia Giménez Rodríguez - 316 -
zanjados y se dan por concluidos. Todo lo cual supone, trascender los límites de la academia para
conectar las polémicas científicas con el contexto social, político y económico en el que éstas se
desarrollan.
Se ha analizado la hipótesis vírica y no vírica, fundamento de la controversia científica planteada
en torno al SIDA. En aplicación del principio de simetría, este análisis ha desarrollado cuatro aspectos
concretos: etiología o génesis del SIDA, diagnóstico, tratamiento y epidemiología. Se ha seguido el
principio de imparcialidad en la presentación de los datos.
Desde la etiología del SIDA se establece una controversia específica en cuanto a la causa del
síndrome. La hipótesis vírica pretende constatar empíricamente que es el virus del VIH quien provoca el
SIDA. Científicamente aislado y con dos modelos cumulativos de actuación: el modelo de los Drs. Gallo-
Montagnier que estuvo aceptado desde 1984 hasta 1995. Según este modelo, el VIH era un lentivirus,
tenía un periodo de latencia muy largo (el Dr. Gallo llegó a hablar de cuarenta años) y era dificilísimo de
encontrar (incluso en “terminales de SIDA” que a los pocos días morían “víctimas del VIH”). El VIH-
modelo-Dr. Ho, se impuso a partir de 1995 y sigue siendo el modelo vigente. Según este modelo, el VIH
es un virus a gran velocidad, que se multiplica miles de millones de veces desde el primer día y que se
encuentra en todas partes de la persona infectada. En 1995 Montagnier ya había considerado que el VIH
por sí solo no podía causar SIDA sino que necesitaba de unos cofactores específicos. Por su parte, la
hipótesis no vírica se consensúa sobre la base de que correlación no implica causalidad, y que el VIH no
está demostrado empíricamente que sea la causa del SIDA. Dos modelos acumulativos lo avalan, el del
Dr. Duesberg, que considera que el virus existe, pero no es patógeno y por lo tanto no es la causa del
SIDA y el modelo Papadópulos-Eleópulos que considera que el virus nunca ha sido aislado en las
condiciones apropiadas científicamente y por lo tanto, no existe. No es posible que sea la causa del SIDA.
Ninguno de estos dos modelos entiende cómo un virus lento, termina siendo rápido. La causa del SIDA
que proponen es el estrés oxidativo, sobre las células inmunocompetentes y sobre las reacciones
metabólicas del sistema inmunológico, como consecuencia de agentes estresantes químicos, físicos,
biológicos, mentales y nutricionales.
En relación al diagnóstico, la hipótesis vírica establece la primera definición de caso SIDA en
1982 por los CDC (Centers for Disease Control) y a medida que se fue ganando en conocimiento se
Silvia Giménez Rodríguez - 317 -
fueron añadiendo nuevas enfermedades y situaciones. De esta manera en 1985 se describe por primera
vez la detección de anticuerpos frente a VIH y su presencia en sangre se considera imprescindible para la
definición de un nuevo caso de SIDA. Finalmente, el avance del conocimiento clínico y epidemiológico
permite en 1986 el establecimiento de una primera clasificación de la infección por VIH con un alto valor
pronóstico. Dicha clasificación sería posteriormente revisada en 1993 para introducir la importancia del
nivel de linfocitos CD4. Llegados a ese punto, se considera SIDA a un conjunto de 31 enfermedades más
una “no enfermedad” (el recuento de CD4), en presencia de VIH. No obstante, para los países
empobrecidos que no pueden hacerse la prueba con los test ELISA, WESTERN BLOT y PCR, por su
elevado coste, existen otras definiones como es la de “caso clínico” o “caso Bangui”, es decir, se
identifican como caso SIDA a aquellas personas que manifiesten tres síntomas de una lista de síntomas
más amplia, sin necesidad de tener VIH. Por el contrario, la hipótesis no vírica considera que las pruebas
serológicas anteriormente mencionadas no son específicas y no son fiables al dar reacciones cruzadas
con bastantes enfermedades comunes. Consideran que al no ser la causa del SIDA un virus, las pruebas
diagnósticas serológicas no son la vía apropiada para diagnosticarla.
En realción al tratamiento, la hipótesis vírica, propuso en 1987 como primer fármaco antiviral al
AZT. En 1995 llegaron la segunda generación de antivirales, los Inhibidores de la Proteasa, y en 1996 la
Terapia Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA), que parecía establecer un horizonte de esperanza
para todos aquellos afectados por este síndrome que vivían en las zonas de renta más alta del planeta.
Paralelamente, aquellos habitantes afectados de África, Latinoamérica o Asia, seguían mirando
directamente a los ojos de la muerte biológica y social, sin poder tener acceso a terapia alguna que
viniera acompañada de eficiencia científica, o fuera vehículo de esperanza humana. Actualmente, sólo un
5% de los enfermos de SIDA existentes en el mundo tienen acceso en 2007 a estas terapias de gran
actividad. Terapias que, por otra parte, se presentan como terapias paliativas que no curativas y que la
hipótesis no vírica, critica ampliamente. La prevención de las prácticas de riesgo es considerada el mejor
tratamiento. Sin embargo, la hipótesis no vírica considera que la prevención del SIDA se ha centrado en
la prevención de las infecciones por VIH, pero en cambio el comienzo de una enfermedad por deficiencia
inmunológica no ha sido tratado por lo general. En cuanto al tratamiento que se aplica, entiende que se
deberían evitar las exposiciones a agentes estresantes; desintoxicar los sistemas inmunológicos y los
demás sistemas corporales usando agentes quelantes, antioxidantes, dietas desintoxicantes, ayunos,
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  • 1. Silvia Giménez Rodríguez - 314 - CONCLUSIONES Se entiende por controversia científica, aquel debate generado entre dos opiniones contrapuestas en relación a la génesis o desarrollo de un hecho científico. Las controversias pueden ser privadas y oficiales o públicas y oficiosas. Las primeras se reducen al ámbito del laboratorio, o en su caso se integran en el funcionamiento oficial de la comunidad científica, como publicaciones especializadas, congresos, centros de investigación en el desarrollo de una ciencia normal, que es la que hace referencia a las actividades usuales que se desarrollan en los laboratorios y centros de investigación. Las controversias científicas públicas transcienden a foros oficiosos paralelos, como medios de comunicación, tribunales e instituciones, entre otros, en el marco de ejecución de una ciencia regulativa, la que se aplica a las actuaciones científicas que tienen lugar en el marco de las controversias científicas públicas. Las controversias privadas oficiales se pueden convertir en públicas oficiosas y viceversa, en la mayoría de las ocasiones como consecuencia de la generación de intereses contrapuestos. La ciencia normal la define Kuhn como: “la investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo como fundamento para su práctica posterior (…) esas realizaciones son relatadas por los libros de texto científicos, tanto elementales como avanzados. Estos libros exponen el cuerpo de la teoría aceptada” (Kuhn, 1971:33). La ciencia revolucionaria, será la superación de la anterior al reemplazar el paradigma antiguo por uno nuevo incompatible con el anterior, en una ruptura descrita como una revolución científica. Las controversias científicas se han de dar en su ámbito natural, el científico. Puede darse la coyuntura de que determinados postulados o hipótesis que pongan en cuestión toda una corriente científica constituida y asentada, sean censurados por ésta y el poder que le confiere su vigencia. En este sentido, intentarán llegar a la clausura de la controversia en cuanto les sea posible, optando por silenciarla mientras tanto. Es esta lógica la que posibilita a la ciencia oficial mantener su vigencia y silenciar las amenazas a la misma, lo que genera una inercia que puede llegar a cohibir la generación de debate en el conocimiento. Una vía para escapar de esta lógica es la socialización de la controversia, es decir, generar un debate paralelo fuera de los ámbitos de exclusividad científica, como pudiera ser en los medios de comunicación, o en el movimiento asociativo crítico, por poner un ejemplo. Es entonces
  • 2. Silvia Giménez Rodríguez - 315 - cuando la controversia científica oficial se convierte en oficiosa, y es a través de este tipo de circunstancias como encuentra la manera de conseguir sobrevivir a su clausura. La presencia pública del debate puede ser contundente o mínima, no obstante, lo importante es que su publicidad, sea ésta mayor o menor, es la condición necesaria que lo posibilita. El presente trabajo de investigación ha consistido en descubrir, a partir de un estudio de caso: EL SIDA, si las controversias científicas oficiales y privadas que transcurren en el estricto universo científico y son censuradas por la ciencia normal, sobreviven a su pretendida clausura al convertirse en controversias oficiosas, aunque sea mínima su presencia pública, al ser ésta silenciada por determinados grupos de interés. Para ello se ha tratado de reconstruir la controversia científica del SIDA a partir del desarrollo de la hipótesis vírica y no vírica de la enfermedad, ambas analizadas desde el principio de simetría; se ha analizado la controversia científica oficial y privada del SIDA desde el funcionamiento interno de la propia ciencia y se ha analizado igualmente la controversia oficiosa y pública del SIDA, que es la que alcanza a expresarse en foros oficiosos paralelos, como medios de comunicación, tribunales e instituciones, entre otros, todo ello en el marco de ejecución de una ciencia regulativa: la que se aplica a las actuaciones científicas que tienen lugar en el marco de las controversias científicas públicas. Para ello se abordará la controversia científica del SIDA desde una perspectiva política y económica, así como la controversia científica del SIDA en los Medios de Comunicación y en la Opinión Pública cualificada, es decir implicada en el tema que nos ocupa, EL SIDA. El Programa Fuerte en Sociología del Conocimiento (PF), identifica su planteamiento en cuatro principios metodológicos que lo delimitan: causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad, para ser completado su análisis con la teoría de los intereses, causa necesaria, aunque no suficiente, de la producción del conocimiento público, sancionado como acertado o no. En el estudio que nos ocupa se han aplicado explícitamente el principio de simetría y el de imparcialidad como herramientas de análisis apuntadas por el Programa Fuerte y rescatadas en exclusividad por uno de sus brazos, el Programa Empírico del Relativismo (EPOR), un enfoque orientado al estudio de las controversias científicas. Según esta corriente, los hechos fundamentales de la actividad científica no se producen en el espacio restringido y sagrado de los laboratorios sino que más bien hay que rastrearlos en la forma que adoptan los debates y controversias científicas, y de modo particular en la forma en que tales debates son
  • 3. Silvia Giménez Rodríguez - 316 - zanjados y se dan por concluidos. Todo lo cual supone, trascender los límites de la academia para conectar las polémicas científicas con el contexto social, político y económico en el que éstas se desarrollan. Se ha analizado la hipótesis vírica y no vírica, fundamento de la controversia científica planteada en torno al SIDA. En aplicación del principio de simetría, este análisis ha desarrollado cuatro aspectos concretos: etiología o génesis del SIDA, diagnóstico, tratamiento y epidemiología. Se ha seguido el principio de imparcialidad en la presentación de los datos. Desde la etiología del SIDA se establece una controversia específica en cuanto a la causa del síndrome. La hipótesis vírica pretende constatar empíricamente que es el virus del VIH quien provoca el SIDA. Científicamente aislado y con dos modelos cumulativos de actuación: el modelo de los Drs. Gallo- Montagnier que estuvo aceptado desde 1984 hasta 1995. Según este modelo, el VIH era un lentivirus, tenía un periodo de latencia muy largo (el Dr. Gallo llegó a hablar de cuarenta años) y era dificilísimo de encontrar (incluso en “terminales de SIDA” que a los pocos días morían “víctimas del VIH”). El VIH- modelo-Dr. Ho, se impuso a partir de 1995 y sigue siendo el modelo vigente. Según este modelo, el VIH es un virus a gran velocidad, que se multiplica miles de millones de veces desde el primer día y que se encuentra en todas partes de la persona infectada. En 1995 Montagnier ya había considerado que el VIH por sí solo no podía causar SIDA sino que necesitaba de unos cofactores específicos. Por su parte, la hipótesis no vírica se consensúa sobre la base de que correlación no implica causalidad, y que el VIH no está demostrado empíricamente que sea la causa del SIDA. Dos modelos acumulativos lo avalan, el del Dr. Duesberg, que considera que el virus existe, pero no es patógeno y por lo tanto no es la causa del SIDA y el modelo Papadópulos-Eleópulos que considera que el virus nunca ha sido aislado en las condiciones apropiadas científicamente y por lo tanto, no existe. No es posible que sea la causa del SIDA. Ninguno de estos dos modelos entiende cómo un virus lento, termina siendo rápido. La causa del SIDA que proponen es el estrés oxidativo, sobre las células inmunocompetentes y sobre las reacciones metabólicas del sistema inmunológico, como consecuencia de agentes estresantes químicos, físicos, biológicos, mentales y nutricionales. En relación al diagnóstico, la hipótesis vírica establece la primera definición de caso SIDA en 1982 por los CDC (Centers for Disease Control) y a medida que se fue ganando en conocimiento se
  • 4. Silvia Giménez Rodríguez - 317 - fueron añadiendo nuevas enfermedades y situaciones. De esta manera en 1985 se describe por primera vez la detección de anticuerpos frente a VIH y su presencia en sangre se considera imprescindible para la definición de un nuevo caso de SIDA. Finalmente, el avance del conocimiento clínico y epidemiológico permite en 1986 el establecimiento de una primera clasificación de la infección por VIH con un alto valor pronóstico. Dicha clasificación sería posteriormente revisada en 1993 para introducir la importancia del nivel de linfocitos CD4. Llegados a ese punto, se considera SIDA a un conjunto de 31 enfermedades más una “no enfermedad” (el recuento de CD4), en presencia de VIH. No obstante, para los países empobrecidos que no pueden hacerse la prueba con los test ELISA, WESTERN BLOT y PCR, por su elevado coste, existen otras definiones como es la de “caso clínico” o “caso Bangui”, es decir, se identifican como caso SIDA a aquellas personas que manifiesten tres síntomas de una lista de síntomas más amplia, sin necesidad de tener VIH. Por el contrario, la hipótesis no vírica considera que las pruebas serológicas anteriormente mencionadas no son específicas y no son fiables al dar reacciones cruzadas con bastantes enfermedades comunes. Consideran que al no ser la causa del SIDA un virus, las pruebas diagnósticas serológicas no son la vía apropiada para diagnosticarla. En realción al tratamiento, la hipótesis vírica, propuso en 1987 como primer fármaco antiviral al AZT. En 1995 llegaron la segunda generación de antivirales, los Inhibidores de la Proteasa, y en 1996 la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA), que parecía establecer un horizonte de esperanza para todos aquellos afectados por este síndrome que vivían en las zonas de renta más alta del planeta. Paralelamente, aquellos habitantes afectados de África, Latinoamérica o Asia, seguían mirando directamente a los ojos de la muerte biológica y social, sin poder tener acceso a terapia alguna que viniera acompañada de eficiencia científica, o fuera vehículo de esperanza humana. Actualmente, sólo un 5% de los enfermos de SIDA existentes en el mundo tienen acceso en 2007 a estas terapias de gran actividad. Terapias que, por otra parte, se presentan como terapias paliativas que no curativas y que la hipótesis no vírica, critica ampliamente. La prevención de las prácticas de riesgo es considerada el mejor tratamiento. Sin embargo, la hipótesis no vírica considera que la prevención del SIDA se ha centrado en la prevención de las infecciones por VIH, pero en cambio el comienzo de una enfermedad por deficiencia inmunológica no ha sido tratado por lo general. En cuanto al tratamiento que se aplica, entiende que se deberían evitar las exposiciones a agentes estresantes; desintoxicar los sistemas inmunológicos y los demás sistemas corporales usando agentes quelantes, antioxidantes, dietas desintoxicantes, ayunos, Anterior Inicio Siguiente