2. 2
Mis antepasados
Es de justicia que al comenzar esta actividad tenga un breve
momento de reflexión para rememorar a mis antepasados. Sin
duda que mi existencia depende en forma imperativa de lo que
ellos vivieron y aportaron – y del ADN que de ellos he heredado
emergen aspectos anatómicos y hábitos y callosidades mentales
que – aunque no conviví con ellos estas décadas ni estuvieron
presentes en mi vida cronológica – se manifestaron y
perpetuaron a través de cada uno de mis gestos y a través de la
interpretación de cada una de mis experiencias.
Y así me impongo el deber de hacer breves notas de los von der
Becke, de los von Helbig, de los Tamborini y de los Soldati que
me precedieron en el tiempo.
3. 3
Mis abuelos
Los von der Becke – Mi abuelo Alfonso von der Becke-Klüchtzner
descendía de generaciones y generaciones de familias nobles de distintos
principados alemanes. Alguno, por ventura, había llegado a ser
canciller de uno de esos principados, otro fue un prolífico alquimista,
autor de textos, otros tenían una fábrica de dedales y agujas en
Iserlohn, en la cuenca del Ruhr (que se mantuvo dentro de la familia
por siete generaciones), otros eran pastores luteranos, otros descendían
por vía materna de la nobleza de Letonia en el Báltico (eran los barones
von Klüchtzner). Nacido mi abuelo de una familia numerosa, al mismo
tiempo que casi todos sus hermanos emigraban hacia América, él lo hizo
a Ciudad Bolívar primero y a Buenos Aires en una segunda
oportunidad, donde fue jefe administrativo en la construcción de líneas
férreas en la pampa y Mesopotamia argentinas, así como del importante
taller ferroviario de Tafí Viejo en Tucumán. Sólo quedó en Alemania
(muchos años en Baden-Baden) un hermano militar, el coronel Erich
v.d.B.-Klüchtzner, mi padrino de bautismo. El resto de los hermanos se
derramó en diferentes latitudes de América y en Inglaterra. El químico
Edmund murió a los 24 años en Armstrong, provincia de Santa Fe,
Argentina.
Un tío abuelo Fritz v.d.B., médico durante una década a bordo del
transatlántico alemán Cap Arcona, resultó conocido por su noviazgo
con la famosa cantante de óperas, la soprano Lily Pons. Casó
finalmente con su enfermera y Lily con el director de orquesta André
Kostelanetz.
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Mis abuelos
Alfonso von der Becke-Klüchtzner
Clementina von Helbig
Emilio Tamborini
Natalia Soldati
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Mis abuelos
Alfonso von der Becke-Klüchtzner fue jefe administrativo en la
construcción de líneas férreas, gerente de los talleres
ferroviarios de Tafí Viejo (Tucumán) y jefe de toda la zona
norte del Ferrocarril Central Argentino en la ciudad de
Tucumán.
Clementina von Helbig fue su esposa diligente y genuinamente
dedicada a su familia.
Emilio Tamborini, nacido en la lago Cartabbio, Varese, Piamonte,
Italia, se dedicó a ser constructor y fue contratado por la
Municipalidad de Rosario para adoquinar numerosas avenidas.
Residía en sus años mozos en Casilda, Provincia de Santa Fe,
Argentina.
Natalia Soldati fue su esposa, muy atractiva y señorial, coterránea
de su esposo. Murió en Buenos Aires después de haber viajado a
Europa Septentrional con algunas de sus hijas.
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Mis padres
Carlos Maximiliano von der Becke, nacido en Cañada de Gómez,
del cual aparece un largo trabajo biográfico en mi portal.
Abanderado de la Escuela Militar, fue quizás el mejor estratego
de que disponía el Ejército Argentino. Maestro de numerosas
generaciones, se formó asimismo en la Kriegsakademie de
Berlín, siendo compañero de estudios de Edwin Rommel. Jefe de
Estado Mayor General, al mismo tiempo que el nuevo cargo que
él inauguró. el de Comandante en Jefe del Ejército con el grado
máximo (General de Ejército de tres estrellas) - lo ostentó por
primera vez en la historia de esta fuerza armada. En la misma
época coincidió también con su elección como Presidente del
Círculo Militar. Actuó luego como Jefe de la Delegación Militar
argentina ante la Junta Interamericana de Defensa y ante las
Naciones Unidas. Participó en numerosas conferencias
internacionales en Europa y América.
Isabel Carolina Tamborini, nacida en Casilda, fue su esposa.
Formaban una pareja de un garbo y una elegancia que mereció
el recuerdo de quienes la trataron. Era muy sobria y dinámica,
siempre agraciada y optimista. Aprendió numerosos idiomas
antes y durante los destinos que a su esposo le tocó desempeñar.
7. 7
Mis tíos 1
Dorothea von der Becke de Dörsing (la tía Dora) nacida en
Belgrano, quien sirvió de maestra (quizás la más querida y
recordada por muchos de sus alumnos) de muy largas
generaciones en la Cangallo Schule. Casó con Hugo Dörsing,
pedagogo autor de muchos textos.
Alfonso Carden von der Becke (el tío Bubi) nacido en Rosario,
dirigente máximo de la Reforma Universitaria, participante y
premiado de los Juegos Olímpicos en la especialidad de tiro,
médico urólogo muy destacado, era el más completo de los
cuatro hermanos por sus sobresalientes condiciones humanas y
de liderazgo. A lo largo de su vida obtuvo diversos premios y el
cariño incondicional de sus numerosísimos amigos. Casó con
Sara Gardey, nacida en San Luis, una muy meritoria y animosa
compañera.
Alejandro von der Becke (el tío Nene), nacido en Tafí Viejo,
dirigente universitario como su hermano, fue un reconocido
bioquímico, un verdadero humanista, profesor titular de la
UBA, presidente y Director Técnico de la firma Schering
Argentina, presidente del Concejo Deliberante de Vicente
López. Casó con Emma Othlinghaus, una esposa muy especial,
maestra en su juventud.
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Mis tíos 2
Pierina Tamborini (la tía Piera, mi madrina de bautismo), nacida
en Casilda, la más cariñosa tía entre todas, casada con don José
Culasso (el tío Pepe), nacido en Casilda, un activo estanciero y
propietario de una serie de Almacenes de Ramos Generales a lo
largo de una línea férrea que circulaba por el sur de Santa Fe y
Córdoba.
Adelaida Tamborini (la tía Negra), nacida en Casilda, la más
distinguida y aristocrática de mis tías, casó con una
personalidad carismática e indudable líder militar, quien llegó a
ser Secretario General de la Presidencia y candidato muy
votado en las elecciones de Presidente el 6 de setiembre de 1938
(con la fórmula Molina-Daireaux), comicios donde se impuso la
fórmula Ortiz-Castillo. Lo recuerdo al General de Brigada don
Juan Bautista Molina (el tío Juan), nacido en La Caldera, Salta,
como mi indudable segundo padre. Incluso me contó con pelos y
señales su vida. Comenzó siendo seminarista en el Seminario de
Salta, luego soldado voluntario en el regimiento de Infantería de
Salta, luego ascendió a suboficial, como el mejor suboficial
ingresó como subteniente al Ejército (sin pasar por la Escuela
Militar). Presidente del Círculo Militar, durante su período de
actuación compró el Palacio Paz en la Plaza San Martín porteña
y edificó el muy amplio balneario en Olivos.
9. 9
Mis tíos 3
Margarita Tamborini (la tía Tita), también nacida en Casilda, con la
cual se completó la lista de las “Tres Generalas” hermanas entre
sí, nacidas en esa ciudad. Casó con quien sería luego General de
División don Roberto Tomás Dalton (el tío Ñato - mi padrino de
confirmación), nacido en Córdoba, que se destacó por su muy
recordada personalidad, que culminó como Embajador en Lima,
Atenas, Beirut y Viena. Yo aprendí a admirarlo sinceramente y –
aunque esto resulte muy extraño – a seguir sus consejos
postmortem.
Emilio Tamborini (el tío Emilio) casado con Angelita Prioni, no lo
traté casi nunca pues este líder oficialista del gremialismo en
Rosario participaba muy escasamente de las reuniones familiares.
Sé que fue Cadete del Colegio Militar, con estudios
interrumpidos. Casó con Angelita Prioni y tuvo devaneos
amatorios bastante persistentes. Algún pariente lo admiraba por
su exitosa condición de dejar conforme a dos mujeres.
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Mi hermano
Tengo un único hermano menor, que al igual que yo mismo ha
dejado relativamente abundante descendencia. Se trata de Raúl
Emilio v.d.B., nacido en Buenos Aires, arquitecto especializado
en urbanismo, recibido en la UBA con estudios hechos en la
Catholic University of America y en la Edinburgh University.
Relacionado con la von Humboldt Stiftung y otras instituciones
educativas ha hecho frecuentes, casi siempre anuales viajes al
extranjero. Es profesor de Urbanismo en la Universidad de
Morón, de la cual fue decano durante numerosos años. Tiene una
amplia colección de publicaciones en la especialidad de
organización urbanística municipal, ocupando cargos de esa
índole en las municipalidades de San Isidro y San Fernando. Está
casado con Nelly Pereda, nacida en Buenos Aires, actualmente
presidenta de la Asociación Argentino-Germana, el mismo cargo
que ejerciera previamente mi hermano.
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Mis primos
Casi todos mis primos nacieron en Buenos Aires, así que omito esa
referencia.
Carlos Alberto Culasso, nacido en Rosario, estanciero de Monte
Buey, casado con Chichí Ghioldi, coleccionista de obras de arte.
Hilda Culasso, nacida en Rosario, viuda del médico radiólogo Andrés
Cripovich
María Cristina v.d.B., viuda del arquitecto Ernesto Casadó y suegra
de Juan Novara, emparentado con apellidos ilustres de la
industria automovilística italiana.
Alfonso Alejandro Sigfrido v.d.B., doctor en medicina y diplomático
de carrera, embajador en Rusia. Actualmente casado con
Michaela princesa von Schönburg Waldenburg.
Amelia v.d.B., experta bibliotecaria, casada con Alberto Porcel,
conocido coleccionista de platería sudamericana y otras
especialidades artísticas (cuadros, libros, documentos)
Guillermo v.d.B., especializado en negocios de compra-venta
inmobiliaria y de automóviles, casado con Beatriz Vera-Barros.
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Mis primos
Alejandro v.d.B., doctor en medicina, ex director de hospital,
separado.
Jorge v.d.B., doctor en medicina, casado con María Laura Gelemur
Edmundo v.d.B., abogado, viudo de Delia E. Dumontet.
Roberto Dalton, diplomático, embajador en Hungría y en Arabia
Saudita. Fallecido en Budapest. Casado con Mabel Maggi
Laborde, fallecida en Buenos Aires (marzo 2006)
María Elena Dalton, autora de libros recetas de cocina para
enfermos cardiovasculares, casada con J.J. Adolfo Cosentino,
médico cardiólogo del Hospital Británico, que ha ocupado
importantes cargos en organizaciones internacionales de médicos
cardiólogos.
13. 13
Algunos docentes en mi familia
La inclinación hacia la docencia corre en mi sangre.
Fueron docentes la tía Dora (quizás la más paradigmática de los
docentes en mi familia, por la lealtad permanente a su recuerdo
que aparecen mencionados por parte de sus ex alumnos tanto en la
prensa como en las reuniones), mi padre, que fue docente en la
Escuela Superior de Guerra durante décadas, donde asimismo fue
director en dos oportunidades, mis dos tíos Alfonso y Alejandro,
uno en la Facultad de Medicina y el otro en la de Bioquímica y
Farmacia donde llegó a profesor titular y mi hermano Raúl,
docente de urbanismo en la UBA y profesor titular y decano en la
Facultad de Arquitectura de la Universidad de Morón.
Mis tres hijos varones han dedicado una variada cantidad de años
también al ejercicio de la docencia.
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Mi infancia
Como primogénito de dos familias, los von der Becke argentinos y los
Tamborini residentes en Buenos Aires, se me mimó mucho durante mi
infancia y adolescencia.
Entre los tres y los cinco años residí con mis padres, mi abuela materna y mi
hermanito en Berlín, en el barrio de Charlottenburg, durante el gobierno
del mariscal von Hindenburg (1930.32), donde concurrí a un
Kindergarten. Periódicamente salíamos de viaje, por ejemplo a París a
visitarlo al tío Juan o a Dordrecht a visitarla a la tía Tita. Algunas viejas
fotos recuerdan esa época.
De vuelta a la patria habitábamos en Palermo, en Aráoz 2911, en las
cercanías de la Avenida Las Heras y Canning (ahora Scalabrini Ortiz).
La rutina era ir al colegio con el Omnibus Nº 5 de la Cangallo Schule,
donde interactuábamos los infantiles pasajeros durante una hora de
recorrido, lo cual influyó en la elección de Huracán como mi cuadro
favorito. A la tarde una Fräulein, que cambiaba cada par de años, nos
llevaba a Raúl y a mí, a andar en bicicleta por los vecinos bosques de
Palermo para luego hacer los deberes en casa. Los fines de semana nos
reuníamos los familiares en los parques que luego serían de la Escuela
Lemos en Campo de Mayo y en la alquilada Quinta Frisia de seis
hectáreas en Bella Vista. Mis padres compraron una quinta anexa a la
Frisia y la rutina pasó a ser ir a la quinta de mis padres o mis tíos.
15. 15
Escuela primaria
En la Cangallo Schule iba a la clase “A” de los que sabíamos alemán. Me
recuerdo los recreos en el patio de los varones y el empeño de los
maestros por educarnos con esfuerzo. Periódicamente hacíamos
deportes al aire libre en establecimientos de la colectividad alemana.
Me agradaba la clase de canto, donde ensayábamos las canciones que
entonaríamos a fin de año en la fiesta final en el cinematógrafo Grand
Splendid. Con motivo de la descripción vívida que nos hacía nuestro
maestro al historiar la época de la Reforma de Lutero y la
Contrareforma del catolicismo, nos dividíamos los cristianos en dos
facciones religiosas, ubicándonos en nuestros escarceos los católicos en
el largo escalón de la entrada al baño para ganar unos centímetros
por encima de la abundante proporción de protestantes. Los también
numerosos judíos miraban el resultado de las explicaciones del
maestro de nuestro grado, prolongadas durante semanas, con harta
curiosidad. Nunca fui primero de grado, pero en forma sistemática
era el segundo detrás de un pequeño refugiado alemán muy talentoso.
Concurrí a la Cangallo Schule hasta quinto grado, logrando ingresar con
esa educación primaria al renombrado Colegio Nacional de Buenos
Aires, previo un examen de ingreso sin duda difícil. Como dicho
Colegio duraba un año más que los restantes Colegios Nacionales, el
ahorro de un año de la escuela primaria se interpretaba como
compensatorio del esfuerzo para aprobar dicho examen.
16. 16
Escuela primaria
Me parece que el principal valor que resultó de mi pasaje por la escuela,
por la Cangallo Schule, consistió por una especial internalización de la
vivencia de la disciplina, como un autoordenamiento y una
autoexigencia de, digamos, excelencia.
Puede ser, lo entiendo bien, que sea un valor superado y obsoleto, pero en
mi caso me ayudó a ser más austero y espartano – lo cual parece que
en su momento coincidió bien con mi personalidad en formación. Mi
padre también me educaba en “Ser más que parecer”
Ya maduro, me había forjado como objetivo éstos, más que puritanos,
pensamientos para mi vida
“Ein guter Mensch in seinem dunklen Drange
Ist sich des rechten Weges wohl bewusst.“ (Goethe)
“Ein Man, ein Wort” (anónimo)
“Lebe, wie du, wenn du stirbst,
Wünschen wirst, gelebt zu haben.”
(Christian Fürchtegott Gellert)
17. 17
Mi inestable Secundario
Mi educación secundaria fue la típica de un descendiente de militar, con un padre
que debía cambiar con frecuencia de guarnición. Con tal motivo cursé el
primer año en el Colegio Nacional de Buenos Aires, el 2º, 3º y 4º años en el
Colegio Nacional de Monserrat, de Córdoba, donde también se enseñaba latín
como en el de Buenos Aires, el 5ª año tuve que rendir algunas equivalencias no
vistas todavía en Córdoba, por lo cual me vi forzado a concurrir al Instituto
Libre de Segunda Enseñanza para poder allí rendirlas como alumno libre y
quedar en condiciones de reingresar, ya en último año, al mismo Colegio
Nacional de Buenos Aires inicial de mi periplo. Éste Colegio, según la
costumbre argentina, había cambiado su nombre como si con eso los
resultados educativos fuesen mejores.
La concurrencia a tres casas de estudio me hicieron muy versátil y fueron una
parte valiosa de mi experiencia secundaria. Quizás haya sido el primero de mi
curso en 1942 en el Monserrat, pero nunca lo supe por cierto.
De Córdoba recuerdo a don Juan Antonio Ahumada, profesor de Composición y
periodista, que con su impuesto deber de redactar una composición diaria -
internalizando en mí el vigoroso estilo cortado de José Ruiz Martínez (Azorín)
- me condicionó a la fértil tarea de escribir con gusto, actividad que siento
vital.
Del “Central Buenos Aires” distingo al historiador don Diego Luis Molinari.
18. 18
Mis latines
Como curiosidad debiera aportar a esta altura algún párrafo
destacando el efecto positivo de haber recibido una educación de
seis años de latín de nivel secundario, además de los cursos de
lenguas clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires. La convivencia con Horacio (cuyo
nombre llevo después del Carlos paterno), con Virgilio y con Marco
Tulio Cicerón, me sellaron de una manera indeleble. No pude llegar
a ser el humanista que hubiese sido mi ideal. Pero el sentirme
entroncado con una raíz latina me bien ubica dentro de mi mismo.
Un querible humanista residente en Córdoba, aunque nacido en Italia,
don José A. Caratti, concentró en su persona una parte no menor
de mis ideales juveniles. Nunca sentí hacia el latín el menor rechazo
o disconformidad. La memorización de textos y latinajos durante
esos años, y la presencia de mi voluminoso diccionario de Valbuena,
están muy ligados a sentirme bien.
19. 19
Asociaciones a las que me afilié
Con motivo de una vivencia personal en contacto con una destacada familia
cordobesa de rancio abolengo y acendrado catolicismo, la entrañable
familia de los hermanos y sobrinos del obispo de La Rioja, Mons. Froilán
Ferreyra Reinafé, uno de los fundadores de la Acción Católica Argentina,
ambicioné intensificar la práctica de mi religión. A la vuelta de la estadía
familiar en Córdoba, me inscribí como aspirante de la Juventud de Acción
Católica en la Parroquia del Pilar en Buenos Aires, cercana a mi domicilio,
Arenales 2040.
Los tenientes curas de la parroquia del Pilar, de esa época, eran muy
destacados. Dos llegaron a ser obispos. Uno de ellos, Adolfo Arana, hijo de
un compañero de armas de mi padre, ante quien contraje mi matrimonio
en 1951, fue mi mentor en los ideales de la vida devota de San Francisco de
Sales.
Con el correr de los años, además de ser miembro de esa institución,
incursioné circunstancialmente en la de los Vicentinos (Sociedad de San
Vicente de Paul) y en la Tercera Orden Franciscana. Ya casado, integré el
Movimiento Familiar Cristiano primero y participé del Movimiento de
Cursillos de Cristiandad de San Isidro, hacia 1972.
Fuera de dichas organizaciones, no fui miembro más que de la Asociación
Universitaria Argentino - Nortemamericana, de la cual soy socio vitalicio.
20. 20
¿Precocidad?
No quiero presumir de precocidad. Al llegar a mi adolescencia es válido
constatar que empecé a escribir para los periódicos algunas cortas
reflexiones de la época latina clásica, de objetivo inescrutable. Algunos
artículos no tan cortos aparecían en “Cátedra del pensamiento católico
universal”, el suplemento dominical del diario católico El Pueblo, hacia
1944. Frente a esa absurda realidad, algunos parientes aún jóvenes me
consideraban demasiado serio, nada jodón, introvertido y carente de
calle. Lo atribuían a los colegios de elite en los cuales me estaba
educando y pensaban que el remedio era anotarme en otros más
comunes. Lo cierto es que como iba todas las tardes al Archivo General
de la Nación a consultar legajos del siglo XVIII y como mi libro de
lectura habitual eran, entre otros similares, las actas y los diarios de
sesiones de las Asambleas Constituyentes Argentinas editadas por don
Emilio Ravignani, mi estructura mental se mostraba fuera de normas y
sin coincidencias con la de los jóvenes de mi época. Recibí, es cierto
también, algún premio en el concurso de autores noveles de la Sociedad
de Historia Argentina. Por último, presentado al Museo de Ciencias
Sociales para que me hicieran un test vocacional que aclarara mis
incertidumbres, el resultado fue que serviría para cualquier campo del
conocimiento al que me quisiera dedicar. Entonces, ¿precocidad?
21. 21
Universitario
Como fue movida mi vida en el secundario, no menos lo fue como
universitario. Me anoté en el doctorado en química de la
Universidad de Buenos Aires y al año siguiente también en la
Facultad de Filosofía. Al poco tiempo, para seguir a mi familia
trasladada para cubrir cargos internacionales, entré a la Escuela
de Química de la universidad de Georgetown en Washington, DC.
Los jesuitas de Georgetown me invitaron a acelerar mis cursos
concurriendo en el verano a la Universidad de George
Washington, también en la misma capital. Con el pasar de los
años concurrí a la universidad de Purdue en Indiana,
especializándome en las escuelas de Bioquímica Agrícola, la de
Química Orgánica y la de Ingeniería Química. En el verano me
inscribí en la Universidad Complutense, esto es, la Universidad de
Madrid. Más adelante actué en el Instituto do Açucar e do Alcool
en Praça Mauá, Rio de Janeiro, Brasil, con el Dr José Gomes de
Faría, así como años atrás lo había hecho en el Instituto de
Fisiología dirigido por el Dr. Bernardo Houssay, cuando aún no
había obtenido el premio Nobel.
22. 22
Mis primeros trabajos como ingeniero
de las fermentaciones
Con mi especialización principal, la de Bioquímica Agrícola,
obtenida en la Purdue University de West Lafayette, Indiana,
presenté mis antecedentes en varias instituciones y fábricas.
Tenía entre 23 y 24 años. Estuve a punto de ser incorporado a la
fábrica de neumáticos “General” de Merlo y un par de semanas
fui miembro de un puesto menor en los laboratorios
dependientes del Ministerio de Salud Pública de La Plata. Pero
lo que marcó a fuego mis siguientes 20 años fue mi real primer
trabajo: ingresé a la sección Purificación de la fábrica de
penicilina de E.R. Squibb and Sons en Martínez, con muchos
químicos en esa y otras secciones de la empresa. Estaba en uno
de los turnos rotativos. Soy muy alto y en esa época muy flaco
con lo cual decían que era espectacular verme meterme en los
cristalizadores ya drenados para rasquetear las paredes antes de
cargar la tachada siguiente. No lo digo de paso, pues el episodio
asociado a ese rasqueteado de paredes fue etapa indispensable
para mis días futuros como ingeniero de fermentaciones. Pues el
contacto con esos cristales provocó en mí una fortísima alergia a
la penicilina G, que me inhabilitaba para seguir en esa sección.
Los olores adheridos a mi cuerpo iban a cambiar por otros.
23. 23
Mis primeros trabajos como ingeniero
de las fermentaciones
Se me pasó así de la sección Purificación a la sección previa (en el
diagrama de flujo) denominada Fermentación. Por supuesto que
seguía alérgico, pero solamente si me pasaba los dedos (mojados en
caldo en fermentación) debajo de la nariz – por la picazón yo podía
saber en qué etapa estaba el proceso. Otros efectos no había, fuera de
los fuertes olores a fenilacetato mezclado con otros y adheridos a la
piel, pese a la ducha final.
En Fermentación pasé muchísimos meses de muy linda experiencia en las
teorías fermentativas que me habían enseñado en Purdue y que se
actualizaban en los artículos de las revistas de EEUU a las que estaba
suscripto.
Realmente entendía bien el tema y el Dr. Alberto Zanetta (padre de un
amigo mío) me consiguió el ingreso a una desmesurada fábrica de
fermentación alcohólica en construcción en San Nicolás, donde mi
quehacer principal durante los primeros meses era la de capacitarme
para la inmensa sala de fermentación con 45 fermentadores con
360.000 litros cada uno. El dueño de esa fábrica era la Dirección
Nacional de Industrias del Estado (DiNIE), Renuncié en excelentes
términos y dejé atrás los turnos rotativos de Squibb,bastante
esclavizantes e incómodos.
24. 24
Iluminaciones súbitas
Yo solo me he metido en el intríngulis de reflejar en un par de humildes
diapositivas temas que trascienden en mucho la cotidianidad de la vida.
Podría directamente saltar al tema siguiente y obviarle al lector que deba
apelar a su sentido del humor para digerir el contenido de las presentes
Algo me disculpa esta pretensión de haber tenido iluminaciones súbitas el
hecho que cuando los encuestadores de Gallup hace este tipo de
preguntas, las respuestas positivas de la gente superan a las respuestas de
otro signo.
Puedo mencionar un par de iluminaciones místicas que han tenido profundas
derivaciones en mi vida posterior y dos pares de netas ocasiones de
inundarme de sendos efectos Stendahl
El año 1943, (15 años), leyendo la Biblia de Straubinger, una noche en mi
dormitorio de nuestro departamento en Arenales 2040 de la ciudad de
Buenos Aires, dejé caer el tomito que tenía entre manos y resulté
capturado, a continuación, por una intensa inhabitación mística – nada
dolorosa – que me llevó a un estado completamente distinto que me
pareció más real que el resto de las realidades. Como consecuencia, me
afilié a la Acción Católica de la parroquia del Pilar y progresivamente a
otras instituciones confesionales católicas ya mencionadas. A la noche
siguiente (y algún par de días adicionales) me preparé para la reiteración
de la misma experiencia, que contrariamente a mis expectativas, para
sorpresa mía no se presentó más
25. 25
Iluminaciones súbitas
El año 1972, (45 años), en la capilla de un retiro espiritual ubicado en Pilar
(“La Montonera”), de rodillas y con varios otros concurrentes alrededor
mío, entré por segunda vez en mi vida en éxtasis profundo. La experiencia
no repitió la que había tenido tres décadas antes pero fue mucho más
madura y comprometedora. Como consecuencia actué sobre mis
compañeros de misa dominical, así como sobre el mismo curita que nos
atendía dándonos la misa, en la zona de Martínez donde residía desde
años antes, para que ellos también hicieran esos mismos ejercicios
espirituales. Nos reuníamos todos los domingos unos cuarenta varones y
de allí salió la primera construcción (hecha personalmente por muchos de
ese grupo y del sacerdote mismo) perteneciente a una nueva capilla
católica de Martínez, que el obispo de San Isidro denominó al terminar su
primera etapa, María Madre de la Iglesia.
Otra consecuencia, muy notable, es la de no haber tenido durante mi vida,
duda alguna de fe, de lo que entiendo que es fe fundamental y básica.
Las experiencias laicas de “efecto Stendahl” ocurrieron tres en París (70
años) y una en el lago Buenos Aires de la Patagonia (Calafate). Las de
Paría fueron frente al cuadro de La Gioconda de Leonardo (Louvre),
frente al cuadro de Chagall Au bec de vin y frente al espectáculo nocturno
en uno de los puentes del río Sena. En los cuatro casos quedé absorto más
de 40 minutos.
27. 27
Conclusión basada en Leibniz
Por introspección conocemos nuestros propósitos e intenciones más
evidentes. Podemos encontrarle sentido a cómo se desarrolla nuestra
personalidad en términos de una progresión más o menos racional de
metas o causas finales.
En paralelo con esta introspección podemos descubrir– a lo menos en
teoría – una red de causas materiales que determinan nuestro destino a
través de nuestra conducta – nuestros genes y nuestros memes, la
secuencia de ambientes donde nos ha tocado vivir (o en algún caso, que
hemos elegido), nuestra cadena de estados mentales y nuestras
adaptaciones de supervivencia.
Unas causas – las finales - se han ensamblado con las otras – las materiales
– y juntas han plasmado una cristalización de la idea con que Dios nos
identifica a cada uno de nosotros.
28. 28
Articulación de disciplinas
Mis viajes de madurez
Mis creencias religiosas
¿Mi estatua interior?
Mis obras escritas principales
Mis albaceas académicos
Mis ahijados
Mis ventajas comparativas
Mis hijos y sobrinos
Mis nietos y sobrino nietos
Mis bisnietos
Mis ideas políticas
¿Escritos de alguna trascendencia?
¿Poetastro?
Mi postura frente a la vida
Mis gigantes gurús
Mentores de la vida a quienes no conocí
Mentores de la vida a quienes conocí
Mentores profesionales desconocidos
Mentores profesionales que conocí
Mis trabajos como independiente
Autores que me fanatizaron
Mis viajes de soltero
Mi noviazgo y casamiento
Mi luna de miel
En San Nicolás
Comienzos como docente universitario
Mis flaquezas y restricciones
Mis callosidades mentales
Mis saltos interdisciplinarios
Temas, enunciados pero lamentablemente
no escritos.
Notes de l'éditeur
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