El niño se acercó a un turista para pedirle una lapicera. El turista no podía darle la suya, pero le ofreció dibujarle un animal en la mano. Rápidamente otros niños se acercaron pidiendo también dibujos. Un niño pequeño le mostró un reloj dibujado en su muñeca que le había mandado un tío de Lima, aunque reconoció que el reloj se atrasaba un poco.