Este poema de Miguel Hernández compara al hombre con un toro en una plaza de toros, sintiéndose acorralado y dominado por su amada hasta el final cuando es rechazado. Se expresa a través de la forma métrica del soneto de catorce versos endecasílabos. El poema establece una relación entre la vida, el amor y la muerte a través de la comparación del sufrimiento humano con el destino de un toro en una corrida.