2. José Domínguez Valonero
DEDICATORIA
A mis hijos José Luís y Javier y, especialmente, a
Emilia, mi esposa, y a mi pequeña Rocío, porque a ellas
he sustraído las horas dedicadas a este trabajo.
2
3. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII
EXPRESO MI AGRADECIMIENTO A:
Don Miguel Angel Tormo Rico, que constantemente me ha
estimulado a llevar a término este trabajo
Dª María Teresa Labrador de Lara, cuyas laboriosas
gestiones permitieron localizar la partida de defunción de D. Juan
Gualberto, que posibilitó la localización de otros importantes
documentos.
D. Juan Villalobos García y D. Paco Gómez, que con sus
magníficos dibujos enriquecieron esta biografía.
D. Manuel Martín de Vargas, cura párroco de Encinasola, que
facilitó mis trabajos en el Archivo Parroquial de Encinasola.
D. Fermín Adame Galván, por sus magníficas fotografías y su
incondicional colaboración.
Y a mis sobrinos
Sacramento Baglietto Campos, José Domínguez Santos y
María José Dabrio, que realizaron diversas gestiones
3
4. José Domínguez Valonero
FONDOS DOCUMENTALES CONSULTADOS1
• Archicofradía Sacramental de San Pedro, San Andrés y San Isidro
• Biblioteca de la Delegación de Defensa de Castellón
• Biblioteca Pública de Castellón. (Depósito de Fondos Reservados)
• Biblioteca General e Histórica de la Universidad de Valencia.
• Biblioteca Nacional.
• Archivo del Ayuntamiento de Encinasola.
• Archivo del Congreso de los Diputados
• Archivo Diocesano del Arzobispado de Madrid.
• Archivo de la Diputación Provincial de Huelva
• Archivo General del Arzobispado de Sevilla
• Archivo General de Indias.
• Archivo General Militar de Segovia.
• Archivo General del Palacio Real
• Archivo General de Simancas
• Archivos Históricos de la Armada
• Archivo Histórico Nacional
• Archivo Histórico de Protocolos.
• Archivo Histórico Universitario de Sevilla
• Archivo Municipal de Castellón.
• Archivo Parroquial de Encinasola
• Archivo del Reino de Valencia.
• Archivo del Senado
• Parroquia de San Sebastian (Madrid)
• Servicio Geográfico del Ejercito
A todo el personal de estos Centros les expreso mi reconocimiento por la delicadeza y
eficacia con que han atendido mis peticiones de documentos, textos, datos, etc.
1
Las gestiones realizadas en algunos de estos Centros no han alcanzado el resultado que se pretendía, no
obstante, se mencionan para constancia
4
5. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII
PRÓLOGO
S iempre he sentido curiosidad por saber quien fue D. Juan Gualberto González Bravo, pues,
no en vano, sus apellidos constituyeron un punto que atraía la mirada de los que, a
principios de la segunda mitad del presente siglo, dábamos nuestros primeros pasos en el aprendizaje
de la lectura. En aquella época, los anuncios publicitarios eran tan escasos que puede afirmarse que los
rótulos que podíamos encontrar en las vías públicas se reducían a los que daban nombre a las mismas.
Por eso, de tanto leerlo, el de GONZÁLEZ BRAVO se quedó grabado en mi mente y, como los datos
conocidos sobre este personaje eran escasos, siempre mantuve el deseo de poder llegar a conocer el
papel que, aquel a quien la calle se hallaba dedicada, había jugado en la vida de Encinasola y cual
podía haber sido su importancia dentro del conjunto de la sociedad.
Corría el otoño de 1996 cuando llegó a mis manos un ejemplar de la revista “Huelva”2 en la
que, en un artículo sobre Encinasola, figura una breve frase que dice que el pueblo no sabe casi nada
sobre D. Juan Gualberto González Bravo. Estas palabras actuaron como un resorte que me
proporcionó el impulso necesario para que la curiosidad contenida durante tantos años se abriese paso
y, con ello, iniciase la búsqueda de los datos que permitieran reconstruir la vida de nuestro personaje.
El punto de arranque de este trabajo lo constituyó la breve reseña que sobre D. Juan Gualberto
figura en el Diccionario Sopena, edición del año 1952.
Con los escuetos datos que esta descripción facilita, parecía que el sendero que tenía que
recorrer iba a estar plagado de dificultades y, sin embargo, superados los inciertos y titubeantes
primeros pasos, me encontré en un camino fácil, ameno y lleno de agradables, sorprendentes y
emotivas sensaciones.
El recorrido ha sido fácil porque la importancia que, en su época, tuvo D. Juan Gualberto fue
tal que, aún hoy, su rastro permanece imborrable en todos aquellos lugares en los que desarrolló sus
actividades. Sus huellas han desafiado el paso de los años y basta un ligero esfuerzo para que afloren y
se manifiesten con toda intensidad. Parece como si los documentos estuviesen cansados del
prolongado letargo al que han estado sometidos y con toda diligencia, e impacientemente, tratasen de
hacer notar su existencia, de salir a la luz y narrar el mensaje que, durante casi dos siglos, tan
celosamente han mantenido guardado.
La amenidad ha sido consecuencia de las múltiples facetas que el biografiado desarrolló a lo
largo de su dilatada existencia y que motivaron que su vida se alejase de la rutina. Por esto, ahora,
cuando recuperamos los momentos que vivió, vemos que se nos presentan llenos de importantes y
enriquecedoras experiencias.
En cuanto a las sensaciones experimentadas durante este tiempo es justo decir que han sido
muchas y variadas. Ante la dificultad de describirlas, os invito a imaginar la emoción sentida cuando,
después de estar olvidadas durante casi doscientos años, salieron a la luz y se hicieron patentes
aquellas instancias, escritas por la mano de D. Juan Gualberto, en las que pedía un cargo en la Habana
o qué sensación pude sentir cuando, casi dudando de que fuese realidad, sacudí el polvo de un
ejemplar de su “Obras en verso y prosa” y mis indecisos dedos se deslizaron por entre sus páginas. Si
grande fue la impresión que me produjo la recepción de su partida de defunción, mayor aún fue la
experimentada al ver el rostro de D. Juan Gualberto. Una imagen buscada desde el primer momento y
que el azar quiso que fuese el último hallazgo, la última información obtenida, como si el destino
hubiese querido imprimir su sello definitivo.
D. Juan Gualberto vivió en unos momentos que se caracterizaron por los profundos cambios
que se produjeron en España, pues, en nuestra patria, hubo transformaciones que afectaron a todos los
órdenes de la vida: D. Juan Gualberto fue testigo de la caída del antiguo régimen; durante su vida
España vivió en un estado de guerra permanente: guerra de independencia de Estados Unidos, guerras
contra Portugal, Inglaterra, Rusia y Francia y, además, se padecieron una invasión y dos guerras
civiles; vio como se desmantelaba todo un imperio y cómo era destruida nuestra flota; fue testigo,
siendo aún niño, de la adopción de la bandera roja y gualda como uno de los símbolos máximos de la
2
HUELVA ‘97. Revista de la Diputación Provincial. Número 2. Página VI. Febrero 1986.
5
6. José Domínguez Valonero
Patria; asistió a un sin fin de revueltas, asaltos al poder; revoluciones, regicidios fallidos; el
absolutismo alternó con períodos constitucionales; presenció el desprestigio de su amada monarquía;
experimentó el profundo tránsito del clasicismo al romanticismo; sintió que el mundo rural comenzaba
a sentirse protegido por la presencia de la Guardia Civil; comprobó cómo se popularizaba el acceso a
la universidad; vio cómo se daban los primeros pasos para establecer la enseñanza obligatoria; en su
tiempo se inició un fuerte proceso de construcción de caminos y vías férreas, tan importantes para
iniciar la modernización de España..... Y, como anécdota, cabe decir que incluso la indumentaria
masculina se vio hondamente modificada, suprimiéndose el uso de las medias y el calzón, que dieron
paso a los actuales pantalones.
Con respecto al carácter, todos sabemos que cada persona está adornada por unas virtudes que
le definen y que, además, siempre hay alguna de ellas que se muestra de forma más acentuada. No
creo incurrir en error si afirmo que la cualidad que definía a D. Juan Gualberto era la sencillez, pues
esta es la característica que resaltan en sus reseñas sobre él los que le conocieron, pero, además, estas
referencias se ven reforzadas por una serie de datos que las confirman:
Sencillez y humildad es lo que rebosa el Prologo del tomo I de su “Obras en verso y prosa”. A
lo largo de él se hace patente el esfuerzo del autor en justificar el motivo por el que se decide a
publicar sus traducciones. Y esta justificación se basa en la humildad. Califica sus traducciones
inferiores a todas las que hasta entonces se habían publicado y dice que sólo la presión que sobre él
ejercían otras personas y la fidelidad a la palabra empeñada a su “excelente amigo y compañero de
tribunal en Guatemala, el ilustrado jurisconsulto y humanista don Joaquín Bernardo Campuzano”
son los motivos que le inducen a llevar a cabo su publicación. Su sencillez se manifiesta incluso en las
portadas de los volúmenes pues, en un tiempo en el que era habitual que quien publicaba un libro se
presentase adornado con los honores y títulos que poseía, D. Juan Gualberto prescinde de los suyos,
que no eran pocos, y su nombre aparece solo, desnudo, desprovisto de cualquier tipo de tratamiento.
Sencillez, y sólo sencillez, es lo que refleja su testamento cuando con respecto a su entierro
especifica: “prohibo toda pompa y solemnidad, sino que mi Caja se ha de llebar por cuatro Pobres
3
de S. Bernardino y doce con hachas, envuelto mi cadaver en una sabana, sin coche ni carruage
ninguno que vaya detras”. Para tener una clara idea de lo que significó este deseo, que puede
parecernos intranscendente, hay que situarlo en el momento en que el mismo se formula, pues, en
aquellos tiempos, los funerales estaban rodeados de un complejo formulismo y se veían acompañados
de una gran solemnidad y de un rígido protocolo.
Esta misma característica, la sencillez, es manifiesta en su paso por la Secretaria de Estado y
del Despacho de Gracia y Justicia, pues no otra cosa puede colegirse cuando se compara la
prepotencia, el poder y la influencia que sobre la vida política de la nación ejerció uno de sus
predecesores en ese mismo cargo, D. Francisco Tadeo Carlomarde, con la callada labor del marocho.4
La familia González Bravo fue, sin lugar a dudas, una de las más influyentes de Encinasola
durante el siglo XIX. Los González Bravo debieron de tener un enorme peso específico en todas las
actividades que se desarrollaban en el pueblo: políticas, paramilitares, económicas, sociales, … y es
sorprendente comprobar como su rastro se pierde, en Encinasola, en un corto espacio de tiempo.
Desde nuestra perspectiva actual, diríamos que su presencia se desvanece con la misma simplicidad
con que un azucarillo se disuelve en un vaso de agua.
Con respecto a este trabajo, es preciso hacer dos precisiones:
La primera, que algunos temas de los tratados en esta biografía no están cerrados, es decir, que
es posible profundizar más en ellos ya que no hay dudas de que sólo se ha estudiado una parte del
material que sobre D. Juan Gualberto debe de existir, pues aún quedarán archivos que guarden
documentos capaces de aportar nuevos datos sobre su persona. Determinados aspectos de su vida sólo
han podido ser tratados superficialmente, con lo que ha quedado abierta la vía para que, en un futuro,
puedan volver a ser objeto de investigación. Sin embargo, espero que la presente obra sea suficiente
como para que, a partir de ahora, podamos decir que “Encinasola ya sabe algo” sobre uno de los más
insignes de sus hijos.
3
Gruesas velas ó antorchas.
4
Gentilicio de los naturales de Encinasola (Huelva)
6
7. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII
La segunda puntualización es que, a lo largo de todo este estudio, se ha huido de las hipótesis
no comprobadas, sólo en las páginas dedicadas a Encinasola y a la infancia de D. Juan Gualberto he
permitido que mi imaginación, basada en el conocimiento de las antiguas costumbres del pueblo,
reconstruyera algunos aspectos dignos de mención y faltos de documentación. En el resto del trabajo
se ha buscado documentar los hechos y se ha tratado de no permitir que la fantasía sustituyese a la
realidad, pues, la experiencia ha puesto de manifiesto que los eventos imaginados, los acontecimientos
no comprobados, pueden alejarse extremadamente de la realidad. Así mismo, en los textos de la época
que se reproducen, se ha mantenido la ortografía original. En dichos escritos pueden apreciarse
diferencias ortográficas con respecto a las reglas gramaticales actuales. Fácil es comprender que esto
suceda, pues es consecuencia lógica de la evolución a la que la lengua está permanentemente
sometida.
Por último, sólo me resta indicar que el libro que tienes en tus manos es fruto de la curiosidad
por conocer la vida de D. Juan Gualberto y del amor que sentimos por nuestra tierra. Un amor crónico,
incorregible y, además, doloroso para todos aquellos que vivimos lejos de Encinasola, pues la
distancia y el tiempo no solo no han logrado borrar de nuestras mentes su recuerdo sino que
precisamente estos dos factores, la lejanía y los años, cada día hacen más vigorosa su imagen, cada
momento que pasa hace que el amor a nuestra tierra se fortalezca.
José Domínguez Valonero
7