De si es verdad que la revolución tendrá que esperar, o de si cabe la posibilidad de que Podemos pase a la historia como un mero revulsivo social, no parecen haberse enterado los militantes de Podemos en un acto público en Vallecas, el clásico barrio obrero del sur de Madrid. “¡Estamos a punto de derribar los muros del castillo!”, exclama uno de los oradores. Tampoco se respira mucha diversidad ideológica. El acto se inicia con una consigna, aclamada con júbilo: “¡Un brindis por la revolución cubana!”.
1. La casta somos todos
JOHN CARLIN
De si es verdad que la revolución
tendrá que esperar, o de si cabe la
posibilidad de que Podemos pase a la
historia como un mero revulsivo
social, no parecen haberse enterado
los militantes de Podemos en un acto
público en Vallecas, el clásico barrio
obrero del sur de Madrid. “¡Estamos
a punto de derribar los muros del castillo!”, exclama uno de los oradores. Tampoco
se respira mucha diversidad ideológica. El acto se inicia con una consigna,
aclamada con júbilo: “¡Un brindis por la revolución cubana!”.
El acto se celebra en el Ateneo Republicano de Vallecas, una especie de club social
para vecinos de tendencia izquierdista. Pero ahora hay algo nuevo que les une: la
sensación de que sí, se puede ganar.
“Estamos viviendo un momento histórico, un momento de ilusión”, declara un
asistente. “El pueblo obrero y guerrero de Vallecas se prepara para el cambio”,
proclama otra. Se repiten disciplinadamente las consignas de la dirección:
“Combatir la casta y a la gentuza que nos ha declarado la guerra a los ciudadanos”, a
“los banqueros responsables de los desahucios”, a “los poderes ocultos que han
secuestrado la democracia”, a “los políticos podridos” que se llenan los bolsillos
mientras los niños pasan hambre en los colegios. “La batalla contra la desigualdad
es lo que Podemos representa, ante todo”, y cuando llegue al poder “los peces
pequeños se comerán a los peces grandes”.
Propuestas concretas sobre cómo se acabaría con la desigualdad no hay, y espíritu
de transversalidad, poco. Pero entusiasmo, sí. Y lo que queda constatado es que
aunque los números que acumula Podemos provengan de un amplio sector, la
energía política, el petróleo que alimenta el motor Podemos, es de izquierdas. Como
lo es un diario en venta en una mesa a la entrada del Ateneo llamado El Otro País.
En la página cuatro hay un artículo muy crítico con la formación cuyo argumento
central es que Podemos, “desideologizado”, ha imitado elmodus operandi político
de las potencias capitalistas. “Para entender el éxito electoral (presente y futuro) de
Podemos”, dice el artículo, hay que recurrir a lo que “los publicistas
2. estadounidenses resumen en: 1) contar una historia; 2) ser breve; 3) ser
emocional”.
Maribel Cabrera tiene 36 años, los mismos que Pablo Iglesias, su vecino en
Vallecas. Maby, como sus amigos la conocen, vende ropa deportiva en El Corte
Inglés, donde gana 850 euros al mes. A sus espaldas tiene una agitada trayectoria
como sindicalista y activista local, curtida en el movimiento indignado 15-M; hoy
forma parte del equipo de 25 personas que representa a Podemos en el municipio
de Madrid.
“Cuando no tenía pareja quería a Brad Pitt”, cuenta Maby, que hoy sí tiene pareja y
una hija. Irradia energía y buen humor y ya no sueña más con hacerle la
competencia a Angelina Jolie. Es su manera de explicar cómo su asociación con
Podemos le ha rebajado las expectativas políticas, adaptándolas al mundo como es,
no como quisiera que fuera.
“He sido de izquierdas toda la vida porque quería igualdad social, pero veo que los
partidos de izquierda no han conseguido nada, que las ideas utópicas de izquierdas
no pueden más. Eso fue hace dos siglos. Podemos es intentar adaptar la sociedad a
lo que se puede hacer hoy, es decir, con mucho trabajo y poco a poco, ni de
izquierdas ni de derechas”.
A diferencia de Maby, Manu Báez, de 32 años, y Rafa Arias, de 52, ambos también
de Vallecas, carecen de trayectoria en la militancia política. Manu, que se gana la
vida como profesor de música, no había votado nunca. Pablo Iglesias empezó a
convencerle desde su programa de televisión, La Tuerka. “Me gustó desde un
principio”, dice, “porque no me trataba como imbécil”.
Aunquelosnúmerosque acumulaPodemosprovengan deun amplio sector, la
energíapolítica, elpetróleo quealimentael motor,esdeizquierdas
Rafa Arias, celador en un hospital además de camarero ocasional, destaca lo
mismo. “Siento que Iglesias y los otros profesores universitarios que dirigen
Podemos me tratan con respeto, que hacen caso a gente como yo”.
Andrés Serrano, jefe de unidad en la Policía Municipal de Madrid, comparte con
Maby una dilatada trayectoria de izquierdas. Llegó a militar en Izquierda Unida,
pero su prioridad hoy no es llegar a la dictadura del proletariado. “He bajado el
listón”, dice durante una conversación en un bar céntrico de la capital. “Me
3. conformo por ahora con un país más decente, un país donde el trabajo bien hecho
tenga recompensa. Que salga el mejor, no el amigo de alguien”.
¿Aboga, entonces, por un capitalismo decente? “De momento, sí. Yo firmo ahora un
capitalismo donde mis hijos se esfuercen y les vaya bien. Ahora queremos lo básico,
que es regenerar el país, modernizarlo, acabar con las redes de complicidades y los
clientelismos, que ha sido lo nuestro desde el franquismo”.
Pero ¿no teme que la ilusión se convierta en decepción en caso de que Podemos
llegue al poder y descubra que las arcas del Estado están vacías? “Hay que apostar
por algo”, responde Andrés, “y yo he elegido apostar por Podemos. Pero, sí,
decepcionará, inevitablemente. El paro no se acabará mañana. Si hay cambio será
poco a poco. Pero con tal de que se apliquen las leyes y se dé ejemplo de honestidad,
un ejemplo que ayude a cambiar la forma de ser de la sociedad, veré justificado mi
voto”.
Alfonso tiene un perfil diferente de los anteriores simpatizantes de Podemos, pero
comparte la idea de que las corruptas costumbres de la casta se filtran por toda la
ciudadanía. Alfonso, que prefiere no revelar su verdadero nombre, tiene 48 años.
Estudió en una universidad inglesa y ha sido director financiero en varias grandes
empresas, entre ellas Telefónica. Ha votado al PSOE y también al PP. Hoy piensa
votar a Podemos. Incluso ha donado dinero al partido.
Su principalatracción parael electorado radicano en la fuerzadesusideas,sino
en lade su visión moral
Como Andrés Serrano, Alfonso piensa sobre todo en el futuro de sus hijos. “Sus
posibilidades a día de hoy son mucho peores que las de mi generación y todos, no
solo los políticos, hemos sido cómplices de esta situación”, dice. El problema es, en
esencia, moral. O, por decirlo de otra manera, los hábitos amorales de la famosa
casta se extienden a todos. “El 95% de los españoles piensa que ‘si hago esto y no
me pillan, bien’. Yo veo a Podemos como una posibilidad, la única que veo en el
panorama político, de cambiar y regenerar el sistema en general”.
Alfonso insiste en que es el sistema; no es que los españoles sean gente corrupta por
determinismo biológico. Cuando llega un inglés a España se suma alegremente a la
cultura del “con IVA o sin IVA”; se compra un porcentaje de su casa en la Costa del
Sol con dinero negro. Todo tiene que ver con el sistema ético, que viene de arriba,
según Alfonso. Por eso él, como Andrés Serrano, considera que con tal de tener un
Gobierno que insista en la aplicación de las leyes y dé ejemplo con su manera de
administrar el poder, España ya ganaría mucho. “Con tal de que al menos tengan
4. como prioridad combatir el paro y, ante todo, que impongan su modelo de
transparencia, ya hay más que suficiente razón para votarles”.
Curiosamente, siendo Podemos un partido formado por profesores universitarios,
su principal atracción para el electorado radica no en la fuerza de sus ideas, sino en
la de su visión moral. Podemos lo sabe y todo indica que va a tener como estrategia
de aquí a las elecciones de fin de año eludir todo lo que pueda hablar de proyectos
concretos —cosa bastante habitual en los partidos tradicionales que tanto critican—
y hará lo posible para centrarse en donde son más fuertes y creíbles, en su misión
de transformación política y social.
Durante una conversación de 45 minutos Juan Carlos Monedero, uno de los
profesores fundadores, parece sentirse más cómodo hablando de transformación
que de proyectos concretos, pese a que él ha sido señalado como el encargado en
Podemos de formularlos.
Esa Españaesala queapuntaPodemos,ese sector dela población
aparentemente creciente que se mira de repenteconcierta vergüenza
¿La transformación se aplicaría también a la universidad, el mundo del que todos
los dirigentes de Podemos provienen? “La universidad en España es muy franquista
en su forma de ser”, contesta Monedero. “Es endogámica, no tolera la
desobediencia. Dime cinco grandes obras de la universidad española de los últimos
20 años. No hay”. ¿Quiere decir que la universidad también es casta? “Totalmente.
El que le lleva el maletín al catedrático es el que asciende. No es ninguna metáfora”.
Y si España es un país donde hasta un tercio de los desempleados trabaja en negro y
a la vez muchos cobran como desempleados, donde saltarse la ley para provecho
propio es más la regla que la excepción, ¿no se podría decir, entonces, que todos
son cómplices de la casta?
“Claro”, responde Monedero. “Pero con un matiz. Si son corruptos los políticos es
porque la gente los tolera, pero se ha roto la identificación del pueblo con los
políticos y hay una España ahora que no se ve reflejada en esa manera de ser”.
Esa España es a la que apunta Podemos, ese sector de la población aparentemente
creciente que, como dice Monedero que le ocurrió a él en sus viajes al extranjero, se
mira de repente con cierta vergüenza y siente un fuerte deseo de modernizar el país.
“Somos conscientes”, abunda Monedero, “de que si no cambiamos la cultura
política del país no cambiamos nada”.
5. ¿Cómo se hace eso? “Haciendo que nadie pueda tener impunidad, que se cambien
algunas leyes, que los partidos no decidan los puestos judiciales y haya
independencia del Poder Judicial”. Entonces, ¿a lo que apunta Podemos, como lo ve
Andrés Serrano, es a un capitalismo decente? Monedero se toma un par de
segundos antes de responder. “No existe”, dice. “No existe el capitalismo con rostro
humano. Si te lo ofrecen te están mintiendo. Una renta básica, por ejemplo: eso no
te lo puede ofrecer el mercado”. ¿Eso no suena bastante a vieja izquierda? “No. En
el momento que vivimos las ideologías son una autoindulgencia”.