1. Otros manieristas italianos
Ya vimos en su momento que la importancia extraordinaria de Miguel
Ángel como escultor eclipsa y prácticamente anula la fama de otros artistas
del siglo XVI. No obstante hubo también otros escultores manieristas de una
extraordinaria calidad, caso de Benvenuto Cellini o Giambologna
Giambologna, en realidad, Juan de Boulogne (Douai 1529-Florencia 1608).
Aunque flamenco de nacimiento, su formación es italiana, siendo un
admirador de las obras de Miguel Ángel de quien recoge la tensión
dinámica y el gusto puramente manierista. Estuvo igualmente influido por
Cellini. Su aportación más significativa, es la figura serpentinata, que
consiste en un giro en espiral ascendente de las figuras. Sus obras de
pequeño tamaño, en bronce o mármol, sentaron las bases de su fortuna y de
su fama, merecida en cualquier caso, pues pasa por ser la síntesis del
manierismo florentino y el autor más representativo de este movimiento.
En su obra el rapto de las sabinas 1583, es la primera escultura que obliga a
una pluralidad de puntos de vista. El movimiento helicoidal barroco tiene
aquí sus raíces históricas.
El rapto de las Sabinas. Giambologna Perseo de Cellini
Mercurio. Museo Bargello. Florencia. 1564
Este Mercurio de Giambologna es una obra de gran virtuosismo,
probablemente inspirado en la misma precisión técnica de las obras de
Cellini.
Se trata de una de sus figuras de pequeño tamaño, de una enorme corrección
en el dibujo y la talla del bronce, y al mismo tiempo de una composición
muy estudiada en su sentido del movimiento.
En efecto, sorprende por su concepto de equilibrio que es de una total
inestabilidad, plenamente manierista por cierto. De hecho, la figura carece
de base, al apoyarse únicamente en un solo pie, asumiendo además una
actitud danzarina y una posición del cuerpo contorsionada y en forma
helicoidal, igualmente característica de su estilo. Todos los miembros del
cuerpo se retuercen en un vórtice de múltiples puntos de vista, configurando
una característica espiral compositiva, que no sólo acentúa la sensación de
2. desequilibrio, sino que además subraya las líneas verticales de la
composición, lo que también es propiamente manierista.
A la culminación de esta disposición en espiral también ayudan las líneas
de fuga abiertas, concretamente el pie hacia atrás y sobre todo la mano y el
dedo elevados, que por sí mismos dibujan el vórtice (torbellino)
compositivo ya señalado, ayudados además por la posición complementaria
del brazo contrario.
El cuerpo se abalanza en otro gesto desequilibradamente, sólo compensado
por la posición del pie derecho, que también tiene esta función, y el caduceo
(la vara característica de Mercurio con dos serpientes enroscadas) de la
mano izquierda.
A todo ello habría que añadir el toque erótico (otro rasgo manierista) del
cuerpo de Mercurio a lo que contribuye el desnudo mórbido, vibrante, más
enfantizado sin duda a través del tratamiento del bronce.
Giambologna se propuso conseguir lo imposible: una estatua que superase
la gravedad de la materia inerte y creara la sensación de un rápido vuelo por
el aire. Y hasta cierto punto lo consiguió. Mercurio sólo con la punta de uno
de sus dedos toca en tierra, y más que en ésta, en un chorro de aire que sale
de la boca de un rostro que representa al viento sur. Toda la estatua está
equilibrada con tanto tino que parece realmente flotar en la atmósfera, y
deslizarse por ella graciosa y velozmente.