Contenu connexe Similaire à 85780097 el-lugar-mas-bonito-del-mundo (20) 85780097 el-lugar-mas-bonito-del-mundo2. Me llamo Jua montañas de Guat enormes volcanes ce que se llama San rodeado de
montes empinadas laderas verdes: son las plan ajos y cebollas. En los valles,
los cafetales madura grandes árboles. Hay muchas
3. blo y muchas aves: águilas, oropéndolas, buhos, picaflores y bandadas de loros
que se lanzan desde los árboles para robar nuestro maÃz parloteando en esa
lengua suya que sólo ellos entienden. San Pablo está al borde de un gran lago
y hay otros siete pueblos en sus orillas. La gente va de un pueblo a otro en
lanchas con motor o en canoa. Hay una carretera, pero no es buena. Nunca he ido
a los otros pueblos, siempre he estado en San Pablo. En las noches tranquilas me
gusta bajar hasta la orilla del lago y mirar las luces de las lanchas de los
pescadores que se reflejan en las aguas oscuras.
Veo también pueblos que están lago y las miles de llan allá arriba en e ce
como si cada un estuviera diciendo Nosotras estamos a En San Pab amo y polvo en
las coches y sólo algun vienen de las gran unas pocas muÃas desde las montañ
gente que tambi cántaros de agua, pan o de verdura cabeza, niños suje algunas
veces, has
5. madera llevadas al hombro. Todo lo que necesitan transportar. Como no hay muchos
coches, si alguien quiere algo tiene que cargar con ello, por muy pesado que
sea. Cuando llega la noche las personas dejan de acarrear cosas; a esa hora
salen de casa sólo para pasear p o r el pueblo, divertirse, contar historias y
charlar con los amigos. Todo el mundo anda por las calles, por el centro de las
calles, y si un coche llega cuando alguien está hablando de algo interesante o
contando una buena historia, pues el coche tiene que esperar, porque nadie se
apartará para dejarle paso hasta que la historia se termine.
Aquà las histo tantes; los coches, n
Junto a la pla es de verdad muy, una casa de un solo grande, con mucha rodeada
de flores y pavos reales andand una puerta de hier sale directamente al AllÃ
nacà yo. B es que yo nacà en u detrás de la casa g era el guardia de la c y a
mi madre les casa pequeña par Después de nacer yo
6. salir por las noches con sus amigos, igual que lo hacÃa cuando todavÃa no estaba
casado con mi madre, y mi madre le decÃa que no tenÃan suficiente dinero para
eso, asà que se pelearon y un dÃa mi padre se marchó. Me contaron que tomó el
autobús y se fue a la capital, que no está muy lejos. Nunca volvió para
vernos a mi madre o a mÃ. La verdad es que yo me acuerdo más de los pavos
reales que andaban por el césped de la casa donde vivÃamos que de mi padre.
Cuando mi padre se marchó, los dueños de la casa grande contrataron a otro
guardia y, claro, quisieron que viviera en nuestra casita, asÃ
que mi madre tuvo Sólo tenÃa diecisiet dinero, ni sabÃa có cuidar de mÃ, asà q
fuimos a casa de m
El abuelo se mucho tiempo» pe abuela no es pobre hecha de bloques ventanas no
tienen nen puertecillas d abuela cierra por las llueve. La casa tiene nes y en
las pared cuelgan muchos cu tado mi tÃo Miguel y él dice que algún
7. En la parte de afuera, la abuela tiene muchas flores, asà que la casa está muy
bonita. Claro que lo mejor de todo es que la abuela es la dueña de la casa y
del terreno donde está. Guarda los documentos que lo dicen en una caja de
hierro debajo de su cama; sabe muy bien lo que dicen porque una persona de su
confianza se los leyó, y nadie, gracias a Dios, puede quitarle a la abuela su
casa ni el terreno que la rodea. La casa de la abuela es grande, pero
está bastante llena de gente, porque mis tres tÃos que no están casados viven
con nosotros, y también alguna de mis cinco tÃas casadas y sus hijos vienen a
veces a quedarse
durante un tiempo. de sus primos han das con nosotros. La cosa es que familia se
queda sin enfermo, o no se ll marido, o tiene cua blema, se viene a viv Ella se
ocupa de tod que el que sea pueda su cuenta. Aunque ve claramente que que la
gente no tard glar sus cosas y mar La abuela se diendo arroz con lec grande,
donde la ge comprar cosas de co
8. leche que hace la abuela es especial: no se come con cuchara, se bebe caliente
en un vaso. Es un lÃquido espeso y dulce, y le pone mucha canela. Nadie en el
pueblo sabe hacer un arroz con leche como el de la abuela. Se levanta a las
cinco de la mañana para empezar a hacerlo. Ha hecho esto mismo casi todos los
dÃas de su vida desde que tenÃa trece años. Cuando nos vinimos a vivir con la
abuela, yo dormÃa en la misma cama que mi madre y me despertaba cada mañana
oyendo los ruidos que hacÃan los que se estaban levantando. OÃa a tÃo Miguel que
murmuraba entre dientes:  ¿Dónde está mi zapato, mi
9. zapato, mi zapato...? Y a mi tÃa MarÃa que regañaba a su hijo Carlitos:
 ¿Otra vez te has meado ¿n la cama? Y a Angélica, la regordeta hija
pequeña de mi tÃa Tina, que lloraba porque no querÃa meterse en la ducha. Y me
llegaba el olor de la leña quemándose en la cocina, y el del arroz con leche
hirviendo en el caldero grande y ahumado, y el de las tortillas que estaban
haciéndose para el desayuno. Entonces mi madre y yo nos levantábamos y nos Ã-
bamos con nuestras toallas porque era nuestro turno de usar la ducha.
La abuela tiene en su casa, pero la m blo no la tiene. Ella d sita para mantener
hacer arroz con lech de la abuela no hay agua caliente. Dice q dad y el agua
caliente y no necesarias.
10. 2
V
Asà que mi madre y yo vivimos juntos en casa de la abuela durante un tiempo; mi
madre ganaba un poco de dinero limpiando casas y lavando la ropa de gente del
pueblo en el lavadero que hay detrás de la casa de la abuela. Por las noches me
llevaba con ella a dar un paseo por el pueblo y nos encontrábamos con sus
amigos y hablábamos con todos y era divertido. Una noche, cuando estábamos
paseando, un hombre madre, sonriendo mu   ¡ Q u é lindo parece mucho a ti! Y
luego me co melo y se quedó ha madre un rato. Al poco tiempo salÃamos de paseo
no bamos y se venÃa Después, una noch madre a un baile, y del baile mi madre em
en casa cuando salà porque querÃa estar s Y, de repente, que se iba a casar co
que habÃamos encon
11. Se iba a ir a vivir con é podrÃa ir con ella por Él querÃa una fami niños que
fueran hij más, no tenÃa dinero me a mÃ. Y aquel mismo se fue de casa de la
vivir a casa de mi tenÃa una casa con ción. No tenÃa cama madre entraron en c y
desmontaron la ca mÃamos ella y yo y s casa. La abuela no cuando ellos se llev
casi seguro que ella dejado que se la llev
12. Cuando se estaban llevando la cama yo les seguà hasta la carretera, pero mi
madre me dijo: ≉ T ú quédate ahÃ, Juan. Asà que yo me volvà a casa. Después
que se fueron, yo no supe qué hacer, asà que anduve de acá para allá por la
casa todo el dÃa hasta que volvió la abuela y le enseñé la habitación en que
habÃa estado nuestra cama. Se puso muy seria y dijo: ≉Asà que ahora no tienes
cama. Yo me eché a llorar. Ya es bastante malo no tener padre ni madre, pero no
tener siquiera un sitio donde
dormir es todavÃa pe Cuando dejé d la abuela que me de ella, pero me dijo q
≉Tengo que mo ≉me dijo≉. Y sar. Demasiado tie que dormir con n dan
patadas. ≉Yo no doy p ≉Eso dices cuando estés dormi ≉dijo la abuela. Vio
que yo ib rar otra vez. ≉Espera un jo≉. Vamos a prep Anduvo rebus
13. y encontró un montón de sacos de arroz vacÃos, los puso amontonados junto a su
cama y me dio una de sus mantas. Como a las cinco, antes de la hora de cenar, ya
habÃa terminado de preparármelo todo. Creo que ella se habÃa dado cuenta de lo
triste que yo estaba porque ya no tenÃa a mi madre y me sentÃa abandonado, y
pensó que si por lo menos tenÃa un sitio donde dormir ya no estarÃa tan
asustado. Entonces me dijo: ≉Bueno, nieto, puedes quedarte aquÃ, pero ya
conoces la regia acerca del portón de entrada. Ya sabes que hay que obedecerla
sin falta. ≉SÃ, abuela ≉le contesté.
14. Alrededor de la casa de la abuela hay una verja muy alta que tiene un portón de
madera con una cerradura que ella cierra todas las noches. Los únicos que
tienen llaves, además de la abuela, son mis tÃos. Todos los demás tenemos que
entrar antes de las ocho y media. Después de esa hora, la abuela no se levanta
para abrir a nadie. Por muy fuerte que alguien llame a la puerta, da igual, ella
se hace la sorda. Y tampoco deja que nadie vaya a abrir. Yo le habÃa dicho a mi
abuela que habÃa entendido muy bien lo del portón, pero como yo era muy niño
entonces, probablemente no lo entendà muv bien del todo.
Después de la i empecé a salir solo c ba de cenar. Nadie por mÃ, asà que yo h
querÃa. Una noche, po de que mi madre se paseo muy largo hasta volvà a casa de
la mucho tiempo que s noche y el portón est No sabÃa qué empezaba a tener fr
ba pantalones cortos y, aunque por el d San Pablo, por las n porque estamos a
entre montañas.
15. Lo único que se me ocurrió fue ir en busca de mi madre. Yo sabÃa dónde estaba
la casa de mi padrastro, asà que decidà ir allá. Cuando llegué, vi a través
de la ventana una vela encendida. Nadie se acuesta o sale dejando una vela
encendida, porque puede arder toda la casa, asà que yo estaba seguro de que
habÃa alguien despierto adentro. No llegaba bien hasta el borde de la ventana y
no podÃa ver quién era el que estaba, asà que puse una piedra bajo la ventana y
me subà encima. Vi a mi madre; estaba sola. Llamé en la puerta una vez, tan
suavemente que no me oyó, luego llamé otra vez más fuerte.
Mi madre abri una rendija, y me vio. ≉¡Tú! Ella sabÃa desde tumbre que tenÃa
la a portón, y también l asà que comprendió podido entrar en cas Se quedó un
puerta; luego me dij ≉Entra. Vio que yo e algunas veces no se tie
Dentro de la mesa con la vela, do platos, dos tazas y HabÃa unas pocas r
16. 36
clavos en la pared y una alfombrilla en el suelo, y la cama, claro. Eso era
todo. La habitación estaba muy vacÃa; lo que más me hubiera gustado es que
tuviera otra puerta por la que yo pudiera escapar si mi padrastro entraba por la
puerta delantera. -≉Te puedes quedar aquà ≉me dijo mi madre≉, pero si tu
padrastro te ve cuando vuelva, se pondrá furioso y te pegará. Tienes que
esconderte debajo de la cama y dormir ahÃ. Asà que me arrastré debajo de la
cama bien pegado a la pared para que no me viera, y mi madre sacudió la
alfombrita para limpiarla un poco y me tapó con ella.
17. No podÃa dormirme; me daba miedo pensar en lo que podrÃa ocurrir cuando mi
padrastro volviera. Después de un rato, sonó un golpe muy fuerte en la puerta
y mi madre abrió. Desde donde yo estaba lo único que pude ver fueron las
piernas y los pies de mi padrastro entrando en la casa. Luego oà que besaba a mi
madre. ≉El tipo ese apareció por fin y me pagó el dinero que me debÃa
≉dijo mi padrastro≉; asà que mañana puedes ir a comprar las cosas que
necesites. -¡Ah, muy bien! ≉dijo mi mad^e. Luego hablaron un poco sobre
las cosas que iban casa. ≉La vela se e jo mi padrastro≉, se a dormir. Vi
cómo sus y se acercaban; la do se sentó enci zapatos y puso l sobre el suelo.
≉¿Dónde e
≉preguntó. ≉La he lavad testó mi madre≉. ≉Bueno, n mi padrastro, y lo
Yo me dorm
18. 3
Por la mañana, mi madre me despertó muy temprano, antes de que se despertara
mi padrastro. Salà arrastrándome de debajo de la cama sin decir nada y con todo
cuidado paia no hacer ningún ruido. Mi madre sacó el pestillo y yo caminé de
puntillas hasta la puerta. ≉Acuérdate ≉ m e dijo mi madre en un susurro≉,
¡no debes volver aquà nunca más! Cerró la puerta y yo me fui
corriendo por la casa de mi abuela. ≉¿Dónde dónde vienes? ≉ abuela. ≉ D
e la casa ≉¿Y qué ha saber ella. ≉Nada ≉l no puedo volver a Y yo creÃa
de volverÃa; pero al abuela me agarró d ≉Ven conm Y los dos fu de mi madre.
La abuela l despacio, tres vece
19. Mi madre Vimos a mi padra sentado en la cam cuanto vio a la ab ≉Hola, ma
≉dijo mi madre. Ella y mi muy nerviosos, pe tan tranquila. ≉Yo estoy b
≉dijo la abuela necesita una cam toca conseguÃrsela Se dio la vu mano en el
homb Y me consig la semana siguie me la trajeron a
20. Era de madera, estaba un poco coja porque las patas no eran igual de largas,
pero mi tÃo Luis pidió prestada una sierra y me la arregló. Después de eso yo
sólo veÃa a mi madre algunas veces por casualidad en la calle. Ella me decÃa
siempre: ≉ H o l a , Juan, ¿cómo estás? ≉como si yo le importara algo. Yo
sólo le contestaba: ≉Estoy bien, madre ≉y nada más. Un dÃa, cuando me la
encontré, me di cuenta de que estaba esperando un niño, y unos pocos meses
después el niño nació. Asà que tuve un medio hermano, claro que él ni
siquiera se enteró Cuando le v en un lado de la ganas de pegarle darle patadas,
po madre y yo no la pegué. Era sólo un sabÃa que él no ten
Bueno, y d vida no era tan m bol en la calle co otros chicos de Rodolfo me
enseñ tales hacia adelan tÃo Miguel me d pintar con sus pocas veces salÃ
21. _ ~ • V»,
  -
.
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F-é ^ à t ^ y
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pasear con mis tÃas como antes hacÃa con mi madre. Y otra cosa que también hice
fue ayudar a mi abuela a vender arroz con leche en el mercado. Aprendà a
servirlo, a cobrarlo y a devolver el cambio, y también a vigilar que nadie se
fuera sin pagar cuando la abuela estaba distraÃda.
-fPA
Después de cuantos dÃas con dijo que creÃa qu rado para tener u cuenta. Me com
limpiabotas y una se sentaran los cl a lustrar zapatos.
22. Entre los dos pensamos dónde me convendrÃa instalarme para conseguir más
trabajo, y decidimos que serÃa junto a la Oficina de Turismo donde estaba la
enorme foto de San Pablo que tenÃa cosas escritas debajo. Los primeros dÃas la
abuela me vigilaba. Los zapatos de los dos primeros clientes los lustré muy
bien, los del tercer cliente me quedaron un poco menos bien.  Bueno, no
importa  me dijo el hombre , están bien asà  y ya iba a pagarme. Pero la
abuela dijo:  No, no están bien. Tiene que hacer un buen trabajo cada vez y
tedas las veces. Si no lo hace, no será
capaz de ganarse l  Tiene ust cliente. Asà que lustr dejarlos perfectos
 ¿Serás ca siempre?  me pr Le dije que se marchó otra ve der su arroz con
l Lustré muc muy pronto ya me dólar diario. Los h dos dólares al dÃa, lo
estaba haciendo Mientras lu hablaba con mis guntaba que dón
23. hacÃan, y si tenÃan hijos. Trabajar era divertido. Todo el dinero que ganaba se
lo entregaba a la abuela, y siempre que lo hacÃa ella me abrazaba sonriendo y me
daba un beso y diez céntimos para mÃ.
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Sólo habÃa veces, me hacÃa se y era cuando veÃa de mà niños que me pasaba el
dà polvo, manchado iban limpios y bie lápices y sus cua sus clases. Hay mucho a
la escuela porq ren que trabajen
24. todos los niños tienen que ir a la escuela hasta que cumplan doce años; pero
la verdad es que en la escuela no hay sitio para todos, asà que nadie los obliga
a ir. La mayor parte de los niños que trabajan lo hacen en el campo, en las
plantaciones de cebollas, asà que yo me sentÃa muy solo cuando veÃa pasar a los
niños que iban a la escuela. Después de un tiempo, empecé a preguntarme por
qué mi abuela no me habrÃa mandado a mà a la escuela. Y se me ocurrió pensar
en que -i me quisiera de verdad me ha! ¡a mandado a la escuela en vez de
tenerme limpiando zapatos.
QuerÃa ped ir a la escuela, pe decÃrselo. TemÃa no. Porque ento cuenta de que no
sino porque esta para ella. ¿Y si ella er mi madre y mi pa se preocuparon p
cuenta de que n estaba fingiéndol Después aca mi abuela era^bue la culpa de
tener dinero que yo de e dà que no necesi nada, que yo solo
25. Preguntaba a mis clientes qué letras eran las que aparecÃan en los letreros de
los carteles; y muy pronto
ya pude leer: COCA-COLA, BANCO DE
GUATEMALA, OFICINA DE TURISMO, y
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' f e - *
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hasta lo que estaba escrito debajo de la foto de San Pablo. Cuando se me
acabaron los carteles de los alrededores, alguien me dio un periódico y los
clientes me ayudaron. Corté el periódico y siempre llevaba una página en el
bolsillo de atrás de mi pantalón cuando iba a trabajar. Poco a poco empecé a
ser capaz de leer casi todo. Cuando estaba solo allà sentado esperando a los
clientes me ponÃa a pensar en qué
26. estarÃan haciendo los chicos en . la escuela, y si mi abuela me querrÃa de
verdad. Entonces era como si la vida se detuviera, porque eso era lo único en
que podÃa pensar. Y finalmente decidà que no tenÃa más remedio que hacerlo,
quiero decir, preguntarle a mi abuela lo de ir a la escuela. Le pedà a un amigo
mÃo, Roberto, un huérfano que vive en la calle, que me guardara mi caja de
limpiabotas, y me fui al mercado para hablar con la abuela. Se quedó muy
sorprendida cuando me vio porque creÃa que a aquella hora yo estaba trabajando.
 -¿Qué pasa, Juan?  me preguntó.
Y yo le dije:  Abuela, qu  ¿A la escue asombrada como dicho que querÃa No
puedes ir.  ¡Sà que pu Todo lo que tiene varme. Yo habÃa pe me decÃa que no
pero no lo hice.  Eres mu dijo , sólo tiene  Abuela,
¡tengo siete! Àramos tant con ella, que habÃ
27. de ios años que yo tenÃa.   ¿ Q u e tienes siete? ¿Y por qué no me lo has
dicho antes? Son muchos y no puedo acordarme de la edad que tiene cada uno;
debiste habérmelo recordado en su momento. ¿Y cuánto tiempo hace que tienes
siete años? Y me lo preguntó como si sospechara que yo le habÃa jugado una
mala pasada cumpliendo siete años.  Seis meses  le dije.  ¡Y has dejado
pasar todo ese tiempo sin decirme nada! - Era tan importante para mà que r o
podÃa hablarte de ello.  ¡justamente porque es importan r-; para ti es por lo
que deberÃas
haberme hablado abuela . Tienes q cosas, y no impor que importa de ver nunca
de batallar que de verdad quie  continuó , h importantes, no de caliente o
electricid verdad que ya t debes ir a la escu haber estado yend mucho tiempo.
28. A la mañana siguiente, cuando me vestÃ, no me puse mi ropa de limpiabotas, sino
mi ropa más limpia, y, antes de que empezaran las clases en la escuela, la
abuela y yo fuimos a ver a ia maestra de primero, doña Irene.  Quiero entrar
en la escuela le dije.  ¿Cuántos años tienes?  me pregunto.  Siete y
medio.
 Pues sÃ, ya pero no puedes Entrarás el próximo Irene. Me despidió c se
puso a mirar u tenÃa sobre la mesa. Mi abuela no  Tiene gra entrar a la
escuela   Doña Irene educadamente y la reprocharle que no rado de lo que
habà nos hubiéramos ret - Tiene un meses. Los otros ni diando aritmética.
29.  ¡Mi nieto sabe aritmética, ha trabajado conmigo en el mercado!  Los otros
ya empiezan a leer un poco  dijo doña Irene . Este chico nunca
podrá alcanzarlos.  Está preparado para entrar en la escuela, les alcanzará
 afirmó mi abuela. Doña Irene estaba seria y miraba a mi abuela fijamente,
como para hacerle comprender que era ella y no mi abuela la que mandaba en la
escuela.   N o  dijo doña Irene.  ¡Yo sé leer!  dije. Saqué una
página de periódico de mi bolsillo de atrás y empecé a leer en voz alta.
Doña Irene m prendida.  Bueno, en
Asà que me a mero. Iba a la escue de la mañana has tarde. Después lim
30. TenÃa dinero para comprar libros y cuadernos y todo lo demás que necesitaba,
porque la abuela habÃa guardado para mÃ, en su caja de hierro, todo lo que habÃa
ganado como limpiabotas.
/
.
6
Al cabo de Irene me dio una n llevase a la abuela. pués de la cena y el Tina
que se la ley habÃa dicho que yo   N o , Juan   la , habla de ti, as que
debe leerla. La nota decÃa querÃan, si a la abue pasarme a segun
31. decÃa que nunca habÃan tenido un alumno como yo, que hubiera aprendido a leer
solo antes de empezar a ir a la escuela. DecÃa que serÃa una tragedia que un
alumno como yo tuviera que dejar los estudios, y que si en algún momento mi
abuela no pudiera seguir mandándome a la escuela, los maestros me costearÃan
los estudios. Cuando mi tÃa Tina dejó de leer me miró como si antes no me
hubiera visto bien en su vida v como si quisiera descubrir ahora qué era lo que
yo tenÃa de especial y no pudiera verlo, asà que se rindió.  Bueno, pues
enhorabuena  dijo.
Pensé que la me iba a felicitar. fue echarse a llorar
32. Y dijo:  Cuando yo tenÃa siete años, los maestros iban de casa en casa para
matricular a los niños en la escuela, pero al llegar a mi casa no me vieron
porque mis padres me habÃan escondido en la leñera. Yo miraba por entre las
rendijas de la madera y escuchaba. Mis padres dijeron a los maestros que no
tenÃan ningún hijo en edad escolar, ninguno. Lo hicieron porque temÃan que si
yo iba a la escuela no aprenderÃa a trabajar. Lo hicieron por mi bien, y yo no
me quejé nunca, aunque siempre he sabido que fue un error. Se secó los ojos y
me aseguró que me ayudarÃa en mis estudios, incluso si
yo llegaba a ir a la capital. Mientras el darÃa, siempre que posible por mi
paite Me miró com un hombre y me fuerza de estudiar dÃa a descubrir por sonas
eran pobres y qué algunos paÃses pobres, porque el mucho en ello y n guido
comprender Me sentà muy bién algo asustado, p que habÃa llegado c aprender a
leer yo so nificaba que yo fuer
33. Le dije a la abuela:   A lo mejor no soy siempre capaz de hacer algo fuera de
lo común.   N o tienes que hacer siempre cosas fuera de lo común; lo que
tienes que hacer es hacerlo todo de la mejor manera que puedas, eso es todo.
Estaba satisfecho de mà mismo, pero no estaba seguro de si me iba a gustar
hacerlo todo siempre de la mejor manera posible. Se me ocurrió pensar que
aquello podÃa llegar a ser bastante fastidioso. Si la gente empezaba a esperar
demasiado de mÃ, iba yo a tener que trabajar más y más cada vez.  Creo que
me pides más que
doña Irene y los otr no esperan tanto d La abuela me  Ellos no como yo. Luego
añadió  Ven, vamo Se puso su m fuimos juntos a la naba como lo hace y más
derecha que su lado con mi bra cintura. Fuimos has Turismo. Allà nos de la foto
de San veÃan las casas de unas rosas, otras
34. algunas verde pálido, y detrás de ellas el lago azul y los volcanes y los
escarpados montes. La abuela miró lo que estaba escrito debajo de la fotografÃ-
a, luego lo tocó con su mano.   ¿ Q u é dice aquÃ?  preguntó. Se lo leÃ:
 El Lugar Más Bonito del Mundo. La abuela pareció sorprenderse. Y yo empecé
a pensar si de verdad San Pablo serÃa* el lugar más bonito del mundo. No estaba
seguro de si la abuela habrÃa estado en algún otro lugar, pero aun asÃ, pensé
que ella sabrÃa si lo era.  Abuela, ¿lo es?  pregunté.
35.  ¿Es qué?  ¿Es San Pablo el lugar más bonito del mundo? La abuela me
miró pensativa:   E l lugar más bonito del mundo puede ser cualquiera   m
e respondió.  ¿Cualquiera?  repetÃ.  Cualquiera en el que puedas llevar
la cabeza alta y en el que te puedas mostrar orgulloso de ti mismo.   S Ã
 asentÃ. Pero me quedé pensando que allà donde hay alguien a quien se quiere
muchÃsimo y donde hay alguien que nos quiere de veras, ése sà que es el lugar
más bonito del mundo.
36. es acogido por la abuela, que es muy pobre, aunque tiene una casita propia. Juan
aprende el oficio de limpiabotas, trabaja mucho y gana dinero, pero quiere hacer
algo más que limpiar zapatos, es inteligente, quiere progresar, aprender a
leer, ir a la escuela, quizá más adelante ir a la universidad. La abuela se
siente muy orgullosa de su nieto y le explica cuál es para ella el lugar más
bonito del mundo.
DESDE
ALE
«5»
ANOS