2. La España del siglo XVII
A la muerte de Felipe II, en 1598, España queda
sumida en una gran crisis económica.
En el siglo XVII gobernarán tres reyes: Felipe
III, Felipe IV y Carlos II, que dejarán el poder
en manos de hombres de confianza (privados o
validos).
Crece vertiginosamente el empobrecimiento
económico y financiero por la expulsión de los
moriscos, el hambre, las guerras, la peste...
3. Se masifican las ciudades por el éxodo del
campo a la ciudad como consecuencia de la
ruinosa economía agrícola.
Las ciudades se llenan de soldados licenciados,
vagabundos, parados y pillos, todos ellos sin
arraigo ni ideales, pesimistas y escépticos.
La alta nobleza se reduce en número y aumenta
en riqueza.
Hay un gran contraste entre los lujos de la corte
y la pobreza de la mayor parte de la sociedad.
4.
5. Panorama de la poesía barroca
Se pasa de la exaltación renacentista del
hombre y de la naturaleza, al desprecio de
la vida, al pesimismo y desengaño.
Aparece una muy rica poesía satírica que
denuncia la corrupción de los tiempos y,
sobre todo, de las clases altas. El hambre
aparece como tema literario en la poesía
burlesca.
6. Tú piensas que nos desmientes
con el palillo pulido
con que, sin haber comido,
Tristán, te limpias los dientes;
pero la hambre cruel
da en comerte y en picarte,
de suerte que no es limpiarte,
sino rascarte con él.
Polo de Medina
7. El autor busca ser lo más original posible y
tiende a la exageración, a la hipérbole, que
contrasta con el equilibrio y la moderación del
renacimiento.
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
era un reloj de sol mal encarado.
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era;
érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.
Francisco de Quevedo
8. La artificiosidad sustituye a la naturalidad de la
poesía renacentista. Así, el poema estará lleno
de metáforas, alusiones mitológicas, cultismos,
neologismos, que lo separan del lenguaje vulgar.
(“Glauco en las aguas, y en las hierbas Pales”,
Góngora).
La poesía barroca es continuadora de los ideales
petrarquistas de la belleza y del amor, aunque
con interpretaciones personales de cada autor
(desde el enfoque personal y autobiográfico de
Lope, la perfección intelectual de Quevedo a los
recreos formalistas y brillantes de Góngora).
9. La poesía mitológica ovidiana también tuvo una
gran influencia. El autor de las Metamorfosis fue
muy seguido por todos los poetas barrocos,
especialmente por Góngora que con su Polifemo
creó una auténtica revolución.
“Ninfa, de Doris hija, la más bella adora, que vio el reino
de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella el
terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa
estrella lucientes ojos de su blanca pluma; si roca de
cristal no es de Neptuno, pavón de Venus es, cisne de
Juno.” (El Polifemo)
10. El tema mitológico llegó incluso a generar una
corriente burlesca, el poema mitológico burlesco.
Así, por ejemplo, en la Fábula de Píramo y
Tisbe el propio Luis de Góngora se parodia a sí
mismo.
La ciudad de Babilonia,
-famosa no por sus muros
(fuesen de tierra cocidos
o sean de tierra crudos),
sino por los dos amantes,
desdichados hijos suyos,
que, muertos, y en un estoque,
han peregrinado el mundo
11. La tradición popular castellana se evidencia
también en numerosos romances, letrillas, y
canciones de tipo tradicional. El llamado
“romancero nuevo” alcanza en el siglo XVII su
máximo esplendor. Autores como Lope de Vega
revitalizaron esta tradición popular:
¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvela,
y entre las olas sola!
¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.
12. Respecto a la tradición religiosa, en la lírica
barroca también tiene un cultivo intenso.
También Lope de Vega cultivó la lírica religiosa
en todas sus modalidades:
Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.
Cuando miro los años que he pasado,
la divina razón puesta en olvido,
conozco que piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.
13. Temas de la poesía barroca
El tema fundamental de la poesía barroca es el
paso del tiempo y la fugacidad de nuestra
existencia.
La rosa se convierte en símbolo de lo perecedero
de la existencia. La lozanía de la rosa y su
rápido fenecer en término de un día, sirven para
hacer reflexionar sobre la caducidad de la
belleza humana, especialmente de la amada.
Lo que para Garcilaso es invitación a gozar de la
juventud, para Góngora, por ejemplo, se
convierte en meditación de la brevedad de la
vida y la fugacidad de lo terreno:
14. Ayer naciste y morirás mañana.
¿Para tan breve ser, quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu muerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
15. Otro símbolo es el de las ruinas de
grandes esplendores. Los muros más
sólidos, los imperios más fuertes, caen
ante el paso del tiempo, como caen el
poder y la gloria. Así en Quevedo:
Miré los muros de la patria mía
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
16. También el contraste entre la cuna y la
sepultura lleva implícita la presencia del
tiempo y de su rapidez.
“Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue y un será y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.”
Francisco de Quevedo
17. Conceptismo y culteranismo
En el siglo XVII surgen dos estilos que
pretenden innovar el lenguaje poético culto del
Renacimiento: el conceptismo y el
culteranismo.
Ambos estilos se dan por dos vías que, en
principio, parecen opuestas, lo que causa
enfrentamiento entre ellas. Mientras el
culteranismo se fija más en la “forma”, el
conceptismo lo hará más en el “fondo” o
contenido.
18. Culteranismo
El culteranismo es una palabra formada
recordando a “luteranismo”, empleada por los
detractores de Góngora para comparar su poesía
con una especie de herejía literaria que había
que combatir.
La idea del culteranismo va unida por lo general
al verso de Góngora y sus seguidores.
En realidad, el culteranismo hacía referencia a
la corriente del cultismo literario que tenía
como norma general la imitación de los
escritores de la antigüedad grecolatina.
19. La imitación clásica se realizaba no sólo en los
géneros y temas sino también en el léxico
(“cultismos léxicos”) y en la sintaxis (ablativos
absolutos, acusativos griegos, colocación del
verbo al final del período, etc.).
Así, algunos de los cultismos léxicos utilizados
por Góngora son:
– ...pintadas aves, cítaras de pluma...
– ...incierto mar, luz gémina dio al mundo...
– ...de aljófares purpúreos coronado...
20. En la poesía gongorina predominarán también
los colores magníficos, los materiales
suntuarios (oro, marfil, perlas, mármol...), la
decoración exterior (flores, frutos...), las
alusiones a los bellos mitos grecolatinos, los
paisajes bellos y las bellas muchachas (diosas).
Sus caracteres más sobresalientes son la
latinización del lenguaje y el empleo intensivo
de metáforas e imágenes.
En general, al hablar de culteranismo nos
referiremos a un recargamiento ornamental y
sensorial, entrelazado con una complicación
conceptual.
21. Conceptismo
Su principal representante es Francisco
de Quevedo.
El conceptismo profundiza en el sentido
o concepto de las palabras.
Su teórico y definidor, Baltasar Gracián,
definió el concepto como “aquel acto del
entendimiento, que exprime las
correspondencias que se hallan entre los
objetos”.
22. Son muchos los aspectos que pueden sostener
esa correspondencia: el sonido, la semejanza
formal, la contigüidad...
El concepto abarca numerosas figuras retóricas:
equívoco, paronomasia, metáfora, metonimia,
antítesis, paradoja...
A diferencia del culteranismo, la oscuridad en el
conceptismo estribaba en el pensamiento, no en
la oscuridad de las palabras o en el hipérbaton
de la frase.
23. El conceptismo se diferencia del
culteranismo fundamentalmente en
algunas técnicas formales. En el
conceptismo:
– No hay colorismo ni materiales suntuarios.
– No hay utilización de la metáfora ascendente
(perlas por dientes), sino de la descendente
(anca de la mano).
– No hay alusiones mitológicas embellecedoras
ni nobles hipérboles de la belleza humana.