1. Trazos de
filosofía mínima
Álvaro
Montoya
Rodríguez
2.
Carácter
es
destino
3.
I
Literariedad
4.
Proceso
de
escritura
Equilibrante
despropósito
amanerado,
un
modo
ecuánime
de
enjuagar
con
las
palabras,
absurdas
e
inconexas
retahílas
de
letras
que
soslayan
o
evidencian
la
agonía.
La
absoluta
carencia
de
sentido
que
no
salva
ni
el
sexo
pendenciero
ni
la
fe
quebrantada
ni
la
ciencia
del
viento,
la
condena
a
vida
del
que
piensa.
Un
vómito
que
escupe
lo
que
cuenta
y
se
desvanece
como
un
suspiro
de
tiempo
en
un
mar
eterno
y
etéreo,
un
océano
vacío.
No
hay
monstruos
más
allá
del
espejo.
5.
Paint
it
gray
No
es
más
cierto
el
dolor
que
la
alegría.
Incluso
en
estos
tiempos
de
profetas
y
agoreros
en
los
que
los
lamentos
resuenan
como
un
eco
continuo
que
rebota
en
todas
las
miradas,
fuentes
de
lágrimas
y
sal,
hay
sonrisas
que
brotan,
intempestivas.
El
hombre
naufraga
y
se
ahoga
en
su
ego,
corre
sin
resuello
inmóvil
en
el
río,
siempre
el
mismo
río,
se
malvende
a
símbolos
de
sí
mismo.
Todo
vale
con
tal
de
no
pagar
el
precio,
todo
excepto
el
juicio
del
espejo.
Por
supuesto
no
hablo
de
santos,
los
años
me
han
infundido
la
certeza
de
que
soy
lo
que
suman
mis
pecados
y
las
traiciones
cometidas,
todos
los
errores
disfrazados,
una
absurda
promesa
de
nada.
6. Y
es
evidente
que
no
hay
excesiva
diferencia
entre
una
hormiga
y
otra
hormiga:
ambas
se
olvidan
con
la
yema
de
un
dedo.
Llenamos
la
existencia
de
palabras
inertes,
un
batiburrillo
de
frases
inconexas
y
sin
sentido
que
nos
hacen
sentir
omnipotentes,
como
un
gran
cero
a
la
izquierda.
Al
menos
el
desvelo
otorga
un
tesoro,
el
derecho
inalienable
a
la
ironía.
7.
Ontología
No
escribo
poesía,
no
cuento
sílabas,
no
enajeno
ninfas
etéreas
o
atemporales,
no
desvisto
la
pureza,
la
eterna
ausente,
no
sucumbo
a
la
melancolía.
Mis
versos
son
piedras
que
golpear,
sentencias
a
vida
consciente,
una
excusa
para
nombrar.
Mis
palabras
son
como
el
viento
que
huye
de
boca
en
boca
moldeándose,
haciéndose
de
nadie.
No
escribo
poesía,
no
vendo
el
humo
que
me
nutre,
no
sueño
un
auditorio,
no
empeño
una
palabra,
no
revelo
un
universo.
No
escribo
poesía,
quizá
por
eso
sea
poeta.
8.
Solo
palabras
No
puede
ser
todo
palabras
pensaba
exhausto
maldiciendo
el
verbo
con
el
alma
y
las
rodillas
besando
el
suelo
un
poeta
sordo,
mudo,
vano
y
ciego
naufragando
en
su
propia
metáfora.
¿Qué
canto
de
pájaro
es
más
técnico?
¿El
león
ruge
por
amor
o
por
desidia?
Solo
el
ulular
del
viento
rima
consonante
ofreciendo
una
perpetua
sinalefa.
La
poesía
es
una
broma
pesada.
9.
Motivos
del
desvarío
Escribo
poesía
por
pereza,
para
clavar
el
dedo
en
la
llaga
me
sobran
quince
versos,
mi
tratado
de
filosofía
se
reduce
a
una
hipérbole
y
un
hipérbaton,
dos
retruécanos
y
la
impostura.
Las
palabras
no
son
tan
ligeras,
las
palabras
ocupan
tiempo,
valen
lo
que
el
aliento
vale:
nada
si
necio,
todo
en
un
momento.
Palabras
como
cantos
de
pájaro
en
época
de
celo,
como
ruidos
de
parto,
como
rumor
de
pinos,
como
olas
rompiendo.
Toda
mi
voz
no
es
más
que
un
instante,
un
grano
fugaz
de
arena
en
un
desierto
inabarcable,
un
canto
de
sirena,
apenas
una
leyenda
de
existencia
incierta.
Escribo
poesía
para
existir,
para
no
olvidar
quién
soy.
10.
El
secreto
de
un
poeta
Todos
tenemos
secretos,
nuestras
secretas
maneras
de
sentirnos
culpables,
algunas
alegrías
inconfesables,
una
palabra
que
oculta
un
mundo
entero.
Algunos
poemas
son
inhóspitos,
un
yermo
yerto,
un
alma
de
hinojos,
una
metáfora
del
desconcierto.
La
conciencia
no
perdona
la
impostura,
te
escupe
en
silencio,
se
jacta
de
tu
desventura,
mostrando
los
añicos
de
tus
sueños.
Solo
ser
fuego
evita
el
incendio,
ser
líquido
elemento
a
merced
del
viento,
o
no
ser
nada,
e
intentar
dormir
en
una
cama.
11.
II
Imágenes
adjetivables
[Poemas
nacidos
de
la
contemplación]
12.
Lujuria
[Contemplación
de
Sleeping
nude
with
arms
open
red
nude,
de
Amedeo
Modigliani]
No
te
muevas
aún,
deja
que
mi
vida
se
diluya
entre
tus
piernas,
todavía
no
es
tiempo
de
huir.
Afuera
llueve,
ecos
de
tristeza
golpean
las
ventanas,
que
gimen
cuando
gimes,
mientras
mis
ojos
se
acostumbran
a
la
penumbra
de
mi
alma,
abandonada
junto
a
la
ropa,
de
cualquier
manera.
Quiero
recordarte
así,
cabalgándome,
anónima
y
ajena,
extranjera
de
todo
salvo
de
la
piel,
dispuesta
solo
al
placer
y
al
olvido.
13.
El
Grito
[Contemplación
de
El
Grito,
de
Eduard
Munch]
Las
cenizas
de
la
historia
se
mecen
a
merced
del
viento,
las
aguas
regresan
a
su
cauce
borrando
huellas
y
memoria,
los
relojes
yacen
inertes,
el
impúdico
silencio
atruena
repitiendo
un
eco
de
nada,
un
alarido
de
la
muerte.
El
reflejo
de
un
alma
en
el
espejo
se
asemeja
a
un
grito
despiadado
si
es
honesto,
si
huye
del
engaño
y
no
confunde
valor
y
precio,
y
no
acepta
este
mundo
amargo.
14.
Creador
de
sí
[Contemplación
de
La
tunique
rose,
de
Tamara
de
Lempicka]
La
observo
sediento,
pincel
en
mano,
dispuesto
a
exprimir
sus
formas,
a
absorber
sus
colores
y
multiplicarlos
en
una
orgía
de
seda
vaporosa.
Cada
trazo
es
un
orgasmo
contenido
que
derrama
luz
blanca
por
su
cuerpo,
pudorosa
sombra
en
el
sexo
que
anhelo,
fondo
inútil
y
carente
de
sentido.
Sin
embargo
la
miro
y
miro
el
lienzo
consciente
de
haber
fracasado,
no
logro
más
que,
disfrazado
de
retrato,
pintar
mi
propio
deseo,
enfermo.
15.
El
Sol
de
una
Mañana
[Contemplación
de
Morning
Sun,
de
Edward
Hopper]
Si
solo
esta
mañana
no
tuviera
sabor
a
huida,
si
no
se
repitiese
el
mismo
paisaje
plaza
tras
plaza,
si
ensordecieran
los
gritos
feroces
de
la
turba
que
pasa
gritando
¡Herejía!
por
los
templos
y
la
vida,
tendría
sentido
este
viaje
sin
retornos.
Si
de
sentido
el
amor
no
careciera
arañándote
la
entraña,
un
grano
de
sal
enquistado
en
cada
herida
que
el
tiempo
impone
si
te
has
vivido
heroína
regala
arrugas
en
la
cara
y
cicatrices
en
el
alma,
tendrían
respuesta
las
preguntas
absurdas.
Si
no
hubieran
tropezado
mis
pasos
con
tus
risas
y
no
hubieran
estallado
en
un
estruendo
acompasado,
en
un
chirriar
de
cama
y
llamas.
en
un
gemir
y
batir
palmas,
no
estaría
el
sol
tan
elegante
y
generoso
con
sus
rayos,
y
no
me
sentiría
de
nuevo
derrotada,
pero
viva.
16.
Apocalipsis
[Contemplación
de
Urbano
Lugrís]
Las
aguas
inundaron
las
palabras,
todas
las
promesas
naufragaron
y
todo
resto
se
soñó
ruina.
No
se
detuvo
el
tiempo,
solo
los
relojes
perdieron
su
sentido
y
se
revelaron
inútiles.
Pero
el
diluvio
no
cayo
del
cielo,
no
fueron
dioses
vengadores
los
culpables,
la
historia
simplemente
cesó.
La
poesía
huyó
con
los
poetas,
los
clérigos
murieron
arrodillados,
la
ley
se
diluyó.
Lo
que
era
dejó
de
ser
sin
ser
nombre,
la
existencia
es
sustantiva
solo
a
ojos
de
otros
ojos,
sin
punto
de
vista
no
hubo
nada.
17.
La
habitación
del
marino
[Contemplación
de
Habitación
del
marino,
de
Urbano
Lugrís]
De
cada
vida
soñada
una
persistente
ilusión,
el
aroma
a
viejo
del
saber
y
su
impostura,
recuerdos
que
no
por
irreales
son
menos
ciertos,
aventuras
que
dejan
callo
en
los
dedos
y
el
alma.
La
habitación
del
marino
está
poblada
de
ausencias,
de
libros
que
no
supo
regalar
y
languidecen
como
lágrimas
ahogadas
en
polvo,
como
tiempo
que
no
volverá.
Cada
objeto
esconde
un
asombro,
la
tierra
algún
placer
oculto,
la
mar
la
vida,
el
sillón
desierto
un
ancla
abandonada.
La
habitación
del
marino
desprende
soledad
que
supura
por
las
grietas
humedad
y
salitre,
deja
imaginar
una
epopeya,
pero
es
un
aullido
quejoso
de
lobo
de
mar.
18.
Café
americano
[Contemplación
de
Nighthawks,
de
Edward
Hopper]
La
locura
solo
sobreviene
al
inocente,
a
la
muerte
solo
el
vivo
sobrevive,
la
dicha
preocupa
invariablemente
al
desdichado
y
la
esperanza
es
una
puta
quimera.
Desde
este
rincón
el
mundo
no
tiene
sentido
más
allá
de
otra
taza
de
café
aguado
que
acompañe
mi
insignificancia
y
la
regale
al
mundo,
como
en
un
escaparate.
Y
la
historia
pesa
demasiado
como
para
mover
un
dedo.
Solo
la
desidia
me
invade
cada
hora,
una
eterna
incapacidad
para
la
indignación,
el
pesimismo
escrito
en
mi
espalda,
doblada
por
el
dolor.
19.
Ciudad
enferma
[Contemplación
de
Ciudad
enferma,
de
Cristian
Fuica]
Esta
ciudad
adicta
al
desamparo
y
la
humedad
da
testimonio
de
su
locura
y
su
verbena
apagando
sus
calles
a
la
hora
de
la
pena
para
olvidar
su
existencia
y
su
verdad.
Serpentean
por
sus
calles
inconscientes
individuos
con
coraza,
corazón
coraza,
que
apenas
esbozan
una
sonrisa
breve
a
la
vuelta
de
la
esquina
de
la
rabia.
Se
cruzan
entre
sí
y
conmigo,
se
pisan
y
me
pisan
cuando
creen
que
nadie
los
observa
y
si
se
sienten
observados
se
arrodillan,
se
atan
el
zapato,
bajan
la
cabeza.
Esta
ciudad
apta
para
huidos
y
extranjeras,
cobijo
de
putas
de
lujo,
de
piratas
sin
bandera,
centro
del
otro
mundo,
capital
de
la
periferia,
se
construye
a
medida
que
su
palabra
se
quiebra.
20.
Por
sus
cuestas
imposibles
ruedan
sueños
en
caída
libre
que
invariablemente
desembocan
hechos
jirones
sanguinolentos
en
su
derrota
en
las
aguas
imperturbables
del
insensible
puerto.
Las
heridas
de
los
transeúntes
no
cicatrizan,
se
gangrenan
en
una
macabra
danza
que
agota
y
reprime
toda
esperanza,
que
elimina
cualquier
rastro
de
alegría.
Esta
ciudad
se
consume
entre
estertores
pidiendo
a
gritos
una
primavera
que
la
sane
y
que
nunca
llega,
esta
ciudad
enferma
de
gris
sueña
colores.
21.
Servilidad
[Contemplación
de
Muchacha
en
la
ventana,
de
Salvador
Dalí]
La
procesión
va
por
dentro.
La
ventana
hospitalaria
se
ofrece
como
un
sinónimo
de
libertad
o
de
la
nada,
en
ocasiones.
Los
murciélagos
acróbatas
rondan
las
farolas,
el
agua
se
intuye
a
borbotones
en
alguna
fuente
cercana,
la
vida
se
consume
entre
el
humo
apoyado
en
el
alféizar
de
una
ventana
que
me
observa
y
me
devora.
Al
fondo
el
mar,
inerte
como
yo,
ajeno
al
vaivén
de
las
olas.
Y
muchas
palabras
que
no
se
atreven
a
existir.
La
poesía
es
una
puta
cara.
22.
Delirio
uno
[Contemplación
de
One
second
before
awakening
from
a
dream
caused
by
the
flight
of
a
bee
around
a
promegranate,
de
Salvador
Dalí]
La
realidad
se
esfumó
y
solo
me
rodean
alaridos,
un
ansia
de
silencio
repiquetea
en
mi
cabeza
diluyendo
los
últimos
ecos
de
cordura,
tres
tistres
trigues
me
persiguen
con
las
fauces
abiertas,
clamando
venganza,
siento
cada
gota
de
mi
sangre
golpeando
las
paredes,
se
desboca
el
pensamiento
hacia
la
nada,
y
el
mar
espera
mi
muerte,
y
yo
ardo
por
complacer
todo
deseo,
nada
significa
nada,
un
paso
en
el
vacío.
Los
elefantes
son
unas
curiosas
criaturas.
23.
III
Ser
en
el
mundo
24.
Ansias
de
renacimiento
No
me
juzgues
tan
ligeramente,
no
tengo
otro
tesoro
que
el
aire
malamente
hurtado
al
mundo,
un
tiempo
de
oro
cercenado
a
cada
instante.
Comprende
que
prodigue
los
gritos,
los
alaridos
y
los
aullidos
cada
noche
a
una
luna
pendenciera
que
guiña
un
ojo,
pero
cierra
las
piernas.
Comprende
el
terror
de
comprender.
Cada
segundo
ha
muerto,
y
yo
he
muerto
con
cada
segundo,
insistentemente,
inconscientemente,
como
una
manada
de
bestias
en
fila,
esperando
turno
en
el
matadero.
Todas
las
palabras
escritas
son
epitafios
insignificantes,
absurdas
retahílas
de
ausencia
desvencijada
en
las
tinieblas.
25. Los
pasos
fueron
y
han
de
ser
erráticos,
no
hay
destino
posible
para
los
apátridas
del
tiempo.
26.
Noche
y
niebla
Cierro
los
ojos
y
busco
el
silencio
cuando
respirar
es
un
suicidio,
y
araño
por
inercia
un
pétreo
cielo
sepultura
de
un
sollozo
colectivo.
Vago
sin
alma
y
sin
carne,
consumiendo
gramo
a
gramo
la
miseria,
ardiendo
en
el
infierno
cada
tarde
al
calor
y
al
hedor
de
las
estrellas.
Todas
las
cifras
escritas
con
sangre
terminan
en
una
delgada
línea
roja
que
nunca
se
extingue,
una
soga
al
cuello
de
la
humanidad
cobarde.
27.
3ª
persona,
plural
Has
caminado
un
millón
o
más
de
kilómetros
sin
ceder
al
desaliento
y
a
la
fatiga,
sin
descanso
buscando
caminos
que
no
se
dirigieran
siempre
a
Roma.
Han
construido
puentes
y
levantado
muros
para
perseguirse
o
esconderse,
según
sople
el
viento,
según
bata
la
marea.
Puentes
que
cruzar
sin
orgullo
siempre
a
pie,
muros
para
escribir
verdades
o
partirse
la
crisma,
latidos
de
humanidad.
Inmisericordes.
Has
escrito
versos
y
palabras
como
humo,
como
hollín
de
chimenea,
palabras
arrancadas
a
la
garganta,
rojas
de
sangre,
negras
de
brea.
Han
nombrado
el
mundo,
un
millón
o
más
de
nombres
que
se
ensartan,
se
recrean
y
enlazan,
en
un
baile
erótico
de
sueños
disfrazados
de
sabiduría.
28.
Nombres
para
desnudar
y
vestir,
nombres
para
blandir
y
esgrimir,
metáforas
de
la
muerte.
Respiraciones.
Has
descubierto
el
vacío
que
se
oculta
tras
la
nada.
Bienvenido
a
la
tercera
persona
del
plural.
29.
Toque
de
queda
Los
encapuchados
están
tomando
la
calle.
Las
sirenas
subyugan
a
todos
los
silencios.
Las
gargantas
que
con
denuedo
clamaban
justicia
ahora
gritan
terror
corriendo
sin
destino
por
las
calles,
a
duras
penas,
magulladas
por
la
vergüenza
y
los
golpes.
Es
la
hora
de
olvidar
la
virtud,
es
un
mundo
de
lobos.
Las
gentes
de
bien
han
sido
ajusticiadas:
fueron
los
primeros
en
caer,
los
más
sencillos
de
callar,
con
sus
miradas
de
no
entender
absolutamente
nada.
Sobreviven
aquéllos
sin
escrúpulos,
los
que
aprendieron
la
miseria
y
la
ejercen
repartiendo
odios,
o
simplemente
observando,
vigilando,
el
reparto.
El
caos
es
inevitable,
dicen.
La
ley
del
más
fuerte
se
acerca.
30.
El
inmigrante
Me
llamaron
extranjero
y
lo
fui,
tan
mágicas
son
las
palabras.
No
hay
bandera
que
me
colme,
gritaba,
Yo
solo
vengo
a
sumar
aquí.
No
entendía
el
odio
y
su
inquina,
mis
huesos
también
se
fracturan
cuando
el
origen
se
torna
factura
que
te
hacen
pagar
a
lágrima
viva.
Y
al
volver
fui
extranjero
doblemente,
extranjero
por
marcharme,
extranjero
por
la
ausencia.
Un
grado
de
existencia
por
debajo
de
don
nadie.
Se
comprende
mi
aversión
a
las
banderas,
mi
tesoro
son
mis
manos,
son
mi
voz
y
su
empeño,
no
el
arraigo
decadente
y
religioso
a
un
credo
que
sacraliza
la
sangre
y
deshumaniza
la
pelea.
Yo
soy
hijo
de
mi
madre,
un
apátrida
infame,
un
inmigrante
que
respeta
la
muerte.
31.
Novela
negra
Soplaba
un
viento
frío,
conspirador,
propicio
al
drama.
La
ceniza
del
último
incendio
danzaba
sobre
las
brasas
apagadas
de
un
amor
caduco
en
invierno.
Los
rumores
se
multiplicaban
en
un
silencio
ensordecedor.
Ella
sollozaba
oculta
en
un
manto
de
ausencia.
En
un
navío
él
naufragaba
en
una
botella.
Hay
noches
nacidas
para
el
odio,
hechas
a
medida
de
la
angustia.
Hay
calles
de
sangre
y
llanto,
rincones
que
esperan
su
asesino,
estrofas
sin
rima.
Existen
metáforas
de
la
muerte,
y
existe
la
muerte.
Ella
miraba
la
luna
roja
más
grande
que
nunca.
Él
la
miraba
reflejada
en
la
hoja
ensangrentada
de
su
alma.
32.
En
ocasiones,
sin
más
razones
que
el
azar
y
la
tormenta,
se
dobla
una
esquina
y
se
pierde
la
suerte.
A
veces
uno
tropieza
y
se
pierde,
se
mira
al
espejo
y
se
descubre
inerte.
Sin
cabeza.
33.
Tempus
Fugit
Me
persiguen
todos
los
instantes
perdidos
clamando
venganza,
con
el
cuchillo
entre
los
dientes
ávidos
de
sangre,
como
una
jauría
de
lobos
hambrientos
acechando
a
su
presa.
No
hay
refugio,
parapeto,
baluarte,
trinchera
que
me
guarde
de
este
rencor
propio
y
suicida
que
me
arde.
No
se
puede
correr
más
aprisa
que
el
tiempo.
Obstinadamente
me
empeño
en
esquinazos
improbables,
esperanzas
que
no
ofrecen
ni
su
pata
por
el
quicio
de
la
puerta,
un
racimo
de
uvas
devoradas.
No
hay
más
salida
que
la
huida
indecorosa,
la
carrera
circular
de
un
pollo
tras
la
guillotina.
No
se
puede
andar
más
despacio
que
el
tiempo.
34.
Un
motivo
de
optimismo
El
futuro
pinta
gris
oscuro.
Todas
las
sirenas
aúllan
por
las
calles
y
los
pájaros
esperan
inmóviles
acontecimientos.
Las
tormentas
se
suceden
ahogando
la
esperanza
de
todo
náufrago,
incendiando
un
aire
irrespirable,
arrancando
de
raíz
la
verdura
de
la
tierra,
cada
vez
más
yerma.
Los
constructores
han
olvidado
los
puentes
y
sus
sueños,
a
golpes
de
martillo
levantan
almenas
y
fronteras,
fortalezas
donde
esconder
su
vergüenza
y
su
cartera,
escusas
para
el
odio.
Los
predicadores
a
lo
suyo.
Publicitando
la
hecatombe.
Todos
los
esclavos
preparando
la
huida
de
los
dirigentes,
que
nunca
aceptan
ser
los
primeros
en
morir.
Los
héroes
en
el
Olimpo.
No
pinta
nada
bien
el
futuro,
hijo.
No
olvides
que
cada
mañana
sale
el
sol.
35.
La
revolución
Los
esclavos
están
alzando
la
voz
y
las
cadenas,
la
ira
contenida
de
los
ajusticiados
se
desborda
y
arroja
dentelladas
diestras
y
siniestras,
la
policía
y
la
ley
huyen,
se
agazapan
esperando
una
oportunidad
de
talión,
una
excusa
para
el
odio.
Los
dirigentes
que
brindaban
ahora
blindan,
protegen
su
nobleza
a
cal
y
canto
en
un
armario,
dispuestos
a
hacer
correr
la
sangre,
siempre
ajena.
Los
chamanes
observan,
a
medio
camino
entre
la
angustia
y
la
esperanza,
superados
sin
remedio
por
la
Historia,
y
sin
saber
que
pensar
se
embriagan,
ávidos
de
trascendencia.
Las
amas
de
casa
y
las
putas
agonizan
golpeadas
por
la
crisis
y
sus
hombres,
olvidadas
y
exigidas
por
igual,
mudas
en
su
grito
de
desesperación.
36.
Los
desheredados
maldicen
a
sus
muertos.
Los
muertos
de
hambre
mueren
de
hambre,
y
de
sed.
Los
poetas
escriben
vanamente.
Las
grietas
se
llenan
de
cadáveres
que
sonríen.
Los
ignorantes
son
felices.
Más
o
menos
como
siempre.
37.
Lugar
propicio
al
desamparo
No
volvía
a
este
lugar
desde
entonces,
el
mundo
y
la
vida,
todo
cabía
a
tiro
de
piedra,
solo
la
imaginación
contaba.
Lo
absurdo
no
es
ajeno
a
la
existencia,
la
palabra
suele
ser
mentira
y
la
libertad
un
bulo,
son
pensamientos
que
me
acechan,
que
entonces
eran
aire
y
hoy
son
suspiros
exhalados
con
angustia.
No
cambia
el
paisaje,
son
los
ojos
los
que
mueren.
Mi
mirada
lánguida
se
pasea
por
calles
de
polvo
en
las
que
ya
no
crecen
ni
las
bostas.
El
lugar
que
aun
sueño
cuando
sueño
libertad
es
un
cementerio
despoblado,
dejado
de
la
mano
de
dios,
un
agujero
de
angustia.
Y
no
es
el
lugar
otro
lugar,
es
el
alma
-‐la
piel-‐
la
que
agoniza,
la
que
se
agita
intranquila
imprecando
a
la
memoria
prostituta.
38.
Solo
y
en
medio
de
una
plaza
inerte,
consciente
de
la
traición
de
los
recuerdos,
culpable
de
todos
los
fracasos,
me
enfrento
a
mi
propio
juicio,
perdido
de
antemano.
39.
Invocación
Hijos
nuestros
que
estáis
en
la
tierra,
que
trabajáis
la
tierra
olvidados
de
santos
y
profetas
salvo
para
el
dolor
y
para
el
sacrificio,
no
os
resignéis
al
rezo
y
a
ser
esclavos
de
oficio.
Buscad
la
libertad
de
pensamiento,
no
os
arrodilléis
jamás,
no
os
dejéis
juzgar
y
no
juzguéis
el
juicio
ajeno.
Perded
el
miedo
y
la
vergüenza,
el
pasado
os
espera
sin
cuentas
que
rendir:
mil
años
pasarán
y
aún
otros
mil
y
seguirá
triunfando
la
belleza.
Brindad
la
sonrisa
al
mundo
entero,
recordad
que
el
sol
florece
en
la
boca,
no
confundáis
el
amor
con
la
rosa,
usad
vuestra
palabra
con
respeto.
40.
No
construyáis
fronteras
si
no
es
para
violarlas,
no
cavéis
más
fosa
que
la
propia,
no
hagáis
el
amor
siempre
en
la
cama,
salid
a
la
calle
y
quemad
la
ropa.
La
piel
y
el
alma
son
sinónimas.
41.
Promesa
de
olvido
Todos
los
días
alguien
muere,
todos
los
segundos
de
todos
los
minutos,
y
yo
puedo
ser
el
siguiente.
De
no
ser
por
la
lluvia
que
limpia
las
calles
grises
inundadas
de
tristeza,
de
no
ser
por
el
sol
que
después
las
seca
y
de
luz
las
viste,
de
no
ser
por
la
inherente
falta
de
esperanza
o
trascendencia,
por
la
más
negra
nada,
habría
que
salir
huyendo.
Huyendo
como
un
alma
que
el
diablo
lleva.
42.
Estado
de
la
cuestión
I
Es
un
mundo
de
espejos
que
multiplican
la
inexorable
mirada.
Conócete
a
ti
mismo.
Júzgate
y
condénate.
Es
la
sociedad
de
la
culpa.
La
redención
cuesta
un
alma.
II
Relájese
y
disfrute.
El
espectáculo
promete:
los
profetas
declaman
el
fin
de
los
tiempos
vestidos
de
sacerdotes,
disfrazados
de
políticos,
ocultando
su
inmenso
vacío
tras
calculadoras
que
saben
solo
sumar
estupideces,
sin
atisbar
que
los
tiempos
no
fueron
nunca
nuestros;
los
héroes
se
aprestan
ávidos
de
su
dosis
de
impostura
a
partir
a
la
batalla
contra
la
nada,
y
son
vitoreados
como
héroes,
y
quizá
esté
bien
que
así
sea;
los
gobernantes
preparan
un
suicidio
colectivo,
matarán
primero
al
pueblo,
luego,
si
necessaire,
irán
ellos;
los
cómplices,
usted
o
yo,
observan
o
escriben,
dejándose
hacer,
dejándose
querer.
Los
inocentes
no
están.
No
se
les
espera.
43.
III
No
todo
es
terrible.
Uno
puede
cerrar
los
ojos
y
basta.
Uno
puede
amar
afortunadamente.
Uno
puede,
de
vez
en
cuando,
rebelarse
y
mover
una
montaña
cambiándose
de
sitio.
Uno
puede,
de
cuando
en
vez,
dormir
y
soñar
sueños
de
justicia.
Uno
puede,
a
duras
penas,
a
dulces
alegrías,
vivir.
44.
CODA
Lo
que
lo
salva
45.
El
amor
después
de
todo
Enciéndeme
la
llama,
necesito
el
calor
de
tu
mirada,
quemarme
a
fuego
lento
y
entre
tus
piernas
encontrar
el
agua
amada.
Regálame
un
segundo,
un
instante
de
tu
vida,
y
te
pago
a
cambio
con
la
mía,
vaciada
de
sentido
en
tu
ausencia,
esclava
de
tu
sonrisa.
Aniquílame,
asedia
mis
defensas,
conquista
mi
estandarte
y
mi
bandera,
mi
paz
se
funda
en
tu
guerra,
mi
frontera
termina
en
tu
cadera
ahora,
que
hinco
el
alma.
L'après-‐guerre
es
dulce
y
huele
a
limpio,
reconstruir
a
dos
es
siempre
más
sencillo,
instaurar
rutinas,
inaugurar
santuarios,
escribir
la
historia
minúscula
en
mayúsculas,
caminar
de
la
mano
conscientes
del
abismo.