1. Síntesis de la sesión de abril
El diablo: La posesión del maligno
2. Catecismo de la Iglesia Católica, 391-395, 2851
El diablo y los otros demonios son ángeles caídos, es decir,
seres espirituales creados por Dios con una naturaleza
buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos rechazando
a Dios.
El poder de Satán no es infinito. No es más que una
criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero
siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino
de Dios.
Intenta con las tentaciones apartar al hombre de Dios. Por
eso los cristianos pedimos en el Padre Nuestro: “no nos
dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. En esta
petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una
persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios.
3. La actividad de los demonios
Pueden infestar lugares, cosas, animales.
Pueden poseer a una persona. No siempre se manifiesta
externamente, alterna momentos de cordura con momentos
de crisis. No es una enfermedad psicológica, aunque
conviene descartar esta posibilidad primero.
El maleficio consiste en hacer el mal a otro a través del
demonio.
S. Agustín lo compara a un “perro encadenado”. No puede
hacer todo lo que quiere. El problema es cuando uno se
acerca más o menos conscientemente a su radio de acción.
El espiritismo, la adivinación, la brujería, la ouija, el
satanismo, etc. abren la puerta a esta posibilidad.
4. El exorcismo (Catecismo, 1673)
Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en
nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea
protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a
su dominio, se habla de exorcismo.
Jesús lo practicó (cf Mc 1,25s; etc.), de él tiene la Iglesia el
poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17).
El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del
dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que
Jesús ha confiado a su Iglesia.
El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un
sacerdote y con el permiso del obispo.
5. La lucha
Su mayor éxito es que la gente piense que no
existe. Un cristiano tiene que estar en guardia de su
influencia a través de las tentaciones.
La cercanía a Dios, vivir en gracia, el recurso a los
sacramentos, la oración, la devoción a la Virgen
Santísima y el uso del agua bendita son nuestras
mejores armas.
6. La lucha
Su mayor éxito es que la gente piense que no
existe. Un cristiano tiene que estar en guardia de su
influencia a través de las tentaciones.
La cercanía a Dios, vivir en gracia, el recurso a los
sacramentos, la oración, la devoción a la Virgen
Santísima y el uso del agua bendita son nuestras
mejores armas.