2. Compendio del Catecismo
¿Qué es la castidad?
2337-2338
La castidad es la positiva integración de la
sexualidad en la persona. La sexualidad
es verdaderamente humana cuando está
integrada de manera justa en la relación
de persona a persona. La castidad es una
virtud moral, un don de Dios, una gracia y
un fruto del Espíritu.
¿Qué supone la virtud de la castidad?
2339-2341
La virtud de la castidad supone la
adquisición del dominio de sí mismo, como
expresión de libertad humana destinada al
don de uno mismo. Para este fin, es
necesaria una integral y permanente
educación, que se realiza en etapas
graduales de crecimiento.
3. Introducción
San Pablo escribe a los de
Corinto:
quot;¿No sabéis que vuestros cuerpos
son miembros de Cristo?... ¿No
sabéis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, que está
en vosotros, que lo habéis recibido
de Dios, y que no os pertenecéis?
¡Habéis sido comprados a gran
precio! Glorificad por tanto a Dios
en vuestro cuerpoquot; (1 Corintios
6,15;19-20).
No sólo el cristiano, sino el hombre
como tal, debe respetar su cuerpo
-y el de los demás- cuidando con
esmero la castidad en
pensamientos, palabras, obras y
deseos, si quiere vivir conforme a
la razón.
4. 1. La sexualidad es don de Dios
La Sagrada Escritura enseña que Dios
creó al hombre a su imagen y
semejanza, y los creó hombre y mujer
(cfr. Génesis 1,27). Por tanto, la
sexualidad no es mala, ni es contraria a
la ley de Dios; es buena puesto que
viene de Dios. Es otro don de Dios.
Dios ha establecido un orden en el uso
de la sexualidad: el placer sexual -sea de
pensamiento, palabra u obra- sólo es
lícito buscarlo dentro del matrimonio y
encaminado al fin señalado por el
Creador: la transmisión de la vida
humana, junto con la ayuda mutua de los
esposos.
5. 2. La virtud de la castidad
La castidad es la virtud que regula y
controla la sexualidad, imponiendo el
respeto al cuerpo en
pensamientos, deseos, palabras y
acciones.
Esta virtud expresa la integración de la
sexualidad en la persona y, por
consiguiente, la sumisión de la pasión
sexual a la razón humana y a la fe.
La virtud de la castidad es, como toda
virtud, una conquista propia de valientes;
es algo positivo que libera de la
esclavitud del pecado.
6. 3. La impureza destruye muchas cosas en el hombre
El pecado de impureza destruye
en el hombre y en la mujer tesoros
que Dios les ha dado, no sólo por
cuanto le ofendemos y perdemos
su amistad, sino porque daña de
modo particular virtudes de verdad
excelentes.
El impuro está triste, porque es
esclavo del pecado; no es
generoso, porque sólo piensa en sí
mismo y en el placer; se debilita su
fe, porque se le va cegando el
corazón. Pierde esa sensibilidad
fina del alma, que le capacita para
amar a Dios y a los demás.
7. 4. La castidad es para todos
Condición del cristiano es vivir
una vida casta: cada uno en su
estado y según la vocación que
ha recibido, pues a unos Dios les
pide vivir en virginidad o en
celibato, y a otros, en el
matrimonio o solteros.
Los casados han de vivir la
castidad conyugal, fieles a sus
deberes matrimoniales; los
solteros practican la castidad en la
continencia.
El acto matrimonial debe quedar
abierto a la transmisión de la
vida, y nunca está permitido el
recurso a la anticoncepción o a la
esterilización para evitar la
procreación.
8. 5. Pecados contra la castidad
Pecan contra la castidad los que -
consigo o con otros-
cometen acciones impuras;
miran cosas impuras;
consienten pensamientos o
deseos impuros;
mantienen conversaciones o
cuentan chistes sobre cosas
impuras;
se ponen a sí mismos o a otros en
peligro de cometerlos.
Son pecados notorios contra la
castidad:
la masturbación, la fornicación, las
actividades pornográficas y las
prácticas homosexuales;
contra la dignidad del matrimonio
podemos destacar el adulterio, la
poligamia y el amor libre.
Estos pecados contra la castidad
son siempre graves, si hay pleno
conocimiento y consentimiento; en
tal caso no hay materia leve.
9. 6. La lucha por la castidad
Para ganar la batalla de la
castidad es necesario huir de las
ocasiones; en esta materia huir no
significa cobardía sino prudencia.
Y la prudencia dicta evitar
amistades, lecturas, espectáculos,
conversaciones, etc., que empujen
al pecado.
Otro paso es estar ocupados en un
trabajo serio, que salva de
ensimismarse en el egoísmo.
Pero lo más importante es poner
medios sobrenaturales: confesión
y comunión frecuentes; pedir la
castidad con humildad y
perseverancia; acudir a la Virgen
Purísima y Madre nuestra, etc.
10. Un propósito para avanzar
Acude a la Virgen al sentir
tentaciones contra la castidad:
Pon esmero en ser y mostrarte
siempre limpio en
palabras, conversaciones, chist
es, etc.
11.
12. Compendio del Catecismo
¿Qué declara el séptimo
mandamiento?
2401-2402
El séptimo mandamiento declara el
destino y distribución universal de los
bienes; el derecho a la propiedad
privada; el respeto a las personas, a
sus bienes y a la integridad de la
creación. La Iglesia encuentra también
en este mandamiento el fundamento
de su doctrina social, que comprende
la recta gestión en la actividad
económica y en la vida social y
política; el derecho y el deber del
trabajo humano; la justicia y la
solidaridad entre las naciones y el
amor a los pobres.
13. 1. El plan de Dios sobre los bienes de la tierra
El hombre está rodeado de cosas
que necesita, bienes que hacen
posible el desarrollo de sus
capacidades naturales, recibidos
de Dios Creador.
Los bienes creados tienen un
destino universal; son de todos y
para todos, y se consiguen
principalmente mediante el trabajo.
El derecho a la propiedad privada
es un derecho natural, querido por
Dios, aunque el hombre es mero
administrador: debe estar abierto a
los demás.
14. 2. El respeto de las personas y de sus bienes
El séptimo mandamiento prohíbe
actuaciones que atentan contra el
derecho del prójimo:
El robo
La usura
El fraude
Retener objetos perdidos
Pagar injustamente
Ignorar la necesidad ajena
El trabajo mal hecho
El despilfarro
15. 3. El respeto de la integridad de la creación
Dios ha concedido al hombre
un dominio relativo sobre la
naturaleza, regulado por el
respeto y la calidad de vida
del prójimo.
Es legítimo servirse de los
animales como alimento y
vestido; pero no hacerlos
sufrir inútilmente, sacrificarlos
sin necesidad, o invertir en
ellos sumas que podrían
remediar necesidades de los
hombres.
16. 4. Obligación de reparar el daño
Cuando se roba o
estropea algo,
produciendo un daño
importante en los bienes
de los demás, se comete
un pecado grave. Se
puede perdonar en
confesión si se
acompaña de la
intención de devolver lo
robado o de reparar el
daño.
Si ya no se tiene lo
robado, se devuelve de
los bienes propios, o se
compra y devuelve algo
igual a lo robado.
17. 5. Actitud ante los bienes de la tierra
Respecto a nosotros mismos:
Las cosas de la tierra están a
nuestro servicio y las
necesitamos, pero debemos
aspirar a bienes mucho más
importantes, amor a Dios y al
prójimo, demostrado con
obras.
Respecto a los demás:
El cristiano ha de compartir
con los que tienen
necesidad, para ser fieles al
Evangelio.
Tenemos obligación de
ayudar a la Iglesia en sus
necesidades, cada uno en la
medida de sus posibilidades.
18. Un propósito para avanzar
Vive la generosidad para
dejar tus cosas a tus
hermanos, amigos,
compañeros, etc.
No robes nunca nada, aunque
sea poco y en casa; si lo has
hecho, devuélvelo cuanto
antes.
Da limosna a los más pobres
y necesitados.
19.
20. Compendio del Catecismo
¿Qué prohíbe el octavo
mandamiento?
2475-2487
2507-2509
El octavo mandamiento prohíbe:
1) El falso testimonio, el perjurio y la
mentira, cuya gravedad se mide según
la naturaleza de la verdad que
deforma, de las circunstancias, de las
intenciones del mentiroso y de los
daños ocasionados a las víctimas.
2) El juicio temerario, la maledicencia,
la difamación y la calumnia, que
perjudican o destruyen la buena
reputación y el honor, a los que tiene
derecho toda persona.
3) El halago, la adulación o la
complacencia, sobre todo si están
orientados a pecar gravemente o para
lograr ventajas ilícitas.
Una culpa cometida contra la verdad
debe ser reparada, si ha causado daño
a otro.
21. Introducción
El octavo mandamiento es
muy necesario: las
relaciones entre los
hombres se encuentran
enturbiadas por tanta
mentira que lesiona
nuestro vínculo con Dios y
con el hombre.
Hemos de oponer el amor
a la Verdad.
Deriva de la vocación del
pueblo santo a ser testigo
de Dios que es verdad.
Quien miente se separa de
Dios
22. 1. Jesús enseña a decir la verdad
La verdad, según Santo
Tomás, es algo divino: hay
que respetarla y amarla.
A veces cuesta y exige
esfuerzo, pero hay que ser
valientes para decirla
siempre.
¿Cuál es nuestro Padre?
Jesús dijo:
“Sea vuestro modo de
hablar: sí, sí, o no, no. Lo
que excede de esto, viene
del Maligno” (Mt 5, 37)
Es un buen lema para
ayudarnos a ser sinceros y
leales con Dios, con nosotros
y con los demás.
23. 2. El daño de la mentira
La mentira, algo tan
pequeño, puede destruir
grandes cosas, como la
amistad de un amigo o la
confianza de unos
padres.
Para vivir en sociedad,
ser sinceros y decir la
verdad es indispensable.
Aun cuando no se debe
mentir, en ocasiones se
debe callar para guardar
secretos o para no
perjudicar a otra
persona.
24. 3. Motivos por los que se miente
Con frecuencia se miente por
miedo o vergüenza de ser
descubiertos, para salir de un
apuro o para gastar una
broma.
Un cristiano debe decir
siempre la verdad, si el bien
común o particular no exige
que callemos.
Se miente a sí mismo
25. 4. El octavo mandamiento ordena respetar la honra
de los demás
La honra es más importante
que los bienes materiales.
A) Destruye la honra de los
demás:
La calumnia
La maledicencia o difamación.
El falso testimonio
El juicio temerario
Violación de secretos
B) Actuación del cristiano: No
escuchar lo que se habla mal
de los demás y defender con
valentía y/o disculpar.
C) Restituir la honra: Estamos
obligados a reparar el mal
hecho para que se pueda
perdonar el pecado.
26. 5. Podemos ayudar a los demás con la corrección fraterna
La caridad nos llevará a
decir la verdad con
nobleza, de frente, nunca
de espaldas.
Decir las cosas con verdad
y caridad es ayudar con la
corrección fraterna.
Recordamos lo que dijo
Jesús:
“La verdad os hará libres”
(Jn 8, 32)
27. ¿Se puede ocultar la Verdad?
a) Virtud de la discreción: consiste en
no revelar lo que no es necesario o lo
que puede ser malentendido. Ejemplo
de Jesús en su vida pública que no
revela su identidad de auténtico
Mesías. (Lc. 4, 41; 5, 14)
b) Ocultar la verdad no es mentir:
de acuerdo a las situaciones que la
virtud de la prudencia aconseja, por
ejemplo no hacer público la
enfermedad o la adicción de una
persona, por no dañar el buen nombre
de su familia o el prestigio de él mismo.
Todo hombre tiene derecho a
mantener reservados aquellos
aspectos de su vida que no servirían al
bien común y que sin embargo
haciéndose públicos pueden acarrear
graves consecuencias.
28. El criterio de la Caridad.
Nunca es lícito poner los medios para
El secreto: hay realidades que en
conocer secretos ajenos ni meterse en la
sí mismas son materia de secreto vida privada de los demás.
como los defectos del prójimo, la La obligación de guardar un secreto
correspondencia epistolar y todos desaparece cuando se dan estas
condiciones:
los medios de comunicación
Cuando lo conocido llegue s ser público por
privados. Pueden ser secretos por
otro medio.
promesas, por el secreto
Cuando se pueda legítimamente suponer la
profesional que afecta por ejemplo autorización a revelar del que se nos confío.
a abogados, psicólogos, doctores, Cuando desvelándolo se evite un mal grave
orientadores espirituales, que no a la sociedad.
pueden revelar ningún dato
Cualquier secreto conocido
escuchado en privado. Hay
accidentalmente o por algún tipo de
siempre obligación moral de investigación personal sigue siendo secreto y
guardar el secreto. si no hay una razón más fuerte, no debe ser
comunicado, aunque no se haya hecho
promesa de guardarlo.
29. Un propósito para avanzar
No hables mal de los
demás ni permite que lo
hagan los otros; si has
faltado, repara enseguida
los daños causados.
Reconoce las propias
faltas, sin disculparte.
Sócrates: ¿es verdadero,
es bueno, harás un bien?
30. ANGELICO, Fra
Anunciación
c. 1430
S. Maria delle Grazie,
S. Giovanni Valdarno
53
31. Compendio del Catecismo
¿Qué exige el noveno
mandamiento?
2514-2516
2528-2530
El noveno mandamiento exige
vencer la concupiscencia carnal en
los pensamientos y en los deseos.
La lucha contra esta
concupiscencia supone la
purificación del corazón y la
práctica de la virtud de la
templanza.
¿Qué prohíbe el noveno
mandamiento?
2517-2519
2531-2532
El noveno mandamiento prohíbe
consentir pensamientos y deseos
relativos a acciones prohibidas por
el sexto mandamiento.
32. Introducción
Compuesto de alma y cuerpo,
el hombre debe soportar el
tirón de la carne que reclama el
placer de la sexualidad.
Para ser limpios de corazón es
necesario rechazar con firmeza
pensamientos y deseos
impuros. Sin embargo, vale la
pena, como dice Jesús:
“Bienaventurados los limpios
de corazón, porque ellos verán
a Dios” (Mt 5,8)
La pureza puede costar, pero
es un don magnífico que el
mismo Dios ayudará a
conseguir.
33. 1. La concupiscencia: el deseo que el alma siente por
lo que produce satisfacción.
Al desobedecer a Dios,
Adán y Eva abrieron
una fuente de pecado:
la concupiscencia, que
permanece incluso en
el bautizado.
San Juan habla de una
triple concupiscencia:
De la carne
De los ojos
Soberbia de la vida
(Cf 1 Juan 2, 16)
En sí misma no es
pecado, pero inclina al
pecado.
34. 2. Luchar contra la tentación
Las tentaciones contra la
castidad no son pecado, son
inclinaciones. Sería pecado
si la voluntad se complaciera
en ellas.
No deben sorprendernos,
pero hay que rezar para ser
fuertes y rechazarlas con
prontitud.
No hay que perder la paz y
la alegría si podemos decir
sinceramente que hemos
hecho todo lo posible por
quitarnos la tentación de
encima.
35. 3. El pudor y la modestia
La pureza está defendida por
el pudor, virtud que es parte
potencial de la templanza.
El pudor rechaza mostrar lo
que debe permanecer
velado, lleva a la modestia
que regula gestos corporales,
y mantiene la reserva.
El pudor custodia la intimidad
de la persona y enseña,
sobre todo, delicadeza.
36. 4. Campaña por la pureza
La pureza cristiana exige
sanear el clima de la
sociedad actual, luchando
contra la permisividad de las
costumbres.
El cristiano ha de trabajar
para que los espectáculos
sean limpios y no ofendan a
Dios.
El esfuerzo en favor de la
castidad contribuye a
purificar y elevar las
costumbres de los pueblos.
37. 5. Medios para vivir y crecer en pureza
Se puede alcanzar y
mejorar la pureza interior
mediante la oración, junto
con la pureza de intención,
que busca cumplir en todo
la voluntad de Dios.
Se debe cuidar la
imaginación y la vista, para
rechazar cualquier
complacencia en los
pensamientos impuros.
38. Un propósito para avanzar
Rechaza enseguida los
malos pensamientos,
poniendo los medios
naturales y sobrenaturales
adecuados.
Piensa qué puedes hacer en
la propia familia y en el
ambiente que te rodea para
crear un clima de pureza.
Vive el pudor y la modestia.
39.
40. Compendio del Catecismo
531. ¿Qué manda y qué
prohíbe el décimo
mandamiento?
2534-2540
2551-2554
Este mandamiento, exige
una actitud interior de
respeto en relación con la
propiedad ajena, y prohíbe
la avaricia, el deseo
desordenado de los bienes
de otros y la envidia, que
consiste en la tristeza
experimentada ante los
bienes del prójimo y en el
deseo desordenado de
apropiarse de los mismos.
41. Introducción
El hombre fue creado en un
estado de inocencia que
suponía una mente sometida
a Dios, las potencias
inferiores a la razón y el
cuerpo al alma.
Con frecuencia, el hombre
pierde la conciencia de su
dignidad, olvida que vale
más que las cosas y se
apega a ellas, dando lugar a
la codicia.
La avaricia sólo se explica
en el pagano, cuya única
esperanza son los bienes
caducos.
42. 1. La avaricia, raíz de todos los males
Escribe San Pablo:
quot;Nada trajimos al mundo y
nada podemos llevarnos de él.
(…) Los que quieren
enriquecerse caen en
tentaciones (…) que hunden a
los hombres en la perdición y
en la ruina, porque la raíz de
todos los males es la avariciaquot;
(1 Timoteo 6,7-10)
El hombre no puede
esclavizarse sometiéndose a
bienes efímeros. La codicia y
envidia de bienes ajenos debe
ser combatida y dominada
43. 2. Conformidad con lo que Dios nos da
El corazón se identifica con lo que
ama: si ama sin freno los bienes
materiales se hace materia, y reduce
sus aspiraciones a un bienestar
material.
La conformidad con los bienes que
Dios da, y con los que honradamente
se pueden adquirir, hace feliz.
La codicia y la envidia de lo que no se
posee no hace feliz a nadie.
44. 3. Qué prohíbe el décimo mandamiento
Prohíbe la avaricia, deseo
desordenado de riquezas, y
también el deseo de cometer
una injusticia que dañe al
prójimo en sus bienes
temporales.
Prohíbe la envidia, tristeza
que produce el bien del
prójimo, con deseo
desordenado de poseerlo y
apropiárselo.
De la envidia nacen el odio,
la maledicencia y la
calumnia.
45. 4. El desprendimiento de los bienes de la tierra
Cuando impera la ley de
Dios en el corazón,
sobresale el
desprendimiento de los
bienes creados, porque el
amor de Dios lo domina
todo.
quot;Bienaventurados los
pobres en el espíritu,
porque de ellos es el
reino de los cielos“
(Mt 5, 3).
El cristiano ha de orientar
sus deseos hacia la
esperanza teologal, buscar
el amor perfecto.
46. 5. La lucha contra el apego a los bienes terrenos
El Evangelio exhorta a la
vigilancia, porque el apego a los
bienes desplaza a Dios y
desorienta la vida.
El remedio está en fomentar el
deseo de la felicidad verdadera,
viviendo en gracia de Dios por
encima de todo.
La esperanza de que veremos a
Dios supera toda felicidad, y
para llegar a ello hay que
vencer la seducción del placer y
del poder.
47. 6. Hay que amar y cumplir los diez mandamientos
El décimo mandamiento se
refiere a las intenciones del
corazón; resume, con el
noveno, los diez
mandamientos de la ley de
Dios.
Los mandamientos son un
regalo de Dios al hombre.
Jesucristo nos enseñó a
cumplirlos y proclamó las
bienaventuranzas para saber
con qué espíritu debemos
hacerlo.
48. Un propósito para avanzar
Vive desprendido de lo que
tengas y uses.
Examina sinceramente tu
conciencia para evitar que se
meta la envidia del bien ajeno;
alégrate con los éxitos de los
demás.