1. El comunismo (de común) entendido como organización social y económica, es una asociación basada en la
comunidad de los medios sociales de producción y los bienes que con ellos se producen, mediante la participación
directa de sus miembros en un ámbito de vida colectiva. A diferencia de lo que acontece en el socialismo, el
comunismo implica el fin de la división social del trabajo y del dinero.
El comunismo, entendido como movimiento socio-político, es un conjunto de corrientes y agrupaciones cuyo principal
objetivo histórico es -particularmente desde la adopción de la doctrina marxista- la supresión revolucionaria de la
sociedad capitalista en tanto última forma de sociedad con clases, y el establecimiento de una sociedad socialista como
paso previo a la construcción gradual de una organización social comunista. Las doctrinas de las diversas corrientes
comunistas coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad privada (especialmente la de los medios de producción
sociales) y en la emancipación del proletariado como la primera clase oprimida sin economía propia,[3] negación de
toda posible apropiación privada y por ende tendiente a desaparecer como clase en una comunidad comunista.[4]
Debido a la popularidad de la revolución rusa de 1917 y la polarización política entre los regímenes socialistas y el
capitalismo occidental, el Comunismo se ha identificado casi exclusivamente con la doctrina marxista-leninista. Sin
embargo, existen otras doctrinas comunistas (algunas previas al marxismo-leninismo, otras contemporáneas, y otras
posteriores) tales como el anarcocomunismo con fundamento en posturas sociobiologistas (PiotrKropotkin,
AldousHuxley), el comunismo de consejos de base marxista pero no leninista, el comunismo cristiano premoderno y
moderno (Tomás Moro, los Shakers de Manchester,[5] GerrardWinstanley), el comunismo feudal que llamó la atención
del último Marx[6] (los Mir tradicionales rusos, los isleños escoceses de StKilda[7] ), variantes secularizadas del
comunismo religioso milenarista (Gabriel Bonnot de Mably, Morelly) y movimientos no revolucionarios como el de las
comunas hippies y los kibbutz israelíes, entre otros.[8]
La dictadura(del latín dictatūra) es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un
solo individuo (dictador) o una junta militar con un número de dictadores, generalmente a través de la consolidación de
un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar
arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno respecto a la
presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los gobernados, y la imposibilidad de que a través de un
procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.[1]
Históricamente, "dictadura" hace también referencia a la magistratura extraordinaria de la Antigua república romana, de
donde cobra su origen. El Senado romano en casos de guerra o estados de emergencia dotaba a un hombre de
poderes absolutos durante un periodo máximo de 6 meses sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político
y jurídico existente. De este modo hoy día es frecuente que se apele a una situación extraordinaria para legitimar la
duración, normalmente vitalicia, de una dictadura (guerra, confrontación, peligro, crisis, etc). Igualmente suele
enaltecerse al dictador como alguien sacrificado capaz de entregar su propia vida por su pueblo, y a menudo se le
rodea de cierta sobrenaturalidad de carácter militar y religiosa; y especialmente en estos casos se pretende la sucesión
en otro dictador.[1] Según las características que presente puede ser una dictadura autoritaria o totalitaria.
Algunas constituciones democráticas, como la alemana de Weimar, preveían situaciones excepcionales que la
justificaban, como excepciones a la utilización del término en su concepción de forma de gobierno contrapuesto a la
democracia.[1]
Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la
titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad
colectiva de los miembros del grupo. En sentido estricto la democracia es una forma de organización del Estado, en la
cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta
que le confieren legitimidad a los representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en
la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos
contractuales.
La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón
primero y Aristóteles después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno "de los
mejores" para Platón), democracia (gobierno de la multitud para Platón y "de los más", para Aristóteles).[1]
Hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo. Hay democracia
indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus
representantes. Por último, hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los
2. ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las
decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios. Estas tres formas no son
excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios.
No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley
mientras que democracia significa el gobierno de la mayoría.
El socialismoes el control por parte de la sociedad organizada como un entero sobre todos sus elementos integrantes,
tanto los medios de producción como las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas.[1] El socialismo
implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva y consciente de la vida social y económica.[2]
Subsisten sin embargo criterios encontrados respecto a la necesidad de la centralización de la administración
económica mediante el Estado como única instancia colectiva en el marco de una sociedad compleja,[3] frente a la
posibilidad de formas diferentes de gestión descentralizada de la colectividad socialista, tanto por vías autogestionarias
como de mercado. Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el socialismo para lograr
o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a clases sociales o poblaciones,[4] frente a la posibilidad de
una situación autocrática por parte de las burocracias administrativas.[5]
Las formas históricas de organización social de tipo socialista pueden dividirse entre determinadas evoluciones
espontáneas de ciertas civilizaciones de carácter religioso y las construcciones políticas establecidas por proyectos
ideológicos deliberados. De éstas se destacan, respectivamente, el Imperio Inca[6] y la Unión Soviética
El fascismo es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939). El
término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste a su vez del latín fasces (plural de fascis).
El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista,[1] [2]
mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un nacionalismo fuertemente
identitario con componentes victimistas que conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos por un
eficaz aparato de propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político
(izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente las corrientes historiograficas marxistas y la ciencia
política de extrema izquierda sitúen al fascismo en la extrema derecha y le relacionen con la plutocracia, identificándolo
algunas veces como un capitalismo de Estado,[3] o bien lo identifique como una variante chovinista del socialismo de
Estado[4]
Se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición»[5] que se opone radicalmente tanto a la democracia liberal en
crisis (la forma de gobierno que representaba los valores de los vencedores en la Primera Guerra Mundial, como
Inglaterra, Francia o Estados Unidos, a los que considera «decadentes») como a las ideologías del movimiento obrero
tradicional en ascenso (anarquismo o marxismo, este último escindido a su vez entre la socialdemocracia y el
comunismo, que desde 1917 tenía como referente al proyecto de Estado socialista que se estaba desarrollando en la
Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio:
El fascismo tiene sus enemigos agrupados en estos tres frentes: el social-comunista, el demoliberal-masónico y el
populismo católico.
Revista F. E. 1933 [8]
El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios[6] de la
Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación
del continente durante la Segunda Guerra Mundial.
De un modo destacado y en primer lugar a la Italia fascista de Benito Mussolini (1922) que inaugura el modelo y acuña
el término; seguida por la Alemania del III Reich de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y,
cerrando el ciclo, la España Nacional de Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del
periodo (desde 1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada
uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi o nacional-socialismo añade un
importante componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el
fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso
(católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que Trevor-Roper ha podido definir el término
fascismo clerical (entre los que estaría el nacionalcatolicismo español).[7]
Puede considerarse que el fascismo italiano es un totalitarismo centrado en el Estado:
3. El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y
el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Mussolini[8]
Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft
(interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido
y al Estado):
EinVolk, ein Reich, einFührer! «¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!»
También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras, tanto antes como después.
Un claro precedente del fascismo fue la organización ActionFrançaise (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue
Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología
ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica (aunque Maurras era agnóstico) y antisemita. Con posterioridad
a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la mayor parte de los casos
marginales (denominados neofascistas o neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que
mimetizan su estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa demonización a que se
sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra que condujo a
algunos de los mayores desastres humanos de la historia. En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan
su existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado delito de odio), su propaganda (especialmente el
negacionismo del Holocausto) o la exhibición de sus símbolos.
La palabra anarquía proviene del griego ἀ ναρχία, anarchía (de ἄ ναρχος, ánarchos, prefijo ἀ ν, an, que significa 'no' o
'sin', y sustantivo ἀ ρχός, archós, que significa 'dirigente', 'soberano' o 'gobierno')[1] y sirve para designar aquellas
situaciones donde se da la ausencia de Estado o poder público[2] volviendo inaplicable el monopolio de la fuerza sobre
un territorio. A diferencia de la autarquía (uno mismo-gobierno), un concepto de filosofía moral, la anarquía se refiere a
una situación del orden político.
En la filosofía política la palabra anarquía es polisémica, o sea que su uso puede referirse a nociones distintas. La
primera noción alude al desorden político producido tras el colapso de un Estado al no poder aplicar la ley sobre su
territorio (ver: estado fallido), o al que puede darse en medio de un grave conflicto institucional en que nadie alcanza a
ejercer la jefatura del Estado o su reconocimiento está en disputa (ver: acefalía de gobierno), en este caso anarquía es
sinónimo de caos.
La segunda noción alude a una forma de gobierno que prescinde de Estado y donde las instituciones son formadas por
el libre acuerdo, es decir, sin usar la fuerza para obligar a otros, así como en términos generales el anarquismo plantea
una sociedad políticamente organizada sin Estado.[3] [4] [5] La idea común de los anarquistas es que consideran que
el Estado es innecesario y también directamente perjudicial en la medida en que atenta contra las libertades de los
individuos. Este concepto de anarquía es sinónimo de acracia, llamada por algunos autores orden natural. Los
anarquistas de diferentes corrientes difieren en gran medida de la forma exacta de esta sociedad ideal. El principio
básico en que están de acuerdo es en la no-existencia de un Estado central dentro de un sistema de no-agresión o
anarquía. Dentro de este marco, la mayoría de tendencias anarquistas proponen que un sistema de asociación
voluntaria de un tipo u otro puede proporcionar los servicios para los cuales los seres humanos han confiado en las
instituciones coercitivas externas del Estado. Las formas de asociación deseables y posibles en ausencia de Estado
son objeto de numerosos debates, según lo expresado en los acalorados debates entre el moderno anarcocapitalismo
(que propone que la propiedad privada y el mercado libre solucionen los problemas de convivencia) y el tradicional
anarcosocialismo (que tiende a defender un sistema de planificación colectivista descentralizada de la sociedad).
En materia de doctrina de relaciones internacionales se llama anarquía a la apreciación de que los Estados son
autónomos frente al derecho internacional en la medida que no existe un gobierno mundial por sobre los gobiernos
nacionales.
República (del latín res publica, «la cosa pública, lo público»), en sentido amplio, es un sistema político que se
fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley como la forma de frenar los posibles abusos
de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos
fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. A
4. su vez la república escoge a quienes han de gobernar mediante la representación (democracia representativa) de toda
su estructura mediante el derecho a voto.
El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Muchas definiciones, como la de
EncyclopædiaBritannica de 1922, resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho (incluyendo los
derechos humanos)[1] como partes fundamentales para una república. No debe confundirse república con democracia,
pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno de
la mayoría, del griego, Dimokratía (Demos (Pueblo) y Kratos (Estado, refiriéndose a soberanía en este caso).
Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobierno de los países en los que el pueblo tiene la
soberanía o facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige
de un modo u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la monarquía si tiene rey, y
república si no lo tiene. Lo cierto es que una república está fundamentada en el "imperio de la ley" y no en el "imperio
de los hombres". Una república es, de este modo, un sistema institucional independiente de los vaivenes políticos,
incompatible con tiranías y monarquías, y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a
un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.
La monarquía es una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de
Estado en contraposición a la República) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es:
Personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías, y en
muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos informales por
propia voluntad).
Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la dictadura
romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento forzoso, que
puede o no ir acompañado del regicidio).
Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptación
del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).
El término monarquía proviene del griego μονος (mónos): ‘uno’, y αρχειν (arjéin): ‘gobierno’, traducible por gobierno de
uno solo. A ese único gobernante se le denomina monarca o rey (del latín rex) aunque las denominaciones utilizadas
para este cargo y su tratamiento protocolario varían según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o
territorial del Gobierno (véase sección correspondiente).
El Estado regido por un monarca también recibe el nombre de monarquía o reino.
El poder del rey puede identificarse o no con la soberanía; ser absoluto o estar muy limitado (como es usual en la
mayoría de los casos de las monarquías actuales, sometidas a regulación constitucional).