1) El documento describe un incidente en la escuela de Gandhi donde un inspector llamado Giles evalúa el conocimiento de inglés de los estudiantes a través de un dictado. 2) Gandhi no puede escribir correctamente la palabra "hervidor" y es castigado a copiarla 100 veces, a pesar de que se niega a copiar de un compañero. 3) Este incidente marca a Gandhi y refuerza su determinación de luchar contra la consideración de los indios como inferiores por los británicos.
2. Rajkot, India, 22 de Septiembre de 1881
La tiza del Señor Salik -el profesor- no había terminado de escribir en
la pizarra cuando se abre bruscamente la puerta de clase.
Entran dos hombre, uno con turbante. Se trata del director.
El otro es un sahib que
Mohania nunca había
visto.
3. -Niños, levántense para la visita del señor Giles! -exclama el director.
Todos se ponen firmes. En la escuela no se bromea con las normas.
Solo hay un niño que todavía no ha obedecido. Es él, al que llaman
“el joven Gandhi”. Fiel a su costumbre, soñaba despierto mientras
miraba unas gordas moscas azules revolotear en el techo.
-¡Mohandas Gandhi,
siempre en la luna! ¡Desde
luego, no mejoramos!
Espeta el director, con
tono molesto, apartándose
bruscamente de delante
de un hombre alto, con
pelo rojo y tez colorada.
4. -Me voy a presentar. Mi nombre es Herbert Giles. ¡Soy el inspector de
la academia! -exclama con énfasis el interesado, antes de subir al
estrado donde está dando clase el profesor de matemáticas.
Giles no le dedica ni una sola mirada al
director, que se ha quedado al lado de
la puerta, ni al señor Salik, el profesor de
matemáticas, que acaba de meter
precipitadamente sus libros dentro de
una cartera de tela salpicada de
manchas de grasa.
En la clase, donde por fin reina un silencio
mortal, Giles, más rojo que nunca,
adopta un aire importante, hincha el
torso y tiende un trozo de papel a los
presentes.
5. - El ejercicio que les vengo a proponer tiene como objetivo evaluar
sus conocimiento de lengua inglesa. ¡Cojan sus pizarras!
Los niños obedecen.
-Les voy a dictar cinco palabras:
- “caballo, tabla, tetera, hervidor, alfombra”
6. La mano del niño está temblorosa. Sin dudar ni un segundo, su tiza
traza las letras de las tres primeras palabras del dictado. Pero cuando
llega a “hervidor”, es incapaz de escribirla correctamente, y prefiere
parar antes de escribir “alfombra”.
El profesor de matemáticas,
que recorre a grandes pasos
el pasillo central, se da cuenta
de su aprieto y le hace señas
de que mire la pizarra del
compañero que tiene
delante. Pero el joven Gandhi,
convencido de que el
profesor está ahí para impedir
que los alumnos copien por
encima del hombro del
vecino, no puede esconder su
sorpresa.
7. ¿Qué debe hacer? ¿Copiar a su compañero? El maestro parece
insistir. ¡No es posible !¡Copiar en clase está terminantemente
prohibido! Además, ¿no es él quien se lo repite a los alumnos durante
todo el curso?
Giles pasa entonces por el pasillo central, donde los alumnos le
presentan el resultado del dictado.
8. Cuando llega al joven Gandhi,
le mira con curiosidad y le pregunta:
-¿Cómo te llamas?
-¡Mohandas Gandhi, señor Giles!
-Contesta él sin aliento,
Sudando a mares
Giles frunce el entrecejo. Sus lentes
tiemblan ligeramente. El inspector
adopta un aire de plena satisfacción,
como si hubiera descubierto a un
culpable. El Señor Salik emite un ligerísimo
gemido. Sorprendido, Mohania se vuelve
hacia él. No entiende por qué el maestro
de matemáticas se considera tan
responsable de la ortografía de sus
alumnos, pero advierte su hartazgo
y su furia.
9. Unos instantes después, en la clase
donde los alumnos todavía permanecen
en posición de firmes, el veredicto del
inspector Giles cae como un machete:
-Alumno Gandhi, me va a copiar cien
veces la palabra “hervidor”, y usted,
señor Salik, hará que el director
compruebe que la cuenta está bien
hecha.
10. A pesar del desaire, el profesor se inclina humildemente mientras que
el director, cual lacayo ante su amo, asiente ruidosamente a la
sentencia.
Para terminar, el inglés se dirige de nuevo a él:
-¡Gracias a este pequeño ejercicio, espero que la palabra “hervidor”,
le entre en la cabeza! ¡Cuando se tiene el insigne honor de
pertenecer al Imperio británico, lo mínimo que se puede haces
es manejar correctamente la lengua!
11. Una vez que el señor Giles se va,
el profesor de matemáticas,
aunque decepcionado, continúa
haciendo recitar a sus alumnos las
tablas de multiplicar. El paso del
inspector ha dejado su huella.
Al final de la clase, el señor Salik le
interpela:
-Hijo mío, ¡no te has comportado nada bien! ¡Y eso que te he echado
una mano!
-¿Habría preferido que copiara la palabra “hervidor” de la pizarra del
compañero de adelante?
-¡Claro!
-Si no me equivoco, eso es copiar...
12. -¡Copiar! ¡Qué palabra tan grande Mohandas! La mayoría de tus
compañeros no han tenido ningún escrúpulo en hacerlo. Yo sólo
quería protegerte. ¡La próxima vez será mejor que me obedezcas!
Se calla y baja la cabeza. Pero, en realidad, hierve por dentro.
¿No es el colmo que un maestro anime a sus alumnos a copiar?
Si se atreviera a mirar al profesor a los ojos, le manifestaría su opinión,
a pesar de todo el respeto que le tiene.
13. Nunca -¡nunca jamás! -se le hubiera pasado por la cabeza copiar a
un compañero. Pero como alumno no puede contradecir a su
maestro, decide no seguir con sus ataques.
-Le ruego que me disculpe, señor Salik.
14. Le cuesta pronunciar estas
palabras. ¿Por qué tendría que
pedir perdón por haber actuado
de forma moral? Se consuela
diciéndose que existe un abismo
entre los que jamás se separan del
camino de la Verdad y el resto.
El profesor de matemáticas
profundamente contrariado,
insiste:
-¡La próxima vez, Mohandas
Gandhi, espero que me escuches!
A partir de ahora el señor Giles me
considera un mal profesor. Mi
ascenso está en peligro.
15. Cerrando los puños, alza los ojos
hacia su maestro y nota amargura
en su mirada... Sus labios apenas
se abren para articular:
-Está muy enfadado conmigo,
¿verdad, señor Salik?
El señor Salik le mira con
conmiseración.
16. -Al no querer entender mi mensaje, te has castigado a ti mismo,
Mohania. A los ojos del señor Giles, has parecido en vago de la clase.
El niño palidece y suelta con voz sombría:
-¡Cuando sea mayor, haré que los
británicos dejen de considerar a
los indios como unos vulgares animales!
-¡No digas nunca eso!
Corres el peligro de granjearte
serios problemas...
17. -No me importa, señor Salik. ¡Lo que acabo de decir, lo pienso con
toda sinceridad!
De golpe, bajo la timidez casi enfermiza de un adolescente
enclenque que aparenta ser más joven de lo que es, aflora un
temperamento de fuego.
Tomado de:
"Gandhi“
Biografía escrita por José Frèches.
Editorial Espasa Calpe 2008
ISBN: 978-84-670-2952-9
Pág. 29-31
18. El joven Gandhi fue instruido por la filosofía Jainista que profesaba su
madre devota; ella siempre gozó de una fe inquebrantable al punto
de santidad.
Gandhi jamás rompió las
normas morales que le
fueron enseñadas, jamás
una mentira ni una
contradicción entre sus
palabras frente a sus actos.
Su presencia frágil
contrastaba con el inmenso
poder moral que ejercía.
19. Finalmente hizo real aquella sentencia y liberó a un país de mil millones
de habitantes.
Él solo estableció orden frente al caos y la guerra civil que amenazaba.
El 30 de Enero de 1948 a las 17:09h, Mohandas Karamchad Gandhi
fue asesinado en Delhi, India.
20. El Mahatma dejó a la India huérfana. Pero gracias a Gandhi y a su
inquebrantable determinación, las lágrimas derramadas por su
pueblo, son las lágrimas de un pueblo libre.
Esta anécdota nos lleva al grado
superlativo de la moral mas plena,
aplicable a todos los contextos.
Un ejemplo para meditar.
Ani Gutiérrez
Enero de 2012