1. Con sus parábolas, Jesús trata de acercar el reino de Dios
a cada aldea, cada familia, cada persona.
Por medio de estos relatos cautivadores va removiendo obstáculos
y eliminado resistencias para que estas gentes se abran
a la experiencia de Dios que está llegando a sus vidas.
Cada parábola es una invitación apremiante a pasar de un mundo viejo,
convencional y sin apenas horizonte a un “país nuevo”.
Jesús enseñó a “captar” la presencia salvadora de Dios de otra manera,
y comenzó sugiriendo que la vida es más de lo que se ve.
José Antonio Pagola.
Jesús: aproximación histórica.
Texto: Lucas 18,1-8 // 29 Tiempo Ordinario –CComentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez Cabriada.
2. 1Para mostrarles la
necesidad de orar siempre sin desanimarse,
Jesús les contó esta parábola:
Lucas muestra a Jesús orando en todos los momentos decisivos de su vida
y enseñando a orar.
La oración es el clima normal y habitual en la vida de Jesús.
Tiene siempre levantado el corazón y la mirada hacia el Padre,
le habla, lo escucha, lo ve en todas las cosas,
vive en continua acción de gracias.
Jesús utiliza parábolas, narra la vida cotidiana, para que quien lo escuche
comprenda que Dios está a su lado y de su lado.
3. En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
3 y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: «Te ruego que me
hagas justicia contra mi adversario». 4 Durante mucho tiempo el juez se negó, pero
después dijo: «Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, 5 pero como esta
viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme».
2
Entre el abandono desesperado de quien no ve futuro y la visión mágica de quien
ingenuamente cree que sólo es cuestión de rezar, Jesús insiste en la oración
vital y en el esfuerzo humano. En la confianza y en la esperanza activa y
decidida.
Orar es pedir justicia, pero es también implicarse de lleno en el compromiso por
la justicia. No tiene sentido pedir a Dios aquello que no estamos dispuestos a
realizar.
4. 6Y
el Señor dijo:
“Oigan lo que dijo este juez injusto. 7 Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos,
que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? 8 Les aseguro que en un
abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
La injusticia sigue estando vigente
en el mundo. El texto muestra la situación
actual de tantas personas marginadas
que sufren una total indiferencia ante sus
problemas y necesidades.
A pesar de los “jueces inicuos”, confiamos
en que siempre hay Alguien que, contando
con nuestra colaboración, escucha las
necesidades y los gritos de esas personas.
¿Las haremos esperar? ¿Las hacemos
esperar?
5. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
La fe no es auténtica ni dada para siempre, si no se alimenta, madura y crece,
tanto por la oración como con el compromiso con el mundo, con la vida y con la
justicia que se pide. La fe es un don y una tarea…
“No se puede vivir la fe sin un compromiso con la justicia ” (Pedro Arrupe)
¿Encuentra Jesús esa fe con ansia de justicia en nosotros?
6. Señor, ¡cuánto hemos de aprender aún!
¡Cuánto hemos de aprender a callar
viendo lo que sufren y padecen otros!
Sin embargo nos quedamos “atrapados”
en nuestros sufrimientos personales y, a lo más, familiares.
Sabemos poco de lo que es la intemperie,
poco entendemos de la desnudez en esta sociedad consumista;
la inseguridad nos pone nerviosos y hemos aprendido a justificarlo todo.
Por eso necesitamos una conversión continua,
porque las conversiones “de momento” las sabemos manipular.
Ven Tú y sácanos de nuestro “diminuto mundo”.
Ábrenos a las noticias buenas que hablan de solidaridad y entrega.
Haz que dentro de nosotros surja una insatisfacción
que nos ayude a cambiar, a plantearnos las grandes preguntas del Evangelio
y a dar pasitos sencillos hacia el estilo de vida que Tú nos enseñas.
Perdónanos “tantas y tantas deudas” y diles a nuestros hermanos pobres
que ellos también traten de perdonarnos.
Juanjo Elezcano
7. Señor, ¡cuánto hemos de aprender aún!
¡Cuánto hemos de aprender a callar
viendo lo que sufren y padecen otros!
Sin embargo nos quedamos “atrapados”
en nuestros sufrimientos personales y, a lo más, familiares.
Sabemos poco de lo que es la intemperie,
poco entendemos de la desnudez en esta sociedad consumista;
la inseguridad nos pone nerviosos y hemos aprendido a justificarlo todo.
Por eso necesitamos una conversión continua,
porque las conversiones “de momento” las sabemos manipular.
Ven Tú y sácanos de nuestro “diminuto mundo”.
Ábrenos a las noticias buenas que hablan de solidaridad y entrega.
Haz que dentro de nosotros surja una insatisfacción
que nos ayude a cambiar, a plantearnos las grandes preguntas del Evangelio
y a dar pasitos sencillos hacia el estilo de vida que Tú nos enseñas.
Perdónanos “tantas y tantas deudas” y diles a nuestros hermanos pobres
que ellos también traten de perdonarnos.
Juanjo Elezcano