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HISTORIA
El magnetismo, que en muchas épocasha ocupado vh·amente la atencion pública, ha
vuelto1 llamarla.de nue•·o yá des11et·tnr mas simpnlfas qne en otros tiempos. Lns ~:orporncio­
nes cicntrficns se muestran méuos hostiles á sus prodijios y los someten á la análisis miéntras
quti los cscritot·cs, aprovechandola po(lulal'idad de su nombre, los propagan bajo la formn
do In novela. Nuestrosiglo, eminentemente observador é lncdinndo á los descul>l'lmicntos,
estudia con ardor los misterios de In natnmleza, y sus lll'OSrcsos en esta ciencia le hocen
cree•· que nada hayimposible á sus in••esti¡;aciones. Elmagnetismo ha cesado de halla1· in-
crédulos sistemáticos, pero se halla aun rodeado de tanta oscuridad ·y esplotado como en
otros tiempos con tanta audacia por elcharlatanismo, que conviene esplicarlo bien y formar
unajusta idea de su poder, pues es bueno poner al público alerta contra sus errores, dllndole
:1 la vez lugar :1 reflexionar sobre sus verdades.
¿ llny necesidad de recordar que la palabra magnetismo es derivada del griego magnes
(iman), que significa atraccion sim1>Aiicaentredos cuerpos?¿ que el magnetismo, cuandose
ejercesobre cuerpos brutos, se llama mineral útc>-rcstl·c, y que, por analogía, se hacalificado
de IIW{IIIotismo animal la rtccionsimp¡licadel hombre soiJI'C el hombre ú del animal solu·o el
unlmul? J.o que hay que consignar sobre todo es que la existencia del magnetismo mineral
es innegnl>lc y que fué r.onoeidu desde la mas remola antigliednd. El iman estaba en gran
vogn en 1:1 medicina de los magos, de Jos caldeos y los egl11cios. Los griegos y los romanos
se sirvieron de él con grande éxito en diversas enfermedades. Ournnte la edad· media l' los
siglossiguientes, Avicena, Roberto Fludd, Arnoldo de Villanuevá, Alberto el Grande, Cardan,
Parnfelso, etc., y un gran número de médicos y filósofos en•:ominron el imancomo un est:e-
lente remediocomra toda especie de enfermedades nerviosas. Sin embargo, este método
curativo COITió la suertede otros muchos, cayó con la medicina em1>írica y que.dó ln1'gn
tieii1(IO sumido en elolvido.
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Il(1cia mediados del si¡;lo xvnr el ffsico Klal'ich, médico del rey de Inglaterra, voll'ló á
poner en vc•ga el método magnético por las numerosas curas que pretendió operaha con el
iman, yuna moltilud de sabiOS"de rodoslos paises, Z><ingcr, Kresncr, Uolmann, Glaubrechl,
Reichel, Weber, Akcn, Slromer, Siguud-Laronl, l'aulian, de Arquier, ele, hir.ieron esrerien-
cins p1u·a comprobar la verdad de los hechos alegados por el médico Klarich. El ahate Le-
noble construyó en Fl'llncia imanes Ul'lificiales, y se bizo de modael método mngnélico pam
las enrermedades nerviosas. En i774, el aslrónomo llell conrinuó los trabajos del abaie
Lenoble, perrecciooó el modo de aplicacion de los imanes sobre las diversas partes del
cuer¡lo, y con este socorro obtuvo curas prodijiosas que tuvieron grande eco en Ale-
mania.
Esta digrcsion sobre el iman, aunque ajena de nuestra malcría, nos ha parecido necesa-
ria á fin de indicar el punto de donde ¡1arte Mesmer par llegar á la edificacion de su doclri-
na del magnetismo onimol.
Antonio Mesme1· estudiaba la mctlicina en Viena, en donde se har.ia nolnr po1· sus ideas
estrniws. En 1766, pa1·a obtener oluor.rorndo, sosluvoanlc la fucnllad de. nr¡uclla ciudad una
lésis inlitulada: Do /(lin(lueru:ic•do los11stros sobreolcueiJlO lumlOIIO. "Los astros, decia en su
disertacion, en virrud de la ruet7a que produce la mutua a1raccioo, ejercen sobre los
seres vivientes una inttuencia que no es mas que una modificacion de la atraceion jenernl.
Esta inCiucncia se 011cra por el inrcnnedio de un Clúido sutil que llen·a el uoiverso y penetra
todos los cuerpos, cte.•
Por el año de i 776, habiendo oido Mesmer hablar de los maravillosos resullados que el
astrónomo llell aseguraba obtener pormedio de sus imanes, tu•·o frecuentes conrerencios
con este p1·of~sor, y habiendo llamndomtl)' parlicl¡larmeule suntencion asl In novedad como
lo singular de la fue1·zn magnética, se persuadió de que esta l'urrza ern el Clúítlo universnl
de que él habia hablado en su tésis iuausUI·al. Abrió al punto una enrcnnc1·[a p;11·tir.ulnr
en la cual se ofreció Acurar grat(litnmente, ¡lor medio del magnetismo, A lodos les enrer-
mos que en ella se. presentasen, y ti este crer.lo mandó construir una enorme canlidacl de
planchas magnclizatlas de diversos rormas y temai10s para poderlas acomodar¡ las diversns
partes del cuerpo. Mesmer no se contentó, como el profesot· nell, con OJlCI'Or en una sola
ciudad; quiso que tollo er imperio sintiese los pretendidos beneficios de su mélodo cura-
tivo, )' eu su Yirrud en•·ió A!odas 11arles sus armaduras magnélicas, )' llenci, ndemas, los
diarios alemanes y estraojeros de relaciones de sus curas milagrosas. Debemos creer que
logrli rcsliluir ln salud á algunos cnrcrn•os, porque muchos snhios de a<¡uolln época conrc-
saron hnber sielocurados por el método mcsme1·iano.
Pero Antonio 1lesmer, que tenin mas bien lnambicion de la rQr,luoa que In de una repu-
tacion de sabio, no quiso limitarse al magnetismo mineral; neccsilaba algo de estraordina-
rio que hiriese las lmnjioaciones yr.uyo revelador pudiera deci1·sc él. Enlónr.es, ahnndo-
nnndola teorla del profesor Hcil, r¡ue no suponlo erectos sobre los enrermos sino por medio
del imno, proclamó la existencia de un magnetismo animal esencialmente dibtinto del mng-
nelismo terreslre. Este magoclismo, decía, es la propiedad del hombre, •JUC no licue ningu--
na necesidad del imau para·o¡1erar curas, y formulósu !lueva doclriun en veintisiete pro-
posiciones, bajo forma de arorismos, que reasumimos así:
El CUCI'IlO humano siente los erecLOS del núido universal, que nfecla inmc<liatamenle SUS
nervios, infiltrándose en su sustancia, y le da lli'Opiedades análogas á las del iman. l::sla
propiedad, llamada magnetismo animal, puede comunicarse :1 los cuerpos animados é inani-
mados. La aGcion magnética puede igualmente t•ner lugar de cerca ó á distanrias muy lar-
gas. Puede provocar inmediatamente convulsiones, crísis snludniJies, yenrar enrermedad ~s
reputadas incurables, etc.
Las academias de Viena y de Derlin, :1 las qne ~lesmrr enl'ió r,·osr.os magneti7.a-
dos y programas, SC burlaron de él )" lo lrataroo de 'ÍSÍOnario )' chnrlalan. rtcrido
en su orgullo y en sus esperanzas, ~lcsmer rcSJJOndió co11 in¡nrias; enr,,hló$6 una •·iolenta
pol6mic,1, y de rcsullas de esta el autor del mng•oetismo ;miu1nl se vió ahligaclo ú <lí·jo1·
¡ 'ieua, en donde, po1· otra (Hrte, le acusaban de haber Reducido á una jóvcn do diez y
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siete nños y gu~rdfadola en su casa so prcte$10 de restituirle In l'ista por medio del masue·
lismo.
No pudiendo yn pea·mnnecer en ·Alemania, Mosmor se l'inoíl Paris, pues lo¡1areció un
teatro fnvorahleni ejercicio de su industria esta ciudad tan curiosa entónces de toda espe-
cie de uovoda'd. l.as academias de las ciencias yde mediciun le rechazaron, pero el público
nr.ojió con entusiasmo In singularidad de su doctrina, y sus sentencias de inspirado le va-
lieron el favor de uo·pueblo ocioso yfr!volo.
Mesmer se hospedO en uno delos hermosos hoteles de la plazaVendome ymuy luego tuvo
unn casa bien mont~da, en la que tenia siempre mesa abierta.
El médico magneli?.ndo•· pretendía eumr todas las eufermodndos, y particulal'llaento lns
delas muje•·es vaporosas; lo que él pedia especialmente eran enfermedadesgraves, invete-
radas, rebeldes al métodode los mas há!Jilcs miemnros de la docta facullad, y no exijla niu-
¡¡unsalario. Hallúbanse en la plaza V~ndome magnifico~ salones, muebles suntuosos, ricos
cuadros, una deliciosa músir.a, y para los iniciados esquisitas cenas. ~nfermos y sanos,
todo el muodo acudin icasa de Mesmer como :i una partida de placer; los mas altos perso-
najes y las seiaoras de la primera aristoca·acin no temieron ft·ecuentarla. Hastase pretendió
quo In misma ruinuacudía Ct ella disfrn1.ada.
Jlénquiloquepasaba en aquellos famosos salones yde quémodooperaha el m~gnellzador:
En medio del aposento eu que se hacino las es¡¡eriencias babia una cubetade cuatro ó cinco
piésdediámetro, que contenia algunas pulgadasde agua, limaduras de hierro, 1·idrio molido,
y botellas igualmeutc de agua colocadas en un Orden caballstico. Una cubierta horadada
ada¡llada á esa cubeta, daba salida 1>or sus ngu;eros á l'árias espigas de hierro dobln~ns en
la ¡1nrte esterior. Los onfcmJos y curiosos que iban'' que los magnetizasen, se sentaban al-
redor do la cubeta y agarraha cada uno unn c~piga do hierro ¡Hara aplicársela á In parle do-
liente. Amenudo, dcta·ns de esa prim~rn fila se establecía otra, y un terer circulo de indi-
viduos que formaban cadena enlazándose lus manos, es deci1·, que la persona de la derecha
metin su dedo pulgar entre el pulgar y el lndice del que estaba á su izquierda, y nsi hacino
sucesivamente todos los demas. Al mismo tiempo, se tocaban por las rodillas y los piés, y
ndemns, se enrollaba ni cuerpo de Jos enrermos una larga cuerda :atadaá la cubierta de la
cubeta: ·
Mióntrnsque todos se nl'l'cglabao á sus anchuras Jlara formnr la cadena, deleitaba susoídos
un concierto de clavos, haa·pas y ''oces, que se interrumpía de ve?. en cuando para dejar oír
el timbre tan suave y tan penetrante de la armónica, instrumento nuevo que Mesmea· tocaba
con perfcccion. Los sonidos de la armonóica obraban vivamente sobre los nervios de las mu-
jeres delicadas, y cuando llrsmerjuzgaba quese bailaban ya suficieotementeconmovidaspor
aquella mordentearmonfn, se presentabA súbitamente acom1>ailndo devarios iniciados, arma-
dos de ''orillas de hierro, á fin do ac1·ecentaa· In cnerjia del llúido magnético quesalia do la
cubeta, y do im¡>onea· tllos burlones é iucr~d ulos. El magnetizador y sus adeptos descrihian
con sus varas círculos misteriosos alredOJ' de Jos enfermos, luego daban principio á la aplica-
cion de las manos sobre In cabeza, los hombros y el pecho. Con particularidad palpnuno la
rtjion epigástrica y abdominal, pon¡ue es en donde residen los plexos nerviosos mas esten-
sos )' cuya sim¡latlaes jeneral. Así era como el maestrodabaleccion~s á sus discípulos, que~e
com111acian en sus curas magnéaicas. Para proceder con método, cada parte del cuerpo ba-
bia reciLido un nombre ¡larticular: así la gotiet·a dorsal se llnmahn Ingran corriente, lago-
ticrn pectoJ·al la 1>equeian ~onienle, los hipocondrios se llamubnn el polo negro, el pechoel
l>Oio blanco; y muchas damas que haba·ian puesto el gl'ito en el ciclo si una mano indiscreta
so hubiese puesto sab•·e sus hombros, hallaban muy natm·al que les tocasen el polo blanco.
¡lnOuencia de los nombres!
Entre las personas que á esto singular tratamiento se sometían, las que no tenian fé en el
poder curalii'O del doctor Mesmer no es¡J•:rimentahan ningnn efecto, como se concibe hitu,
pc1·o aquellascuya imajinncion esperaba una cura próxima, esperimontaban boster.os, p~n­
dh:ttlnciones, una los violenta, una lijea·a initncion jeneral, un calor inusitado¡ otJ·ns se aji-
lnhnn0011 lemplores pn,cinlM Ó,jonoralcs, y Ol'nll Ílll'ndlqas do convulsiones r¡ue 56 ilmn !IJlO•
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derando poco á poco de todas his mujeres de la misma cadena, y c¡ne se hubieran podido
creer contajiosas. Entre estas convulsionarias, las habio que daban agudos gritos, que se
retorcian,scsofocahan, lloraban ó daban insensatas risotadas. Cuando esle desorden nervioso
llegaha á su mas alto paroxismo y se trasformaba en delirio, era la crísis deseada: Mesmer
mand;tha llevar al punto á los crisiacos a un ~uat·to cuyo pavimento n<'olchado en
toda su est•msion estaba cubierto ademasde una blanda alfombra, yaun se hahia llevado la
J>rec:tucion hasta cubrirlas paredes y tabiques de una espesa·capa de.algodon, de manera
que los crisiacos podían brincar, arrollarse en todos sentidos, y aun dejarse caer calJeza
aba¡o sin el menor peligro. · ·
)'no hay <iue acusamos de exajeracion en la esposicion de estos sfntomosnerviosos, pues,
para prouar su autenlicidad, nos bastará citar un pasaje del informe de los comisionados de
la Academia de las cien"cias, redactado por el célebre Bailly, informe enteramente hostil al
flúido maogético:
" Na.da mas pasmoso, escribía Bailly, que el espec!áculo de esas convulsiones. Cuandouno
» nolo ha ''isto, no lo puedeformarse una idea deél, yal verlo, quedauno igual'lleule sorpren-
• dido del reposo profundo de itna parte de estos enfermos y de la ajitacion que auima á los
>> otros, de Jos acr.i<lentes variados que se repit~n, de ·las simpatías que se establecen. Se ven
»enfermos buscarse esclusivamente, y, precipitándose unos hácia olros, sonreírse, haularse
» con afeéto y endul1.ar mútuamente.sus crisis. Todos están ciegamenle sometidos al quelos
» magnetiza; y JlOr mas que se hallen en un adormecimienlo profundo, basta para sacarlos
>> de él al punto la voz, una mirada, una seita del magnetizador. Se ha observado tambien
» <¡ue uo ruido imprevisto les causa estremecimientos; el cambio de tono ydecom¡las en
»las Ut"il.tScantadas 6 tocadas inlluye visiblemente en estos enfermos; un movimiento mas
» vivo los ajila mas y renueva á veces su convulsion. •
Mesmer estableció cuar~os particulares, provistos cada uno de ellos de una cubeta, á fin
de que las personas que deseasen tener convulsionessolas ócon una sociedad de amigos, pu-
dieran reservarlos de antemano, como se hace con un gabinete en una fonda ó con uu palco
en el teatro. Cada cubeta producía á lu ménos diez luises diarios á su dueño, y aun así hauia
que pedirla con muchos dias de anticipacion, á causa de la mucha clientela. El que babia re-
tenido un cuarto particular, decia (L sus amigos : • Tengo una cuiJela, cuento con usted
para esta noche. • Esta dificultad debia dar una voga inmensa á las tertulias mesmerianas.
Asf, el holel de la plaza Vendome estaba siempre lleno, ylas personas que lo frecuentaban
eran de lo mas selecto. Los unos iban ullí JlOr distraerse, como se va al teatro, las personas
hastiadas iban á buscar emoe.iones, los enfermos un alivio á susdolencias. .lamas el templode
Epidaw·oestuvo tan.concurrido como el hotelde Mesmer, y ¡cosa notable! todos salían de él
satlsfchos y con el propósito de volver.
Eo el número de los adeptos que Mesmer instruyó en su arte, dlstinr;uianse hombres cé·
lebres y muy graudes señores. El magnetizador supo atraerse á Desloo, rejente de la facul-
lad de mediclna de Paris, y que se hizo su verdadero apóstol. Desloo, que era tambien mé-
dico del conde de Arlois, proporcionó una rica clientela á su maestro. Eotónccs tuvo llles-
meJ· la .torpe idea de dirijir una memoria á la Academia de las ciencias, <¡ueriendo hacer
''esta lesligo de sus prodijios, y propuso ~demas á la facultad de medicina esperienclas
comparalivas entre enfermos, tratados unos por el mélodo ordinario, yotros por el fluido
magnéLico. · ·
La Academia y la Facullad respondieron cou una negativa desdeñosa. Poco tiempo
despues logró que le recomendaran A la reina y consiguió que le diesen examinado-
res; pero esle favor redundó en su desventaja, porque, no habiendo quel"ido someterse álas
csperiencias que le po¡>Onia la corporacion cientfiica, se propagó este rumor, y su reputaciou
recibió una gran herida.
Enojauo contra la Academia y la Facultad, Mesmer amenazó con abandonar la Francia,
y solo se le hizoquedarse por los ruegos de muchos grandes personajes. El minislro Bre-
teuil le propuso en nombre de la reina una pension de 50,000 francos y el cordon de San
Miguel si consentía en enseñar su método á algunos médicos elejidos por el gobierno, pero
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&lesmer, temiendo que le tendiesen un lazo, rehusó estas brillantes ofertas, y, so 11releslo.
de su estado de mala saluu, drjó :i Paris para ir á las aguas de Spa.
Durante la ausencia de su maesiro, el médico Deslon uhrió un establecimiento magn.;tico
enteramente parecido al de la plaza Vcndome, y como h u bic~c llegado á noticia deMcsmcr,
volvió este apresuradamonte il Paris, temeroso de que su dlselpulo le sobrepujase en suin-
uustrla. Entónces ''arios entusiastas abrieron una suscricion de cien acciones que costulJun
cien luises cada una, y daban derecho á la revelacion de la doctrina mesmeriaon. Estas ac-
eiones se colocaron al punto y aun fué preciso crear otras cincuenta para satisfacer ;í los pe·
didos quellegaban·de todas partes. Lo~ trescientos sesenta mil francos procedrntes de estas
acciones fueron entregados inmcdiamente á )lesmer, y los accionistas tomaron el nombro
de sociedad de la Armonio,
Sostenido por elcrédito desus disclpulos, Mesmt·l' volvió (1 dar principio ¡~sus sesiones
magnéticas, ysu hotelse convirtió de nuevo en ei puulo de rcunioo de la aristocr:ocia. En
fin, en1784, el rumoo· de l ~s curas estraordinarias operud.us par el magnetismo detcnuinó
al gohlerno á ocuparse de él, ysalió á luz una real órden cncao·gando á las dos coi"I>Oo·n~io­
nes científicas del Estado el estudiao· lacuestion de lm ugneli~rno animal y presentar un in-
forme sollre él. La Academia de las ciencias confió este trabajo á Lavoisicr, Frnnklln,
.Oaill¡•, Majaut Sallin, Leror, de Bory y Oarcet; la Facultad nombró á Oesperrierés, Guillotin,
Caille, Mauduit, Andry y•ntonio de Jussieu. ~tesmer, JlOr odio il las Academias, se negó ;1.
operar delante de sus comisionados, y estos pasaron ni establecimiento de Deslon, 1>rimer
discí11ulo de Mesmer·y que magnetiZJba tan bien como su maestro. Los comisionados fue-
ron te;.tigos de hls convulsior.cs y de las crisis que tuvieron lugnr al rededor de la cubeta,
pea·o hniJiendo manifestado el deseo de que los magnetizasen a ellos mismos, no tuvieron
buen óxito las esperiencias hechas al efecto. EntónceH llnílly redacló, en nombre de los co-
m"asionados, un informe del t¡ue hemos citado ya un pasaje, encaminado á demostrar que el
pretendido fluido por cuyo medio 01>eraban Mesmer y sus discipuloi, no era otra cosa que
una exaltacion del sistema nervioso debida á la inOuencia de la imajinacion.
Sin embargo, uno de los miembros de la comision, Antonio Jussieu, no pudiendo negar
los hechos que habían pasado ánte sus ojos, rehusó firmar el informe de sus cofrades, y re-
dactó uuo particular, eo que dividió en cuatro clases los efectos que babia obsef'ado:
i• Los bcchosjenerales cuya fisiolojía puede indicar la Cllsualidad;
2• Los hechos negativos 6 contrario• a la doctrina del magnetismo;
a• Los hechos que resultan directamente de la imajinaciou;
ll• Los hechos que tienden á ha~er creer en un ajente magnético.
Muchas esperiencias bao iodu~ido il Antonio Jussieu á 11resumit· que·se desprendía real·
mente del cuerpo humano una emaoacion cualquiera susceptible de obrar sollre las l>erso-
nas delicadas y muy nerviosas, y que esta emanaciou podía compararse al Ruido magnéllco.
Tales fueron los motivos que le determinaron á no 11oner su 6rma en el informe de sus co-
frades y hacer su profesion de feaparte.
El escrito de 1ussieu, aunque favorable al mesmerismo, no pudo atenuar el mal que le
habla hechoel informe de las cor¡>oraciones cienliflcas, y con especialidad un folleto presen-
tado al ministro con el titulo: ln{o>·me secreto sobro olmcsmorismo, en el que se dcclnralJa
al magnetismo contrario á las buenas costumbres.
Estos informes contra el magnetismo produjeron un vivo rumor entre los disclpulos de
Mesmcr, que se habían atlmcnando considerablemente, sisuiéndose 'le abí una ''iolentn po-
lémicaentre losenemigosylosdefensores del magneti~mo. Estos11retendieronquetos c••misio·
nados obraban de mala fé, y Mesmer protesaó solemnemente contra todas las esperiencias
hechas en casa de Desloo, declarando que siendo solo él el poseedor del sccrelo, no habian
podido seguir exactamente su método.
Apesar de la Academia yde laFacultad, las cubetas seguian au .voga, cmmdo mucho~
incídentes vinieron á desacrcdilal"las: In mujer de un mien1hro de In Academia murió e11
las manos de Mesmer, y la marquesa de Fleury, á quien el mngnetizodor trataba du curar
una debilidad en la vista, salió de sus manos completamente ciega.
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En este intermedio, salió á luz un folletointitulado : De los abusos aque he• dado lugcw e!
mesmeris-mo, y pocos dias despues de esta publicacion , se presentó en casa de Desloo .el
superintendente jeneral de p~licía, )' le dirijió várius cuestiones embarazosas sobre el mag-
nmismo en sus relaciones cen el amor. En fin, elcolosocle¡¡iescle m·cii/(HOmpletó el descré-
dito del mesmerismo. En esa obra se demostraba toda la vanidad de !adoctrina de Mcsmer,
y se hacia el paralelo muy evidente de las con~ulsiones de la cubeta con las que habían te-
nido lugar sobre el sepulcro del diácono París, que eran absolutamente obra de la imajina-
cion y comedia.
Estos escritos no aniquilar·JR el magnetismo, pero cambiaron su teoría y sus procedi-
mientos. Los partidarios del magnetismo comprendieron que el aparato de la cubeta cm
in(tlil, y que podían ope1•ar mas sencillamente. formóse un cisma entre ellos : los unos
admiraron, á ejemplode Antouio Jussieu, uli fluido real emanante del cucl·po humano ; los
otros no vieron en los efectos magnéticos, enjcncr~l, mas que unos fenómenos producidos
por la esci,acion cerebral.
Entónces palideció el astro de hlesmer, y los débiles resplandores que aun despedía, de-
bían apagarse muy Juego. La moda <le las cubetas pasó comotoda moda, y el inventor del
magnetismo ani.mal dejó la Francia para no volver mas á ella.
Uno de losdiscipulos de iles·mer, el marqués de Puysegm, habia observado muchas veces
que entre los crisiaMs de la cubeta había muchos acometidos de unsueño somnombúlico; se
le ocurrió la idea dedirijir bt palabra á uno de .f.slos, yobtuvo de él una l'cspuesta. Habiendo
hecho una sCI'ie de esperiencias semejantes, no quedó ninguna duda á M. de Puysegur
sobre la lucidez de ciertos somnámbulos, y desde entónces el magnetismo cambió comple-
tamente de faz, yse sustituyeron á la cubeta mesmcl'iana los jestos, las fricciones, las ¡Ja-
sas, etc., para provocar el somnambulismo.
El marques de Puysegur se apasionó al magnetismo, y su fortuna y posicion le suminis-
traron Jos medios de declicaJ·se á las esperiencias que exijia un arte que estaba aun en man-
tillas. No solamente somlUimbt•lizub(l hombrés, mujeres y niños por el· poder emisivo de sus
miradas ysus dedps, sino que tuvo el caplicho de magnetizar objetos inanimados, entre otros
un jigantesco olmo bajo cuyas ra¡nns ihan á bailar los aldeanos. J,os escritos del marques
aseguran quetodas las personas que iban á sentarse bajo aquel olmo, se dormian y respon-
dían á las preguntas que él les dirijia.
El rumor del nuevo descubrimiento del selior Busancy se propagó rállidamcnte por Eu-
ropa, y en todas partes se formaron sociedades magnéticas, especialmente en Alemania, en
donde se contaron mas de trescientas. Los mismos ollciales, para ocupar los ocios de guar-
nicion, magnetizaban á sus soldados, y se encontraban rejimientos mngneti?.ados. Las dife-
rentes sociedades ser.retas de los swedenborgistas, de los oswaldistas, los greatrakislas, los
martinistas, etc. séapoderarondel magnetismo para favorecer sus milagros, y desde cotón-
ces el magnetismo amenazó invadir el mundo.
EnAlemania, y particularmeute en Prusia, el magnetismo halló eminentes prosélitos; al-
gunos sabios, tales como Sprengell, Klugge, Treviranus, Wicnhold, Hufcland trataron de
regularizar sus estudios. El rey de Prusia hizo tambien mucho (lOr sacar el m~gn etismo de
entre las manos del charlatanismo que se había apoderado 'de él, promulgando una real ór-
den por la e¡ue se probibia la práctica del magnetismo á toda ''Persona estraita á la ciencia.
Acons~cuencia de esta real órden, se abrió en Berlín una clioica magllética de cien camas
para los enfermos que desease11 sufrir este método curativo y ejercitar á los alumno en las
diferentes prácticas de ese arte.
En Francia, los grandes negocios de la Revolucion y del Jmperio no permitieron ocuparse
mucho del magnetismo ani1ilal; el magnetismo cm entónces la libertad, era la gloria, ysolo
en tiempo de la Restauracion se volvieron aseguir con actividad los estudios mesmerianos.
Desde 18·19 se publicaron muchos escritos sobre él magnetismo puyseguriano, y especial-
mente los de MM. Deleuse, Virey, d'Hcnin, Cuvilhers, etc. 1L Deleuse, profesor del Museo
de Historia natural, discípulo y amigo de M. de Jussieu, hizo su profesion de fe en estos
términos : ·
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" Creo en una emanacion de mí mismo, po¡·quese producen sus efectos sin que yo toque
» el.sujeto que magnetizo, y porque nada no produce nada. Ignoro la naturaleza de esta
» emanaciou, no sé á qué distancia puede estenderse, pero sé que es lanzada y dirijida por
» mi voluntad, porc1ue <:tlando <:eso de querer, cesa ella de obrar.» ·
Por lo demas, el célebre La Place habia dicho ya en su teoría del cálculo y de las proba-
bilidades :
" Los-singulares fenómenos r¡ue resultan de la eslremada ·sensibilidad de los nervios en
» algunos indil'iduos, han dtldo orljen á dive1·sas opiniones sob1·e la existencia de un nuevo
, ajente, al que dan el nombre de mcrgnetismo wlimctl. Es natural creer que la accion de es-
" las causas es muy débil, y e¡ue puede ser turbada fácilmente po1· un gran número decir-
" cunstancias accidentales. Así, de que no se haya manifestado en muchos casqs, no debe
» deducirse que no ba existido jamas. Estamos tan distantes de conocer todos los ajentes d()
» la naturaleza y sus diversos modos de accion, que seria muy ¡>oco filosófico el neg¡u· In
» existencia de los fenómenos únicamente porc¡ue son inesplicables en el estado actu'al de
» nuestros Gonocimientos. »
En 1.825, el doctor Foissnc proi>Onia ;i la Academia de Medicina unasesion magnética, iL
fin de c¡ue esta corpo1·acion pudiese esponer los grandes fenómenos que debla presenciar;
al cabo de grandes debates, la Academia aceptó la· proposicion, y nombró en 1.826 una co-
mision compuesta de ~!M. Husson, Jtard, Dourdois de la Molle, Gueuault de Mu~sy, .Marc,
Tillaye, Fouquicr, Double y Magendie.
Los comisionados principiaron al punto sus estudios y los continuaron hasta en i83i,
época en la cual se etH:a1·gó á M. llusson el resúmen de los trabajos de la comisionen un
informe en favor del magnetismo, y del que vamos ú citar los dos últimos pím afos:
" Considerado como ajente de fenómenos fisiolójicos ó como medio lerapEiulico, al mag-
• nctismo debiera hallar su plaza en el cuadro úe los conocimientos medicales; y por consi-
• guiente solo los médicos deberían hacer ó vijilar su uso, como se practica en los paises
• del Norte. La comision no ha podido verificnr, porque le ba faltado la ocasioo, otras fa-
• cultades que Jos magnetizadores habían auuuciado existían en los somnámbulos; pero ha
• recojido y comunicado hechos bastante impor-la11tes para opinar que la Academia deberia
• fomentar las investigaciones sobre el magneti~mo, como un ramo muy curioso de psi-
• cologia y de historia natural. •
En ese mismo aüo, salió á luz una obra del doctor De1·trand, inlilulada : Del Alaynetismq
a11imal en Francia., obra concienzuda y notable que hizo cierta impresion en el público.
En 1.837, la Academia de Medidna organizó una nueva comision para examinar una som-
námbula dirijida por el doctor Berna. Este médico se babia obligado á hacer en presencia
de la cornision las esperiencias siguientes: - Insensibilidad com1>leta de un miembro pro-
vocada por el magnetismo;- restitucion, por la voluntad, de la sensibilidad á ese miem-
bro; - obediencia á la órden mentul de perder el movimiento; - obediencia á la órden
mental de cesar de responder en medio de una conversacion.
Se hicieron las esperiencias y no satisficieron á la comision; M. Berna sufrió una derrota,
pero la atribuyó á un concurso de circunstancias opuestas á la influencia magnética.
Aconsecuencia de esa sesion, propuso el doctor Burdin, para 1>oner término á todas las
incertidumbres ~obre el magnetismo, un premio de tres mil francos á la somuambul'' que
leyese Mn el auxilio ele sus ojos, o que ¡>rescntase lo que se llanu• tras¡>Osicion de los sen-
tidos.
Tan . Ju~go como se publicaron el premio Dul'<lin ylas condiciones requeridas para alcan-
zarlo, sa presélltarou seis prelendieutes, que fueron, i' M. 13ie•·mann, médico de la córle de
llanóver; 2• M. Hublier, médico del hospital de Provins; 3• eldoctor Dergerou; 4• .M. Hi -
cardo, magoelizado1· en Burdeos, no médico; 5' M. Despine, m~dico inspecJOrde las aguas
deAix, en Savoya·; 6' el doctbr.Pigeaire, cuya somnámbula tenia llena de admiracion á la
ciudad de Montpeller, y adamas se recomendaba por los procesos-verbales muy favorables
de M. Lordat, decano de la facultad úe Montpeller.
© Biblioteca Nacional de España
- 8-
De todos estos concurrentes, ninguno, segun la Academia, satisfizo á las pruebas cxijidas,
v el prtmio Burdin está aun por dar.
• Desde18110 hasta nuestros dias se ha ¡>ublirado una multitud de folletos sobre el magne-
tismo, y se bao presentado una multllud de magnetiz:~dores. Ante estos escritos y los fenu·
menos estrnordinnrios of•·ccidos diariamente por los somnámbulos, se han visto fo•·zados los¡n·ofesores de la Facultad de París á confesar que el magnetismo presentaba muchos fenó·
menos jcnerales del resorte de la fisiolojía; que, bajo este concepto, entraba en el dominio
de la ciencia y mere~ia ser estudiado.
Muchos médicos franceses han intentado aplicar el magnetismo á la curacioo de ciertas
enfermedades; pero, por desgrncia, el número de los médicos que se sirven dé! magnetismo
como medio curativo, es infinitamente pequelio compa•·ado con elde las personas cstrañas
al arte de curar que hacen de él un objeto de especulacion.
Pero los escándalos de los charlatanes no podrían destruir In existencia del magneti'mo.
Cond~oado muchas veces, aunque nunca sin apclacion; admitido y proclamado en diversas
épocas, pero nunca con una demostracion suGcícnte, hé ubí ya mus de sesenta años que vive
entre nosotros. Verdad es que surre grandes remisiones lle celo é interes; pero al momentovuelve á animarse con vivas recrudescencias de curiosidad. Esta existencia, ya inaudita, en
unostiempos en que las eosas viven tan poco, no es el¡Jroducto de un error grosero, é in-
dudablemente llegará dia en que la ciencia lo adopte enteramente, despues de haberlo puri-
llcado de todos los errores que hoy lo o~curecen.
A. DJ>uAY.
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Historia del magnetismo animal

  • 1. HISTORIA El magnetismo, que en muchas épocasha ocupado vh·amente la atencion pública, ha vuelto1 llamarla.de nue•·o yá des11et·tnr mas simpnlfas qne en otros tiempos. Lns ~:orporncio­ nes cicntrficns se muestran méuos hostiles á sus prodijios y los someten á la análisis miéntras quti los cscritot·cs, aprovechandola po(lulal'idad de su nombre, los propagan bajo la formn do In novela. Nuestrosiglo, eminentemente observador é lncdinndo á los descul>l'lmicntos, estudia con ardor los misterios de In natnmleza, y sus lll'OSrcsos en esta ciencia le hocen cree•· que nada hayimposible á sus in••esti¡;aciones. Elmagnetismo ha cesado de halla1· in- crédulos sistemáticos, pero se halla aun rodeado de tanta oscuridad ·y esplotado como en otros tiempos con tanta audacia por elcharlatanismo, que conviene esplicarlo bien y formar unajusta idea de su poder, pues es bueno poner al público alerta contra sus errores, dllndole :1 la vez lugar :1 reflexionar sobre sus verdades. ¿ llny necesidad de recordar que la palabra magnetismo es derivada del griego magnes (iman), que significa atraccion sim1>Aiicaentredos cuerpos?¿ que el magnetismo, cuandose ejercesobre cuerpos brutos, se llama mineral útc>-rcstl·c, y que, por analogía, se hacalificado de IIW{IIIotismo animal la rtccionsimp¡licadel hombre soiJI'C el hombre ú del animal solu·o el unlmul? J.o que hay que consignar sobre todo es que la existencia del magnetismo mineral es innegnl>lc y que fué r.onoeidu desde la mas remola antigliednd. El iman estaba en gran vogn en 1:1 medicina de los magos, de Jos caldeos y los egl11cios. Los griegos y los romanos se sirvieron de él con grande éxito en diversas enfermedades. Ournnte la edad· media l' los siglossiguientes, Avicena, Roberto Fludd, Arnoldo de Villanuevá, Alberto el Grande, Cardan, Parnfelso, etc., y un gran número de médicos y filósofos en•:ominron el imancomo un est:e- lente remediocomra toda especie de enfermedades nerviosas. Sin embargo, este método curativo COITió la suertede otros muchos, cayó con la medicina em1>írica y que.dó ln1'gn tieii1(IO sumido en elolvido. 1 © Biblioteca Nacional de España
  • 2. -2- Il(1cia mediados del si¡;lo xvnr el ffsico Klal'ich, médico del rey de Inglaterra, voll'ló á poner en vc•ga el método magnético por las numerosas curas que pretendió operaha con el iman, yuna moltilud de sabiOS"de rodoslos paises, Z><ingcr, Kresncr, Uolmann, Glaubrechl, Reichel, Weber, Akcn, Slromer, Siguud-Laronl, l'aulian, de Arquier, ele, hir.ieron esrerien- cins p1u·a comprobar la verdad de los hechos alegados por el médico Klarich. El ahate Le- noble construyó en Fl'llncia imanes Ul'lificiales, y se bizo de modael método mngnélico pam las enrermedades nerviosas. En i774, el aslrónomo llell conrinuó los trabajos del abaie Lenoble, perrecciooó el modo de aplicacion de los imanes sobre las diversas partes del cuer¡lo, y con este socorro obtuvo curas prodijiosas que tuvieron grande eco en Ale- mania. Esta digrcsion sobre el iman, aunque ajena de nuestra malcría, nos ha parecido necesa- ria á fin de indicar el punto de donde ¡1arte Mesmer par llegar á la edificacion de su doclri- na del magnetismo onimol. Antonio Mesme1· estudiaba la mctlicina en Viena, en donde se har.ia nolnr po1· sus ideas estrniws. En 1766, pa1·a obtener oluor.rorndo, sosluvoanlc la fucnllad de. nr¡uclla ciudad una lésis inlitulada: Do /(lin(lueru:ic•do los11stros sobreolcueiJlO lumlOIIO. "Los astros, decia en su disertacion, en virrud de la ruet7a que produce la mutua a1raccioo, ejercen sobre los seres vivientes una inttuencia que no es mas que una modificacion de la atraceion jenernl. Esta inCiucncia se 011cra por el inrcnnedio de un Clúido sutil que llen·a el uoiverso y penetra todos los cuerpos, cte.• Por el año de i 776, habiendo oido Mesmer hablar de los maravillosos resullados que el astrónomo llell aseguraba obtener pormedio de sus imanes, tu•·o frecuentes conrerencios con este p1·of~sor, y habiendo llamndomtl)' parlicl¡larmeule suntencion asl In novedad como lo singular de la fue1·zn magnética, se persuadió de que esta l'urrza ern el Clúítlo universnl de que él habia hablado en su tésis iuausUI·al. Abrió al punto una enrcnnc1·[a p;11·tir.ulnr en la cual se ofreció Acurar grat(litnmente, ¡lor medio del magnetismo, A lodos les enrer- mos que en ella se. presentasen, y ti este crer.lo mandó construir una enorme canlidacl de planchas magnclizatlas de diversos rormas y temai10s para poderlas acomodar¡ las diversns partes del cuerpo. Mesmer no se contentó, como el profesot· nell, con OJlCI'Or en una sola ciudad; quiso que tollo er imperio sintiese los pretendidos beneficios de su mélodo cura- tivo, )' eu su Yirrud en•·ió A!odas 11arles sus armaduras magnélicas, )' llenci, ndemas, los diarios alemanes y estraojeros de relaciones de sus curas milagrosas. Debemos creer que logrli rcsliluir ln salud á algunos cnrcrn•os, porque muchos snhios de a<¡uolln época conrc- saron hnber sielocurados por el método mcsme1·iano. Pero Antonio 1lesmer, que tenin mas bien lnambicion de la rQr,luoa que In de una repu- tacion de sabio, no quiso limitarse al magnetismo mineral; neccsilaba algo de estraordina- rio que hiriese las lmnjioaciones yr.uyo revelador pudiera deci1·sc él. Enlónr.es, ahnndo- nnndola teorla del profesor Hcil, r¡ue no suponlo erectos sobre los enrermos sino por medio del imno, proclamó la existencia de un magnetismo animal esencialmente dibtinto del mng- nelismo terreslre. Este magoclismo, decía, es la propiedad del hombre, •JUC no licue ningu-- na necesidad del imau para·o¡1erar curas, y formulósu !lueva doclriun en veintisiete pro- posiciones, bajo forma de arorismos, que reasumimos así: El CUCI'IlO humano siente los erecLOS del núido universal, que nfecla inmc<liatamenle SUS nervios, infiltrándose en su sustancia, y le da lli'Opiedades análogas á las del iman. l::sla propiedad, llamada magnetismo animal, puede comunicarse :1 los cuerpos animados é inani- mados. La aGcion magnética puede igualmente t•ner lugar de cerca ó á distanrias muy lar- gas. Puede provocar inmediatamente convulsiones, crísis snludniJies, yenrar enrermedad ~s reputadas incurables, etc. Las academias de Viena y de Derlin, :1 las qne ~lesmrr enl'ió r,·osr.os magneti7.a- dos y programas, SC burlaron de él )" lo lrataroo de 'ÍSÍOnario )' chnrlalan. rtcrido en su orgullo y en sus esperanzas, ~lcsmer rcSJJOndió co11 in¡nrias; enr,,hló$6 una •·iolenta pol6mic,1, y de rcsullas de esta el autor del mng•oetismo ;miu1nl se vió ahligaclo ú <lí·jo1· ¡ 'ieua, en donde, po1· otra (Hrte, le acusaban de haber Reducido á una jóvcn do diez y © Biblioteca Nacional de España
  • 3. 5 siete nños y gu~rdfadola en su casa so prcte$10 de restituirle In l'ista por medio del masue· lismo. No pudiendo yn pea·mnnecer en ·Alemania, Mosmor se l'inoíl Paris, pues lo¡1areció un teatro fnvorahleni ejercicio de su industria esta ciudad tan curiosa entónces de toda espe- cie de uovoda'd. l.as academias de las ciencias yde mediciun le rechazaron, pero el público nr.ojió con entusiasmo In singularidad de su doctrina, y sus sentencias de inspirado le va- lieron el favor de uo·pueblo ocioso yfr!volo. Mesmer se hospedO en uno delos hermosos hoteles de la plazaVendome ymuy luego tuvo unn casa bien mont~da, en la que tenia siempre mesa abierta. El médico magneli?.ndo•· pretendía eumr todas las eufermodndos, y particulal'llaento lns delas muje•·es vaporosas; lo que él pedia especialmente eran enfermedadesgraves, invete- radas, rebeldes al métodode los mas há!Jilcs miemnros de la docta facullad, y no exijla niu- ¡¡unsalario. Hallúbanse en la plaza V~ndome magnifico~ salones, muebles suntuosos, ricos cuadros, una deliciosa músir.a, y para los iniciados esquisitas cenas. ~nfermos y sanos, todo el muodo acudin icasa de Mesmer como :i una partida de placer; los mas altos perso- najes y las seiaoras de la primera aristoca·acin no temieron ft·ecuentarla. Hastase pretendió quo In misma ruinuacudía Ct ella disfrn1.ada. Jlénquiloquepasaba en aquellos famosos salones yde quémodooperaha el m~gnellzador: En medio del aposento eu que se hacino las es¡¡eriencias babia una cubetade cuatro ó cinco piésdediámetro, que contenia algunas pulgadasde agua, limaduras de hierro, 1·idrio molido, y botellas igualmeutc de agua colocadas en un Orden caballstico. Una cubierta horadada ada¡llada á esa cubeta, daba salida 1>or sus ngu;eros á l'árias espigas de hierro dobln~ns en la ¡1nrte esterior. Los onfcmJos y curiosos que iban'' que los magnetizasen, se sentaban al- redor do la cubeta y agarraha cada uno unn c~piga do hierro ¡Hara aplicársela á In parle do- liente. Amenudo, dcta·ns de esa prim~rn fila se establecía otra, y un terer circulo de indi- viduos que formaban cadena enlazándose lus manos, es deci1·, que la persona de la derecha metin su dedo pulgar entre el pulgar y el lndice del que estaba á su izquierda, y nsi hacino sucesivamente todos los demas. Al mismo tiempo, se tocaban por las rodillas y los piés, y ndemns, se enrollaba ni cuerpo de Jos enrermos una larga cuerda :atadaá la cubierta de la cubeta: · Mióntrnsque todos se nl'l'cglabao á sus anchuras Jlara formnr la cadena, deleitaba susoídos un concierto de clavos, haa·pas y ''oces, que se interrumpía de ve?. en cuando para dejar oír el timbre tan suave y tan penetrante de la armónica, instrumento nuevo que Mesmea· tocaba con perfcccion. Los sonidos de la armonóica obraban vivamente sobre los nervios de las mu- jeres delicadas, y cuando llrsmerjuzgaba quese bailaban ya suficieotementeconmovidaspor aquella mordentearmonfn, se presentabA súbitamente acom1>ailndo devarios iniciados, arma- dos de ''orillas de hierro, á fin do ac1·ecentaa· In cnerjia del llúido magnético quesalia do la cubeta, y do im¡>onea· tllos burlones é iucr~d ulos. El magnetizador y sus adeptos descrihian con sus varas círculos misteriosos alredOJ' de Jos enfermos, luego daban principio á la aplica- cion de las manos sobre In cabeza, los hombros y el pecho. Con particularidad palpnuno la rtjion epigástrica y abdominal, pon¡ue es en donde residen los plexos nerviosos mas esten- sos )' cuya sim¡latlaes jeneral. Así era como el maestrodabaleccion~s á sus discípulos, que~e com111acian en sus curas magnéaicas. Para proceder con método, cada parte del cuerpo ba- bia reciLido un nombre ¡larticular: así la gotiet·a dorsal se llnmahn Ingran corriente, lago- ticrn pectoJ·al la 1>equeian ~onienle, los hipocondrios se llamubnn el polo negro, el pechoel l>Oio blanco; y muchas damas que haba·ian puesto el gl'ito en el ciclo si una mano indiscreta so hubiese puesto sab•·e sus hombros, hallaban muy natm·al que les tocasen el polo blanco. ¡lnOuencia de los nombres! Entre las personas que á esto singular tratamiento se sometían, las que no tenian fé en el poder curalii'O del doctor Mesmer no es¡J•:rimentahan ningnn efecto, como se concibe hitu, pc1·o aquellascuya imajinncion esperaba una cura próxima, esperimontaban boster.os, p~n­ dh:ttlnciones, una los violenta, una lijea·a initncion jeneral, un calor inusitado¡ otJ·ns se aji- lnhnn0011 lemplores pn,cinlM Ó,jonoralcs, y Ol'nll Ílll'ndlqas do convulsiones r¡ue 56 ilmn !IJlO• ' © Biblioteca Nacional de España
  • 4. - 4- derando poco á poco de todas his mujeres de la misma cadena, y c¡ne se hubieran podido creer contajiosas. Entre estas convulsionarias, las habio que daban agudos gritos, que se retorcian,scsofocahan, lloraban ó daban insensatas risotadas. Cuando esle desorden nervioso llegaha á su mas alto paroxismo y se trasformaba en delirio, era la crísis deseada: Mesmer mand;tha llevar al punto á los crisiacos a un ~uat·to cuyo pavimento n<'olchado en toda su est•msion estaba cubierto ademasde una blanda alfombra, yaun se hahia llevado la J>rec:tucion hasta cubrirlas paredes y tabiques de una espesa·capa de.algodon, de manera que los crisiacos podían brincar, arrollarse en todos sentidos, y aun dejarse caer calJeza aba¡o sin el menor peligro. · · )'no hay <iue acusamos de exajeracion en la esposicion de estos sfntomosnerviosos, pues, para prouar su autenlicidad, nos bastará citar un pasaje del informe de los comisionados de la Academia de las cien"cias, redactado por el célebre Bailly, informe enteramente hostil al flúido maogético: " Na.da mas pasmoso, escribía Bailly, que el espec!áculo de esas convulsiones. Cuandouno » nolo ha ''isto, no lo puedeformarse una idea deél, yal verlo, quedauno igual'lleule sorpren- • dido del reposo profundo de itna parte de estos enfermos y de la ajitacion que auima á los >> otros, de Jos acr.i<lentes variados que se repit~n, de ·las simpatías que se establecen. Se ven »enfermos buscarse esclusivamente, y, precipitándose unos hácia olros, sonreírse, haularse » con afeéto y endul1.ar mútuamente.sus crisis. Todos están ciegamenle sometidos al quelos » magnetiza; y JlOr mas que se hallen en un adormecimienlo profundo, basta para sacarlos >> de él al punto la voz, una mirada, una seita del magnetizador. Se ha observado tambien » <¡ue uo ruido imprevisto les causa estremecimientos; el cambio de tono ydecom¡las en »las Ut"il.tScantadas 6 tocadas inlluye visiblemente en estos enfermos; un movimiento mas » vivo los ajila mas y renueva á veces su convulsion. • Mesmer estableció cuar~os particulares, provistos cada uno de ellos de una cubeta, á fin de que las personas que deseasen tener convulsionessolas ócon una sociedad de amigos, pu- dieran reservarlos de antemano, como se hace con un gabinete en una fonda ó con uu palco en el teatro. Cada cubeta producía á lu ménos diez luises diarios á su dueño, y aun así hauia que pedirla con muchos dias de anticipacion, á causa de la mucha clientela. El que babia re- tenido un cuarto particular, decia (L sus amigos : • Tengo una cuiJela, cuento con usted para esta noche. • Esta dificultad debia dar una voga inmensa á las tertulias mesmerianas. Asf, el holel de la plaza Vendome estaba siempre lleno, ylas personas que lo frecuentaban eran de lo mas selecto. Los unos iban ullí JlOr distraerse, como se va al teatro, las personas hastiadas iban á buscar emoe.iones, los enfermos un alivio á susdolencias. .lamas el templode Epidaw·oestuvo tan.concurrido como el hotelde Mesmer, y ¡cosa notable! todos salían de él satlsfchos y con el propósito de volver. Eo el número de los adeptos que Mesmer instruyó en su arte, dlstinr;uianse hombres cé· lebres y muy graudes señores. El magnetizador supo atraerse á Desloo, rejente de la facul- lad de mediclna de Paris, y que se hizo su verdadero apóstol. Desloo, que era tambien mé- dico del conde de Arlois, proporcionó una rica clientela á su maestro. Eotónccs tuvo llles- meJ· la .torpe idea de dirijir una memoria á la Academia de las ciencias, <¡ueriendo hacer ''esta lesligo de sus prodijios, y propuso ~demas á la facultad de medicina esperienclas comparalivas entre enfermos, tratados unos por el mélodo ordinario, yotros por el fluido magnéLico. · · La Academia y la Facullad respondieron cou una negativa desdeñosa. Poco tiempo despues logró que le recomendaran A la reina y consiguió que le diesen examinado- res; pero esle favor redundó en su desventaja, porque, no habiendo quel"ido someterse álas csperiencias que le po¡>Onia la corporacion cientfiica, se propagó este rumor, y su reputaciou recibió una gran herida. Enojauo contra la Academia y la Facultad, Mesmer amenazó con abandonar la Francia, y solo se le hizoquedarse por los ruegos de muchos grandes personajes. El minislro Bre- teuil le propuso en nombre de la reina una pension de 50,000 francos y el cordon de San Miguel si consentía en enseñar su método á algunos médicos elejidos por el gobierno, pero .. © Biblioteca Nacional de España
  • 5. - 5- &lesmer, temiendo que le tendiesen un lazo, rehusó estas brillantes ofertas, y, so 11releslo. de su estado de mala saluu, drjó :i Paris para ir á las aguas de Spa. Durante la ausencia de su maesiro, el médico Deslon uhrió un establecimiento magn.;tico enteramente parecido al de la plaza Vcndome, y como h u bic~c llegado á noticia deMcsmcr, volvió este apresuradamonte il Paris, temeroso de que su dlselpulo le sobrepujase en suin- uustrla. Entónces ''arios entusiastas abrieron una suscricion de cien acciones que costulJun cien luises cada una, y daban derecho á la revelacion de la doctrina mesmeriaon. Estas ac- eiones se colocaron al punto y aun fué preciso crear otras cincuenta para satisfacer ;í los pe· didos quellegaban·de todas partes. Lo~ trescientos sesenta mil francos procedrntes de estas acciones fueron entregados inmcdiamente á )lesmer, y los accionistas tomaron el nombro de sociedad de la Armonio, Sostenido por elcrédito desus disclpulos, Mesmt·l' volvió (1 dar principio ¡~sus sesiones magnéticas, ysu hotelse convirtió de nuevo en ei puulo de rcunioo de la aristocr:ocia. En fin, en1784, el rumoo· de l ~s curas estraordinarias operud.us par el magnetismo detcnuinó al gohlerno á ocuparse de él, ysalió á luz una real órden cncao·gando á las dos coi"I>Oo·n~io­ nes científicas del Estado el estudiao· lacuestion de lm ugneli~rno animal y presentar un in- forme sollre él. La Academia de las ciencias confió este trabajo á Lavoisicr, Frnnklln, .Oaill¡•, Majaut Sallin, Leror, de Bory y Oarcet; la Facultad nombró á Oesperrierés, Guillotin, Caille, Mauduit, Andry y•ntonio de Jussieu. ~tesmer, JlOr odio il las Academias, se negó ;1. operar delante de sus comisionados, y estos pasaron ni establecimiento de Deslon, 1>rimer discí11ulo de Mesmer·y que magnetiZJba tan bien como su maestro. Los comisionados fue- ron te;.tigos de hls convulsior.cs y de las crisis que tuvieron lugnr al rededor de la cubeta, pea·o hniJiendo manifestado el deseo de que los magnetizasen a ellos mismos, no tuvieron buen óxito las esperiencias hechas al efecto. EntónceH llnílly redacló, en nombre de los co- m"asionados, un informe del t¡ue hemos citado ya un pasaje, encaminado á demostrar que el pretendido fluido por cuyo medio 01>eraban Mesmer y sus discipuloi, no era otra cosa que una exaltacion del sistema nervioso debida á la inOuencia de la imajinacion. Sin embargo, uno de los miembros de la comision, Antonio Jussieu, no pudiendo negar los hechos que habían pasado ánte sus ojos, rehusó firmar el informe de sus cofrades, y re- dactó uuo particular, eo que dividió en cuatro clases los efectos que babia obsef'ado: i• Los bcchosjenerales cuya fisiolojía puede indicar la Cllsualidad; 2• Los hechos negativos 6 contrario• a la doctrina del magnetismo; a• Los hechos que resultan directamente de la imajinaciou; ll• Los hechos que tienden á ha~er creer en un ajente magnético. Muchas esperiencias bao iodu~ido il Antonio Jussieu á 11resumit· que·se desprendía real· mente del cuerpo humano una emaoacion cualquiera susceptible de obrar sollre las l>erso- nas delicadas y muy nerviosas, y que esta emanaciou podía compararse al Ruido magnéllco. Tales fueron los motivos que le determinaron á no 11oner su 6rma en el informe de sus co- frades y hacer su profesion de feaparte. El escrito de 1ussieu, aunque favorable al mesmerismo, no pudo atenuar el mal que le habla hechoel informe de las cor¡>oraciones cienliflcas, y con especialidad un folleto presen- tado al ministro con el titulo: ln{o>·me secreto sobro olmcsmorismo, en el que se dcclnralJa al magnetismo contrario á las buenas costumbres. Estos informes contra el magnetismo produjeron un vivo rumor entre los disclpulos de Mesmcr, que se habían atlmcnando considerablemente, sisuiéndose 'le abí una ''iolentn po- lémicaentre losenemigosylosdefensores del magneti~mo. Estos11retendieronquetos c••misio· nados obraban de mala fé, y Mesmer protesaó solemnemente contra todas las esperiencias hechas en casa de Desloo, declarando que siendo solo él el poseedor del sccrelo, no habian podido seguir exactamente su método. Apesar de la Academia yde laFacultad, las cubetas seguian au .voga, cmmdo mucho~ incídentes vinieron á desacrcdilal"las: In mujer de un mien1hro de In Academia murió e11 las manos de Mesmer, y la marquesa de Fleury, á quien el mngnetizodor trataba du curar una debilidad en la vista, salió de sus manos completamente ciega. © Biblioteca Nacional de España
  • 6. -6- En este intermedio, salió á luz un folletointitulado : De los abusos aque he• dado lugcw e! mesmeris-mo, y pocos dias despues de esta publicacion , se presentó en casa de Desloo .el superintendente jeneral de p~licía, )' le dirijió várius cuestiones embarazosas sobre el mag- nmismo en sus relaciones cen el amor. En fin, elcolosocle¡¡iescle m·cii/(HOmpletó el descré- dito del mesmerismo. En esa obra se demostraba toda la vanidad de !adoctrina de Mcsmer, y se hacia el paralelo muy evidente de las con~ulsiones de la cubeta con las que habían te- nido lugar sobre el sepulcro del diácono París, que eran absolutamente obra de la imajina- cion y comedia. Estos escritos no aniquilar·JR el magnetismo, pero cambiaron su teoría y sus procedi- mientos. Los partidarios del magnetismo comprendieron que el aparato de la cubeta cm in(tlil, y que podían ope1•ar mas sencillamente. formóse un cisma entre ellos : los unos admiraron, á ejemplode Antouio Jussieu, uli fluido real emanante del cucl·po humano ; los otros no vieron en los efectos magnéticos, enjcncr~l, mas que unos fenómenos producidos por la esci,acion cerebral. Entónces palideció el astro de hlesmer, y los débiles resplandores que aun despedía, de- bían apagarse muy Juego. La moda <le las cubetas pasó comotoda moda, y el inventor del magnetismo ani.mal dejó la Francia para no volver mas á ella. Uno de losdiscipulos de iles·mer, el marqués de Puysegm, habia observado muchas veces que entre los crisiaMs de la cubeta había muchos acometidos de unsueño somnombúlico; se le ocurrió la idea dedirijir bt palabra á uno de .f.slos, yobtuvo de él una l'cspuesta. Habiendo hecho una sCI'ie de esperiencias semejantes, no quedó ninguna duda á M. de Puysegur sobre la lucidez de ciertos somnámbulos, y desde entónces el magnetismo cambió comple- tamente de faz, yse sustituyeron á la cubeta mesmcl'iana los jestos, las fricciones, las ¡Ja- sas, etc., para provocar el somnambulismo. El marques de Puysegur se apasionó al magnetismo, y su fortuna y posicion le suminis- traron Jos medios de declicaJ·se á las esperiencias que exijia un arte que estaba aun en man- tillas. No solamente somlUimbt•lizub(l hombrés, mujeres y niños por el· poder emisivo de sus miradas ysus dedps, sino que tuvo el caplicho de magnetizar objetos inanimados, entre otros un jigantesco olmo bajo cuyas ra¡nns ihan á bailar los aldeanos. J,os escritos del marques aseguran quetodas las personas que iban á sentarse bajo aquel olmo, se dormian y respon- dían á las preguntas que él les dirijia. El rumor del nuevo descubrimiento del selior Busancy se propagó rállidamcnte por Eu- ropa, y en todas partes se formaron sociedades magnéticas, especialmente en Alemania, en donde se contaron mas de trescientas. Los mismos ollciales, para ocupar los ocios de guar- nicion, magnetizaban á sus soldados, y se encontraban rejimientos mngneti?.ados. Las dife- rentes sociedades ser.retas de los swedenborgistas, de los oswaldistas, los greatrakislas, los martinistas, etc. séapoderarondel magnetismo para favorecer sus milagros, y desde cotón- ces el magnetismo amenazó invadir el mundo. EnAlemania, y particularmeute en Prusia, el magnetismo halló eminentes prosélitos; al- gunos sabios, tales como Sprengell, Klugge, Treviranus, Wicnhold, Hufcland trataron de regularizar sus estudios. El rey de Prusia hizo tambien mucho (lOr sacar el m~gn etismo de entre las manos del charlatanismo que se había apoderado 'de él, promulgando una real ór- den por la e¡ue se probibia la práctica del magnetismo á toda ''Persona estraita á la ciencia. Acons~cuencia de esta real órden, se abrió en Berlín una clioica magllética de cien camas para los enfermos que desease11 sufrir este método curativo y ejercitar á los alumno en las diferentes prácticas de ese arte. En Francia, los grandes negocios de la Revolucion y del Jmperio no permitieron ocuparse mucho del magnetismo ani1ilal; el magnetismo cm entónces la libertad, era la gloria, ysolo en tiempo de la Restauracion se volvieron aseguir con actividad los estudios mesmerianos. Desde 18·19 se publicaron muchos escritos sobre él magnetismo puyseguriano, y especial- mente los de MM. Deleuse, Virey, d'Hcnin, Cuvilhers, etc. 1L Deleuse, profesor del Museo de Historia natural, discípulo y amigo de M. de Jussieu, hizo su profesion de fe en estos términos : · © Biblioteca Nacional de España
  • 7. - 7 - " Creo en una emanacion de mí mismo, po¡·quese producen sus efectos sin que yo toque » el.sujeto que magnetizo, y porque nada no produce nada. Ignoro la naturaleza de esta » emanaciou, no sé á qué distancia puede estenderse, pero sé que es lanzada y dirijida por » mi voluntad, porc1ue <:tlando <:eso de querer, cesa ella de obrar.» · Por lo demas, el célebre La Place habia dicho ya en su teoría del cálculo y de las proba- bilidades : " Los-singulares fenómenos r¡ue resultan de la eslremada ·sensibilidad de los nervios en » algunos indil'iduos, han dtldo orljen á dive1·sas opiniones sob1·e la existencia de un nuevo , ajente, al que dan el nombre de mcrgnetismo wlimctl. Es natural creer que la accion de es- " las causas es muy débil, y e¡ue puede ser turbada fácilmente po1· un gran número decir- " cunstancias accidentales. Así, de que no se haya manifestado en muchos casqs, no debe » deducirse que no ba existido jamas. Estamos tan distantes de conocer todos los ajentes d() » la naturaleza y sus diversos modos de accion, que seria muy ¡>oco filosófico el neg¡u· In » existencia de los fenómenos únicamente porc¡ue son inesplicables en el estado actu'al de » nuestros Gonocimientos. » En 1.825, el doctor Foissnc proi>Onia ;i la Academia de Medicina unasesion magnética, iL fin de c¡ue esta corpo1·acion pudiese esponer los grandes fenómenos que debla presenciar; al cabo de grandes debates, la Academia aceptó la· proposicion, y nombró en 1.826 una co- mision compuesta de ~!M. Husson, Jtard, Dourdois de la Molle, Gueuault de Mu~sy, .Marc, Tillaye, Fouquicr, Double y Magendie. Los comisionados principiaron al punto sus estudios y los continuaron hasta en i83i, época en la cual se etH:a1·gó á M. llusson el resúmen de los trabajos de la comisionen un informe en favor del magnetismo, y del que vamos ú citar los dos últimos pím afos: " Considerado como ajente de fenómenos fisiolójicos ó como medio lerapEiulico, al mag- • nctismo debiera hallar su plaza en el cuadro úe los conocimientos medicales; y por consi- • guiente solo los médicos deberían hacer ó vijilar su uso, como se practica en los paises • del Norte. La comision no ha podido verificnr, porque le ba faltado la ocasioo, otras fa- • cultades que Jos magnetizadores habían auuuciado existían en los somnámbulos; pero ha • recojido y comunicado hechos bastante impor-la11tes para opinar que la Academia deberia • fomentar las investigaciones sobre el magneti~mo, como un ramo muy curioso de psi- • cologia y de historia natural. • En ese mismo aüo, salió á luz una obra del doctor De1·trand, inlilulada : Del Alaynetismq a11imal en Francia., obra concienzuda y notable que hizo cierta impresion en el público. En 1.837, la Academia de Medidna organizó una nueva comision para examinar una som- námbula dirijida por el doctor Berna. Este médico se babia obligado á hacer en presencia de la cornision las esperiencias siguientes: - Insensibilidad com1>leta de un miembro pro- vocada por el magnetismo;- restitucion, por la voluntad, de la sensibilidad á ese miem- bro; - obediencia á la órden mentul de perder el movimiento; - obediencia á la órden mental de cesar de responder en medio de una conversacion. Se hicieron las esperiencias y no satisficieron á la comision; M. Berna sufrió una derrota, pero la atribuyó á un concurso de circunstancias opuestas á la influencia magnética. Aconsecuencia de esa sesion, propuso el doctor Burdin, para 1>oner término á todas las incertidumbres ~obre el magnetismo, un premio de tres mil francos á la somuambul'' que leyese Mn el auxilio ele sus ojos, o que ¡>rescntase lo que se llanu• tras¡>Osicion de los sen- tidos. Tan . Ju~go como se publicaron el premio Dul'<lin ylas condiciones requeridas para alcan- zarlo, sa presélltarou seis prelendieutes, que fueron, i' M. 13ie•·mann, médico de la córle de llanóver; 2• M. Hublier, médico del hospital de Provins; 3• eldoctor Dergerou; 4• .M. Hi - cardo, magoelizado1· en Burdeos, no médico; 5' M. Despine, m~dico inspecJOrde las aguas deAix, en Savoya·; 6' el doctbr.Pigeaire, cuya somnámbula tenia llena de admiracion á la ciudad de Montpeller, y adamas se recomendaba por los procesos-verbales muy favorables de M. Lordat, decano de la facultad úe Montpeller. © Biblioteca Nacional de España
  • 8. - 8- De todos estos concurrentes, ninguno, segun la Academia, satisfizo á las pruebas cxijidas, v el prtmio Burdin está aun por dar. • Desde18110 hasta nuestros dias se ha ¡>ublirado una multitud de folletos sobre el magne- tismo, y se bao presentado una multllud de magnetiz:~dores. Ante estos escritos y los fenu· menos estrnordinnrios of•·ccidos diariamente por los somnámbulos, se han visto fo•·zados los¡n·ofesores de la Facultad de París á confesar que el magnetismo presentaba muchos fenó· menos jcnerales del resorte de la fisiolojía; que, bajo este concepto, entraba en el dominio de la ciencia y mere~ia ser estudiado. Muchos médicos franceses han intentado aplicar el magnetismo á la curacioo de ciertas enfermedades; pero, por desgrncia, el número de los médicos que se sirven dé! magnetismo como medio curativo, es infinitamente pequelio compa•·ado con elde las personas cstrañas al arte de curar que hacen de él un objeto de especulacion. Pero los escándalos de los charlatanes no podrían destruir In existencia del magneti'mo. Cond~oado muchas veces, aunque nunca sin apclacion; admitido y proclamado en diversas épocas, pero nunca con una demostracion suGcícnte, hé ubí ya mus de sesenta años que vive entre nosotros. Verdad es que surre grandes remisiones lle celo é interes; pero al momentovuelve á animarse con vivas recrudescencias de curiosidad. Esta existencia, ya inaudita, en unostiempos en que las eosas viven tan poco, no es el¡Jroducto de un error grosero, é in- dudablemente llegará dia en que la ciencia lo adopte enteramente, despues de haberlo puri- llcado de todos los errores que hoy lo o~curecen. A. DJ>uAY. © Biblioteca Nacional de España