La terapia genética se utiliza para tratar el cáncer mediante tres métodos: fortalecer el sistema inmunitario contra las células cancerosas, introducir "genes suicidas" en las células tumorales, y compensar o bloquear los genes relacionados con el cáncer. Existen dos clasificaciones principales de terapia genética - ex vivo, que extrae y modifica células fuera del cuerpo, y in vivo, que administra el gen directamente al paciente. Los riesgos incluyen efectos imprevistos de los vectores virales