La personificación o prosopopeya es un artefacto retórico más de intensificación de la cualidad o de la función del producto. Esta intensificación, a través frecuentemente de la metáfora previa, da al producto una cualidad que le infiere, no solo notoriedad, sino personalidad suficiente para poder llegar a establecer un diálogo. A través de él, se crea una línea de comunicación caliente, válida para la persuasión emotiva.