1. http://sintesis‐
educativa.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=358:mentiras‐y‐
fantasias‐de‐la‐capacitacion‐docente‐en‐tic&catid=5:notas&Itemid=2
Mentiras y fantasías de la capacitación docente en TIC
Secretarios de Estado y funcionarios de todo rango prometían la capacitación de
cientos de miles de docentes en plazos perentorios, y la conexión de todas las escuelas
nacionales en menos que canta un gallo.
Como si fuera poco pretender que entrenando a unos pocos cientos de docentes
por año se puede generar la masa crítica que arrastre al resto hacia la sublime
transformación deseada, la capacitación docente en el uso de nuevas tecnologías, tal
como la vienen proponiendo los proyectos oficiales desde el principio, también vulnera los
más elementales principios de la pedagogía.
Veamos: operar una computadora es una tarea eminentemente práctica, y por
ende el mejor modo de aprender es practicando, actividad que ya es rara en los cursos de
capacitación, y se vuelve casi una imposibilidad en la escuela, donde los maestros no
disponen de horas libres rentadas para profundizar sus conocimientos, y si consiguen
algunas como dádiva, son de común insuficientes.
Además, operar una computadora es apenas el primer paso hacia su
aprovechamiento pedagógico. Lo importante para un maestro es cómo enseñar con
recursos informáticos, y la ansiedad de los capacitadores por avanzar hacia esta
problemática provoca, casi siempre, que se sobrevuele apresuradamente el conocimiento
operativo, sin el cual ninguna actividad pedagógica será posible o, cuando menos, sencilla.
Aspecto donde fallan seriamente los programas oficiales de capacitación en el uso
de TIC es en la evaluación de los aprendizajes. Por lo general, se los evalúa a través de un
"trabajo práctico" que es calificado positivamente no importa cuán horrible haya sido el
resultado.
2. Es vital que aprendamos de la experiencia para diseñar un plan de capacitación
docente en el uso de nuevas tecnologías que no esté condenado al fracaso antes de nacer.
Para eso hay una condición fundamental e ineludible: aplicar la más alta exigencia
a todos los procesos.
• Los objetivos pedagógicos y tecnológicos de la capacitación deben ser
serios y pertinentes. Deben definirse metas anuales de creciente demanda, y hace falta
establecer hitos trianuales o quinquenales para revisar lo actuado y aplicar los correctivos
necesarios. Ningún proyecto es perfecto, pero todos son perfectibles.
• Los planes de estudio deben estar adecuados a la complejidad y
profundidad de los aprendizajes requeridos.
• Los tutores deben poseer las más altas calificaciones y experiencia
probada en las materias que enseñan (¿cómo se explica, por ejemplo, que de pronto
proliferen los cursos sobre el modelo 1 a 1 cuando nunca antes se lo aplicó en el país?
¿Dónde aprendieron los que se postulan como tutores? ¿Cómo, y dónde, hicieron su
experiencia?).
• La duración de los cursos debe depender de la densidad de los temas bajo
estudio, ocupando el tiempo que sea necesario para alcanzar los fines deseados. No se
trata de cubrir con cursos las pocas horas libres del cronograma escolar, sino de generar
los espacios de capacitación con la duración adecuada en función de las necesidades.
• La enseñanza debe apoyarse lo más posible en la práctica intensa y asidua,
facilitando los recursos y las oportunidades que hicieran falta. El sistema educativo no se
transformará si no hace lugar a las transformaciones.
• Las evaluaciones deben ser obligatorias, rigurosas y objetivas, a cargo de
terceros sin interés político ni económico en los resultados. Ni el Estado, ni los
funcionarios intervinientes, ni los docentes involucrados deben participar en la evaluación
de sus propios proyectos (¿hace falta ahondar en el por qué?).
• Las evaluaciones de desempeño docente deben ser vinculantes, porque un
maestro que no es capaz de ponerse al día con sus conocimientos no es un buen maestro,
y debería ser retirado amablemente de su puesto, (salvo que demuestre excelencia en
otras áreas de la profesión).