2. INTRODUCCION
Los inicios del gótico coincidieron con la creación de la Orden del Císter,
por ello es de suponer que su arquitectura se impuso con el tiempo a la ya
existente románica. La arquitectura cisterciense es protogótica. Las bases
arquitectónicas dictadas por san Bernardo consistían en tres principios
básicos: claridad, limpieza y durabilidad. San Bernardo convirtió la iglesia
en un simple oratorio, sin cripta, sin tribunas, sin torres. La fachada está
precedida de un pórtico o nártex que a veces se usaba como lugar de
enterramiento. Los muros eran de piedra vista, o enlucidas en blanco, sin
pinturas, sin vidrieras, sin estatuas, ya que la decoración perturbaba y
distraía. En cambio los monjes blancos del Císter no eran partidarios de la
gran altura de los templos ya que era como un insulto a Dios y una prueba
de orgullo, lo cual no puede ser más antigoticista. En las iglesias
cistercienses el arco de medio punto empezó a convivir con el arco
ligeramente apuntado, y las bóvedas pasaron a ser de crucería
ligeramente ojivales, pero con nervios de moldura simple y el rosetón se
empezó a ver en las fachadas. Entre 1190 y 1235 se erigió en Francia la
iglesia de Vaucelles, que es una verdadera catedral, es la más grande de
todas las iglesias del Císter. Los cistercienses fueron grandes constructores
y extendieron el estilo tan ampliamente por Europa que se les ha llamado
los misioneros del arte gótico.
Historia del Císter en Europa
El Císter es una congregación benedictina que milita bajo la regla de san
Benito, que incluía la pobreza como precepto. Coincidiendo la etapa de
máxima opulencia y ostentación de los monasterios cluniacenses que se
habían convertido en verdaderos palacios repletos de lujo, había llegado
el momento de retomar los principios benedictinos, siendo necesaria una
vuelta al rigor de los primeros tiempos.
3. Empezaremos hablando de su fundador, San Roberto de Molesme que
nació alrededor de 1028 en algún lugar de Champaña. Profesó siendo muy
joven en la abadía de Montier-la-Celle cerca de Troyes, donde llegó a ser
prior, poco después de 1033. Entre 1068 y 1072, sirvió como abad en Saint
Michel-de-Tonnerre, una abadía de observancia cluniacense, en la diócesis
de Langres. Por una razón u otra, su abadiato terminó abruptamente, y
Roberto volvió a Troyes como simple monje. Sin embargo, después de
algunos meses, fue elegido prior de Saint-Aroul. Pero este lugar le resultó
todavía menos acogedor que Saint-Michel, y en 1074 se unió a un grupo
de ermitaños en los bosques de Collan. Con la colaboración de esos
ermitaños, fundó en 1075 el monasterio de Molesme en la diócesis de
Langres. Pronto su sinceridad atrajo a buen número de seguidores y, con
el apoyo material proporcionado por la nobleza local, Molesme se
convirtió en una de las abadías reformadas de más éxito de finales del
siglo XI. Hacia 1090 Molesme había acumulado beneficios eclesiásticos y
diezmos, rentas de iglesia, aldeas y siervos y la propia abadía bullía de
sirvientes legos (famuli), hermanos (conversi), niños (oblati) y
praebendari, esto es, gente que ofrecía sus bienes a la abadía a cambio de
casa y comida para toda la vida. Probablemente en otoño de 1097 el abad
Roberto y cierto número de monjes, visitaron al arzobispo de Lyon. Le
presentó su plan para una nueva fundación, dando como razón principal la
tibia y negligente observancia de la Regla en Molesme, que él prometía
seguir en el futuro más estricto y perfectamente. A comienzo de 1098 se
alistaron veintiún monjes para seguir a Roberto al lugar de un nuevo
monasterio, donado a tal propósito por Reinaldo, vizconde de Beaune,
viejo benefactor y pariente del abad. Aunque era vasallo de Oton, duque
de Borgoña, ofreció un terreno de su propiedad. Estaba ubicado a unos 20
Km. al sur de Dijon, en una zona boscosa muy tupida. El lugar ya tenía
nombre: en latín Cistercium (en castellano Císter, y en francés Cîteaux). Su
etimología tiene distintas explicaciones; la más probable se refiere a su
posición, estando a este lado del tercer mojón (cistertium lapidem
miliarium) del antiguo camino romano entre Langres y Chalon-sur-Saône.
Por algunos años la nueva fundación no fue conocida por este nombre,
sino simplemente como el Nuevo Monasterio (Novum monasterium). La
fecha tradicional de la fundación, según consta en documentos
4. posteriores, fue el 21 de marzo de 1098. Ese año, el Domingo de Ramos
coincidía con la festividad de san Benito.
Roberto y sus compañeros deseaban vivamente llevar una vida ascética en
pobreza y perfecta soledad, proveyéndose de lo necesario con su propio
trabajo, como los Apóstoles de Cristo. En esto no se vieron defraudados,
porque la supervivencia en el bosque debió haber sido realmente dura. Sin
duda, pasaron los primeros meses talando árboles, construyendo algunos
refugios temporales y plantando para la cosecha otoñal. Pero pronto,
noticias provenientes de Molesme alteraron el ritmo de oraciones y
trabajo manual. Los monjes, que habían visto complacidos la partida de su
inquieto abad reexaminaron su actitud crítica. Los nobles de la vecindad,
cuyos familiares poblaban la abadía, estaban escandalizados por los
hechos turbulentos acaecidos en la comunidad. Sospecharon graves
abusos cometidos en la misma, y Molesme comenzó a experimentar las
consecuencias de la opinión pública hostil. Los que optaron por
permanecer en la misma, decidieron que la forma más eficaz de salir del
paso, era, como probaban experiencias anteriores, la vuelta de Roberto a
Molesme. Dado que no había esperanzas de que éste volviera
voluntariamente, mandaron una delegación a Roma para conseguir que el
papa Urbano II ordenara el regreso del abad a Molesme. También se
permitía regresar a todos aquellos monjes del Nuevo Monasterio que
prefirieran seguir a Roberto, asegurando que en el futuro no se intentaría
atraer monjes de una comunidad a otra. Si Roberto, con su acostumbrada
inconstancia. Al Nuevo Monasterio se le permitía conservar la Capilla del
abad Roberto, esto es, el mobiliario de la iglesia y los textos litúrgicos,
excepto el valioso breviario, que se les permitía conservar hasta la
festividad de la Pasión de san Juan Bautista (29 de agosto). Así, podían
copiarlo en ese lapso de tiempo. Roberto aceptó el veredicto del legado
sin resentimiento aparente y, seguido por los monjes que estaban más
unidos a él que a Cîteaux, retornó a Molesme, donde reanudó sus tareas
abaciales y gobernó hasta su muerte en 1111. Su veneración popular
como santo fue reconocida oficialmente en 1220 con su canonización, y
en 1222 el calendario cisterciense señalaba su fiesta el 29 de abril.
5. Poco después de la partida del abad Roberto y de sus adictos, muy
probablemente en julio de 1099, la pequeña comunidad del Nuevo
Monasterio eligió en su lugar a Alberico, quien había sido prior bajo
Roberto y, probablemente, uno de los fundadores de Molesme. Debió
haber sido un hombre de habilidad y carácter firme, porque se le
atribuyen la consolidación, tanto material como espiritual del Císter.
Cuando, debido a la escasez de agua, Alberico encontró inadecuado el
sitio del primer emplazamiento y lo cambió casi un kilómetro más al norte,
es muy probable que se realizase la construcción de la primera iglesia de
piedra del Císter, consagrada por el obispo Gualtero de Chalón el 16 de
noviembre de 1106 y dedicada a la Santísima Virgen María, inicio de una
ininterrumpida tradición cisterciense. De la correspondencia entre
Alberico y Lamberto, abad de Saint-Pierre de Pothières se deduce, que el
resto del mandato de Alberico transcurrió en una atmósfera tranquila, de
modesta prosperidad. Una tradición inmemorial indica que, bajo el
abadiato de Alberico, los monjes adoptaron el hábito blanco, o más bien
crudo, bajo el escapulario negro, por lo que recibieron el nombre popular
de monjes blancos.
Después de la muerte de Alberico, ocurrida el 26 de enero de 1109, los
monjes eligieron abad al prior inglés Esteban Harding. Heredó un simple
monasterio que gozaba por entonces de cierto prestigio entre las
innumerables abadías reformadas, y dejó tras de sí la primera Orden de la
historia monástica, dotada de un programa claramente formulado,
ensamblada en un sólido marco legal y en un estadio de expansión sin
precedentes. Esteban nació en el seno de una familia noble anglosajona
hacia 1060, y pasó parte de su juventud en la abadía benedictina de
Sherborne, en el Dorsetshire. La invasión normanda arruinó a su familia, y
tuvo que huir primero a Escocia y luego a Francia. Probablemente,
completó su educación en París y, con un amigo llamado Pedro, también
refugiado de Inglaterra, emprendió una larga peregrinación a Roma,
donde ambos comprendieron su vocación monástica. A su retorno les
llamó la atención la nueva empresa emprendida en Molesme, quedaron
impresionados y decidieron unirse a la comunidad. Desde el comienzo de
su administración, se nota una rápida expansión del patrimonio del Císter,
gracias a su excelente relación con la nobleza de la vecindad. En un
6. período de cinco o seis años, los monjes establecieron sus primeras
granjas, Gergueil, Bretigny y Gremigny, la mayoría en tierras donadas por
la condesa Isabel de Vergy, que fue bienhechora insigne de Esteban y de
sus monjes. Aimón de Marigny les concedió Gilly-les-Vougeot, posterior
residencia veraniega de los abades. Alrededor de 1115, consiguieron los
famosos viñedos, conocidos posteriormente como Clos-de-Vougeot, que
fueron, quizá, los bienes raíces más valiosos de Borgoña. Recibieron varias
donaciones como limosnas libres. Cualquier derecho sobre diezmos que
retuviera el donante, se le remitía en su totalidad o se le daba su
equivalente en una donación anual, nominal, de las cosechas. Sin duda
alguna, el surgir de Císter de la oscuridad hasta un lugar prominente, y la
magnética personalidad de Esteban, atrajeron numerosos discípulos y
hacia 1112 se planeó una nueva fundación, que se materializó en mayo de
1113, cuando partió un grupo de monjes hacia La Ferté, al sur de Cîteaux,
pero todavía dentro de los límites de la diócesis de Chalon-sur-Saône.
Luego se hizo inevitable una segunda casa, porque como especifica
graciosamente el documento de la fundación, "era tal el número de
hermanos en Císter, que ni las haciendas existentes eran suficientes para
mantenerlos, ni el lugar en que vivían podía hospedarlos
convenientemente".
Con Harding se produjo un gran desarrollo cisterciense, pero durante la
última década de su vida, cuya muerte ocurrió en la primavera de 1134, la
comunidad estaba como extinguiéndose por causa de no atreverse nadie a
7. abrazar su vida penitente, cuando Dios suscitó al joven Bernardo de
Claraval. Sin duda, fue el principal protagonista en el desarrollo de la
Orden del Císter en toda Europa. Nació como Bernardo de Fontaine en el
castillo de Fontaine-les-Dijon, en Borgoña, Francia en el año 1090. Fue el
tercero de siete hermanos. Su padre era caballero del duque de Borgoña y
lo educó en la escuela clerical de Châtillon. Después de la muerte de su
madre, entró en la Orden del Císter.
Cuando a los 23 años, en el año 1113, ingresó como novicio en la Orden
del Císter, le acompañaban cuatro hermanos, un tío y algunos amigos
(hasta 30 personas según otras fuentes). Previamente los había educado
monacalmente durante seis meses, asegurándose de su lealtad y
formando un grupo muy unido. El convencer a tantos fue una labor ardua,
especialmente a su hermano Guido, que estaba casado y tenía dos hijas, y
que finalmente dejó a su familia y entró en la orden. Posteriormente
entrarían en la orden su padre y su hermano menor. El año 1115, Esteban
Harding, ante el doble problema de la masiva presencia del clan de los
Fontaine y el repentino hacinamiento que habían provocado en su
monasterio, decidió enviar a Bernardo a fundar el monasterio de Clairvaux
(Claraval) del que fue designado abad, puesto que ocupó hasta el final de
su vida. Fundó otros dos más, el de Pointigny y el de Marimond, los cuales
junto al de La Ferté forman las cuatro abadías filiales cistercienses. El inicio
de Clairvaux fue muy duro. Bernardo participó personalmente en la
formación del espíritu cisterciense y fue el artífice de la gran difusión de la
orden, pasando del único monasterio cuando ingresó a 343 cuando murió.
El régimen impuesto por Bernardo era muy austero y afectó a su salud por
lo que se vio obligado a dejar la comunidad y trasladarse a una cabaña que
le servía de enfermería y donde era atendido por unos curanderos.
Bernardo fue un inspirador y organizador de las Órdenes Militares,
creadas para acoger y defender a los peregrinos que se dirigían a Tierra
Santa y para combatir el Islam. Así, tuvo gran influencia en la creación y
expansión de la Orden del Temple, redactó sus estatutos e hizo
reconocerla en el Concilio de Troyes, en 1128. En 1130, el Cisma del
antipapa Anacleto lo apartó de la vida monástica en clausura y comenzó
una intensa actividad pública en defensa de Inocencio II. Estuvo
movilizado de 1130 a 1137 e hizo del abad uno de los políticos más
8. influyentes de su tiempo. Se desplazaba habitualmente a pie,
acompañado de un monje, que hacía de secretario y escribía a su dictado
durante los desplazamientos. Tuvo una gran influencia en el desarrollo de
la devoción a la Virgen María, por lo que le valió el sobrenombre de
Doctor Melifluo (boca de miel).
En 1145, Eugenio III fue nombrado papa. Es el primer papa cisterciense y
discípulo de Bernardo. Había coincidido con él en uno de sus viajes y le
siguió desde Italia hasta Clairvaux. Allí pasó diez años de vida monástica.
En 1140, Bernardo lo había enviado a Italia como abad de Tres Fontanes.
Pero su mayor y más trágica empresa fue la Segunda Cruzada, cuya
predicación fue por completo obra de Bernardo. Allí apareció con toda su
fuerza y con toda su debilidad su ideal religioso. Su fracaso afectó
negativamente a su influencia y a su figura carismática, excepcional hasta
entonces tanto con el poder religioso como político. En 1153, enfermó del
estómago (no retenía la comida y las piernas se le hinchaban), quedó muy
débil y murió al poco tiempo. Fue canonizado el 18 de junio de 1174 por el
papa Alejandro III, siendo declarado Doctor de la Iglesia por Pío VIII en
1830.
Los cistercienses se extendieron por toda Europa, no solo por nuevas
fundaciones de distinta filiaciones, sino también por la incorporación de
monasterios, ya existentes a los nuevos ideales cistercienses. La rápida
difusión de los Monjes Blancos se debió al impacto causado en la sociedad
de su época: atraían a ricos y pobres, a hombres y mujeres, a nobles y
9. intelectuales; pero fue consecuencia también de la santidad de Bernardo y
de su popularidad. La piedad, la austeridad, la búsqueda de la soledad,
hicieron de los cistercienses la orden más atractiva del momento: en Italia
estaban en 1120, y en la misma década en Gran Bretaña, Alemania y
distintos países centroeuropeos.
Todo el siglo XII y XIII fue de constante expansión. No obstante, con el
tiempo, poco a poco fue cambiando el antiguo espíritu de los primitivos
cistercienses. La aparición y el auge de las Órdenes Mendicantes provocó
en buena medida una pérdida de la tradicional importancia espiritual y
temporal que el monacato había tenido en Europa Occidental. De todas
formas, los cistercienses aun siguieron extendiéndose, si bien los
cluniacenses y otros monjes benedictinos conocieron un mayor
detenimiento. Los motivos de esta situación fueron varios. En primer lugar
se puede destacar la feudalización de los monasterios, pues no solo
actuaban como grandes centros o señoríos feudales, sino que sus abades
con frecuencia vivían como nobles seculares, con lujos, servicios y
prácticas del todo ajenas al espíritu de la vida religiosa: había monjes que
pasaban por turno a la enfermería para comer carne, la cual estaba
prohibida a los sanos, pero permitida a los enfermos. Por otra parte, se
unieron circunstancias especialmente graves como la Peste Negra de
1348, que trajo la muerte de todos o casi todos los monjes de bastantes
monasterios, lo cual hizo imposible o muy difícil mantener la vida religiosa
de tales centros. Esto fue muy acusado en Francia, donde se unieron los
efectos de la guerra de los Cien Años.
10. La principal reforma de los cistercienses se debe a Benedicto XII, tercer
papa del pontificado de Avignón, que, habiendo llamado al abad del Císter
y sus cuatro principales filiaciones, habló con ellos largamente sobre las
necesidades de la orden y expidió su célebre constitución Fulgens quasi
stella matutina, dada en 1335, en la cual, después de manifestar su
ardiente amor a la orden, da sabios reglamentos para su mejor gobierno y
designa los colegios que ha de haber para que los jóvenes aprendan de
ella: Salamanca para los españoles, Bolonia para los italianos, Metz para
los alemanes, Oxford para los ingleses, escoceses e irlandeses; Toulouse y
Montpellier para franceses y españoles vecinos, y París para toda la orden.
Los abades comendatarios dieron al traste con la constitución de
Benedicto XII, y desde entonces fue imposible mantener la observancia y
la unidad. Nunca faltaron conatos de reforma, ya parciales, ya generales,
pero no tuvieron completo éxito, sirviendo más bien para divisiones entre
unos y otros países. El último esfuerzo se hizo en tiempos de Alejandro VII
en el año 1666, pero también fue de escaso éxito. Después empezó a
entrometerse la corte de Francia, llegando a nombrar comisarios que
asistiesen a los Capítulos Generales, lo cual no pudo menos de ser
desastroso, pues los decretos salidos de ellos, marcadamente se resentían
del espíritu de la época. Por fin llegó la Revolución, que, pasando de un
país a otro, fue arrasando los numerosos monasterios. Ya en 1783 habían
desaparecido gran parte de ellos en los dominios del emperador José II de
Austria. La asamblea constituyente secularizó en 1790 los de Francia,
donde había entonces 194 abadías comendatarias, 34 regulares y un
centenar de monasterios de monjas. En la península quedaron maltrechos
ya durante la guerra de la Independencia, y por fin, los cerraron los
gobiernos de Portugal en 1834 y de España en 1835 y 1836. Once años
después tocaba la misma suerte a los del cantón de Argovia y los
emperadores de Rusia y reyes de Prusia hicieron desaparecer los de la
católica y afligida Polonia. En 1892 muchos monasterios cistercienses se
dividieron en dos congregaciones: La Orden Cisterciense de Estricta
Observancia y Orden Cisterciense de Observancia Común. Los monjes
que se acogieron a la estricta observancia se les llamó Trapenses. Sin
embargo, los cistercienses, después de continuas luchas y continuos
11. azares, han vuelto a renacer en todo el mundo, de modo que a finales del
siglo XX contaban con 87 monasterios y 4680 monjes.
Los cistercienses se propusieron guardar desde un principio la regla de san
Benito con toda su pureza y literalmente, añadiéndole además los
estatutos particulares, o la célebre Carta de Caridad, dada por el gobierno
de la congregación. El abad del Císter debía visitar las casas procedentes
de este monasterio, mientras que él seria visitado por los cuatro abades
principales. Los monasterios que tenían filiaciones también tenían
obligación de hacer en ellas la visita anual. Cada año habían de reunirse en
Capítulo General para tratar de los negocios de la orden. No debían tener
privilegios ni exenciones contra la observancia común. Se dan asimismo
reglas para la elección de abades y deposición de los mismos, sin excluir al
del Císter, que al mismo tiempo era el superior nato de toda la
congregación. También dejó san Esteban una colección de Costumbres,
que se guardaban en todos los monasterios y aprobó el Capítulo General
después de su muerte. Además, los sucesores dispusieron lo concerniente
a las ceremonias y usos de la Iglesia y rubricas del breviario y misal,
algunos muy especiales y dignos de consideración. El gran aumento de la
orden y su difusión hicieron pronto casi imposible algunos punto de la
Carta de Caridad, tales como la venida anual de los abades a Capítulo, que
hubieron de dispensar a los más distantes, y la dificultad de corregir a los
de los países ajenos a Francia. En 1134 se añadieron cuatro definidores,
cuyo número aumentó en 1197, quedando compuesto desde 1265 por 24
12. miembros, que eran, los abades del Císter, los cuatro principales y otras
personas de las filiaciones de los cinco principales monasterios. En este
tribunal solían resolverse la mayor parte de los asuntos. La reunión
capitular solía tener lugar en el Císter por la fiesta de de la Santa Cruz de
septiembre.
Apoyados en la doctrina de san Benito, los cistercienses usaron
vestimenta de varios colores, a diferencia de la generalidad de los
benedictinos, que visten de negro. Ellos escogieron túnica blanca y
escapulario y capucha negra, y para el coro la cogulla blanca. Los
hermanos conversos, o legos, tienen color diferente y su escapulario baja
poco más de la cintura, terminando en forma redonda. En el coro usan un
manto, que llega hasta los pies, del mismo color del hábito. Los novicios
coristas tienen el mismo hábito para el coro, pero blanco, y hay variedad
en la longitud del escapulario.
La orden Cisterciense prestó grandes servicios a la cultura moral y material
de los pueblos. Ante todo, desplegó una rara actividad en la fundación y
organización de colonias agrícolas, llegando a ser, no solo para las demás
ordenes, sino también para los seglares, un modelo de administración de
los bienes temporales; la agricultura, la vinicultura, la apicultura y la cría
de ganado de todas clases, debieron a esta orden un gran impulso. No
menos actividad desplegó en la cristianización de los pueblos gentiles,
especialmente los livonios, prusianos, obotritas y aun algunos pueblos
asiáticos; para ello trabajó incansablemente en el fomento de las ciencias.
Ya en 1227 se habla de una casa de estudios en París; en 1244 y 1245, el
abad Esteban de Lexington estableció allí mismo un colegio para las
personas de la orden; según un acuerdo del Capítulo General en 1245, en
cada provincia, y a ser posible en cada abadía, había de fundarse un
colegio, por lo cual no tardaron en organizarse los de Metz, Montpellier,
Toulouse, Worrzburgo, Oxford y Estrella, y las Universidades de
Heidelburg, Colonia, Ingolstadio, Praga, Leipzig, Viena y otras, todas
provistas de ricas bibliotecas.
13. Las producciones literarias de los cistercienses son en número
verdaderamente considerable. Entre los escritores de materias teológicas
sobresalieron Esteban Harding quien publicó una edición de la Vulgata
para que sirviese de norma para los monjes de la orden; san Bernardo,
quien por la importancia y difusión de sus obras, por su conocimiento de
la hermenéutica y por su elocuencia y riqueza de estilo hay que considerar
como el príncipe de los escritores cistercienses; Alger Claraval, Guillermo
de S. Thierry, Aelredo de Revesby, Isaac de Stella, Gilberto de
Swineshead, Alano de Podio y Petrus Cantor, todos estos
contemporáneos de san Bernardo. El famoso Alonso de Insulís, Tomás
Balduíno, más tarde arzobispo de Cantorbery; Gilberto el Grande o el
Teólogo; Humberto de Gendrey, intérprete de Aristóteles; Conrado de
Ebrach, profesor de las Universidades de Praga y Viena, etc.
Religiosas Cistercienses
14. El origen de las monjas cistercienses data de época posterior a la de los
monjes, siendo su primera fundación el monasterio de Tart en el año
1120, situado a pocos kilómetros de Dijón. Las religiosas eran procedentes
de Jully, donde era monja y murió santa Humbelina, hermana de san
Bernardo. De Tart se extendieron por Francia y luego por el resto de la
cristiandad. En España hicieron la primera fundación en Tulebras, Navarra,
en el año 1134. Luego siguió el de Las Huelgas de Valladolid (1140), y
después otros, siendo el más celebre el de Santa María de las Huelgas, en
Burgos (1187), bien conocido en España y fuera de ella. Se debió esta
fundación al rey Alfonso VIII, cuya hija, Constanza, entró allí monja y fue
la segunda abadesa. En Italia se establecen monjas cistercienses desde
1171. Las fundaciones de Alemania, Suiza y Flandes son algo más tardías.
Las religiosas se acomodaron en lo posible a la vida observante de los
monjes, y vieron aumentar sus casas. Con el tiempo fue decayendo la
15. observancia, por lo cual se formaron algunas congregaciones para
restaurarla, principalmente en España, donde en 1493 se dio principio en
Gradefes, León, a las Bernardas Recoletas. En Francia se fundó en 1588 el
primer monasterio de fulienses, cerca de Toulouse. En Saboya, el año
1622, Luisa-Blanca Teresa Ballón fundó, con la ayuda de san Francisco de
Sales, la congregación de Bernardas Reformadas de la Providencia. Es
famoso en la historia el monasterio de Port Royal donde estableció una
reforma la abadesa Angélica Arnaud en 1626. La Revolución arruinó
también la mayor parte de los monasterios de religiosas cistercienses, que
no obstante han vuelto a revivir en un número considerable. En el siglo XX
se estimaban el numero de conventos en 130 y las religiosas en 3750, de
las cuales 2415 pertenecían a la observancia común, 900 a la trapense y
las restantes a las otras congregaciones.
El Císter en España
La introducción del Císter en España se remonta al siglo XII, cuando
monjes procedentes de Scala-Dieu, filiar de la gran abadía de Morimond,
fundaron un monasterio en Yerga, primera de las ubicaciones que
posteriormente pasaría a Nienzelas y finalmente, después de doce años se
asentaría en 1140 en la localidad navarra de Fitero. Dado que por aquel
entonces la parte sur de la Península, o estaba bajo el control de los
musulmanes o se consideraba insegura, casi todas las casas cistercienses
16. se ubicaron en la zona norte del país. En líneas generales las regiones de
Castilla, Aragón y Navarra fueron de expansión de Morimond iniciada en
Fitero, mientras que las zonas más periféricas como Cataluña, León,
Galicia y Portugal pertenecieron más a la línea clavalarense. La primera
fundación femenina sería Tulebras, no lejos de Fitero, con monjas
procedente de la abadía francesa de Fabas, a su vez procedente del
monasterio femenino de Tart. La nueva casa de Tulebras se convertiría en
difusora del Císter femenino por las cuencas de los ríos Duero y Ebro. La
comunidad de Tulebras intervino, entre otros, en el palentino monasterio
de Perales (1160); en la abadía leonesa de Gradefes (1169); en la
fundación del zaragozano Santa María de Trasobares (1162) y en las
Huelgas de Burgos, fundado por Alfonso VIII y su mujer Leonor de
Plantagenet (1187).
El escaso interés de san Bernardo por las fundaciones hispánicas no
parece obstáculo para la difusión de los cistercienses en la Península
Ibérica, ni por tanto, en los reinos de León y Castilla. En época medieval la
región leonesacastellana contaba con 56 monasterios, mitad masculinos,
mitad femeninos.
Ora et labora (reza y trabaja)
La jornada del monje cisterciense, marcada por el toque de campana,
estaba ordenada según el calendario solar y tenia dos ritmos de carácter
estacional: estival e invernal, en función precisamente de la luz solar. En
realidad, este astro fue el principal reloj que tuvieron los monjes antes de
que comenzaran a usarse los de péndulo, en el siglo XVIII. En la época
veraniega se dedicaba aproximadamente seis horas al trabajo manual,
entre tres y cuatro horas al oficio litúrgico y seis horas al dormitorio. Por el
contrario, en época invernal se aumentaba considerablemente el
descanso, se reducía el trabajo manual y se intensificaba la lectio. La
propia regla de san Benito establecía la rutina diaria de los monjes, basada
en el número sacro de siete horas para el Oficio Divino: Laudes, Prima,
Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. A continuación muestro una
17. tabla donde se puede ver cómo transcurría el día de los monjes a lo largo
de un año en la época medieval.
A lo largo de la jornada se van distribuyendo, de forma secuencial, Prima,
Tercia, Sexta y Nona, todas ellas con la misma estructura: verso inicial,
himno, tres salmos seguidos de una breve lectura. Hay también una
adaptación, especialmente para Nona, cuyo horario se adaptaba según
verano o invierno. Junto a Completas constituyen las cinco horas
menores. Las Vísperas tenían una estructura similar a Laudes. Además de
cuatro salmos con sus antífonas, propios para cada día de la semana, los
monjes cantaban el Magnificat, realizaban una antífona y por último el
abad cantaba el paternoster y finalizaba con la pertinente oración del día.
EL TEMPLE Y EL CISTER
Dos cosas van relacionadas con la historia de los templarios, una son las
cruzadas, y la otra, la introducción de la arquitectura gótica en los países
cristianos. Todo el mundo ha oído hablar de Las Cruzadas, pero no todos
saben que los templarios fueron, junto a los hospitalarios, muy
importantes en el desarrollo de las mismas. Todo el mundo ha oído hablar
de los templarios, pero pocos saben que fueron, los verdaderos
financieros de las construcciones catedralicias. Mediante la financiación
de las cofradías de albañiles o la creación de otras, en las que los secretos
aprendidos en Tierra Santa eran divulgados a los artesanos, vinculados así
de forma indisoluble a la orden. Y de hecho, con el proceso que aniquiló a
los templarios, un gran número de albañiles se negaron a construir para el
rey de Francia y emigraron a otros países de Europa, especialmente a
Alemania. Su historia se desarrolla entre los siglos XII y principios del XIV.
Desde su fundación en Jerusalén en 1118 hasta la detención de su último
maestre, un viernes y trece de 1307, financiaron numerosas iglesias,
catedrales y castillos en toda Europa y a lo largo de todo el camino de
peregrinaje, levantadas, las primeras, en lugares especialmente escogidos
por sus propiedades telúricas que les llevaba desde la Europa cristiana
18. hasta su destino en Tierra Santa. En resumen, los templarios no
intervinieron nunca directamente en su construcción, sino más bien,
fueron los que las financiaron.
ARQUITECTURA GOTICA
La arquitectura gótica es la forma artística sobre la que se formó la
definición del arte Gótico, el estilo artístico comprendido entre el
Románico y el Renacimiento, que se desarrolló en Europa Occidental —
cristiandad latina— en la Baja Edad Media, desde finales del siglo XII hasta
el siglo XV, aunque más allá de Italia las pervivencias góticas continuaron
hasta los comienzos del siglo XVI.
El vocablo «gótico» es el adjetivo correspondiente a godo y fue utilizado
en este contexto por primera vez por el tratadista florentino Giorgio
Vasari (1511–1574), quien en su famosa obra de biografías de pintores
toscanos, incluye varios capítulos sobre el arte en la Edad Media. En
sentido peyorativo usó este término para denominar la arquitectura
anterior al Renacimiento, propia de los bárbaros o godos, cuyos
componentes le parecían confusos, desordenados y poco dignos, por
contraste a la perfección y racionalidad del arte clásico. En su propia
época, se solía denominar como opus francigenum (estilo francés), por
referencia al origen de la innovación. Paradójicamente, en la España del
siglo XVI se calificaba al gótico final (isabelino o plateresco) como la
forma de construir a lo moderno, mientras que la arquitectura clasicista
que introducía el renacimiento italiano era vista como una forma de
construir a la antigua o a lo romano.1
La arquitectura gótica puso especial énfasis en la ligereza estructural y la
iluminación de las naves del interior de los edificios. Surgió del románico
pero acabó oponiéndose a los volúmenes masivos y a la escasa
iluminación interior de sus iglesias. Se desarrolló fundamentalmente en la
arquitectura religiosa (monasterios e iglesias), teniendo su mayor éxito en
la construcción de grandes catedrales, secular tarea en que competían las
ciudades rivales; aunque también tuvieron importancia la arquitectura
civil (palacios, lonjas comerciales, ayuntamientos, universidades,
19. hospitales y viviendas particulares de la nueva burguesía urbana) y la
arquitectura militar (castillos y murallas urbanas).
Los dos elementos estructurales básicos de la arquitectura gótica son el
arco apuntado u ojival y la bóveda de crucería, cuyos empujes, más
verticales que el arco de medio punto, permiten una mejor distribución de
las cargas y una altura muy superior. Además, la parte principal de estas
son transmitidas desde las cubiertas directamente a contrafuertes
exteriores al cuerpo central del edificio mediante arbotantes. El resultado
deja a la mayor parte de los muros sin función sustentante (confiada a
esbeltos pilares y baquetones), quedando la mayor parte de aquéllos
libres para acoger una extraordinaria superficie de vanos ocupados por
amplias vidrieras y rosetones que dejan paso a la luz.
La arquitectura gótica tuvo su origen en las regiones de Normandía e Isla
de Francia, desde donde se difundió primero a todo el reino de Francia y
posteriormente (ya a mediados del siglo XIII), sobre todo por la extensión
del arte cisterciense y las rutas jacobeas, por el Sacro Imperio Romano
Germánico y los reinos cristianos del norte de España (que durante ese
periodo de la Reconquista se estaban imponiendo a los musulmanes del
sur). En Inglaterra penetró pronto el estilo francés, aunque adquirió un
fuerte carácter nacional. A Italia llegó tarde, no tuvo mucha aceptación, y
su impacto fue muy desigual en las distintas regiones, y muy pronto fue
sustituido por el Renacimiento.
El medievalismo suscitado por el romanticismo y el nacionalismo del siglo
XIX hizo reelaborar como arquitectura historicista un neogótico que
reproducía el lenguaje arquitectónico propio del estilo con formas más o
menos genuinas, destacando la labor restauradora y reconstructora del
francés Eugène Viollet-le-Duc.
Nacimiento
Un error mantenido hasta muy avanzado el siglo XIX, fue suponer que la
arquitectura gótica había nacido en Alemania y era peculiar del genio
germánico. Los alemanes, fundándose principalmente en los textos
renacentistas, abogaban porque el estilo gótico, de las grandes catedrales,
se había originado a las orillas del río Rin.
El estilo gótico nació como tal en el norte de Francia, a mediados del siglo
XII. Se da la fecha del 14 de julio de 1140, en que se inició la obra del coro
20. de la Basílica de Saint-Denis, como la fecha de nacimiento de este estilo,
sin embargo debe hablarse más bien de una evolución técnica de las
formas de las escuelas románicas regionales. Así, ya a finales del siglo XI,
se había comenzado a construir en Inglaterra la catedral de Durham, con
bóveda de crucería y estructura gótica. En los primeros momentos,
durante el denominado estilo de transición, que se alargó hasta finales del
siglo XII, se siguió manteniendo cierta forma o fisonomía románica. Por
ejemplo, en el primer gótico se mantuvo una estructura de
proporcionalidad clásica en las fachadas, propia del Románico, que se
puede observar en la catedral de Notre Dame de París, que más adelante
se perdió en beneficio de efectos mucho más verticales. De forma
esquemática se dice que la arquitectura de este período fue una
arquitectura románica con bóvedas y arcos apuntados.3
Desarrollo
Al comenzar el siglo XIII, el estilo Gótico, denominado en este periodo
como "gótico clásico", llega a su perfección en las regiones de Normandía
y la Isla de Francia, territorio de dominio real de los alrededores de París.
Desde allí se extendió a todo el resto de Francia. Se difundió durante el
siglo XIII al Sacro Imperio Germánico, Inglaterra, reinos hispánicos y
principados itálicos, llevado sobre todo por los monjes del Císter y llegó a
alcanzar las islas de Rodas y Chipre y Siria, transmitido por las Cruzadas.
En los inicios del siglo XIV la arquitectura aumenta su esbeltez, tiende a la
estilización, iniciándose la independización de la pintura y escultura. A
partir de la mitad del siglo XV, comienza el denominado gótico tardío, su
fase más adornada, con una creciente riqueza decorativa. La vigencia de la
arquitectura gótica es variable dependiendo de las zonas, mientras que en
Italia, durante el siglo XV el Gótico es desplazado de forma temprana por
la arquitectura renacentista, en otras zonas, el estilo propio del Gótico
perduró hasta bien entrado el siglo XVI, y en Inglaterra, en concreto,
perduró una tradición gótica hasta su renovación a través del neogótico,
durante el siglo XIX.
ARTE GOTICO CISTERCIENSE
El gótico cisterciense. Características y principales monasterios.
21. Iglesia del monasterio de Alcobaça, Portugal
Se denomina arte cisterciense al desarrollado por los monjes cistercienses
en la construcción de sus abadías a partir del siglo XII, momento de la
expansión inicial de esta orden religiosa.
Sus construcciones prescinden de los adornos, en consonancia con los
preceptos de su orden de ascetismo riguroso y pobreza, consiguiendo
unos espacios conceptuales, limpios y originales. Su estilo se inscribe en el
final del románico, con elementos del gótico inicial, lo que se ha llamado
"estilo de transición".
La Orden, siguiendo la Regla de San Benito, observa el aislamiento y la
clausura, por lo que este arte se desarrolla en construcciones interiores
para el uso de los monjes: iglesia, claustro, refectorio o sala capitular.
Estas dependencias se encuentran dispuestas generalmente de la misma
manera.
La expansión de la Orden fue dirigida por el Capítulo General, integrado
por todos los abades, aplicando un programa preconcebido en la
construcción de los nuevos monasterios. El resultado fue una gran
uniformidad en las abadías de toda Europa
22. En 1124 Bernardo de Claraval escribía contra los excesos de la orden del
Cluny. Sus palabras buscaban refundar un nuevo espíritu en la Iglesia, un
espíritu de austeridad y de pobreza.
Bernardo criticaba duramente de las iglesias cluniacenses la escultura, la
pintura, los adornos y las dimensiones excesivas. Por eso, los monasterios
que se funden inspirados en la nueva regla pretederán volver a la sencillez
constructiva. Planificó y dirigió el diseño inicial, influyó en el programa de
la orden y participó activamente en la construcción de nuevas abadías. A
su muerte en 1153, la Orden había fundado 343.
Los monasterios más importantes fueron fundados entre la segunda
mitad del siglo XII y los primeros años del siglo XIII. Son edificios en los que
se aplican nuevas formas constructivas que darán paso al gótico.
En España podemos destacar los de Osera (Orense), Moreruela (Zamora),
Gradefes (León), Verurela (Zaragoza), Santa María de la Huerta (Soria),
Poblet y Santes Creus (Tarragona) y Las Huelgas (Burgos). En Portugal el de
Alcobaça y en Francia el de Fontenay.
Iglesia de Fontenay, Francia
23. Las características arquitectónicas más singulares del gótico del Císter
son:
1.- Se establecía un modelo uniforme de monasterio con claustro de
capiteles sencillos y grandes espacios para los actos comunitarios como la
sala capitular, el dormitorio colectivo, el refectorio con púlpito de lectura y
la cocina.
2.- La iglesia y las dependencias ya se cubrían con un arco ligeramente
apuntado, aunque todavía puede convivir con el arco de medio punto. Las
bóvedas son ya de crucería ligeramente ojivales, pero con nervios de
moldura simple.
3.- Las columnas adosadas de los pilares y de los muros no llegan hasta el
suelo y se interrumpen en una ménsula que se integra en el elemento de
sostén.
4.- Los capiteles carecen de decoración figurativa (a lo sumo vegetal) y los
ventanales tampoco se cubren con vidrieras, por lo que los interiores
están iluminados por luces blancas.
5.- El conjunto trasmite sensaciones de austeridad y pureza de líneas.
6.- Los exteriores también reflejan la sencillez: escasa altura, una única torre
campanario y robustos contrafuertes.
3.- Las columnas adosadas de los pilares y de los muros no llegan hasta el
suelo y se interrumpen en una ménsula que se integra en el elemento de
sostén.
4.- Los capiteles carecen de decoración figurativa (a lo sumo vegetal) y los
ventanales tampoco se cubren con vidrieras, por lo que los interiores
están iluminados por luces blancas.
5.- El conjunto trasmite sensaciones de austeridad y pureza de líneas.
6.- Los exteriores también reflejan la sencillez: escasa altura, una única
torre campanario y robustos contrafuertes.