SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  23
Télécharger pour lire hors ligne
Las terapias
cognitivo-conductuales:
Una revisión
F. Bas Ramallo
Centro de Terapia y Modificación de Conducta




I. HAZAÑAS DE UN TERAPEUTA                  otros, tomando como fundamento la auto-
    PREHISTORICO                            observación ha sido tratada en varias oca-
                                            siones (Ben, 1967; Dulany, 1968; Wil-
   Desde Epicteto de Hierópolis (s. mi)     kins, 1971; Bandura, 1977 b), y nos
hasta los recientes trabajos de Meichen-    permite sugerir que tales procesos tienen
baum y Cameron (1980), es posible en-       que haber sido «vividos» por el hombre
contrar huellas de lo que en este siglo     desde épocas remotas.
ha venido a llamarse terapia cognitiva.        Si nuestro improvisado e intuitivo te-
La idea de que el pensamiento juega un      rapeuta prehistórico se hubiese mante-
poderoso papel tanto en la creación y       nido en una estrategia de cambio pura-
mantenimiento de ciertos estados emo-       mente verbal, tratando los aspectos esen-
cionales como en la dirección de la pro-    cialmente conscientes de la experiencia
pia conducta, puede constituir una vieja    negativa de su compañero, buscando las
creencia a fuer de constituir igualmente    «ideas y creencias irracionales», las «con-
una vieja experiencia. Nos podemos ima-     tradicciones», las «generalizaciones inco-
ginar a un joven e inexperto cazador pre-   rrectas», las «dicotomías», etc., en defi-
histórico compungido y melancólico por      nitiva intentando alterar el conjunto de
haber perdido una pieza que le parecía      creencias del sujeto acerca de su propia
fácil, siendo consolado por un compañero    incapacidad, diríamos en términos actua-
más experto y optimista que le sugiriese    les que estaba aplicando una terapia cog-
en su jerga: ¡Olvídate hombre, ya llega-    nitiva pura o terapia semántico-cognitiva.
rán tiempos mejores! Tal individuo po-      Su objetivo habría consistido en cambiar
dría estar pretendiendo «cambiar» los       los pensamientos de su compañero, con
negros pensamientos de su compañero         la esperanza de que, una vez modificados
guiado quizás por su propia experiencia     éstos, se alterarían positivamente sus
subjetiva. La posibilidad de aprender y     emociones y la forma de conducirse.
modificar nuestras actitudes en base a la      Pero supongamos que tal sujeto no
propia experiencia, sin el concurso de      sólo conocía el poder de la persuasión
                                                          Estudios de Psicología n..* 7 - 19811
Estudios	                                                                         93
verbal, sino que gracias a unas extraor-      días siguientes de manera que con un
dinarias dotes de observación había lle-      esfuerzo progresivo y graduado pudiese
gado a la conclusión de que los humanos       obtener éxitos repetidos. Su convincente
también solemos conducirnos en función        dialéctica, en fuego cruzado con el poder
de los resultados obtenidos a través de       reforzante de los hechos repetidos, que
nuestras propias acciones, y que nuestras     entraban en contradicción con los su-
actitudes cambian igualmente como con-        puestos del amigo, permitieron al sagaz
secuencia de tales resultados. Se le ofre-    terapeuta prehistórico animar considera-
cía, de este modo, una segunda «herra-        blemente a su atribulado compañero.
mienta» que podía ser usada a fin de          Este segundo diseño, que somete las pro-
cambiar la postura indiferente de su com-     pias expectativas negativas del sujeto a
pañero de caza. Ante la cerrazón de éste,     prueba empírica de un modo combinado
le propuso llevar a cabo una prueba al        con la persuasión verbal, es el meollo de
objeto de intentar «convencerle» de que       algunas formas específicas de modifica-
estaba en un error y la caza aún era posi-    ción cognitivo-conductual.
ble para él. Una vez hubo aceptado que           Pero su arsenal de habilidades no ter-
manteniéndose sentado nunca llegaría a        minaba aquí. Durante sus cacerías en
alcanzar ninguna presa, nuestro afligido      grupo, había podido comprobar que los
personaje se prestó a llevar a cabo el        jóvenes aprendían mejor y más rápida-
experimento. El astuto terapeuta, a sa-       mente las artes cinegéticas si durante un
biendas de que su joven compañero era         tiempo se dedicaban a observar detenida-
un buen arquero, lo apostó en un lugar        mente a los arqueros más diestros, y esto
estratégico desde donde existía un má-        era mejor que cuando simplemente se
ximo de probabilidades de alcanzar la         les explicaba o aleccionaba verbalmente
pieza. Una vez obtenida ésta, la situación    en ello. Una vez más se le ofrecía la opor-
para el arquero resultó embarazosa. Si        tunidad de mejorar, con esta tercera he-
persistía en su incredulidad acerca de        rramienta las habilidades y el estado de
sus habilidades para la caza entraba en       ánimo de su compañero. Dispuso sus
flagrante contradicción con los hechos,       intervenciones en la búsqueda de las pre-
pero si reconocía tales habilidades no
                                              sas de tal modo que el otro siempre lo
podía justificar sus pensamientos negati-
                                              pudiese observar fácilmente, avanzando
vos. Es así como nuestro eminente tera-       progresivamente desde los gestos y los
peuta había inducido una disonancia cog-
nitiva en las expectativas del sujeto.        intentos más sencillos a los más comple-
                                              jos y animándole de continuo a que lo
Pero, ¿por cuál de las dos alternativas
                                              imitase. Le informó igualmente de que
se decidiría finalmente? El momento era
crítico y algo había que hacer. Para el       lo que se dijese a sí mismo y las imáge-
joven, las cosas seguían estando poco cla-    nes que mantuviese en el transcurso de
ras, a veces daba la impresión de que no      la ejecución tenían mucho que ver con el
interpretaba sus propios resultados de        éxito en la caza. De manera que lo mejor
manera objetiva y positiva. Algo seguía       que podía hacer era no sólo intentar imi-
funcionando mal «dentro de su cabeza».        tar lo que él mismo llevaría a cabo de un
La vieja experiencia del maestro le había     modo atento y relajado, sino también
llevado a la idea de que cuantas más ve-      imitar lo que él dijese en voz alta, o que
ces se repitiese una consecuencia en de-      buscase las exclamaciones o frases que
terminadas circunstancias, más firmemen-      más le convinieran. Tras un período de
te podría creerse en ella y que si tal con-   entrenamiento, el joven no sólo logró ad-
secuencia era agradable y útil en lo suce-    quirir ciertas habilidades muy útiles para
sivo se llegaba a ejecutar con más fre-       enfrentarse con las dificultades de la
cuencia. Con este supuesto, preparó las       caza, sino que llegó a sentirse mucho
cosas de tal manera que a su compañero        más seguro de su capacidad para afron-
le fuera fácil obtener más piezas en los      tarlas.
Estudios de Psicología n.«. 7 - 1981
94	                                                                     Estudios
   Algunas de estas estrategias de cambio     prácticas terapéuticas cognitivo-semánti-
terapéutico y de conducta, y otras que        cas con las terapias de conducta, los pre-
comentaremos más adelante son usuales         cursores de esta modalidad surgen de am-
en lo que ha venido en llamarse modifi-       bas corrientes Raimy (1978) ha trazado
cación conductual-cognitiva o cognitiva-      recientemente la evolución de las terapias
conductual (CBM) (sobre el debate ter-        cognitivo-semánticas. Entre los precurso-
minológico puede verse por ejemplo Wil-       res podemos encontrar autores tan dis-
son, 1978).                                   tintos como Kant, Adler (1927), Sulli-
                                              van (1947), Janet (1907), Dubois (1909),
                                              Cone (1922), Korzybsky (1933), John-
II. PRECURSORES Y AUTORES                     son (1946), Shaffer (1947), Snygg y
   MAS- -REPRESENTATIVOS                      Combs (1949) y Low (1950) antes de
   DE LA CBM                                  iniciarse la década de los sesenta, y a
                                              Pastore (1952), Rotter (1954), Kelly
   Si nuestro hipotético terapeuta prehis-    (1955), Allport (1955) y Phillips (1957)
tórico quizá ya «sabía hacer» estas cosas,    durante esta década. De 1960 a 1969 los
de lo que se trata ahora es de buscar la      trabajos que han incidido sobre la CBM
estructura formal de estos procedimien-       se multiplican considerablemente, pu-
tos, una teoría con sólida base empírica      diendo ser citados entre otros Frank
y determinar las variables específicas que    (1961), Vygotsky (1962), Luna (1961,
caracterizan el cambio. La Cl3M trata de       1969), Ellis (1962), Lazarus (1966), Vel-
aunar los resultados experiméntales, ob-
                       '                      ten (1968), Liebert y Morris (1967),
servacionales y clínicos - obtenidos por la    Beck (1967), Marlett y Watson (1968) y
psicología científica en las últimas déca-     Bandura (1961, 1969). Los autores de
das, bajo el viejo supuesto de que, los        esta última década, desde campos epis-
procesos cognitivos juegan un importante       temológicos, experimentales o clínicos
papel y merecen una investigación pre-         distintos, utilizando procedimientos te-
lisa tanto por sí mismos (Neisser, 1967)       rapéuticos esencialmente cognitivos (co-
como por su poder causal en el cambio          mo pueda ser en el :caso de Frank) o
de conducta (Bandura, 1969, 1974,              combinados (como puede apreciarse en
1977a, 1977b, 1978, 1980). Las bases           Lazarus, Beck o Bandura), prestaron vías
lejanas y próximas de esta corriente po-       de interpretación e intervención alterna-
demos encontrarlas citadas, entre otros,       tivas, establecieron críticas o sirvieron de
en Ellis (1961, 1962), Ellis Griéger           base a otros trabajos que intentaron me-
(1977), Malioney (1974), Meichenbatnn          diatizar con éxito variable los' procedi-
(1977), Foreyt y Rathjen (1978), Ken-          mientos terapéuticos derivados de las
dall y Hollon (1979), Beck, Rush, Shaw         teorías del condicionamiento clásico y
   Emery (1980), Turk, Meichenbaum y           operante aplicados a humanos.
Genest (1980), y Meichenbaum y Carne-             Las referencias a trabajos sobre CBM
ron (1980). Algunos editores, como             efectuados en la década de los setenta
Franks y Wilson, insertan todos los arios      llenaría muchas páginas. La ley del cre-
los trabajos más significativos llevados a     cimiento exponencial de Price (1963)
 cabo en el campo y una nueva revista          constituye una barrera que de algún
 editada por Mahoney desde la universi-        modo debemos obviar. Mahoney y Ark-
 dad de Pensylvania (Cognitive Therapy         noff (1978) efectuaron una revisión de
 and Research) foménta esta corriente con      las terapías cognitivas y de autocontrol
 un carácter interdisciplinario. En 1976       que posteriormente ha sido muy comen-
 se celebró en Nueva York la primera con-      tada (Wilson, 1978; Meichenbaum y
 vención sobre Modificación cognitiva-         Cameron, 1980). De esta época podemos
 conductual.                                   citar de manera especial a Cautela (1971),
    Teniendo presente que las aproxima-         Goldfried (1971), Suin y Richardson
 ciones clínicas a la CBM combinan las         (1971), D'Zurilla y Goldfried (1971),
                                                             Estudios de Psicología n.• 7 - 1981
Estudios	                                                                      95
Kazdin (1973), Spivack y Shure (1974),      generalización del arousal asociado al es-
Mahoney (1974, 1977, 1979), Meichen-        tímulo condicionado se da también de
baum (1974, 1976, 1977, 1979), Spi-         acuerdo a un gradiente semántico más
vack, Platt y Shure (1976), Turk (1975)     que fonético (Paulov, 1955; Platonov,
y Beck (1976). Si bien estas referencias    1959; Razran, 1939, 1961, 1965); si el
no pueden entenderse como exhaustivas,      ser humano puede verse como una cria-
los autores citados constituyen algo así    tura autoestimulatoria (Mahoney, 1974)
como la crema de la nueva corriente.        y los trabajos sobre autoestimulación
                                            simbólica cubren un campo tan vasto que
                                            difícilmente podríamos resumir aquí (la
III. PROBLEMAS QUE HAN                      mejor documentación al respecto puede
       FACILITADO EL DESARROLLO             verse en Bandura, 1969 y Mahoney,
       DE LA CBAII                          1974); si el conocimiento de las contin-
                                            gencias de refuerzo influyen significati-
  • En líneas generales podemos estimar vamente sobre la ejecución (Spielberger
que el desarrollo de la CBM sigue lineas y De Nike, 1966), y los mismos resulta-
evolutivas paralelas a las de la polémica dos se obtienen barajando un paradigma
suscitada en los últimos tiempos acerca de condicionamiento clásico (Notterman,
de la ,validez del enfoque conductista es- Schonenfeld y Bersch, 1952); si en el
pecialmente en el ámbito terapéutico. Sin proceso de aprendizaje vicario (Bandura,
embargo, la CBM lejos de presentarse 1969, 1971, 1977) y especialmente en
como el desarrollo de un polo opuesto, el proceso de adquisición de la respues-
en donde la línea cognitiyista pudiera ta, se dan una serie de subprocesos cog-
prevalecer, se presenta más bien como nitivos que son considerados muy conve-
un intento de síntesis (Meichenbaum, nientes para una ejecución adecuada; si
1977; Meichenbaum y Cameron, 1980; el modelo de condicionatniento inmediato
Kendall y Hollon, 1979).                    queda, seriamente cuestionado en base a
    Al margen de la insatisfacción perso- trabajos de sólida base empírica (Bandu-
nal por los resultados de la práctica te- ra, 1969), siendo confirmados repetida-
rapéutica conductista, los precursores de mente (Bandura, 1974; Brewer, 1974;
esta nueva orientación, que de hecho pro- Mahoney, 1974; Meichenbaum, 1977).
cedían de diversas escuelas y encaraban Si en el campo de la investigación bá-
el quehacer terapéutico con metodologías sica y de la estructura teórica de los mo-
diversas, podían basar su descontento en delos del condicionamiento clásico y ope-
la acumulación de datos ya existentes rante surgían estas lagunas, ¿nos pode-
sobre la inadecuación del modelo no me- mos extrañar de que se buscasen fórmu
diacional.                                  las alternativas más acordes con los datos
    Si el organismo no responde a estímu- experimentales?
los físicos externos puros, sino al estímu-    Otro campo desde el que confluían las
lo como «percibido» (Miller, 1935; Du- dudas acerca de la adecuación de esto
lany, 1968), llegándose más tarde al lí- modelos para explicar la conducta huma-
mite de considerar el propio condiciona- na fue el psicolingüístico. La polémica
miento palpebral en humanos como me- se inició con fuerza a finales de la década
diado por el significado descubierto en el de los 50, cuando Chomsky (1959) esta-
Estímulo Condicionado (Horton y Tur- bleció una crítica erosiva al trabajo sobre
nage, 1976; Maltzman, 1977; Genings, conducta verbal realizado - por Skinner
Crosland, Loveless, Murray y George, (1957), y cuya difusión en el mundo aca-
 1978); si en el condicionarniento semán- démico occidental fue muy notable en
tico la generalización de la respuesta con- comparación con la ofrecida al trabajo
dicionada se da más en función del signi- de Skinner (Bayes, 1977). Cuando mu-
ficado de otras palabras que por su simi- cho más tarde. Mac Corquodale (1970) y
laridad fonética (Maltzman, 1968); si la Richelle (1972) replicaron a los argumen-
Estudios de Psicología n.. 7 -1981
96	                                                                          Estudios
tos chomskianos era demasiado tarde. La          medio. Este concepto, por cierto de larga
psicolingüística ya había desarrollado           tradición, podía ofrecer una alternativa
otros derroteros muy alejados de la orien-       para explicar mejor los fenómenos de la
tación skinneriana, y la CBM no sólo ha          generalización, a la vez que presentaba
hecho por ahora poco uso de esa corrien-         una mayor utilidad en la formulación
te, sino que uno de sus más destacados           teórica de la neurosis, viendo ésta como
representantes (Meichenbaum, 1977) se            un proceso en el que lo que se aprende
ha adscrito a los modelos rusos de Luna          es un conjunto de estrategias centrales
(1961, 1969) y Vygotsky (1962) para              (o un programa) que guía la adaptación
desarrollar técnicas de autoinstrucción          de un individuo a su medio. Del mismo
inicialmente orientadas al cambio de la          modo que en el aprendizaje del lenguaje
conducta infantil *.                             no se aprenden sólo conjuntos de res-
    En el área terapéutica encontramos           puestas (palabras y oraciones), sino, ade-
otra fuente de problemas. La crítica lle-        más, algún tipo de estrategias o de pla-
vada a cabo por Breger y McGaugh                 nes internos (gramática), en la neurosis
(1965) tuvo en su tiempo mucha reso-             no se aprenderían un conjunto de sínto-
nancia. Según estos autores, las teorías         mas o hábitos de conducta, sino estrate-
del aprendizaje no podían servir de base          gias centrales que conducirían tanto a
para explicar los procedimientos tera-            fenómenos manifiestos (actos compulsi-
péuticos conductuales, así como para fun-        vos, tics, etc.), como a otros menos ob-
damentar una teoría de la neurosis. La            servables (miedos, ansiedad, etc.). Este
 asociación entre la teoría conductista y        concepto de «estrategias» ha sido reto-
la práctica terapéutica se había basado           mado por Meichenbaum (1977) y Mei-
 más bien en el uso de las mismas pala-           chenbaum y Cameron (1980), bajo el
 bras que en el empleo de los mismos mé-          rótulo de fenómenos metacognitivos.
 todos. Es decir, términos como «estímu-             Las argumentaciones de Breger y Mc
 lo», «respuesta» y «condicionamiento»,           Gaugh (1965) fueron contestadas por
 cuya definición operativa ocupa un espa-         Wiest (1967) y Rachman y Eysenck
 cio en la psicología experimental, que-          (1966). La réplica de Wiest se centró
 dando de este modo asociados con un              especialmente en la crítica efectuada por
 método científico de trabajo, eran enga-         aquellos autores a la teoría del aprendi-
 ñosa e inadecuadamente trasladados al            zaje, los modelos del condicionamiento
 campo de la psicoterapia y de la psico-          simple, la teoría del refuerzo, etc. Dejan-
 patología humanas. De forma paralela a           do a un lado las críticas de Koch (1964)
 la crítica de Chomsky (1959) ya citada,          a la filosofía de la ciencia positivista ló-
 los autores reformularon los procesos de         gica (los aspectos filosóficos del debate
 aprendizaje estableciendo un modelo me-          pueden verse ilustrados por ejemplo en
 diador central tal como el del «almacena-        Allport, 1955; Mahoney, 1974; Wolpe,
 miento y recuperación de la informa-              1976, 1978; Beck y Mahoney, 1979;
 ción», emparentado con el aprendizaje            Mahoney y Kazdin, 1979), Wiest: a) echa
 cognoscitivo de Miller, Galanter y Pri-          de menos un mejor conocimiento por
 bram (1960) o Tolman (1932). El con-             parte de esos autores del desarrollo teó-
 cepto esgrimido se basa en la necesidad          rico y experimental de los problemas del
 de una «estrategia» para que el indivi-           área llevado a cabo en la década anterior;
  duo pueda obtener ciertos logros en su           b) critica la falta de una clara distinción


   * Constituye, a nuestro entender, un paso positivo para la integración no sólo el acerca-
miento interparadigmático entre cognitivistas y conductistas, sino el aprovechamiento de los avan-
ces conseguidos en la misma disciplina dentro de otras áreas culturales. El chauvinismo en el
desarrollo cultural es por desgracia demasiado frecuente y cualquier paso bien fundamentado para
superarlo debe ser alentado. Por otro lado, quizás constituya un requisito de toda empresa para-
digmática (Kum, 1962).
                                                                  Estudios de Psicología n 7 - 1981
Estudios	                                                                       97
entre observación e interpretación (y por     los conceptos E-R de estímulo y genera-
tanto el fracaso al no distinguir entre       lización de la respuesta» (p. 356). Pero
observación e inferencia o constructo);       para Wiest, este enfoque no ayuda a
c) critica el establecer de partida una de-   explicar los fenómenos de equipotencia-
finición errónea del concepto de apren-       lidad de la respuesta y de la adaptabili-
dizaje (y por tanto la deducción de con-      dad del organismo a situaciones nuevas.
secuencias irrelevantes para la posición      Sólo disuelve el problema mediante una
conductista); d) la confusión del estímu-     definición. La generación es supuesta
lo con la respuesta al categorizar los        en lugar de intentar explicarla enuncian-
fenómenos cognitivos mediadores (ya           do las condiciones en que ocurre. Lo que
Skinner en 1963 había hecho notar que         se hace es rotular un fenómeno, dejando
la imaginación es una forma de conducta,      de lado el problema empírico y convir-
no un estímulo); e) refuta la interpreta-     tiendo su solución en una pseudoexpli-
ción del síntoma fóbico como una sim-         cación.
ple operante singular; 1) hace hincapié          Los tópicos señalados han sido algunos
en que los datos de la observación pue-       de los que han caracterizado la polémica
den conceptualizarse de distintos modos       acerca de la teoría y la adecuación a hu-
y que si bien un modelo mediacional uti-      manos del modelo conductista en la dé-
lizando variables intervinientes y cons-      cada de los 60. Era necesario este breve
tructos (o «estrategias») puede establecer    periplo para darse una idea de la com-
su propia teoría, también resulta legítimo    pleja situación de la que se partía.
un sistema conceptual que permanezca
más estrechamente ligado al lenguaje de
la observación, y por tanto al de los         IV. CORRIENTES DE INFLUENCIA
hechos públicamente observables (con-              MAS IMPORTANTES
ducta y medio en el caso de la psicolo-
gía). En relación a la crítica de Chomsky        Si bien este tipo de problemas de ca-
(1959) a Skinner (1957), Wiest ve como        rácter general rodeaban (y en alguna me-
una inferencia, no requerida por la regu-     dida continúan rodeando) el ambiente de
laridad de la conducta verbal, la creación    trabajo de los terapeutas con orientación
de constructos gramaticales (estructuras      conductual de aquella época, cuatro focos
o estrategias internalizadas para el habla)   de influencia han incidido de un modo
necesarios para justificar la producción y    más específico sobre los diseños de la
comprensión del habla. Dice así el autor:     CBM (Kendall y Hollon, 1979), a saber:
«Mostrar que el niño habla como lo po-           1) El primero reside en el punto de
dría predecir una teoría de la adquisición    vista que establece que las cogniciones
de la gramática no es lo mismo que pre-       (por ejemplo los pensamientos) están su-
tender que el niño ha internalizado las       jetos a las mismas leyes que la conducta
reglas gramaticales. Lo último implica        manifiesta (Cautela, 1967; Homme,
una inferencia teórica que podría conce-      1965; Hullman, 1970). Esta idea no es
birse como útil pero que como todas las       nueva, ya Skinner la había formulado
inferencias no es lógicamente exigida»        aunque sin suficiente apoyo empírico mu-
(Wiest, 1967, p. 219).                        cho antes (Skinner, 1953).
    Por último vamos a comentar el pro-          2) La segunda influencia procede de
blema de la generalización, verdadero         la corriente semántica-cognitiva, que es-
caballo de batalla en la práctica de las      tablece que las creencias, las expectati-
terapias conductuales. Breger y Mc            vas, las atribuciones y otras actividades
Gaugh (1965) establecían que una autén-       cognitivas son centrales para producir,
tica ventaja al fijar una «estrategia» cen-   predecir y comprender la conducta psico-
tral consistía en enclavar la generaliza-     patológica y los efectos de la interven-
ción en su núcleo, «en vez de ser impor-      ción terapéutica. Los procedimientos de
tada secundariamente, como ocurre en          intervención de Ellis (1962) y Beck
Estudios de Psicología n.• 7 - 1981                                                   7
98	                                                                   Estudios
(1963, 1976) se han visto muy influidos      ámbito de las terapias cognitivas (ver
por esta orientación.                        por ejemplo Hollon y Beck, 1979).
   3) Recientes trabajos teóricos dentro        Antes de abordar el estudio de la CBM
de una reformulación de las teorías del      vamos a realizar una breve síntesis de las
aprendizaje, tales como la noción de auto-   tres tendencias que están presentes junto
regulación de Kanfer (1970), y el con-       a ella, a fin de adquirir una perspectiva
cepto de autoeficacia de Bandura (1977)      que nos permita enjuiciar los contrastes
han ofrecido la posibilidad de presentar     y similitudes existentes:
los procesos cognitivos dentro de formu-        a) El «análisis conductual aplicado»,
laciones verificables que pueden integrar-   de orientación skinneriana, está basado
se fácilmente en los paradigmas conduc-      en los principios y procedimientos del
tuales. Por ejemplo, Behn (1977) ha          condicionamiento operante. Su publica-
ofrecido un modelo de la depresión ba-       ción más importante es la revista Journal
sado en déficits de autocontrol apoyado      of Applied Behavior Analysis (JABA).
en las ideas de Kanfer (1970).               Algunas de las características más impor-
   4) La última influencia procede del       tantes de este enfoque son:
propio deseo de integrar estrategias de
tratamiento cognitivas con el manejo de         1. El uso explícito de variables ob-
contingencias conduc-tuales en orden a       jetivas y conductuales y de modo espe-
superar ciertos problemas y obtener re-      cial la tasa de respuesta como variable
sultados significativos. Casi todos los      dependiente.
procedimientos de la CBM conllevan esta         2. Al margen de las influencias ge-
combinación, aunque en algunos casos se      néticas, el control de la conducta humana
presenten de un modo explícito y en          se establece a través de las influencias
otros no. Más adelante haremos hincapié      del entorno.
sobre ello.                                     3. Su insistencia en el estudio de la
                                             conducta del organismo individual.
                                                4. La confianza en los principios del
V. LA CBM Y SU CONEXION CON                  refuerzo y el castigo para explicar el
    OTROS SISTEMAS DE TERAPIA                mantenimiento y cambio de la conducta.
                                                5. Su campo de aplicación se inició
   Si bien en la década de los 50 y 60,      con el estudio del retraso y el deterioro
las corrientes terapéuticas derivadas de     de las capacidades cognitivas individuales
la teoría del aprendizaje podían centrarse   (niños y adultos retardados e institucio-
en las alternativas de Dollard y Miller      nes para pacientes psicóticos), y que con
(1950), Wolpe (1958) y Eysenck (1960)        posterioridad se han ampliado a otros
y la puramente skinneriana, en los años      campos.
setenta es preciso añadir los procedimien-
tos derivados de la teoría del aprendi-         b) Otra corriente es la conocida como
zaje social de Bandura (1969) y los de       modelo neoconductista mediacional ER.
la CBM. Debido a que Dollard y Miller        Se ha desarrollado en especial a través
trabajaron realmente con el modelo psi-      de Wolpe (1958), Eysenck (1960, 1964)
coanalítico (aunque si bien utilizando la    y Rachman (1963). Se basa esencialmen-
terminología derivada de la teoría del       te en la aplicación del condicionamiento
aprendizaje de Hull), no vamos a incluir-    y contracondidonamiento clásicos al tra-
lo en esta exposición. Por una razón si-     tamiento de la conducta anormal, en es-
milar tampoco incluimos el intento de        pecial al campo de la neurosis. Su apoyo
Peterfreund y Schwartz (1971) de reem-       histórico se centra en Pavlov, Guthrie,
plazar el lenguaje psicoanalítico por otro   Hull, Mowrer, Miller y Dollard.
derivado del procesamiento de la infor-         Esta corriente siempre se basó en un
mación, aun cuando estos procesos ten-       esquema E-R extendido al medio cogni-
gan cada vez un interés mayor dentro del     tivo. Su desarrollo permite apreciar dos
                                                          Estudios de Psicologia n.• 7 - 1981
Estudios	                                                                      99
orientaciones según el tipo de variables     como una fuente de información y de in-
usadas con más frecuencia:                   centivo que regula la conducta.
                                                — Entre la conducta y su entorno
   1. La tendencia original, en especial     existe una interacción recíproca. Al tó-
de Wolpe, donde privan las variables fi-     pico conductista ortodoxo «Cambie sus
siológicas, conductuales y las imágenes, y   contingencias y usted cambiará su con-
   2. otra corriente más cognitiva y         ducta», Bandura añade «Cambie la con-
dentro de la cual podemos citar a Hom-       ducta y usted cambiará las contingencias»
me (1965), Cautela (1961) y Staats           (Bandura, 1977 a, p. 203).
(1968, 1970, 1975), este último creador         — Las influencias causales que tienen
de la teoría trifuncional del aprendizaje    los pensamientos sobre la conducta, per-
del conductismo social.                      miten al hombre autodirigir la adquisi-
                                             ción, el mantenimiento y la activación de
   El rasgo que caracteriza a todos estos    sus propias conductas.
procedimientos y autores, es el de que          — La clave para llevar a cabo el cam-
las mismas leyes que gobiernan la con-       bio de conducta reside en el concepto
ducta manifiesta presiden los procesos       cognitivo de autoeficacia. Las expectati-
encubiertos a través del esquema E-R.        vas de autoeficacia son determinantes
   c) En la teoría del aprendizaje social    para que el sujeto persevere y se someta
la figura más destacada es sin duda, Ban-    a situaciones que evocan ansiedad y uti-
dura (1969, 1974, 1977 a, 1977b, 1978,       lice estrategias de enfrentamiento (co-
1980). Tanto la conducta desviada como       ping). El feedback producido en la pro-
la social es desarrollada y mantenida en     pia ejecución (por ejemplo en el mode-
base a tres sistemas de regulación:          lado participante), en la información vi-
   1. Un primer sistema formado por          caria (por ejemplo en el modelado sim-
el conjunto de pautas de respuesta que       bólico), en los cambios fisiológicos (por
están bajo el control de estímulos exter-    ejemplo durante la desensibilización sis-
nos. El condicionamiento clásico de cuen-    temática) y en la persuasión verbal (por
ta de ellas.                                 ejemplo en la psicoterapia tradicional),
   2. Un segundo conjunto de respues-        son procedimientos normales para modi-
tas está bajo el control del refuerzo ex-    ficar las expectativas de autoeficacia.
terno. El condicionamiento operante las        En razón al carácter dialéctico de la
explica.                                     teoría del aprendizaje social, el cambio
   3. El tercer sistema regulador, y el      directo de la conducta es el medio más
más importante se da a través de los pro-    poderoso para alterar los mecanismos
cesos mediacionales cognitivos.              cognitivos de autoeficacia (Bandura,
                                             1977 b). En este sentido, por tanto, el
   Podemos resumir las características       cambio puede sobrevenir o bien directa-
más sobresalientes de esta corriente en      mente a través de los mecanismos ope-
los siguientes puntos:                       rantes o clásicos del condicionamiento,
   — Presentación del «modelado» como        o bien cambiando las expectativas de
una forma de aprendizaje sin refuerzo        autoeficacia que debería concluir en un
manifiesto.                                  cambio de conducta.
   — Se presenta el condidonamiento             Tratemos ahora de entrar en el terreno
clásico no como un proceso de aprendiza-     de la CBM y su problemática.
je automático, sino que las respuestas
condicionadas son vistas como autoactiva-    VI. TEItAi'IAS CONDUCTUALES.
das sobre la base de las expectativas pre-        COGNITIVAS
viamente aprendidas. De forma similar, el
refuerzo no actúa de modo automático           «La CBM es una rúbrica que se apli-
sobre la conducta, sino que se interpreta    ca a una variedad de técnicas terapéuti-
Estudias de Psicología   re.*   7 - 1981
100	                                                                   Estudios
cas que se basan en varios modelos con-      miento cognitivo de la información,
ceptuales diferentes» (Meichenbaum y         aprendizaje social, etc.).
Cameron, 1980, p. 4). Los modelos teó-          2. Pueden ser considerados aspectos
ricos, los procedimientos y los objetivos    diferentes de la experiencia cognitiva
son variados y no reflejan ningún arma-      ( creencias, atribuciones, expectativas,
zón teórico único. No obstante, Mahoney      automanifestadones de coping e imáge-
y Arknoff (1978) han indicado tres carac-    nes, solución de problemas, etc.).
terísticas comunes a estos modelos:             3. Considerable variabilidad respecto
   1. Tanto las conductas adaptativas o      al mejor punto de intervención en el com-
inadaptativas como las pautas afectivas      plejo cognición - afecto - conducta - conse-
van acompañadas de procesos cognitivos       cuencias.
(atención selectiva, códigos simbólicos,        4. Diferentes estrategias para la in-
etcétera).                                   tervención (ataque frontal a las creencias
                                             irracionales, contraste empírico de las
   2. Estos procesos cognitivos son ac-      creencias, etc.).
tivados funcionalmente mediante proce-          5. Diferencias respecto al estilo de
dimientos generalmente isomorfos con         la intervención (desde la directiva a la
aquellos otros obtenidos del aprendizaje     colaboradora).
humano en el laboratorio.
                                                6. En relación al énfasis dado al uso
   3. La tarea del terapeuta es la de un     explícito de los procedimientos de la te-
educador-diagnosticador que evalúa los       rapia de conducta, pueden encontrarse
procesos cognitivos inadecuados y consi-     diferencias muy notables, etc.
guientemente estructura las experiencias
de aprendizaje idóneas para alterar estos       De manera que del mismo modo que
pensamientos y de paso, las pautas afee-     la terapia de conducta nunca fue un con-
tivo-conductuales con las cuales correla-    junto monolítico (Wilson, 1978), la CBM
cionan (Mahoney y Arknoff, 1978, pá-         tampoco lo es.
gina 692).                                      Siguiendo la línea expositiva, vamos a
                                             distinguir lo que son los procedimientos
   A los factores comunes indicados ha-      terapéuticos del estudio de los procesos
bría que añadir un cierto compromiso en      y las teorías del cambio que han tratado
el uso de los procedimientos de la terapia   de integrar los modelos mediacionales en
de conducta para la provocación del cam-     el cambio de conducta.
bio. Si bien desde la terapia cognitiva y
de autocontrol (revisada por MahoneY Y
Arknoff), el objetivo puede consistir en     VI.!. Procedimientos terapéuticos
modificar las cogniciones a través de los           en la CBM
procedimientos conductuales, ciertamen-
te que los objetivos pueden ser tanto cog-      Con el esquema ofrecido por Mahoney
nitivos como conductuales o ambos con-       y Arknoff (1978) pueden distinguirse
juntamente (ver Tabla I de Kendall y         tres grandes grupos de terapia conduc-
Hollon, 1979, p. 4).                         tual-cognitiva (o cognitivo-conductual,
   Pero en tanto que hay factores comu-      según se prefiera):
nes, como ya hemos apuntado, también
están presentes diferencias importantes.       a) Psicoterapias racionales.
Veamos algunas de las que han sido se-         b) Terapias de habilidades de enfren-
ñaladas por Meichenbaum y Cameron            tamiento (coping).
(1980).                                        c) Terapias de solución de proble-
                                             mas.
   1. La base teórica de los procedi-
mientos puede ser muy variada (condi-          Intentemos brevemente dar         una   visión
cionamiento clásico u operante, procesa-     de cada una de ellas.
                                                           Estudios de Psicología n.• 7 - 1981
Estudios	                                                                       101
a) Psicoterapias racionales                    nes emocionales. Debemos cambiar, por
                                               tanto, el sistema de creencias básico del
    Dentro de este grupo vamos a señalar       sujeto si queremos que en un futuro no
las características esenciales de la terapia   vuelvan a surgir sus problemas. No basta
racional-emotiva (RET) de Ellis (1962),        con un cambio localizado en las áreas cog-
el entrenamiento en autoinstrucción de         nitivas de conflicto que de modo espe-
Meichenbaum (1973) y la terapia cogni-         cífico pueda presentar el sujeto. Es pre-
tiva de Beck (1976). Albert Ellis se pre-      cisa una remodelación total del set de
senta como telón de fondo en los traba-        creencias a fin de ofrecerle una base
jos de Meichenbaum y Beck. A su vez            amplia de postulados racionales que le
Ellis parece haber estado bajo la influen-     permita en un futuro poder abordar cual-
cia directa de Adler, precursor de tera-       quier problema de su mundo emocional.
peutas cognitivos tales como Rotter,           Si no se hiciese así los conflictos volve-
Kelly y Eric Beme (Raimy, 1975; Mu-            rían a surgir en otras áreas.
rray y Jacobson, 1978).                           En este sentido, también la RET pue-
    Antes de abordar los criterios de la       de verse como una estrategia de coping
RET de Ellis hemos de indicar que ya           especialmente orientada al campo de la
en 1959 señalaba: «El doble enfoque de         remodelación cognitiva y, en efecto, así
la terapia, que va implícito en el término     es como lo ha desarrollado Goldfried en
psicoterapia racional-emotiva, indica tam-     1974 con la denominación de «Reestruc-
bién que es algo más que un método di-         turación racional sistemática» (Gold-
dáctico o pasivo ya que, además de la          fried, 1971; Goldfried, Decenteceo y
importancia de la discusión verbal, insis-     Weinberg, 1974). Entre las creencias
te en el trabajo, la acción, el esfuerzo y     irracionales más frecuentes del hombre
la práctica. Eso es exactamente lo que         que vive inmerso en el mundo occidental
hace la RET: utiliza el análisis lógico y      Ellis destaca doce que analiza detallada-
 la persuasión racional para inducir al pa-    mente, presentando su inadecuación ló-
ciente para actuar y trabajar frente a sus     gica y práctica para cada una de ellas y
 actitudes neuróticas y hábitos» (Ellis,       ofreciendo a continuación las alternati-
 1962, p. 122), y en su libro «Psicotera-      vas que a su juicio son las adecuadas.
 pia racional emotiva» hacía la siguiente         Las pautas concretas de la aplicación
 observación a sus pacientes: «... no es       de la RET incluyen al menos las siguien-
 lo que les dice el terapeuta lo que en de-    tes fases:
 finitiva va a ayudarles a vencer sus per-
 turbaciones emocionales, sino lo que el          1. Presentación y persuasión al clien-
 paciente haga con lo que el terapeuta les     te de la filosofía contenida en la RET.
diga» (Ellis y Harper, 1961, p. 7). Este          2. Identificación de los pensamien-
 apremio para la acción es pues un ingre-      tos irracionales a través de las manifes-
 diente en la terapia racional-emotiva, de     taciones del cliente y del feedback del
 ahí las dificultades que siempre existen      terapeuta.
 en estos procedimientos al intentar eva-         3. Cambio de las ideas irracionales y
 luar el peso terapéutico relativo al enfo-    reinterpretadón racional y objetiva de
 que verbal frente al conductual en la ex-     los hechos que las han producido.
 plicación del cambio de conducta.                4. Repetición del ensayo cognitivo a
    De cualquier modo, no sin razón, ha        fin de obtener del sujeto las automanifes-
 sido calificada como terapia racional en      taciones racionales a partir de los hechos
 virtud de su hincapié en modificar la         originales.
 forma en que la gente con problemas              5. Una serie de tareas conductuales
 emocionales construye su mundo y las          (que Fllis llamaba «ejercicios para per-
 creencias irracionales que sustentan. Para    der la vergüenza»), orientadas a generar
 Ellis existe una clara correlación entre      reacciones racionales donde antes eran
 pensamientos irracionales y perturbacio-      irracionales y a favorecer la pérdida de
 Estudios de Psicología n. 7 - 1981
102	                                                                    Estudios
la ansiedad asociada a la situación inter-      De nuevo nos encontramos con el mo-
personal, es decir, una forma de entre-      mento de establecer la efectividad del
namiento en competencia social.              procedimiento enfrentándonos con el mis-
   Dentro de este grupo de psicoterapias     mo problema que ya apuntábamos en el
racionales veamos ahora el modo de rea-      caso de la RET. El propio Meichenbaum
lizar el entrenamiento en autoinstrucción    (1977) toma de Kames ( 1970) la siguien-
de Meichenbaum (1973, 1977).                 te cita: «... la característica distintiva de
   Dos fuentes de información son consi-     los programas de autoinstrucción es la
deradas aquí:                                unión de las verbalizaciones con las ejecu-
   1. La RET de Ellis (1962) ya co-          ciones sensorio-motoras» (p. 40). La pre-
                                             sencia del modelado, el refuerzo verbal y
mentada.                                     motor externos, el feedback verbal del te-
   2. El criterio de Luna (1961) acerca      rapeuta y el autorrefuerzo, son como he-
de la forma en que los niños desarrollan     mos visto, ingredientes normales del en-
el habla interna y el control verbal-sim-    trenamiento en autoinstrucción. De mane-
bólico sobre sus propias conductas. En un    ra que también aquí nos vemos obligados
principio, la conducta de los niños está     a preguntarnos: ¿Qué factores son los de-
regulada por las instrucciones de perso-     cisivos en este esquema? ¿Los puramente
nas adultas, posteriormente son ellos mis-   racionales, que parecen ser necesarios
mos los que las regulan a través del uso     para justificar la denominación del mé-
de autoinstrucciones verbales manifiestas,   todo como psicoterapia racional, o la
internalizándose éstas finalmente como       clase de contingencias de reforzamiento y
 autoinstrucciones encubiertas.              modelado presentes en el programa? De
   Podemos distinguir tres fases en el       manera que si bien el objeto de la terapia
desarrollo del procedimiento:                consiste en cambiar unos hábitos de pen-
                                              samiento por otros, los medios de que se
   Í. Entrenamiento del paciente a fin        vale no son puramente verbales y en este
de que aprenda a identificar y «darse         sentido su denominación como terapia
cuenta» de sus pensamientos inadecua-         racional debe colocarse entre comillas.
dos.                                         De todos modos, según el autor, su in-
   2. El terapeuta modela la conducta         corporación al tratamiento de los proble-
adecuada a la vez que verbaliza las estra-    mas de sujetos con ansiedad al habla, en
tegias de acción eficaces para la tarea.      niños impulsivos y en esquizofrénicos
Estas verbalizaciones incluyen:               institucionalizados produce cambios sig-
   — El sistema de tareas requerido.          nificativos.
   — Autoinstruccjones que orientan la           Y lo mismo ocurre con la tercera va-
ejecución de modo graduado.                   riante, la terapia cognitiva de Beck de
   — Automanifestaciones tendentes a          1976 También aquí el objetivo consiste
contrarrestar la preocupación por los         en obtener pautas de pensamiento racio-
errores.                                      nales y adaptativas. La diferencia entre
   — Autorrefuerzo encubierto por las         Ellis y Beck consiste en que mientras el
ejecuciones llevadas a cabo con éxito.        primero trata de remodelar todo el sis-
                                              tema de creencias irracionales del sujeto,
   3. En esta fase el cliente ejecuta la      Beck se ciñe a lo que él llama «las cuali-
tarea conductual a la vez que verbaliza       dades estilísticas de las cogniciones del
en voz alta las instrucciones apropiadas      cliente», centrando su estudio de forma
ofrecidas por el terapeuta, y a continua-     especial en la conducta depresiva. Otra
ción repite el ensayo dándose las auto-       diferencia que podría señalarse es un ma-
instrucciones de manera encubierta. El        yor énfasis en la persuasión verbal y el
feedback del terapeuta durante esta fase      método deductivo en Ellis frente al di-
ayuda a estructurar los pensamientos          seño de procedimientos empíricos a fin
adecuados y pertinentes a la tarea.           de contrastar las «hipótesis» negativas
                                                            Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
Estudios	                                                                        103
de los sujetos en Beck (Beck et al. 1980).     tima década podrían ser rubricadas bajo
Nos encontramos por tanto, con procedi-        la denominación amplia de «terapias de
mientos inductivos para provocar el cam-       habilidades de enfrentamiento'». Su in-
bio. En el año 1967 definió cinco distor-      tención consiste en entrenar al sujeto en
siones cognitivas que caracterizan el          ciertas habilidades a fin de que las utilice
procesamiento de la información del de-        en futuras situaciones evocadoras de an-
presivo (Beck, 1967, pp. 234-235). Estas       siedad aun cuando éstas pudieran ser
distorsiones provocan la atención selec-       muy variadas. En este sentido el coping
tiva del sujeto y una anticipación inexac-     contrasta con la desensibilización siste-
ta de las consecuencias, manteniendo una       mática de Wolpe, ya que ésta tiende a
elevada creencia negativa respecto a sí        centrar el tratamiento sobre jerarquías
mismo, respecto a su mundo y a su fu-          específicas en el ámbito estricto de los
turo.                                          problemas que presenta el diente.
    Las etapas del entrenamiento en la            Podríamos citar el modelado encubier-
terapia cognitiva de Beck podrían ser          to de Kazdin (1974), la desensibilización
formuladas de un modo esquemático del          modificada de Goldfried (1971), el entre-
siguiente modo:                                namiento en el manejo de la ansiedad de
                                               Suin y Richardson (1971) y la inocula-
    1. Ilustrar al cliente en la teoría cog-   ción de stress de Meichenbaum y Came-
nitiva de la depresión.
                                               ron (1973).
    2. Ayudar al sujeto a «reconocer»
                                                   También aquí, junto a una serie de
sus pensamientos inadecuados, gran par-        factores propiamente cognitivos, vemos
te de los cuales son denominados «pensa-
                                               aparecer otros más característicos de la te-
mientos automáticos».                           rapia de conducta, como el entrenamien-
    3. Intento de validación empírica de        to en autorrelajación, el adiestramiento
sus pensamientos y la correlación de            en coping imaginario, los ensayos de
éstos con sentimientos indeseables.             conducta y la asignación de tareas refor-
    4. Sustitución por otros más adapta-        zantes «in vivo», de forma que una vez
 tivos y de base más objetiva.                  más los programas de reestructuración
    5. Uso del feedback y del refuerzo          cognitiva y los conductuales se hallan
 del terapeuta.                                 entrelazados. Veamos brevemente las
    6. Utilización de una lista de activi-      etapas del entrenamiento en «inoculación
 dades precisas, tareas graduadas en el         de stress» de Meichenbaum y Cameron
 ámbito individual y social a fin de obte-      (1973).
 ner éxitos sucesivos.
                                                  1. Una primera fase educacional, en
  Vemos, por tanto, la presencia de una        donde se le ofrece al cliente una estruc-
combinación explícita de procedimientos        tura conceptual para que comprenda la
cognitivos y otros conductuales. Como          naturaleza de sus reacciones, es decir,
ya hemos señalado, en los tres procedi-        para que pueda «explicárselas». Esta es-
mientos de intervención mencionados la         tructura varía con el tipo de problema.
denominación común de «terapias racio-            2. La segunda fase es de ensayo y
nales» debe ser considerada en función         aprendizaje, enseñándole al sujeto las
de los objetivos perseguidos prioritaria-      habilidades precisas para manejar una se-
mente (el cambio en las cogniciones),          rie de mediadores encubiertos (autorela-
más que por los medios empleados.              jación activa, imaginación y autoinstruc-
                                               dón), necesarios para enfrentarse con
b) Terapias de habilidades de                  situaciones fóbicas o ansiógenas, las cua-
   enfrentamiento (coping)                     les a su vez se subdividen en una serie
                                               de etapas intermedias de acercamiento.
  Otro grupo general de estrategias te-           3. Esta última fase es de aplicación,
rapéuticas que han surgido durante la úl-      procediendo mediante modelado y re-
 Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
104	                                                                    Estudios
plicación a enfrentar al sujeto a una serie   chenbaum y Cameron, 1980; Meichen-
de estresores en el laboratorio. En esta      baum y Butler, 1980; Meichenbaum,
fase se usan las técnicas de autoinstruc-     1977), y aún más estrechamente con la
ción descritas anteriormente.                 CBM en general. En este autor encontra-
   Veamos ahora sucintamente las tera-        mos una teoría que intenta especificar
pias de solución de problemas.                las condiciones necesarias y suficientes
                                              para provocar el cambio. Meichenbaum
                                              (1977) sugiere que una terapia efectiva
c) Terapias de solución de problemas          provoca en el cliente cambios en tres do-
    (Problem-Solving)                         minios:
   Si bien la investigación sobre las de-        1. En las conductas del cliente, que
ficiencias en la resolución de problemas      son alteradas (y por consiguiente en las
parece estar relacionada con disfunciones     relaciones con su entorno).
mediadonales, y se encuentran con fre-           2. El cliente modifica las imágenes
cuencia en los déficits de ejecución, sus     y su habla interna, es decir, aprende a
aplicaciones clínicas y su base experi-       interpretar su mundo, a sí mismo y a sus
mental es escasa. Se trata de nuevo de        conductas de una manera que resulta de
esquemas combinados cognitivo-conduc-         más valor heurístico que la forma en que
tuales. El trabajo de Spivac y Shure          lo hacía antes; de igual modo aprende a
(1974) puso de manifiesto que existía         usar su habla interna y sus imágenes vara
una diferencia consistente entre pobla-       regular una eficaz conducta de enfren-
ciones de sujetos «normales» y «desvia-       tamiento.
dos» en su habilidad para usar medios y          3. Son cambiadas las estructuras cog-
anticipar consecuencias de varias opcio-      nitivas del cliente, los supuestos básicos
nes de respuesta. Algunos campos en los       implícitos y su habitual estilo de pensar.
que se ha trabajado dignos de mención
podrían ser el de los niños inadaptados,         Para ello, la terapia puede verse como
la conducta suicida, los trastornos geriá-    progresando a través de tres fases que
tricos y la prevención de desajustes, Al-     en la práctica pueden solaparse o no:
gunas revisiones de este campo, de inte-         1. Fase de autoobservación, en la que
rés relevante para la clínica, pueden verse   el cliente se convierte en un observador
en D'Zurilla y Goldfried (1971), Maho-        de sus propias conductas. De esta manera
ney (1974), Spivac y Shure (1974), Spi-       llega a ser consciente de una serie de
vac, Platt y Shure (1976), Shure y Spivac     datos relevantes que antes le habían pa-
(1978) y Heppner (1978).                      sado desapercibidos (por ejemplo, rela-
                                              ción entre pensamientos o imágenes y es-
VI2. Teorías del cambio en la CBM             tados emocionales indeseables, o entre
                                              situaciones del entorno y respuestas emo-
   Las teorías más importantes para dar       cionales, etc.). También se produce un
cuenta del cambio de conducta, sus re-        efecto que él llama de traslación que con-
quisitos y sus procedimientos proceden,       siste en un trasvase del léxico del tera-
desde un punto de vista cognitivo y con-      peuta (constructos teoréticos, estilos de
ductual, de Bandura (1977 b) y Meichen-       atribución, etc.), al modo de interpretar
baum (1976, 1977). La teoría de la alte-      su mundo y su experiencia por el propio
ración del nivel de autoeficacia de Ban-      cliente. Esto a su vez trae de la mano
dura, ya fue presentada de manera resu-       dos consecuencias terapéuticamente im-
mida al tratar la teoría del aprendizaje      portantes: ofrece al cliente una interpre-
social. Meichenbaum reconoce de manera        tación de sus problemas probablemente
explícita la influencia y el paralelismo de   más benigna que la dada inicialmente por
su teoría del cambio en relación a los tra-   el sujeto, y en segundo lugar, permite
bajos de Bandura (ver por ejemplo Mei-        darle una forma al problema que se pres-
                                                            Estudios de Psicología n.o 7 - 1981
Estudios	                                                                       105
 ta a una solución. Esto último abre ex-      tizado y devengan en sobreaprendidas.
pectativas positivas para el cliente, lo      Meichenbaum intenta presentar aquí la
cual constituye un ingrediente de capital     otra cara de la moneda, el que un cambio
importancia para todo proceso terapéuti-      cognitivo puede dar lugar también a cam-
co (Frank, 1974; Seligman, 1975).             bios conductuales.
    2. En esta segunda fase, se trata de         3. En esta tercera fase, se trata de
desarrollar pensamientos y conductas in-      consolidar los cambios, de promover la
compatibles con las manifestaciones del       generalización y de crear una base para
problema. Debido a que el cambio no           mantenerlos.
suele producirse de un modo súbito, sino
que se da a través de un proceso en el            Se parte del supuesto de que la forma
que se ven entremezclados pensamientos        en que un cliente interpreta el cambio
y conductas adaptativas con otras de           que se da en él, influirá en el grado de
signo contrario, es preciso continuar con     su generalización y de su mantenimiento.
la reconceptualización de los problemas       Para ello es necesario que el cliente reco-
del cliente, asegurándose de que posee        nozca que una transformación importan-
los requisitos co nductu ales necesarios      te se ha llevado a efecto, y que ha sido
para enfrentarse con sus problemas, que       debida a un cambio en él mismo más
aprende a controlar sus pensamientos y        que a circunstancias externas. El cambio
sus conductas durante sus actividades         debe darse no sólo en su relación con el
diarias y que gradualmente aumenta la         terapeuta, sino más esencialmente en su
consistencia de estas nuevas habilidades.     vida diaria. Para favorecer la conciencia
Debido a que el cambio cognitivo y el         del cambio es necesario mantener un re-
conductual se muestra interactivo, deben      gistro objetivo de las conductas. Para
utilizarse estrategias combinadas para        aumentar la atribución del cambio a sí
acelerar el cambio. Si la modificación de     mismo es importante conceptualizar des-
la conducta es la forma más eficaz para       de un principio la terapia como un pro-
cambiar las cogniciones (Mahoney, 1979;       ceso educacional, de entrenamiento en
Bandura, 1977 b), y de otro lado Bandu-       habilidades. Por otro lado, si el sujeto
ra (1977 b) ha sugerido que el sentido        es capaz de alcanzar una comprensión
de la autoeficacia requiere no sólo la con-   clara a la hora de explicar cómo ha con-
fianza en que uno pueda producir la con-      seguido un cambio positivo, tenderá en
ducta requerida, sino también una creen-
                                              un futuro a generalizar la estrategia uti-
cia en que se conseguirán los resultados
                                              lizada y a mantenerla. También es pre-
deseados, el diseño del terapeuta debería
                                              ciso enfatizar que la reaparición de los
incluir el que las nuevas conductas se
realizaran: a) «in vivo»; b) donde exista     problemas es posible y debe verse como
una elevada probabilidad de que la con-       normal. Que si surgen recaídas el cliente
ducta evoque la respuesta deseada; c) en      debe interpretarlas como una señal para
condiciones que lleven al cliente a atri-     enfrentarse, y no como un fallo. Puede
buir su éxito a su propia capacidad, más      ayudarnos hacer que los clientes antici-
que a las circunstancias externas (Ban-       pen las recaídas y la forma con la que se
dura, 1977 b).                                enfrentarán a las conductas problema
   Pero para que el sujeto ponga en mar-      (ver Marlatt y Gordon, en prensa).
cha sus habilidades de enfrentamiento            En definitiva, se trata de una teoría
debe aprender de manera consciente a          «evidencial» del cambio, en la que el
reconocer las señales que evocan respues-     terapeuta ayuda al cliente a generar, re-
tas desadaptativas, iniciando su entrena-     coger y reconstruir los datos. Sus ingre-
miento con las de baja intensidad, a fin      dientes básicos pueden encontrarse en las
de poner en marcha sus mecanismos de          teorías del autocontrol, en los procedi-
autocontrol, hasta que este tipo de res-      mientos de las terapias cognitivas y en
puestas incompatibles se hayan autonaa-       la tecnología conductual.
Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
106	                                                                  Estudios
V13. Procedimientos y epistemología          ciso un cambio en el conjunto de creen-
                                             cias irracionales del sujeto; en Bandura
   Vamos a referirnos ahora a la cuestión    es preciso modificar los niveles de auto-
capital de distinguir entre procedimien-     eficacia; en Beck se requiere un cambio
tos para provocar el cambio y las distin-    en el estilo de pensamiento del indivi-
tas razones que se alegan para explicarlo.   duo; y en Meichenbaum parece apuntar-
Atendiendo a las variables preferidas por    se la necesidad de una remodelación de
los distintos procedimientos de interven-    la estructura cognitíva y las metacogni-
ción, y salvando las limitaciones propias    ciones. Y éstos son los objetivos que pa-
de todo intento de clasificarlas, estas      recen señalarse en el proceso terapéutico,
orientaciones podrían agruparse en cua-      si bien para ello podemos valemos de
tro tipos:                                   procedimientos cognitivos —la «nueva
    1. La de aquellos que dan prioridad      terapia verbal», como ha indicado Led-.
al manejo de las variables contextuales,     widge (1978, 1979)—, y/o conductua-
suponiendo que sin alterar el programa       les, en proporciones variables según el
de contingencias no existe cambio, y con-    problema y los autores. La distinción es-
siderando que emociones y cogniciones        tablecida por Bandura (1977 b) entre
serán modificadas del mismo modo. Skin-      procedimientos y procesos de cambio pa-
ner sería un representante típico.           rece estar en la base de estos objetivos y
    2. Aquellos otros que inciden prefe-     sirve de justificación (ver Meichenbaum
rentemente sobre las emociones y secun-      y Cameron, 1980).
dariamente sobre conductas motores y            Para Skinner, el problema epistemoló-
 cogniciones. Estaría representado por       gico está claro, el medio controla la con-
Wolpe, Eysenck y otros miembros de           ducta, aun cuando podríamos señalar que
la corriente neoconductista mediadonal       la interacción de los tres sistemas de va-
 E-R.                                        riables podría ser aceptado por este autor,
    3. Un tercer grupo que acentúa más       al menos en el sentido de que son formas
 directamente sus intervenciones sobre las   de conducta y están sometidas a las mis-
 cogniciones como foco principal para        mas leyes (Skinner, 1953). De todos mo-
 promover el cambio. «Las emociones, en      dos, las fuentes del cambio son manifies-
 su mayor parte, son una forma de pensa-      tas en Skinner, y recientemente se ha
 miento ilógico...», decía Ellis (E,llis,     reafirmado en ellas (Skinner, 1977). Las
 1961, p. 29).                                razones que limitan la metodología de
    4. Por último, quedarían aquellos         investigación skinneriana y su propia fi-
 que podríamos denominar «interaccionis-      losofía de la conducta le hacen dar un
 tas» y que de modo explícito utilizan en    peso especial a las variables del entorno,
      '
 sus diseños más de un sistema de varia-      de manera que las variables mentales ca-
 bles de la triada clásica (Lang, 1968).      recen de fuerza para explicar el cambio
 Bandura, Beck y Meichenbaum podrían          de conducta. Esto, a su vez, no equivale
 ser algunos de sus representantes.           a negar el papel que puede y debe jugar
                                              una psicología centrada en el estudio de
   Si esto puede establecerse desde el        los procesos mentales, la cual puede con-
punto de vista de los procedimientos de       seguir un status por derecho propio aun-
intervención, el núcleo de los procesos       que circunscrita, a juicio de Skinner, a
de cambio se sitúa de un modo muy dis-        un recinto epifenoménico.
tinto según los autores. En la epistemo-         Wolpe, por otro lado, asegura que la
logía del cambio, debemos agrupar a El-       terapia de conducta siempre fue cogni-
lis, Bandura, Beck y Meichenbaum por          tiva, que las tres modalidades conduc-
considerar que no hay cambio sin que          tuales —cognitiva, motora y autonómi-
se dé cierta reordenación cognitiva, al       ca— se dan en la mayoría de las conduc-
menos para generar un cambio duradero         tas humanas, que lo que hay que enten-
y generalizado. En Ellis se supone pre-       der es que los tres tipos de fenómenos
                                                           Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
Estudios	                                                                      107
son simplemente funciones del sistema        tros presupuestos epistemológicos, no es
nervioso, y que a la vez son formas de       posible hablar de procedimientos de in-
conducta sometidas a las mismas leyes        tervención sin referencia a una epistemo-
(Wolpe, 1978). Wolpe representa la pos-      logía del cambio. Podremos darle más o
tura «fisiologizada» del conductismo         menos relevancia a este aspecto de la
skinneriano y de las teorías del condicio-   cuestión, pero en todo caso habremos de
namiento aplicadas a humanos. Su epis-       apechugar con las consecuencias, de todo
temología del cambio se podría centrar       orden, que de esta postura fundamental
fundamentalmente en una interacción en-      se deriven. En este sentido, estamos cerca
tre variables fisiológicas y medio.          de Skirmer al considerar el pensamiento
   De todo esto podríamos concluir que       como una forma de conducta pero quizás
han sido los procedimientos de interven-     las características específicas de este cam-
ción, que en cada orientación se consi-      po requieran una reelaboración que aún
deraban más fiables para promover el         no se ha acometido adecuadamente. Una
cambio, los que en ocasiones han hecho       concepción operante mediacional es el
creer que se hablaba de epistemología.       objetivo de nuestras reflexiones actuales,
En realidad la interacción es la postura     y aun a costa de incurrir inicialmente en
epistemológica más extendida, si bien la     verbalizadones vacías de contenido ope-
disposición de «herramientas» terapéuti-     racional, creemos que el proyecto merece
cas eficaces ha orientado la intervención    la pena.
en una u otra dirección según su «fabri-
cante».
   A nuestro juicio, la CBM se mueve         VI.4. Discusión y resultados en la CBM
en un campo esencialmente empírico y
pragmático, los problemas epistemológi-         En 1977 Bandura indicó que los méto-
cos son hasta cierto punto secundarios y     dos de tratamiento basados conductual-
«serán las técnicas establecidas empírica-   mente eran significativamente más efec-
mente y fundadas teóricamente las que        tivos en producir cambios sobre medidas
serán aceptadas por el campo. [...] la       objetivas y subjetivas múltiples de las
pureza de su herencia filosófica podrá       funciones psicológicas que aquellos otros
ser interesante pero no de importancia       métodos que descansan sobre procedi-
esencial» (Mahoney y Kazdin, 1979, pá-       mientos verbales, imaginarios o vicarios
gina 1046). La necesidad o no de la mo-      (Bandura, 1977 b). Es decir, que de ma-
dificación de conducta cognitiva es el       nera general, los tratamientos basados
tema de un debate epistemológico re-         en la ejecución eran superiores a técnicas
ciente en el que no podemos entrar más       imaginarias tales como la desensibiliza-
por falta de espacio (ver Wolpe, 1976,       dón sistemática, el flooding simbólico y
1978; Dedwidge, 1978, 1979; Maho-            el modelado encubierto. ¿Qué pasa al
ney, 1979; Eysenck, 1979; Greenspoon         comparar las técnicas verbales con las
y Lamal, 1978; Locke, 1979; Mahoney          que usan de modo especial las imágenes?
y Kazdin, 1979; Meichenbaum, 1979;           Di Loreto, en 1971, en un trabajo bien
Observer, 1978; Wilson, 1978; Skin-          diseñado, encontró que la desensibiliza-
ner, 1977; Meichenbaum y Cameron,            ción sistemática era más efectiva que la
1980).                                       RET para clientes con ansiedad interper-
   Nosotros sometemos la interpretación      sonal. En cambio la RET aumentó la
de este problema a las propias leyes de      autoestima personal en las interacciones.
interacción que conocemos. Es decir, la      El coping parece ser un factor crítico en
epistemología del cambio y los instru-       la eficacia de las terapias. Pero de nuevo
mentos utilizados para favorecerlo van in-   el coping participante, como es el caso
disolublemente unidos. Si la selección e     del modelado de ejecución, es superior
interpretación de los datos de la expe-      al coping imaginario, como pueda ser el
rienda están íntimamente ligadas a nues-     modelado encubierto. Así lo han demos-
Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
108	                                                                     Estudios
trado Thase y Moss en 1976 en conducta         de asertividad, Goldfried (1977, 1979),
fóbica. En un trabajo reciente de Em-          Heppner (1978) y Lange y Jakubowski
melkamp (Emmelkamp et al., 1980), so-          (1976) en la ansiedad, Kendall y Finch
bre el tratamiento de la conducta obse-        (1979) en impulsividad y Rook y Ham-
sivo-compulsiva, el entrenamiento en           men (1977) en disfunciones sexuales.
autoinstrucción no mejoró en nada la           La revisión general de Hollon y Kendall
eficacia del método de exposición. En          (1979) hace un pormenorizado examen
otro trabajo del mismo autor de 1978,          de estos extremos.
la exposición prolongada «in vivo» fue            Volviendo al campo de la depresión,
muy superior a la técnica de reestructu-       los resultados más espectaculares se die-
ración cognitiva directa en un grupo de        ron al comprobar la superioridad de la
agorafóbicos, produciendo a su vez una         aproximación CBM sobre la farmacote-
reestructuración más rápida y eficaz (ver      rapia en poblaciones con depresión grave
también Ellis, 1979). Parece, por tanto,       (Rush, Beck, Kovacs y Hollon, 1977).
que en el tratamiento de las conductas         En este caso, la diferencia más notable se
con base en la ansiedad interpersonal, de      estableció en el porcentaje de recaídas,
las fóbicas y de las obsesivo-compulsivas,     ya que los procedimientos de Beck «in-
la exposición es un ingrediente aconseja-      cluyen experiencias de aprendizaje alta-
ble. Pero, ¿qué pasa en una conducta           mente específicas, que proveen al pacien-
como la depresiva en donde las distorsio-      te de estrategias para combatir los fac-
nes cognitivas parecen ser más claras y        tores psicológicos que le predisponen a
extensas?                                      la depresión» (Rush, Beck, Kovacs y
   Taylor y Marshall (1977) encontraron        Hollon, 1977, p. 35).
que la CBM (basada en Beck, 1967,                 En resumen, los procedimientos de in-
1976, 1979) era superior a procedimien-        tervención de la CBM parecen ofrecer
tos exclusivamente conductuales (basa-         un campo prometedor. Nuestra experien-
dos en Lewinsohn, 1979), y a otros es-         cia personal en el uso de estos procedi-
trictamente cognitivos, en sujetos depre-      mientos también se inclina a su favor.
sivos voluntarios. Sus resultados coinci-      Pero quedan muchas cuestiones prácticas
den con los encontrados por Shaw               y teóricas por resolver. ¿Cuáles son los
(1977). Fuchs y Rehm (1977) encontra-          factores determinantes de la generaliza-
ron igualmente que la combinación de           ción y el mantenimiento del cambio?
técnicas conductuales y cognitivas (basa-       ¿Qué factores inciden, y cómo podemos
das en el modelo de autocontrol de             alterarlos, en el procesamiento inadecua-
Relun, 1977), daban mejores resultados         do de la información?, ¿cómo deben se-
que otras técnicas de control no específi-     cuenciarse las distintas técnicas de inter-
cas y que los sujetos de la lista de espera.   vención en cada caso?, ¿son factores
Rehm, Fuchs, Roth, Kornblith y Roman           aislados, o una combinación de ellos los
(1975) comprobaron que el mismo mé-            que determinan el cambio?, ¿es siempre
todo era superior al ofrecido a un grupo       preciso un cambio de conducta manifies-
con entrenamiento en habilidades socia-        ta para conseguir un cambio terapéuti-
les. En definitiva, hay evidencia de la        co?, ¿qué papel juega la intervención
eficacia de los procedimientos de la CBM       verbal, fuera de promover a la acción o
en pacientes depresivos externos no bipo-      a la exposición, en el cambio terapéuti-
lares (Hollon y Beck, 1979).                   co?, ¿cómo se pasa del aprendizaje vo-
   Pero la eficacia de los procedimientos      luntario al sobreaprendizaje o conducta
cognitivo-conductuales también se va ex-       inconsciente?, si la intervención directa
tendiendo a las poblaciones clínicas. Mar-     sobre la conducta manifiesta es el mejor
latt y Gordon (en prensa) lo han presen-       modo de producir cambios cognitivos,
tado en bebedores, Turk, Meichenbaum           ¿en qué casos, cuándo, cómo y por qué
y Genest (1980) en el dolor transitorio        hemos de intervenir con técnicas cogni-
o crónico, Linehan (1979) en problemas         tivas?, etc., etc.
                                                             Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
Estudios	                                                                                    109
   A pesar de los muchos problemas aún                 perimental. Si bien estas investigaciones
pendientes, la CBM ha logrado en la úl-                se han centrado especialmente en las con-
tima década una notable aproximación                   diciones del cambio, el trabajo clínico y
integradora al llegar a establecer proce-              experimental futuro apunta hacia un aná-
dimientos de intervención eficaces en va-              lisis más extenso y profundo acerca del
rias áreas de aplicación. También han sur-             mantenimiento del cambio y su genera-
gido teorías de requerimiento (Bandura,                lización, así como a la construcción y
1977b; Meichenbaum, 1977), con lo                      valoración experimental de instrumentos
que se ha enriquecido considerablemente                de evaluación conductual-cognitivos.
una síntesis teorética con sólida base ex-




                         Resumen
                             En esta revisión, que alcanza hasta finales del 80, se efectúa un repaso
                         de la literatura más relevante en el campo de la CBM. Tras un análisis de los
                         problemas generales de la corriente c-onductista que han facilitado su apari-
                         ción así como de otras influencias específicas y de su conexión con diversos
                         sistemas de terapia, se pasa a una breve exposición de los principales proce-
                         dimientos de intervención terapéutica. Las teorías de «requerimiento» del
                         cambio y el estudio de su epistemología apuntan a un núcleo «interaccionista»
                         en la mayoría de los procedimientos. La necesidad de una concepción operante
                         mediacional en humanos y la discusión de los resultados en los procedimien-
                         tos de la CBM cierran el estudio.




                          Summary
                             In this review which reaches the end of 1980 a surny of the most
                         relevant published works on the field of the CMB has been made. Af ter an
                         analysis of the general problems of the behaviorist corrent which have favo-
                         rised the apparition of the CM:B, besides other more specific influences and
                         of its relationships with several systems of therapy is made a brief explana-
                         tion of the most important procedures of therapeutic intervention. The
                         theories of «requirement» of change sud the study of its epysthemology are
                         pointing towards an «interactionist» nucleus in the main part of the proce-
                         dures. The need of an operative mediational conception on human beings
                         and the discussion of the resulta on the GMB procedures close ibis study.




                          Resumé
                              Dans cet etude que arrive jusqu'an la fin du 1980, on réalise une revisión
                          a la literature plus relevé du clamp de la CBM. Aprés une analyse des
                          problemes generaux du mouvément behaviorisme qui ont falicité l'aparition
                          de la CBM, ainsi que des autres infiuences plus specifiques et de sa liaison
                          avec divers systemes de therapie, on pase a une bref description des prin-
                          cipales procédés de intervention therapeutique. Les teories de «requisition»
                          du changement et l'etude de se epistemologie signalent sur une noyeau
                          «interaccioniste» dans la plus part des procédés. Avec le besoin d'une con-
                          ception operante mediationel dans les humanies et la discussion des resultats
                          des procedas de la Cl3M on finalise l'etude.
 Estudias   de Psicología n.." 7 - 1981
110                                                                            Estudios
Referencias
ADLER, A.: Understanding Human Nature,        Nueva York, Greenberg, 1927. (Hay traducción cas-
   tellana: Conocimiento del hombre, Madrid, Espasa-Calpe, 1962, 1.• ed. en 1947.)
ALLPORT, G.: Becoming, New Haven, Yale University Press, 1955.
BANDURA, A.: «Psychotherapy as a learning process», Psychological Bulletin, 5 (2), 1961.
BANDURA, A.: Principies of behavior modification, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1969.
BANDUIUt, A. (Ed.): Psychological modeling: Conflicting theories, Chicago, Aldine-Atherton, 1971.
BANDuRA, A.: «Behavior theory and models of man» American Psychologist, 29, 859-869, 1974.
BANDURA, A.: Social Learning theory, Englewood Cliff Nueva York, Prentice-Hall, 1977 a.
                                                       s,
BANDURA, A.: «Self-efficacy: toward a unifying theory of behavior change», Psychological Re-
   view, 89, 191-215, 1977b.
BANDURA, A.: «Reflections on self-efficacy», Advances on Behavior Researcb and therapy, 1,
   237-269, 1978.
BANDURA, A.: «The self and mechanisms of agency», en J. Stas (Ed.): Social psychological pers-
   pectives on the .5-4 Hillsdale, N. J., Erlbaum, 1980 (en prensa).
BATES, R.: ¿Chomsky o Skinner? La génesis del lenguaje, Barcelona, Fontanella, 1977.
BECK, A. T.: «Thinking and depression: I. Idiosyncratic content and cognitive distorsions»,
   Archives of General Psychiatry, 9, 324-333, 1963.
BECK, A. T.: Depression: dinicd, experimental and tbeoretical aspects, Nueva York, Harper and
   Row, 1967. (Vuelto a publicar como: Depression, causes and treatment, Philadelphia, Uni-
   versity of Pennsylvania Press, 1970.)
BECK, A. T.: Cognitive therapy and emotional disorders, Nueva York, International Universities
   Press, 1976.
BECK, A. T. y MAHONEY, M.: «Schools of throught?», American Psychologist, 34, 93-98, 1979.
BECK, A. T.; Rusa, J.; SHAW, E., y EmERY, G.: Cognitive therapy of depression, Nueva York,
   Guilford Press, 1980.
BEM, D.: «Self-perception: An alternative interpretation of cognitive dissonance phenomena»,
   Psychologicd Review, 74, 183-200, 1967.
Baacaa, G. L. y Me GAUGH, J.: «Critique and reformulation of "learning theory": Approaches
   to psychotherapy and neurosis», Psychological Bulletin, 63, 338-358, 1965.
BREWER, W.: «There is no convincing evidence for operant or classical conditioning in adults
   humans», en W. WEIMER y D. PALERMO (Eds.): Cognition and the symbolic processes, Hills-
   dale, N. J., Erlbraurn Associates, 1974.
C.AU'TELA, J. R.: «Covert conditioning», en A. JAeoas y L. B. SACHS (Eds.): The psychology
   private events: perspectives on covert response systems, Nueva Jersey, Academic Press, 1971.
CONE, E.: The practice of autosuggestion, Nueva York, Doubleday, 1922.
CHOMSKY, N.: «A review of verbal behavior in B F Skinner», Language, 35, 26-58, 1959.
Di LORETO, A.: Comparative psychotherapy, Nueva York, Aldine-Atherton, 1971.
DOLLARD, J. y MILLER, N. E.: Persondity and psychotherapy, Nueva York, McGraw-Hill, 1950.
   (Hay traducción castellana: Personalidad y psicoterapia, Bilbao, Desclee de Brouwer, 1977.)
Dmans, P.: The psychic treatment of nervous disorders, Nueva York, Funk and Waznalls, 1909.
   (Primera edición en 1907.)
DuLANY, D. E.: «Awareness, rules and propositional control: a confrontation with S-R beha-
   vior theory» en T. R. Drama y D. L. HORTON (Eds.): Verbal behavior and general theory,
   Englewood diffs, Nueva York, Prentice Hall, 1968.
D'ZuauLLA, T. J. y GOLDFRIED, M. R.: «Problem solving and behavior modification», Journd
   of Abnormal Psychology, 78, 107-126, 1971.
        A.: «A note the treatment of agovaphobics with cognitive modification versus prolonged
   exposure in vivo», Behavior Research and Therapy, 17, 162-164, 1979.
ama, A.: Reason and emotion in psychotherapy, Nueva York, Stuart, 1962. (Hay traducción
   castellana: Razón y emoción en psicoterapia, Bilbao, Desclee de Brouwer, 1980.)
Elan, A. y GRIEGER, R.: Handbook of rational-emotive therapy, Nueva York, Springer Publis-
   hing Co., 1977.
ELLIs, A. y HARPER, R. A.: A guide lo rational living, Nueva Jersey, Prentice Hall, 1961. (Hay
   traducción castellana: Psicoterapia racional emotiva, México, Herrero Hnos. Sucs., S. A., 1962.)
EMMELKAMP, P. M.; KUIPERS, A. C., y EGGERAAT, J. B.: «Cognitive modification versus pro-
   longed exposure "in vivo": a comparison with agoraphobics as subjets», Behavior Research
   and Therapy, 16, 33-41, 1978.
EAIMELKAMP, P. M.; HELM, M.; ZAN'TEN, B. L., y PLoenc, 1.: «Treatment of asesive-compul-
   sive patients: the contribution of self-instructional training to the effectiveness of exposure»,
   Behavior Researcb and Tberapy, 18, 61-66, 1980.
                                                                   Estadios de Psicología n.• 7 - 1981
Estudios	                                                                               111
EYSENCK, H. J.: Bebavior therapy and the neurosis, Oxford, Pergamon Press, 1960.
EYSENCK, H. J.: Experiments in behavior therapy, Oxford, Pergamon Press, 1964. (Hay traduc-
   ción castellana: Experimentos en terapia de la conducta, 3 vol., Madrid, Ed. Fundamen-
    tos, 1979.)
EYSENCK, H. J.: «Behavior therapy and the philosophers», Behavior Research and Therapy, 17,
   511-514, 1979.
EOREYT, J. P. y RATTEN, D. P. (Eds.): Cognitive behavior therapy: research and application,
   Nueva York, Plenum Press, 1978.
FRANCK, J.: Persuas ion and healing: a comparative study of psychotherapy, Baltimor, John Hop-
   kins Press, 1961 (revisado en 1974).
Fucas, C. Z. y REIIM, L. P.: «A self-control behavior therapy program for depression», Journal
   of Consulting and Clinical Psychology, 45, 206-215, 1977.
GOLDF1UED, N. R.: «Systematic desensitization as training in self-control», Journal of Consulting
   and Clinical Psychology, 37, 228-234, 1971.
GOLDFRIED, M. R.• DECENTECEO, E. T., y WEINBERG, L.: «Systematic rational reestructuring as
   self-control technique», Behavior Therapy, 5, 247-254, 1974.
GOLDFRIED, M. R.: «The use of relaxation and cognitive relabeling as coping skills», en
   R. STUART (Ed.): Behavioral Self-management, Nueva York, Brunner/Mazel, 1977.
GOLDFRIED, M. R.: «Anxiety reduction through cognitive-behavioral intervention», en P. KENDALL
   y S. HOLLON (Eds.): Cognitive-behavioral interventions: theory, research and procedures,
   Nueva York, Academic Press, 1979.
GREENSPOON, J. y LAMAL, P.: «Cognitive behavior modification. Who needs it?», The Psycho-
   logical Record, 28, 343-357, 1978.
HEPPNER, P.: «A review of problem-solving literature and its relationship to the counseling
   process», Journal of Counseling Psychology, 25, 366-375, 1978.
HOLLON, S. D. y BECK, A. T.: «Cognitive therapy of depression», en P. 10ENDALL y S. HoLLoN
   (Eds.): Cognitive-behavioral interventions: tbeory, research and procedures, Nueva York, Aca-
   demic Press, 1979.
HommE, L. E.: «Perspectives in psychology: XXIV. Control of coverants, the operants of the
   mind»i_ The Psychological Record, 15, 501-511, 1965.
HORTON, D. L. y TURNAGE, T. W.: HUMall learning, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, 1976.
JANET, P.: The majos symptoms of hysteria, Londres, McMillan, 1907.
JENNINGS, L.; CROSLAND, R.; LOVELESS, S. • MURRAY, J., y GEORGE, S.: «Cognitive control of
   extintion of classically conditioned pupillary response», The Psychological Record, 28, 193-
   205, 1978.
JOHNSON, W.: People in guandaries, Nueva York, Harper, 1946.
KANFER, F. H.: «Self-regulation: Research issues and speculations», en C. NEURINGER y J. L. MI-
   CHAEL (Eds.): Behavior Modification in Clinical Psychology, Nueva York, Appleton-Century-
   Crofts, 1970 (original de 1967).
KARNES, M.; TESKA, J., y Hownvs, A.: «The effects of four programs of classroom intervention
   on the intellectual and language development of 4-years old disadvantaged children», Ame-
   rican Journal of Ortbopsychiatry, 40, 58-76, 1970.
KAZDIN, A. E.: «Covert modeling and the reduction of avoidance behavior», Journal of Abnor-
   mal Psycbology, 81, 87-95, 1973.
ICAzon‹, A. E.: «Effects of covert modeling and modeling reinforcement of assertive behavior»,
   Journal of Abnormal Psycbology, 83, 240-252, 1974.
KELLY, G.: The psychology of personal constructs, Nueva York, Norton, 1955.
ICENDALL, P. y FINCA, A.: «Developing non-impulsive behavior in children: cognitive-behavior
   estrategies for self-control», en P. ICENDALL y S. Hou.ohl (Eds.): Cognitive-Behavior interven-
   tions: theory, research and procedures, Nueva York, Academie Press, 1979.
KENDALL, P. y HOLLON, S. (Eds.): Cognitive-bebavioral interventions: Tbeory research and pro-
   cedures, Nueva York, Academic Press, 1979.
Koca, S.: «Psychology and emerging conceptions of knowledge as unitary», en T. W. WANN:
   Behaviorism and phenomenology, Chicago, Chicago University Press, 1964.
KORZYBSKI, A.: Science and sanity, Lancaster, Pa., Lancaster Press, 1933. (Edición en rústica:
   San Francisco Institute for General Semantics, 1973.)
KUHN, T. S.: The structure of scientific revolutions, University of Chicago Press, 1962. (Hay tra-
   ducción castellnoa: La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura
   Económica, 1975 [primera edición, 1971].)
LANG, P. J.: «Fear reduction and fear behavior: problems in treating a construct», en I. M.
   SCIILIEN (Ed.): Researcb in Psychotberapy, vol. III, Washington, D.C.A.P.A., 1968.
LMYGE, A. y jAKUBOWSKI, P.: Responsible assertive bebavior: cognitive bebavioral procedures
   for trainess, Champaing, Illinois, Research Press, 1976.
LAzutus, R.: Psycbological stress and ¡be coping process, Nueva York, Mc Graw-Hill, 1966.
Estudios de Psicología ti.. 7 - 1981
112	                                                                          Estudios
LEDWIDGE, B.: «Cogruitive-behavior modification: a step in the wrong direction?», Phychological
   Bulletin, 85, 353-375, 1978.
LEDWIDGE, B.: «Cognitive-behavior modification or new ways to change minds: Reply to Ma-
   honey and Kazdin», Psychological Bulletin, 85, 1050-1053, 1979.
LEWINSOHN, P.   M. y ATWOOD, G. E.: «Depression: A clinical-research approach», Psychotherapy:
   Theory, Research and Practice, 6, 166-171, 1969.
LIEBERT, R. M. y MORRIS, L. W.: «Cognitive and emotional components of tests anxiety:
   A distinction and some ínitial data», Psychological Reports, 20, 975-978, 1967.
LINEHAN, M. M.: «Structured cognitive-behavioral treatment of assertion problems», en P. C. 'CEN-
   DAL'. y S. V. HOLLON (Eds.): Cognitive-Behavioral interventions: Theory, research and pro-
   cedures, Nueva York, Academic Press, 1979.
LOCKE, E.: «Behavior modification is not cognitive and other myths: reply to Ledwidge», Cog-
   nitive Therapy and Research, 3, 141-146, 1979.
Low, A.: Mental health through will training, Boston, Christopher Publishing, 1950.
LURIA, A.: The role of speed in the regulation o} normal and abnormal behaviors, Nueva York,
   Liveright, 1961.
LURIA, A.: «Speech and formation of mental processes», en M. Com y I. MALTZMAN (Eds.):
   A handbook of contemporary soviet psychology, Nueva York, Basic Books, 1969.
MCCORQUODALE, K.: «On Chomsky's review of SIdnner's verbal behavior», journal of the
   Experimental Analysis of Behavior, 13, 83-99, 1970.
MAHONEY, M. J.: Cognition and Behavior Modification, Cambridge, Bellinger, 1974.
IVIAlloNEY, M. J.: «Personal science: A cognitive leaming therapy», en A. Elms y R. GRIEGER
   (Eds.): Handbook of rational psychotherapy, Nueva York, Springer, 1977.
MAHONEY, M. J.: «Psychotherapy and the structure of personal revolutions», en M. MAHONEY
   (Ed.): Cognition and clinical science, Nueva York, Plenum Press, 1979.
MAHONEY, M. J. y ARICNOFF, D.: «Cognitive and self-control therapies», en S. GARFIELD y
   A. BERGIN (Eds.): Handbook of psychotherapy and behavior change, Nueva York, Wiley, 1978.
MAHONEY, M. J. y ICAzinbr, A.: «Cognitive behavior modification: naisconceptions and premature
   evaluation», Psychological Bulletin, 86, 1044-1049, 1979.
MALTZMAN, I.: «Theoretical conceptions on semantic conditioning and generalization», en T. R.
   DixoN y D. L. HORTON (Eds.): Verbal behavior and general behavior theory, Englewood
   Qiffs, Nueva York, Prentice Hall, 1968.
MALTZMAN, I.: «Orienting in dassical conditioning and generalization of the galvanic skin res-
   ponse towards: an overview», journal of Experimental Psychology: General, 106, 111-119,
   1977.
MARLATT, A. y GORDON, J.: «Determinants of relapse: Implications for the maintenance of
   behavior change», en DAVISON (Ed.): Behavioral Medicine: Changing healt lifestyles, Nueva
   York, Brunner/Mazel, en prensa.
MARLE'TT, N. J. y WATSON, D.: «Test anxiety and inmediate or delayed feedback in a test-like
   avoidance task», journal oí Personality and Social Psychology, 8, 200-203, 1968.
MEICHENBAUM, D.: «Cognitive factors in behavior modification: Modifying what dients say ro
   themselves», en C. M. FRANKS y G. T. WILSON (Eds.): Annual Review oí Behavior Therapy
   Theory and Practice, vol. I, Nueva York, Brunner/Mazel, 1973.
MEICHENBAUM, D.: Cognitive behavior modification, Morristown, Nueva York, General Learning
   Press, 1974.
MEICHENBAUM, D.: «Toward a cognitive theory of self-control», en G. SCHWARTZ y D. SAPIRO
   (Eds.): Con.sciousness and self regulation, vol. I, Nueva York, Plenum Press, 1976.
MEICHENBAUM, D.: Cognitive Behavior modification: An integrative approach, Nueva York, Ple-
   num Press, 1977.
MEICHENBAUM, D.: «Cognitive Behavior Modification: The need for a faire assessment», Cogni-
   tive Therapy and Research, 3, 127-130, 1979.
MEICHENBAUM, D. y BurLER, L.: «Toward a conceptual model for the treatment of test anxiety:
   Implications for research and treatment» en I. SARASON (Ed.): Test Anxiety: Theory, Re-
   search and Applications, Nueva Jersey, La wrence Erlbaum, 1980.
MEICHENBAUM, D. y CAMERON, R.: Stress inoculation: A skills training approach to anxiety
   management, Unpublished manuscript, University of Waterloo, 1973.
MEICHENBAUM, D. y CAMERON, R.: «C,ognitive behavior modification», en C. FRANKS y T. MI.-
   soN (Eds.): Handbook of Behavior Therapy, Nueva York, Guilford Press, 1980.
MILLER, G. A.; GALANTEA, E. H., y PIUBRAM, K. H.: Plans and the structure of behavior,
   Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1960.
MILLER, N. E.: The influence of past experience upon the transfer of subsequent training„ Un-
   published Doctoral clissertation, Yale University, 1935.
MURRAY, E. J. y JACOBSON, L. I.: «Cognition and learning in traditional and behavioral therapy»,
                                                                 Estudios de Psicología n. o 7 - 1981
Estudios	                                                                               113
    en S. GARFIELD y A. BERGIN (Eds.): Handbook of Psychotherapy ami behavior change, Nueva
    York, Wiley, 1978.
NEISSER, U.: Cognitive Psychology, Nueva York, Meredith Publ. Co., 1967. (Hay traducción
    castellana: Psicología cognitiva, México, Trillas, 1976.)
NOTTERMANN, J. M.; SCHOENFELD, W N., y BERSH, P. J.: «A comparison of three extinction
    procedures following heart rate conditioning», Journal of Abnormal and Social Psychology,
    47, 674-677, 1952.
OBSERVER, T. H.: «TIte recyding of cognition in psychology», Psychological Record, 28, 157-
     160, 1978.
PASTORE, N.: «The role of arbitrariness in the frustration-aggression hypothesis», Journal of
    Abnormal and Social Psychology, 47, 728-731, 1952
PAULOV, I. P.: Selected 'Works, Moscú, Foreing Languages Publishing House, 1955.
PETERFREUND, E. y Sc:nwArrz, J. T.: Information, systems and psychoanalysis, Nueva York, Inter-
    national Universities, 1971.
PHILLIPS, E.: Psychotherapy: A modern theory and practice, Nueva York, Prentice Hall, 1957.
PLATONOV, K. I.: The word as a physiological and tberapeutic factor, Moscú, Foreign Lan-
    guages Publishing House, 1959.
InucE, D. J. S.: Little science, big science, Nueva York, Columbia University Press, 1963. (Hay
    traducción castellana: Hacia una ciencia de la ciencia, Barcelona, Ariel, 1973.
RACHMAN, S.: «Introduction to behavior therapy», Behavior Research ami Therapy, 1, 3-15, 1963.
RACHMAN, S. y EYSENCK, H. J.: «Raplay to a 'critique and reformulation" of behavior therapy»,
    Psychological Bulletin, 65, 165-169, 1966.
RAIMY, V.: Misunderstanding of the self, San Francisco, Jossey-Bass, 1975.
RAZRAN, G.: «A c-uantitative study of megning by conditioned salivary technique (semantic
    conditioning)» Science, 90, 89-91, 1939.
RAzaithr, G.: «The observable unconscious and the inferable conscious in current soviet psy-
    c.hophysiology», Psychological Review, 68, 81-147, 1961.
RAZRAN, G.: «Russian physiologists' psychology and American experimental psychology», Psycho-
    logical Bulletin, 63, 42-64, 1965.
REHM, L. P.: «A self-control model of depression», Behavior Therapy, 8, 787-804, 1977.
REHM, L. P.; Fucns, C.; ROTH, D.. KoaNnurn, S., y ROMAN,	           Self-control and social skills
    training in the modification of depression, Unpublished manuscript, University of Pitts-
    burg, 1975.
RicaELLE, M.: «Analyse formele et analyse fonctionelle du comportement verbal», Bulletin de
   Psychologie, 304, xxvt, 5-9 1972-73.
ROOK, K. y HAmmEN, C.: «A cognitive perspective on die experience of sexual arousal», Journal
    of Social Issues, 33, 7-29, 1977.
RorrEn, J. B.: Social learning and clinical prycbology, Englewood Cliffs, Nueva York, Prentice
   Hall, 1954.
Rusn, A. J.; BECK, A. T.; KOVACS, M., y HOLLON, S.: «Comparative efficacy of cognitive therapy
    and pharmacotherapy in the treatment of depressed outpatients», Cognitive Therapy and
   Research, 1, 17-37, 1977.
SELIGMAN, M. P.: Helplessness, San Francisco, Freeman, 1975.
SHAFFER, L. F.: «The problem of psychotherapy», American Psychologist, 2, 459-467, 1947.
SHAW, B. F.: «Comparison of cognitive therapy and behavior therapy in the treatment of depres..
   sion», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 45, 543-551, 1977.
SEnntn, M. y SPIVACK, G.: Problem solving techniques in chilrearing, San Francisco, Jossey-
   Bass, 1978.
SKINNER, B. F.: Science and Human Behavior, Nueva York, McMillan, 1953. (Hay traducción cas-
   tellana: Ciencia y conducta humana, Barcelona, Fontanella, 1970.)
Srnotot, B. F.: Verbal Behavior, Nueva York, Appleton-Century-Croffts, 1957.
SKINNER, B. F.: «Behaviorism at fifty», Science, 140, 951-958, 1963.
SKIMVER, B. F.: «Why I am not a cognitive psychologist», Behaviorism, 5, 1-10, 1977.
SNYGGS, D. y COMBS, A.: Individual Behavior, Nueva York, Harper, 1949.
SPIELBERGER, C. D. y DE NIKE, L. D.: «Descriptive behaviorism versus cognítive theory in
   verbal operant conditioning», Psychological Review, 73, 306-326, 1966.
SPWACK, G.; Pum J. J., y SHURE, M. D: The problem-solving approach to adjustment, San
   Francisco, Jossey-Bass, 1976.
SPIVACK, G. y SHURE, M. D.: Social adjustment of young chiMren: A cognitive approach to
   sol ving realife problems, San Francisco, Jossey-Bass, 1974.
STAATS, A W.: Learning, language and cognition, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1968.
STAATS, A. W.: «Social behaviorism, human motivation, and the conditioning therapies», en
   B. MAREA (Ed.): Progress in experimental personal ity researcb, Nueva York, Academie
   Press, 1970.
Estudios de Psicología n. 7 - 1981	
                                                                                                8
Tcc 23 pgs

Contenu connexe

En vedette

Terapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualTerapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualrocio_e
 
Inoculacion de Estres
Inoculacion de EstresInoculacion de Estres
Inoculacion de EstresAna Fonseca
 
Inoculacion FAFI-UNE
Inoculacion FAFI-UNEInoculacion FAFI-UNE
Inoculacion FAFI-UNEJrg Meza
 
Educación Sin Stress
Educación Sin StressEducación Sin Stress
Educación Sin Stressivylebron
 
Portafolio electronico de psicología
Portafolio electronico de psicologíaPortafolio electronico de psicología
Portafolio electronico de psicologíaSalomon Alvarenga
 
C:\fakepath\mitos y verdades pawer point point[1]
C:\fakepath\mitos y verdades  pawer point   point[1]C:\fakepath\mitos y verdades  pawer point   point[1]
C:\fakepath\mitos y verdades pawer point point[1]guest03b503
 
Estrés: afrontamiento y prevención.
Estrés: afrontamiento y prevención.Estrés: afrontamiento y prevención.
Estrés: afrontamiento y prevención.msoledadcampos
 
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)Karla González
 
Bases teóricas de las terapias cognitivo conductuales.
Bases teóricas de las terapias cognitivo  conductuales.Bases teóricas de las terapias cognitivo  conductuales.
Bases teóricas de las terapias cognitivo conductuales.Hector Gomez
 
Programa de habilidades sociales
Programa de habilidades socialesPrograma de habilidades sociales
Programa de habilidades socialesJulieta Ceron
 
Linea de tiempo: Psicologia.
Linea de tiempo: Psicologia.Linea de tiempo: Psicologia.
Linea de tiempo: Psicologia.Marianyela Marin
 
Terapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualTerapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualyysierraf
 
La teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesLa teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesUNAM ENAP
 
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONES
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONESMODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONES
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONESANDREA AGRELO
 

En vedette (20)

La terapia racional emotiva de ellis
La terapia racional emotiva de ellisLa terapia racional emotiva de ellis
La terapia racional emotiva de ellis
 
Terapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualTerapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductual
 
Inoculacion de Estres
Inoculacion de EstresInoculacion de Estres
Inoculacion de Estres
 
Terapias oscar
Terapias oscarTerapias oscar
Terapias oscar
 
Inoculacion FAFI-UNE
Inoculacion FAFI-UNEInoculacion FAFI-UNE
Inoculacion FAFI-UNE
 
Educación Sin Stress
Educación Sin StressEducación Sin Stress
Educación Sin Stress
 
Portafolio electronico de psicología
Portafolio electronico de psicologíaPortafolio electronico de psicología
Portafolio electronico de psicología
 
Inaculacion de estres
Inaculacion de estresInaculacion de estres
Inaculacion de estres
 
C:\fakepath\mitos y verdades pawer point point[1]
C:\fakepath\mitos y verdades  pawer point   point[1]C:\fakepath\mitos y verdades  pawer point   point[1]
C:\fakepath\mitos y verdades pawer point point[1]
 
Estrés: afrontamiento y prevención.
Estrés: afrontamiento y prevención.Estrés: afrontamiento y prevención.
Estrés: afrontamiento y prevención.
 
Psicoanalisis
PsicoanalisisPsicoanalisis
Psicoanalisis
 
Craving
CravingCraving
Craving
 
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)
Abordajes de terapia de la conducta fundados en t del aprendizaje (1)
 
Bases teóricas de las terapias cognitivo conductuales.
Bases teóricas de las terapias cognitivo  conductuales.Bases teóricas de las terapias cognitivo  conductuales.
Bases teóricas de las terapias cognitivo conductuales.
 
Programa de habilidades sociales
Programa de habilidades socialesPrograma de habilidades sociales
Programa de habilidades sociales
 
Linea de tiempo: Psicologia.
Linea de tiempo: Psicologia.Linea de tiempo: Psicologia.
Linea de tiempo: Psicologia.
 
Terapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductualTerapia cognitivo conductual
Terapia cognitivo conductual
 
La teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personalesLa teoria de los constructos personales
La teoria de los constructos personales
 
Albert bandura
Albert banduraAlbert bandura
Albert bandura
 
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONES
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONESMODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONES
MODELO COGNITIVO DE LAS ADICCIONES
 

Similaire à Tcc 23 pgs

Métodos de intervención
Métodos de intervenciónMétodos de intervención
Métodos de intervenciónj. jarbe
 
Si o-no guía práctica para mejores decisiones
Si o-no guía práctica para mejores decisionesSi o-no guía práctica para mejores decisiones
Si o-no guía práctica para mejores decisionesPedro Escalona
 
Exposiciones Clase
Exposiciones ClaseExposiciones Clase
Exposiciones Claseguest86f51d
 
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara uba
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara ubaTrabajo de investigación psic experi pedro guevara uba
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara ubaPedro Guevara
 
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breveAnyer Ruiz
 
Teorías de la personalidad
Teorías de la personalidadTeorías de la personalidad
Teorías de la personalidadaniyin
 
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdf
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdfDesarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdf
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdfLuisMiguelDavilaDiaz
 
Actitudes positivas y negativas
Actitudes positivas y negativasActitudes positivas y negativas
Actitudes positivas y negativasAlex Nina
 
Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro
 Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro
Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebroClaudia Diaz Vera
 
Abc la comunicacion_no_verbal
Abc la comunicacion_no_verbalAbc la comunicacion_no_verbal
Abc la comunicacion_no_verbaldickjericho
 
El yo en un mundo social autoconcepto 28_ene13
El yo en un mundo social  autoconcepto 28_ene13El yo en un mundo social  autoconcepto 28_ene13
El yo en un mundo social autoconcepto 28_ene13Denisse Toral
 
Importancia de las_relaciones_humanas
Importancia de las_relaciones_humanasImportancia de las_relaciones_humanas
Importancia de las_relaciones_humanasemhir
 

Similaire à Tcc 23 pgs (20)

Métodos de intervención
Métodos de intervenciónMétodos de intervención
Métodos de intervención
 
Jesus maestro
Jesus maestroJesus maestro
Jesus maestro
 
ANATOMIA-DE-LA-EMPATIA.pdf
ANATOMIA-DE-LA-EMPATIA.pdfANATOMIA-DE-LA-EMPATIA.pdf
ANATOMIA-DE-LA-EMPATIA.pdf
 
Si o-no guía práctica para mejores decisiones
Si o-no guía práctica para mejores decisionesSi o-no guía práctica para mejores decisiones
Si o-no guía práctica para mejores decisiones
 
Exposiciones Clase
Exposiciones ClaseExposiciones Clase
Exposiciones Clase
 
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara uba
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara ubaTrabajo de investigación psic experi pedro guevara uba
Trabajo de investigación psic experi pedro guevara uba
 
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve
78869137 cade-o hanlon-guia-breve-de-terapia-breve
 
El efecto forer o barnum
El efecto forer o barnumEl efecto forer o barnum
El efecto forer o barnum
 
Teorías de la personalidad
Teorías de la personalidadTeorías de la personalidad
Teorías de la personalidad
 
Percepcion
PercepcionPercepcion
Percepcion
 
Yo en el mundo social
Yo en el mundo socialYo en el mundo social
Yo en el mundo social
 
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdf
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdfDesarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdf
Desarrolle Su Cerebro-Dispenza Joe.pdf
 
Actitudes positivas y negativas
Actitudes positivas y negativasActitudes positivas y negativas
Actitudes positivas y negativas
 
Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro
 Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro
Joe-dispenza-desarrolle-su-cerebro
 
Influencia de darwin
Influencia de darwinInfluencia de darwin
Influencia de darwin
 
Abc la comunicacion_no_verbal
Abc la comunicacion_no_verbalAbc la comunicacion_no_verbal
Abc la comunicacion_no_verbal
 
El yo en un mundo social autoconcepto 28_ene13
El yo en un mundo social  autoconcepto 28_ene13El yo en un mundo social  autoconcepto 28_ene13
El yo en un mundo social autoconcepto 28_ene13
 
MANUAL.pdf
MANUAL.pdfMANUAL.pdf
MANUAL.pdf
 
Manual sacks
Manual sacksManual sacks
Manual sacks
 
Importancia de las_relaciones_humanas
Importancia de las_relaciones_humanasImportancia de las_relaciones_humanas
Importancia de las_relaciones_humanas
 

Plus de Marcelo Araya Gonzàlez

Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...
Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...
Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...Marcelo Araya Gonzàlez
 
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_i
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_iTerapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_i
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_iMarcelo Araya Gonzàlez
 
Sndrome de alienacin parental parte 1 - rucvds
Sndrome de alienacin parental   parte 1 - rucvdsSndrome de alienacin parental   parte 1 - rucvds
Sndrome de alienacin parental parte 1 - rucvdsMarcelo Araya Gonzàlez
 

Plus de Marcelo Araya Gonzàlez (20)

Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...
Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...
Manual de adicciones para psicologos especialistas en psicologia clinica en f...
 
Winnicott, realidad y juego
Winnicott, realidad y juegoWinnicott, realidad y juego
Winnicott, realidad y juego
 
Ulises monitor
Ulises monitorUlises monitor
Ulises monitor
 
Tipos psicológicos tomo ii
Tipos psicológicos   tomo iiTipos psicológicos   tomo ii
Tipos psicológicos tomo ii
 
Test de roberto_y_rosita
Test de roberto_y_rositaTest de roberto_y_rosita
Test de roberto_y_rosita
 
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_i
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_iTerapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_i
Terapia de juego-_aplicable_a_escuelas-_hospitales_y_otras_i
 
Terapia cognitiva walter riso
Terapia cognitiva walter risoTerapia cognitiva walter riso
Terapia cognitiva walter riso
 
Tept
TeptTept
Tept
 
Sndrome de alienacin parental parte 1 - rucvds
Sndrome de alienacin parental   parte 1 - rucvdsSndrome de alienacin parental   parte 1 - rucvds
Sndrome de alienacin parental parte 1 - rucvds
 
Scl08
Scl08Scl08
Scl08
 
Psicoterapia sistemica
Psicoterapia sistemicaPsicoterapia sistemica
Psicoterapia sistemica
 
Perfiles
PerfilesPerfiles
Perfiles
 
Ob 49b5a5 evaluacioncreencias
Ob 49b5a5 evaluacioncreenciasOb 49b5a5 evaluacioncreencias
Ob 49b5a5 evaluacioncreencias
 
La silla-vacia
La silla-vaciaLa silla-vacia
La silla-vacia
 
Las enseñanzas de don juan01
Las enseñanzas de don juan01Las enseñanzas de don juan01
Las enseñanzas de don juan01
 
Indicadores de abuso sexual infantil
Indicadores de abuso sexual infantilIndicadores de abuso sexual infantil
Indicadores de abuso sexual infantil
 
Girardi c
Girardi cGirardi c
Girardi c
 
Familia y terapia familiar
Familia y terapia familiarFamilia y terapia familiar
Familia y terapia familiar
 
Evaluación del trauma infantil
Evaluación del trauma infantilEvaluación del trauma infantil
Evaluación del trauma infantil
 
Evaluacioncreencias
EvaluacioncreenciasEvaluacioncreencias
Evaluacioncreencias
 

Tcc 23 pgs

  • 1. Las terapias cognitivo-conductuales: Una revisión F. Bas Ramallo Centro de Terapia y Modificación de Conducta I. HAZAÑAS DE UN TERAPEUTA otros, tomando como fundamento la auto- PREHISTORICO observación ha sido tratada en varias oca- siones (Ben, 1967; Dulany, 1968; Wil- Desde Epicteto de Hierópolis (s. mi) kins, 1971; Bandura, 1977 b), y nos hasta los recientes trabajos de Meichen- permite sugerir que tales procesos tienen baum y Cameron (1980), es posible en- que haber sido «vividos» por el hombre contrar huellas de lo que en este siglo desde épocas remotas. ha venido a llamarse terapia cognitiva. Si nuestro improvisado e intuitivo te- La idea de que el pensamiento juega un rapeuta prehistórico se hubiese mante- poderoso papel tanto en la creación y nido en una estrategia de cambio pura- mantenimiento de ciertos estados emo- mente verbal, tratando los aspectos esen- cionales como en la dirección de la pro- cialmente conscientes de la experiencia pia conducta, puede constituir una vieja negativa de su compañero, buscando las creencia a fuer de constituir igualmente «ideas y creencias irracionales», las «con- una vieja experiencia. Nos podemos ima- tradicciones», las «generalizaciones inco- ginar a un joven e inexperto cazador pre- rrectas», las «dicotomías», etc., en defi- histórico compungido y melancólico por nitiva intentando alterar el conjunto de haber perdido una pieza que le parecía creencias del sujeto acerca de su propia fácil, siendo consolado por un compañero incapacidad, diríamos en términos actua- más experto y optimista que le sugiriese les que estaba aplicando una terapia cog- en su jerga: ¡Olvídate hombre, ya llega- nitiva pura o terapia semántico-cognitiva. rán tiempos mejores! Tal individuo po- Su objetivo habría consistido en cambiar dría estar pretendiendo «cambiar» los los pensamientos de su compañero, con negros pensamientos de su compañero la esperanza de que, una vez modificados guiado quizás por su propia experiencia éstos, se alterarían positivamente sus subjetiva. La posibilidad de aprender y emociones y la forma de conducirse. modificar nuestras actitudes en base a la Pero supongamos que tal sujeto no propia experiencia, sin el concurso de sólo conocía el poder de la persuasión Estudios de Psicología n..* 7 - 19811
  • 2. Estudios 93 verbal, sino que gracias a unas extraor- días siguientes de manera que con un dinarias dotes de observación había lle- esfuerzo progresivo y graduado pudiese gado a la conclusión de que los humanos obtener éxitos repetidos. Su convincente también solemos conducirnos en función dialéctica, en fuego cruzado con el poder de los resultados obtenidos a través de reforzante de los hechos repetidos, que nuestras propias acciones, y que nuestras entraban en contradicción con los su- actitudes cambian igualmente como con- puestos del amigo, permitieron al sagaz secuencia de tales resultados. Se le ofre- terapeuta prehistórico animar considera- cía, de este modo, una segunda «herra- blemente a su atribulado compañero. mienta» que podía ser usada a fin de Este segundo diseño, que somete las pro- cambiar la postura indiferente de su com- pias expectativas negativas del sujeto a pañero de caza. Ante la cerrazón de éste, prueba empírica de un modo combinado le propuso llevar a cabo una prueba al con la persuasión verbal, es el meollo de objeto de intentar «convencerle» de que algunas formas específicas de modifica- estaba en un error y la caza aún era posi- ción cognitivo-conductual. ble para él. Una vez hubo aceptado que Pero su arsenal de habilidades no ter- manteniéndose sentado nunca llegaría a minaba aquí. Durante sus cacerías en alcanzar ninguna presa, nuestro afligido grupo, había podido comprobar que los personaje se prestó a llevar a cabo el jóvenes aprendían mejor y más rápida- experimento. El astuto terapeuta, a sa- mente las artes cinegéticas si durante un biendas de que su joven compañero era tiempo se dedicaban a observar detenida- un buen arquero, lo apostó en un lugar mente a los arqueros más diestros, y esto estratégico desde donde existía un má- era mejor que cuando simplemente se ximo de probabilidades de alcanzar la les explicaba o aleccionaba verbalmente pieza. Una vez obtenida ésta, la situación en ello. Una vez más se le ofrecía la opor- para el arquero resultó embarazosa. Si tunidad de mejorar, con esta tercera he- persistía en su incredulidad acerca de rramienta las habilidades y el estado de sus habilidades para la caza entraba en ánimo de su compañero. Dispuso sus flagrante contradicción con los hechos, intervenciones en la búsqueda de las pre- pero si reconocía tales habilidades no sas de tal modo que el otro siempre lo podía justificar sus pensamientos negati- pudiese observar fácilmente, avanzando vos. Es así como nuestro eminente tera- progresivamente desde los gestos y los peuta había inducido una disonancia cog- nitiva en las expectativas del sujeto. intentos más sencillos a los más comple- jos y animándole de continuo a que lo Pero, ¿por cuál de las dos alternativas imitase. Le informó igualmente de que se decidiría finalmente? El momento era crítico y algo había que hacer. Para el lo que se dijese a sí mismo y las imáge- joven, las cosas seguían estando poco cla- nes que mantuviese en el transcurso de ras, a veces daba la impresión de que no la ejecución tenían mucho que ver con el interpretaba sus propios resultados de éxito en la caza. De manera que lo mejor manera objetiva y positiva. Algo seguía que podía hacer era no sólo intentar imi- funcionando mal «dentro de su cabeza». tar lo que él mismo llevaría a cabo de un La vieja experiencia del maestro le había modo atento y relajado, sino también llevado a la idea de que cuantas más ve- imitar lo que él dijese en voz alta, o que ces se repitiese una consecuencia en de- buscase las exclamaciones o frases que terminadas circunstancias, más firmemen- más le convinieran. Tras un período de te podría creerse en ella y que si tal con- entrenamiento, el joven no sólo logró ad- secuencia era agradable y útil en lo suce- quirir ciertas habilidades muy útiles para sivo se llegaba a ejecutar con más fre- enfrentarse con las dificultades de la cuencia. Con este supuesto, preparó las caza, sino que llegó a sentirse mucho cosas de tal manera que a su compañero más seguro de su capacidad para afron- le fuera fácil obtener más piezas en los tarlas. Estudios de Psicología n.«. 7 - 1981
  • 3. 94 Estudios Algunas de estas estrategias de cambio prácticas terapéuticas cognitivo-semánti- terapéutico y de conducta, y otras que cas con las terapias de conducta, los pre- comentaremos más adelante son usuales cursores de esta modalidad surgen de am- en lo que ha venido en llamarse modifi- bas corrientes Raimy (1978) ha trazado cación conductual-cognitiva o cognitiva- recientemente la evolución de las terapias conductual (CBM) (sobre el debate ter- cognitivo-semánticas. Entre los precurso- minológico puede verse por ejemplo Wil- res podemos encontrar autores tan dis- son, 1978). tintos como Kant, Adler (1927), Sulli- van (1947), Janet (1907), Dubois (1909), Cone (1922), Korzybsky (1933), John- II. PRECURSORES Y AUTORES son (1946), Shaffer (1947), Snygg y MAS- -REPRESENTATIVOS Combs (1949) y Low (1950) antes de DE LA CBM iniciarse la década de los sesenta, y a Pastore (1952), Rotter (1954), Kelly Si nuestro hipotético terapeuta prehis- (1955), Allport (1955) y Phillips (1957) tórico quizá ya «sabía hacer» estas cosas, durante esta década. De 1960 a 1969 los de lo que se trata ahora es de buscar la trabajos que han incidido sobre la CBM estructura formal de estos procedimien- se multiplican considerablemente, pu- tos, una teoría con sólida base empírica diendo ser citados entre otros Frank y determinar las variables específicas que (1961), Vygotsky (1962), Luna (1961, caracterizan el cambio. La Cl3M trata de 1969), Ellis (1962), Lazarus (1966), Vel- aunar los resultados experiméntales, ob- ' ten (1968), Liebert y Morris (1967), servacionales y clínicos - obtenidos por la Beck (1967), Marlett y Watson (1968) y psicología científica en las últimas déca- Bandura (1961, 1969). Los autores de das, bajo el viejo supuesto de que, los esta última década, desde campos epis- procesos cognitivos juegan un importante temológicos, experimentales o clínicos papel y merecen una investigación pre- distintos, utilizando procedimientos te- lisa tanto por sí mismos (Neisser, 1967) rapéuticos esencialmente cognitivos (co- como por su poder causal en el cambio mo pueda ser en el :caso de Frank) o de conducta (Bandura, 1969, 1974, combinados (como puede apreciarse en 1977a, 1977b, 1978, 1980). Las bases Lazarus, Beck o Bandura), prestaron vías lejanas y próximas de esta corriente po- de interpretación e intervención alterna- demos encontrarlas citadas, entre otros, tivas, establecieron críticas o sirvieron de en Ellis (1961, 1962), Ellis Griéger base a otros trabajos que intentaron me- (1977), Malioney (1974), Meichenbatnn diatizar con éxito variable los' procedi- (1977), Foreyt y Rathjen (1978), Ken- mientos terapéuticos derivados de las dall y Hollon (1979), Beck, Rush, Shaw teorías del condicionamiento clásico y Emery (1980), Turk, Meichenbaum y operante aplicados a humanos. Genest (1980), y Meichenbaum y Carne- Las referencias a trabajos sobre CBM ron (1980). Algunos editores, como efectuados en la década de los setenta Franks y Wilson, insertan todos los arios llenaría muchas páginas. La ley del cre- los trabajos más significativos llevados a cimiento exponencial de Price (1963) cabo en el campo y una nueva revista constituye una barrera que de algún editada por Mahoney desde la universi- modo debemos obviar. Mahoney y Ark- dad de Pensylvania (Cognitive Therapy noff (1978) efectuaron una revisión de and Research) foménta esta corriente con las terapías cognitivas y de autocontrol un carácter interdisciplinario. En 1976 que posteriormente ha sido muy comen- se celebró en Nueva York la primera con- tada (Wilson, 1978; Meichenbaum y vención sobre Modificación cognitiva- Cameron, 1980). De esta época podemos conductual. citar de manera especial a Cautela (1971), Teniendo presente que las aproxima- Goldfried (1971), Suin y Richardson ciones clínicas a la CBM combinan las (1971), D'Zurilla y Goldfried (1971), Estudios de Psicología n.• 7 - 1981
  • 4. Estudios 95 Kazdin (1973), Spivack y Shure (1974), generalización del arousal asociado al es- Mahoney (1974, 1977, 1979), Meichen- tímulo condicionado se da también de baum (1974, 1976, 1977, 1979), Spi- acuerdo a un gradiente semántico más vack, Platt y Shure (1976), Turk (1975) que fonético (Paulov, 1955; Platonov, y Beck (1976). Si bien estas referencias 1959; Razran, 1939, 1961, 1965); si el no pueden entenderse como exhaustivas, ser humano puede verse como una cria- los autores citados constituyen algo así tura autoestimulatoria (Mahoney, 1974) como la crema de la nueva corriente. y los trabajos sobre autoestimulación simbólica cubren un campo tan vasto que difícilmente podríamos resumir aquí (la III. PROBLEMAS QUE HAN mejor documentación al respecto puede FACILITADO EL DESARROLLO verse en Bandura, 1969 y Mahoney, DE LA CBAII 1974); si el conocimiento de las contin- gencias de refuerzo influyen significati- • En líneas generales podemos estimar vamente sobre la ejecución (Spielberger que el desarrollo de la CBM sigue lineas y De Nike, 1966), y los mismos resulta- evolutivas paralelas a las de la polémica dos se obtienen barajando un paradigma suscitada en los últimos tiempos acerca de condicionamiento clásico (Notterman, de la ,validez del enfoque conductista es- Schonenfeld y Bersch, 1952); si en el pecialmente en el ámbito terapéutico. Sin proceso de aprendizaje vicario (Bandura, embargo, la CBM lejos de presentarse 1969, 1971, 1977) y especialmente en como el desarrollo de un polo opuesto, el proceso de adquisición de la respues- en donde la línea cognitiyista pudiera ta, se dan una serie de subprocesos cog- prevalecer, se presenta más bien como nitivos que son considerados muy conve- un intento de síntesis (Meichenbaum, nientes para una ejecución adecuada; si 1977; Meichenbaum y Cameron, 1980; el modelo de condicionatniento inmediato Kendall y Hollon, 1979). queda, seriamente cuestionado en base a Al margen de la insatisfacción perso- trabajos de sólida base empírica (Bandu- nal por los resultados de la práctica te- ra, 1969), siendo confirmados repetida- rapéutica conductista, los precursores de mente (Bandura, 1974; Brewer, 1974; esta nueva orientación, que de hecho pro- Mahoney, 1974; Meichenbaum, 1977). cedían de diversas escuelas y encaraban Si en el campo de la investigación bá- el quehacer terapéutico con metodologías sica y de la estructura teórica de los mo- diversas, podían basar su descontento en delos del condicionamiento clásico y ope- la acumulación de datos ya existentes rante surgían estas lagunas, ¿nos pode- sobre la inadecuación del modelo no me- mos extrañar de que se buscasen fórmu diacional. las alternativas más acordes con los datos Si el organismo no responde a estímu- experimentales? los físicos externos puros, sino al estímu- Otro campo desde el que confluían las lo como «percibido» (Miller, 1935; Du- dudas acerca de la adecuación de esto lany, 1968), llegándose más tarde al lí- modelos para explicar la conducta huma- mite de considerar el propio condiciona- na fue el psicolingüístico. La polémica miento palpebral en humanos como me- se inició con fuerza a finales de la década diado por el significado descubierto en el de los 50, cuando Chomsky (1959) esta- Estímulo Condicionado (Horton y Tur- bleció una crítica erosiva al trabajo sobre nage, 1976; Maltzman, 1977; Genings, conducta verbal realizado - por Skinner Crosland, Loveless, Murray y George, (1957), y cuya difusión en el mundo aca- 1978); si en el condicionarniento semán- démico occidental fue muy notable en tico la generalización de la respuesta con- comparación con la ofrecida al trabajo dicionada se da más en función del signi- de Skinner (Bayes, 1977). Cuando mu- ficado de otras palabras que por su simi- cho más tarde. Mac Corquodale (1970) y laridad fonética (Maltzman, 1968); si la Richelle (1972) replicaron a los argumen- Estudios de Psicología n.. 7 -1981
  • 5. 96 Estudios tos chomskianos era demasiado tarde. La medio. Este concepto, por cierto de larga psicolingüística ya había desarrollado tradición, podía ofrecer una alternativa otros derroteros muy alejados de la orien- para explicar mejor los fenómenos de la tación skinneriana, y la CBM no sólo ha generalización, a la vez que presentaba hecho por ahora poco uso de esa corrien- una mayor utilidad en la formulación te, sino que uno de sus más destacados teórica de la neurosis, viendo ésta como representantes (Meichenbaum, 1977) se un proceso en el que lo que se aprende ha adscrito a los modelos rusos de Luna es un conjunto de estrategias centrales (1961, 1969) y Vygotsky (1962) para (o un programa) que guía la adaptación desarrollar técnicas de autoinstrucción de un individuo a su medio. Del mismo inicialmente orientadas al cambio de la modo que en el aprendizaje del lenguaje conducta infantil *. no se aprenden sólo conjuntos de res- En el área terapéutica encontramos puestas (palabras y oraciones), sino, ade- otra fuente de problemas. La crítica lle- más, algún tipo de estrategias o de pla- vada a cabo por Breger y McGaugh nes internos (gramática), en la neurosis (1965) tuvo en su tiempo mucha reso- no se aprenderían un conjunto de sínto- nancia. Según estos autores, las teorías mas o hábitos de conducta, sino estrate- del aprendizaje no podían servir de base gias centrales que conducirían tanto a para explicar los procedimientos tera- fenómenos manifiestos (actos compulsi- péuticos conductuales, así como para fun- vos, tics, etc.), como a otros menos ob- damentar una teoría de la neurosis. La servables (miedos, ansiedad, etc.). Este asociación entre la teoría conductista y concepto de «estrategias» ha sido reto- la práctica terapéutica se había basado mado por Meichenbaum (1977) y Mei- más bien en el uso de las mismas pala- chenbaum y Cameron (1980), bajo el bras que en el empleo de los mismos mé- rótulo de fenómenos metacognitivos. todos. Es decir, términos como «estímu- Las argumentaciones de Breger y Mc lo», «respuesta» y «condicionamiento», Gaugh (1965) fueron contestadas por cuya definición operativa ocupa un espa- Wiest (1967) y Rachman y Eysenck cio en la psicología experimental, que- (1966). La réplica de Wiest se centró dando de este modo asociados con un especialmente en la crítica efectuada por método científico de trabajo, eran enga- aquellos autores a la teoría del aprendi- ñosa e inadecuadamente trasladados al zaje, los modelos del condicionamiento campo de la psicoterapia y de la psico- simple, la teoría del refuerzo, etc. Dejan- patología humanas. De forma paralela a do a un lado las críticas de Koch (1964) la crítica de Chomsky (1959) ya citada, a la filosofía de la ciencia positivista ló- los autores reformularon los procesos de gica (los aspectos filosóficos del debate aprendizaje estableciendo un modelo me- pueden verse ilustrados por ejemplo en diador central tal como el del «almacena- Allport, 1955; Mahoney, 1974; Wolpe, miento y recuperación de la informa- 1976, 1978; Beck y Mahoney, 1979; ción», emparentado con el aprendizaje Mahoney y Kazdin, 1979), Wiest: a) echa cognoscitivo de Miller, Galanter y Pri- de menos un mejor conocimiento por bram (1960) o Tolman (1932). El con- parte de esos autores del desarrollo teó- cepto esgrimido se basa en la necesidad rico y experimental de los problemas del de una «estrategia» para que el indivi- área llevado a cabo en la década anterior; duo pueda obtener ciertos logros en su b) critica la falta de una clara distinción * Constituye, a nuestro entender, un paso positivo para la integración no sólo el acerca- miento interparadigmático entre cognitivistas y conductistas, sino el aprovechamiento de los avan- ces conseguidos en la misma disciplina dentro de otras áreas culturales. El chauvinismo en el desarrollo cultural es por desgracia demasiado frecuente y cualquier paso bien fundamentado para superarlo debe ser alentado. Por otro lado, quizás constituya un requisito de toda empresa para- digmática (Kum, 1962). Estudios de Psicología n 7 - 1981
  • 6. Estudios 97 entre observación e interpretación (y por los conceptos E-R de estímulo y genera- tanto el fracaso al no distinguir entre lización de la respuesta» (p. 356). Pero observación e inferencia o constructo); para Wiest, este enfoque no ayuda a c) critica el establecer de partida una de- explicar los fenómenos de equipotencia- finición errónea del concepto de apren- lidad de la respuesta y de la adaptabili- dizaje (y por tanto la deducción de con- dad del organismo a situaciones nuevas. secuencias irrelevantes para la posición Sólo disuelve el problema mediante una conductista); d) la confusión del estímu- definición. La generación es supuesta lo con la respuesta al categorizar los en lugar de intentar explicarla enuncian- fenómenos cognitivos mediadores (ya do las condiciones en que ocurre. Lo que Skinner en 1963 había hecho notar que se hace es rotular un fenómeno, dejando la imaginación es una forma de conducta, de lado el problema empírico y convir- no un estímulo); e) refuta la interpreta- tiendo su solución en una pseudoexpli- ción del síntoma fóbico como una sim- cación. ple operante singular; 1) hace hincapié Los tópicos señalados han sido algunos en que los datos de la observación pue- de los que han caracterizado la polémica den conceptualizarse de distintos modos acerca de la teoría y la adecuación a hu- y que si bien un modelo mediacional uti- manos del modelo conductista en la dé- lizando variables intervinientes y cons- cada de los 60. Era necesario este breve tructos (o «estrategias») puede establecer periplo para darse una idea de la com- su propia teoría, también resulta legítimo pleja situación de la que se partía. un sistema conceptual que permanezca más estrechamente ligado al lenguaje de la observación, y por tanto al de los IV. CORRIENTES DE INFLUENCIA hechos públicamente observables (con- MAS IMPORTANTES ducta y medio en el caso de la psicolo- gía). En relación a la crítica de Chomsky Si bien este tipo de problemas de ca- (1959) a Skinner (1957), Wiest ve como rácter general rodeaban (y en alguna me- una inferencia, no requerida por la regu- dida continúan rodeando) el ambiente de laridad de la conducta verbal, la creación trabajo de los terapeutas con orientación de constructos gramaticales (estructuras conductual de aquella época, cuatro focos o estrategias internalizadas para el habla) de influencia han incidido de un modo necesarios para justificar la producción y más específico sobre los diseños de la comprensión del habla. Dice así el autor: CBM (Kendall y Hollon, 1979), a saber: «Mostrar que el niño habla como lo po- 1) El primero reside en el punto de dría predecir una teoría de la adquisición vista que establece que las cogniciones de la gramática no es lo mismo que pre- (por ejemplo los pensamientos) están su- tender que el niño ha internalizado las jetos a las mismas leyes que la conducta reglas gramaticales. Lo último implica manifiesta (Cautela, 1967; Homme, una inferencia teórica que podría conce- 1965; Hullman, 1970). Esta idea no es birse como útil pero que como todas las nueva, ya Skinner la había formulado inferencias no es lógicamente exigida» aunque sin suficiente apoyo empírico mu- (Wiest, 1967, p. 219). cho antes (Skinner, 1953). Por último vamos a comentar el pro- 2) La segunda influencia procede de blema de la generalización, verdadero la corriente semántica-cognitiva, que es- caballo de batalla en la práctica de las tablece que las creencias, las expectati- terapias conductuales. Breger y Mc vas, las atribuciones y otras actividades Gaugh (1965) establecían que una autén- cognitivas son centrales para producir, tica ventaja al fijar una «estrategia» cen- predecir y comprender la conducta psico- tral consistía en enclavar la generaliza- patológica y los efectos de la interven- ción en su núcleo, «en vez de ser impor- ción terapéutica. Los procedimientos de tada secundariamente, como ocurre en intervención de Ellis (1962) y Beck Estudios de Psicología n.• 7 - 1981 7
  • 7. 98 Estudios (1963, 1976) se han visto muy influidos ámbito de las terapias cognitivas (ver por esta orientación. por ejemplo Hollon y Beck, 1979). 3) Recientes trabajos teóricos dentro Antes de abordar el estudio de la CBM de una reformulación de las teorías del vamos a realizar una breve síntesis de las aprendizaje, tales como la noción de auto- tres tendencias que están presentes junto regulación de Kanfer (1970), y el con- a ella, a fin de adquirir una perspectiva cepto de autoeficacia de Bandura (1977) que nos permita enjuiciar los contrastes han ofrecido la posibilidad de presentar y similitudes existentes: los procesos cognitivos dentro de formu- a) El «análisis conductual aplicado», laciones verificables que pueden integrar- de orientación skinneriana, está basado se fácilmente en los paradigmas conduc- en los principios y procedimientos del tuales. Por ejemplo, Behn (1977) ha condicionamiento operante. Su publica- ofrecido un modelo de la depresión ba- ción más importante es la revista Journal sado en déficits de autocontrol apoyado of Applied Behavior Analysis (JABA). en las ideas de Kanfer (1970). Algunas de las características más impor- 4) La última influencia procede del tantes de este enfoque son: propio deseo de integrar estrategias de tratamiento cognitivas con el manejo de 1. El uso explícito de variables ob- contingencias conduc-tuales en orden a jetivas y conductuales y de modo espe- superar ciertos problemas y obtener re- cial la tasa de respuesta como variable sultados significativos. Casi todos los dependiente. procedimientos de la CBM conllevan esta 2. Al margen de las influencias ge- combinación, aunque en algunos casos se néticas, el control de la conducta humana presenten de un modo explícito y en se establece a través de las influencias otros no. Más adelante haremos hincapié del entorno. sobre ello. 3. Su insistencia en el estudio de la conducta del organismo individual. 4. La confianza en los principios del V. LA CBM Y SU CONEXION CON refuerzo y el castigo para explicar el OTROS SISTEMAS DE TERAPIA mantenimiento y cambio de la conducta. 5. Su campo de aplicación se inició Si bien en la década de los 50 y 60, con el estudio del retraso y el deterioro las corrientes terapéuticas derivadas de de las capacidades cognitivas individuales la teoría del aprendizaje podían centrarse (niños y adultos retardados e institucio- en las alternativas de Dollard y Miller nes para pacientes psicóticos), y que con (1950), Wolpe (1958) y Eysenck (1960) posterioridad se han ampliado a otros y la puramente skinneriana, en los años campos. setenta es preciso añadir los procedimien- tos derivados de la teoría del aprendi- b) Otra corriente es la conocida como zaje social de Bandura (1969) y los de modelo neoconductista mediacional ER. la CBM. Debido a que Dollard y Miller Se ha desarrollado en especial a través trabajaron realmente con el modelo psi- de Wolpe (1958), Eysenck (1960, 1964) coanalítico (aunque si bien utilizando la y Rachman (1963). Se basa esencialmen- terminología derivada de la teoría del te en la aplicación del condicionamiento aprendizaje de Hull), no vamos a incluir- y contracondidonamiento clásicos al tra- lo en esta exposición. Por una razón si- tamiento de la conducta anormal, en es- milar tampoco incluimos el intento de pecial al campo de la neurosis. Su apoyo Peterfreund y Schwartz (1971) de reem- histórico se centra en Pavlov, Guthrie, plazar el lenguaje psicoanalítico por otro Hull, Mowrer, Miller y Dollard. derivado del procesamiento de la infor- Esta corriente siempre se basó en un mación, aun cuando estos procesos ten- esquema E-R extendido al medio cogni- gan cada vez un interés mayor dentro del tivo. Su desarrollo permite apreciar dos Estudios de Psicologia n.• 7 - 1981
  • 8. Estudios 99 orientaciones según el tipo de variables como una fuente de información y de in- usadas con más frecuencia: centivo que regula la conducta. — Entre la conducta y su entorno 1. La tendencia original, en especial existe una interacción recíproca. Al tó- de Wolpe, donde privan las variables fi- pico conductista ortodoxo «Cambie sus siológicas, conductuales y las imágenes, y contingencias y usted cambiará su con- 2. otra corriente más cognitiva y ducta», Bandura añade «Cambie la con- dentro de la cual podemos citar a Hom- ducta y usted cambiará las contingencias» me (1965), Cautela (1961) y Staats (Bandura, 1977 a, p. 203). (1968, 1970, 1975), este último creador — Las influencias causales que tienen de la teoría trifuncional del aprendizaje los pensamientos sobre la conducta, per- del conductismo social. miten al hombre autodirigir la adquisi- ción, el mantenimiento y la activación de El rasgo que caracteriza a todos estos sus propias conductas. procedimientos y autores, es el de que — La clave para llevar a cabo el cam- las mismas leyes que gobiernan la con- bio de conducta reside en el concepto ducta manifiesta presiden los procesos cognitivo de autoeficacia. Las expectati- encubiertos a través del esquema E-R. vas de autoeficacia son determinantes c) En la teoría del aprendizaje social para que el sujeto persevere y se someta la figura más destacada es sin duda, Ban- a situaciones que evocan ansiedad y uti- dura (1969, 1974, 1977 a, 1977b, 1978, lice estrategias de enfrentamiento (co- 1980). Tanto la conducta desviada como ping). El feedback producido en la pro- la social es desarrollada y mantenida en pia ejecución (por ejemplo en el mode- base a tres sistemas de regulación: lado participante), en la información vi- 1. Un primer sistema formado por caria (por ejemplo en el modelado sim- el conjunto de pautas de respuesta que bólico), en los cambios fisiológicos (por están bajo el control de estímulos exter- ejemplo durante la desensibilización sis- nos. El condicionamiento clásico de cuen- temática) y en la persuasión verbal (por ta de ellas. ejemplo en la psicoterapia tradicional), 2. Un segundo conjunto de respues- son procedimientos normales para modi- tas está bajo el control del refuerzo ex- ficar las expectativas de autoeficacia. terno. El condicionamiento operante las En razón al carácter dialéctico de la explica. teoría del aprendizaje social, el cambio 3. El tercer sistema regulador, y el directo de la conducta es el medio más más importante se da a través de los pro- poderoso para alterar los mecanismos cesos mediacionales cognitivos. cognitivos de autoeficacia (Bandura, 1977 b). En este sentido, por tanto, el Podemos resumir las características cambio puede sobrevenir o bien directa- más sobresalientes de esta corriente en mente a través de los mecanismos ope- los siguientes puntos: rantes o clásicos del condicionamiento, — Presentación del «modelado» como o bien cambiando las expectativas de una forma de aprendizaje sin refuerzo autoeficacia que debería concluir en un manifiesto. cambio de conducta. — Se presenta el condidonamiento Tratemos ahora de entrar en el terreno clásico no como un proceso de aprendiza- de la CBM y su problemática. je automático, sino que las respuestas condicionadas son vistas como autoactiva- VI. TEItAi'IAS CONDUCTUALES. das sobre la base de las expectativas pre- COGNITIVAS viamente aprendidas. De forma similar, el refuerzo no actúa de modo automático «La CBM es una rúbrica que se apli- sobre la conducta, sino que se interpreta ca a una variedad de técnicas terapéuti- Estudias de Psicología re.* 7 - 1981
  • 9. 100 Estudios cas que se basan en varios modelos con- miento cognitivo de la información, ceptuales diferentes» (Meichenbaum y aprendizaje social, etc.). Cameron, 1980, p. 4). Los modelos teó- 2. Pueden ser considerados aspectos ricos, los procedimientos y los objetivos diferentes de la experiencia cognitiva son variados y no reflejan ningún arma- ( creencias, atribuciones, expectativas, zón teórico único. No obstante, Mahoney automanifestadones de coping e imáge- y Arknoff (1978) han indicado tres carac- nes, solución de problemas, etc.). terísticas comunes a estos modelos: 3. Considerable variabilidad respecto 1. Tanto las conductas adaptativas o al mejor punto de intervención en el com- inadaptativas como las pautas afectivas plejo cognición - afecto - conducta - conse- van acompañadas de procesos cognitivos cuencias. (atención selectiva, códigos simbólicos, 4. Diferentes estrategias para la in- etcétera). tervención (ataque frontal a las creencias irracionales, contraste empírico de las 2. Estos procesos cognitivos son ac- creencias, etc.). tivados funcionalmente mediante proce- 5. Diferencias respecto al estilo de dimientos generalmente isomorfos con la intervención (desde la directiva a la aquellos otros obtenidos del aprendizaje colaboradora). humano en el laboratorio. 6. En relación al énfasis dado al uso 3. La tarea del terapeuta es la de un explícito de los procedimientos de la te- educador-diagnosticador que evalúa los rapia de conducta, pueden encontrarse procesos cognitivos inadecuados y consi- diferencias muy notables, etc. guientemente estructura las experiencias de aprendizaje idóneas para alterar estos De manera que del mismo modo que pensamientos y de paso, las pautas afee- la terapia de conducta nunca fue un con- tivo-conductuales con las cuales correla- junto monolítico (Wilson, 1978), la CBM cionan (Mahoney y Arknoff, 1978, pá- tampoco lo es. gina 692). Siguiendo la línea expositiva, vamos a distinguir lo que son los procedimientos A los factores comunes indicados ha- terapéuticos del estudio de los procesos bría que añadir un cierto compromiso en y las teorías del cambio que han tratado el uso de los procedimientos de la terapia de integrar los modelos mediacionales en de conducta para la provocación del cam- el cambio de conducta. bio. Si bien desde la terapia cognitiva y de autocontrol (revisada por MahoneY Y Arknoff), el objetivo puede consistir en VI.!. Procedimientos terapéuticos modificar las cogniciones a través de los en la CBM procedimientos conductuales, ciertamen- te que los objetivos pueden ser tanto cog- Con el esquema ofrecido por Mahoney nitivos como conductuales o ambos con- y Arknoff (1978) pueden distinguirse juntamente (ver Tabla I de Kendall y tres grandes grupos de terapia conduc- Hollon, 1979, p. 4). tual-cognitiva (o cognitivo-conductual, Pero en tanto que hay factores comu- según se prefiera): nes, como ya hemos apuntado, también están presentes diferencias importantes. a) Psicoterapias racionales. Veamos algunas de las que han sido se- b) Terapias de habilidades de enfren- ñaladas por Meichenbaum y Cameron tamiento (coping). (1980). c) Terapias de solución de proble- mas. 1. La base teórica de los procedi- mientos puede ser muy variada (condi- Intentemos brevemente dar una visión cionamiento clásico u operante, procesa- de cada una de ellas. Estudios de Psicología n.• 7 - 1981
  • 10. Estudios 101 a) Psicoterapias racionales nes emocionales. Debemos cambiar, por tanto, el sistema de creencias básico del Dentro de este grupo vamos a señalar sujeto si queremos que en un futuro no las características esenciales de la terapia vuelvan a surgir sus problemas. No basta racional-emotiva (RET) de Ellis (1962), con un cambio localizado en las áreas cog- el entrenamiento en autoinstrucción de nitivas de conflicto que de modo espe- Meichenbaum (1973) y la terapia cogni- cífico pueda presentar el sujeto. Es pre- tiva de Beck (1976). Albert Ellis se pre- cisa una remodelación total del set de senta como telón de fondo en los traba- creencias a fin de ofrecerle una base jos de Meichenbaum y Beck. A su vez amplia de postulados racionales que le Ellis parece haber estado bajo la influen- permita en un futuro poder abordar cual- cia directa de Adler, precursor de tera- quier problema de su mundo emocional. peutas cognitivos tales como Rotter, Si no se hiciese así los conflictos volve- Kelly y Eric Beme (Raimy, 1975; Mu- rían a surgir en otras áreas. rray y Jacobson, 1978). En este sentido, también la RET pue- Antes de abordar los criterios de la de verse como una estrategia de coping RET de Ellis hemos de indicar que ya especialmente orientada al campo de la en 1959 señalaba: «El doble enfoque de remodelación cognitiva y, en efecto, así la terapia, que va implícito en el término es como lo ha desarrollado Goldfried en psicoterapia racional-emotiva, indica tam- 1974 con la denominación de «Reestruc- bién que es algo más que un método di- turación racional sistemática» (Gold- dáctico o pasivo ya que, además de la fried, 1971; Goldfried, Decenteceo y importancia de la discusión verbal, insis- Weinberg, 1974). Entre las creencias te en el trabajo, la acción, el esfuerzo y irracionales más frecuentes del hombre la práctica. Eso es exactamente lo que que vive inmerso en el mundo occidental hace la RET: utiliza el análisis lógico y Ellis destaca doce que analiza detallada- la persuasión racional para inducir al pa- mente, presentando su inadecuación ló- ciente para actuar y trabajar frente a sus gica y práctica para cada una de ellas y actitudes neuróticas y hábitos» (Ellis, ofreciendo a continuación las alternati- 1962, p. 122), y en su libro «Psicotera- vas que a su juicio son las adecuadas. pia racional emotiva» hacía la siguiente Las pautas concretas de la aplicación observación a sus pacientes: «... no es de la RET incluyen al menos las siguien- lo que les dice el terapeuta lo que en de- tes fases: finitiva va a ayudarles a vencer sus per- turbaciones emocionales, sino lo que el 1. Presentación y persuasión al clien- paciente haga con lo que el terapeuta les te de la filosofía contenida en la RET. diga» (Ellis y Harper, 1961, p. 7). Este 2. Identificación de los pensamien- apremio para la acción es pues un ingre- tos irracionales a través de las manifes- diente en la terapia racional-emotiva, de taciones del cliente y del feedback del ahí las dificultades que siempre existen terapeuta. en estos procedimientos al intentar eva- 3. Cambio de las ideas irracionales y luar el peso terapéutico relativo al enfo- reinterpretadón racional y objetiva de que verbal frente al conductual en la ex- los hechos que las han producido. plicación del cambio de conducta. 4. Repetición del ensayo cognitivo a De cualquier modo, no sin razón, ha fin de obtener del sujeto las automanifes- sido calificada como terapia racional en taciones racionales a partir de los hechos virtud de su hincapié en modificar la originales. forma en que la gente con problemas 5. Una serie de tareas conductuales emocionales construye su mundo y las (que Fllis llamaba «ejercicios para per- creencias irracionales que sustentan. Para der la vergüenza»), orientadas a generar Ellis existe una clara correlación entre reacciones racionales donde antes eran pensamientos irracionales y perturbacio- irracionales y a favorecer la pérdida de Estudios de Psicología n. 7 - 1981
  • 11. 102 Estudios la ansiedad asociada a la situación inter- De nuevo nos encontramos con el mo- personal, es decir, una forma de entre- mento de establecer la efectividad del namiento en competencia social. procedimiento enfrentándonos con el mis- Dentro de este grupo de psicoterapias mo problema que ya apuntábamos en el racionales veamos ahora el modo de rea- caso de la RET. El propio Meichenbaum lizar el entrenamiento en autoinstrucción (1977) toma de Kames ( 1970) la siguien- de Meichenbaum (1973, 1977). te cita: «... la característica distintiva de Dos fuentes de información son consi- los programas de autoinstrucción es la deradas aquí: unión de las verbalizaciones con las ejecu- 1. La RET de Ellis (1962) ya co- ciones sensorio-motoras» (p. 40). La pre- sencia del modelado, el refuerzo verbal y mentada. motor externos, el feedback verbal del te- 2. El criterio de Luna (1961) acerca rapeuta y el autorrefuerzo, son como he- de la forma en que los niños desarrollan mos visto, ingredientes normales del en- el habla interna y el control verbal-sim- trenamiento en autoinstrucción. De mane- bólico sobre sus propias conductas. En un ra que también aquí nos vemos obligados principio, la conducta de los niños está a preguntarnos: ¿Qué factores son los de- regulada por las instrucciones de perso- cisivos en este esquema? ¿Los puramente nas adultas, posteriormente son ellos mis- racionales, que parecen ser necesarios mos los que las regulan a través del uso para justificar la denominación del mé- de autoinstrucciones verbales manifiestas, todo como psicoterapia racional, o la internalizándose éstas finalmente como clase de contingencias de reforzamiento y autoinstrucciones encubiertas. modelado presentes en el programa? De Podemos distinguir tres fases en el manera que si bien el objeto de la terapia desarrollo del procedimiento: consiste en cambiar unos hábitos de pen- samiento por otros, los medios de que se Í. Entrenamiento del paciente a fin vale no son puramente verbales y en este de que aprenda a identificar y «darse sentido su denominación como terapia cuenta» de sus pensamientos inadecua- racional debe colocarse entre comillas. dos. De todos modos, según el autor, su in- 2. El terapeuta modela la conducta corporación al tratamiento de los proble- adecuada a la vez que verbaliza las estra- mas de sujetos con ansiedad al habla, en tegias de acción eficaces para la tarea. niños impulsivos y en esquizofrénicos Estas verbalizaciones incluyen: institucionalizados produce cambios sig- — El sistema de tareas requerido. nificativos. — Autoinstruccjones que orientan la Y lo mismo ocurre con la tercera va- ejecución de modo graduado. riante, la terapia cognitiva de Beck de — Automanifestaciones tendentes a 1976 También aquí el objetivo consiste contrarrestar la preocupación por los en obtener pautas de pensamiento racio- errores. nales y adaptativas. La diferencia entre — Autorrefuerzo encubierto por las Ellis y Beck consiste en que mientras el ejecuciones llevadas a cabo con éxito. primero trata de remodelar todo el sis- tema de creencias irracionales del sujeto, 3. En esta fase el cliente ejecuta la Beck se ciñe a lo que él llama «las cuali- tarea conductual a la vez que verbaliza dades estilísticas de las cogniciones del en voz alta las instrucciones apropiadas cliente», centrando su estudio de forma ofrecidas por el terapeuta, y a continua- especial en la conducta depresiva. Otra ción repite el ensayo dándose las auto- diferencia que podría señalarse es un ma- instrucciones de manera encubierta. El yor énfasis en la persuasión verbal y el feedback del terapeuta durante esta fase método deductivo en Ellis frente al di- ayuda a estructurar los pensamientos seño de procedimientos empíricos a fin adecuados y pertinentes a la tarea. de contrastar las «hipótesis» negativas Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
  • 12. Estudios 103 de los sujetos en Beck (Beck et al. 1980). tima década podrían ser rubricadas bajo Nos encontramos por tanto, con procedi- la denominación amplia de «terapias de mientos inductivos para provocar el cam- habilidades de enfrentamiento'». Su in- bio. En el año 1967 definió cinco distor- tención consiste en entrenar al sujeto en siones cognitivas que caracterizan el ciertas habilidades a fin de que las utilice procesamiento de la información del de- en futuras situaciones evocadoras de an- presivo (Beck, 1967, pp. 234-235). Estas siedad aun cuando éstas pudieran ser distorsiones provocan la atención selec- muy variadas. En este sentido el coping tiva del sujeto y una anticipación inexac- contrasta con la desensibilización siste- ta de las consecuencias, manteniendo una mática de Wolpe, ya que ésta tiende a elevada creencia negativa respecto a sí centrar el tratamiento sobre jerarquías mismo, respecto a su mundo y a su fu- específicas en el ámbito estricto de los turo. problemas que presenta el diente. Las etapas del entrenamiento en la Podríamos citar el modelado encubier- terapia cognitiva de Beck podrían ser to de Kazdin (1974), la desensibilización formuladas de un modo esquemático del modificada de Goldfried (1971), el entre- siguiente modo: namiento en el manejo de la ansiedad de Suin y Richardson (1971) y la inocula- 1. Ilustrar al cliente en la teoría cog- ción de stress de Meichenbaum y Came- nitiva de la depresión. ron (1973). 2. Ayudar al sujeto a «reconocer» También aquí, junto a una serie de sus pensamientos inadecuados, gran par- factores propiamente cognitivos, vemos te de los cuales son denominados «pensa- aparecer otros más característicos de la te- mientos automáticos». rapia de conducta, como el entrenamien- 3. Intento de validación empírica de to en autorrelajación, el adiestramiento sus pensamientos y la correlación de en coping imaginario, los ensayos de éstos con sentimientos indeseables. conducta y la asignación de tareas refor- 4. Sustitución por otros más adapta- zantes «in vivo», de forma que una vez tivos y de base más objetiva. más los programas de reestructuración 5. Uso del feedback y del refuerzo cognitiva y los conductuales se hallan del terapeuta. entrelazados. Veamos brevemente las 6. Utilización de una lista de activi- etapas del entrenamiento en «inoculación dades precisas, tareas graduadas en el de stress» de Meichenbaum y Cameron ámbito individual y social a fin de obte- (1973). ner éxitos sucesivos. 1. Una primera fase educacional, en Vemos, por tanto, la presencia de una donde se le ofrece al cliente una estruc- combinación explícita de procedimientos tura conceptual para que comprenda la cognitivos y otros conductuales. Como naturaleza de sus reacciones, es decir, ya hemos señalado, en los tres procedi- para que pueda «explicárselas». Esta es- mientos de intervención mencionados la tructura varía con el tipo de problema. denominación común de «terapias racio- 2. La segunda fase es de ensayo y nales» debe ser considerada en función aprendizaje, enseñándole al sujeto las de los objetivos perseguidos prioritaria- habilidades precisas para manejar una se- mente (el cambio en las cogniciones), rie de mediadores encubiertos (autorela- más que por los medios empleados. jación activa, imaginación y autoinstruc- dón), necesarios para enfrentarse con b) Terapias de habilidades de situaciones fóbicas o ansiógenas, las cua- enfrentamiento (coping) les a su vez se subdividen en una serie de etapas intermedias de acercamiento. Otro grupo general de estrategias te- 3. Esta última fase es de aplicación, rapéuticas que han surgido durante la úl- procediendo mediante modelado y re- Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
  • 13. 104 Estudios plicación a enfrentar al sujeto a una serie chenbaum y Cameron, 1980; Meichen- de estresores en el laboratorio. En esta baum y Butler, 1980; Meichenbaum, fase se usan las técnicas de autoinstruc- 1977), y aún más estrechamente con la ción descritas anteriormente. CBM en general. En este autor encontra- Veamos ahora sucintamente las tera- mos una teoría que intenta especificar pias de solución de problemas. las condiciones necesarias y suficientes para provocar el cambio. Meichenbaum (1977) sugiere que una terapia efectiva c) Terapias de solución de problemas provoca en el cliente cambios en tres do- (Problem-Solving) minios: Si bien la investigación sobre las de- 1. En las conductas del cliente, que ficiencias en la resolución de problemas son alteradas (y por consiguiente en las parece estar relacionada con disfunciones relaciones con su entorno). mediadonales, y se encuentran con fre- 2. El cliente modifica las imágenes cuencia en los déficits de ejecución, sus y su habla interna, es decir, aprende a aplicaciones clínicas y su base experi- interpretar su mundo, a sí mismo y a sus mental es escasa. Se trata de nuevo de conductas de una manera que resulta de esquemas combinados cognitivo-conduc- más valor heurístico que la forma en que tuales. El trabajo de Spivac y Shure lo hacía antes; de igual modo aprende a (1974) puso de manifiesto que existía usar su habla interna y sus imágenes vara una diferencia consistente entre pobla- regular una eficaz conducta de enfren- ciones de sujetos «normales» y «desvia- tamiento. dos» en su habilidad para usar medios y 3. Son cambiadas las estructuras cog- anticipar consecuencias de varias opcio- nitivas del cliente, los supuestos básicos nes de respuesta. Algunos campos en los implícitos y su habitual estilo de pensar. que se ha trabajado dignos de mención podrían ser el de los niños inadaptados, Para ello, la terapia puede verse como la conducta suicida, los trastornos geriá- progresando a través de tres fases que tricos y la prevención de desajustes, Al- en la práctica pueden solaparse o no: gunas revisiones de este campo, de inte- 1. Fase de autoobservación, en la que rés relevante para la clínica, pueden verse el cliente se convierte en un observador en D'Zurilla y Goldfried (1971), Maho- de sus propias conductas. De esta manera ney (1974), Spivac y Shure (1974), Spi- llega a ser consciente de una serie de vac, Platt y Shure (1976), Shure y Spivac datos relevantes que antes le habían pa- (1978) y Heppner (1978). sado desapercibidos (por ejemplo, rela- ción entre pensamientos o imágenes y es- VI2. Teorías del cambio en la CBM tados emocionales indeseables, o entre situaciones del entorno y respuestas emo- Las teorías más importantes para dar cionales, etc.). También se produce un cuenta del cambio de conducta, sus re- efecto que él llama de traslación que con- quisitos y sus procedimientos proceden, siste en un trasvase del léxico del tera- desde un punto de vista cognitivo y con- peuta (constructos teoréticos, estilos de ductual, de Bandura (1977 b) y Meichen- atribución, etc.), al modo de interpretar baum (1976, 1977). La teoría de la alte- su mundo y su experiencia por el propio ración del nivel de autoeficacia de Ban- cliente. Esto a su vez trae de la mano dura, ya fue presentada de manera resu- dos consecuencias terapéuticamente im- mida al tratar la teoría del aprendizaje portantes: ofrece al cliente una interpre- social. Meichenbaum reconoce de manera tación de sus problemas probablemente explícita la influencia y el paralelismo de más benigna que la dada inicialmente por su teoría del cambio en relación a los tra- el sujeto, y en segundo lugar, permite bajos de Bandura (ver por ejemplo Mei- darle una forma al problema que se pres- Estudios de Psicología n.o 7 - 1981
  • 14. Estudios 105 ta a una solución. Esto último abre ex- tizado y devengan en sobreaprendidas. pectativas positivas para el cliente, lo Meichenbaum intenta presentar aquí la cual constituye un ingrediente de capital otra cara de la moneda, el que un cambio importancia para todo proceso terapéuti- cognitivo puede dar lugar también a cam- co (Frank, 1974; Seligman, 1975). bios conductuales. 2. En esta segunda fase, se trata de 3. En esta tercera fase, se trata de desarrollar pensamientos y conductas in- consolidar los cambios, de promover la compatibles con las manifestaciones del generalización y de crear una base para problema. Debido a que el cambio no mantenerlos. suele producirse de un modo súbito, sino que se da a través de un proceso en el Se parte del supuesto de que la forma que se ven entremezclados pensamientos en que un cliente interpreta el cambio y conductas adaptativas con otras de que se da en él, influirá en el grado de signo contrario, es preciso continuar con su generalización y de su mantenimiento. la reconceptualización de los problemas Para ello es necesario que el cliente reco- del cliente, asegurándose de que posee nozca que una transformación importan- los requisitos co nductu ales necesarios te se ha llevado a efecto, y que ha sido para enfrentarse con sus problemas, que debida a un cambio en él mismo más aprende a controlar sus pensamientos y que a circunstancias externas. El cambio sus conductas durante sus actividades debe darse no sólo en su relación con el diarias y que gradualmente aumenta la terapeuta, sino más esencialmente en su consistencia de estas nuevas habilidades. vida diaria. Para favorecer la conciencia Debido a que el cambio cognitivo y el del cambio es necesario mantener un re- conductual se muestra interactivo, deben gistro objetivo de las conductas. Para utilizarse estrategias combinadas para aumentar la atribución del cambio a sí acelerar el cambio. Si la modificación de mismo es importante conceptualizar des- la conducta es la forma más eficaz para de un principio la terapia como un pro- cambiar las cogniciones (Mahoney, 1979; ceso educacional, de entrenamiento en Bandura, 1977 b), y de otro lado Bandu- habilidades. Por otro lado, si el sujeto ra (1977 b) ha sugerido que el sentido es capaz de alcanzar una comprensión de la autoeficacia requiere no sólo la con- clara a la hora de explicar cómo ha con- fianza en que uno pueda producir la con- seguido un cambio positivo, tenderá en ducta requerida, sino también una creen- un futuro a generalizar la estrategia uti- cia en que se conseguirán los resultados lizada y a mantenerla. También es pre- deseados, el diseño del terapeuta debería ciso enfatizar que la reaparición de los incluir el que las nuevas conductas se realizaran: a) «in vivo»; b) donde exista problemas es posible y debe verse como una elevada probabilidad de que la con- normal. Que si surgen recaídas el cliente ducta evoque la respuesta deseada; c) en debe interpretarlas como una señal para condiciones que lleven al cliente a atri- enfrentarse, y no como un fallo. Puede buir su éxito a su propia capacidad, más ayudarnos hacer que los clientes antici- que a las circunstancias externas (Ban- pen las recaídas y la forma con la que se dura, 1977 b). enfrentarán a las conductas problema Pero para que el sujeto ponga en mar- (ver Marlatt y Gordon, en prensa). cha sus habilidades de enfrentamiento En definitiva, se trata de una teoría debe aprender de manera consciente a «evidencial» del cambio, en la que el reconocer las señales que evocan respues- terapeuta ayuda al cliente a generar, re- tas desadaptativas, iniciando su entrena- coger y reconstruir los datos. Sus ingre- miento con las de baja intensidad, a fin dientes básicos pueden encontrarse en las de poner en marcha sus mecanismos de teorías del autocontrol, en los procedi- autocontrol, hasta que este tipo de res- mientos de las terapias cognitivas y en puestas incompatibles se hayan autonaa- la tecnología conductual. Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
  • 15. 106 Estudios V13. Procedimientos y epistemología ciso un cambio en el conjunto de creen- cias irracionales del sujeto; en Bandura Vamos a referirnos ahora a la cuestión es preciso modificar los niveles de auto- capital de distinguir entre procedimien- eficacia; en Beck se requiere un cambio tos para provocar el cambio y las distin- en el estilo de pensamiento del indivi- tas razones que se alegan para explicarlo. duo; y en Meichenbaum parece apuntar- Atendiendo a las variables preferidas por se la necesidad de una remodelación de los distintos procedimientos de interven- la estructura cognitíva y las metacogni- ción, y salvando las limitaciones propias ciones. Y éstos son los objetivos que pa- de todo intento de clasificarlas, estas recen señalarse en el proceso terapéutico, orientaciones podrían agruparse en cua- si bien para ello podemos valemos de tro tipos: procedimientos cognitivos —la «nueva 1. La de aquellos que dan prioridad terapia verbal», como ha indicado Led-. al manejo de las variables contextuales, widge (1978, 1979)—, y/o conductua- suponiendo que sin alterar el programa les, en proporciones variables según el de contingencias no existe cambio, y con- problema y los autores. La distinción es- siderando que emociones y cogniciones tablecida por Bandura (1977 b) entre serán modificadas del mismo modo. Skin- procedimientos y procesos de cambio pa- ner sería un representante típico. rece estar en la base de estos objetivos y 2. Aquellos otros que inciden prefe- sirve de justificación (ver Meichenbaum rentemente sobre las emociones y secun- y Cameron, 1980). dariamente sobre conductas motores y Para Skinner, el problema epistemoló- cogniciones. Estaría representado por gico está claro, el medio controla la con- Wolpe, Eysenck y otros miembros de ducta, aun cuando podríamos señalar que la corriente neoconductista mediadonal la interacción de los tres sistemas de va- E-R. riables podría ser aceptado por este autor, 3. Un tercer grupo que acentúa más al menos en el sentido de que son formas directamente sus intervenciones sobre las de conducta y están sometidas a las mis- cogniciones como foco principal para mas leyes (Skinner, 1953). De todos mo- promover el cambio. «Las emociones, en dos, las fuentes del cambio son manifies- su mayor parte, son una forma de pensa- tas en Skinner, y recientemente se ha miento ilógico...», decía Ellis (E,llis, reafirmado en ellas (Skinner, 1977). Las 1961, p. 29). razones que limitan la metodología de 4. Por último, quedarían aquellos investigación skinneriana y su propia fi- que podríamos denominar «interaccionis- losofía de la conducta le hacen dar un tas» y que de modo explícito utilizan en peso especial a las variables del entorno, ' sus diseños más de un sistema de varia- de manera que las variables mentales ca- bles de la triada clásica (Lang, 1968). recen de fuerza para explicar el cambio Bandura, Beck y Meichenbaum podrían de conducta. Esto, a su vez, no equivale ser algunos de sus representantes. a negar el papel que puede y debe jugar una psicología centrada en el estudio de Si esto puede establecerse desde el los procesos mentales, la cual puede con- punto de vista de los procedimientos de seguir un status por derecho propio aun- intervención, el núcleo de los procesos que circunscrita, a juicio de Skinner, a de cambio se sitúa de un modo muy dis- un recinto epifenoménico. tinto según los autores. En la epistemo- Wolpe, por otro lado, asegura que la logía del cambio, debemos agrupar a El- terapia de conducta siempre fue cogni- lis, Bandura, Beck y Meichenbaum por tiva, que las tres modalidades conduc- considerar que no hay cambio sin que tuales —cognitiva, motora y autonómi- se dé cierta reordenación cognitiva, al ca— se dan en la mayoría de las conduc- menos para generar un cambio duradero tas humanas, que lo que hay que enten- y generalizado. En Ellis se supone pre- der es que los tres tipos de fenómenos Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
  • 16. Estudios 107 son simplemente funciones del sistema tros presupuestos epistemológicos, no es nervioso, y que a la vez son formas de posible hablar de procedimientos de in- conducta sometidas a las mismas leyes tervención sin referencia a una epistemo- (Wolpe, 1978). Wolpe representa la pos- logía del cambio. Podremos darle más o tura «fisiologizada» del conductismo menos relevancia a este aspecto de la skinneriano y de las teorías del condicio- cuestión, pero en todo caso habremos de namiento aplicadas a humanos. Su epis- apechugar con las consecuencias, de todo temología del cambio se podría centrar orden, que de esta postura fundamental fundamentalmente en una interacción en- se deriven. En este sentido, estamos cerca tre variables fisiológicas y medio. de Skirmer al considerar el pensamiento De todo esto podríamos concluir que como una forma de conducta pero quizás han sido los procedimientos de interven- las características específicas de este cam- ción, que en cada orientación se consi- po requieran una reelaboración que aún deraban más fiables para promover el no se ha acometido adecuadamente. Una cambio, los que en ocasiones han hecho concepción operante mediacional es el creer que se hablaba de epistemología. objetivo de nuestras reflexiones actuales, En realidad la interacción es la postura y aun a costa de incurrir inicialmente en epistemológica más extendida, si bien la verbalizadones vacías de contenido ope- disposición de «herramientas» terapéuti- racional, creemos que el proyecto merece cas eficaces ha orientado la intervención la pena. en una u otra dirección según su «fabri- cante». A nuestro juicio, la CBM se mueve VI.4. Discusión y resultados en la CBM en un campo esencialmente empírico y pragmático, los problemas epistemológi- En 1977 Bandura indicó que los méto- cos son hasta cierto punto secundarios y dos de tratamiento basados conductual- «serán las técnicas establecidas empírica- mente eran significativamente más efec- mente y fundadas teóricamente las que tivos en producir cambios sobre medidas serán aceptadas por el campo. [...] la objetivas y subjetivas múltiples de las pureza de su herencia filosófica podrá funciones psicológicas que aquellos otros ser interesante pero no de importancia métodos que descansan sobre procedi- esencial» (Mahoney y Kazdin, 1979, pá- mientos verbales, imaginarios o vicarios gina 1046). La necesidad o no de la mo- (Bandura, 1977 b). Es decir, que de ma- dificación de conducta cognitiva es el nera general, los tratamientos basados tema de un debate epistemológico re- en la ejecución eran superiores a técnicas ciente en el que no podemos entrar más imaginarias tales como la desensibiliza- por falta de espacio (ver Wolpe, 1976, dón sistemática, el flooding simbólico y 1978; Dedwidge, 1978, 1979; Maho- el modelado encubierto. ¿Qué pasa al ney, 1979; Eysenck, 1979; Greenspoon comparar las técnicas verbales con las y Lamal, 1978; Locke, 1979; Mahoney que usan de modo especial las imágenes? y Kazdin, 1979; Meichenbaum, 1979; Di Loreto, en 1971, en un trabajo bien Observer, 1978; Wilson, 1978; Skin- diseñado, encontró que la desensibiliza- ner, 1977; Meichenbaum y Cameron, ción sistemática era más efectiva que la 1980). RET para clientes con ansiedad interper- Nosotros sometemos la interpretación sonal. En cambio la RET aumentó la de este problema a las propias leyes de autoestima personal en las interacciones. interacción que conocemos. Es decir, la El coping parece ser un factor crítico en epistemología del cambio y los instru- la eficacia de las terapias. Pero de nuevo mentos utilizados para favorecerlo van in- el coping participante, como es el caso disolublemente unidos. Si la selección e del modelado de ejecución, es superior interpretación de los datos de la expe- al coping imaginario, como pueda ser el rienda están íntimamente ligadas a nues- modelado encubierto. Así lo han demos- Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
  • 17. 108 Estudios trado Thase y Moss en 1976 en conducta de asertividad, Goldfried (1977, 1979), fóbica. En un trabajo reciente de Em- Heppner (1978) y Lange y Jakubowski melkamp (Emmelkamp et al., 1980), so- (1976) en la ansiedad, Kendall y Finch bre el tratamiento de la conducta obse- (1979) en impulsividad y Rook y Ham- sivo-compulsiva, el entrenamiento en men (1977) en disfunciones sexuales. autoinstrucción no mejoró en nada la La revisión general de Hollon y Kendall eficacia del método de exposición. En (1979) hace un pormenorizado examen otro trabajo del mismo autor de 1978, de estos extremos. la exposición prolongada «in vivo» fue Volviendo al campo de la depresión, muy superior a la técnica de reestructu- los resultados más espectaculares se die- ración cognitiva directa en un grupo de ron al comprobar la superioridad de la agorafóbicos, produciendo a su vez una aproximación CBM sobre la farmacote- reestructuración más rápida y eficaz (ver rapia en poblaciones con depresión grave también Ellis, 1979). Parece, por tanto, (Rush, Beck, Kovacs y Hollon, 1977). que en el tratamiento de las conductas En este caso, la diferencia más notable se con base en la ansiedad interpersonal, de estableció en el porcentaje de recaídas, las fóbicas y de las obsesivo-compulsivas, ya que los procedimientos de Beck «in- la exposición es un ingrediente aconseja- cluyen experiencias de aprendizaje alta- ble. Pero, ¿qué pasa en una conducta mente específicas, que proveen al pacien- como la depresiva en donde las distorsio- te de estrategias para combatir los fac- nes cognitivas parecen ser más claras y tores psicológicos que le predisponen a extensas? la depresión» (Rush, Beck, Kovacs y Taylor y Marshall (1977) encontraron Hollon, 1977, p. 35). que la CBM (basada en Beck, 1967, En resumen, los procedimientos de in- 1976, 1979) era superior a procedimien- tervención de la CBM parecen ofrecer tos exclusivamente conductuales (basa- un campo prometedor. Nuestra experien- dos en Lewinsohn, 1979), y a otros es- cia personal en el uso de estos procedi- trictamente cognitivos, en sujetos depre- mientos también se inclina a su favor. sivos voluntarios. Sus resultados coinci- Pero quedan muchas cuestiones prácticas den con los encontrados por Shaw y teóricas por resolver. ¿Cuáles son los (1977). Fuchs y Rehm (1977) encontra- factores determinantes de la generaliza- ron igualmente que la combinación de ción y el mantenimiento del cambio? técnicas conductuales y cognitivas (basa- ¿Qué factores inciden, y cómo podemos das en el modelo de autocontrol de alterarlos, en el procesamiento inadecua- Relun, 1977), daban mejores resultados do de la información?, ¿cómo deben se- que otras técnicas de control no específi- cuenciarse las distintas técnicas de inter- cas y que los sujetos de la lista de espera. vención en cada caso?, ¿son factores Rehm, Fuchs, Roth, Kornblith y Roman aislados, o una combinación de ellos los (1975) comprobaron que el mismo mé- que determinan el cambio?, ¿es siempre todo era superior al ofrecido a un grupo preciso un cambio de conducta manifies- con entrenamiento en habilidades socia- ta para conseguir un cambio terapéuti- les. En definitiva, hay evidencia de la co?, ¿qué papel juega la intervención eficacia de los procedimientos de la CBM verbal, fuera de promover a la acción o en pacientes depresivos externos no bipo- a la exposición, en el cambio terapéuti- lares (Hollon y Beck, 1979). co?, ¿cómo se pasa del aprendizaje vo- Pero la eficacia de los procedimientos luntario al sobreaprendizaje o conducta cognitivo-conductuales también se va ex- inconsciente?, si la intervención directa tendiendo a las poblaciones clínicas. Mar- sobre la conducta manifiesta es el mejor latt y Gordon (en prensa) lo han presen- modo de producir cambios cognitivos, tado en bebedores, Turk, Meichenbaum ¿en qué casos, cuándo, cómo y por qué y Genest (1980) en el dolor transitorio hemos de intervenir con técnicas cogni- o crónico, Linehan (1979) en problemas tivas?, etc., etc. Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
  • 18. Estudios 109 A pesar de los muchos problemas aún perimental. Si bien estas investigaciones pendientes, la CBM ha logrado en la úl- se han centrado especialmente en las con- tima década una notable aproximación diciones del cambio, el trabajo clínico y integradora al llegar a establecer proce- experimental futuro apunta hacia un aná- dimientos de intervención eficaces en va- lisis más extenso y profundo acerca del rias áreas de aplicación. También han sur- mantenimiento del cambio y su genera- gido teorías de requerimiento (Bandura, lización, así como a la construcción y 1977b; Meichenbaum, 1977), con lo valoración experimental de instrumentos que se ha enriquecido considerablemente de evaluación conductual-cognitivos. una síntesis teorética con sólida base ex- Resumen En esta revisión, que alcanza hasta finales del 80, se efectúa un repaso de la literatura más relevante en el campo de la CBM. Tras un análisis de los problemas generales de la corriente c-onductista que han facilitado su apari- ción así como de otras influencias específicas y de su conexión con diversos sistemas de terapia, se pasa a una breve exposición de los principales proce- dimientos de intervención terapéutica. Las teorías de «requerimiento» del cambio y el estudio de su epistemología apuntan a un núcleo «interaccionista» en la mayoría de los procedimientos. La necesidad de una concepción operante mediacional en humanos y la discusión de los resultados en los procedimien- tos de la CBM cierran el estudio. Summary In this review which reaches the end of 1980 a surny of the most relevant published works on the field of the CMB has been made. Af ter an analysis of the general problems of the behaviorist corrent which have favo- rised the apparition of the CM:B, besides other more specific influences and of its relationships with several systems of therapy is made a brief explana- tion of the most important procedures of therapeutic intervention. The theories of «requirement» of change sud the study of its epysthemology are pointing towards an «interactionist» nucleus in the main part of the proce- dures. The need of an operative mediational conception on human beings and the discussion of the resulta on the GMB procedures close ibis study. Resumé Dans cet etude que arrive jusqu'an la fin du 1980, on réalise une revisión a la literature plus relevé du clamp de la CBM. Aprés une analyse des problemes generaux du mouvément behaviorisme qui ont falicité l'aparition de la CBM, ainsi que des autres infiuences plus specifiques et de sa liaison avec divers systemes de therapie, on pase a une bref description des prin- cipales procédés de intervention therapeutique. Les teories de «requisition» du changement et l'etude de se epistemologie signalent sur une noyeau «interaccioniste» dans la plus part des procédés. Avec le besoin d'une con- ception operante mediationel dans les humanies et la discussion des resultats des procedas de la Cl3M on finalise l'etude. Estudias de Psicología n.." 7 - 1981
  • 19. 110 Estudios Referencias ADLER, A.: Understanding Human Nature, Nueva York, Greenberg, 1927. (Hay traducción cas- tellana: Conocimiento del hombre, Madrid, Espasa-Calpe, 1962, 1.• ed. en 1947.) ALLPORT, G.: Becoming, New Haven, Yale University Press, 1955. BANDURA, A.: «Psychotherapy as a learning process», Psychological Bulletin, 5 (2), 1961. BANDURA, A.: Principies of behavior modification, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1969. BANDUIUt, A. (Ed.): Psychological modeling: Conflicting theories, Chicago, Aldine-Atherton, 1971. BANDuRA, A.: «Behavior theory and models of man» American Psychologist, 29, 859-869, 1974. BANDURA, A.: Social Learning theory, Englewood Cliff Nueva York, Prentice-Hall, 1977 a. s, BANDURA, A.: «Self-efficacy: toward a unifying theory of behavior change», Psychological Re- view, 89, 191-215, 1977b. BANDURA, A.: «Reflections on self-efficacy», Advances on Behavior Researcb and therapy, 1, 237-269, 1978. BANDURA, A.: «The self and mechanisms of agency», en J. Stas (Ed.): Social psychological pers- pectives on the .5-4 Hillsdale, N. J., Erlbaum, 1980 (en prensa). BATES, R.: ¿Chomsky o Skinner? La génesis del lenguaje, Barcelona, Fontanella, 1977. BECK, A. T.: «Thinking and depression: I. Idiosyncratic content and cognitive distorsions», Archives of General Psychiatry, 9, 324-333, 1963. BECK, A. T.: Depression: dinicd, experimental and tbeoretical aspects, Nueva York, Harper and Row, 1967. (Vuelto a publicar como: Depression, causes and treatment, Philadelphia, Uni- versity of Pennsylvania Press, 1970.) BECK, A. T.: Cognitive therapy and emotional disorders, Nueva York, International Universities Press, 1976. BECK, A. T. y MAHONEY, M.: «Schools of throught?», American Psychologist, 34, 93-98, 1979. BECK, A. T.; Rusa, J.; SHAW, E., y EmERY, G.: Cognitive therapy of depression, Nueva York, Guilford Press, 1980. BEM, D.: «Self-perception: An alternative interpretation of cognitive dissonance phenomena», Psychologicd Review, 74, 183-200, 1967. Baacaa, G. L. y Me GAUGH, J.: «Critique and reformulation of "learning theory": Approaches to psychotherapy and neurosis», Psychological Bulletin, 63, 338-358, 1965. BREWER, W.: «There is no convincing evidence for operant or classical conditioning in adults humans», en W. WEIMER y D. PALERMO (Eds.): Cognition and the symbolic processes, Hills- dale, N. J., Erlbraurn Associates, 1974. C.AU'TELA, J. R.: «Covert conditioning», en A. JAeoas y L. B. SACHS (Eds.): The psychology private events: perspectives on covert response systems, Nueva Jersey, Academic Press, 1971. CONE, E.: The practice of autosuggestion, Nueva York, Doubleday, 1922. CHOMSKY, N.: «A review of verbal behavior in B F Skinner», Language, 35, 26-58, 1959. Di LORETO, A.: Comparative psychotherapy, Nueva York, Aldine-Atherton, 1971. DOLLARD, J. y MILLER, N. E.: Persondity and psychotherapy, Nueva York, McGraw-Hill, 1950. (Hay traducción castellana: Personalidad y psicoterapia, Bilbao, Desclee de Brouwer, 1977.) Dmans, P.: The psychic treatment of nervous disorders, Nueva York, Funk and Waznalls, 1909. (Primera edición en 1907.) DuLANY, D. E.: «Awareness, rules and propositional control: a confrontation with S-R beha- vior theory» en T. R. Drama y D. L. HORTON (Eds.): Verbal behavior and general theory, Englewood diffs, Nueva York, Prentice Hall, 1968. D'ZuauLLA, T. J. y GOLDFRIED, M. R.: «Problem solving and behavior modification», Journd of Abnormal Psychology, 78, 107-126, 1971. A.: «A note the treatment of agovaphobics with cognitive modification versus prolonged exposure in vivo», Behavior Research and Therapy, 17, 162-164, 1979. ama, A.: Reason and emotion in psychotherapy, Nueva York, Stuart, 1962. (Hay traducción castellana: Razón y emoción en psicoterapia, Bilbao, Desclee de Brouwer, 1980.) Elan, A. y GRIEGER, R.: Handbook of rational-emotive therapy, Nueva York, Springer Publis- hing Co., 1977. ELLIs, A. y HARPER, R. A.: A guide lo rational living, Nueva Jersey, Prentice Hall, 1961. (Hay traducción castellana: Psicoterapia racional emotiva, México, Herrero Hnos. Sucs., S. A., 1962.) EMMELKAMP, P. M.; KUIPERS, A. C., y EGGERAAT, J. B.: «Cognitive modification versus pro- longed exposure "in vivo": a comparison with agoraphobics as subjets», Behavior Research and Therapy, 16, 33-41, 1978. EAIMELKAMP, P. M.; HELM, M.; ZAN'TEN, B. L., y PLoenc, 1.: «Treatment of asesive-compul- sive patients: the contribution of self-instructional training to the effectiveness of exposure», Behavior Researcb and Tberapy, 18, 61-66, 1980. Estadios de Psicología n.• 7 - 1981
  • 20. Estudios 111 EYSENCK, H. J.: Bebavior therapy and the neurosis, Oxford, Pergamon Press, 1960. EYSENCK, H. J.: Experiments in behavior therapy, Oxford, Pergamon Press, 1964. (Hay traduc- ción castellana: Experimentos en terapia de la conducta, 3 vol., Madrid, Ed. Fundamen- tos, 1979.) EYSENCK, H. J.: «Behavior therapy and the philosophers», Behavior Research and Therapy, 17, 511-514, 1979. EOREYT, J. P. y RATTEN, D. P. (Eds.): Cognitive behavior therapy: research and application, Nueva York, Plenum Press, 1978. FRANCK, J.: Persuas ion and healing: a comparative study of psychotherapy, Baltimor, John Hop- kins Press, 1961 (revisado en 1974). Fucas, C. Z. y REIIM, L. P.: «A self-control behavior therapy program for depression», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 45, 206-215, 1977. GOLDF1UED, N. R.: «Systematic desensitization as training in self-control», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 37, 228-234, 1971. GOLDFRIED, M. R.• DECENTECEO, E. T., y WEINBERG, L.: «Systematic rational reestructuring as self-control technique», Behavior Therapy, 5, 247-254, 1974. GOLDFRIED, M. R.: «The use of relaxation and cognitive relabeling as coping skills», en R. STUART (Ed.): Behavioral Self-management, Nueva York, Brunner/Mazel, 1977. GOLDFRIED, M. R.: «Anxiety reduction through cognitive-behavioral intervention», en P. KENDALL y S. HOLLON (Eds.): Cognitive-behavioral interventions: theory, research and procedures, Nueva York, Academic Press, 1979. GREENSPOON, J. y LAMAL, P.: «Cognitive behavior modification. Who needs it?», The Psycho- logical Record, 28, 343-357, 1978. HEPPNER, P.: «A review of problem-solving literature and its relationship to the counseling process», Journal of Counseling Psychology, 25, 366-375, 1978. HOLLON, S. D. y BECK, A. T.: «Cognitive therapy of depression», en P. 10ENDALL y S. HoLLoN (Eds.): Cognitive-behavioral interventions: tbeory, research and procedures, Nueva York, Aca- demic Press, 1979. HommE, L. E.: «Perspectives in psychology: XXIV. Control of coverants, the operants of the mind»i_ The Psychological Record, 15, 501-511, 1965. HORTON, D. L. y TURNAGE, T. W.: HUMall learning, Englewood Cliffs, N. J., Prentice Hall, 1976. JANET, P.: The majos symptoms of hysteria, Londres, McMillan, 1907. JENNINGS, L.; CROSLAND, R.; LOVELESS, S. • MURRAY, J., y GEORGE, S.: «Cognitive control of extintion of classically conditioned pupillary response», The Psychological Record, 28, 193- 205, 1978. JOHNSON, W.: People in guandaries, Nueva York, Harper, 1946. KANFER, F. H.: «Self-regulation: Research issues and speculations», en C. NEURINGER y J. L. MI- CHAEL (Eds.): Behavior Modification in Clinical Psychology, Nueva York, Appleton-Century- Crofts, 1970 (original de 1967). KARNES, M.; TESKA, J., y Hownvs, A.: «The effects of four programs of classroom intervention on the intellectual and language development of 4-years old disadvantaged children», Ame- rican Journal of Ortbopsychiatry, 40, 58-76, 1970. KAZDIN, A. E.: «Covert modeling and the reduction of avoidance behavior», Journal of Abnor- mal Psycbology, 81, 87-95, 1973. ICAzon‹, A. E.: «Effects of covert modeling and modeling reinforcement of assertive behavior», Journal of Abnormal Psycbology, 83, 240-252, 1974. KELLY, G.: The psychology of personal constructs, Nueva York, Norton, 1955. ICENDALL, P. y FINCA, A.: «Developing non-impulsive behavior in children: cognitive-behavior estrategies for self-control», en P. ICENDALL y S. Hou.ohl (Eds.): Cognitive-Behavior interven- tions: theory, research and procedures, Nueva York, Academie Press, 1979. KENDALL, P. y HOLLON, S. (Eds.): Cognitive-bebavioral interventions: Tbeory research and pro- cedures, Nueva York, Academic Press, 1979. Koca, S.: «Psychology and emerging conceptions of knowledge as unitary», en T. W. WANN: Behaviorism and phenomenology, Chicago, Chicago University Press, 1964. KORZYBSKI, A.: Science and sanity, Lancaster, Pa., Lancaster Press, 1933. (Edición en rústica: San Francisco Institute for General Semantics, 1973.) KUHN, T. S.: The structure of scientific revolutions, University of Chicago Press, 1962. (Hay tra- ducción castellnoa: La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1975 [primera edición, 1971].) LANG, P. J.: «Fear reduction and fear behavior: problems in treating a construct», en I. M. SCIILIEN (Ed.): Researcb in Psychotberapy, vol. III, Washington, D.C.A.P.A., 1968. LMYGE, A. y jAKUBOWSKI, P.: Responsible assertive bebavior: cognitive bebavioral procedures for trainess, Champaing, Illinois, Research Press, 1976. LAzutus, R.: Psycbological stress and ¡be coping process, Nueva York, Mc Graw-Hill, 1966. Estudios de Psicología ti.. 7 - 1981
  • 21. 112 Estudios LEDWIDGE, B.: «Cogruitive-behavior modification: a step in the wrong direction?», Phychological Bulletin, 85, 353-375, 1978. LEDWIDGE, B.: «Cognitive-behavior modification or new ways to change minds: Reply to Ma- honey and Kazdin», Psychological Bulletin, 85, 1050-1053, 1979. LEWINSOHN, P. M. y ATWOOD, G. E.: «Depression: A clinical-research approach», Psychotherapy: Theory, Research and Practice, 6, 166-171, 1969. LIEBERT, R. M. y MORRIS, L. W.: «Cognitive and emotional components of tests anxiety: A distinction and some ínitial data», Psychological Reports, 20, 975-978, 1967. LINEHAN, M. M.: «Structured cognitive-behavioral treatment of assertion problems», en P. C. 'CEN- DAL'. y S. V. HOLLON (Eds.): Cognitive-Behavioral interventions: Theory, research and pro- cedures, Nueva York, Academic Press, 1979. LOCKE, E.: «Behavior modification is not cognitive and other myths: reply to Ledwidge», Cog- nitive Therapy and Research, 3, 141-146, 1979. Low, A.: Mental health through will training, Boston, Christopher Publishing, 1950. LURIA, A.: The role of speed in the regulation o} normal and abnormal behaviors, Nueva York, Liveright, 1961. LURIA, A.: «Speech and formation of mental processes», en M. Com y I. MALTZMAN (Eds.): A handbook of contemporary soviet psychology, Nueva York, Basic Books, 1969. MCCORQUODALE, K.: «On Chomsky's review of SIdnner's verbal behavior», journal of the Experimental Analysis of Behavior, 13, 83-99, 1970. MAHONEY, M. J.: Cognition and Behavior Modification, Cambridge, Bellinger, 1974. IVIAlloNEY, M. J.: «Personal science: A cognitive leaming therapy», en A. Elms y R. GRIEGER (Eds.): Handbook of rational psychotherapy, Nueva York, Springer, 1977. MAHONEY, M. J.: «Psychotherapy and the structure of personal revolutions», en M. MAHONEY (Ed.): Cognition and clinical science, Nueva York, Plenum Press, 1979. MAHONEY, M. J. y ARICNOFF, D.: «Cognitive and self-control therapies», en S. GARFIELD y A. BERGIN (Eds.): Handbook of psychotherapy and behavior change, Nueva York, Wiley, 1978. MAHONEY, M. J. y ICAzinbr, A.: «Cognitive behavior modification: naisconceptions and premature evaluation», Psychological Bulletin, 86, 1044-1049, 1979. MALTZMAN, I.: «Theoretical conceptions on semantic conditioning and generalization», en T. R. DixoN y D. L. HORTON (Eds.): Verbal behavior and general behavior theory, Englewood Qiffs, Nueva York, Prentice Hall, 1968. MALTZMAN, I.: «Orienting in dassical conditioning and generalization of the galvanic skin res- ponse towards: an overview», journal of Experimental Psychology: General, 106, 111-119, 1977. MARLATT, A. y GORDON, J.: «Determinants of relapse: Implications for the maintenance of behavior change», en DAVISON (Ed.): Behavioral Medicine: Changing healt lifestyles, Nueva York, Brunner/Mazel, en prensa. MARLE'TT, N. J. y WATSON, D.: «Test anxiety and inmediate or delayed feedback in a test-like avoidance task», journal oí Personality and Social Psychology, 8, 200-203, 1968. MEICHENBAUM, D.: «Cognitive factors in behavior modification: Modifying what dients say ro themselves», en C. M. FRANKS y G. T. WILSON (Eds.): Annual Review oí Behavior Therapy Theory and Practice, vol. I, Nueva York, Brunner/Mazel, 1973. MEICHENBAUM, D.: Cognitive behavior modification, Morristown, Nueva York, General Learning Press, 1974. MEICHENBAUM, D.: «Toward a cognitive theory of self-control», en G. SCHWARTZ y D. SAPIRO (Eds.): Con.sciousness and self regulation, vol. I, Nueva York, Plenum Press, 1976. MEICHENBAUM, D.: Cognitive Behavior modification: An integrative approach, Nueva York, Ple- num Press, 1977. MEICHENBAUM, D.: «Cognitive Behavior Modification: The need for a faire assessment», Cogni- tive Therapy and Research, 3, 127-130, 1979. MEICHENBAUM, D. y BurLER, L.: «Toward a conceptual model for the treatment of test anxiety: Implications for research and treatment» en I. SARASON (Ed.): Test Anxiety: Theory, Re- search and Applications, Nueva Jersey, La wrence Erlbaum, 1980. MEICHENBAUM, D. y CAMERON, R.: Stress inoculation: A skills training approach to anxiety management, Unpublished manuscript, University of Waterloo, 1973. MEICHENBAUM, D. y CAMERON, R.: «C,ognitive behavior modification», en C. FRANKS y T. MI.- soN (Eds.): Handbook of Behavior Therapy, Nueva York, Guilford Press, 1980. MILLER, G. A.; GALANTEA, E. H., y PIUBRAM, K. H.: Plans and the structure of behavior, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1960. MILLER, N. E.: The influence of past experience upon the transfer of subsequent training„ Un- published Doctoral clissertation, Yale University, 1935. MURRAY, E. J. y JACOBSON, L. I.: «Cognition and learning in traditional and behavioral therapy», Estudios de Psicología n. o 7 - 1981
  • 22. Estudios 113 en S. GARFIELD y A. BERGIN (Eds.): Handbook of Psychotherapy ami behavior change, Nueva York, Wiley, 1978. NEISSER, U.: Cognitive Psychology, Nueva York, Meredith Publ. Co., 1967. (Hay traducción castellana: Psicología cognitiva, México, Trillas, 1976.) NOTTERMANN, J. M.; SCHOENFELD, W N., y BERSH, P. J.: «A comparison of three extinction procedures following heart rate conditioning», Journal of Abnormal and Social Psychology, 47, 674-677, 1952. OBSERVER, T. H.: «TIte recyding of cognition in psychology», Psychological Record, 28, 157- 160, 1978. PASTORE, N.: «The role of arbitrariness in the frustration-aggression hypothesis», Journal of Abnormal and Social Psychology, 47, 728-731, 1952 PAULOV, I. P.: Selected 'Works, Moscú, Foreing Languages Publishing House, 1955. PETERFREUND, E. y Sc:nwArrz, J. T.: Information, systems and psychoanalysis, Nueva York, Inter- national Universities, 1971. PHILLIPS, E.: Psychotherapy: A modern theory and practice, Nueva York, Prentice Hall, 1957. PLATONOV, K. I.: The word as a physiological and tberapeutic factor, Moscú, Foreign Lan- guages Publishing House, 1959. InucE, D. J. S.: Little science, big science, Nueva York, Columbia University Press, 1963. (Hay traducción castellana: Hacia una ciencia de la ciencia, Barcelona, Ariel, 1973. RACHMAN, S.: «Introduction to behavior therapy», Behavior Research ami Therapy, 1, 3-15, 1963. RACHMAN, S. y EYSENCK, H. J.: «Raplay to a 'critique and reformulation" of behavior therapy», Psychological Bulletin, 65, 165-169, 1966. RAIMY, V.: Misunderstanding of the self, San Francisco, Jossey-Bass, 1975. RAZRAN, G.: «A c-uantitative study of megning by conditioned salivary technique (semantic conditioning)» Science, 90, 89-91, 1939. RAzaithr, G.: «The observable unconscious and the inferable conscious in current soviet psy- c.hophysiology», Psychological Review, 68, 81-147, 1961. RAZRAN, G.: «Russian physiologists' psychology and American experimental psychology», Psycho- logical Bulletin, 63, 42-64, 1965. REHM, L. P.: «A self-control model of depression», Behavior Therapy, 8, 787-804, 1977. REHM, L. P.; Fucns, C.; ROTH, D.. KoaNnurn, S., y ROMAN, Self-control and social skills training in the modification of depression, Unpublished manuscript, University of Pitts- burg, 1975. RicaELLE, M.: «Analyse formele et analyse fonctionelle du comportement verbal», Bulletin de Psychologie, 304, xxvt, 5-9 1972-73. ROOK, K. y HAmmEN, C.: «A cognitive perspective on die experience of sexual arousal», Journal of Social Issues, 33, 7-29, 1977. RorrEn, J. B.: Social learning and clinical prycbology, Englewood Cliffs, Nueva York, Prentice Hall, 1954. Rusn, A. J.; BECK, A. T.; KOVACS, M., y HOLLON, S.: «Comparative efficacy of cognitive therapy and pharmacotherapy in the treatment of depressed outpatients», Cognitive Therapy and Research, 1, 17-37, 1977. SELIGMAN, M. P.: Helplessness, San Francisco, Freeman, 1975. SHAFFER, L. F.: «The problem of psychotherapy», American Psychologist, 2, 459-467, 1947. SHAW, B. F.: «Comparison of cognitive therapy and behavior therapy in the treatment of depres.. sion», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 45, 543-551, 1977. SEnntn, M. y SPIVACK, G.: Problem solving techniques in chilrearing, San Francisco, Jossey- Bass, 1978. SKINNER, B. F.: Science and Human Behavior, Nueva York, McMillan, 1953. (Hay traducción cas- tellana: Ciencia y conducta humana, Barcelona, Fontanella, 1970.) Srnotot, B. F.: Verbal Behavior, Nueva York, Appleton-Century-Croffts, 1957. SKINNER, B. F.: «Behaviorism at fifty», Science, 140, 951-958, 1963. SKIMVER, B. F.: «Why I am not a cognitive psychologist», Behaviorism, 5, 1-10, 1977. SNYGGS, D. y COMBS, A.: Individual Behavior, Nueva York, Harper, 1949. SPIELBERGER, C. D. y DE NIKE, L. D.: «Descriptive behaviorism versus cognítive theory in verbal operant conditioning», Psychological Review, 73, 306-326, 1966. SPWACK, G.; Pum J. J., y SHURE, M. D: The problem-solving approach to adjustment, San Francisco, Jossey-Bass, 1976. SPIVACK, G. y SHURE, M. D.: Social adjustment of young chiMren: A cognitive approach to sol ving realife problems, San Francisco, Jossey-Bass, 1974. STAATS, A W.: Learning, language and cognition, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1968. STAATS, A. W.: «Social behaviorism, human motivation, and the conditioning therapies», en B. MAREA (Ed.): Progress in experimental personal ity researcb, Nueva York, Academie Press, 1970. Estudios de Psicología n. 7 - 1981 8