El documento contrasta el silencio y la palabra, describiendo las virtudes del silencio como la humildad, la caridad y la prudencia, mientras que el hablar sin necesidad o para alardear de uno mismo se considera vanidad o necedad. Sin embargo, también reconoce que hablar oportunamente para defender a otros o denunciar injusticias requiere valentía y compasión. La conclusión es que debemos aprender a callar para poder hablar con acierto y discernimiento cuando sea necesario.