1. Vida pública de JesúsVida pública de Jesús1313
LANFRANCO, Giovanni
El milagro de los panes y los peces
1620-23
National Gallery of Ireland, Dublin
2. Compendio del Catecismo
108. ¿Por qué Jesús manifiesta
el Reino mediante signos y
milagros?
547-550
567
Jesús acompaña su palabra con
signos y milagros para atestiguar
que el Reino está presente en Él,
el Mesías. Si bien cura a algunas
personas, Él no ha venido para
abolir todos los males de esta
tierra, sino ante todo para
liberarnos de la esclavitud del
pecado. La expulsión de los
demonios anuncia que su Cruz se
alzará victoriosa sobre «el príncipe
de este mundo» (Jn 12, 31).
3. Introducción
Hace falta que conozcamos
bien la vida de Jesús, que la
tengamos toda entera en la
cabeza y en el corazón, de
modo que, en cualquier
momento, sin necesidad de
ningún libro, cerrando los ojos,
podamos contemplarla como
en una película (...).
Si obramos así, si no ponemos
obstáculos, las palabras de
Cristo entrarán hasta el fondo
del alma y nos transformarán"
(San Josemaría Escrivá de
Balaguer, Es Cristo que pasa,
n. 107).
GIORDANO, Luca
La resurrección de Lázaro
c. 1675
Colección privada
5. 1. Los misterios de la vida pública de Jesús
De los muchos
acontecimientos de los tres
años de vida pública de Jesús
se pueden destacar:
el bautismo en el Jordán,
las tentaciones en el desierto,
la predicación sobre el Reino
de Dios,
la transfiguración en el monte
Tabor,
la subida a Jerusalén,
su entrada mesiánica en la
Ciudad Santa
y los misterios finales de la
Pasión y muerte para redimir a
los hombres.
CRANACH, Lucas the Elder
Cristo y la mujer adúltera
1532
Museum of Fine Arts, Budapest
6. 2. El bautismo de Jesús en el Jordán
Con el bautismo comienza
la vida pública del Señor.
Fue el momento de la
manifestación de Jesús
ante el pueblo de Israel
como el Mesías prometido
del Antiguo Testamento y
como el Hijo de Dios igual
al Padre.
El bautismo de Cristo nos
recuerda nuestro
bautismo.
CARRACCI, Annibale
The Baptism of Christ
1584
S. Gregorio, Bolonia
7. 3. Las tentaciones de Jesús en el desierto
Después de ser bautizado por
Juan, Jesús se retiró al
desierto para rezar,
permitiendo ser tentado por el
diablo.
Las respuestas al tentador
ponen de manifiesto la
identificación filial con el
designio de salvación querido
por Dios, su Padre.
La Iglesia celebra cada año la
cuarentena de Jesús en el
desierto, venciendo con su
penitencia las tentaciones del
diablo para darnos ejemplo.
DUCCIO di Buoninsegna
Tentación en el monte
1308-11
Frick Collection, New York
8. 4. La predicación sobre el Reino de Dios
Jesús vino al mundo a predicar
el Reino de Dios y fundar la
Iglesia.
De esta predicación son
especialmente significativos el
Sermón de la Montaña y las
parábolas, confirmando su
misión con la santidad de vida
y los milagros.
Desde el comienzo de la vida
pública, Jesús eligió doce
apóstoles para estar con Él y
asociarlos a su misión. DOMENICO DI MICHELINO
Dante y los tres reinos
1465
Museo dell'Opera del Duomo, Florencia
9. 5. La transfiguración de Cristo en el Tabor
Jesús se transfiguró en
presencia de sus discípulos
predilectos: Pedro, Santiago y
Juan, para fortalecer la fe de
los Apóstoles ante la
proximidad de la Pasión.
Según la tradición sucedió en
el monte Tabor.
ANGELICO, Fra
La transfiguración
1440-41
Convento di San Marco, Florencia
10. 6. La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
Jesús sube a Jerusalén
voluntariamente, dispuesto a
morir.
La entrada mesiánica en
Jerusalén, que celebramos el
Domingo de Ramos, manifiesta
la venida del Reino que el Rey-
Mesías -recibido en su ciudad
por los niños y por los humildes
de corazón- va a llevar a cabo
con su muerte y resurrección.
GIOTTO di Bondone
N. 26 Escenas de la vida de Cristo: 10. Entrada en Jerusalén
1304-06
Cappella Scrovegni (Arena Chapel), Padua
11. 7. Del Cenáculo a la Cruz
"Viendo Jesús que llegaba su hora
de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta
el fin" (Juan 13,1).
Entonces desahogó su corazón en
un largo discurso, que sirve de
marco:
al lavatorio de los pies, dándoles
ejemplo de humildad y de servicio;
al mandamiento nuevo del amor, que
les confía;
a la institución de la Eucaristía y del
sacerdocio ("Haced esto en memoria
mía" (Juan 22,19);
a la promesa del Espíritu Santo;
a la oración sacerdotal, que abre la
perspectiva de la gloria de la Cruz,
BASSANO, Jacopo
La última cena
1542
12. 8. Conocer la vida de Jesús
Cada cristiano debe conocer y
reproducir en sí mismo la vida
de Jesucristo.
Mucho le ayudará el leer y
meditar la Sagrada Escritura,
de donde sacará continuas
lecciones para el seguimiento
de Jesús, que nos marca el
camino de la santidad en la
vida ordinaria de la familia y del
trabajo.
BOSCH, Hieronymus
Cristo con la cruz a cuestas
Palacio Real, Madrid
14. Un propósito para avanzar
Lee todos los días algún pasaje
del Evangelio sobre la vida de
Jesús, meditándolo.
Jesús es nuestro modelo en
todo; imita la vida de Cristo en
tus relaciones con los demás
hombres.
Notes de l'éditeur
Los cristianos "hemos de meditar la historia de Cristo, desde su nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y su resurrección (...). Hace falta que conozcamos bien la vida de Jesús, que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón, de modo que, en cualquier momento, sin necesidad de ningún libro, cerrando los ojos, podamos contemplarla como en una película (...). Así nos sentiremos metidos en su vida. Porque no se trata sólo de pensar en Jesús, de representarnos aquellas escenas. Hemos de meternos de lleno en ellas, ser actores. Seguir a Cristo tan de cerca como Santa María, su Madre, como los primeros doce, como las santas mujeres, como aquellas muchedumbres que se agolpaban a su alrededor. Si obramos así, si no ponemos obstáculos, las palabras de Cristo entrarán hasta el fondo del alma y nos transformarán" (Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n. 107).
Estas palabras escritas por un sacerdote santo que amó mucho a Jesucristo, nos pueden ayudar a conocer un poco mejor la vida de Cristo y así amarle cada día más.
De los muchos acontecimientos de los tres años de vida pública de Jesús se pueden destacar el bautismo en el Jordán, las tentaciones en el desierto, la predicación sobre el Reino de Dios, la transfiguración en el monte Tabor, la subida a Jerusalén, su entrada mesiánica en la Ciudad Santa y los misterios finales de la Pasión y muerte para redimir a los hombres.
Con el bautismo comienza la vida pública del Señor. El Precursor se resiste a bautizarle, pero Jesús insiste y Juan Bautista le bautiza. Fue el momento de la manifestación de Jesús ante el pueblo de Israel como el Mesías prometido del Antiguo Testamento y como el Hijo de Dios igual al Padre. El bautismo de Cristo nos recuerda nuestro bautismo.
Después de ser bautizado por Juan, Jesús se retiró al desierto para rezar, permitiendo ser tentado por el diablo. Las respuestas al tentador ponen de manifiesto la identificación filial con el designio de salvación querido por Dios, su Padre. La Iglesia celebra cada año la cuarentena de Jesús en el desierto, venciendo con su penitencia las tentaciones del diablo para darnos ejemplo.
Jesús vino al mundo a predicar el Reino de Dios y fundar la Iglesia. De esta predicación son especialmente significativos el Sermón de la Montaña y las parábolas, confirmando su misión con la santidad de vida y los milagros. Desde el comienzo de la vida pública, Jesús eligió doce apóstoles para estar con Él y asociarlos a su misión.
Jesús se transfiguró en presencia de sus discípulos predilectos: Pedro, Santiago y Juan, para fortalecer la fe de los Apóstoles ante la proximidad de la Pasión. Según la tradición sucedió en el monte Tabor.
Jesús sube a Jerusalén voluntariamente, dispuesto a morir, pues sabía que allí iba a consumarse -por el sacrificio de la cruz- la salvación de los hombres. La entrada mesiánica en Jerusalén, que celebramos el Domingo de Ramos, manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías -recibido en su ciudad por los niños y por los humildes de corazón- va a llevar a cabo con su muerte y resurrección.
"Viendo Jesús que llegaba su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Juan 13,1). Así introduce San Juan el relato de los últimos acontecimientos de la vida del Señor antes de padecer; en efecto, estos momentos revelan cuánto sufrió y hasta qué punto nos amó. Envió a dos discípulos a preparar la pascua, y Jesús con los Apóstoles se reunieron en un salón que la tradición designa como el Cenáculo.
Entonces desahogó su corazón en un largo discurso, que sirve de marco al lavatorio de los pies, dándoles ejemplo de humildad y de servicio; al mandamiento nuevo del amor, que les confía; a la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ("Haced esto en memoria mía" (Juan 22,19); a la promesa del Espíritu Santo; a la oración sacerdotal, que abre la perspectiva de la gloria de la Cruz, donde se restaura la gloria del Padre y se abren a los hombres las puertas del cielo.
Ante tantos padecimientos -y no fue el menor la traición de Judas y las negaciones de Pedro-, Dios Padre glorificó a su Hijo con la resurrección y ascensión al cielo, donde está sentado a la derecha del Padre.
Cada cristiano debe conocer y reproducir en sí mismo la vida de Jesucristo; mucho le ayudará el leer y meditar la Sagrada Escritura, de donde sacará continuas lecciones para el seguimiento de Jesús, que nos marca el camino de la santidad en la vida ordinaria de la familia y del trabajo.