2. La grandeza del amor de Dios no pretende
impresionarnos y agobiarnos sino salvarnos,
traernos la paz y la justicia; por eso envió a
su Hijo entre nosotros y lo sigue enviando en
la sencillez del pan y el vino que se
transforma en su Cuerpo y su Sangre.
Vamos a celebrar este misterio de fe y vamos
a hacerlo desde la confianza que nos da el
saber que estamos en manos de Dios.
Monición de entrada
3. CANTO DE ENTRADA
Hacia ti, morada santa,
hacia ti, tierra del Salvador,
peregrinos, caminantes, vamos hacia ti.
Venimos a tu mesa, sellaremos tu pacto,
comeremos tu carne, tu sangre nos
limpiará. Reinaremos contigo en tu morada
santa, beberemos tu sangre, tu fe nos guiará.
5. Lectura del libro del Génesis 22,1-2. 9-
13.15-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a
Abrahán, llamándole: - «¡Abrahán!»
Él respondió:
- «Aquí me tienes.»
Dios le dijo:
- «Toma a tu hijo único, al que quieres, a
Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí
en sacrificio, en uno de los montes que yo te
indicaré.»
Cuando llegaron al sitio que le había dicho
6. Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la
leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre
el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán
tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero
el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán! Abrahán!»
Él contestó:- «Aquí me tienes.»
El ángel le ordenó:
- «No alargues la mano contra tu hijo ni le
hagas nada. Ahora sé que temes a Dios,
porque no te has reservado a tu hijo tu único
hijo.»
7. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero
enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en
sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán
desde el cielo: -- «Juro por mí mismo -
oráculo del Señor-: Por haber hecho esto,
por no haberte reservado tu hijo único, te
bendeciré, multiplicaré a tus descendientes
como las estrellas del cielo y como la arena
de la playa. Tus descendientes conquistarán
las puertas de las ciudades enemigas.
8. Todos los pueblos del mundo se bendecirán
con tu descendencia, porque me has
obedecido.» Palabra de Dios.
9. Salmo 115
Caminaré en presencia del Señor,
en el país de la vida.
Yo seguía confiando, aunque dijera:
«¡Qué desgraciado soy!»
El Señor siente profundamente la
muerte de los que lo aman.
10. Caminaré en presencia del Señor,
en el país de la vida.
Señor, soy tu siervo, hijo de tu
esclava: rompiste mis ataduras.
Te ofreceré un sacrificio de acción
de gracias invocaré tu nombre.
11. Caminaré en presencia del Señor,
en el país de la vida.
Cumpliré mis promesas al Señor en
presencia de todo el pueblo, en los
atrios de la casa del Señor, en
medio de ti, Jerusalén.
12. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Romanos 8, 31b-34
Hermanos : Si Dios está con nosotros, ¿quién
estará contra nosotros?
El que no perdonó a su propio Hijo, sino que
lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
dará todo con él? ¿Quién acusará a los
elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica?
¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que
murió, más aún resucitó y está a la derecha de
Dios, y que intercede por nosotros?
Palabra de Dios.
13. Iglesia de la Transfiguración, cima del monte Tabor
Aleluya
En el esplendor de la nube se oyó la voz
del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado;
escuchadlo.»
14. Lectura del santo evangelio según san Marcos
9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a
Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una
montaña alta, y se transfiguró delante de
ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos
ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés,
conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó
la palabra y le dijo a Jesús: - «Maestro, ¡qué
bien se está aquí! Vamos a hacer tres
15. tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Ellas.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió
una voz de la nube:
- «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a
nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó:
- «No contéis a nadie lo que habéis visto,
hasta que el Hijo del hombre resucite de
16. entre los muertos.»
Esto se les quedó
grabado, y discutían
qué querría decir
aquello de
«resucitar de entre
los muertos».
Palabra de Dios
17. Detalle de la Iglesia de la Transfiguración
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES (leída, las preparadas por
MD, desde el ambón).
18. OFERTORIO.
Yo no soy nada y del polvo nací, pero Tú
me amas y moriste por mí. Ante la cruz
sólo puedo exclamar: Tuyo soy, tuyo soy.
Toma, mi mano, te pido, toma, mis labios
te amo, toma mi vida ¡oh Padre!, tuyo soy,
tuyo soy.
Cuando de rodillas te miro, oh Jesús, veo
tu grandeza y mi pequeñez. ¿Qué puedo
darte yo? Sólo mi ser. Tuyo soy, tuyo soy.
20. COMUNIÓN.
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;
tu grande eterno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón,
hazme tu rostro ver, en la aflicción.
Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz.
Más sólo tú, Señor, la paz me puedes dar;
cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.
Pasos inciertos doy, el sol se va, más si
contigo estoy, no temo ya. Himnos de
21. gratitud, alegre cantaré y fiel a Ti, Señor,
siempre seré.
Día feliz veré, creyendo en Ti, en que yo
habitaré, cerca de Ti. Mi voz alabará, tu
santo nombre allí y mi alma gozará, cerca
de Ti.
Más cerca, oh Dios de Ti; más cerca sí,
cuando la cruz, Señor, me lleve a Ti. Si
tiende al sol la flor, si el agua busca el
mar, a Ti, mi sólo bien, he de buscar.
22. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Eres mi visión, oh Señor de mi corazón.
Tú solo existes, el resto no es nada, día y noche
tu eres mi mejor pensamiento,
despierto o dormido tú presencia es mi luz.
Eres mi sabiduría, mi verdadera palabra
Señor, yo contigo y tú conmigo, Tú, mi padre
supremo y yo tu verdadero hijo, Tú, morando en
mí y yo en ti.
Yo no necesito de riquezas ni de vanos elogios
humanos.
23. Tú eres mi patrimonio a lo largo de mis
días, Tú, y solo tú, el primero en mi
corazón, Tú eres mi tesoro, gran Rey de
los cielos.
Gran Rey de los cielos, sol brillante del
cielo, Recuérdame sus gozosos después de
la victoria; Cristo de mi corazón, el que va
a venir. Sea siempre mi visión, oh
soberano del universo.
24. Dios es fiel: guarda siempre su Alianza;
libra al pueblo de toda esclavitud. Su
Palabra resuena en los profetas,
reclamando el bien y la virtud.
CANTO DE DESPEDIDA