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EL ESPECTRO DE
LOPE DE AGUIRRE
EN LA NOVELA
HISPANOAMERICANA
CARLOS EDUARDO
ROMAN HERNANDEZ
Auto Edición
Bogotá, 2012
El espectro de Lope de Aguirre
En la novela hispanoamericana
- Carlos E. Román -
Autoedición.
Se permite la reproducción total o parcial del presente material,
siempre y cuando se cite la fuente y el sitio de origen.
(c) Carlos Eduardo Román Hernández, 2006.
Para informaciones:
ceromanh@gmail.com
NOTA DEL (AUTO) EDITOR:
Reedito aquí mi trabajo presentado en Septiembre de 1998 para la obtención del título de profesional en Estudios
Literarios, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), y cuyo director fue Jaime
Alejandro Rodríguez.
Para conservar la paginación original, ésta en indicada entre corchetes, cuyos números refieren que el párrafo precedente
se encontraba en la página indicada. Por demás, el trabajo se transcribe íntegro. Tan sólo se añade, para esta edición, una
“presentación”, y un “anexo 3”, que resume el trabajo en un cuadro-esquema.
Las páginas del índice corresponden al sitio del contenido en la presente edición.
CARLOS EDUARDO ROMÁN HERNÁNDEZ (Cúcuta, Colombia, 1970)
es Profesional en Estudios Literarios y Mágister en Teología, de la
Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, así como Especialista en
Educación en Artes y Folclor.
Se ha interesado en el análisis de los discursos y sus incidencias en la
cultura desde el campo de los imaginarios sociales. Sus elaboraciones
parten desde el campo de la docencia y buscan incidencia en la
capacidad crítica de la cultura. Sus lecturas y análisis buscan crear
espacios reflexivos en la docencia y en la investigación, que permitan
leer críticamente las matrices culturales del presente y sus herencias.
En EL ESPECTRO DE LOPE DE AGUIRRE EN LA NOVELA
HISPANOAMERICANA, propone una exploración de los campos
significativos y semánticos generados a partir de la apasionante figura
de Lope de Aguirre en su Jornada de Omagua, aventura que marcó el
inicio de una nueva conciencia libertaria en Hispanoamérica y cuyos
ecos aún llegan hasta nuestros días.
ÍNDICE
PRESENTACIÓN. .............................................................................................................................
INTRODUCCION: JORNADA LITERARIA PARA UN ESPECTRO. ..................................
1. APUNTES PARA PROVEER CARGOS Y OFICIOS. ..................................................................
2. PLAN DE LA JORNADA. ...............................................................................................................
1. LOPE DE AGUIRRE: EL ORIGEN DE UNA SEDUCCION. ...............................................
1. HACIA UNA DIEGESIS DE LAS CRONICAS. ...........................................................................
2. DE CRONICAS Y CONJUROS. .....................................................................................................
3. ACONTECIMIENTO QUE SE HACE CUERPO. ........................................................................
4. DE NUEVOS DISCURSOS. ...........................................................................................................
5. VUELTA. ..........................................................................................................................................
2. LAS MIRADAS INQUIETAS. .....................................................................................................
1. HACIA EL FILO SOMBRIO DEL HORIZONTE. ........................................................................
2. ENTRE LA MIRADA BRUMOSA Y LA MIRADA SECA. ...........................................................
3. VUELTA. ..........................................................................................................................................
3. LAS NUEVAS VOCES. .................................................................................................................
1. LOS BORDES DE UN NUEVO DECURSO. ................................................................................
2. LOS PARTICULARES MOTIVOS DE "PRINCIPE". ..................................................................
3. HACIA LA SIGNIFICACION GLOBAL DE LA NOVELA. .......................................................
4. VUELTA. ..........................................................................................................................................
4. EL CUERPO ESCRITO. .............................................................................................................
1. LOS PRIMEROS CAMINOS DE AGUIRRE. ...............................................................................
2. VUELVE EL PEREGRINO. ...........................................................................................................
3. DE LA DISOLUCION CORPORAL A LA VOZ APELANTE. ....................................................
4. VUELTA. ..........................................................................................................................................
CONCLUSION: EL ESPECTRO DE LOPE DE AGUIRRE. ....................................................
1. EL MOMENTO INTRINSECO. .....................................................................................................
2. EL MOMENTO TEMATICO. ........................................................................................................
3. EL MOMENTO DE LA CONSIDERACION TEMATICA COMO CONSIDERACION
CORPORAL. ........................................................................................................................................
ANEXOS
ANEXO 1: CRONOLOGIA DE LA EXPEDICION DE OMAGUA Y REBELION DE
AGUIRRE. ............................................................................................................................................
ANEXO 2: CARTA DE LOPE DE AGUIRRE A FELIPE II, REY DE ESPAÑA. ..........................
AMEXO 3: CUADRO SÍNTESIS. ........................................................................................................
BIBLIOGRAFIA. ..............................................................................................................................
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PRESENTACIÓN
UN ESPECTRO DESDE EL FONDO DE LOS TIEMPOS
Hacia finales del año de 1560, un soldado vasco, Lope de Aguirre, conspira y toma
el mando de la expedición a Omagua, que había iniciado tres meses antes, con
aproximadamente 300 españoles y entre 300 ó 600 indios. Pedro de Ursúa, el
comandante de la expedición, es asesinado, y en su lugar toma el mando Fernando
de Guzmán. Aguirre decide nombrarlo Rey obligándolo, junto a sus compañeros de
expedición, a desnaturalizarse de España y declarar la guerra a Felipe II, monarca
español, y con ello cambia el objetivo de la expedición, de la conquista de Omagua a
la conquista del reino del Perú. El nuevo Príncipe intenta acabar con Aguirre, pero
éste le gana la mano, y le mata junto a varios cómplices. Se alza con el mando de la
expedición como ''fuerte caudillo de los invencibles marañones"; mata a quien cree
tibio para la guerra, traidor, de mal mirar, murmurador o falso. La expedición baja
por el río amazonas en toda su ventura de muertes y desolación, para salir al
Atlántico y llegar a la Isla Margarita, en Venezuela. Nuevas muertes suceden, y al
entrar en territorio venezolano, los pocos sobrevivientes (60 ó 90 españoles; ningún
indio) de a poco le abandonan. Aguirre escribe a Felipe II, retándolo de tú a tú. En
Valencia, sus tropas le abandonan definitivamente. Antes de caer en manos de las
tropas leales al Rey, apuñala a su hija Elvira, que le acompañaba. En su ejecución
no deja de blasfemar; se atreve a corregir el tiro a sus verdugos. Su cuerpo es
descuartizado, exhibidos sus miembros en poblaciones cercanas, y se ordena borrar
su memoria del tiempo de los hombres.
Lope de Aguirre, a pesar de su muerte, seguiría viviendo en la escritura. Su
actuar, en cierto modo, fue saludable en tanto provocador. Por supuesto que la
historia personal de Aguirre no fue saludable para él mismo (su cuerpo
descuartizado), pero sí para otros. Inquietante. Son muchos quienes le miran para
decir algo. Los cronistas, contemporáneos suyos, tratando de borrar la razón de sus
palabras y la complicidad propia; escritores que tratan de percibir ya un héroe
libertario, ya un motivo para explorar la historia americana, ya un interesante
demonio; psicólogos deseosos de postular explicaciones adecuadas al horror de
sangre y muertes; sociólogos... en fin, en tan múltiples preguntas, no deja de
entreverse su carácter temático.
El presente trabajo ha pretendido, entonces, abordar un tema. Para ello, ha
planteado una cuestión guía: ¿sobre qué elementos se desarrolla el tema, cómo se
estructura y concreta, qué expresa? Su corpus se compone de seis crónicas de indias
y tres novelas: El Camino de El Dorado, de Arturo Uslar-Pietri, La aventura
equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender, y Lope de Aguirre, Príncipe de
la Libertad, de Miguel Otero Silva.
Los elementos a considerar para el desarrollo de la pregunta son los tópicos y
4
motivos, en cuanto son ellos base del texto literario. En un primer momento, se
abordan las crónicas de indias en tanto allí se establece la génesis del tema. Su
análisis postula los tópicos sobre los cuales se desplegará el tema en los tiempos
venideros. Un segundo momento, se refiere al análisis de las tres novelas
mencionadas, en su caso particular y de manera interrelacionada para no perder de
vista la continuidad del tema.
Una vez establecidos estos análisis, que ocupan los tres primeros capítulos del
presente trabajo, se retorna una insinuación dejada en ellos: toda la continuidad
temática elabora un cuerpo. Es decir, la consideración temática es concretada como
consideración corporal. Analiza entonces, el cuarto capítulo del trabajo, el desarrollo
de tal consideración. Por último, en la conclusión, se explícita el esquema
comprehensivo que ha guiado el desarrollo del trabajo.
En suma, estas líneas pretenden, más que ser un trabajo académico, un ejercicio
de lectura argumentada, una explicación y aclaración de inquietudes suscitadas por
una extraña y apasionante historia. Por un extraño y apasionante personaje, que
aun gesticula como un fantasma provocador y atrevido, o como excusa para llenar la
hoja en blanco.
Carlos E. Román.
Octubre de 1998.
5
INTRODUCCION:
JORNADA LITERARIA PARA UN ESPECTRO.
Sólo eres una guitarra de sombra
en el viento de las aldeas,
una presencia que inflama la noche
en la memoria de los campos.
-Vicente Gerbasi, Tirano de sombra y fuego-
Si intentamos mirar desapasionadamente la historia de Lope de Aguirre y la
jornada de Omagua y Dorado1, podemos concluir que ella es una historia como muchas
otras ocurridas durante la conquista. Las empresas asumidas por los conquistadores
(con claros móviles políticos y económicos) se caracterizaron por un delirio mutuo: la
exhuberancia tropical que desgonzaba el imaginario ibérico, y la sed de oro que
clavaba su espada en la selva americana. No faltaron las luchas internas, ni las
rebeliones en contra de las autoridades designadas por la corona española.
Pero fue esta historia, y más en concreto la figura de Lope de Aguirre, la que centró
la atención. El corpus de reelaboraciones e interpretaciones suscitadas desde allí es
inmenso, tal que Miguel Otero Silva afirma haber consultado 188 documentos
diferentes para la elaboración de su novela (:258), reelaboraciones que, por otro lado,
varían desde considerar a Lope de Aguirre el prototipo máximo de la iniquidad [1]
hasta la encarnación de la aventura libertaria humana. Tan sólo en el campo
estrictamente literario tenemos noticia de la existencia de más de cinco novelas, seis
textos de narrativa breve, nueve obras teatrales, amén de otros tantos textos de
diverso género (Galster: 82). ¿Se constituye entonces Lope de Aguirre como un tema
significativo y estructurador?
1. APUNTES PARA PROVEER CARGOS Y OFICIOS EN LA JORNADA.
El tema es un elemento recurrente, repetitivo en el buen sentido de la palabra, que
en su dimensión de signo actúa como una rejilla alrededor de la cual se entretejen
diversos significados y expresiones que se enriquecen y se desplazan mutuamente. No
se miente si lo consideramos como proteico. Como toda creación humana el tema
nuevo lleva una carga de pasado y de expectativa histórica y cultural: expresa un
problema, una inquietud, una visión. Con razón afirma Claudio Guillén que el tema
nuevo es posible gracias al hecho social y al proceso cultural, que ocasionan una
polisemia de motivos que pueden llegar, en su posterior desarrollo, a contradecirse a sí
mismos (:271): “en el campo temático domina la conciencia del cambio” (:274). Más allá
de una simple constatación de la presencia de Lope de Aguirre en obras de muy
diverso género, observamos que este personaje es un pretexto fértil en potencia, una
vivencia que se culturiza y tematiza desde las estructuras de una sociedad. Provoca
siempre algo (la “seducción literaria” que nombra Galster). Es la excusa, en diferentes
instancias, para un proyecto justificador, para mostrar el ejemplo de la permanencia
1 Sobre los hechos de la jornada, la cronología de la expedición, en Anexo 1.
6
de unas estructuras político-sociales, para mostrar la barbarie o la justeza de un
periodo histórico determinado. Como tema, incita y propicia una estructura y una
lectura literarias (Guillén: 249), formando parte de la actitud personal y subjetiva con
la que el escritor asume el elemento incitador (:296). [2]
Insistimos en su carácter incitador y estructurador, pues la aventura de Lope de
Aguirre no es un tema de carácter unilateral; la operación estructuradora sobre esa
incitación reviste múltiples perspectivas, e incluso, su irradiación hacia tópicos y
motivos de diversa índole (cuestiones que aclararemos a su debido momento).
Podemos formular el origen cronológicamente exacto de este tema: 1559, con los
primeros preparativos de la jornada de Ursúa y el desarrollo de ésta. De ello nos dan
noticia los cronistas Francisco Vázquez y Pedrarias de Almesto, soldados de la
jornada. En momentos posteriores, y por las inquietudes que generó la rebelión
aguirrista, el tema es retomado a lo largo de los años. Hacia 1581, fray Pedro de
Aguado ha recibido, de parte de Felipe II, la licencia de impresión para su
Recopilación Historial de Venezuela, en la cual dará noticias del “traidor servil, y malo
y más cruel que otro ninguno” (Aguado: 215), Lope de Aguirre. Juan de Castellanos
retoma el tema, conociendo las relaciones y declaraciones de ex-marañones que ya
circulaban manuscritas; sus Elegías de Varones Ilustres de Indias fueron publicadas
en Madrid (1589) bajo el reinado de Felipe II. Toribio de Ortiguera, según nos informa
él mismo, se encontraba en Nombre de Dios (Panamá), en 1561, dispuesto a defender
la ciudad de las huestes del tirano Aguirre; a una edad bastante avanzada escribe la
Jornada del rio Marañón, ya dedicada a Felipe III. En 1627, fray Pedro Simón publica
en Cuenca sus Noticias Historiales, con dedicatoria a Felipe IV, reelaborando -desde
las crónicas de los testigos presenciales, las Elegías de Castellanos y la Recopilación
de Aguado- la jornada del marañón. Basándose en este último, relata José Oviedo y
Baños, de [3] manera bastante libre, la “bárbara impiedad” del tirano Aguirre desde
su llegada a la isla de la Margarita hasta su muerte, en Historia de la conquista y
población de la provincia de Venezuela, publicada en Madrid en 1723.
Estas crónicas posteriores a la de Vázquez y Almesto, bajo el manto de un orden
dado e inamovible presidido por el respectivo monarca, relatan la “tiranía de Aguirre,
cruel facineroso” (Castellanos: 131) para demostrar la inutilidad y mucho daño de
tales hechos, insistiendo en la lealtad debida al Rey. Para estos escritores, que hacían
parte de la ciudad letrada americana, el capítulo de Aguirre queda como un lunar de
una gloriosa historia de conquista, en la cual se empieza a rescatar de nuevo el orden
heroico y monárquico.
De aquí en adelante el recorrido es largo y fértil, aunque solo nos detendremos en
una pequeña parte de él. Cada nueva situación significativa elaborada va
enriqueciendo la trama que inició este mínimo soldado vasco en el año de 1559. Se
tendría que esperar hasta el siglo XIX para que surgieran nuevas aproximaciones a
este tema. Es el momento de las independencias, de la generalización de miradas
críticas sobre la vida del continente americano, de la búsqueda de identidades
nacionales. En Lope de Aguirre (1891), pieza teatral de corte romántico del colombiano
Carlos Arturo Torres, se inaugura la nueva interpretación. Aguirre es aquí un héroe
de la independencia con la clara idea “de librar del oprobioso/ yugo de España al
7
Continente hermoso” (Torres: 42). Muy cerca en el tiempo pero diferente en
interpretación, el venezolano Aristides Rojas se declara espantado ante este “ser
legendario, incomprensible, feroz” (Rojas: 157). Segundo de Ispízua lo considera mártir
de la independencia, en una adhesión casi irracional, al igual que muchos vascos
compatriotas suyos, en [4] tiempos posteriores2. Emiliano Jos no se deja llevar de
tanto entusiasmo y, aunque compadece al soldado vasco, simplemente lo considera un
loco. Esta tesis despertó bastante interés en el área de estudios psicológicos: el más
conocido es el de Lastres y Seguin en 1942 (“psicópata anafectivo” es su veredicto),
seguidos por Martín Santos y Herrera Luque en 1968 y 1970, respectivamente.
En el campo literario, se busca encontrar nuevas relaciones o vivencias de la
aventura de Aguirre. Uslar Pietri y Sender presentan un Aguirre cuya irracionalidad
se ve aumentada por el poderío de la selva. Otero Silva lo justifica plenamente como
“Príncipe de la Libertad”, sin dejar de asociarle caracteres irracionales. En Daimon,
Abel Posse, por el contrario, no intenta interpretarlo sino que lo toma como un lente
por el cual confronta la historia americana, desde una perspectiva de crítica al
progreso y la racionalidad.
En este rápido panorama de las nuevas interpretaciones de Aguirre, podemos
distinguir dos campos. Por un lado, están aquellos que tratan de indagar los motivos
de su accionar en el contexto en que vivió, especialmente historiadores, sociólogos o
psicólogos. Por otro, los que se fundamentan en su figura “extraña” y paradójica para,
desde allí, desarrollar un discurso crítico en una visión de mundo que, en cierto modo,
diga algo a sus contemporáneos.
Este es nuestro tema que cabalga en una escritura que se presenta, desde su misma
génesis, como plural. ¿Sobre qué elementos se desarrolla ese tema, cómo se [5]
estructura y concreta, qué expresa? Ahora nos corresponde internarnos en ese viaje
que ha hecho la novela hispanoamericana por el río Marañón, tratando de dibujar
aquel misterioso fantasma que sigue gesticulando desde los tiempos de la historia y la
literatura.
2. PLAN DE LA JORNADA.
La pretensión de nuestro decurso es modesta. Lope de Aguirre, hemos insinuado
más arriba, se constituye como tema en cuanto significativo y estructurador de una
lectura sobre un acontecimiento histórico que sigue, en diversos niveles, informando y
formando una determinada visión de mundo. Nuestra cuestión guía será la planteada
en el párrafo precedente: ¿Sobre qué elementos se desarrolla este tema, cómo se
estructura y concreta, qué expresa? De los múltiples elementos que pueden entrar en
consideración en el análisis literario, nos detendremos tan sólo en dos centrales, los
tópicos y motivos.
2 Mario Briceño Perozo reseña una curiosa sesión de La Academia Errante, corporación del país
vasco, en 1961. Encontramos afirmaciones como éstas: “[velamos] por la claridad y el nombre de
[nuestros] infanzones, recios y bravos como las montañas”; “Araoz fue mudo testigo de un homenaje
especial a la memoria del más célebre de sus hijos”; “[nos autodenominamos] hermanos en nuestro
Señor Lope de Aguirre”; “injusta arremetida del cronista Vazquez contra Aguirre”, etc
8
Tales elementos son la base del relato literario, en tanto corresponden a las
acciones ficcionales primarias del nivel diegético (Beristain: 27). El concepto de
“motivo”, es establecido por los formalistas rusos -según García Berrío- como
“funciones... en tanto que miembros de una cadena de acontecimientos, causa y
consecuencia de otros motivos, sumidos en una estructura compleja gobernada por
una ley estética” (op.cit. en Albaladejo: 191). Así, estas funciones o motivos3 (este
último nombre lo conservaremos nosotros, siguiendo a Beristain) corresponden a las
más pequeñas unidades del relato, unidades de sentido cuya combinatoria constituirá
la unidad global de sentido de la obra en cuestión. Se [6] entiende que tal perspectiva
apunte a comprender el motivo como algo intrínseco al texto, algo ya desarrollado por
Wolfgang Kaiser, para quien el motivo, “concebido como concretización de un
significado conceptual” (:81), se presenta como una situación típica y significativa
dentro del texto literario, llena de significado humano e imbuido de una fuerza motriz
debido a su capacidad para aludir a un antes y un después (:75-82). Ahora bien, tal
puede ser la fuerza inusitada que adquieran los motivos, que pasan a ser centrales
(leitmotiv) en una obra o en la totalidad de la obra de un autor. Esta centralidad
puede llegar a trascender, a punto que son requeridos por otros autores de otros
tiempos. Considera Kaiser aquí -y basado en los estudios comparativos de
E.R.Curtius- que surge los “tópicos”, comprendiéndolos como “clichés fijos o esquemas
del pensamiento y la expresión”, esquemas que no suprimen “las diferencias
individuales entre las obras ni entre sus creadores” (:91-92) en tanto estos viven su
propiedad histórica e individual.
Con esta breve digresión indiquemos el uso que hacemos de los dos elementos
nombrados. Entendemos el motivo en tanto situación típica que se repite al interior de
una determinada obra, situación llena de significado humano y que, en cierto modo,
constituye el tejido fundamental sobre el cual se desplegarán los fenómenos propios
del discurso literario, tanto en el plano de la historia como en el plano del discurso; los
tópicos poseen ya una dimensión diacrónica, en tanto esquema de pensamiento o
estructura temporal compartida por diversas obras, esquema que, de todos modos, en
su concreción particular y sincrónica, adquiere relevancia de motivo.
Como se puede ver, nuestro horizonte teórico tiene, en esta primera formulación,
[7] dos planos fundamentales: el más inmediato se refiere al análisis estructural del
relato literario, en cuanto momento intrínseco a las obras que pondremos en cuestión4.
Pero estas obras vendrán entrelazadas en cuanto desplegadas y tensionadas en el
tiempo; apuntaremos implícitamente, entonces, a una consideración temática,
consideración que, por su característica particular, hará surgir un tercer plano en
nuestro horizonte, del cual ya hablaremos párrafos más adelante.
Existe una gran cantidad de reelaboraciones alrededor de la figura de Lope de
3 Bremond, en La Semiología, y Barthes, en Análisis estructural del relato, dan nombre de
“funciones” a estos elementos que Tomachevski había bautizado, en 1925, como “motivos” (Beristain:
29).
4 Las dimensiones e intenciones de nuestro trabajo nos limitan a no adentrarnos en las problemáticas
teóricas que ofrece esta forma particular de análisis. Seguiremos, pues, en nuestra referencia teórica,
la síntesis que ofrece Beristáin.
9
Aguirre. De ellas, hemos escogido tres novelas que por sus similares características,
pueden explicitar con más adecuación la continuidad temática que hemos planteado.
Tal limitación es adecuada en cuanto al partir de allí se podría plantear, con firmeza,
un horizonte más amplio y más certero. Tales novelas son, en su orden cronológico, El
camino de El Dorado, de Arturo Uslar-Pietri, La aventura equinoccial de Lope de
Aguirre, de Ramón J. Sénder, y Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad, de Miguel
Otero Silva.
Estas obras, en tanto ya informadas por una serie de reelaboraciones anteriores,
deben ser precedidas en su análisis, consecuentemente, por una consideración
alrededor de los orígenes del tema, problemática que se abordará en el primer capítulo
de nuestro trabajo, centrándose en un análisis global de las Crónicas de Indias, lo cual
arrojará una visión de lo que se empieza a desplegar como campo temático. El segundo
y tercer capítulo entrarán de lleno al análisis de las [8] obras mencionadas, buscando
la manera de articular el análisis intrínseco allí realizado con una visión temática que
lleve a responder a la pregunta que nos guía en estas aguas.
Los análisis de estos tres capítulos irán insinuando que la consideración particular
de Lope de Aguirre no sólo expresa una determinada visión de mundo, una particular
interpretación de la historia que informa el presente del autor, sino una específica
aprehensión de la figura de Aguirre, de su corporeidad, elemento fundamental que
permite vehicular tal visión e interpretación. Esta cuestión, asunto central del cuarto
capítulo de nuestro trabajo, constituye el tercer plano de nuestro horizonte teórico, del
cual hacíamos mención. En efecto, la consideración temática en cuanto interpretación,
por sus características particulares, se concreta en una consideración corporal. Lope
de Aguirre será tema en cuanto corporeidad conflictiva y conflictual. [9].
10
..
11
1. LOPE DE AGUIRRE:
EL ORIGEN DE UNA SEDUCCION,
Excelentísimo Señor, me dispongo a una larga
jornada que no sé cuándo tendrá término. Es
la jornada de América. Voy con mis verdugos y
mis víctimas por estas tierras fantásticas.
- Abel Posse, Daimon-
1. HACIA UNA DIEGESIS DE LAS CRÓNICAS.
Por ahora sabemos que Lope de Aguirre y la jornada de Omagua de manera
indistinta, constituyen un tema que posee, en la medida cronológica, una origen
exacto. Tenemos que considerar este origen como génesis, como elemento originante
de unas realidades escritas posteriores. Para establecer este elemento originante
remitámonos al estudio de las primeras elaboraciones escritas del acontecimiento
histórico que nos motiva.
Tenemos al alcance un material histórico -crónicas, cartas y declaraciones- de
curiosa factura. A primera vista, observamos la casi obsesiva atención que prestan
los cronistas a la rebelión de Aguirre que, en la práctica, no tuvo grandes
repercusiones políticas. Francisco Vázquez y Toribio de Ortiguera se centran por
completo en la Jornada; Pedro Simón le dedica toda su sexta noticia, Pedro de
Aguado el libro décimo, Oviedo el libro cuarto y Juan de Castellanos la Elegía XIV
de su obra. Es cierto que en todas estas crónicas se invita “a los buenos y leales
vasallos” a tomar ejemplo y “ánimo á hacer cosas señaladas [10] y servir a Vuestra
Alteza”(Ortiguera: 305), frente a “la temeraria tiranía de Lope de Aguirre” (Oviedo:
300), condenando al hombre que pasó su vida “sembrando razones cizañosas y
emponzoñosas” (Aguado: 98), “meresciendo tantas veces la muerte” (Vazquez: 150)
por haber realizado “una de las mayores y más atrevidas desverguenzas” (Ortiguera:
403) haberse enfrentado contra Felipe II en una rebelión desesperada, la cual
declaró en una carta “tan mala y desvergonzada como él” (Vázquez: 116).
Respecto de este material, podemos observar que en la diégesis inaugurada por
Vázquez comienzan a aparecer aquellas situaciones típicas “llenas de significado
humano” (Kaiser: 77), que irán dibujando configuraciones estables a través del
tiempo (tópicos), las cuales serán retomadas y resignificadas en el corpus novelístico
ya mencionado. Estos tópicos surgen desde un análisis comparativo de las crónicas1
que observan, entre ellas, una diégesis común, difiriendo tan sólo en aspectos de la
elaboración de su discurso; todos ellos suelen insistir sobre un mismo grupo de
nudos (N) sobre los que desarrollan la acción, y aunque conservan catálisis (Cat),
1 Las crónicas analizadas son de Francisco Vázquez, Pedro de Aguado, Juan de Castellanos, Toribio
de Ortiguera, José Oviedo y Baños, Pedro Simón.
12
índices (Ind) e informaciones (Inf)2 similares [11], estos varían según las propias
elaboraciones. Observemos un ejemplo.
Uno de los asuntos centrales en las crónicas refiere el momento frustrado en que
la expedición de Ursúa intenta partir y los barcos se quiebran, debido a las
condiciones de lluvia que han podrido la madera de los barcos. Se trata del nudo N3
de nuestro análisis, que relatan así los cronistas:
Todos estos navíos, por lo mucho que digo que el gobernador se detuvo, y por la ruin maña
que se dieron los oficiales y los que allí se quedaron, o que la tierra es muy lluviosa, se
pudrieron de suerte que al echarlos al río se quebraron los más dellos, que solamente
quedaron dos bergantines y tres chatas, y estos tan mal acondicionados, que al tiempo que los
comenzaban a cargar se abrían y quebraban todos dentro del agua. (Vázquez: 18).
Llegado que fue el gobernador al astillero (...) luego dio orden como echasen los barcos y
bergantines que halló hechos en el río: y por causa de no ser la madera tan recia ni bien
sazonada como se requería, y por ser allí la tierra demasiada de húmeda y muy lluviosa, al
tiempo de echarlos en el agua se quebraron todos los mas, que no quedaron sino solamente
tres chatas y un bergantín, lo cual fue causa de detenerse más tiempo. (Aguado: 73).
En un tono lírico, Castellanos relata esta dificultad en boca del protagonista,
Pedro de Ursúa:
Nuestras jornadas han de ser por ríos /hasta llegar a prósperos confines,
tenemos poca copia de navíos /o mal aderezados bergantines:
y por los ojos veis, señores míos, /que demás de ser pocos son ruines,
ansí por haber falta de oficiales /como de carecer de materiales. [12]
(Castellanos: 160).
Nuestros dos últimos cronistas relatan:
Estando el negocio en este estado, determinó Pedro de Orsúa de hacer echar sus navíos al río,
y al tiempo que los echaban, o por no se dar buena maña, o por no ser bien hechos, o por las
muchas aguas que llovía en el astillero cuando se hacían, o con el tiempo que había gastado
en despacharse, al botarlos al río se quebraron y desbarataron las seis piezas de las once y no
quedaron de provecho más que solos dos bergantines y tres chatas, y estos no muy bien
acondicionados. (Ortiguera: 317).
Estando ya sin que faltase ya nadie de su gente, el Pedro de Ursúa en el astillero y los
bergantines acabados, al echarlos al agua, por no ser la madera tan recia ni de la sazón que
convenía, y la tierra demasiado húmeda, con que no había dado lugar a que se secara, se
abrieron los más sin quedar de provecho más de tres chatas y un bergantín. (Simón: 252).
Sobre este nudo común, los cronistas desarrollan las particularidades de sus
discursos, dadas por los elementos dependientes del nudo. Realizando, pues, una
mirada global de nuestros cronistas, podríamos postular la siguiente diégesis, común
a todos ellos:
2 Las situaciones típicas son aquellas llamadas “Funciones”, por Beristáin (30-44). Estas se clasifican
en distribucionales e integrativas. Las primeras comprenden los nudos, función cardinal o central que
inaugura o refiere determinado tipo de acción y a la que se subordinan o enmarcan las catálisis
(acciones que crean tensión en el desarrollo del nudo) y las funciones integrativas. Estas se
comprenden como informaciones (indicaciones precisas, descripciones, etc) e índices (remiten a
conjeturas sobre caracteres, ambiente, psicología, etc).
13
N1: Pedro de Ursúa ambiciona realizar la jornada de Omagua y Dorado.
- Inf: Noticias de la juventud de Ursúa y sus valerosas hazañas en reducciones de indios y
descubrimientos.
- Cat: Aventura de los indios brasiles, que llegan a los españoles con informaciones sobre la tierra
de Omagua y Dorado.
N2: El virrey, Marqués de Cañete, da mando a Ursúa para realizar la jornada. Este
convoca gentes y organiza la armada.
- Inf: Demoras en la organización de la armada por dificultades económicas.
- Ind: Llegan a la armada soldados bulliciosos. Corren rumores de que la armada se alista para
una rebelión. Aparece Inés de Atienza, la amante de Ursúa, para acompañarlo en la armada, lo
que es origen de murmuraciones.
- Cat-Ind: Episodio del robo de dineros al cura Portillo, que se ve obligado a acompañar a la
armada. Episodio del asesinato del teniente Pedro Ramiro, con el juicio a los culpables. Falta el
dinero y los alimentos.
N3: Intenta salir la expedición, pero los barcos se quiebran. Después de arreglarlos, parte
la armada en condiciones muy precarias.
- Cat: Pequeñas expediciones de adelantados en busca de alimento. Dificultades y enfrentamientos
con los indios. Prendimiento de Alonso de Montoya.
- Inf: Pasan días de hambre. Arribo a Machifaro.
- Ind: Quebrantamiento de los barcos. Prendimiento de Alonso de Montoya. [13]
N4: Un grupo de soldados descontentos se reúnen para conspirar contra Ursúa, entre ellos
Lope de Aguirre, Montoya y Lorenzo Salduendo. Eligen por capitán a Fernando de
Guzmán.
- Inf: Se acerca la pascua de navidad de 1560. La comida es abundante.
- Cat: Relato de la partida de Sancho Pizarro a exlorar unas lagunas.
- Ind: Muchos soldados manifiestan su descontento, dudando de la veracidad de las noticias dadas
por los indios brasiles. Un comendador, Guevara, afirma ver un fantasma que preconiza la
muerte de Ursúa. Ante la despreocupación de Ursúa por las inquietudes en el campo, muchos
piensan que se encuentra hechizado.
N5: Los conjurados asesinan a Ursúa, y nombran capitán de la jornada a Fernando de
Guzmán. Reparten nuevos cargos.
- Inf: Paso de la expedición por el poblado indígena de Los Bergantines, donde se detienen a
terminar los barcos.
- Cat-Ind: Junta de soldados, en que se excusa la muerte de Ursúa. Llega Sancho Pizarro de su
adelantamiento. Se enfrentan Aguirre y Juan Alonso de la Bandera: éste desea proseguir con la
jornada, en tanto Aguirre desea volverse en guerra contra el Perú. Guzmán, tratando de calmar
los ánimos, promete casar un hermano suyo con la hija de Aguirre. En tanto, La Bandera se ha
amancebado con Inés de Atienza. Aguirre intriga contra La Bandera, y logra su muerte.
- Ind: Frecuentes desacuerdos entre Guzmán y Aguirre. Este se muestra siempre inquieto,
realizando acciones por su cuenta.
N6: Guzmán renuncia a su cargo, aunque vuelve a ser ratificado por la junta de soldados
(instigados por Aguirre). Se le nombra Príncipe del Perú, y los soldados se desnaturalizan
de España.
- Inf: Se vuelve objetivo de la armada la guerra contra el Perú. Navegan río abajo, acabando los
bergantines en pequeñas estaciones. Guzmán se arrepiente, y desea retomar el objeto original de
la expedición, eliminando a Aguirre.
- Cat: Incidente de Aguirre con Gonzalo Duarte, mayordomo personal de Guzmán. Zalduendo,
ahora amancebado con Inés de Atienza, discute con Aguirre, quien les manda a matar.
- Ind: Aguirre logra el monopolio de las armas para sus partidarios. Se muestra cada vez más
desenfrenado y seguro de sí mismo.
N7: Aguirre da muerte a Guzmán, y se nombra caudillo de la guerra contra el Perú.
- Inf: Informaciones de la ascendencia y condición de Guzmán, y la ridiculez de su reinado.
Descripción del río Marañón y la travesía hasta la llegada a la isla Margarita.
14
- Ind: Aguirre va matando de manera cruel a los infieles o sospechosos, o bien dejándolos vivos en
las playas de la selva.
N8: Llegada de Aguirre a la isla Margarita.
- Cat: Noticias del navío del fraile Montesinos. Aguirre envía a Munguía para apresarlo, peroéste
aprovecha la ocasión y deserta. Otros soldados huyen al monte. La tropa se entrena. El fraile
Montesinos da un rodeo a la costa y, luego de algunas escaramuzas, regresa a Venezuela para dar
aviso a las autoridades. Aguirre se prepara para abandonar la isla.
- Ind: Aguirre desacata el rollo del rey. Apresa y mata cruelmente a las autoridades de la isla. A la
muerte de un soldado, Antón Llamoso come de sus sesos para demostrar la fidelidad a Aguirre.
Varios habitantes de la isla mueren ahorcados o degollados. Se muestran las banderas de la tropa
marañona.
N9: Salida de Aguirre de Margarita, y llegada al puerto de La Burburata.
- Inf-Cat: Aguirre quema los navíos para no volver al mar. Declaratoria de la guerra a muerte
contra Felipe II. Se suceden varias muertes de soldados. El camino hacia Valencia es áspero, y
llevan varios prisioneros para asegurar que les sea entregado un soldado huido, Pedrarias de
Almesto. Llegado a Valencia, es entregado Almesto y liberados los prisioneros. En el camino,
Aguirre cae enfermo. Escribe su carta a Felipe II. Se alistan las tropas del rey en Tocuyo y
Barquisimeto.
- Ind: En su enfermedad, Aguirre delira y pide que le den muerte, pero sus soldados le respetan. Le
perdona la vida a Pedrarias de Almesto. Su fama de cruel ha trascendido las provincias, y las
tropas del rey temen enfrentarle.
N10: Estadía breve en valencia. Las tropas marañonas llegan a Barquisimeto.
- Inf: Clima lluvioso durante el camino a Barquisimeto.
- Cat: Escaramuzas frecuentes contra las tropas reales. Aguirre quema el pueblo de Barquisimeto,
y atrinchera su tropa. Grupos de soldados huyen a los campos del rey.
- Ind: Aguirre reta a Dios, camino de Barquisimeto. Muestra un comportamiento con sus hombres,
ora compasivo, ora cruel, [14] al ver aumentar las deserciones. Se desilusiona de sus tropas.
N11: Aguirre, abandonado por sus hombres, es apresado y muerto.
- Inf: Los marañones desertan hacia las tropas del rey. Aguirre, al verse solo, apuñala a su hija.
Los soldados del rey lo apresan, y aprovechando la confusión, dos marañones lo matan a
arcabuzazos.
- Cat-Ind: Asesinato de la hija de Aguirre por su padre. Desea declarar en contra de sus soldados,
pero es muerto por ellos.
- Inf-Ind: De la condición perversa de Lope de Aguirre, con algunas noticias sobre su vida pasada.
Los nudos indicados van proporcionando un desarrollo de lo que fue la jornada de
Omagua. Alrededor de ellos se va estructurando un número -variante, según cada
cronista- de informaciones que dan noticias de los antecedentes de la expedición,
algunos datos biográficos de los principales protagonistas, descripciones geográficas
y climáticas de la región explorada, comentarios sobre las tribus aborígenes
encontradas, etc.
Estas informaciones sirven de marco al hecho de la rebelión y el fracaso dados en
la jornada. Así, las catálisis que se van presentando pronto apuntan a incidentes y
conjuras salvajes que se producen entre los expedicionarios. Los índices, en un
principio, remiten de manera constante al fracaso de la jornada debido a las enormes
dificultades de la partida, el ambiente de rebelión que se vive al interior del campo,
y la falta de autoridad y lealtad entre los españoles; en un segundo momento, los
índices se centran en la figura de Aguirre, resaltando, sobre todo, su excesivo
carácter dominante y sangriento.
15
Lo que podemos concluir con este breve comentario es que son los índices los que
proporcionan la clave de interpretación para el origen de nuestro tema, pues ellos
dibujan con mayor claridad las intenciones e intereses de nuestros cronistas por
remitir a determinados caracteres que así han vivenciado. A su vez, se convierten
estos índices en motivos al interior de cada obra y, consideradas las obras en su
conjunto y diacrónicamente, vienen a configurar los tópicos. [15] Tendríamos
entonces:
Índices: Formulación del motivo
(tópico, a nivel diacrónico)
- Robo de dineros al cura Portillo.
- Asesinato de Pedro Ramiro.
- Quebrantamiento de los barcos.
- Falta de dinero y alimentos.
La expedición posee un maleficio.
- Existencia de soldados bulliciosos.
- Duda de la veracidad sobre las noticias de Omagua.
- Prendimiento de Alonso de Montoya.
Salvajismo en las disputas internas de
los españoles.
- Murmuraciones en el campo, provocadas por la
presencia de Inés de Atienza.
- Despreocupación de Ursúa por el gobierno del
campo.
- Murmuraciones en torno a un hechizo que pesa sobre
Ursúa.
- Después de la muerte de Ursúa, Inés de Atienza se
amanceba con La Bandera.
- Después de la muerte de La Bandera, Inés de
Atienza se amanceba con Zalduendo.
Inés de Atienza posee un embrujo que
pierde a los hombres.
- Ursúa se hace acompañar de su amante, y por ello se
despreocupa del gobierno del campo.
- Un fantasma premoniza la muerte de Ursúa.
Ursúa, soldado decadente.
- Aguirre desea la guerra contra el Perú.
- Guzmán promete casar a su hermano con la hija de
Aguirre.
- Intrigas de Aguirre y muertes, contra Zalduendo, La
Bandera, Guzmán e Inés de Atienza.
- Monopolio de armas por parte de Aguirre.
Creciente poder de Aguirre, a quien se
subordinan las personas.
Ira misógina de Aguirre.
Figura siempre vigilante de Aguirre.
Aguirre, endemoniado.
- Aguirre mata a varios hombres de manera cruel.
- Aguirre se enfrenta con el rollo del rey.
- Aguirre mata a las autoridades de la Isla Margarita.
- Canibalismo de Antón de Llamoso.
- Reto de Aguirre a Dios.
- Carta de Aguirre a Felipe II.
- Respeto de los soldados hacia Aguirre en su
enfermedad.
- Aguirre muestra un comportamiento ora compasivo,
ora cruel, con sus soldados, debido a las deserciones.
- Aguirre asesina a su hija.
Crueldad y sevicia extrema de Aguirre,
quien actúa contra toda razón y
autoridad, retando a todo y a todos,
provocando un enajenamiento absoluto
hacia su persona.
Aguirre, Tirano extremo.
Los tópicos que se formulan corresponden a los índices señalados, pues casi de
manera inmediata estos se convierten en estructuras fijas que se repiten en las
diferentes crónicas. Queda evidente que lo común a las crónicas estudiadas es una
16
implacable seducción por la figura de Aguirre con todo el horror que presenta, y un
pesimismo implícito al desarrollo de la jornada.
La pregunta que surge de manera inmediata es: ¿qué ocasionó tan inusitado
interés en estos primeros [16] historiadores, y qué implica dicho interés? Pregunta
clave de responder, por ubicarse allí el origen de nuestro tema.
2. DE CRÓNICAS Y CONJUROS.
El corpus de crónicas que hemos citado aunque coinciden en la intención de
condena a la rebelión aguirrista, poseen una diferencia básica, por lo obvia, respecto
de la jornada de Omagua y Dorado. El cronista Vázquez es testigo presencial de ella,
en tanto que Pedro Simón, Castellanos, Oviedo, Aguado y Ortiguera reelaboran, en
mayor o menor grado, al primero. Todos ellos, en su conjunto, conforman un cuerpo
sobre el cual se discutirá en siglos posteriores.
Los cronistas son, en primer lugar, historiadores. En opinión de Esteve Barba, en
principio la finalidad del historiador es “relatar y conservar los propios hechos junto
a la memoria de lo visto y lo oido, y averiguar y perfeccionar la historia de los
pueblos aborígenes” (Barba: 8), empresa clave para un buen conocimiento de los
naturales y sus tierras para una adecuada explotación económica. Su referente de
conocimiento es claro, Europa, donde América será “la realización de las utopías y
los milenarismos fracasados” del antiguo continente (Dussel: 82). El español viene
signado en su horizonte ideológico, además, por la experiencia de la reconquista, de
la guerra santa contra los musulmanes por el control del territorio ibérico, guerra
que “se transformará sin mucha conciencia en la lucha contra los indígenas” (ibid),
ya que la expansión de la Cristiandad, en su globalidad como modelo religioso y
político-económico, “es percibida como exigencia violenta, armada, guerrera” (ibid:
83). En este contexto, la rebelión de Lope de Aguirre se presenta como un
acontecimiento que sacude todo el horizonte ideológico nombrado. Por lo menos, de
parte de Aguirre [17], este logró su deseo de “fama adquirida con infamia” (Vazquez:
146).
Advirtamos que el imaginario mítico que signa la conquista es impulsado por
hechos reales: las conquistas de Cortés y Pizarro, los fabulosos tesoros de Aztecas e
Incas, el hallazgo de yacimientos diamantinos y auríferos, preparan “el campo de la
ilusión para que en él arraigasen las más fantásticas creencias en incógnitos y
opulentos reinos” (Jos: 53), todo ello confirmado por las teorías cosmográficas de la
época3. Por otro lado, la realidad social muestra el vigor con el que los hispanos
buscaron insertar su matriz de nobleza feudal en América, con todos los conflictos
que ello generó ante el deseo de rápido enriquecimiento y el acaparamiento de
cargos, tierras y obrajes (Ortiz: 13), a tal punto que toda la historia de la conquista y
la colonia no es más que una suma de revueltas y rebeliones frente a un inestable
orden social, a pesar de la formidable dureza de la imagen real (Romano y Tenenti:
180-187).
3 Remitimos al estudio de Blas Matamoro, donde se presenta una síntesis bastante exacta de ellas.
17
El discurso narrativo que se desarrollará en las crónicas mostrará estas
realidades y a la vez el enfrentamiento progresivo de una realidad mental y otra
social4, un continuo y contradictorio proceso de cancelación de mitos y modelos
dominantes, lo que irá configurando la conciencia hispanoamericana.
En este proceso que reflejan las diferentes crónicas de la conquista y [18]
descubrimiento, se pueden señalar dos tipos de discurso narrativo (Pastor 1983).
Uno primero es el mitificador, elaborado, por ejemplo, en las crónicas de Colón y
Cortez, donde la realidad de la conquista se articula en torno a tres procesos
fundamentales: el de América, “botín mítico fabuloso”; el de la acción de la
conquista, “proyecto épico-utópico de integración”; y el de la figura del conquistador,
modelo de cristiano, guerrero y vasallo “que reafirmaba una y otra vez su obediencia
inquebrantable al rey y al orden presidido por él” (Pastor 1983: 390). Tal percepción
evoluciona, y frente a la constatación de una realidad americana que rompe los
moldes hispánicos, frente a una creciente injusticia social entre los españoles y el
desprestigio de las autoridades reales por su despotismo (Ortiz: 13), se desarrolla un
discurso desmitificador que condiciona la aparición de una distancia crítica frente
al modelo ideológico establecido.
Un tipo de este discurso es el del fracaso (cuyo caso ejemplar será Los Naufragios
de Alvar Núñez Cabeza de Vaca), cuyo carácter desmitificador se centra en la
liquidación de los objetivos míticos (vanos fantasmas por los cuales se pierden los
hombres), la transformación del proyecto épico en una lucha por la superviviencia, y
del conquistador en un náufrago que anunciará, en cierto modo, a “los tristes
cuerpos que están con más costuras que ropas de romero” que nombra Aguirre
(Vazquez: 89). La crónica de Vázquez es representativa del segundo tipo de discurso
desmitificador, el de la rebelión, donde se exhibe la inversión total de los procesos
fundamentales del discurso mitificador.
En el discurso desmitificador de la rebelión el discurso mítico deja paso a una
realidad de descontento ante el orden económico y político establecido: [19]
aunque no fue sin alguna sospecha de la gente del Pirú, porque se dijo públicamente que el
Marqués de Cañete, teniendo recelo de la cuenta que le venían a tomar y que también enojado
y afrentado [contra el rey] (...) quería en achaque de la jornada, juntar gente para se alzar con
el Pirú contra Su Majestad y tener a Pedro de Orsúa que era hechura suya, por su capitán y
valedor, para que acabada de juntar toda la gente revolviese sobre el Pirú. (Vázquez: 13-14).
Por otro lado, el proyecto épico se rebaja a una liberación total de la violencia,
donde el conflicto ya no se sitúa externo al campo español sino al interior del mismo
(Ursúa es asesinado por Aguirre y Guzmán; éste es, a su vez, asesinado por Aguirre,
y se impone como líder por la fuerza de la muerte y las armas). Por último, la figura
4 Toda percepción de mundo es mediada por prejuicios. Se trata del marco hermenéutico o
interpretativo, o realidad mental, que por sus limitadas características de percepción interpretativa y
su base tradicional, se encuentra, en mayor o menor grado, en tensión continua o choque con la
cotidianidad experiencial, es decir, con la realidad social (Schillebeeckx: 20-22). La realidad mental se
refiere, entonces, a ese horizonte de comprensión que comprende categorías del imaginario mítico que
acabamos de nombrar; la realidad social, a ese horizonte societal conflictivo expresado, por ejemplo,
en el discurso narrativo del fracaso y la rebelión.
18
del conquistador decae (Ursúa) y se ridiculiza (Guzmán) para dar paso al salvaje y
sanguinario rebelde (Aguirre) que intentará destruir el orden establecido en su
guerra contra el rey español. Queda manifestado este proceso en las noticias
biográficas que proporciona Vázquez de estos conquistadores:
[Ursúa] Fue en alguna manera ingrato a sus amigos (...); usaba poco la caridad con los
enfermos y necesitados (...); guardaba los enojos y los rencores por mucho tiempo; y habíase
hecho remiso y descuidado en la buena gobernación y disciplina de su campo y armada, y mal
acondicionado y desabrido (...); finalmente, era muy enamorado y dado a mujeres, por donde
le vino todo su daño. (Vázquez: 41).
Fue ese D.Fernando de Guzmán natural de Sevilla (...) en alguna manera gentilhombre, de
ánimo reposado y aun descuidado (...). Fuera desto era vicioso y glotón; amigo de comer y
beber, especialmente frutas y buñuelos y pasteles, y en buscar estas cosas se desvelaba; y
cualquiera que le quisiese tener por amigo con cualquiera destas cosas fácilmente lo podía
alcanzar (...). Durole el mando (...) casi cinco meses, en que ellos no tuvo tiempo de se hartar
de buñuelos y otras cosas en que ponía su felicidad. (Vázquez: 63).
Era este tirano Lope de Aguirre hombre casi de cincuenta años, muy [20] pequeño de cuerpo,
y poca persona; mal agestado, la cara pequeña y chupada, los ojos que, si miraba de hito le
estaban bullendo en el caso (...). Era de agudo y vivo ingenio para ser hombre sin letras (...).
Fue tan cruel y perverso que no se halla ni puede notar en él cosa buena ni de virtud. Era
bullicioso y determinado en cuadrilla, y fue un gran sufridor de trabajos (...), naturalmente
enemigo de los buenos y virtuosos, y ansí le parecían mal todas las obras santas y de virtud;
era cauteloso, vario, fementido y engañador (...), vicioso, lujurioso, glotón (...), mal cristiano y
aun hereje luterano o peor (...), y, finalmente, no hay en el vicio que en su persona no se
hallase. (Vázquez: 147-148).
De manera particular, en la jornada liderada por Ursúa en sus comienzos, se
concentró toda una compleja problemática social y política que justifica el discurso
desarrollado por Vázquez. “El hambre constante, las deudas (...), la extremada
dureza de las condiciones de vida”, el desvanecimiento de los sueños de pronta
riqueza, la búsqueda de oportunidades sociales expresada en la ambición de cargos,
el injusto reparto de mercedes, el resentimiento de “una multitud de hidalgos
desposeídos”, y “el descontento que ya sentían desde el principio muchos miembros
de la expedición que, como Lope de Aguirre, habían participado ya con anterioridad
en sublevaciones” (Pastor 1983: 388), ocasionó y permitió el desarrollo de una
tensión que hacía referencia a la problemática global esbozada, tensión que no podía
eludir el cronista.
En este sentido, la relación de Vázquez y otros testigos presenciales5 son ante todo
proyectos personales de autojustificación. La justicia real era temida. Vázquez no
solo dará noticia de los acontecimientos vividos, sino que en ella se apresurará a
excusarse:
Esta relación hizo un soldado, llamado el bachiller Francisco Vázquez, soldado del dicho
tirano; uno de los que no quisieron jurar a Don Fernando de Guzmán por Príncipe, ni
desnaturalizarse de los Reinos de Castilla, ni negar a su Rey y Señor. Puédesele dar crédito
[21] a todo lo que escribe, porque fue hombre honrado y de crédito; y vino con el dicho tirano
hasta la ciudad de Barequicimeto donde mataron al dicho tirano; (...) los que fueron rebeldes
contra su Rey y Señor, no tuvieron excusa, y son dignos de todo castigo. (Vázquez: 151).
5 Una lista completa de estos otros testigos, en Jos.
19
Pero en las estructuras literarias que van surgiendo se deja entrever la crisis y el
surgimiento de la distancia crítica. Crisis: es en el momento del esplendor de uno de
los más grandes imperios de la humanidad, pero en sus subterráneos va apareciendo
los territorios inconformes que evaden responsabilidades judiciales, políticas y
económicas emanadas desde el gobierno central de Castilla, coadyuvado esto con las
tensiones internas que ya han desarrollados los habitantes de las tierras americanas
(criollos y chapetones o peninsulares). De ello va resultando la distancia crítica, los
primeros cuestionamientos implícitos de una realidad que contradecía el imaginario
ibérico. Vázquez vive esta tensión, balbucea causas, pero la inmediatez del hecho
vivido le hace tomar a Lope de Aguirre como chivo expiatorio.
En cierto modo Vázquez, al no poder admitir que la barbarie ha surgido de la
entraña de su misma sociedad, realiza un conjuro, una descarga emocional para
superar la crisis que vive su periodo histórico. Se entiende así que Aguirre sea la
encarnación de todos los vicios y maldades que justifican, por sí solos, toda la
violencia vivida en la jornada de Omagua y Dorado. A la muerte del personaje se
restablece, simbólicamente, el orden perdido:
Acabado el disbarate deste tirano cruel y malo, el Gobernador y el Capitán general y demás
capitanes se fueron al Tocuyo a donde residían. Y los vecinos de Barequicimeto tornaron a
reidificar su pueblo y los de Mérida también se fueron: de manera que quedó la tierra
sosegada con la muerte de tan mal hombre, y los tiranos que con él venían se fueron cada uno
a buscar su ventura (...) y hubo paz. (Vázquez: 150). [22]
Vázquez presenta un hecho que, como acontecimiento, sacude las estructuras
ideológicas de su época. La función del historiador se desplaza aquí a conjurar la
rebelión y el caos que ella conlleva. Los planteamientos de Aguirre, justos o no, los
reduce el cronista a la palabrería de un hombre “cauteloso, vario y fementido,
engañador” (Vázquez: 148), utilizando y esquematizando su figura como la
encarnación del mal; oculta así “la profundidad de la crisis social y política del
momento” (Pastor 1983: 427). Se trata de una absolutización del acontecimiento. En
este momento se afirma la antítesis del discurso mitificador: Vázquez apenas da
noticia de Ursúa y los motivos de la expedición, y concluye con rapidez su crónica
aduciendo algunas indicaciones justificatorias; el resto es la descripción minuciosa
del clima asfixiante de sangre y hambre que vive la expedición, lo que se ve con
claridad en la diégesis que hemos expuesto. El cronista apenas se explica lo que
pasó: solo expresa su horror, urgido además por probar su inocencia. Similares
características presentan otras crónicas o cartas de testigos presenciales.
Contrario a esta condena, la voz de Aguirre se deja oír en las diferentes cartas y
parlamentos que el cronista Vázquez transcribe. Se observa en ellas un “proceso
personal de toma de conciencia de la crisis” (Pastor 1983: 430) sobre tres desarrollos
fundamentales: la decadencia de las estructuras políticas, expresada en la
corrupción de los representantes de la autoridad; la desintegración de la relación de
vasallaje, en la traición del rey al serle ingrato a sus vasallos; y la degeneración de
los valores ideológicos tradicionales, explicada en la decadencia de la iglesia y la
20
profesión de las [23] armas6. En suma, Aguirre, con un imaginario similar al de sus
contemporáneos, mas con la conciencia de su imposibilidad real, posee un proyecto
que es intento de respuesta ante la crisis ideológica y político-social, proyecto
anacrónico y nostálgico en cuanto pretende regresar a un pasado medieval
mitificado. Al tiempo, Aguirre parece tener una conciencia intermitente de la
imposibilidad de su proyecto. Él es el peregrino viejo y cansado, comandante de
“espíritus de hombres muertos” que cargan “tristes cuerpos” llenos de costuras
(Vázquez: 39), que han escapado del “lago tan temeroso” donde no hay “otra cosa que
desesperar” (ibid: 122); esta es la realidad de la jornada para Aguirre, una
percepción subjetiva del mundo, una experiencia vivencial trágica de un rebelde
(“hasta la muerte”, afirma) angustiado y anacrónico, la afirmación contradictoria de
un hombre incomprendido y aislado de su época. Es lo que para Beatriz Pastor, en
su estudio sobre el discurso narrativo de la conquista (1983), apunta la transición
hacia una conciencia barroca. Las conexiones que existen “entre su percepción [de
Aguirre] y representación de la realidad de su época y algunos aspectos de la
conciencia y estética barrocas que en cierto modo su discurso anticipa” (Pastor 1983:
428) no son comprendidas por Vázquez (tampoco tiene la capacidad), pues se
encuentra impactado por el reciente acontecimiento y afanado frente a la justicia
real.
Hemos reiterado que la figura de Lope de Aguirre y su rebelión, casi desde el
mismo momento de su acontecer, se convirtieron en una ‘seducción’ cuya génesis se
encuentra, precisamente, en el mismo hecho como tal. La crónica de Vázquez es la
base de posteriores reelaboraciones, por lo que centramos allí nuestra [24] atención
para dilucidar el origen de un tema que, en momentos posteriores, trasciende lo
histórico, vertiéndose en diferentes campos, entre ellos el de la literatura. La crónica
de Vázquez, por su misma estructuración, presenta un lenguaje elaborado de
carácter social en cuanto comprende las relaciones humanas de un grupo específico,
pero con una orientación estética particular al fijarse en un hecho que se hace
subjetivado, particular y potencial de futuras interpretaciones: un hecho que se hace
acontecimiento.
3. ACONTECIMIENTO QUE SE HACE CUERPO.
El acontecimiento se constituye como tal por su carácter inusual. La noción de
acontecimiento se refiere a aquello que, dentro de la cotidianidad experiencial, se
presenta como nuevo, sacudiendo esquemas interpretativos previos para su posterior
revisión y/o reorganización. La no-familiaridad del acontecimiento puede originar
crisis de fundamentos del marco interpretativo, o provocar nuevos contextos y
miradas sobre el presente, el pasado vivido y el futuro prospectado (Schillebeeckx:
43-45).
Los conquistadores, colonizadores, y cronistas de sus hechos, vivirán de manera
continua la experiencia del acontecimiento en el enfrentamiento de su imaginario
6 Se adivinan estos elementos en la carta de Lope de Aguirre a Felipe II, que ofrecemos como anexo al
final de este trabajo.
21
mítico con su realidad social. En este contexto, Lope de Aguirre se desvincula de su
época por su carácter ajeno a lo cotidiano, y en ello reside la fuerza de su extrañeza y
sugestión, como un imán que atrae y repele a la vez. El planteamiento de una
revolución retrógrada, anclada en el pasado medieval mitificado, da paso al
desespero de nuestro personaje, pero reflejando al tiempo la profunda crisis de
valores de la naciente sociedad colonial que no se resignaba a sus orígenes ibéricos
ni se reconciliaba con su nueva, extraña y mutante condición (Rama: 11) que
empezaba a balbucear su [25] originalidad y representatividad en una región
distinta de la sociedad progenitora.
Aguirre es, para Vázquez, una fiera anormal que enajena las voluntades de sus
soldados, a tal punto que aún estando postrado nadie levanta la espada contra él:
y trabajó tanto aquí que cayó muy malo y tanto que aquel día, que llegó a la Valencia, se apeó
de un caballo en que iba no se pudiendo tener en la silla y se tendió en el suelo como muerto y
algunos soldados, que con él se hallaban, lo llevaron ellos mismos a cuestas (...) y aún decían
que el tirano fatigado con su enfermedad decía a voces matadme, matadme que tampoco
puedo ir en la hamaca (...) y todos los que querían entraban en su aposento sin estorbo
ninguno (...) y no hubo ninguno que le acabase. (Vázquez: 139).
Vázquez no se explica por qué se desaprovechó esta ocasión en que estaba “más
fácil de matar que un pollo” (ibid). El cronista, en sus adjetivaciones hacia Aguirre,
elabora una posible explicación hacia su hechizo: “loco”, “cruel”, “perverso”, “hereje
luterano o peor”. Aguirre es la figura del mal (endemoniado), de lo innombrable
(traidor), una anomalía que surge del interior del mismo campo español rompiendo
todos los parámetros establecidos. Un otro radical, inexplicable e incontrolable. Es el
enemigo, que no es ni el extraño habitante encontrado en tierras americanas ni el
extraño invasor musulmán expulsado de la península ibérica; este es un extraño que
no se comprende en absoluto por lo nuevo, feroz y único, pues los otros dos ya se
discernían mínimamente en su otredad. En el nivel de la expresión, con ello se
explica el carácter absolutizador en este acontecimiento: lo inusual no explica,
presenta. Aguirre no pasa de ser una fiera deseosa de sangre en la crónica de
Vázquez. Se reprime y se silencia toda historia pasada o futura, quedando tan solo
un ambiente opresivo dominado por el tirano, que en su desespero se autodenomina
El [26] Peregrino.
Sobre este otro que es Aguirre recae una culpa terrible; haber expresado una
crisis. Percibimos en el origen de este acontecimiento un hecho significativo: ese otro
se debe destruir y eliminar en la presencia corporal que posee. “Acabado el disbarate
(...) hubo paz”, afirma Vázquez. Al morir Aguirre, fue decapitado y descuartizado por
traidor, acción declarada justa por el juez Bernáldez en su sentencia post-mortem,
quien mandó, además, confiscar sus posesiones, arrasar sus casas, arar sus tierras
con sal, declarar a sus hijos -legítimos o bastardos- infames, condenando así su fama
y memoria (Jos: 202) No podía ser menos la dureza de tal sentencia. En el contexto
donde los españoles se encuentran aun marcados por una ideología que concebía el
imperio como una unidad y un cuerpo cuya autoridad emanaba de las cabezas del
Rey y el Papa, Aguirre es un demonio que atenta contra todo el orden moral,
legítimo e inamovible: el descuartizamiento del traidor y su “justa sentencia”, la
22
eliminación de su cuerpo, son también formas simbólicas de restablecer el orden.
Pero, cosa curiosa, este cuerpo destrozado e imaginado al olvido, que ha sido
sometido a la sospecha y condena por no haberse enmarcado dentro de los códigos de
su sociedad, volverá, para ser receptor de nuevos significados. Aguirre adquirirá
cuerpo en la escritura, para ser rejilla significante.
La aventura de Lope de Aguirre es un acontecimiento por lo extraño e inusual.
Deja espacios vacíos para llenar de significado, según cada nueva lectura de su
anormalidad: un otro que procura apropiarse, un cuerpo que procura reconstruirse.
El tema de Aguirre nace como un acontecimiento, y todo acontecimiento necesita ser
interpretado, acomodado. Pero Aguirre es, como bien lo expresa Jos, “un [27]
hombre de veracidad traspapelada, un hombre cuya alma tenía más vueltas y
revueltas que camino entre montañas” (Jos: 4), un paisaje de sombras y luces
cambiantes, difusas o delineadas por instantes imprecisos. La jornada, la rebelión, el
mismo personaje, se convierten en motivos. Su problemática es lo suficientemente
compleja para admitir muy diversas lecturas, para ser vivenciada de manera
continua, un puntal de desequilibrio que ocasiona un fenómeno de lectura
perdurable. Justo es la condición de este tema: va estableciendo un diálogo continuo
con la génesis que hemos señalado, con la misma tradición que se va provocando.
Ingrid Galster reseña este diálogo de tradiciones e interpretaciones que, en
constante tensión, va alejándose poco a poco del modelo mimético. Por ello
llegaremos a señalar, en el área que nos ocupa -la novela-, los elementos temporales
y mudables de nuestro tema.
4. DE NUEVOS DISCURSOS.
Como vemos, ya en este momento el tema ha empezado a formular sus primeros
tópicos y motivos: la agobiante jornada del río, su mal inicio de muertes y hambre
constante, el extraño encanto de Inés de Atienza, el constante decaimiento de Ursúa
y las premoniciones de su muerte, el reinado de buñuelos de Fernando de Guzmán,
la presencia vigilante y enajenante de Lope de Aguirre, el canibalismo de Antón
Llamoso... todo envuelto por la presencia del acontecimiento que no logra ser
dilucidado por su mismo carácter polisémico.
Para este momento, el discurso narrativo que desarrollan los cronistas, aunque
conserva la diégesis inaugurada por Vázquez, se sitúa en otro contexto. Ya no es la
necesidad primera de dar testimonio para probar una inocencia. Por otro lado, los
cronistas perciben y tratan de explicar el conflicto que vive su [28] sociedad. Se
reconoce el abuso de poder de los mismos españoles y la violencia que ello produce,
se reconoce hasta cierto punto la decadencia de un ideal de conquistador, pero ahora
todo ello se subsume a personajes que son sembradores de cizaña, y se reconocen
estas acciones y estos personajes como atentatorios contra el orden como parte de la
“divina justicia” (Aguado: 126).
Es por ello que Aguirre sigue siendo el prototipo del mal, la máxima anomalía, y
no se dejan de reconocer las debilidades, pecados y decadencias del campo español.
Todo tiene su pauta de comprensión: es parte del designio divino para la
23
construcción de la humanidad.
En este sentido, podríamos denominar al discurso narrativo que desarrollan los
cronistas posteriores a Vázquez como el discurso narrativo del nuevo orden.
América es el sitio de realización de una nueva sociedad, la conquista es un hecho
que da lecciones de virtud y de maldad para huir de ésta y acoger aquélla, y el
conquistador es el receptor de valores que aun desea vivir la nueva clase
encomendera; todo esto, atravesado por las pruebas de fidelidad que instituye el
orden divino.
El discurso narrativo del nuevo orden, para cumplir sus intenciones, halla un
culpable, pues ese culpable en la historia fue sustraído, por una serie de
circunstancias, al necesario suplicio pre-mortem. El cuerpo que no logró ser dado al
suplicio es motivo de la escritura de estos cronistas. La caracterización de Aguirre
atrás reseñada es muestra clara de ello.
Sobre este cuerpo escrito se circunscribe toda una dinámica de condena al otro, a
la fiera loca, cruel y perversa, endemoniada y traidora, pues se hace necesario
aplacar una crisis que vive la sociedad de ese momento. En esta óptica, la escritura
actúa [29] como dinámica de afirmación del poder y de las estructuras sociopolíticas
del momento. El cuerpo escrito permanecerá, para los cronistas, en eterna memoria
y condenación.
Intentemos ahora recapitular lo visto durante la jornada. El origen de nuestro
tema se encuentra circunscrito a la necesaria apropiación y sumisión de un
personaje que no se entiende en su otredad absoluta por haber señalado,
radicalmente, la crisis de la naciente sociedad colonial, crisis que denunciaba la gran
distancia entre una realidad mental que apuntaba hacia un modelo social anclado en
el pasado medieval mitificado, y el modelo materialista y explotador que se vivía en
su momento. Aguirre arremete contra esa realidad mental, mas sin aceptar su
realidad social, lo que le hace merecedor de cometer un crimen de lese magestatis.
Por eso, los cronistas reducen toda la expresión de crisis a su actuar.
5. VUELTA.
En la intención de explorar el tema de Lope de Aguirre nos remitimos en el
presente capítulo a un estudio de las Crónicas de Indias, con el fin de explicitar los
tópicos y motivos que allí se estructuran. Tales corresponden a un interés particular
de los cronistas por asimilar el choque de realidades, mental y social, analizado en la
perspectiva de la evolución de un discurso mitificador a uno desmitificador y de
rebelión, dentro de la específica absolutización del acontecimiento que representó
Lope de Aguirre. La asimilación y comprensión de tal acontecimiento permite la
elaboración de un discurso narrativo del nuevo orden, cuyo eje central a nivel de
escritura se cifra en la comprensión de la corporeidad de Aguirre como cuerpo
destinado a la condena y al [30] suplicio: simbólicamente, la escritura posibilita la
afirmación del orden perdido y el triunfo sobre la rebelión aguírrea, y tal posibilidad
se basa en la comprensión sígnica del cuerpo de Aguirre, que a su vez articula los
tópicos y motivos nombrados.
24
Una vez ubicados en los orígenes de nuestro tema, y dilucidados los tópicos y
motivos que le estructuran, procederemos al análisis de tres novelas que conforman
nuestro interés central. [31]
25
2. LAS MIRADAS INQUIETAS.
El leer aquellas aventuras de Aguirre me producía un
poco la sensación que produce a los niños el guiñol
cuando apalea al gendarme y cuelga al juez. A pesar de
sus crímenes y atrocidades, Aguirre, el loco, me era
casi simpático.
-Pío Baroja. Las Inquietudes de Shanti Andía.-
Lope de Aguirre había sido condenado unilateralmente por sus contemporáneos.
Todo su actuar quedaba reducido al capricho de un hombre loco o endemoniado, como
así lo testimonia el marañón Álvaro Acuña: las causas de las muertes que realiza el
vasco son “por yerro (...) porque le dixeron que se quería alzar con un bergantín (...)
por abladorzillo (...) por hablador” (Jos: 185). Pero nuevos tiempos soplarán por el
continente americano, tiempos de éxodos y encuentros, tiempos desde los cuales se
intentará asimilar y proyectar la historia de un continente debatido entre el olvido y
la memoria para, en palabras de García Márquez, hacer creíble su propia vida.
En este contexto el tema de Lope de Aguirre encontró terreno fértil para nuevas
interpretaciones. Se entiende que dentro del complejo de tensiones de América Latina,
sea posible hasta compadecerse de un hombre golpeado y ensorbecido, como lo hace el
propio Emiliano Jos: “Ingenioso, blasfemo, neurótico, artista: tirano Aguirre, Aguirre
el loco, Lope de Aguirre el peregrino, descansa en paz” (Jos: 152). [32]Y quien se
compadece, es porque sabe lo que significan los golpes, o lo presiente, o ha llegado
hasta sus oídos el lejano eco de ellos.
Son dos los autores que ahora incorporamos a nuestra jornada: Arturo Uslar Pietri
con El camino de El Dorado, y Ramón J.Sender con La aventura equinoccial de
Lope de Aguirre1. La razón de su agrupación obedece a las similares características
que observan estas obras en cuanto al modelo narrativo mimético2 propuesto por los
cronistas y a su orden cronológico de publicación dentro de la novela latinoamericana.
Ahora intentaremos exponer cuál es la experiencia de Aguirre y la jornada de
Omagua que se despierta en dichos novelistas.
1. HACIA EL FILO SOMBRIO DEL HORIZONTE3.
Contando con 41 años, Arturo Uslar Pietri ve publicada su segunda novela en el
año de 1947. El autor, que hasta dicho momento ha tenido una fecunda actividad
política, literaria, periodística e historiográfica en su patria venezolana, y que en el
1Para abreviar, de ahora en adelante Camino y Aventura, respectivamente.
2Entendemos modelo narrativo mimético como una narrativa que no presenta mayores variantes
respecto de la diégesis de narrativas anteriores, a las cuales siguen de manera bastante fiel en su
desarrollo, y sin mayores innovaciones en su discurso.
3Todas las citas de este apartado pertenecen a Camino.
26
año de 1945 tuvo que partir al exilio, retoma la fuente de los cronistas y reelabora la
extraña jornada en El Camino de El Dorado, novela dividida en tres partes (El río,
La isla, La sabana) de quince, ocho y nueve capítulos respectivamente.
Camino conserva la diégesis elaborada por los cronistas de indias, pero en la
estructura general el autor parece dar una mayor importancia a los índices, que
dibujan constantemente el ánimo y los presentimientos que se viven entre los [33]
hombres de la expedición. Estos sentimientos, siempre de desdicha, marcarán el
desarrollo de los acontecimientos en la jornada:
El descontento y la desesperación eran ya generales. Los que no lo manifestaban de un modo
airado o conspiraban en grupos, no ocultaban tampoco su aprensión y desgana. Por sobre todo
aquel grupo de seres humanos aventado en la mitad de inmensas y desconocidas soledades
pesaba un sentimiento de opresión, angustia y expectativa. Algo tenía que pasar. Algo iba a
ocurrir. Algo, vagamente, esperaban todos. (:89)
Respecto de la secuencia de las unidades funcionales de la diégesis, todas ellas se
encuentran de un modo u otro referidas a un agente, Lope de Aguirre, sobre quien
progresivamente se va concentrando toda la sensación de opresión y ferocidad vivida
en la jornada. En el principio de la narración, el descontento y los deseos violentos de
los expedicionarios se disgregan en la sensación de aletargamiento y disolución que
les viene del inmenso río amazonas; en un proceso ascendente, Lope de Aguirre va
apareciendo, primero presentido, y luego como el soldado conspirador e incrédulo
frente a los objetivos de la expedición y sus autoridades; en medio de la creciente
sensación de desasosiego que se apodera de la expedición, Aguirre empieza a actuar,
matando, entronando y desentronando, y llega a tal punto, que todas las sensaciones
de la jornada se centran en él; de aquí en adelante, el ánimo de los expedicionarios
será arrastrado por su feroz voluntad hasta casi el final de su aventura, donde sólo los
fuertes reveses permiten a los soldados salir del encanto que los tenía atrapados.
Algunos ejemplos de esta secuencia:
Mientras los comentarios rodaban cálidos, tiznados con su fuego de misterio, de augurio y
tentación, por las callejas y las casas, la súbita noche de la montaña llenaba el espacio con su
sombra viva y palpitante. (...) Las mujeres salmodiaban sus oraciones y los hombres ajustaban,
sin [34] saber por qué, los tiros de sus espadas y el cierre de sus petos y cotas. (:33)
Pero en aquel rincón que iluminaban y apagaban las alas de la mariposa, se veía una figura.
Una figura menuda, esmirriada, con la cara enjuta cubierta por una raída barba cana, que al
caminar vacilaba sobre un pie cojo (...). Se incorporó bruscamente y tomando la vela iluminó
toda la estancia. No había nadie. Todo estaba tranquilo, y la lluvia seguía cayendo a torrentes
sobre los techos y sobre la selva. (:29)
Se iba forjando en aquellas mentes afiebradas, una especie de fascinación morbosa que tenía
por centro aquel hombre menudo, inquieto, de chupado rostro y barba canosa. (:118)
Todo el misterio y la fascinación trágica de la naturaleza parece haberse refundido en su
persona. (:136)
Parecían ir empujados. Como cuando en aquellos mediodías ardientes se deslizaban,
adormilados sobre el gran río. (:219)
Alguien puso la mano en su hombro, lo empujó suavemente hacia la pared y abrió la puerta de
par en par. (:262)
27
La novela, en su desarrollo, se estructura también sobre los tópicos enunciados en
las crónicas de indias4, pero estos son subordinados por los motivos de carácter visual
y acústico que se constituyen al interior de Camino. Con el desarrollo de ellos el
narrador, extradiegético y omnisciente, logra presentar una impresión del clima
espiritual vivido en la jornada. Estos motivos los podemos constatar de manera breve:
visual acústico
[elemento de enlace]
<viento testigo> que produce <un rumoroso marero>(:11)
(a)
no podía apartar la vista de aquel rostro(:76)
inquieta mirada de Aguirre(:117)
sombra terrible y mortal de aquella mirada(:135)
los hierros le tintineaban(:59)
su palabra resuena como una campanada(:100)
el sonido de aquel paso cojitranco(:130)
(b)
ojos ansiosos lo atisbaban(:156)
en los ojos se les conoce la traición(:162)
mirada fija y encendida(:162)
la brisa resonaba en las hojas(:146)
aquel continuo hablar(:150)
aquel repique monótono(:150) [35]
(c)
la luz de los ojos se le hacía mortecina(:216)
miradas hostiles que se clavaban sobre él(:261)
duros ojos de odio con que lo cercan(:265)
el eco del martillo como un son temeroso (:239)
el ruido de sus propias pisadas (:254)
el cuchillo cruje en los huesos (:265)
la cabeza del tirano, como un farol apagado (:265)
[elemento de enlace]
El motivo acústico en sus diferentes formulaciones se encuentra referido a un
sonido rítmico que, en el contexto en el cual se inscribe, trae reminiscencias de
tragedia, la cual se va asociando no solo al clima espiritual sino al mismo actuar de
Aguirre. El visual, constituido en relación con la inquieta y penetrante mirada de
Aguirre, se entrelaza con el primero para dar los tres desarrollos principales en la
novela, de la siguiente manera: (a) ascendencia del desespero y la tragedia, que se
sintetizan en Aguirre; (b) Aguirre, como una bestia, percibe y se enfrenta a la
desconfianza que le rodea; (c) Aguirre va entrando en decadencia, al verse
abandonado por sus hombres. Este desarrollo tiene dos formulaciones que lo abren y
lo cierran: el viento testigo y rumoroso inaugura la acción, y la cierra la imagen de la
cabeza decapitada de Aguirre, como un farol apagado -que evoca la figura de una
campana ya sin ruido-, una cabeza sin luz en los ojos -una mirada que ya no es-.
Como vemos, todo el discurso de Camino se construye sobre una serie de motivos
que intentan sugerir, de un modo u otro, la manifestación corporal de Aguirre. Esa
manifestación es, ante todo, vigilante. Se le nombra por primera vez con motivo de la
carta de un amigo de Ursúa (:28) que le aconseja prescindir de algunos soldados
bulliciosos, entre ellos Aguirre; Ursúa opina que este soldado, con fama de loco, es
“demasiado viejo, demasiado cojo y demasiado hablador” para que represente algún
peligro. Sin embargo, Pedrarias de Almesto tiene una visión: Aguirre le vigila. Pronto
es notorio que todo el que trata [36] a Aguirre le invade un vago desasosiego, que se
mezcla con la aprehensión de la jornada debido al poderío de la selva y las luchas
4Tópicos que analizaremos con detalle en el siguiente apartado del presente capítulo.
28
internas que se manifiestan al interior del campo español. El culmen de este primer
desarrollo es cuando Lope de Aguirre concentra todo:
Todo se concentra ahora en Aguirre. En su mano está la vida y la muerte y hasta las almas de
aquellos hombres (...). Todo el misterio y la fascinación trágica de la naturaleza parece haberse
refundido en su persona. Las sensaciones de temor, de desasosiego, de inquietud que habían
venido recibiendo del río, de la inmensidad salvaje y enemiga, de la araña venenosa, de la
enorme serpiente de agua que saca de pronto la negra cabeza de la poza de la orilla, del indio
pintarrajeado e inexpresivo que lanza su flecha, del caimán que se arrastra lento y poderoso por
la arena de la barranca, los delirios de la enfermedad, la presencia constante de la muerte, todo
eso se encarna ahora en aquel rostro chupado, en aquella barba gris y rala, en aquel paso
menudo, en aquel tintinear de hierros, y sobre todo, en aquellos ojos inquietos, que de pronto se
hacen fijos y translúcidos sobre algo o sobre alguien. (:136)
En la segunda parte de la novela, y aun en la tercera (La isla y La sabana) los
marañones, aunque ya apartados de la terrible aprehensión de la selva, siguen
empujados por la indomable voluntad y ferocidad de su líder, aunque éste ingresa en
un proceso de decadencia que lo lleva al desespero: a medida que entra en Venezuela,
la fatiga y el ser sombrío se apoderan de él. En ese momento su empresa es definida
como “desesperada”(:203), y en ese contexto dicta su carta a Felipe II, asediado por
oscuros presentimientos: “¿Acaso no era como un mártir? Todo iba a perderse” (:233).
Ya en el último momento, el caudillo no es más que un mamarracho que “se dejaba
hacer, como desmadejado” (:265).
A lo largo del texto la corporeidad de Aguirre es descrita y repetida con lujo de
detalles. El es un hombre de figura “menuda, esmirriada, con la cara enjuta [37]
cubierta de una raída barba cana, que al caminar vacilaba sobre un pie cojo” (:29), un
hombre “enteco, inquieto y parlanchín” (:42), “insome y bullidor” (:135), de “ojos fijos,
sumidos y penetrantes” (:76) y a la vez inquietos, soldado resistente que “le gustaba
fatigar a los otros” (:43), siempre cubierto de armas, con una voz “seca, cascada y
penetrante” (:90), todo lo cual le da cierto “aire de gavilán viejo” (:42). En fin, su
presencia despierta entre sus compañeros un “curioso malestar” (ibid) o una
“instintiva inquietud” (:85), que inspira un respeto tal que aun sus superiores temen
su presencia o se ponen de pie ante él, pues poseía algo “que desazonaba” (:98). Todas
estas impresiones se resumen en las palabras que pronuncia Lorenzo de Salduendo:
“Siempre armado hasta los dientes, siempre prevenido, siempre hablando y
murmurando, siempre viéndolo y sabiéndolo todo. Sin dormir ni descansar nunca...”
(:60).
Esta presencia es la que le permite, paso a paso, ponerse al centro de todas las
acciones. Su carácter soberbio y cambiante, que lo hacen aparecer como “poseso de
una ansia que no da tregua” (:135), imprime tal fascinación sobre sus hombres, que le
funden con el poderío siniestro de la selva.
En el momento que Aguirre conspira contra Ursúa y Guzmán asume, para sus
hombres, una “aureola infernal de muerte” (:118), pues “todo parecía saberlo y pender
de su decisión y de sus manos” (:101). Es el instante del poder total e imprevisible,
donde los marañones no saben en qué ocasión se precipitará sobre ellos “la sombra
terrible y mortal de aquella mirada” (:135), el instante de máxima bestialización del
29
personaje, pues ante cualquier inconveniente o desacuerdo, Aguirre asume la actitud
de un poseso, echando [38] “espumarajos por la boca y fuego por los ojos” (:120),
escupiendo, mesándose la barba, maldiciendo y “arrojando con furia al suelo los
objetos que estaban a su alcance” (:162).
Una vez concluida la travesía del Amazonas, el mundo se abre y los expedicionarios
ven la oportunidad de desertar. Aguirre es invadido por una creciente angustia que le
hace aparecer “avejentado” (:149), “sombrío” (:207), “fatigado y enfermo” (:172),
perdiendo el brillo de sus ojos por una “luz mortecina” (:216), transformándose así en
un ser “pálido, endeble y nervioso” (:219) cuya voz se hace “plañidera y suplicante”
(:169), en contraste con aquella locuacidad que antaño le caracterizaba, a tal punto de
adquirir un “andar fantasmal” (:193). El culmen de esta decadencia es el hombre que
a su muerte se presenta “desmadejado”, pero con el suficiente orgullo para corregir los
tiros de su ejecución y provocar en todos un sobrecogimiento respetuoso.
Con todos estos elementos, Uslar Pietri parece estar señalando una trayectoria
espiritual. El vigilante Aguirre es vigilado por el lector, quien, desde los motivos
visuales y acústicos elaborados por el autor y centrados en el personaje capital,
percibe todo el dolor, toda la lucha, toda la locura y ambición vividas por los
conquistadores de América. El proyecto de Aguirre, señalado por Beatriz Pastor como
un regreso al pasado medieval mitificado, está disuelto en la novela, pues sólo se
desea arrebatar el Perú “a los Oidores y a toda esa caterva de follones que manda el
rey” (:48), centrándose así la atención de Camino en un sufrimiento que va
carcomiendo a los hombres de la jornada. [39]
2. ENTRE LA MIRADA BRUMOSA Y LA MIRADA SECA.
Podemos decir que lo visto hasta el momento nos conduce a postular que en la
novela de Uslar Pietri se sugieren determinados asuntos. El tema, que sigue causando
asombro, es retomado por Sender bajo otra mirada. Intentaremos ahora examinar
simultáneamente esas miradas que se entrecruzan en su desarrollo.
Ramón J.Sender (Huesca, 1902) arriba a México en 1939, dejando tras sí una
fecunda carrera literaria marcada por un fuerte tono realista-social que continuará en
su intento de comprender las vivencias del continente en el cual se establecerá. En
casi toda su producción literaria intenta explorar la profunda dimensión humana de
personajes históricos conflictivos “para calar en su individualidad y exponer nuevos
planos de su esencia” (Peñuelas: 66), preocupado siempre “por el hombre, por lo
humano en sus niveles más profundos, por el enigma de la naturaleza humana y por
el sentido de la existencia” (ibid, p.67)5.
La indagación del testimonio americano, la razón de ser de estas tierras y su gente,
5El estudio de Peñuelas, publicado en 1971, es lo que se puede llamar un estudio biobibliográfico. En
sus dos primeros capítulos hace un paralelo entre la biografía de Sender y su producción artística, para
luego detenerse en un intento de clasificación de sus obras, el análisis de su estilo, y la consideración de
su dimensión social. Nos hemos detenido en estos dos últimos puntos para recoger sus aportes. De
Zelaya Kolker, a quien mencionamos más adelante, nos interesa su enfoque en torno a la forma como
Sender asume y moldea la historia en sus obras.
30
incluye en su producción una larga lista de novelas históricas que exploran acciones
ocurridas desde la época precolombina hasta la contemporánea. Para Zelaya La
aventura equinoccial de Lope de Aguirre, publicada en 1964, es una de las obras
centrales que definen su acercamiento a América. En ella, Sender procura dar un
testimonio detallado y minucioso de una cruel jornada. [40]
Lo primero que hay que advertir en esta obra, dividida en 17 capítulos, es su
peculiar estilo arcaizante que le acerca al contexto histórico de su personaje, al estilo
utilizado por los cronistas de indias y a una postura narrativa que pretende ser
objetiva, analítica. El narrador, omnisciente y extradiegético, incluye a lo largo del
texto fórmulas como “Era, pues, uno de esos hombres (...), Sería media noche cuando
(...), Como digo, (...)”, etc., lo que se puede explicar como el intento de asumir,
apoyándose en la contaminación de la lengua del siglo XVI, el posible punto de vista
de un español de la época (Zelaya: 190); esto explica que el narrador, en su intención
estilística, se acerque más “al cronista ‘impasible’ afanoso de detalles etnológicos y
geográficos” (Gnutzmann: 534) que abundan a lo largo del texto. Por demás en la
generalidad de sus obras, el estilo de Sender “oscila entre lo bronco, la violencia
asperamente realista (...), la reflexión vital (...), las proyecciones alegóricas (...) y la
diafanidad idílica” (Peñuelas: 233).
Lo anterior esclarece una diferencia básica, en cuanto a estilo, de Aventura con la
obra de Uslar Pietri. Este prefiere un estilo de frases cortas, de palabras adjetivadas
con intenciones líricas, lo que se corresponde con su intención de dar la impresión del
espíritu vivido durante la conquista, y la trayectoria anímica de su personaje. Sender,
por el contrario, es muy preciso y no teme las disgresiones, por demás abundantes en
su novela. Ejemplifiquemos, bajo esta óptica, los siguientes fragmentos:
Los enfermos cada día eran más. Permanecían en las embarcaciones. Entregados al delirio y a
las visiones deformadas de la fiebre, los mil ruidos de los insectos atormentaban sus
imaginaciones. A ratos oían el hondo y doloroso quejido, como de pena humana, que lanzaban a
flor de agua las oscuras toninas del río. (Camino: 61) [41]
Durante nueve días se mantuvieron los expedicionarios del aire o poco menos. Cada día
murieron algunos indios más, que fueron arrojados también al río. Esteban se entretenía viendo
a algún caimán atareado con aquellos cuerpos. Las verdolagas y otras hierbas que hallaban
cerca de la playa en la noche no hacían sino estimular más el hambre. No hay que decir que si
quedaba algún animal vivo desapareció. Ya no se oían ladridos ni balidos de día ni de noche.
Sólo quedaban los caballos. (Aventura:89)
Ahora bien, por razón del mismo estilo, Sender sigue muy de cerca la diégesis
propuesta por los cronistas, pero incluyendo una diversidad de situaciones o
descripciones que enmarcan la acción principal, quizás con la intención de hacer
participar al lector de la desesperante fatiga vivida durante la jornada. Tomemos,
para describir esta técnica utilizada en Aventura, el episodio de la muerte de Pedro de
Ursúa (capítulo V), señalando en los párrafos impares la acción principal:
I. Varios expedicionarios comentan su malquerencia contra Ursúa: el cura Portillo considera
inadecuado el nombramiento obispal del cura Henao, Zalduendo rememora una conversación
con Ursúa y muestra su despecho por el trato indiferente que le proporcionó, los guías de la
expedición se muestran desorientados, y Juan de Vargas manifiesta su desacuerdo por algunas
decisiones del gobernador. Surge el comentario que éste se encuentra hechizado. Se reúnen los
31
conjurados y acuerdan amotinarse, prevaleciendo la opinión de la necesidad de conquistar
Omagua. (:101-105)
II. La conversación de Elvira con Pedrarias de Almesto introduce una digresión sobre pájaros
silvestres y la caza de cocodrilos a la cual se dedican los soldados para pasar el tiempo. (:106-
107)
III. Ursúa es apodado "caimán" por sus soldados, retomándose así el desacuerdo de estos hacia
él. Lope cuenta alguna anécdota de su propia vida. (:107)
IV. Los rumores del río traen los gritos de animales moribundos. El padre Portillo asiste a un
nacimiento indígena de curiosas costumbres, en tanto que las luciérnagas iluminan la
oscuridad. Los esclavos negros hacen una fiesta cuyo son se confunde con los ruidos engañosos
de la noche. Se describen los curiosos y caprichosos cambios de clima, junto a las extrañas raíces
afrodisíacas que se encuentran en la selva, de las cuales -se murmura- abusaba Ursúa. (:107-
109)
V. Las mujeres de la expedición organizan un nacimiento (es navidad). [42] Almesto y Aguirre
sostienen una rara conversación en la cual se resalta la rara lealtad que se tienen. Los
conjurados reunidos ultiman los detalles de su acción. (:109-112)
VI. La noche de navidad pasa con varias anécdotas graciosas de mulatos e indios. (:112-115)
VII. Cinco días después de navidad, Lope sostiene una breve e irónica conversación con Ursúa.
Esa noche un fantasma anuncia su muerte. Se nombra una garza blanca que posee el
gobernador. (:116-118)
VIII.Se describen los cantos de algunos pájaros, resaltando el jacurutú, ave de mal aguero.
(:118)
IX. Parte una pequeña expedición. Un esclavo oye de la conjura, intenta avisar al gobernador,
pero falla en su intento. En la madrugada del año nuevo, los conjurados dan muerte a Ursúa.
(:119-121)
Con este ejemplo, observamos que en el discurso de Aventura las anisocronías son
muy comunes, desacelerando el tiempo de la historia por medio de una amplitud del
discurso (catálisis expansiva); aparte de esto, las analepsis (como la de Zalduendo en
I), frecuentes también, sirven para contextualizar ciertas acciones del discurso (cuya
frecuencia es singulativa)6. Estas características de las relaciones de temporalidad
entre historia y discurso las comparten tanto Aventura como Camino, solo que en ésta
el uso de las anisocronías es menos frecuente y se refieren casi exclusivamente a
recoger la impresión que produce la geografía en el ánimo de los expedicionarios,
mientras que Sender además incluye un sin número de descripciones y comentarios
de todo tipo.
Son precisamente estas anisocronías las que dan oportunidad a Sender de formular
6En el plano del discurso, según resume y expone Beristain, se investiga, entre otros aspectos, los
modos que adopta la exposición de la historia en el relato. La temporalidad de la historia puede
desajustarse respecto del discurso (anisocronía) desacelerando el tiempo de la historia (catálisis
expansiva), acelerándolo en un resumen (catálisis reductiva) o utilizando retrospecciones (analepsis).
Por otro lado, el discurso adopta cierta frecuencia, entendida ésta como la coincidencia o no entre el
número de ocurrencias de la historia y el número de ocurrencias discursivas que la vehiculan: en la
frecuencia singulativa, se relata una vez lo que ocurre una sola vez; la repetitiva, lo que ocurre en la
historia una vez se relata varias veces en el discurso; la iterativa, caso contrario a éste. cfr. Beristain,
pp.85-102.
32
[43] los motivos que estructuran su novela, motivos que, a diferencia de Uslar Pietri,
se constituyen sobre los tópicos que hemos señalado para las crónicas de indias.
A continuación escogeremos una pequeña parte de estos motivos-tópico, y
procederemos alternando las consideraciones que sobre ellos hacen nuestros dos
novelistas, insistiendo que en Sender la categoría de tópico y motivo se confunden, en
tanto que en Uslar Pietri lo que sigue lo consideraremos como tópico propiamente
dicho.
2.1. El maleficio de la expedición.
Tanto en Camino como en Aventura, este elemento actúa como recurso literario
para contextualizar la sangrienta jornada del Marañón. En la novela de Uslar Pietri
su formulación es explícita en torno a: la muerte del teniente Pedro Ramiro (“lo que
empieza con sangre termina con sangre”, Camino: 26); el robo de dineros al cura
Portillo, que dramatizado con amplitud introduce los motivos de la expedición y las
ansias que mueven a los expedicionarios; el quebrantamiento de los barcos, que
refuerza la idea de un maleficio que se cierne sobre la jornada (“Esto es señal de Dios,
que nos avisa de no seguir adelante. Ya esto empezó con sangre derramada. Por
manos del verdugo mataron a Arlés y Frías. Y ahora viene este aviso terrible”,
Camino: 46). Desde un principio, Camino está señalado por un terrible sino.
Por el contrario, en Aventura estos sucesos aparecen ligados a lo largo de los tres
primeros capítulos -junto a otros, como el prendimiento de Alonso de Montoya y la
llegada de Inés de Atienza- como hechos que habrían “de tener con el tiempo graves
consecuencias” (Aventura: 37). La referencia al destino de la [44] expedición, mínima
e intrascendente, solo alcanza tres reglones: “Algunos soldados que eran andaluces y
supersticiosos creían que aquellos accidentes iban a traer mala suerte” (ibid: 49). La
alusión sangrienta no existe en Sender, y concediendo no mucha importancia a este
presentimiento, se acerca en su formulación, contenida y exacta, a la presentada por
el cronista Vázquez (“Hobo pronósticos de algunos que dijeron que la dicha jornada no
acabaría con bien, pues empezaba con sangre”: 17).
Podemos considerar que el motivo que titula el presente apartado se articula dentro
de la novela de Sender en la intención de explorar la evolución y concatenamiento de
diversos hechos que llevaron al desarrollo de una de las más extrañas jornadas
americanas, en tanto que Uslar Pietri intenta sugerir una truculencia moral y
psicológica que podría dar un indicativo de la nueva sociedad en formación del siglo
XVI (cfr. Pietri, Breve historia...).
2.2. El salvajismo de los españoles.
Las muertes y las traiciones fueron el pan de cada día en la jornada del Marañón.
El ser verdugos unos de otros fue juzgado por los cronistas como prueba de la
omnipotencia divina que demuestra “que en lo más escondido y apartado de sus
anchos y extendidos reinos prevalece su voz y su nombre” (Ortiguera: 402). Nuestros
dos novelistas adoptan diferentes perspectivas para este elemento, aunque ambos son
33
conscientes que la jornada expresó las contradicciones y violencias de la nueva
sociedad en formación.
Para Uslar Pietri las crueldades de la jornada, que se van concentrando en Aguirre
como figura prototípica, sugieren toda una realidad “de codicia, [45] violencia,
explotación, injusticia y sufrimiento” (Pastor, Las metamorfosis...: 114), intentando
provocar así en el lector una reacción negativa ante dicha realidad. Podemos postular
que esto apunta a señalar en el personaje central, Aguirre, una disposición receptiva
de extrañeza y provocación, buscando una sensibilidad en la percepción del lector que
promueva su reflexión crítica7.
Sender, que no ahorra palabras para referirse a esa misma realidad, no parece tan
vehemente en hacer tal acusación. Con cierta indiferencia narra las violencias del
campo español, los conjurados contra Ursúa -incluyendo a Aguirre- no dejan de tener
actos de nobleza (Aguirre se siente “más o menos culpable” al ordenar la muerte de
Inés de Atienza), y aun Antón Llamoso es eximido por el novelista de comerse los
sesos de un soldado muerto, cuestión que no ocurre en Camino. En Aventura no se
intenta tanto sugerir o dar juicios acerca de determinadas situaciones, sino más bien
presentarlas. La posición que adopte el lector frente a ellas es casi independiente. Al
respecto, el mismo Sender afirma: “Yo no lo defino, el mal, pero expongo la violencia
para que la defina el lector. Si esa definición es más convincente” (cit. en Zelaya: 186).
Otro aspecto a señalar es que esta violencia se ve aumentada, en ambas novelas,
por la omnipresente selva. Refiriéndonos a Camino, señalábamos que “la inmensidad
salvaje y enemiga” y sus habitantes provocan “sensaciones de temor, de desasosiego,
de inquietud” que, finalmente, se vienen a concentrar en Aguirre [46] (Camino: 136).
En Aventura, la selva aumenta sus matices. La naturaleza voraz y carnavalesca
impone su misteriosa y agobiante presencia, pero no concentrándose de manera
unívoca en un hombre, sino ofreciendo ejemplo de la voluntad de poder (la voracidad
amazónica es un ejemplo para Lope), ambientando sangrientos acontecimientos (“El
sol... presidía conspiraciones, sugería muertes y otros desmanes”, Aventura: 213),
influenciando en el ánimo de los expedicionarios (“es la influencia de estas latitudes,
donde todo es exagerado, y el atardecer es una tragedia desoladora, y el amanecer,
una orgía que nos embriaga”, ibid: 151), incluso, sugiriendo condiciones etnológicas
para sus habitantes naturales (los indígenas, en la novela, son presentados como seres
lujuriosos, viciosos e indiferentes por naturaleza8).
7H.R.Jauss, analizando el aspecto receptivo de la experiencia estética, investiga los modelos de
identificación del lector con el héroe novelesco (Jauss: 243-283). De los cinco modelos que expone, la
identificación irónica nos apoya en el postulado que hemos referido. Dice Jauss: “Por identificación
irónica entendemos un nivel de la recepción estética, en que al espectador o al lector se le traza sólo una
identificación esperable que, luego, es ironizada o rechazada del todo. Estos dos tipos de experiencia...
sirven para separar a los receptores de su espontánea tendencia hacia el objeto estético, provocando así
su reflexión estética y moral...” (:283).
8Cuestión que, por demás, es índice también de la intención de Sender de acercarse al imaginario del
español del siglo XVI, como ya explicamos algunos párrafos atrás.
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81 pags el espectro delopedeaguirre

  • 1. EL ESPECTRO DE LOPE DE AGUIRRE EN LA NOVELA HISPANOAMERICANA CARLOS EDUARDO ROMAN HERNANDEZ Auto Edición Bogotá, 2012
  • 2. El espectro de Lope de Aguirre En la novela hispanoamericana - Carlos E. Román - Autoedición. Se permite la reproducción total o parcial del presente material, siempre y cuando se cite la fuente y el sitio de origen. (c) Carlos Eduardo Román Hernández, 2006. Para informaciones: ceromanh@gmail.com NOTA DEL (AUTO) EDITOR: Reedito aquí mi trabajo presentado en Septiembre de 1998 para la obtención del título de profesional en Estudios Literarios, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), y cuyo director fue Jaime Alejandro Rodríguez. Para conservar la paginación original, ésta en indicada entre corchetes, cuyos números refieren que el párrafo precedente se encontraba en la página indicada. Por demás, el trabajo se transcribe íntegro. Tan sólo se añade, para esta edición, una “presentación”, y un “anexo 3”, que resume el trabajo en un cuadro-esquema. Las páginas del índice corresponden al sitio del contenido en la presente edición.
  • 3. CARLOS EDUARDO ROMÁN HERNÁNDEZ (Cúcuta, Colombia, 1970) es Profesional en Estudios Literarios y Mágister en Teología, de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, así como Especialista en Educación en Artes y Folclor. Se ha interesado en el análisis de los discursos y sus incidencias en la cultura desde el campo de los imaginarios sociales. Sus elaboraciones parten desde el campo de la docencia y buscan incidencia en la capacidad crítica de la cultura. Sus lecturas y análisis buscan crear espacios reflexivos en la docencia y en la investigación, que permitan leer críticamente las matrices culturales del presente y sus herencias. En EL ESPECTRO DE LOPE DE AGUIRRE EN LA NOVELA HISPANOAMERICANA, propone una exploración de los campos significativos y semánticos generados a partir de la apasionante figura de Lope de Aguirre en su Jornada de Omagua, aventura que marcó el inicio de una nueva conciencia libertaria en Hispanoamérica y cuyos ecos aún llegan hasta nuestros días.
  • 4. ÍNDICE PRESENTACIÓN. ............................................................................................................................. INTRODUCCION: JORNADA LITERARIA PARA UN ESPECTRO. .................................. 1. APUNTES PARA PROVEER CARGOS Y OFICIOS. .................................................................. 2. PLAN DE LA JORNADA. ............................................................................................................... 1. LOPE DE AGUIRRE: EL ORIGEN DE UNA SEDUCCION. ............................................... 1. HACIA UNA DIEGESIS DE LAS CRONICAS. ........................................................................... 2. DE CRONICAS Y CONJUROS. ..................................................................................................... 3. ACONTECIMIENTO QUE SE HACE CUERPO. ........................................................................ 4. DE NUEVOS DISCURSOS. ........................................................................................................... 5. VUELTA. .......................................................................................................................................... 2. LAS MIRADAS INQUIETAS. ..................................................................................................... 1. HACIA EL FILO SOMBRIO DEL HORIZONTE. ........................................................................ 2. ENTRE LA MIRADA BRUMOSA Y LA MIRADA SECA. ........................................................... 3. VUELTA. .......................................................................................................................................... 3. LAS NUEVAS VOCES. ................................................................................................................. 1. LOS BORDES DE UN NUEVO DECURSO. ................................................................................ 2. LOS PARTICULARES MOTIVOS DE "PRINCIPE". .................................................................. 3. HACIA LA SIGNIFICACION GLOBAL DE LA NOVELA. ....................................................... 4. VUELTA. .......................................................................................................................................... 4. EL CUERPO ESCRITO. ............................................................................................................. 1. LOS PRIMEROS CAMINOS DE AGUIRRE. ............................................................................... 2. VUELVE EL PEREGRINO. ........................................................................................................... 3. DE LA DISOLUCION CORPORAL A LA VOZ APELANTE. .................................................... 4. VUELTA. .......................................................................................................................................... CONCLUSION: EL ESPECTRO DE LOPE DE AGUIRRE. .................................................... 1. EL MOMENTO INTRINSECO. ..................................................................................................... 2. EL MOMENTO TEMATICO. ........................................................................................................ 3. EL MOMENTO DE LA CONSIDERACION TEMATICA COMO CONSIDERACION CORPORAL. ........................................................................................................................................ ANEXOS ANEXO 1: CRONOLOGIA DE LA EXPEDICION DE OMAGUA Y REBELION DE AGUIRRE. ............................................................................................................................................ ANEXO 2: CARTA DE LOPE DE AGUIRRE A FELIPE II, REY DE ESPAÑA. .......................... AMEXO 3: CUADRO SÍNTESIS. ........................................................................................................ BIBLIOGRAFIA. .............................................................................................................................. 3 5 5 7 11 11 16 20 22 23 25 25 29 38 39 40 41 47 51 53 53 58 60 62 63 63 64 64 67 69 74 75
  • 5. 2
  • 6. 3 PRESENTACIÓN UN ESPECTRO DESDE EL FONDO DE LOS TIEMPOS Hacia finales del año de 1560, un soldado vasco, Lope de Aguirre, conspira y toma el mando de la expedición a Omagua, que había iniciado tres meses antes, con aproximadamente 300 españoles y entre 300 ó 600 indios. Pedro de Ursúa, el comandante de la expedición, es asesinado, y en su lugar toma el mando Fernando de Guzmán. Aguirre decide nombrarlo Rey obligándolo, junto a sus compañeros de expedición, a desnaturalizarse de España y declarar la guerra a Felipe II, monarca español, y con ello cambia el objetivo de la expedición, de la conquista de Omagua a la conquista del reino del Perú. El nuevo Príncipe intenta acabar con Aguirre, pero éste le gana la mano, y le mata junto a varios cómplices. Se alza con el mando de la expedición como ''fuerte caudillo de los invencibles marañones"; mata a quien cree tibio para la guerra, traidor, de mal mirar, murmurador o falso. La expedición baja por el río amazonas en toda su ventura de muertes y desolación, para salir al Atlántico y llegar a la Isla Margarita, en Venezuela. Nuevas muertes suceden, y al entrar en territorio venezolano, los pocos sobrevivientes (60 ó 90 españoles; ningún indio) de a poco le abandonan. Aguirre escribe a Felipe II, retándolo de tú a tú. En Valencia, sus tropas le abandonan definitivamente. Antes de caer en manos de las tropas leales al Rey, apuñala a su hija Elvira, que le acompañaba. En su ejecución no deja de blasfemar; se atreve a corregir el tiro a sus verdugos. Su cuerpo es descuartizado, exhibidos sus miembros en poblaciones cercanas, y se ordena borrar su memoria del tiempo de los hombres. Lope de Aguirre, a pesar de su muerte, seguiría viviendo en la escritura. Su actuar, en cierto modo, fue saludable en tanto provocador. Por supuesto que la historia personal de Aguirre no fue saludable para él mismo (su cuerpo descuartizado), pero sí para otros. Inquietante. Son muchos quienes le miran para decir algo. Los cronistas, contemporáneos suyos, tratando de borrar la razón de sus palabras y la complicidad propia; escritores que tratan de percibir ya un héroe libertario, ya un motivo para explorar la historia americana, ya un interesante demonio; psicólogos deseosos de postular explicaciones adecuadas al horror de sangre y muertes; sociólogos... en fin, en tan múltiples preguntas, no deja de entreverse su carácter temático. El presente trabajo ha pretendido, entonces, abordar un tema. Para ello, ha planteado una cuestión guía: ¿sobre qué elementos se desarrolla el tema, cómo se estructura y concreta, qué expresa? Su corpus se compone de seis crónicas de indias y tres novelas: El Camino de El Dorado, de Arturo Uslar-Pietri, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender, y Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad, de Miguel Otero Silva. Los elementos a considerar para el desarrollo de la pregunta son los tópicos y
  • 7. 4 motivos, en cuanto son ellos base del texto literario. En un primer momento, se abordan las crónicas de indias en tanto allí se establece la génesis del tema. Su análisis postula los tópicos sobre los cuales se desplegará el tema en los tiempos venideros. Un segundo momento, se refiere al análisis de las tres novelas mencionadas, en su caso particular y de manera interrelacionada para no perder de vista la continuidad del tema. Una vez establecidos estos análisis, que ocupan los tres primeros capítulos del presente trabajo, se retorna una insinuación dejada en ellos: toda la continuidad temática elabora un cuerpo. Es decir, la consideración temática es concretada como consideración corporal. Analiza entonces, el cuarto capítulo del trabajo, el desarrollo de tal consideración. Por último, en la conclusión, se explícita el esquema comprehensivo que ha guiado el desarrollo del trabajo. En suma, estas líneas pretenden, más que ser un trabajo académico, un ejercicio de lectura argumentada, una explicación y aclaración de inquietudes suscitadas por una extraña y apasionante historia. Por un extraño y apasionante personaje, que aun gesticula como un fantasma provocador y atrevido, o como excusa para llenar la hoja en blanco. Carlos E. Román. Octubre de 1998.
  • 8. 5 INTRODUCCION: JORNADA LITERARIA PARA UN ESPECTRO. Sólo eres una guitarra de sombra en el viento de las aldeas, una presencia que inflama la noche en la memoria de los campos. -Vicente Gerbasi, Tirano de sombra y fuego- Si intentamos mirar desapasionadamente la historia de Lope de Aguirre y la jornada de Omagua y Dorado1, podemos concluir que ella es una historia como muchas otras ocurridas durante la conquista. Las empresas asumidas por los conquistadores (con claros móviles políticos y económicos) se caracterizaron por un delirio mutuo: la exhuberancia tropical que desgonzaba el imaginario ibérico, y la sed de oro que clavaba su espada en la selva americana. No faltaron las luchas internas, ni las rebeliones en contra de las autoridades designadas por la corona española. Pero fue esta historia, y más en concreto la figura de Lope de Aguirre, la que centró la atención. El corpus de reelaboraciones e interpretaciones suscitadas desde allí es inmenso, tal que Miguel Otero Silva afirma haber consultado 188 documentos diferentes para la elaboración de su novela (:258), reelaboraciones que, por otro lado, varían desde considerar a Lope de Aguirre el prototipo máximo de la iniquidad [1] hasta la encarnación de la aventura libertaria humana. Tan sólo en el campo estrictamente literario tenemos noticia de la existencia de más de cinco novelas, seis textos de narrativa breve, nueve obras teatrales, amén de otros tantos textos de diverso género (Galster: 82). ¿Se constituye entonces Lope de Aguirre como un tema significativo y estructurador? 1. APUNTES PARA PROVEER CARGOS Y OFICIOS EN LA JORNADA. El tema es un elemento recurrente, repetitivo en el buen sentido de la palabra, que en su dimensión de signo actúa como una rejilla alrededor de la cual se entretejen diversos significados y expresiones que se enriquecen y se desplazan mutuamente. No se miente si lo consideramos como proteico. Como toda creación humana el tema nuevo lleva una carga de pasado y de expectativa histórica y cultural: expresa un problema, una inquietud, una visión. Con razón afirma Claudio Guillén que el tema nuevo es posible gracias al hecho social y al proceso cultural, que ocasionan una polisemia de motivos que pueden llegar, en su posterior desarrollo, a contradecirse a sí mismos (:271): “en el campo temático domina la conciencia del cambio” (:274). Más allá de una simple constatación de la presencia de Lope de Aguirre en obras de muy diverso género, observamos que este personaje es un pretexto fértil en potencia, una vivencia que se culturiza y tematiza desde las estructuras de una sociedad. Provoca siempre algo (la “seducción literaria” que nombra Galster). Es la excusa, en diferentes instancias, para un proyecto justificador, para mostrar el ejemplo de la permanencia 1 Sobre los hechos de la jornada, la cronología de la expedición, en Anexo 1.
  • 9. 6 de unas estructuras político-sociales, para mostrar la barbarie o la justeza de un periodo histórico determinado. Como tema, incita y propicia una estructura y una lectura literarias (Guillén: 249), formando parte de la actitud personal y subjetiva con la que el escritor asume el elemento incitador (:296). [2] Insistimos en su carácter incitador y estructurador, pues la aventura de Lope de Aguirre no es un tema de carácter unilateral; la operación estructuradora sobre esa incitación reviste múltiples perspectivas, e incluso, su irradiación hacia tópicos y motivos de diversa índole (cuestiones que aclararemos a su debido momento). Podemos formular el origen cronológicamente exacto de este tema: 1559, con los primeros preparativos de la jornada de Ursúa y el desarrollo de ésta. De ello nos dan noticia los cronistas Francisco Vázquez y Pedrarias de Almesto, soldados de la jornada. En momentos posteriores, y por las inquietudes que generó la rebelión aguirrista, el tema es retomado a lo largo de los años. Hacia 1581, fray Pedro de Aguado ha recibido, de parte de Felipe II, la licencia de impresión para su Recopilación Historial de Venezuela, en la cual dará noticias del “traidor servil, y malo y más cruel que otro ninguno” (Aguado: 215), Lope de Aguirre. Juan de Castellanos retoma el tema, conociendo las relaciones y declaraciones de ex-marañones que ya circulaban manuscritas; sus Elegías de Varones Ilustres de Indias fueron publicadas en Madrid (1589) bajo el reinado de Felipe II. Toribio de Ortiguera, según nos informa él mismo, se encontraba en Nombre de Dios (Panamá), en 1561, dispuesto a defender la ciudad de las huestes del tirano Aguirre; a una edad bastante avanzada escribe la Jornada del rio Marañón, ya dedicada a Felipe III. En 1627, fray Pedro Simón publica en Cuenca sus Noticias Historiales, con dedicatoria a Felipe IV, reelaborando -desde las crónicas de los testigos presenciales, las Elegías de Castellanos y la Recopilación de Aguado- la jornada del marañón. Basándose en este último, relata José Oviedo y Baños, de [3] manera bastante libre, la “bárbara impiedad” del tirano Aguirre desde su llegada a la isla de la Margarita hasta su muerte, en Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela, publicada en Madrid en 1723. Estas crónicas posteriores a la de Vázquez y Almesto, bajo el manto de un orden dado e inamovible presidido por el respectivo monarca, relatan la “tiranía de Aguirre, cruel facineroso” (Castellanos: 131) para demostrar la inutilidad y mucho daño de tales hechos, insistiendo en la lealtad debida al Rey. Para estos escritores, que hacían parte de la ciudad letrada americana, el capítulo de Aguirre queda como un lunar de una gloriosa historia de conquista, en la cual se empieza a rescatar de nuevo el orden heroico y monárquico. De aquí en adelante el recorrido es largo y fértil, aunque solo nos detendremos en una pequeña parte de él. Cada nueva situación significativa elaborada va enriqueciendo la trama que inició este mínimo soldado vasco en el año de 1559. Se tendría que esperar hasta el siglo XIX para que surgieran nuevas aproximaciones a este tema. Es el momento de las independencias, de la generalización de miradas críticas sobre la vida del continente americano, de la búsqueda de identidades nacionales. En Lope de Aguirre (1891), pieza teatral de corte romántico del colombiano Carlos Arturo Torres, se inaugura la nueva interpretación. Aguirre es aquí un héroe de la independencia con la clara idea “de librar del oprobioso/ yugo de España al
  • 10. 7 Continente hermoso” (Torres: 42). Muy cerca en el tiempo pero diferente en interpretación, el venezolano Aristides Rojas se declara espantado ante este “ser legendario, incomprensible, feroz” (Rojas: 157). Segundo de Ispízua lo considera mártir de la independencia, en una adhesión casi irracional, al igual que muchos vascos compatriotas suyos, en [4] tiempos posteriores2. Emiliano Jos no se deja llevar de tanto entusiasmo y, aunque compadece al soldado vasco, simplemente lo considera un loco. Esta tesis despertó bastante interés en el área de estudios psicológicos: el más conocido es el de Lastres y Seguin en 1942 (“psicópata anafectivo” es su veredicto), seguidos por Martín Santos y Herrera Luque en 1968 y 1970, respectivamente. En el campo literario, se busca encontrar nuevas relaciones o vivencias de la aventura de Aguirre. Uslar Pietri y Sender presentan un Aguirre cuya irracionalidad se ve aumentada por el poderío de la selva. Otero Silva lo justifica plenamente como “Príncipe de la Libertad”, sin dejar de asociarle caracteres irracionales. En Daimon, Abel Posse, por el contrario, no intenta interpretarlo sino que lo toma como un lente por el cual confronta la historia americana, desde una perspectiva de crítica al progreso y la racionalidad. En este rápido panorama de las nuevas interpretaciones de Aguirre, podemos distinguir dos campos. Por un lado, están aquellos que tratan de indagar los motivos de su accionar en el contexto en que vivió, especialmente historiadores, sociólogos o psicólogos. Por otro, los que se fundamentan en su figura “extraña” y paradójica para, desde allí, desarrollar un discurso crítico en una visión de mundo que, en cierto modo, diga algo a sus contemporáneos. Este es nuestro tema que cabalga en una escritura que se presenta, desde su misma génesis, como plural. ¿Sobre qué elementos se desarrolla ese tema, cómo se [5] estructura y concreta, qué expresa? Ahora nos corresponde internarnos en ese viaje que ha hecho la novela hispanoamericana por el río Marañón, tratando de dibujar aquel misterioso fantasma que sigue gesticulando desde los tiempos de la historia y la literatura. 2. PLAN DE LA JORNADA. La pretensión de nuestro decurso es modesta. Lope de Aguirre, hemos insinuado más arriba, se constituye como tema en cuanto significativo y estructurador de una lectura sobre un acontecimiento histórico que sigue, en diversos niveles, informando y formando una determinada visión de mundo. Nuestra cuestión guía será la planteada en el párrafo precedente: ¿Sobre qué elementos se desarrolla este tema, cómo se estructura y concreta, qué expresa? De los múltiples elementos que pueden entrar en consideración en el análisis literario, nos detendremos tan sólo en dos centrales, los tópicos y motivos. 2 Mario Briceño Perozo reseña una curiosa sesión de La Academia Errante, corporación del país vasco, en 1961. Encontramos afirmaciones como éstas: “[velamos] por la claridad y el nombre de [nuestros] infanzones, recios y bravos como las montañas”; “Araoz fue mudo testigo de un homenaje especial a la memoria del más célebre de sus hijos”; “[nos autodenominamos] hermanos en nuestro Señor Lope de Aguirre”; “injusta arremetida del cronista Vazquez contra Aguirre”, etc
  • 11. 8 Tales elementos son la base del relato literario, en tanto corresponden a las acciones ficcionales primarias del nivel diegético (Beristain: 27). El concepto de “motivo”, es establecido por los formalistas rusos -según García Berrío- como “funciones... en tanto que miembros de una cadena de acontecimientos, causa y consecuencia de otros motivos, sumidos en una estructura compleja gobernada por una ley estética” (op.cit. en Albaladejo: 191). Así, estas funciones o motivos3 (este último nombre lo conservaremos nosotros, siguiendo a Beristain) corresponden a las más pequeñas unidades del relato, unidades de sentido cuya combinatoria constituirá la unidad global de sentido de la obra en cuestión. Se [6] entiende que tal perspectiva apunte a comprender el motivo como algo intrínseco al texto, algo ya desarrollado por Wolfgang Kaiser, para quien el motivo, “concebido como concretización de un significado conceptual” (:81), se presenta como una situación típica y significativa dentro del texto literario, llena de significado humano e imbuido de una fuerza motriz debido a su capacidad para aludir a un antes y un después (:75-82). Ahora bien, tal puede ser la fuerza inusitada que adquieran los motivos, que pasan a ser centrales (leitmotiv) en una obra o en la totalidad de la obra de un autor. Esta centralidad puede llegar a trascender, a punto que son requeridos por otros autores de otros tiempos. Considera Kaiser aquí -y basado en los estudios comparativos de E.R.Curtius- que surge los “tópicos”, comprendiéndolos como “clichés fijos o esquemas del pensamiento y la expresión”, esquemas que no suprimen “las diferencias individuales entre las obras ni entre sus creadores” (:91-92) en tanto estos viven su propiedad histórica e individual. Con esta breve digresión indiquemos el uso que hacemos de los dos elementos nombrados. Entendemos el motivo en tanto situación típica que se repite al interior de una determinada obra, situación llena de significado humano y que, en cierto modo, constituye el tejido fundamental sobre el cual se desplegarán los fenómenos propios del discurso literario, tanto en el plano de la historia como en el plano del discurso; los tópicos poseen ya una dimensión diacrónica, en tanto esquema de pensamiento o estructura temporal compartida por diversas obras, esquema que, de todos modos, en su concreción particular y sincrónica, adquiere relevancia de motivo. Como se puede ver, nuestro horizonte teórico tiene, en esta primera formulación, [7] dos planos fundamentales: el más inmediato se refiere al análisis estructural del relato literario, en cuanto momento intrínseco a las obras que pondremos en cuestión4. Pero estas obras vendrán entrelazadas en cuanto desplegadas y tensionadas en el tiempo; apuntaremos implícitamente, entonces, a una consideración temática, consideración que, por su característica particular, hará surgir un tercer plano en nuestro horizonte, del cual ya hablaremos párrafos más adelante. Existe una gran cantidad de reelaboraciones alrededor de la figura de Lope de 3 Bremond, en La Semiología, y Barthes, en Análisis estructural del relato, dan nombre de “funciones” a estos elementos que Tomachevski había bautizado, en 1925, como “motivos” (Beristain: 29). 4 Las dimensiones e intenciones de nuestro trabajo nos limitan a no adentrarnos en las problemáticas teóricas que ofrece esta forma particular de análisis. Seguiremos, pues, en nuestra referencia teórica, la síntesis que ofrece Beristáin.
  • 12. 9 Aguirre. De ellas, hemos escogido tres novelas que por sus similares características, pueden explicitar con más adecuación la continuidad temática que hemos planteado. Tal limitación es adecuada en cuanto al partir de allí se podría plantear, con firmeza, un horizonte más amplio y más certero. Tales novelas son, en su orden cronológico, El camino de El Dorado, de Arturo Uslar-Pietri, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sénder, y Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad, de Miguel Otero Silva. Estas obras, en tanto ya informadas por una serie de reelaboraciones anteriores, deben ser precedidas en su análisis, consecuentemente, por una consideración alrededor de los orígenes del tema, problemática que se abordará en el primer capítulo de nuestro trabajo, centrándose en un análisis global de las Crónicas de Indias, lo cual arrojará una visión de lo que se empieza a desplegar como campo temático. El segundo y tercer capítulo entrarán de lleno al análisis de las [8] obras mencionadas, buscando la manera de articular el análisis intrínseco allí realizado con una visión temática que lleve a responder a la pregunta que nos guía en estas aguas. Los análisis de estos tres capítulos irán insinuando que la consideración particular de Lope de Aguirre no sólo expresa una determinada visión de mundo, una particular interpretación de la historia que informa el presente del autor, sino una específica aprehensión de la figura de Aguirre, de su corporeidad, elemento fundamental que permite vehicular tal visión e interpretación. Esta cuestión, asunto central del cuarto capítulo de nuestro trabajo, constituye el tercer plano de nuestro horizonte teórico, del cual hacíamos mención. En efecto, la consideración temática en cuanto interpretación, por sus características particulares, se concreta en una consideración corporal. Lope de Aguirre será tema en cuanto corporeidad conflictiva y conflictual. [9].
  • 13. 10 ..
  • 14. 11 1. LOPE DE AGUIRRE: EL ORIGEN DE UNA SEDUCCION, Excelentísimo Señor, me dispongo a una larga jornada que no sé cuándo tendrá término. Es la jornada de América. Voy con mis verdugos y mis víctimas por estas tierras fantásticas. - Abel Posse, Daimon- 1. HACIA UNA DIEGESIS DE LAS CRÓNICAS. Por ahora sabemos que Lope de Aguirre y la jornada de Omagua de manera indistinta, constituyen un tema que posee, en la medida cronológica, una origen exacto. Tenemos que considerar este origen como génesis, como elemento originante de unas realidades escritas posteriores. Para establecer este elemento originante remitámonos al estudio de las primeras elaboraciones escritas del acontecimiento histórico que nos motiva. Tenemos al alcance un material histórico -crónicas, cartas y declaraciones- de curiosa factura. A primera vista, observamos la casi obsesiva atención que prestan los cronistas a la rebelión de Aguirre que, en la práctica, no tuvo grandes repercusiones políticas. Francisco Vázquez y Toribio de Ortiguera se centran por completo en la Jornada; Pedro Simón le dedica toda su sexta noticia, Pedro de Aguado el libro décimo, Oviedo el libro cuarto y Juan de Castellanos la Elegía XIV de su obra. Es cierto que en todas estas crónicas se invita “a los buenos y leales vasallos” a tomar ejemplo y “ánimo á hacer cosas señaladas [10] y servir a Vuestra Alteza”(Ortiguera: 305), frente a “la temeraria tiranía de Lope de Aguirre” (Oviedo: 300), condenando al hombre que pasó su vida “sembrando razones cizañosas y emponzoñosas” (Aguado: 98), “meresciendo tantas veces la muerte” (Vazquez: 150) por haber realizado “una de las mayores y más atrevidas desverguenzas” (Ortiguera: 403) haberse enfrentado contra Felipe II en una rebelión desesperada, la cual declaró en una carta “tan mala y desvergonzada como él” (Vázquez: 116). Respecto de este material, podemos observar que en la diégesis inaugurada por Vázquez comienzan a aparecer aquellas situaciones típicas “llenas de significado humano” (Kaiser: 77), que irán dibujando configuraciones estables a través del tiempo (tópicos), las cuales serán retomadas y resignificadas en el corpus novelístico ya mencionado. Estos tópicos surgen desde un análisis comparativo de las crónicas1 que observan, entre ellas, una diégesis común, difiriendo tan sólo en aspectos de la elaboración de su discurso; todos ellos suelen insistir sobre un mismo grupo de nudos (N) sobre los que desarrollan la acción, y aunque conservan catálisis (Cat), 1 Las crónicas analizadas son de Francisco Vázquez, Pedro de Aguado, Juan de Castellanos, Toribio de Ortiguera, José Oviedo y Baños, Pedro Simón.
  • 15. 12 índices (Ind) e informaciones (Inf)2 similares [11], estos varían según las propias elaboraciones. Observemos un ejemplo. Uno de los asuntos centrales en las crónicas refiere el momento frustrado en que la expedición de Ursúa intenta partir y los barcos se quiebran, debido a las condiciones de lluvia que han podrido la madera de los barcos. Se trata del nudo N3 de nuestro análisis, que relatan así los cronistas: Todos estos navíos, por lo mucho que digo que el gobernador se detuvo, y por la ruin maña que se dieron los oficiales y los que allí se quedaron, o que la tierra es muy lluviosa, se pudrieron de suerte que al echarlos al río se quebraron los más dellos, que solamente quedaron dos bergantines y tres chatas, y estos tan mal acondicionados, que al tiempo que los comenzaban a cargar se abrían y quebraban todos dentro del agua. (Vázquez: 18). Llegado que fue el gobernador al astillero (...) luego dio orden como echasen los barcos y bergantines que halló hechos en el río: y por causa de no ser la madera tan recia ni bien sazonada como se requería, y por ser allí la tierra demasiada de húmeda y muy lluviosa, al tiempo de echarlos en el agua se quebraron todos los mas, que no quedaron sino solamente tres chatas y un bergantín, lo cual fue causa de detenerse más tiempo. (Aguado: 73). En un tono lírico, Castellanos relata esta dificultad en boca del protagonista, Pedro de Ursúa: Nuestras jornadas han de ser por ríos /hasta llegar a prósperos confines, tenemos poca copia de navíos /o mal aderezados bergantines: y por los ojos veis, señores míos, /que demás de ser pocos son ruines, ansí por haber falta de oficiales /como de carecer de materiales. [12] (Castellanos: 160). Nuestros dos últimos cronistas relatan: Estando el negocio en este estado, determinó Pedro de Orsúa de hacer echar sus navíos al río, y al tiempo que los echaban, o por no se dar buena maña, o por no ser bien hechos, o por las muchas aguas que llovía en el astillero cuando se hacían, o con el tiempo que había gastado en despacharse, al botarlos al río se quebraron y desbarataron las seis piezas de las once y no quedaron de provecho más que solos dos bergantines y tres chatas, y estos no muy bien acondicionados. (Ortiguera: 317). Estando ya sin que faltase ya nadie de su gente, el Pedro de Ursúa en el astillero y los bergantines acabados, al echarlos al agua, por no ser la madera tan recia ni de la sazón que convenía, y la tierra demasiado húmeda, con que no había dado lugar a que se secara, se abrieron los más sin quedar de provecho más de tres chatas y un bergantín. (Simón: 252). Sobre este nudo común, los cronistas desarrollan las particularidades de sus discursos, dadas por los elementos dependientes del nudo. Realizando, pues, una mirada global de nuestros cronistas, podríamos postular la siguiente diégesis, común a todos ellos: 2 Las situaciones típicas son aquellas llamadas “Funciones”, por Beristáin (30-44). Estas se clasifican en distribucionales e integrativas. Las primeras comprenden los nudos, función cardinal o central que inaugura o refiere determinado tipo de acción y a la que se subordinan o enmarcan las catálisis (acciones que crean tensión en el desarrollo del nudo) y las funciones integrativas. Estas se comprenden como informaciones (indicaciones precisas, descripciones, etc) e índices (remiten a conjeturas sobre caracteres, ambiente, psicología, etc).
  • 16. 13 N1: Pedro de Ursúa ambiciona realizar la jornada de Omagua y Dorado. - Inf: Noticias de la juventud de Ursúa y sus valerosas hazañas en reducciones de indios y descubrimientos. - Cat: Aventura de los indios brasiles, que llegan a los españoles con informaciones sobre la tierra de Omagua y Dorado. N2: El virrey, Marqués de Cañete, da mando a Ursúa para realizar la jornada. Este convoca gentes y organiza la armada. - Inf: Demoras en la organización de la armada por dificultades económicas. - Ind: Llegan a la armada soldados bulliciosos. Corren rumores de que la armada se alista para una rebelión. Aparece Inés de Atienza, la amante de Ursúa, para acompañarlo en la armada, lo que es origen de murmuraciones. - Cat-Ind: Episodio del robo de dineros al cura Portillo, que se ve obligado a acompañar a la armada. Episodio del asesinato del teniente Pedro Ramiro, con el juicio a los culpables. Falta el dinero y los alimentos. N3: Intenta salir la expedición, pero los barcos se quiebran. Después de arreglarlos, parte la armada en condiciones muy precarias. - Cat: Pequeñas expediciones de adelantados en busca de alimento. Dificultades y enfrentamientos con los indios. Prendimiento de Alonso de Montoya. - Inf: Pasan días de hambre. Arribo a Machifaro. - Ind: Quebrantamiento de los barcos. Prendimiento de Alonso de Montoya. [13] N4: Un grupo de soldados descontentos se reúnen para conspirar contra Ursúa, entre ellos Lope de Aguirre, Montoya y Lorenzo Salduendo. Eligen por capitán a Fernando de Guzmán. - Inf: Se acerca la pascua de navidad de 1560. La comida es abundante. - Cat: Relato de la partida de Sancho Pizarro a exlorar unas lagunas. - Ind: Muchos soldados manifiestan su descontento, dudando de la veracidad de las noticias dadas por los indios brasiles. Un comendador, Guevara, afirma ver un fantasma que preconiza la muerte de Ursúa. Ante la despreocupación de Ursúa por las inquietudes en el campo, muchos piensan que se encuentra hechizado. N5: Los conjurados asesinan a Ursúa, y nombran capitán de la jornada a Fernando de Guzmán. Reparten nuevos cargos. - Inf: Paso de la expedición por el poblado indígena de Los Bergantines, donde se detienen a terminar los barcos. - Cat-Ind: Junta de soldados, en que se excusa la muerte de Ursúa. Llega Sancho Pizarro de su adelantamiento. Se enfrentan Aguirre y Juan Alonso de la Bandera: éste desea proseguir con la jornada, en tanto Aguirre desea volverse en guerra contra el Perú. Guzmán, tratando de calmar los ánimos, promete casar un hermano suyo con la hija de Aguirre. En tanto, La Bandera se ha amancebado con Inés de Atienza. Aguirre intriga contra La Bandera, y logra su muerte. - Ind: Frecuentes desacuerdos entre Guzmán y Aguirre. Este se muestra siempre inquieto, realizando acciones por su cuenta. N6: Guzmán renuncia a su cargo, aunque vuelve a ser ratificado por la junta de soldados (instigados por Aguirre). Se le nombra Príncipe del Perú, y los soldados se desnaturalizan de España. - Inf: Se vuelve objetivo de la armada la guerra contra el Perú. Navegan río abajo, acabando los bergantines en pequeñas estaciones. Guzmán se arrepiente, y desea retomar el objeto original de la expedición, eliminando a Aguirre. - Cat: Incidente de Aguirre con Gonzalo Duarte, mayordomo personal de Guzmán. Zalduendo, ahora amancebado con Inés de Atienza, discute con Aguirre, quien les manda a matar. - Ind: Aguirre logra el monopolio de las armas para sus partidarios. Se muestra cada vez más desenfrenado y seguro de sí mismo. N7: Aguirre da muerte a Guzmán, y se nombra caudillo de la guerra contra el Perú. - Inf: Informaciones de la ascendencia y condición de Guzmán, y la ridiculez de su reinado. Descripción del río Marañón y la travesía hasta la llegada a la isla Margarita.
  • 17. 14 - Ind: Aguirre va matando de manera cruel a los infieles o sospechosos, o bien dejándolos vivos en las playas de la selva. N8: Llegada de Aguirre a la isla Margarita. - Cat: Noticias del navío del fraile Montesinos. Aguirre envía a Munguía para apresarlo, peroéste aprovecha la ocasión y deserta. Otros soldados huyen al monte. La tropa se entrena. El fraile Montesinos da un rodeo a la costa y, luego de algunas escaramuzas, regresa a Venezuela para dar aviso a las autoridades. Aguirre se prepara para abandonar la isla. - Ind: Aguirre desacata el rollo del rey. Apresa y mata cruelmente a las autoridades de la isla. A la muerte de un soldado, Antón Llamoso come de sus sesos para demostrar la fidelidad a Aguirre. Varios habitantes de la isla mueren ahorcados o degollados. Se muestran las banderas de la tropa marañona. N9: Salida de Aguirre de Margarita, y llegada al puerto de La Burburata. - Inf-Cat: Aguirre quema los navíos para no volver al mar. Declaratoria de la guerra a muerte contra Felipe II. Se suceden varias muertes de soldados. El camino hacia Valencia es áspero, y llevan varios prisioneros para asegurar que les sea entregado un soldado huido, Pedrarias de Almesto. Llegado a Valencia, es entregado Almesto y liberados los prisioneros. En el camino, Aguirre cae enfermo. Escribe su carta a Felipe II. Se alistan las tropas del rey en Tocuyo y Barquisimeto. - Ind: En su enfermedad, Aguirre delira y pide que le den muerte, pero sus soldados le respetan. Le perdona la vida a Pedrarias de Almesto. Su fama de cruel ha trascendido las provincias, y las tropas del rey temen enfrentarle. N10: Estadía breve en valencia. Las tropas marañonas llegan a Barquisimeto. - Inf: Clima lluvioso durante el camino a Barquisimeto. - Cat: Escaramuzas frecuentes contra las tropas reales. Aguirre quema el pueblo de Barquisimeto, y atrinchera su tropa. Grupos de soldados huyen a los campos del rey. - Ind: Aguirre reta a Dios, camino de Barquisimeto. Muestra un comportamiento con sus hombres, ora compasivo, ora cruel, [14] al ver aumentar las deserciones. Se desilusiona de sus tropas. N11: Aguirre, abandonado por sus hombres, es apresado y muerto. - Inf: Los marañones desertan hacia las tropas del rey. Aguirre, al verse solo, apuñala a su hija. Los soldados del rey lo apresan, y aprovechando la confusión, dos marañones lo matan a arcabuzazos. - Cat-Ind: Asesinato de la hija de Aguirre por su padre. Desea declarar en contra de sus soldados, pero es muerto por ellos. - Inf-Ind: De la condición perversa de Lope de Aguirre, con algunas noticias sobre su vida pasada. Los nudos indicados van proporcionando un desarrollo de lo que fue la jornada de Omagua. Alrededor de ellos se va estructurando un número -variante, según cada cronista- de informaciones que dan noticias de los antecedentes de la expedición, algunos datos biográficos de los principales protagonistas, descripciones geográficas y climáticas de la región explorada, comentarios sobre las tribus aborígenes encontradas, etc. Estas informaciones sirven de marco al hecho de la rebelión y el fracaso dados en la jornada. Así, las catálisis que se van presentando pronto apuntan a incidentes y conjuras salvajes que se producen entre los expedicionarios. Los índices, en un principio, remiten de manera constante al fracaso de la jornada debido a las enormes dificultades de la partida, el ambiente de rebelión que se vive al interior del campo, y la falta de autoridad y lealtad entre los españoles; en un segundo momento, los índices se centran en la figura de Aguirre, resaltando, sobre todo, su excesivo carácter dominante y sangriento.
  • 18. 15 Lo que podemos concluir con este breve comentario es que son los índices los que proporcionan la clave de interpretación para el origen de nuestro tema, pues ellos dibujan con mayor claridad las intenciones e intereses de nuestros cronistas por remitir a determinados caracteres que así han vivenciado. A su vez, se convierten estos índices en motivos al interior de cada obra y, consideradas las obras en su conjunto y diacrónicamente, vienen a configurar los tópicos. [15] Tendríamos entonces: Índices: Formulación del motivo (tópico, a nivel diacrónico) - Robo de dineros al cura Portillo. - Asesinato de Pedro Ramiro. - Quebrantamiento de los barcos. - Falta de dinero y alimentos. La expedición posee un maleficio. - Existencia de soldados bulliciosos. - Duda de la veracidad sobre las noticias de Omagua. - Prendimiento de Alonso de Montoya. Salvajismo en las disputas internas de los españoles. - Murmuraciones en el campo, provocadas por la presencia de Inés de Atienza. - Despreocupación de Ursúa por el gobierno del campo. - Murmuraciones en torno a un hechizo que pesa sobre Ursúa. - Después de la muerte de Ursúa, Inés de Atienza se amanceba con La Bandera. - Después de la muerte de La Bandera, Inés de Atienza se amanceba con Zalduendo. Inés de Atienza posee un embrujo que pierde a los hombres. - Ursúa se hace acompañar de su amante, y por ello se despreocupa del gobierno del campo. - Un fantasma premoniza la muerte de Ursúa. Ursúa, soldado decadente. - Aguirre desea la guerra contra el Perú. - Guzmán promete casar a su hermano con la hija de Aguirre. - Intrigas de Aguirre y muertes, contra Zalduendo, La Bandera, Guzmán e Inés de Atienza. - Monopolio de armas por parte de Aguirre. Creciente poder de Aguirre, a quien se subordinan las personas. Ira misógina de Aguirre. Figura siempre vigilante de Aguirre. Aguirre, endemoniado. - Aguirre mata a varios hombres de manera cruel. - Aguirre se enfrenta con el rollo del rey. - Aguirre mata a las autoridades de la Isla Margarita. - Canibalismo de Antón de Llamoso. - Reto de Aguirre a Dios. - Carta de Aguirre a Felipe II. - Respeto de los soldados hacia Aguirre en su enfermedad. - Aguirre muestra un comportamiento ora compasivo, ora cruel, con sus soldados, debido a las deserciones. - Aguirre asesina a su hija. Crueldad y sevicia extrema de Aguirre, quien actúa contra toda razón y autoridad, retando a todo y a todos, provocando un enajenamiento absoluto hacia su persona. Aguirre, Tirano extremo. Los tópicos que se formulan corresponden a los índices señalados, pues casi de manera inmediata estos se convierten en estructuras fijas que se repiten en las diferentes crónicas. Queda evidente que lo común a las crónicas estudiadas es una
  • 19. 16 implacable seducción por la figura de Aguirre con todo el horror que presenta, y un pesimismo implícito al desarrollo de la jornada. La pregunta que surge de manera inmediata es: ¿qué ocasionó tan inusitado interés en estos primeros [16] historiadores, y qué implica dicho interés? Pregunta clave de responder, por ubicarse allí el origen de nuestro tema. 2. DE CRÓNICAS Y CONJUROS. El corpus de crónicas que hemos citado aunque coinciden en la intención de condena a la rebelión aguirrista, poseen una diferencia básica, por lo obvia, respecto de la jornada de Omagua y Dorado. El cronista Vázquez es testigo presencial de ella, en tanto que Pedro Simón, Castellanos, Oviedo, Aguado y Ortiguera reelaboran, en mayor o menor grado, al primero. Todos ellos, en su conjunto, conforman un cuerpo sobre el cual se discutirá en siglos posteriores. Los cronistas son, en primer lugar, historiadores. En opinión de Esteve Barba, en principio la finalidad del historiador es “relatar y conservar los propios hechos junto a la memoria de lo visto y lo oido, y averiguar y perfeccionar la historia de los pueblos aborígenes” (Barba: 8), empresa clave para un buen conocimiento de los naturales y sus tierras para una adecuada explotación económica. Su referente de conocimiento es claro, Europa, donde América será “la realización de las utopías y los milenarismos fracasados” del antiguo continente (Dussel: 82). El español viene signado en su horizonte ideológico, además, por la experiencia de la reconquista, de la guerra santa contra los musulmanes por el control del territorio ibérico, guerra que “se transformará sin mucha conciencia en la lucha contra los indígenas” (ibid), ya que la expansión de la Cristiandad, en su globalidad como modelo religioso y político-económico, “es percibida como exigencia violenta, armada, guerrera” (ibid: 83). En este contexto, la rebelión de Lope de Aguirre se presenta como un acontecimiento que sacude todo el horizonte ideológico nombrado. Por lo menos, de parte de Aguirre [17], este logró su deseo de “fama adquirida con infamia” (Vazquez: 146). Advirtamos que el imaginario mítico que signa la conquista es impulsado por hechos reales: las conquistas de Cortés y Pizarro, los fabulosos tesoros de Aztecas e Incas, el hallazgo de yacimientos diamantinos y auríferos, preparan “el campo de la ilusión para que en él arraigasen las más fantásticas creencias en incógnitos y opulentos reinos” (Jos: 53), todo ello confirmado por las teorías cosmográficas de la época3. Por otro lado, la realidad social muestra el vigor con el que los hispanos buscaron insertar su matriz de nobleza feudal en América, con todos los conflictos que ello generó ante el deseo de rápido enriquecimiento y el acaparamiento de cargos, tierras y obrajes (Ortiz: 13), a tal punto que toda la historia de la conquista y la colonia no es más que una suma de revueltas y rebeliones frente a un inestable orden social, a pesar de la formidable dureza de la imagen real (Romano y Tenenti: 180-187). 3 Remitimos al estudio de Blas Matamoro, donde se presenta una síntesis bastante exacta de ellas.
  • 20. 17 El discurso narrativo que se desarrollará en las crónicas mostrará estas realidades y a la vez el enfrentamiento progresivo de una realidad mental y otra social4, un continuo y contradictorio proceso de cancelación de mitos y modelos dominantes, lo que irá configurando la conciencia hispanoamericana. En este proceso que reflejan las diferentes crónicas de la conquista y [18] descubrimiento, se pueden señalar dos tipos de discurso narrativo (Pastor 1983). Uno primero es el mitificador, elaborado, por ejemplo, en las crónicas de Colón y Cortez, donde la realidad de la conquista se articula en torno a tres procesos fundamentales: el de América, “botín mítico fabuloso”; el de la acción de la conquista, “proyecto épico-utópico de integración”; y el de la figura del conquistador, modelo de cristiano, guerrero y vasallo “que reafirmaba una y otra vez su obediencia inquebrantable al rey y al orden presidido por él” (Pastor 1983: 390). Tal percepción evoluciona, y frente a la constatación de una realidad americana que rompe los moldes hispánicos, frente a una creciente injusticia social entre los españoles y el desprestigio de las autoridades reales por su despotismo (Ortiz: 13), se desarrolla un discurso desmitificador que condiciona la aparición de una distancia crítica frente al modelo ideológico establecido. Un tipo de este discurso es el del fracaso (cuyo caso ejemplar será Los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca), cuyo carácter desmitificador se centra en la liquidación de los objetivos míticos (vanos fantasmas por los cuales se pierden los hombres), la transformación del proyecto épico en una lucha por la superviviencia, y del conquistador en un náufrago que anunciará, en cierto modo, a “los tristes cuerpos que están con más costuras que ropas de romero” que nombra Aguirre (Vazquez: 89). La crónica de Vázquez es representativa del segundo tipo de discurso desmitificador, el de la rebelión, donde se exhibe la inversión total de los procesos fundamentales del discurso mitificador. En el discurso desmitificador de la rebelión el discurso mítico deja paso a una realidad de descontento ante el orden económico y político establecido: [19] aunque no fue sin alguna sospecha de la gente del Pirú, porque se dijo públicamente que el Marqués de Cañete, teniendo recelo de la cuenta que le venían a tomar y que también enojado y afrentado [contra el rey] (...) quería en achaque de la jornada, juntar gente para se alzar con el Pirú contra Su Majestad y tener a Pedro de Orsúa que era hechura suya, por su capitán y valedor, para que acabada de juntar toda la gente revolviese sobre el Pirú. (Vázquez: 13-14). Por otro lado, el proyecto épico se rebaja a una liberación total de la violencia, donde el conflicto ya no se sitúa externo al campo español sino al interior del mismo (Ursúa es asesinado por Aguirre y Guzmán; éste es, a su vez, asesinado por Aguirre, y se impone como líder por la fuerza de la muerte y las armas). Por último, la figura 4 Toda percepción de mundo es mediada por prejuicios. Se trata del marco hermenéutico o interpretativo, o realidad mental, que por sus limitadas características de percepción interpretativa y su base tradicional, se encuentra, en mayor o menor grado, en tensión continua o choque con la cotidianidad experiencial, es decir, con la realidad social (Schillebeeckx: 20-22). La realidad mental se refiere, entonces, a ese horizonte de comprensión que comprende categorías del imaginario mítico que acabamos de nombrar; la realidad social, a ese horizonte societal conflictivo expresado, por ejemplo, en el discurso narrativo del fracaso y la rebelión.
  • 21. 18 del conquistador decae (Ursúa) y se ridiculiza (Guzmán) para dar paso al salvaje y sanguinario rebelde (Aguirre) que intentará destruir el orden establecido en su guerra contra el rey español. Queda manifestado este proceso en las noticias biográficas que proporciona Vázquez de estos conquistadores: [Ursúa] Fue en alguna manera ingrato a sus amigos (...); usaba poco la caridad con los enfermos y necesitados (...); guardaba los enojos y los rencores por mucho tiempo; y habíase hecho remiso y descuidado en la buena gobernación y disciplina de su campo y armada, y mal acondicionado y desabrido (...); finalmente, era muy enamorado y dado a mujeres, por donde le vino todo su daño. (Vázquez: 41). Fue ese D.Fernando de Guzmán natural de Sevilla (...) en alguna manera gentilhombre, de ánimo reposado y aun descuidado (...). Fuera desto era vicioso y glotón; amigo de comer y beber, especialmente frutas y buñuelos y pasteles, y en buscar estas cosas se desvelaba; y cualquiera que le quisiese tener por amigo con cualquiera destas cosas fácilmente lo podía alcanzar (...). Durole el mando (...) casi cinco meses, en que ellos no tuvo tiempo de se hartar de buñuelos y otras cosas en que ponía su felicidad. (Vázquez: 63). Era este tirano Lope de Aguirre hombre casi de cincuenta años, muy [20] pequeño de cuerpo, y poca persona; mal agestado, la cara pequeña y chupada, los ojos que, si miraba de hito le estaban bullendo en el caso (...). Era de agudo y vivo ingenio para ser hombre sin letras (...). Fue tan cruel y perverso que no se halla ni puede notar en él cosa buena ni de virtud. Era bullicioso y determinado en cuadrilla, y fue un gran sufridor de trabajos (...), naturalmente enemigo de los buenos y virtuosos, y ansí le parecían mal todas las obras santas y de virtud; era cauteloso, vario, fementido y engañador (...), vicioso, lujurioso, glotón (...), mal cristiano y aun hereje luterano o peor (...), y, finalmente, no hay en el vicio que en su persona no se hallase. (Vázquez: 147-148). De manera particular, en la jornada liderada por Ursúa en sus comienzos, se concentró toda una compleja problemática social y política que justifica el discurso desarrollado por Vázquez. “El hambre constante, las deudas (...), la extremada dureza de las condiciones de vida”, el desvanecimiento de los sueños de pronta riqueza, la búsqueda de oportunidades sociales expresada en la ambición de cargos, el injusto reparto de mercedes, el resentimiento de “una multitud de hidalgos desposeídos”, y “el descontento que ya sentían desde el principio muchos miembros de la expedición que, como Lope de Aguirre, habían participado ya con anterioridad en sublevaciones” (Pastor 1983: 388), ocasionó y permitió el desarrollo de una tensión que hacía referencia a la problemática global esbozada, tensión que no podía eludir el cronista. En este sentido, la relación de Vázquez y otros testigos presenciales5 son ante todo proyectos personales de autojustificación. La justicia real era temida. Vázquez no solo dará noticia de los acontecimientos vividos, sino que en ella se apresurará a excusarse: Esta relación hizo un soldado, llamado el bachiller Francisco Vázquez, soldado del dicho tirano; uno de los que no quisieron jurar a Don Fernando de Guzmán por Príncipe, ni desnaturalizarse de los Reinos de Castilla, ni negar a su Rey y Señor. Puédesele dar crédito [21] a todo lo que escribe, porque fue hombre honrado y de crédito; y vino con el dicho tirano hasta la ciudad de Barequicimeto donde mataron al dicho tirano; (...) los que fueron rebeldes contra su Rey y Señor, no tuvieron excusa, y son dignos de todo castigo. (Vázquez: 151). 5 Una lista completa de estos otros testigos, en Jos.
  • 22. 19 Pero en las estructuras literarias que van surgiendo se deja entrever la crisis y el surgimiento de la distancia crítica. Crisis: es en el momento del esplendor de uno de los más grandes imperios de la humanidad, pero en sus subterráneos va apareciendo los territorios inconformes que evaden responsabilidades judiciales, políticas y económicas emanadas desde el gobierno central de Castilla, coadyuvado esto con las tensiones internas que ya han desarrollados los habitantes de las tierras americanas (criollos y chapetones o peninsulares). De ello va resultando la distancia crítica, los primeros cuestionamientos implícitos de una realidad que contradecía el imaginario ibérico. Vázquez vive esta tensión, balbucea causas, pero la inmediatez del hecho vivido le hace tomar a Lope de Aguirre como chivo expiatorio. En cierto modo Vázquez, al no poder admitir que la barbarie ha surgido de la entraña de su misma sociedad, realiza un conjuro, una descarga emocional para superar la crisis que vive su periodo histórico. Se entiende así que Aguirre sea la encarnación de todos los vicios y maldades que justifican, por sí solos, toda la violencia vivida en la jornada de Omagua y Dorado. A la muerte del personaje se restablece, simbólicamente, el orden perdido: Acabado el disbarate deste tirano cruel y malo, el Gobernador y el Capitán general y demás capitanes se fueron al Tocuyo a donde residían. Y los vecinos de Barequicimeto tornaron a reidificar su pueblo y los de Mérida también se fueron: de manera que quedó la tierra sosegada con la muerte de tan mal hombre, y los tiranos que con él venían se fueron cada uno a buscar su ventura (...) y hubo paz. (Vázquez: 150). [22] Vázquez presenta un hecho que, como acontecimiento, sacude las estructuras ideológicas de su época. La función del historiador se desplaza aquí a conjurar la rebelión y el caos que ella conlleva. Los planteamientos de Aguirre, justos o no, los reduce el cronista a la palabrería de un hombre “cauteloso, vario y fementido, engañador” (Vázquez: 148), utilizando y esquematizando su figura como la encarnación del mal; oculta así “la profundidad de la crisis social y política del momento” (Pastor 1983: 427). Se trata de una absolutización del acontecimiento. En este momento se afirma la antítesis del discurso mitificador: Vázquez apenas da noticia de Ursúa y los motivos de la expedición, y concluye con rapidez su crónica aduciendo algunas indicaciones justificatorias; el resto es la descripción minuciosa del clima asfixiante de sangre y hambre que vive la expedición, lo que se ve con claridad en la diégesis que hemos expuesto. El cronista apenas se explica lo que pasó: solo expresa su horror, urgido además por probar su inocencia. Similares características presentan otras crónicas o cartas de testigos presenciales. Contrario a esta condena, la voz de Aguirre se deja oír en las diferentes cartas y parlamentos que el cronista Vázquez transcribe. Se observa en ellas un “proceso personal de toma de conciencia de la crisis” (Pastor 1983: 430) sobre tres desarrollos fundamentales: la decadencia de las estructuras políticas, expresada en la corrupción de los representantes de la autoridad; la desintegración de la relación de vasallaje, en la traición del rey al serle ingrato a sus vasallos; y la degeneración de los valores ideológicos tradicionales, explicada en la decadencia de la iglesia y la
  • 23. 20 profesión de las [23] armas6. En suma, Aguirre, con un imaginario similar al de sus contemporáneos, mas con la conciencia de su imposibilidad real, posee un proyecto que es intento de respuesta ante la crisis ideológica y político-social, proyecto anacrónico y nostálgico en cuanto pretende regresar a un pasado medieval mitificado. Al tiempo, Aguirre parece tener una conciencia intermitente de la imposibilidad de su proyecto. Él es el peregrino viejo y cansado, comandante de “espíritus de hombres muertos” que cargan “tristes cuerpos” llenos de costuras (Vázquez: 39), que han escapado del “lago tan temeroso” donde no hay “otra cosa que desesperar” (ibid: 122); esta es la realidad de la jornada para Aguirre, una percepción subjetiva del mundo, una experiencia vivencial trágica de un rebelde (“hasta la muerte”, afirma) angustiado y anacrónico, la afirmación contradictoria de un hombre incomprendido y aislado de su época. Es lo que para Beatriz Pastor, en su estudio sobre el discurso narrativo de la conquista (1983), apunta la transición hacia una conciencia barroca. Las conexiones que existen “entre su percepción [de Aguirre] y representación de la realidad de su época y algunos aspectos de la conciencia y estética barrocas que en cierto modo su discurso anticipa” (Pastor 1983: 428) no son comprendidas por Vázquez (tampoco tiene la capacidad), pues se encuentra impactado por el reciente acontecimiento y afanado frente a la justicia real. Hemos reiterado que la figura de Lope de Aguirre y su rebelión, casi desde el mismo momento de su acontecer, se convirtieron en una ‘seducción’ cuya génesis se encuentra, precisamente, en el mismo hecho como tal. La crónica de Vázquez es la base de posteriores reelaboraciones, por lo que centramos allí nuestra [24] atención para dilucidar el origen de un tema que, en momentos posteriores, trasciende lo histórico, vertiéndose en diferentes campos, entre ellos el de la literatura. La crónica de Vázquez, por su misma estructuración, presenta un lenguaje elaborado de carácter social en cuanto comprende las relaciones humanas de un grupo específico, pero con una orientación estética particular al fijarse en un hecho que se hace subjetivado, particular y potencial de futuras interpretaciones: un hecho que se hace acontecimiento. 3. ACONTECIMIENTO QUE SE HACE CUERPO. El acontecimiento se constituye como tal por su carácter inusual. La noción de acontecimiento se refiere a aquello que, dentro de la cotidianidad experiencial, se presenta como nuevo, sacudiendo esquemas interpretativos previos para su posterior revisión y/o reorganización. La no-familiaridad del acontecimiento puede originar crisis de fundamentos del marco interpretativo, o provocar nuevos contextos y miradas sobre el presente, el pasado vivido y el futuro prospectado (Schillebeeckx: 43-45). Los conquistadores, colonizadores, y cronistas de sus hechos, vivirán de manera continua la experiencia del acontecimiento en el enfrentamiento de su imaginario 6 Se adivinan estos elementos en la carta de Lope de Aguirre a Felipe II, que ofrecemos como anexo al final de este trabajo.
  • 24. 21 mítico con su realidad social. En este contexto, Lope de Aguirre se desvincula de su época por su carácter ajeno a lo cotidiano, y en ello reside la fuerza de su extrañeza y sugestión, como un imán que atrae y repele a la vez. El planteamiento de una revolución retrógrada, anclada en el pasado medieval mitificado, da paso al desespero de nuestro personaje, pero reflejando al tiempo la profunda crisis de valores de la naciente sociedad colonial que no se resignaba a sus orígenes ibéricos ni se reconciliaba con su nueva, extraña y mutante condición (Rama: 11) que empezaba a balbucear su [25] originalidad y representatividad en una región distinta de la sociedad progenitora. Aguirre es, para Vázquez, una fiera anormal que enajena las voluntades de sus soldados, a tal punto que aún estando postrado nadie levanta la espada contra él: y trabajó tanto aquí que cayó muy malo y tanto que aquel día, que llegó a la Valencia, se apeó de un caballo en que iba no se pudiendo tener en la silla y se tendió en el suelo como muerto y algunos soldados, que con él se hallaban, lo llevaron ellos mismos a cuestas (...) y aún decían que el tirano fatigado con su enfermedad decía a voces matadme, matadme que tampoco puedo ir en la hamaca (...) y todos los que querían entraban en su aposento sin estorbo ninguno (...) y no hubo ninguno que le acabase. (Vázquez: 139). Vázquez no se explica por qué se desaprovechó esta ocasión en que estaba “más fácil de matar que un pollo” (ibid). El cronista, en sus adjetivaciones hacia Aguirre, elabora una posible explicación hacia su hechizo: “loco”, “cruel”, “perverso”, “hereje luterano o peor”. Aguirre es la figura del mal (endemoniado), de lo innombrable (traidor), una anomalía que surge del interior del mismo campo español rompiendo todos los parámetros establecidos. Un otro radical, inexplicable e incontrolable. Es el enemigo, que no es ni el extraño habitante encontrado en tierras americanas ni el extraño invasor musulmán expulsado de la península ibérica; este es un extraño que no se comprende en absoluto por lo nuevo, feroz y único, pues los otros dos ya se discernían mínimamente en su otredad. En el nivel de la expresión, con ello se explica el carácter absolutizador en este acontecimiento: lo inusual no explica, presenta. Aguirre no pasa de ser una fiera deseosa de sangre en la crónica de Vázquez. Se reprime y se silencia toda historia pasada o futura, quedando tan solo un ambiente opresivo dominado por el tirano, que en su desespero se autodenomina El [26] Peregrino. Sobre este otro que es Aguirre recae una culpa terrible; haber expresado una crisis. Percibimos en el origen de este acontecimiento un hecho significativo: ese otro se debe destruir y eliminar en la presencia corporal que posee. “Acabado el disbarate (...) hubo paz”, afirma Vázquez. Al morir Aguirre, fue decapitado y descuartizado por traidor, acción declarada justa por el juez Bernáldez en su sentencia post-mortem, quien mandó, además, confiscar sus posesiones, arrasar sus casas, arar sus tierras con sal, declarar a sus hijos -legítimos o bastardos- infames, condenando así su fama y memoria (Jos: 202) No podía ser menos la dureza de tal sentencia. En el contexto donde los españoles se encuentran aun marcados por una ideología que concebía el imperio como una unidad y un cuerpo cuya autoridad emanaba de las cabezas del Rey y el Papa, Aguirre es un demonio que atenta contra todo el orden moral, legítimo e inamovible: el descuartizamiento del traidor y su “justa sentencia”, la
  • 25. 22 eliminación de su cuerpo, son también formas simbólicas de restablecer el orden. Pero, cosa curiosa, este cuerpo destrozado e imaginado al olvido, que ha sido sometido a la sospecha y condena por no haberse enmarcado dentro de los códigos de su sociedad, volverá, para ser receptor de nuevos significados. Aguirre adquirirá cuerpo en la escritura, para ser rejilla significante. La aventura de Lope de Aguirre es un acontecimiento por lo extraño e inusual. Deja espacios vacíos para llenar de significado, según cada nueva lectura de su anormalidad: un otro que procura apropiarse, un cuerpo que procura reconstruirse. El tema de Aguirre nace como un acontecimiento, y todo acontecimiento necesita ser interpretado, acomodado. Pero Aguirre es, como bien lo expresa Jos, “un [27] hombre de veracidad traspapelada, un hombre cuya alma tenía más vueltas y revueltas que camino entre montañas” (Jos: 4), un paisaje de sombras y luces cambiantes, difusas o delineadas por instantes imprecisos. La jornada, la rebelión, el mismo personaje, se convierten en motivos. Su problemática es lo suficientemente compleja para admitir muy diversas lecturas, para ser vivenciada de manera continua, un puntal de desequilibrio que ocasiona un fenómeno de lectura perdurable. Justo es la condición de este tema: va estableciendo un diálogo continuo con la génesis que hemos señalado, con la misma tradición que se va provocando. Ingrid Galster reseña este diálogo de tradiciones e interpretaciones que, en constante tensión, va alejándose poco a poco del modelo mimético. Por ello llegaremos a señalar, en el área que nos ocupa -la novela-, los elementos temporales y mudables de nuestro tema. 4. DE NUEVOS DISCURSOS. Como vemos, ya en este momento el tema ha empezado a formular sus primeros tópicos y motivos: la agobiante jornada del río, su mal inicio de muertes y hambre constante, el extraño encanto de Inés de Atienza, el constante decaimiento de Ursúa y las premoniciones de su muerte, el reinado de buñuelos de Fernando de Guzmán, la presencia vigilante y enajenante de Lope de Aguirre, el canibalismo de Antón Llamoso... todo envuelto por la presencia del acontecimiento que no logra ser dilucidado por su mismo carácter polisémico. Para este momento, el discurso narrativo que desarrollan los cronistas, aunque conserva la diégesis inaugurada por Vázquez, se sitúa en otro contexto. Ya no es la necesidad primera de dar testimonio para probar una inocencia. Por otro lado, los cronistas perciben y tratan de explicar el conflicto que vive su [28] sociedad. Se reconoce el abuso de poder de los mismos españoles y la violencia que ello produce, se reconoce hasta cierto punto la decadencia de un ideal de conquistador, pero ahora todo ello se subsume a personajes que son sembradores de cizaña, y se reconocen estas acciones y estos personajes como atentatorios contra el orden como parte de la “divina justicia” (Aguado: 126). Es por ello que Aguirre sigue siendo el prototipo del mal, la máxima anomalía, y no se dejan de reconocer las debilidades, pecados y decadencias del campo español. Todo tiene su pauta de comprensión: es parte del designio divino para la
  • 26. 23 construcción de la humanidad. En este sentido, podríamos denominar al discurso narrativo que desarrollan los cronistas posteriores a Vázquez como el discurso narrativo del nuevo orden. América es el sitio de realización de una nueva sociedad, la conquista es un hecho que da lecciones de virtud y de maldad para huir de ésta y acoger aquélla, y el conquistador es el receptor de valores que aun desea vivir la nueva clase encomendera; todo esto, atravesado por las pruebas de fidelidad que instituye el orden divino. El discurso narrativo del nuevo orden, para cumplir sus intenciones, halla un culpable, pues ese culpable en la historia fue sustraído, por una serie de circunstancias, al necesario suplicio pre-mortem. El cuerpo que no logró ser dado al suplicio es motivo de la escritura de estos cronistas. La caracterización de Aguirre atrás reseñada es muestra clara de ello. Sobre este cuerpo escrito se circunscribe toda una dinámica de condena al otro, a la fiera loca, cruel y perversa, endemoniada y traidora, pues se hace necesario aplacar una crisis que vive la sociedad de ese momento. En esta óptica, la escritura actúa [29] como dinámica de afirmación del poder y de las estructuras sociopolíticas del momento. El cuerpo escrito permanecerá, para los cronistas, en eterna memoria y condenación. Intentemos ahora recapitular lo visto durante la jornada. El origen de nuestro tema se encuentra circunscrito a la necesaria apropiación y sumisión de un personaje que no se entiende en su otredad absoluta por haber señalado, radicalmente, la crisis de la naciente sociedad colonial, crisis que denunciaba la gran distancia entre una realidad mental que apuntaba hacia un modelo social anclado en el pasado medieval mitificado, y el modelo materialista y explotador que se vivía en su momento. Aguirre arremete contra esa realidad mental, mas sin aceptar su realidad social, lo que le hace merecedor de cometer un crimen de lese magestatis. Por eso, los cronistas reducen toda la expresión de crisis a su actuar. 5. VUELTA. En la intención de explorar el tema de Lope de Aguirre nos remitimos en el presente capítulo a un estudio de las Crónicas de Indias, con el fin de explicitar los tópicos y motivos que allí se estructuran. Tales corresponden a un interés particular de los cronistas por asimilar el choque de realidades, mental y social, analizado en la perspectiva de la evolución de un discurso mitificador a uno desmitificador y de rebelión, dentro de la específica absolutización del acontecimiento que representó Lope de Aguirre. La asimilación y comprensión de tal acontecimiento permite la elaboración de un discurso narrativo del nuevo orden, cuyo eje central a nivel de escritura se cifra en la comprensión de la corporeidad de Aguirre como cuerpo destinado a la condena y al [30] suplicio: simbólicamente, la escritura posibilita la afirmación del orden perdido y el triunfo sobre la rebelión aguírrea, y tal posibilidad se basa en la comprensión sígnica del cuerpo de Aguirre, que a su vez articula los tópicos y motivos nombrados.
  • 27. 24 Una vez ubicados en los orígenes de nuestro tema, y dilucidados los tópicos y motivos que le estructuran, procederemos al análisis de tres novelas que conforman nuestro interés central. [31]
  • 28. 25 2. LAS MIRADAS INQUIETAS. El leer aquellas aventuras de Aguirre me producía un poco la sensación que produce a los niños el guiñol cuando apalea al gendarme y cuelga al juez. A pesar de sus crímenes y atrocidades, Aguirre, el loco, me era casi simpático. -Pío Baroja. Las Inquietudes de Shanti Andía.- Lope de Aguirre había sido condenado unilateralmente por sus contemporáneos. Todo su actuar quedaba reducido al capricho de un hombre loco o endemoniado, como así lo testimonia el marañón Álvaro Acuña: las causas de las muertes que realiza el vasco son “por yerro (...) porque le dixeron que se quería alzar con un bergantín (...) por abladorzillo (...) por hablador” (Jos: 185). Pero nuevos tiempos soplarán por el continente americano, tiempos de éxodos y encuentros, tiempos desde los cuales se intentará asimilar y proyectar la historia de un continente debatido entre el olvido y la memoria para, en palabras de García Márquez, hacer creíble su propia vida. En este contexto el tema de Lope de Aguirre encontró terreno fértil para nuevas interpretaciones. Se entiende que dentro del complejo de tensiones de América Latina, sea posible hasta compadecerse de un hombre golpeado y ensorbecido, como lo hace el propio Emiliano Jos: “Ingenioso, blasfemo, neurótico, artista: tirano Aguirre, Aguirre el loco, Lope de Aguirre el peregrino, descansa en paz” (Jos: 152). [32]Y quien se compadece, es porque sabe lo que significan los golpes, o lo presiente, o ha llegado hasta sus oídos el lejano eco de ellos. Son dos los autores que ahora incorporamos a nuestra jornada: Arturo Uslar Pietri con El camino de El Dorado, y Ramón J.Sender con La aventura equinoccial de Lope de Aguirre1. La razón de su agrupación obedece a las similares características que observan estas obras en cuanto al modelo narrativo mimético2 propuesto por los cronistas y a su orden cronológico de publicación dentro de la novela latinoamericana. Ahora intentaremos exponer cuál es la experiencia de Aguirre y la jornada de Omagua que se despierta en dichos novelistas. 1. HACIA EL FILO SOMBRIO DEL HORIZONTE3. Contando con 41 años, Arturo Uslar Pietri ve publicada su segunda novela en el año de 1947. El autor, que hasta dicho momento ha tenido una fecunda actividad política, literaria, periodística e historiográfica en su patria venezolana, y que en el 1Para abreviar, de ahora en adelante Camino y Aventura, respectivamente. 2Entendemos modelo narrativo mimético como una narrativa que no presenta mayores variantes respecto de la diégesis de narrativas anteriores, a las cuales siguen de manera bastante fiel en su desarrollo, y sin mayores innovaciones en su discurso. 3Todas las citas de este apartado pertenecen a Camino.
  • 29. 26 año de 1945 tuvo que partir al exilio, retoma la fuente de los cronistas y reelabora la extraña jornada en El Camino de El Dorado, novela dividida en tres partes (El río, La isla, La sabana) de quince, ocho y nueve capítulos respectivamente. Camino conserva la diégesis elaborada por los cronistas de indias, pero en la estructura general el autor parece dar una mayor importancia a los índices, que dibujan constantemente el ánimo y los presentimientos que se viven entre los [33] hombres de la expedición. Estos sentimientos, siempre de desdicha, marcarán el desarrollo de los acontecimientos en la jornada: El descontento y la desesperación eran ya generales. Los que no lo manifestaban de un modo airado o conspiraban en grupos, no ocultaban tampoco su aprensión y desgana. Por sobre todo aquel grupo de seres humanos aventado en la mitad de inmensas y desconocidas soledades pesaba un sentimiento de opresión, angustia y expectativa. Algo tenía que pasar. Algo iba a ocurrir. Algo, vagamente, esperaban todos. (:89) Respecto de la secuencia de las unidades funcionales de la diégesis, todas ellas se encuentran de un modo u otro referidas a un agente, Lope de Aguirre, sobre quien progresivamente se va concentrando toda la sensación de opresión y ferocidad vivida en la jornada. En el principio de la narración, el descontento y los deseos violentos de los expedicionarios se disgregan en la sensación de aletargamiento y disolución que les viene del inmenso río amazonas; en un proceso ascendente, Lope de Aguirre va apareciendo, primero presentido, y luego como el soldado conspirador e incrédulo frente a los objetivos de la expedición y sus autoridades; en medio de la creciente sensación de desasosiego que se apodera de la expedición, Aguirre empieza a actuar, matando, entronando y desentronando, y llega a tal punto, que todas las sensaciones de la jornada se centran en él; de aquí en adelante, el ánimo de los expedicionarios será arrastrado por su feroz voluntad hasta casi el final de su aventura, donde sólo los fuertes reveses permiten a los soldados salir del encanto que los tenía atrapados. Algunos ejemplos de esta secuencia: Mientras los comentarios rodaban cálidos, tiznados con su fuego de misterio, de augurio y tentación, por las callejas y las casas, la súbita noche de la montaña llenaba el espacio con su sombra viva y palpitante. (...) Las mujeres salmodiaban sus oraciones y los hombres ajustaban, sin [34] saber por qué, los tiros de sus espadas y el cierre de sus petos y cotas. (:33) Pero en aquel rincón que iluminaban y apagaban las alas de la mariposa, se veía una figura. Una figura menuda, esmirriada, con la cara enjuta cubierta por una raída barba cana, que al caminar vacilaba sobre un pie cojo (...). Se incorporó bruscamente y tomando la vela iluminó toda la estancia. No había nadie. Todo estaba tranquilo, y la lluvia seguía cayendo a torrentes sobre los techos y sobre la selva. (:29) Se iba forjando en aquellas mentes afiebradas, una especie de fascinación morbosa que tenía por centro aquel hombre menudo, inquieto, de chupado rostro y barba canosa. (:118) Todo el misterio y la fascinación trágica de la naturaleza parece haberse refundido en su persona. (:136) Parecían ir empujados. Como cuando en aquellos mediodías ardientes se deslizaban, adormilados sobre el gran río. (:219) Alguien puso la mano en su hombro, lo empujó suavemente hacia la pared y abrió la puerta de par en par. (:262)
  • 30. 27 La novela, en su desarrollo, se estructura también sobre los tópicos enunciados en las crónicas de indias4, pero estos son subordinados por los motivos de carácter visual y acústico que se constituyen al interior de Camino. Con el desarrollo de ellos el narrador, extradiegético y omnisciente, logra presentar una impresión del clima espiritual vivido en la jornada. Estos motivos los podemos constatar de manera breve: visual acústico [elemento de enlace] <viento testigo> que produce <un rumoroso marero>(:11) (a) no podía apartar la vista de aquel rostro(:76) inquieta mirada de Aguirre(:117) sombra terrible y mortal de aquella mirada(:135) los hierros le tintineaban(:59) su palabra resuena como una campanada(:100) el sonido de aquel paso cojitranco(:130) (b) ojos ansiosos lo atisbaban(:156) en los ojos se les conoce la traición(:162) mirada fija y encendida(:162) la brisa resonaba en las hojas(:146) aquel continuo hablar(:150) aquel repique monótono(:150) [35] (c) la luz de los ojos se le hacía mortecina(:216) miradas hostiles que se clavaban sobre él(:261) duros ojos de odio con que lo cercan(:265) el eco del martillo como un son temeroso (:239) el ruido de sus propias pisadas (:254) el cuchillo cruje en los huesos (:265) la cabeza del tirano, como un farol apagado (:265) [elemento de enlace] El motivo acústico en sus diferentes formulaciones se encuentra referido a un sonido rítmico que, en el contexto en el cual se inscribe, trae reminiscencias de tragedia, la cual se va asociando no solo al clima espiritual sino al mismo actuar de Aguirre. El visual, constituido en relación con la inquieta y penetrante mirada de Aguirre, se entrelaza con el primero para dar los tres desarrollos principales en la novela, de la siguiente manera: (a) ascendencia del desespero y la tragedia, que se sintetizan en Aguirre; (b) Aguirre, como una bestia, percibe y se enfrenta a la desconfianza que le rodea; (c) Aguirre va entrando en decadencia, al verse abandonado por sus hombres. Este desarrollo tiene dos formulaciones que lo abren y lo cierran: el viento testigo y rumoroso inaugura la acción, y la cierra la imagen de la cabeza decapitada de Aguirre, como un farol apagado -que evoca la figura de una campana ya sin ruido-, una cabeza sin luz en los ojos -una mirada que ya no es-. Como vemos, todo el discurso de Camino se construye sobre una serie de motivos que intentan sugerir, de un modo u otro, la manifestación corporal de Aguirre. Esa manifestación es, ante todo, vigilante. Se le nombra por primera vez con motivo de la carta de un amigo de Ursúa (:28) que le aconseja prescindir de algunos soldados bulliciosos, entre ellos Aguirre; Ursúa opina que este soldado, con fama de loco, es “demasiado viejo, demasiado cojo y demasiado hablador” para que represente algún peligro. Sin embargo, Pedrarias de Almesto tiene una visión: Aguirre le vigila. Pronto es notorio que todo el que trata [36] a Aguirre le invade un vago desasosiego, que se mezcla con la aprehensión de la jornada debido al poderío de la selva y las luchas 4Tópicos que analizaremos con detalle en el siguiente apartado del presente capítulo.
  • 31. 28 internas que se manifiestan al interior del campo español. El culmen de este primer desarrollo es cuando Lope de Aguirre concentra todo: Todo se concentra ahora en Aguirre. En su mano está la vida y la muerte y hasta las almas de aquellos hombres (...). Todo el misterio y la fascinación trágica de la naturaleza parece haberse refundido en su persona. Las sensaciones de temor, de desasosiego, de inquietud que habían venido recibiendo del río, de la inmensidad salvaje y enemiga, de la araña venenosa, de la enorme serpiente de agua que saca de pronto la negra cabeza de la poza de la orilla, del indio pintarrajeado e inexpresivo que lanza su flecha, del caimán que se arrastra lento y poderoso por la arena de la barranca, los delirios de la enfermedad, la presencia constante de la muerte, todo eso se encarna ahora en aquel rostro chupado, en aquella barba gris y rala, en aquel paso menudo, en aquel tintinear de hierros, y sobre todo, en aquellos ojos inquietos, que de pronto se hacen fijos y translúcidos sobre algo o sobre alguien. (:136) En la segunda parte de la novela, y aun en la tercera (La isla y La sabana) los marañones, aunque ya apartados de la terrible aprehensión de la selva, siguen empujados por la indomable voluntad y ferocidad de su líder, aunque éste ingresa en un proceso de decadencia que lo lleva al desespero: a medida que entra en Venezuela, la fatiga y el ser sombrío se apoderan de él. En ese momento su empresa es definida como “desesperada”(:203), y en ese contexto dicta su carta a Felipe II, asediado por oscuros presentimientos: “¿Acaso no era como un mártir? Todo iba a perderse” (:233). Ya en el último momento, el caudillo no es más que un mamarracho que “se dejaba hacer, como desmadejado” (:265). A lo largo del texto la corporeidad de Aguirre es descrita y repetida con lujo de detalles. El es un hombre de figura “menuda, esmirriada, con la cara enjuta [37] cubierta de una raída barba cana, que al caminar vacilaba sobre un pie cojo” (:29), un hombre “enteco, inquieto y parlanchín” (:42), “insome y bullidor” (:135), de “ojos fijos, sumidos y penetrantes” (:76) y a la vez inquietos, soldado resistente que “le gustaba fatigar a los otros” (:43), siempre cubierto de armas, con una voz “seca, cascada y penetrante” (:90), todo lo cual le da cierto “aire de gavilán viejo” (:42). En fin, su presencia despierta entre sus compañeros un “curioso malestar” (ibid) o una “instintiva inquietud” (:85), que inspira un respeto tal que aun sus superiores temen su presencia o se ponen de pie ante él, pues poseía algo “que desazonaba” (:98). Todas estas impresiones se resumen en las palabras que pronuncia Lorenzo de Salduendo: “Siempre armado hasta los dientes, siempre prevenido, siempre hablando y murmurando, siempre viéndolo y sabiéndolo todo. Sin dormir ni descansar nunca...” (:60). Esta presencia es la que le permite, paso a paso, ponerse al centro de todas las acciones. Su carácter soberbio y cambiante, que lo hacen aparecer como “poseso de una ansia que no da tregua” (:135), imprime tal fascinación sobre sus hombres, que le funden con el poderío siniestro de la selva. En el momento que Aguirre conspira contra Ursúa y Guzmán asume, para sus hombres, una “aureola infernal de muerte” (:118), pues “todo parecía saberlo y pender de su decisión y de sus manos” (:101). Es el instante del poder total e imprevisible, donde los marañones no saben en qué ocasión se precipitará sobre ellos “la sombra terrible y mortal de aquella mirada” (:135), el instante de máxima bestialización del
  • 32. 29 personaje, pues ante cualquier inconveniente o desacuerdo, Aguirre asume la actitud de un poseso, echando [38] “espumarajos por la boca y fuego por los ojos” (:120), escupiendo, mesándose la barba, maldiciendo y “arrojando con furia al suelo los objetos que estaban a su alcance” (:162). Una vez concluida la travesía del Amazonas, el mundo se abre y los expedicionarios ven la oportunidad de desertar. Aguirre es invadido por una creciente angustia que le hace aparecer “avejentado” (:149), “sombrío” (:207), “fatigado y enfermo” (:172), perdiendo el brillo de sus ojos por una “luz mortecina” (:216), transformándose así en un ser “pálido, endeble y nervioso” (:219) cuya voz se hace “plañidera y suplicante” (:169), en contraste con aquella locuacidad que antaño le caracterizaba, a tal punto de adquirir un “andar fantasmal” (:193). El culmen de esta decadencia es el hombre que a su muerte se presenta “desmadejado”, pero con el suficiente orgullo para corregir los tiros de su ejecución y provocar en todos un sobrecogimiento respetuoso. Con todos estos elementos, Uslar Pietri parece estar señalando una trayectoria espiritual. El vigilante Aguirre es vigilado por el lector, quien, desde los motivos visuales y acústicos elaborados por el autor y centrados en el personaje capital, percibe todo el dolor, toda la lucha, toda la locura y ambición vividas por los conquistadores de América. El proyecto de Aguirre, señalado por Beatriz Pastor como un regreso al pasado medieval mitificado, está disuelto en la novela, pues sólo se desea arrebatar el Perú “a los Oidores y a toda esa caterva de follones que manda el rey” (:48), centrándose así la atención de Camino en un sufrimiento que va carcomiendo a los hombres de la jornada. [39] 2. ENTRE LA MIRADA BRUMOSA Y LA MIRADA SECA. Podemos decir que lo visto hasta el momento nos conduce a postular que en la novela de Uslar Pietri se sugieren determinados asuntos. El tema, que sigue causando asombro, es retomado por Sender bajo otra mirada. Intentaremos ahora examinar simultáneamente esas miradas que se entrecruzan en su desarrollo. Ramón J.Sender (Huesca, 1902) arriba a México en 1939, dejando tras sí una fecunda carrera literaria marcada por un fuerte tono realista-social que continuará en su intento de comprender las vivencias del continente en el cual se establecerá. En casi toda su producción literaria intenta explorar la profunda dimensión humana de personajes históricos conflictivos “para calar en su individualidad y exponer nuevos planos de su esencia” (Peñuelas: 66), preocupado siempre “por el hombre, por lo humano en sus niveles más profundos, por el enigma de la naturaleza humana y por el sentido de la existencia” (ibid, p.67)5. La indagación del testimonio americano, la razón de ser de estas tierras y su gente, 5El estudio de Peñuelas, publicado en 1971, es lo que se puede llamar un estudio biobibliográfico. En sus dos primeros capítulos hace un paralelo entre la biografía de Sender y su producción artística, para luego detenerse en un intento de clasificación de sus obras, el análisis de su estilo, y la consideración de su dimensión social. Nos hemos detenido en estos dos últimos puntos para recoger sus aportes. De Zelaya Kolker, a quien mencionamos más adelante, nos interesa su enfoque en torno a la forma como Sender asume y moldea la historia en sus obras.
  • 33. 30 incluye en su producción una larga lista de novelas históricas que exploran acciones ocurridas desde la época precolombina hasta la contemporánea. Para Zelaya La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, publicada en 1964, es una de las obras centrales que definen su acercamiento a América. En ella, Sender procura dar un testimonio detallado y minucioso de una cruel jornada. [40] Lo primero que hay que advertir en esta obra, dividida en 17 capítulos, es su peculiar estilo arcaizante que le acerca al contexto histórico de su personaje, al estilo utilizado por los cronistas de indias y a una postura narrativa que pretende ser objetiva, analítica. El narrador, omnisciente y extradiegético, incluye a lo largo del texto fórmulas como “Era, pues, uno de esos hombres (...), Sería media noche cuando (...), Como digo, (...)”, etc., lo que se puede explicar como el intento de asumir, apoyándose en la contaminación de la lengua del siglo XVI, el posible punto de vista de un español de la época (Zelaya: 190); esto explica que el narrador, en su intención estilística, se acerque más “al cronista ‘impasible’ afanoso de detalles etnológicos y geográficos” (Gnutzmann: 534) que abundan a lo largo del texto. Por demás en la generalidad de sus obras, el estilo de Sender “oscila entre lo bronco, la violencia asperamente realista (...), la reflexión vital (...), las proyecciones alegóricas (...) y la diafanidad idílica” (Peñuelas: 233). Lo anterior esclarece una diferencia básica, en cuanto a estilo, de Aventura con la obra de Uslar Pietri. Este prefiere un estilo de frases cortas, de palabras adjetivadas con intenciones líricas, lo que se corresponde con su intención de dar la impresión del espíritu vivido durante la conquista, y la trayectoria anímica de su personaje. Sender, por el contrario, es muy preciso y no teme las disgresiones, por demás abundantes en su novela. Ejemplifiquemos, bajo esta óptica, los siguientes fragmentos: Los enfermos cada día eran más. Permanecían en las embarcaciones. Entregados al delirio y a las visiones deformadas de la fiebre, los mil ruidos de los insectos atormentaban sus imaginaciones. A ratos oían el hondo y doloroso quejido, como de pena humana, que lanzaban a flor de agua las oscuras toninas del río. (Camino: 61) [41] Durante nueve días se mantuvieron los expedicionarios del aire o poco menos. Cada día murieron algunos indios más, que fueron arrojados también al río. Esteban se entretenía viendo a algún caimán atareado con aquellos cuerpos. Las verdolagas y otras hierbas que hallaban cerca de la playa en la noche no hacían sino estimular más el hambre. No hay que decir que si quedaba algún animal vivo desapareció. Ya no se oían ladridos ni balidos de día ni de noche. Sólo quedaban los caballos. (Aventura:89) Ahora bien, por razón del mismo estilo, Sender sigue muy de cerca la diégesis propuesta por los cronistas, pero incluyendo una diversidad de situaciones o descripciones que enmarcan la acción principal, quizás con la intención de hacer participar al lector de la desesperante fatiga vivida durante la jornada. Tomemos, para describir esta técnica utilizada en Aventura, el episodio de la muerte de Pedro de Ursúa (capítulo V), señalando en los párrafos impares la acción principal: I. Varios expedicionarios comentan su malquerencia contra Ursúa: el cura Portillo considera inadecuado el nombramiento obispal del cura Henao, Zalduendo rememora una conversación con Ursúa y muestra su despecho por el trato indiferente que le proporcionó, los guías de la expedición se muestran desorientados, y Juan de Vargas manifiesta su desacuerdo por algunas decisiones del gobernador. Surge el comentario que éste se encuentra hechizado. Se reúnen los
  • 34. 31 conjurados y acuerdan amotinarse, prevaleciendo la opinión de la necesidad de conquistar Omagua. (:101-105) II. La conversación de Elvira con Pedrarias de Almesto introduce una digresión sobre pájaros silvestres y la caza de cocodrilos a la cual se dedican los soldados para pasar el tiempo. (:106- 107) III. Ursúa es apodado "caimán" por sus soldados, retomándose así el desacuerdo de estos hacia él. Lope cuenta alguna anécdota de su propia vida. (:107) IV. Los rumores del río traen los gritos de animales moribundos. El padre Portillo asiste a un nacimiento indígena de curiosas costumbres, en tanto que las luciérnagas iluminan la oscuridad. Los esclavos negros hacen una fiesta cuyo son se confunde con los ruidos engañosos de la noche. Se describen los curiosos y caprichosos cambios de clima, junto a las extrañas raíces afrodisíacas que se encuentran en la selva, de las cuales -se murmura- abusaba Ursúa. (:107- 109) V. Las mujeres de la expedición organizan un nacimiento (es navidad). [42] Almesto y Aguirre sostienen una rara conversación en la cual se resalta la rara lealtad que se tienen. Los conjurados reunidos ultiman los detalles de su acción. (:109-112) VI. La noche de navidad pasa con varias anécdotas graciosas de mulatos e indios. (:112-115) VII. Cinco días después de navidad, Lope sostiene una breve e irónica conversación con Ursúa. Esa noche un fantasma anuncia su muerte. Se nombra una garza blanca que posee el gobernador. (:116-118) VIII.Se describen los cantos de algunos pájaros, resaltando el jacurutú, ave de mal aguero. (:118) IX. Parte una pequeña expedición. Un esclavo oye de la conjura, intenta avisar al gobernador, pero falla en su intento. En la madrugada del año nuevo, los conjurados dan muerte a Ursúa. (:119-121) Con este ejemplo, observamos que en el discurso de Aventura las anisocronías son muy comunes, desacelerando el tiempo de la historia por medio de una amplitud del discurso (catálisis expansiva); aparte de esto, las analepsis (como la de Zalduendo en I), frecuentes también, sirven para contextualizar ciertas acciones del discurso (cuya frecuencia es singulativa)6. Estas características de las relaciones de temporalidad entre historia y discurso las comparten tanto Aventura como Camino, solo que en ésta el uso de las anisocronías es menos frecuente y se refieren casi exclusivamente a recoger la impresión que produce la geografía en el ánimo de los expedicionarios, mientras que Sender además incluye un sin número de descripciones y comentarios de todo tipo. Son precisamente estas anisocronías las que dan oportunidad a Sender de formular 6En el plano del discurso, según resume y expone Beristain, se investiga, entre otros aspectos, los modos que adopta la exposición de la historia en el relato. La temporalidad de la historia puede desajustarse respecto del discurso (anisocronía) desacelerando el tiempo de la historia (catálisis expansiva), acelerándolo en un resumen (catálisis reductiva) o utilizando retrospecciones (analepsis). Por otro lado, el discurso adopta cierta frecuencia, entendida ésta como la coincidencia o no entre el número de ocurrencias de la historia y el número de ocurrencias discursivas que la vehiculan: en la frecuencia singulativa, se relata una vez lo que ocurre una sola vez; la repetitiva, lo que ocurre en la historia una vez se relata varias veces en el discurso; la iterativa, caso contrario a éste. cfr. Beristain, pp.85-102.
  • 35. 32 [43] los motivos que estructuran su novela, motivos que, a diferencia de Uslar Pietri, se constituyen sobre los tópicos que hemos señalado para las crónicas de indias. A continuación escogeremos una pequeña parte de estos motivos-tópico, y procederemos alternando las consideraciones que sobre ellos hacen nuestros dos novelistas, insistiendo que en Sender la categoría de tópico y motivo se confunden, en tanto que en Uslar Pietri lo que sigue lo consideraremos como tópico propiamente dicho. 2.1. El maleficio de la expedición. Tanto en Camino como en Aventura, este elemento actúa como recurso literario para contextualizar la sangrienta jornada del Marañón. En la novela de Uslar Pietri su formulación es explícita en torno a: la muerte del teniente Pedro Ramiro (“lo que empieza con sangre termina con sangre”, Camino: 26); el robo de dineros al cura Portillo, que dramatizado con amplitud introduce los motivos de la expedición y las ansias que mueven a los expedicionarios; el quebrantamiento de los barcos, que refuerza la idea de un maleficio que se cierne sobre la jornada (“Esto es señal de Dios, que nos avisa de no seguir adelante. Ya esto empezó con sangre derramada. Por manos del verdugo mataron a Arlés y Frías. Y ahora viene este aviso terrible”, Camino: 46). Desde un principio, Camino está señalado por un terrible sino. Por el contrario, en Aventura estos sucesos aparecen ligados a lo largo de los tres primeros capítulos -junto a otros, como el prendimiento de Alonso de Montoya y la llegada de Inés de Atienza- como hechos que habrían “de tener con el tiempo graves consecuencias” (Aventura: 37). La referencia al destino de la [44] expedición, mínima e intrascendente, solo alcanza tres reglones: “Algunos soldados que eran andaluces y supersticiosos creían que aquellos accidentes iban a traer mala suerte” (ibid: 49). La alusión sangrienta no existe en Sender, y concediendo no mucha importancia a este presentimiento, se acerca en su formulación, contenida y exacta, a la presentada por el cronista Vázquez (“Hobo pronósticos de algunos que dijeron que la dicha jornada no acabaría con bien, pues empezaba con sangre”: 17). Podemos considerar que el motivo que titula el presente apartado se articula dentro de la novela de Sender en la intención de explorar la evolución y concatenamiento de diversos hechos que llevaron al desarrollo de una de las más extrañas jornadas americanas, en tanto que Uslar Pietri intenta sugerir una truculencia moral y psicológica que podría dar un indicativo de la nueva sociedad en formación del siglo XVI (cfr. Pietri, Breve historia...). 2.2. El salvajismo de los españoles. Las muertes y las traiciones fueron el pan de cada día en la jornada del Marañón. El ser verdugos unos de otros fue juzgado por los cronistas como prueba de la omnipotencia divina que demuestra “que en lo más escondido y apartado de sus anchos y extendidos reinos prevalece su voz y su nombre” (Ortiguera: 402). Nuestros dos novelistas adoptan diferentes perspectivas para este elemento, aunque ambos son
  • 36. 33 conscientes que la jornada expresó las contradicciones y violencias de la nueva sociedad en formación. Para Uslar Pietri las crueldades de la jornada, que se van concentrando en Aguirre como figura prototípica, sugieren toda una realidad “de codicia, [45] violencia, explotación, injusticia y sufrimiento” (Pastor, Las metamorfosis...: 114), intentando provocar así en el lector una reacción negativa ante dicha realidad. Podemos postular que esto apunta a señalar en el personaje central, Aguirre, una disposición receptiva de extrañeza y provocación, buscando una sensibilidad en la percepción del lector que promueva su reflexión crítica7. Sender, que no ahorra palabras para referirse a esa misma realidad, no parece tan vehemente en hacer tal acusación. Con cierta indiferencia narra las violencias del campo español, los conjurados contra Ursúa -incluyendo a Aguirre- no dejan de tener actos de nobleza (Aguirre se siente “más o menos culpable” al ordenar la muerte de Inés de Atienza), y aun Antón Llamoso es eximido por el novelista de comerse los sesos de un soldado muerto, cuestión que no ocurre en Camino. En Aventura no se intenta tanto sugerir o dar juicios acerca de determinadas situaciones, sino más bien presentarlas. La posición que adopte el lector frente a ellas es casi independiente. Al respecto, el mismo Sender afirma: “Yo no lo defino, el mal, pero expongo la violencia para que la defina el lector. Si esa definición es más convincente” (cit. en Zelaya: 186). Otro aspecto a señalar es que esta violencia se ve aumentada, en ambas novelas, por la omnipresente selva. Refiriéndonos a Camino, señalábamos que “la inmensidad salvaje y enemiga” y sus habitantes provocan “sensaciones de temor, de desasosiego, de inquietud” que, finalmente, se vienen a concentrar en Aguirre [46] (Camino: 136). En Aventura, la selva aumenta sus matices. La naturaleza voraz y carnavalesca impone su misteriosa y agobiante presencia, pero no concentrándose de manera unívoca en un hombre, sino ofreciendo ejemplo de la voluntad de poder (la voracidad amazónica es un ejemplo para Lope), ambientando sangrientos acontecimientos (“El sol... presidía conspiraciones, sugería muertes y otros desmanes”, Aventura: 213), influenciando en el ánimo de los expedicionarios (“es la influencia de estas latitudes, donde todo es exagerado, y el atardecer es una tragedia desoladora, y el amanecer, una orgía que nos embriaga”, ibid: 151), incluso, sugiriendo condiciones etnológicas para sus habitantes naturales (los indígenas, en la novela, son presentados como seres lujuriosos, viciosos e indiferentes por naturaleza8). 7H.R.Jauss, analizando el aspecto receptivo de la experiencia estética, investiga los modelos de identificación del lector con el héroe novelesco (Jauss: 243-283). De los cinco modelos que expone, la identificación irónica nos apoya en el postulado que hemos referido. Dice Jauss: “Por identificación irónica entendemos un nivel de la recepción estética, en que al espectador o al lector se le traza sólo una identificación esperable que, luego, es ironizada o rechazada del todo. Estos dos tipos de experiencia... sirven para separar a los receptores de su espontánea tendencia hacia el objeto estético, provocando así su reflexión estética y moral...” (:283). 8Cuestión que, por demás, es índice también de la intención de Sender de acercarse al imaginario del español del siglo XVI, como ya explicamos algunos párrafos atrás.