1. François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (París, 21
de noviembre de 1694 – ibídem, 30 de mayo de 1778) fue
un escritor, historiador, filósofo y abogado francés que figura como
uno de los principales representantes de la Ilustración, un período
que enfatizó el poder de la razón humana, de la ciencia y el
respeto hacia la humanidad. En 1746 Voltaire fue elegido miembro
de la Academia francesa.
2. Lo que llamamos felicidad es una idea abstracta; compuesta de algunas ideas de
placer, porque el que sólo tiene un momento de placer no puede decir que es
feliz, como por un momento de dolor no puede creerse el hombre desgraciado. El
placer es más rápido que la dicha, y la dicha más rápida que la felicidad. Cuando el
hombre dice: «Soy dichoso en este momento», abusa de la palabra, porque sólo quiere
decir: «Tengo placer.» Cuando disfrutamos de placeres repetidos durante un espacio
de tiempo, podemos decir que somos dichosos. Cuando esa dicha se
prolonga, podemos decir que somos felices. Muchas veces, gozando de gran
fortuna, no somos dichosos, como los enfermos displicentes que carecen de apetito y
no comen en los festines preparados para ellos.
3. Para amarlo no se necesita del saber escolar. Se manifiesta en la
experiencia cotidiana. Es percibido por las personas sencillas como
Juez, Padre y Rey. Además es creador y dador de todo. A Él se le
alaba de corazón. No está situado por encima de las nubes del saber
teológico. Se le encuentra en la práctica del bien, en el otro.
Se puede concluir que para Voltaire el deísta es quien cree en el
verdadero Dios y actúa de la mejor manera pues no es supersticioso.
4. De la conciencia del bien y del mal El hombre nace sin ningún principio, pero con la
facultad de recibirlos todos.
Su temperamento puede inclinarle más al mal que al bien o al revés, su
entendimiento le hará comprender las ciencias exactas y las normas morales enseñadas
por la sociedad (como no hacer cosas malas si no queremos que nos las hagan) pero no
podrá comprender por sí mismo esas cosas si nadie se las enseña, porque no entenderá
las ciencias exactas y no sentirá que esta mal hacer lo que esta mal (o bien lo que bien).
Para no cometer tremendos errores, la naturaleza da al hombre la capacidad de
aprender y adquirir la verdad y la compasión para actuar y enseñar esas verdades a los
demás.
5. Según Voltaire La verdad es una palabra abstracta que la
mayoría de los hombres usan con indiferencia en sus libros y en
sus fallos por equivocación o por mentir.» Esta definición ha
convencido a todos los inventores de sistemas; de este modo la
palabra «sabiduría» se toma con frecuencia por locura y la palabra
«ingenio» por tontería.
Definimos la verdad humanamente hablando, esperando otra
definición mejor, «lo que se anuncia tal como es».
6. No cree en ninguna inocencia y bondad naturales del hombre. No es la
sociedad, el Estado o la cultura la que pervierte y denigra esa inocencia
primigenia del hombre, antes bien, es el propio hombre el que genera las
propias condiciones de su miseria. La ética no se halla subordinada a la
política, porque se trata de un ámbito inmanente a nuestra propia naturaleza.
La absoluta confianza de la razón que postularon un siglo antes los
racionalistas no es aceptada por Voltaire, para el cual la inteligencia humana
por sí misma puede denunciar, criticar y corregir algunos prejuicios, errores o
disparates, pero por sí sola es impotente para erradicar estos males.
7. Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su
casa, sabiendo que tienen una.
Una colección de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra
remedio a todos los males.
Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense
como yo.
Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.