1. Capítulo II
“Cuando el sapo trajo la lluvia…” El origen del mundo
según la cosmovisión yaqui
2.1 Sobre la mitología yaqui, que ellos verdades que circularan plausiblemente y con-
llaman ba’atnaa’ateka dicionaran la acción social en la vida cotidiana
de los yaquis. Alfonso Fabila, primero en regis-
En el ba’atnaa’ateka fue el origen del mundo trar algunas narraciones, las llama “cuentos y
yaqui (ba’a-t = agua sobre; ma’a = mismo; tee- leyendas”. Bajo el enfoque funcionalista de la
ka = cielo: ‘agua sobre el mismo cielo’). Su data época el autor no va más allá de la sola descrip-
es incognoscible, fue en aquellos tiempos: cuan- ción. Su compilación se remite a cinco leyendas
do todo “era agua” y “el sapo trajo la lluvia”. no interpretadas: Leyenda yaqui de las prediccio-
Con estos términos los yoeme remiten a un pa- nes, Leyenda del Águila Azteca y la Fundación
sado inmemorial donde los héroes primigenios y de México, La pascola encantada, Cuando el
los antecesores de los yaquis habitaban la única indio hablaba con los animales de uña y ala y
dimensión espacial que entonces existía, “el rei- Paz entre yaquis y mayos.73 Ruth Giddings, quien
no antiguo”: el yo’o ania. A este pasado, conce- toma la estafeta de Fabila, recabó varias narra-
bido analíticamente como mitología yaqui, se le ciones en Potam, Sonora y en algunas comuni-
denomina ba’atnaa’ateka: lo que sucedió en el dades asentadas en Arizona, las cuales compiló
pasado remoto. Lo relacionan con la lutu’uria como “mitos y leyendas”, pero la autora tampoco
yo’owe: “la verdad dicha por los que sabían”, “la las sometió a análisis.74 Pese a tales limitaciones,
gran verdad”, “la verdad de los mayores”, “lo gracias a estos dos autores ha sido posible la in-
que fue, lo que es y lo que debe ser”, “la supre- terpretación de la mitología yaqui, pues con pos-
ma cualidad humana”.72 terioridad Alejandro Figueroa,75 María E. Ola-
Sin embargo, esta mitología no siempre fue varría,76 Leticia Varela77 y Miguel Olmos78 han
concebida por los estudiosos de la etnia como
73
Alfonso Fabila, Las tribus yaquis op cit, p. 250-258.
74
Ruth Giddings, Yaqui myths and legends, Tucson, Uni-
72
Con respecto a lutu’uria, Spicer señala: “La traducción versidad de Arizona, 1959.
que con más frecuencia dan los yaquis para esta palabra es 75
Alejandro Figueroa, Por la tierra y por los santos, op cit.
“verdad”, pero no están del todo satisfechos con esa traduc- 76
María Eugenia Olavarría, Símbolos del desierto, México,
ción pues sienten que “verdad” no expresa todo el significa- UAM-I, 1992.
do de lutu’uria, que no se refiere a la verdad o falsedad en 77
Leticia Varela, La música en la vida de los yaquis, Her-
abstracto sino siempre a actividades y a la coherencia o sin- mosillo, Gobierno de Sonora, 1986.
ceridad en el cumplimiento de obligaciones rituales sino 78
Miguel Olmos, El sabio de la fiesta. Música y mitología
también las sociales”. E. Spicer, Los Yaquis… op cit, p. 115. en la región cahita-tarahumara, México, INAH, 1998.
37
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###2782389:#;/./
2. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
realizado interesantes interpretaciones con base mismo Spicer advirtió que la similitud no podía
en sus registros. llevar a conclusiones puntuales, Varela no dudó
Después de Fabila y de Giddings encontramos en trasladar la concepción huichol a la yaqui.82
un cambio de enfoque: Muriel T. Painter79 ya ob- Esto se observa en la importancia que da para
serva en la década de 1950 la significación de las explicar la relación entre cosmos y música,
narraciones en los sermones religiosos de la co- donde resalta la vinculación maíz-venado-peyo-
munidad de Pascua, Arizona. Esta aportación te,83 la cual someto a juicio, dado que es posible
permitió observar que la mitología no represen- demostrar etnográficamente que los yaquis no
taba simplemente un conjunto de cuentos y le- conocen el uso psicotrópico de dicha cactácea o
yendas, sino la cristalización verbalizada de la al menos no hacen uso de ella en la ritualidad
cosmovisión yaqui en la ritualidad. Sin embargo, como la autora señala. Por si fuera poco, tam-
la relación entre ba’atnaa’ateka y lutu’uria sólo poco hay registros previos de su uso. La misma
es identificable en otros contextos sociales hasta imprecisión se encuentra en Alejandro Figueroa,
la aparición de la obra de Edward Spicer, Los ya- quien da por sentado que la mitología huichola
quis, historia de una cultura (editada por prime- explica la rama prehispánica de cosmovisión
ra vez en 1980), quien incorpora estos conceptos yoeme.84
al análisis de la vida cotidiana. Entre muchos de La obra de María E. Olavarría destaca en el
sus significativos aportes, Spicer profundiza en sentido opuesto, dado que tiene el acierto de re-
la interpretación de algunos mitos que tratan tomar de manera preponderante la lutu’uria y
sobre el origen de los yaquis y los relativos a la la batna’a para explicar la mitología de este
fundación del territorio: El Árbol parlante, El grupo, misma en la que profundiza, sobre todo,
Diluvio y El canto de la frontera. Con base en en sus últimos trabajos. En Análisis estructural
ellos el autor ofrece una rica explicación de la de la mitología yaqui85 discute con otros auto-
concepción sagrada del espacio. Por su impor- res, oponiéndose a la interpretación de los mitos
tancia, volveré a Spicer en los momentos propi- partiendo del simple relato y de una clasifica-
cios para incluir sus consideraciones en la discu- ción a priori por elementos generales. Por el
sión de este trabajo. contrario, realiza una interpretación comparada
Otros autores retomaron más tarde las narra- para encontrar la recurrencia de los mitemas,
ciones de Fabila, Giddings y Spicer para analizar sus oposiciones, complementaciones y yuxta-
temas concernientes a un campo específico de posiciones. Bajo una perspectiva estructuralis-
estudio. Leticia Varela80 y Miguel Olmos81, por ta la autora encuentra interesantes relaciones
ejemplo, las integraron a sus interpretaciones que permiten explicar algunas concordancias
sobre la música y la danza. Sin embargo, la falta del pensamiento yaqui. Aunque el trabajo en su
de precisión en el análisis por parte de Varela, la conjunto es convincente, en el apartado final,
condujo a conjeturas que no coinciden con la cos-
movisión yaqui. Dado que Spicer esbozó que la 82
“Los paralelismos entre yaquis y huicholes o Pueblos
cultura yoeme guardaba ciertas coincidencias evidentemente no rigen punto a punto; sin embargo, con-
siderando solamente la existencia de los mencionados, no
con la huichola y la hopi, la etnomusicóloga de- es fácil concluir que el ceremonial yaqui debe ser interpre-
dujo que era posible basar su análisis comparán- tado en términos de la progresiva desaparición de los ri-
dola con la primera de éstas. Aún cuando el tuales indígenas mesoamericanos”. E. Spicer, Los yaquis…,
op cit, p. 72.
83
L. Varela, idem, ver capítulo 5: “Música y Cosmos”.
79
Muriel T. Painter, The yaqui eastern ceremony at Pas- 84
Alejandro Figueroa, Por la tierra y por los santos,
cua, Tucson, Tucson Chamber of Comerce, 1950. México, CONACULTA/Culturas Populares, 1994 p. 265.
80
Leticia Varela, La música en la vida… idem. 85
María Eugenia Olavarría, Análisis estructural de la
81
Miguel Olmos, El sabio de la fiesta.., idem. En esta mitología yaqui, México, INI/UAM/CNCA, 1990. Ver también
obra Olmos abordó la mitología circunscrita al estudio de la María Eugenia Olavarría, “La mitología cosmogónica del
música ceremonial con base en la selección que María Eu- noroeste” en Jesús Monajarás-Ruiz, Mitos cosmogónicos
genia Olavarría hizo de los mitos de Giddings y Painter. del México Indígena, México, INAH, 1989, p. 245-305.
38
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###2782389:#;/./
3. Enriqueta Lerma Rodríguez
“Perspectiva Etnográfica”, no relaciona la mi- vastos y permiten a la autora llegar a conclu-
tología que analizó con la larga narración que siones más profundas con relación a la mitolo-
realiza sobre los hechos históricos y culturales gía y la vida ritual. Aquí expone una panorá-
de la etnia. Pareciera que la mitología no se ve mica de la mitología yaqui sobre origen del
reflejada en la vida ritual y cotidiana de los ya- mundo, relacionándola íntimamente con el ori-
quis, o que los mitos pertenecen a creencias pre- gen de las fiestas tradicionales y con el ciclo ce-
hispánicas sin repercusiones en la actualidad. remonial. En Cruces, flores y serpientes,89 reto-
Quizás su interpretación se desprende de la hi- ma el tema del espacio, buscando analizar la
pótesis que maneja: conformación de la territorialidad sagrada y el
ciclo festivo anual completo. En general sus in-
Cabe tal vez la hipótesis en el sentido de vestigaciones representan un avance impor-
que los ciclos míticos sobre deidades, ani- tante en el estudio de la tribu yaqui, las cuales
males y magia formaron parte de la prácti- han variado cualitativamente. En un primer
ca religiosa yaqui anterior a la llegada de momento sus aportaciones fueron de corte pu-
los jesuitas. Sin embargo, hoy ninguno de ramente teórico, en la segunda etapa fueron
estos rasgos ha sido transferido a los santos más ricos y originales por la riqueza de los
del ritual católico. Los yaquis o los miem- datos etnográficos, en cambio los últimos han
bros de las familias conservadoras sostie- ofrecido análisis teóricos más profundos, pero
nen creencias precristianas sobre lo cada vez más alejados de la observación etno-
sobrenatural, pero tales creencias no son gráfica. Lo que ha dado pie a una limitante en
consideradas verdades sagradas, sino más el análisis del espacio: la recurrencia al res-
bien son de carácter secular.86 tringido tebat (el centro del pueblo), reducien-
do así la compresión del significado de los ocho
Contrario a esta posición trataré de demos- pueblos en su conjunto.
trar que la mitología yaqui está relacionada es- En mi trabajo no analizaré de manera especí-
trechamente a la lutu’uria yo’owe, la cual tiene fica la mitología yaqui. Dado que mi objetivo es
importancia fundamental en la vida cotidiana y comprender principalmente la concepción yaqui
en la ritualidad del catolicismo yaqui. En ese de la espacialidad y su articulación con la vida
sentido, cuando hablo de “catolicismo yaqui” ritual y cotidiana, en este primer capítulo sólo
hago referencia al sistema de creencias vincula- me abocaré a las narraciones relacionadas con el
das con lo numinoso y cercanas al cristianismo, espacio que me han sido relatadas personalmen-
pero en el que las divinidades del panteón cató- te durante la investigación en campo y de las
lico han sido resignificadas por la etnia y cuen- que he observado correspondencia en la actuali-
tan con atributos diferenciados del catolicismo dad. Las cuatro narraciones que presento:
hegemónico.87 “Yo’omuumuli”, “Ania ba’alu’utek”, “El sapo
Un desarrollo más elaborado del primer aná- que trajo la lluvia” y “Los dos hermanos contra
lisis lo presenta Olavarría en Símbolos del De- la serpiente”, las he reconstruido tomando en
sierto.88 En este libro los datos etnográficos son cuenta los elementos generales recurrentes en
diversas versiones que me han contado. En caso
de discordancia significativa entre las mismas,
86
María Eugenia Olavarría, Análisis estructural, idem, éstas se señalan en nota al pie de página. A ma-
p. 104.
87
Podría hablarse también de un “cristianismo yaqui”, nera de exposición en un primer momento des-
sin embargo, he preferido el término de “catolicismo yaqui” cribiré las narraciones y después pasaré a su in-
para distinguirlo de las otras manifestaciones cristianas que terpretación.
también profesan algunos miembros de la etnia, tales como
el “protestantismo yaqui” o el culto de los Testigos de Je-
hová yaquis. 89
María Eugenia Olavarría, Cruces, flores y serpientes.
88
María Eugenia Olavarría, Símbolos del desierto, op cit. Simbolismo y vida ritual yaquis, México, UAM-I, 2003.
39
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2132134255###26721786#9/./
4. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
2.2 El origen “verdadero” del espacio tierra. Eran muy felices porque eran muy
yaqui ricos, se alimentaban de raíces, de anima-
les que cazaban y de la recolección de fru-
Desde la perspectiva de Mircea Eliade90 en cada tos, pero todo lo comían crudo porque aún
cultura “la mentalidad arcaica” ha interpreta- no conocían el fuego.92 Eran dueños de un
do el espacio propio como el centro del mundo: río que podían llevar a dónde querían, sólo
arquetipo de un espacio cosmogónico que se en- lo enrollaban, se lo echaban al hombro y se
cuentra en el espacio celeste, el cual se preten- iban con él a otra parte cuando se “enfada-
de imitar con el fin de acercarse a la realidad ban” de estar en un mismo sitio.93 De este
cosmogónica y hacer duradero el mundo pere- modo no tenían asentamientos fijos, moti-
cedero. El mito, según el filósofo, remite al vo por el cual cuando dos grupos querían
tiempo primigenio de la fundación de los pue- permanecer en un mismo lugar se desata-
blos. Éste se configura como el arquetipo que ba la guerra entre ellos. Pero si estaban le-
se actualiza a través del rito. Siguiendo a Elia- jos se visitaban constantemente para
de, no se puede señalar a los yaquis como una conversar mientras fumaban. Aunque to-
excepción. En su ba’atnaa’ateka (pasado remo- davía no estaban los pueblos como ahora
to) hubo un momento en que el itom ania se se conocen, ya existía el pueblo de Potam.
configuró, dando forma al espacio como ahora El resto de los surem estaba disperso por
lo conciben, que es además, también, centro del todos lados.94 Un día los poteños se dieron
mundo. cuenta de que había nacido una vara, palo
o árbol, que hacía ruidos muy extraños.
a) Yo’omuumuli, la vara parlante y los Este arbusto se llamaba Maapoli.95 Al pa-
hombrecitos surem91 recer la vara quería decirles algo, pero no
le entendían. Se juntaron los surem y nom-
braron a veinte de ellos para que fueran
En un tiempo primigenio (batna’a tékia), por Yo’omuumuli, llamada también “la
antes de la llegada de los españoles y de la abuela”..96 Ella era una muchacha que vi-
existencia del mundo como ahora lo cono- vía en donde ahora es Rahum.97 Como no
cemos, vivían unos seres de corta estatura
—como del tamaño de niños de dos o tres 92
Algunos informantes comentan que los surem no co-
años—, eran los surem: fuertes y longevos, mían sino que se alimentaban del olor de las cosas, sólo ab-
llegaban a vivir hasta quinientos años. Al- sorbían el humo de la comida y con eso se llenaban.
gunos andaban desnudos, otros vestían 93
Para los yaquis, como en el resto del noroeste mexica-
pieles de animales y usaban una larga ca- no, el “enfado” es sinónimo de aburrimiento.
94
Según el testimonio de don Pedro Matus, recogido por T.
bellera que les colgaba hasta los pies. No Ruiz y G.D. Aguilar en el pueblo de Potam, el nombre del lu-
tenían casas, así que se protegían del am- gar original de los surem era Maglo. Idem. Considero que se
biente metiéndose en hoyos debajo de la tiene mayor concordancia en las versiones que señalan Potam,
toda vez que significa “topos”, “los que viven en los hoyos”.
95
Según la señora Aurelia de Flores, del pueblo de Vícam
90
Mircea Eliade, El eterno retorno, Buenos Aires, Origen/ Estación, Maapoli es el árbol conocido como ceiba.
Planeta, 1985. 96
En otras versiones la muchacha se llama Lot; en la des-
91
La versión que aquí se expone es una reinterpretación crita por E. Spicer se llama Maapoli y el evento sucedió en
de las narraciones registradas en la temporada de campo Vícam. E. Spicer, Los yaquis… op cit, p. 217.
febrero-julio 2009 y octubre-noviembre del mismo año. Dos 97
Es interesante que en el discurso yaqui a veces aparece
de ellas, de sumo valor, fueron las que me narraron Jesús la identidad de esta mujer como “muchacha” y otras como
Moroyoki del pueblo de Loma de Guamuchil y la señora Fe- “abuela”, sobre todo porque Andrés Pérez de Rivas registra
licitas del pueblo de Huirivis. Ambas versiones se comple- a dos figuras que se pintaban en el piso en los rituales “de
mentaron con la siguiente obra: Trinidad Ruiz, Tres adopción”: Viriseva y Vairubi, madre e hija, quienes los mi-
procesos de lucha por la sobrevivencia de la tribu yaqui, tes- sioneros sustituyeron por Jesús y su madre. Andrés Pérez
timonios, Sonora, Pacmyc, 1994. de Rivas, op cit, pp. 89-90.
40
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 1231234155###16712706#8/./
5. Enriqueta Lerma Rodríguez
se encontraba en ese momento tuvieron arañas o peces. Así se quedaron. Unos se
que buscarla detrás del séptimo mar. La metieron a la tierra y otros se fueron a es-
abuela era muy sabia y afirmaba entender conder donde nadie los viera. El principal
el lenguaje de la vara. De buena gana los gobernador de ellos es el mochomo (la hor-
acompañó y esperó a conocer el mensaje. A miga), quien los dirige y los cuida. Los
eso de las doce del día el árbol comenzó a ochenta surem que esperaron a los espa-
hacer ruidos como si fuera a caerse. La ñoles aprendieron a rezar, a construir igle-
vara decía que llegarían unos hombres sias y a comer comida cocida, como les
cristianos y los evangelizarían, iban a cons- enseñaron los curas. También fueron bau-
truir casas e iglesias y los iban a convertir tizados. Los españoles además les enseña-
a otra religión, les iban a enseñar a sem- ron a sembrar trigo, les dieron caballos,
brar y a cocinar los alimentos. Quienes de- les regalaron vacas y otros animales. Al
searan esperarlos iban a vivir en ocho paso de varias generaciones los hijos de es-
pueblos. Los surem comenzaron a discutir tos surem empezaron a crecer de tamaño
para ver qué hacían: unos decían que sí y hasta llegar a ser tan altos como ahora
otros que no. son. Ellos son los actuales yaquis, sin em-
Comenzaron a pelarse entre sí porque que- bargo, mientras más crecían de estatura
rían cosas distintas. En eso Yo’omuumuli menos tiempo vivían, hasta que llegaron a
se enojó porque no se ponían de acuerdo y vivir muy pocos años.
agarró el río, se lo echó al hombro, y se fue
al Este.98 Los surem se dividieron en dos b) Ania ba’alu’utek: “el que pintó la raya”.
bandos, los poteños echaron a quienes sí
querían ser bautizados y los expulsados se El mito de Ania ba’alu’utek lo he reconstruido
marcharon a vivir a orillas del río en direc- tras largas conversaciones, observaciones y re-
ción hacia el sur. Como las flechas enemi- visiones bibliográficas, que me han permitido
gas caían muy cerca del nuevo asentamiento interpretar la importancia de este personaje he-
le pusieron por nombre Vícam, que signifi- roico que toma, en ocasiones, corporeidad hu-
ca “punta de flecha”.99 mana para definir los límites del Toosa (nido)
Sólo ochenta surem aceptaron esperar a los yaqui. Alfonso Fabila narra de la siguiente ma-
curas y los rebeldes huyeron al monte, al nera el episodio en que un jefe yaqui delimita
mar y a la sierra, donde se convirtieron en con un arco el territorio frente a los españoles:
animales: hormigas, lagartijas, serpientes,
El español pasa el Río Mayo el martes 30
de septiembre en busca de El Yaqui y el 4 de
En otras versiones Yo’omuumuli se va al norte.
98
“Durante un tiempo se estuvieron persiguiendo los que
99 octubre llega a su margen izquierda y el 5
querían ser bautizados contra los que no querían ser bauti- la cruza, arribando a un pueblo deshabili-
zados; en Potam se asentaron los que no querían ser bau- tado cuyo nombre se desconoce; de aquí si-
tizados, pero los sacaron de Potam, los sacaron para hacer
un ángulo de flecha hoy llamada Vícam Pueblo donde acam-
gue el curso del río, aguas abajo y descubre
paron y estuvieron peleando tres días y tres noches seguidas un grupo de yaquis que le sale al encuentro
con una sola flecha con punta, se estuvieron pelando con arrojando al viento puñados de tierra, tem-
aquella flecha que cuando la disparaban se regresaba, pero plando los arcos y haciendo señas para que
los contrarios se dieron cuenta que la flecha se regresaba
y les pusieron un gusano en la punta de la flecha y al ser se devuelvan. Son guerreros. En la van-
disparada se quebró la punta de la flecha, y al ver que se guardia de los indios va su jefe ataviado con
quebró la punta de la flecha pararon la guerra; ese lugar fue fastuoso penacho de plumas multicolores y
conocido como Pueblo Vícam.” Esta es la versión recogida concha perla. En la espalda lleva una piel
por Trinidad Ruíz y G.D. Aguilar Z., op cit, sin embargo, he
privilegiado para esta fase de la narración la que me ha sido de zorra también con plumas, en la cintura
contada personalmente. un taparrabo de tela de algodón y en los
41
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345211###26723706#8/./
6. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
pies guaraches. Frente a frente los dos ejér- el toque de la frente con la tierra, les notifi-
citos, se adelanta el capitán indio en acti- có oficialmente, si se puede calificar así, que
tud arrogante y con su arco traza una línea la tribu del Jiac Bat-Ue defendería la tierra
larga en el suelo, hinca luego las rodillas y y el río a costa de la vida de toda la tribu,
besa reverente las tierra de sus mayores; porque de ellos, tierra y río, obtenían caza y
después se yergue en forma altiva y con el pesca, siembra y casa, vida para todos ellos.
brazo derecho extendido invita a los caste- La tierra madre, todo-paridora, que necesita
llanos a que se regresen por el camino por el río como padre de vida: calabazas, elotes
donde vinieron, porque de no hacerlo y si y venados; péchitas y pitahayas dulces; ricas
cruzan la raya, esto significa la invasión de iguanas y sabrosos conejos. Pero los españo-
su patria y la guerra, por lo que serían les, si entendieron la expulsión, no entendie-
muertos sin piedad.100 ron su significado.102
Este episodio después sería narrado de dife- En las versiones antes señaladas, aunque se
rente modo por Palemón Zavala: describe a un personaje cuyas características
concuerdan con Ania ba’alu’utek, el nombre del
Diego de Guzmán y sus soldados han sido líder yaqui no aparece. Fortunato Hernández
testigos de una ceremonia inequívoca. Un en 1902 lo identificó como “Anabayuleti”, nom-
jefe indio la ha dramatizado con mímica ex- bre con el que titula uno de los apartados de La
presiva ante los rostros de los rubios españo- guerra del yaqui:
les: con decisión el indígena trazó una raya
en el suelo con su lanza y, después de “besar” El jefe de ellos, que se distinguía por su
la tierra, ordena a los invasores abandonar vestido adornado con brillantes conchas,
el río. La ceremonia es bien actuada y bien cuando estuvo a corta distancia de los sol-
explícita. Los españoles entienden perfecta- dados españoles, trazó con el arco una raya
mente el lenguaje de esa mímica, pero no la muy larga en el suelo, se arrodilló sobre
comprenden en absoluto: califican de “beso” ella, besó la tierra, después se puso en pie
lo que es la señal de origen de la vida del pue- y empezó a hablar manifestando a los inva-
blo Hiaquimi, la señal de las fuerzas que pro- sores que se devolvieran y no pasaran la
ceden de la tierra y del río; de las fuerzas que raya, pues si se atrevían a pasarla perece-
son aliadas del nombre y que le ayudan a rían todos. (…) El cacique Anabayuleti, que
“saber” a tener poderes, mediante lo cual el aparentaba amistad con los españoles, vino
hombre puede transformarse en un animal al campo de éstos acompañado de algunos
y un animal transformarse en hombre; las de los suyos y ofreció estregar a Lautaro y
fuerzas que hacen coyote al coyote y venado a los demás rebeldes, siempre que el capi-
al venado, con todos sus atributos de astucia tán mandara algunos de sus soldados para
o ligerezas.101 que los recibieran.103
Más adelante agrega: Según testimonios de yaquis actuales el nom-
bre del personaje era Ania ba’alu’utek, posible
La mente india, con la raya trazada en el traducirlo como “agua que terminó con el
suelo y con lo que parecía “beso”, y que fue mundo”, “mundo terminado por el agua” o “di-
100
Alfonso Fabila, Las tribus yaquis de Sonora. Su cultura 102
Palemón Zavala, Idem, p. 47-48.
y anhelada autodeterminación, México, INI, 1978, p. 89-90. 103
Manuel Balbás y Fortunato Hernández, Crónicas
101
Palemón Zavala, El indio Cajeme y su nación del Río de la Guerra del Yaqui, Hermosillo, Gobierno del Estado de
Yaqui, Sonora, Gobierno del Estado de Sonora, 1985, p. 28. Sonora, 1985, p. 134-136.
42
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342341255###26723706#8/./
7. Enriqueta Lerma Rodríguez
luvio”. Pese a las constantes citas en que se se- (los cristianos), sino también de la capacidad,
ñala el encuentro entre los primeros conquista- actitud o fuerza que pueden adquirir los hom-
dores y el personaje mítico, el primer jesuita en bres para defenderlo.
ingresar al Territorio Yaqui, Andrés Pérez de
Rivas —en el siglo XVII—, no hace referencia a c) El sapo que trajo la lluvia105
este evento. Lo que sugiere la posibilidad de que
los autores que describen el hecho lo hayan re- Aún en la actualidad cuando los yaquis hacen
cogido de la tradición oral yaqui, tal como me referencia a que algo ocurrió hace mucho tiempo
fue contado a mí: dicen: “eso pasó cuando el sapo trajo la lluvia”.
Con esta frase corroboran “la verdad” acerca del
Sí, ese fue el que pintó la raya a un capitán sapo que tuvo que ir a buscar a Yuku (“lluvia”)
que se llamó: Diego de Guzmán. Pero antes en un tiempo inmemorial.
hizo un gesto: Ania Balutek, se hincó y besó
el suelo. Pinta la raya y dice: “De aquí no Se cuenta que los animales estaban mu-
pasas, y si pasas, eres hombre muerto”, riendo de sed y hambre debido a una se-
dice. Ese relato viene de 1533 y lo hace Ania quía muy prolongada; había pasado ya
Balutek. Venían soldados españoles y los mucho tiempo y ni una gota caía del cielo.
venían hasta guiando indios. Al venir aquí Algunos sembraron, pero las cosechas no
los tenían que guiar indios, no sé si los eu- se daban porque no llovía, entonces se re-
deves o los pimas, o los opatas. Bueno, se unieron y acordaron que debían enviar a
puede decir que como marco de referencia alguien a buscar la lluvia, pero nadie que-
histórico, lo que se dice de esto, de lo que ría ir debido a su gran furia, pues temían
pintó la raya, se repite nuevamente en la morir. Tras mucho discutir decidieron en-
vida de Cajeme. Porque entonces, cuando viar al sapo en su búsqueda, pues sus
él ya va dar la vuelta, del gobierno hacia grandes zancadas harían el camino más
los indios, pinta la raya también. Es de corto y la espera más breve. Pero la lluvia
dos metros. Acá en el principio no se dice no estaba dispuesta a bajar de la sierra y
de cuántos metros era la raya. Pero acá di- mojar el valle, así que se negó y se guardó
cen que son de dos metros, y dice: “Si pi- en su cueva. El sapo entonces le estuvo
san se mueren”. Y pasaron y ahí hubo suplicando que bajara, pero a cada súplica
matazón.104 la lluvia se enojaba más. Una vez cansada
de tanto ruego la lluvia engañó al sapo y
Según esta versión, el segundo Ania le dijo: “¡Ándale, pues, vete adelantando
ba’alu’utek fue Cajeme. Durante el trabajo en y ahorita te alcanzo!”. El sapo le dijo que
campo observé que entre las aspiraciones de los sí, pero no le creyó, hizo como que se ade-
jóvenes varones yaquis está el deseo de ser el lantaba y cuando vio que la lluvia ya no lo
próximo en “pintar la raya” ante la constante veía desde la entrada de la cueva, se re-
invasión de sus tierras por los yoris. En ese sen- gresó y se escondió. La lluvia se asomó
tido podría interpretarse una relación estrecha para ver si el sapo seguía afuera, pero
entre diluvio/raya/frontera/muerte, lo cual como no lo vio decidió ir tras él para ma-
habla no sólo de un personaje mítico que traza tarlo por la espalda en el camino. Pero
los límites del territorio de frente a la otredad
105
Versión de don Fermín Flores, recogida en la tempo-
rada de campo febrero-marzo 2008 en el pueblo de Vícam
104
Comentario del señor Camilo Flores de Vícam Esta- Estación. Otra versión se puede encontrar en Lucila Mon-
ción, miembro de la tribu yaqui, asesor del Gobierno Tra- dragón, Jacqueline Tello y Argelia Valdez, Relatos yaqui,
dicional de Vícam Pueblo; recogido durante la temporada Kejiak nookim; Relatos Mayo, Yoremmnok ettéjorim, CNCA/
de campo febrero-julio 2009. Culturas Populares, 1996, p. 43.
43
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###27823807#9/./
8. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
mientras más caminaba más se desespe- para avisar que la había encontrado dor-
raba porque no lo veía. Así estuvo, cami- mida, pero la había despertado y estaba
nando cada vez más rápido para tras él. En cuanto la serpiente los vio los
alcanzarlo y darle muerte. Cuando menos siguió enfurecida. Comenzaron a lanzarle
se dio cuenta había caminado tanto que flechas, pero éstas no se le encajaban en
ya estaba lloviendo en el valle y los ani- la piel. Entonces uno de los hermanos se
males estaban muy contentos porque ha- acercó demasiado y fue devorado por la
bía mojado sus milpas. serpiente. La vara comenzó a secarse en
la casa de la abuela y ésta se entristeció
d) Los dos hermanos contra la serpiente106 pensando que ambos habían muerto, pero
como no se secaba por completo compren-
dió que uno de ellos seguía vivo. La abue-
Había una serpiente gigante que tenía la contenta se puso a cantar todos los días
azotados a los yaquis. Si tenía hambre sa- mientas volvía el que había sobrevivido.
lía de su cueva, se acercaba a la gente y la El joven estuvo esperando que el animal
devoraba. Todos estaban muy asustados volviera a salir. Entre tanto, tomó su flau-
porque pensaban que iban a morir por su ta de carrizo y se puso a tocar, pero se dio
causa. Muchos guerreros habían querido cuenta de que había pasado ya mucho
matarla, pero no podían. Una vez que cru- tiempo y nada, entonces descubrió que el
zaban la entrada de su escondite, no sa- sonido de la flauta hacía dormir a la ser-
lían más. Las flechas rebotaban en su piel piente. De ese modo entró a la cueva y la
tan dura y perdían la vida por sus mismas encontró dormida a causa de la música.
armas. Entonces había dos hermanos muy Comenzó a lanzarle flechas, pero no lo-
jóvenes que vivían con su abuela. Éstos al graba matarla por la dura piel. La ser-
ver las constantes derrotas decidieron ir piente despertó porque el muchacho había
en su búsqueda. Tomaron un día sus ar- dejado de tocar. El muchacho huyó segui-
cos y sus flechas y le anunciaron a su do por ella, pero cuando se dio cuenta que
abuela la decisión. Ella se puso muy tris- estaba por alcanzarlo comenzó a tocar la
te. Los dos jóvenes le dijeron que ella sa- flauta mientras corría. El animal volvió a
bría si estaban bien porque le dejarían dormirse, pero otra vez tenía el problema
como señal una vara de carrizo plantada de no poder matarla con las flechas y de
en el piso, si el carrizo se secaba entonces no poder dejar de tocar, entonces prepa-
significaba que habían muerto, pero si ró con una mano la flecha y el arco, mien-
ésta se mantenía intacta entonces sabría tras con la otra seguía tocando la flauta.
que estaban vivos. Tardaron mucho tiem- Haciendo esto se puso justo enfrente del
po en encontrar la cueva y la abuela en su rostro de la serpiente y dejó de tocar de
casa comenzaba a desesperarse, pero es- improviso, cuándo el animal despertó dio
taba tranquila porque la vara no se seca- una gran bocanada para comerlo, pero en-
ba. Finalmente llegaron al lugar donde tonces el joven, que ya tenía preparado el
vivía la serpiente. Los dos hermanos co- arco y la flecha, le disparó dentro de la
menzaron a llamarla para que saliera, boca. La serpiente murió al instante y se
pero ésta no aparecía. Entonces uno de convirtió en piedra. Así fue como se formó
los hermanos se desesperó y se metió a la la sierra del Baakateebe con su cuerpo, la
cueva. Apenas alcanzó a salir corriendo cual termina en el cerro que lleva el nom-
bre de Boca Abierta. Todavía está dormida
106
Versión de la joven Rosalía Buitimea, recogida en la y ahí sigue.
temporada de campo enero-junio 2006, Vícam Estación.
44
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&00###00 1231234155###16712708#9/./
9. Enriqueta Lerma Rodríguez
2.3 Lo que nos dice “la verdad les. En cambio quienes se cristianizan toman
de los mayores” sobre el origen corporeidad humana y colaboran en la reconfi-
y estructuración del espacio guración del espacio. En este sentido los yaquis
y el mundo objetivado tienen un origen común,109
En la cosmovisión yaqui el espacio primigenio es dando lugar al itom ania, (itom = nuestro,
llamado “reino antiguo”, el cual señalan como ania=mundo) “el mundo humano de los ya-
yo’o ania, cuya traducción literal es “mundo vie- quis”, ya no de los surem, ya no el yo’o ania.
jo” (yo’o = viejo, grande; ania = mundo). En él, La distinción corporal entre los seres primi-
en un pasado inmemorial, que identifican como genios y los yoeme es así la cualidad principal
ba’atnaa’ateka sucedieron los hechos que dieron que determina la clasificación de la espaciali-
origen al mundo actual. A partir de las narracio- dad, pues el mundo se observa según las cualida-
nes arriba descritas que aluden a ese pasado es des ontológicas de cada ser: cada uno percibe
posible interpretar el origen de la composición según sus “cáscaras”, señalaría Alfredo López
del espacio yaqui. Austin. El mismo autor anota para el caso de
La historia de Yo’omuumuli señala un espa- Mesoamérica:
cio originario donde habitan exclusivamente los
surem: el yo’o ania (“el reino antiguo”). Lugar El problema incluye el de la forma especí-
donde se encuentra el árbol parlante. Al igual fica de percepción del mundo. En efecto,
que en las culturas mesoamericanas, éste repre- una de las características de todas las cria-
senta el Axis Mundi, la conexión entre la tierra turas es que su cáscara no sólo los condenó
y el cielo.107 Es posible que el mito del árbol par- al desgaste y a la muerte individual, y que
lante sea anterior a la época jesuítica. Pérez de redujo su poder de expresión, sino que dis-
Rivas describe que a un “ídolo” colocado debajo minuyó en forma notable la capacidad de
de un árbol se le ofrecía maíz en tiempo de siem- sus sentidos, tanto que son incapaces de
bra y flechas en tiempo de guerra.108 Éste sólo percibir buena parte del mundo. Los rela-
puede ser visto por los surem, cuyas cualidades tos míticos se refieren en particular a los
ontológicas no son humanas, mismas que se ad- sentidos de los seres humanos. En un prin-
quirieron por los yaquis al contacto con los cris- cipio fue necesario aumentar la distancia
tianos, habitantes de otros lugares del ania entre los hombres y los creadores, y para
(como llaman los yaquis a la esfera terrestre: ello éstos disminuyeron la capacidad senso-
“mundo”). rial de sus criaturas. Las reducciones, sin
De entrada el espacio yaqui se configura al embargo, fueron específicas. Algunas cria-
contacto con la otredad, con el reconocimiento turas, entre ellos los perros y las aves de
surem de la existencia de otros seres con cuali- corral, superan a los hombres al advertir la
dades ontológicas diferentes: los humanos. presencia de ciertos seres numinosos.110
Yo’omuumuli augura que el ingreso del cristia-
nismo provocará la transformación del yo’o ania: Sin embargo, el yo’o ania sigue presente en
se crearán pueblos y campos de cultivo, pero el mundo yaqui, pero sólo percibido por los
además los surem se convertirán en otros seres. surem, corporizados en animales, quienes lo
Quienes no aceptan la evangelización se escon- visualizan en su totalidad. El espacio yaqui
den para resguardar al yo’o ania, pero también
sufren una transformación corporal en anima- 109
Por “mundo objetivo” u “objetivado” usaré de manera
coloquial lo que podemos percibir del mundo empírico y que
consideramos en la vida cotidiana “el mundo real por exce-
107
Andrés Medina, “La Cosmovisión mesoamericana”, Jo- lencia”, siguiendo las palabras de Peter Berguer y Thomas
hanna Broda, Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos Luckmann, op cit.
indígenas de México, México, UNAM/CNCA, 2001, p. 123. 110
Alfredo López Austin, “El dios en el cuerpo”, Dimensión
108
Andrés Pérez de Rivas, op cit, p. 92. Antropológica, Año 16, Vol. 43, mayo/agosto, 2009, p. 13.
45
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###27823809#:/./
10. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
implica en ese sentido dos dimensiones que se Spicer no hace una clara distinción entre yo’o
entrecruzan en el mismo espacio: la del yo’o ania y juya ania, considera que son sinónimos.
ania-surem, imperceptible por el esquema cor- Esto puede deberse a que algunos lugares que
poral111 humano y el itom ania, el “nuestro permiten el contacto con “mundo antiguo” se
mundo” que es objetivado. encuentran alejados de los pueblos: en cuevas,
Edward Spicer identifica una distinción espa- ojos de los árboles, panales de abejas u hormi-
cial en la historia de Yo’omuumuli que ha toma- gueros, es decir en el monte. A estos espacio se
do fuerza en otros autores: la separación entre les llama yo’o jo’aram (yo’owe = viejo, jo’ara =
el “mundo salvaje”, “mundo del monte” o el juya casa; m = PL: ‘casas viejas’). Sin embargo, una
ania, donde viven los animales y el mundo pro- de las entradas privilegiadas al yo’o ania es el
piamente humano, los pueblos, pweplum. Según orificio del arpa que se ejecuta en las ceremo-
el autor el yo’o ania se encuentra en el monte, nias rituales.112 Algunas personas, además lo-
lugar al que huyeron los surem. Ahí se resguar- gran contactar con el yo’o ania por el despren-
dan los poderes no visibles del “mundo antiguo”, dimiento de la entidad anímica del cuerpo, ya
al que no se puede acceder desde los pueblos. sea mediante sueños que experimentan en su
Por mi parte, considero necesario matizar esta propia casa o por la muerte temporal.
interpretación si se me sigue en la idea de que la La distinción que Spicer apunta, sin embargo,
transformación ontológica de los surem (en ani- permite interpretar una clasificación del mundo
males o en yaquis) implicó principalmente un objetivo hecha por los humanos desde su esque-
cambio de corporeidad que condujo a una per- ma corporal, el cual distingue entre el juya
cepción distinta. (“monte”, donde habitan los animales salvajes)
Como se verá más adelante, en la concepción y los pweplum (“pueblos”). En cambio para las
yoeme todos los seres guardan similitud, sobre entidades potencialmente anímicas tal clasifica-
todo al tener su origen común en el yo’o ania. La ción no existe, como tampoco para los esquemas
objetivación del mundo, por tanto, es una forma corporales de los animales, pues ellos sí pueden
de apropiación del espacio por las esquemas cor- contemplar la totalidad.
porales humanos; los animales, en cambio, pue- Según comentarios de un danzante yaqui, el
den contemplar ambas dimensiones aún en los juya ania puede ser concebido como “lo que se
pueblos. El yo’o ania, desde mi punto de vista, alcanza a ver sin estar pisando el monte y sin
está en todas partes del itom ania (“mundo estar pisando la sierra, y lo que se pude imagi-
yaqui”), sólo que los humanos no lo perciben de nar que hay en ese espacio”. En ese sentido
manera naturalizada. puede interpretarse al juya ania como el paisaje
natural exclusivo del monte más sus encantos.
El yo’o ania, en cambio, “es el mundo completo
111
Por “esquema corporal” se retoma aquí la anotación con todos sus encantos”.113
que Carlos Aguado sugiere y que es indisociable de la La primera clasificación de los actuales pue-
“imagen corporal”: “Desde mi punto de vista el esquema blos yaquis, sin embargo, tiene origen en el yo’o
corporal (estructurante), se estructura a su vez no sólo por
la función ejercida (fisiológica), sino por la función signi-
ania, cuando los surem del norte, habitantes de
ficada. (…) El esquema corporal es la capacidad genética Potam, expulsan al sur a los futuros cristianos,
de autorreconocimiento que permite al individuo ubicarse quienes fundaron Vícam.114 Esta lucha represen-
en el espacio y moverse. Este es un atributo compartido
con los animales. En el caso de la especie humana dicho
esquema corporal es configurado y enriquecido con una di- 112
Dato proporcionado por Pablo S. Pichardo, quien lo
mensión adicional que es la simbólica y que es exclusivo recogió con los músicos de pascola en la tribu mayo.
de nuestra especie, a esto le denomino imagen corporal”. 113
Comentario de Gregorio Flores, danzante de vena-
Carlos Aguado, Cuerpo humano e imagen corporal. Notas do, habitante de Vícam Estación, temporada de campo
para una antropología de la corporeidad, México, Facultad junio-julio 2008.
de Medicina/Instituto de Investigaciones de la UNAM, 2004, 114
Actualmente hay dos pueblos llamados Vícam: Ví-
p. 48-49. cam Estación y Vícam Pueblo. Ambos se disputan por
46
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###21723708#9/./
11. Enriqueta Lerma Rodríguez
ta la disputa ancestral entre ambos por mante- que también puede ser interpretada como la re-
ner su hegemonía como cabecera principal de los significación de una batalla entre surem y cris-
ocho pueblos tradicionales. Actualmente los pro- tianos (como se expone en el apartado 7.1 de
blemas que atañen a los ocho pueblos se resuel- este trabajo). Por ahora es importante adelan-
ven en primera instancia en Vícam y en segunda tar que Yo’omuumuli (yo’owe = viejo; muumu
en Potam. Ambos pueblos se encuentran en el = abeja, panal; -li = ADJ: ‘el panal envejecido’)
centro del Territorio Yaqui, donde el primero re- se traduce como “gran panal de abejas”, “madre
presenta a los cuatro pueblos del sureste y el se- de las abejas” o “casa de las abejas” y que esta
gundo a los cuatro del noroeste. La “verdad narración es representada en el ritual de “matar
yaqui” de que ochenta surem esperaron a los es- panal” (muumu me’a), descrito más adelante en
pañoles coincide con la versión del misionero el apartado 6.2.
Pérez de Rivas, quien señala que al momento del La historia de Yo’omuumuli, la vara parlante
contacto los yaquis estaban organizados en y los hombrecitos surem, arroja también luz
ochenta rancherías.115 Este dato habla de que, al sobre el origen de una primera clasificación es-
menos en la concepción yoeme, las actuales po- pacial yaqui: la existencia de una esfera terreste
blaciones tuvieron su origen antes de la llegada llamada Ania (“mundo”), el mundo objetivo,
de los jesuitas. cuyo axis mundi, el árbol parlante, se encuentra
La historia de Yo’omuumuli simboliza otros en el yo’o ania (“reino antiguo”). En esta dimen-
aspectos de la espacialidad yaqui. Al momento sión primigenia y permanente se originó el
de partir al Este, con el río al hombro, traza co- “mundo yaqui”, itom ania, el cual sólo es com-
ordenadas en el ordenamiento del espacio ri- prensible por el cambio ontológico de los surem
tual. Yo’omuumuli va hacia donde sale el sol, en humanos, que acompañó la creación del
Taa’a, reconocido también como Dios o itom mundo objetivado.
achai o’ola, “nuestro padre viejito”. Esta direc- El itom ania: “mundo yaqui”, por ser objeti-
ción es la que determina hasta ahora la orien- vo, se compone de dos grandes instancias per-
tación de las ramadas rituales y las del Gobier- ceptibles a simple vista, el téeka (“cielo” o “arri-
no Tradicional, la entrada de algunas iglesias, ba del ania”) y el Toosa (“nido”), como llaman
la ubicación de las cruces mayores y la disposi- los yoeme a la porción de tierra que les fue dado
ción de los sepulcros. Asimismo al Este se le re- habitar y cuya traducción es la más aproximada
laciona con lo cálido, la fuerza, la vida, la luz, el a “territorio”. Esta última también se originó en
día, la eternidad y el principio, cualidades que el ba’atnaa’ateka, pues se considera que los pri-
se representan, según mis datos etnográficos, meros animales que Dios creó fueron las galli-
con el color azul. En oposición complementaria nas, por tanto les depositó en un nido.116 Sin em-
el rojo se relaciona con el oeste, que se interpre- bargo los límites físicos del Toosa fueron
ta como la noche, la oscuridad, el fin y lo pere- trazados por los yaquis de frente a la otredad. Al
cedero. Todos estos elementos juegan en la ri- menos en la historia de Ania ba’alu’utek (“Agua
tualidad de las fiestas patronales, en las que dos
grupos, rojos y azules, representan lo que po- 116
La noción de “nido” —aunque no aparece de manera
dría ser la lucha entre moros y cristianos, pero puntual en la versión del mito de creación mayo registrado
por Olavarría— es plausible ya que remite a la creación de
los primeros seres: las gallinas. “Cuando comenzó el mun-
ser el asentamiento original o ancestral, sin embargo, do, Itom Achai empezó a hacer gallinas y todas las otras co-
como se verá más adelante esta es una disputa aún sin sas que existen. Dios hizo las cosas, pero su amigo íntimo
desentrañar. Caifás, empezó a imitar a Dios. Cuando El Señor hizo la ga-
115
“Cuando los yaquis en su gentilidad poblaban este río, llina, la gallina vio el mundo y le gustó; la gallina estaba fe-
era en forma de rancherías tendidas por su riberas y junto liz porque Dios le había dado aliento”. María Eugenia
a sus sementeras, y el número de estas rancherías sería de Olavarría, “La mitología cosmogónica del noroeste”, Jesús
ochenta, en que había treinta mil almas”. A. Pérez de Rivas, Monjarás-Ruiz (coord.), Mitos cosmogónicos del México in-
Páginas para la historia… idem, p. 84. dígena, México, INAH, 1989, p. 252.
47
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###27823801#9/./
12. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
que terminó con el mundo”), es este personaje de Ania ba’alu’utek (Ba’a = agua; lu’ute =
quien “pinta la raya” a los españoles en señal de acabarse: ‘mundo se acabó el agua’), nombre
muerte, pues cruzarla implicaba ingresar al que se traduce como “Agua que terminó con el
Toosa. mundo” o “diluvio”. Esta interpretación se
La línea trazada por Ania ba’alu’utek delimi- puede deducir también de la historia conocida
ta la frontera yaqui del resto del mundo (Ania). a nivel académico como “Canto de la Fronte-
Se constituye así una instancia espacial que se ra”. En ella se describe que tras el torrente
distingue tanto del mundo completo como del cuatro profetas, acompañados de los sobrevi-
yo’o ania, en el sentido de marcar principalmen- vientes, señalaron, entre cánticos y rezos, los
te el espacio tangible: “nido” o “territorio”: pro- términos del espacio yaqui y fundaron los ocho
piedad de los yaquis. Instancia limitada por un pueblos.118
guerrero primigenio: Asimismo, a partir del Diluvio, el Toosa ad-
quirió sus relieves geográficos. Pilas de tierra
Bueno Toosa es el nido, se interpreta sumergidas en el océano se rebelaron ante la
como todo lo que era al principio el terri- gran inundación y, ya enfurecidas con la lluvia,
torio. Y todo lo que comprendía el espa- tomaron impulso para levantarse en mole
cio. Entonces itom Toosa es el nido, sobre el agua. El primero en sublevarse fue el
comparativamente como una gallina que cerro Onteme, que significa “el que está enoja-
tiene sus pollitos… es herencia: itom To- do”. Tras éste le siguieron, iracundos, monto-
osa bwiam: herencia. Nuestro nido de la nes de tierra que se rebelaron y salieron al aire
tierra que tenemos como herencia. Y la creando otros cerros. En ellos, se resguardaron
herencia no es de ningún hombre sino es los seres que salvaron la vida: animales y hom-
dado providencialmente por la mano de bres. La fuerza de los montículos en ascenso,
Dios. Porque aquí se conoce a Dios como arrojó el agua a las orillas. Así tomaron cauce
el Señor Mayor, dicen: Achai o’ola. Achai las corrientes hasta formar el mar al oeste. Así
es “señor”, ola es “viejo”. ¿Por qué se también se formó el Río Yaqui. Cuando las
dice así? Porque él dice algo y lo cumple, aguas se aquietaron y escampó se despejó un
está ahí.117 amplio valle, salpicado por algunas alturas
enojadas.
La dotación del Toosa como herencia divina Considero, por tanto, que con el Diluvio el
permite comprender porque para los yaquis su Toosa tomó sus cualidades a) la delimitación
conservación es tan importante. Actualmente fronteriza que traza Ania ba’alu’utek, b) la fun-
cuando los miembros del Gobierno Tradicional dación de los ocho pueblos por los profetas y c)
toman el cargo se les aconseja cuidarla y cumplir la conformación del paisaje.
la lutu’uria, de lo contrario sus bastones de La relación entre agua y ocupación del espa-
mando se convertirán en serpientes que los devo- cio ha sido una constante en la concepción del
rarán. Su resguardo compete principalmente a ordenamiento espacial yaqui. Las lluvias torren-
los coyotes (capitanes), quienes dan continuidad ciales que desvían el río provocan el traslado de
a una forma de organización militar. Ellos están los asentamientos poblacionales. Cuando en la
obligados a conocer y cuidar de la línea fronteriza
(Ver apartado 3.5). 118
El Canto de la Frontera aparece citado en la obra
La delimitación del Toosa, además, guarda de Edward Spicer, “El problema yaqui”, América Indíge-
estrecha relación con el Diluvio, cuya forma na, No. 4, Vol. V México, D.F. Oct-1945; y en Larry Evers
,
antropomorfizada se concretiza en el personaje y Felipe Monia, “Don Alfonso Florez Leyva’s “Testamen-
to”: Holograph, Trascription, and Translation”, Journal
of the Southwest, Volumen 34, No. 1, Spring 1992, Uni-
117
Comentario del Señor Camilo Flores, Vícam Estación, versity of Arizona Press The Southwest Center, Tucson,
temporada de campo febrero-julio 2009. p. 72-106.
48
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###27823801#9/./
13. Enriqueta Lerma Rodríguez
Aspecto del Cerro Onteme, “El que está enojado” y que dio origen al valle.
Foto Enriqueta Lerma.
historia de Yo’omuumuli se describe a los surem torrenciales que desvían el río —referencia geo-
como dueños de un río que llevaban consigo en gráfica fundamental de los asentamientos— re-
su nomadía, puede interpretarse de manera in- ordenan el espacio y trazan fronteras móviles
vertida que se veían obligados a mudarse depen- entre los pueblos, dentro de ciertos límites defi-
diendo de la desviación de su flujo: los que repre- nidos del Toosa.
sentaba el fin de un asentamiento y el inicio de Hasta aquí he descrito la conformación de
otro. De este modo el río que Yo’omuumuli se ciertos elementos que componen el aspecto físico
llevó al Este representa el cierre de un ciclo que del Toosa: el valle, los cerros que lo irrumpen, el
da lugar a la fundación de los pueblos. Esta no- mar, los ríos y los pueblos. Además de éstos, en
ción sigue vigente en la cultura yaqui. Como se la historia de El sapo que trajo la lluvia se puede
verá en el capítulo cinco, los últimos pueblos que interpretar el origen “antiguo” de los campos de
se establecieron en el siglo XX respondieron a la cultivo, estrechamente ligados con los ciclos
desviación del río. Mi hipótesis es que las lluvias temporales de siembra. Según la narración, el
49
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2132134255###26721708#9/./
14. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
valle se encontraba seco sin la posibilidad de Algo que destaca en este párrafo es el signifi-
producir la agricultura. El sapo al llevar la lluvia cado analógico entre el sapo y San Isidro Labra-
inaugura un nuevo espacio: el wasam que se tra- dor, a quien también se le atribuye la capacidad
duce como “tierras para cultivar” y define el de atraer la lluvia.121 Me ha sido narrado que
ciclo del calendario agrícola, el cual se clasifica con anterioridad, durante la fiesta del santo, los
del siguiente modo: agricultores yaquis “paseaban” en las tierras de
cultivo un sapo amarrado de las cuatro extremi-
a) Tataria kibake. : “está entrando el calor” dades sobre un tapanco de mezquite. La suerte
(febrero, marzo, abril y mayo), época de de las siembras dependía de las señales dadas
sequía. por el batracio a partir de las características que
b) Tubu’uria: época de siembra, cuando em- éste adoptaba tras el ritual. Si el sapo moría de
piezan las lluvias intensas (junio, julio, manera definitiva se consideraba que habría
agosto, septiembre y octubre). Primera eta- mal tiempo, pero si resucitaba había un buen
pa de siembras. augurio:
c) Keepa chatu: “se nubló y se quedó la nube”
(noviembre y diciembre). Lluvias leves sin Según decía mi abuelita que platicaba, que
rayos, ni truenos; conocidas también como antes, cuando la creencia que ellos tenían,
“equipatas”. Se siembra maíz, frijol y cala- cuando querían que lloviera, que no tenían
baza. Segunda etapa de siembras. agua, que no tenían quelite, algo así… dice
d) Seberia kibake: “está entrando el frío” (di- que le rezaban a un sapo. Le amarraban el
ciembre-enero), época de sequía.119 pescuezo con un listón rojo. No me acuerdo
del rezo que decían para el sapo, a veces lo
La relación entre el sapo, la lluvia y la agricul- enterraban. Sí, ese sapo lo enterraban en un
tura la encontramos en la siguiente narración: hoyito no muy grande, si ese sapo no se mo-
vía en el hoyo a los tres días lo sacaban, si
Cuando se sembraba y dejaba de llover en el no se murió el sapo, no se asfixió ni nada,
momento en que el cultivo necesitaba más entonces decían que iba haber tormentas,
agua los indígenas conocían varios métodos que iba haber ciclones, así. Entonces la gen-
por medio de los cuales hacían que cayera te se preparaba. Preparaba sus tierras para
agua del cielo, uno de los métodos consistía sembrar, pero cuando se moría el sapo casi
en colgar a un sapo de una pata a la rama de no esperaban lluvia, era sequía la que ve-
un árbol con un listón; otro era hacer una nía. Dependía del sapo, pero bien rezado.
procesión alrededor de la parcela con un Sí, me dijo mi nana, no me acuerdo qué le
sapo que se llevaba encima de un petate y rezaban, pero sí me dijo mi nana. Me plati-
pidiéndole a sus dioses que mandara el agua caba, pero yo me quedaba dormida, tenía
para sus sembradíos en nombre del sapo; y como cinco años, me platicaba.122
otro método más que existía era sacar la
imagen de San Isidro el labrador y colocarlo Según un campesino de la tribu, el ritual de
a un lado de la parcela y se le hacían rezos y pasear al sapo en los campos de cultivo se llevó
al igual que los demás se hacía la petición de a cabo en la localidad de Bataconcica en 1949
que mandara agua para el predio.120 ante una larga sequía, pero la respuesta fue tan
121
La fiesta de San Isidro Labrador se celebra los días 14
119
Información dada por el señor Fermín Flores, Vícam y 15 de mayo de cada año en Pótam y en la localidad de Te-
Estación, temporada de campo febrero-julio 2009. tacombiate que pertenece a Vícam Pueblo. Es organizada
120
Arturo Valencia, Agricultura tradicional yaqui, Her- por miembros de las sociedades agrícolas.
mosillo, SEP/Dirección General de Cultural Populares, 122
Testimonio de la señora Felicitas del pueblo de Huiri-
1985, p. 42. vis, temporada de campo octubre-noviembre de 2009.
50
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 1231234155###16712782#9/./
15. Enriqueta Lerma Rodríguez
brusca que el río se salió del cauce, invadiendo que marcan los límites del Territorio Yaqui.
el poblado. La inundación obligó a los habitantes Según algunos informantes, la Sierra del Ba-
a emigrar hacia una loma, dando lugar a la fun- akateebe resguarda a su vez al cerro Samauaka,
dación del actual pueblo de Loma de Bacum. identificado también con la serpiente por estar
Como ya se narró arriba, aparece aquí nueva- escondido y poseer ciertos “encantos”. Su
mente la desviación del río con la necesidad de “magia” radica en que puede verse desde va-
cambiar el asentamiento poblacional. rios puntos como si estuviera cerca, pero se
Otro espacio de suma trascendencia para la aleja conforme se avanza en su dirección. Se
tribu es la Sierra del Baakateebe (kawi), brazo trata de un montículo muy pronunciado a cuyo
de la Sierra Madre Occidental. Ésta se distin- acceso sólo es posible desde las orillas de la
gue de los cerros originados con el diluvio en sierra. Considero que el Samauaka es un espa-
el valle, pues el Baakateebe representa la pe- cio predominantemente numinoso para los ya-
trificación de la serpiente derrotada por uno de quis por estar en el centro de los dos cerros
los dos hermanos y que dio forma al Boca Takaalai, ubicado uno al sur y el otro al norte
Abierta. La muerte de ésta creó la frontera na- del Toosa. Sobre estos dos cerros profundizaré
tural hacia el Este, estableciendo los cerros en el siguiente capítulo.
Cerro Boca Abierta: la serpiente asesinada por uno de los dos hermanos.
Foto: Enriqueta Lerma.
51
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345211###26723783#9/./
16. “Cuando el sapo trajo la lluvia”
La interpretación hasta aquí trabajada me medida su carácter: “donde está la gente”.
permite señalar que en la cosmovisión yaqui (…) En las cuevas de la sierra del Bacatebe,
cada componente del espacio tiene un origen dis- aquellos que se inician como pascolas y músi-
tinto. Desde esa perspectiva la sierra (kawi), el cos reciben en sueños la visita del chivato.124
monte (juya), el mar y el río (bawe), así como las
tierras de cultivo (wasam), no se pueden englo- En Spicer se identifica la necesidad de profundi-
bar como parte del juya ania (mundo del monte) zar en una clasificación más compleja. En cambio
de manera tan escueta, pues se trata de espacios en Olavarría se refuerza la concepción simplifi-
relacionados en forma más compleja y dentro de cada, creando, además, nuevas confusiones, pues
ciertas líneas fronterizas. En mi opinión la con- Baakateebe no significa “donde está la gente”
cepción yaqui respecto a la clasificación del es- sino “donde hay carrizo”.
pacio ha sido simplificada por otros autores, Mi posición es distinta, pues considero que en
quienes lo han reducido a lo que denominan “el la lutu’uria yaqui el espacio no se circunscribe
mundo salvaje” o el “monte”. E. Spicer, sin em- únicamente a dos grandes instancias: pweplum
bargo, considera que deben existir varios niveles y juya ania; es más complejo. Una primera sín-
de espacialidad, pero no profundiza en ellos de tesis se puede exponer del siguiente modo:125
manera más específica: Ania: mundo completo, esfera terrestre, pla-
neta Tierra, el cual integra al itom ania, el
Quizás haya “niveles” en términos de los mundo yaqui.
cuales podría describirse el concepto de Itom ania: “nuestro mundo”, el mundo yaqui
huya ania. Así el huya ania incluía el río compuesto por el Toosa (nido, herencia o terri-
Yaqui bajando de los cerros (la Sierra Ma- torio) y téeka (el espacio celeste que lo cubre),
dre Occidental) hacia el “mar” (el Golfo de itom ania. De este modo, el concepto hace refe-
California). Incluía los carrizales, verdes y rencia al mundo perceptible para el esquema
rumorosos en el verano, verdes y pardos en corporal humano.
el invierno (…) Abarcaba la sierra del Baca- Toosa: “Nido”, “herencia” o territorio, com-
tete (…) Todo esto y más formaba parte del puesto por sierra (kawi), mar y río (bawe), monte
huya ania.123 (juya), tierras de cultivo (wasam) y pueblos
(pweplum).
M.E. Olavarría señala: Estas tres grandes instancias espaciales in-
cluyen toda una clasificación no menos comple-
La sierra kawi, o como también se le llama ja. Entre ellas hace falta, por ahora, agregar la
en el lenguaje coloquial júuya, está asociado dimensión del yo’o ania, la cual abordaré en el
al concepto más complejo de pocho’oria, el siguiente capítulo. Mismo en el que describiré
cual se traduce literalmente como “el mon- con detenimiento la forma como se concibe
te”. Esta región comprende la sierra del cada instancia que compone el mundo, según
Bacatebe cuya etimología refleja en gran los yaquis.
124
M.E. Olavarría, Cruces, flores y… idem, p. 87.
125
Las particularidades de cada uno de los espacios se
describirán en el siguiente capítulo, incluyendo la relación
123
E. Spicer, Los yaquis… idem, p. 76. entre cielo y Toosa.
52
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342341255###26723702#8/./
17. Capítulo III
Itom ania: “nuestro cacho de tierra
con su pedazo de cielo”
En la cosmovisión yaqui el mundo se originó Sin embargo para los yaquis este pasado no
cuando un pez, desde el fondo del agua, levantó está sólo en la historia remota o mítica. Los
la vista y descubrió al sol brillando.126 Su funda- seres originarios aún existen en la dimensión al-
ción es explicada a través de narraciones que en terna a la perceptible y desde ella se condicionan
su conjunto explican el pasado más remoto, a muchas de las cualidades del mundo objetivo. A
éste lo llaman ba’atnaa’ateka. En él se constitu- este origen mítico se le ha interpretado como la
yeron las coordenadas de inteligibilidad que dan separación entre “cultura” y “mundo salvaje”:
sentido a la concepción del espacio: la separación mundo de los hombres / mundo de los animales.
entre “mundo antiguo” y el “mundo de los hom- Mi hipótesis diverge, considero que la separa-
bres”. Primera distinción entre el yo’o ania, in- ción no corresponde de inicio a una distinción de
visible para los humanos, y el mundo objetivado: los espacios sino en la capacidad de observar en
el itom ania (“nuestro mundo”, “el mundo ya- dos formas distintas, dependiendo de las inma-
qui”), que es el único capaz de ser percibido por nencias y opacidades que las cualidades ontoló-
el esquema corporal humano. En el antiguo que- gicas permitan. Por ejemplo, los animales —cuya
daron ocultos los surem, proto-humanos que se raíz se ubica en los surem renegados— son ca-
negaron aceptar el cristianismo. Transformados paces de observar las cualidades del yo’o ania de
en animales, se escondieron en diferentes luga- manera naturalizada, no así los yaquis, quienes
res de la naturaleza para evitar integrarse a los se “parecieron” cada vez más a los cristianos y
pueblos que los jesuitas crearían. su corporeidad les limitó a sólo percibir el mundo
objetivado: el itom ania (el espacio factico). De
126
La narración del pez que descubrió el sol señala lo si-
guiente: “El pez ese que descubrió el sol. Casi es lo mismo.
este modo, aunque tanto animales como yaquis
Según hay un pescado que parece tortilla, le dicen Tajeiku- perciben el cielo, la tierra, la vegetación, los mi-
chu, que todos los peces hicieron una reunión y que todos nerales, los accidentes geográficos, los cambios
dijeron que él eran el rey del mar. Entonces que Tajeikuchu climáticos y a otros seres corporizados, sólo los
cuando grito dijo: ¡Taa’a yo’owe! Y que todos los demás lo
apachurraron y quedó aplastado, ¡pero por mitotero! Por- animales pueden ver la dimensión antigua.
que si no hubiera dicho nada, nadie lo aplasta, pues (ríe). El origen común de los entes en el yo’o ania
Fue el que lo vio primero, grito: “¡está saliendo el sol! Y explica por qué en la “verdad yaqui” todos los
quedó como aplastado. Ese también está en el yo’o ania”.
Versión contada por la señora Felicitas de Huirivis, tempo-
entes cuentan con jiapsi o son jiapsi, es decir:
rada de campo octubre-noviembre, 2009. Grabación en ar- poseen una entidad anímica o son entidades po-
chivo digital, colección de la autora. tencialmente anímicas. De este modo animales,
53
!"#$%&'#()*)&+&',#-'$#*'.+$'/%$&01###01 2342345266###27823802#9/./