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UNA REFLEXION SOBRE LA DROGADICCIÓN
Anabel Ruiz de Alegría
PAC Iztieta
Enfermera y Psicóloga/psicoanalista
“Infame a quien estoy ligado
Como el forzado a las cadenas,
Como al juego el jugador empedernido
Como el borracho a la botella
Como a los gusanos la carroña”
Charles Baudelaire
DROGADICCION – “LO QUE TAPA LA FALTA”
Al hablar de drogadicción, quiero abordar aquello que lleva al sujeto a ese “impulso”
por tomar o por hacer algo que le lleve a olvidar el malestar y angustia que le depara
la vida. Con esta exposición, no trato de dar unas fórmulas para abordar la petición del
toxicómano cuando se presenta en la consulta, ni hablar de cada droga en singular y
sus manifestaciones según sea la ingesta.
Me gustaría que lo expuesto sirviera para hacer una reflexión sobre la droga, su
significación y encuadre a lo largo de la historia, así como su utilización en el momento
actual.
La droga está cada vez más extendida en nuestra sociedad, el juego, el tabaco, la
comida, el trabajo, el ordenador, los psicofármacos…Son formas de drogarse y donde
cada uno procura su goce con lo que tiene a mano. Se da una paradoja, porque
sustancias y actividades que en principio son para vivir mejor, afectan el hecho mismo
de vivir, produciendo un malestar que pueden llevarlo incluso a la muerte.
Existe una proliferación de tóxicos, son para soportar el sentimiento de falta, pero que
conducen a la tristeza y a la soledad.
Hay una diferencia entre consumo y adicción, como la hay entre la toxicomanía de
masas en la sociedad actual y en culturas donde se empleaban o emplean para realizar
ritos de paso, fiestas de iniciación o en sociedades donde se la admitía dentro de un
encuadre.
Para algunos, la droga, puede ser indispensable en su vida, la buscan en cualquier
momento para calmar su angustia; éstos serían los verdaderos toxicómanos.
La droga no es algo propio de la época actual, se ha dado en todas las culturas y a lo
largo de los tiempos. Tampoco se puede decir que drogarse sea sinónimo de
drogodependencia.
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Un poco de Historia
”Para no perder, el jugador no cesa nunca de perder”
Ovidio
A lo largo de la Historia, vemos que en todas las religiones y culturas ha estado
presente la droga, lo podían usar para ayudarse en la meditación, en los ritos,…
Cuando los hombres se encontraron con plantas que tenían efectos tóxicos, que
originaban alucinaciones y otros efectos, lo asociaban a poderes sobrenaturales como
el poder tener contacto con las “diferentes divinidades”. Las plantas y hongos fueron
temidas y veneradas a la vez y las consideraron como sagradas.
En algunos países, su uso estuvo muy extendido, por ejemplo China, donde el opio
existía antes de que los ingleses se lo vendieran, y al hacerlo, se prohibió su uso,
pasando a ser un negocio entre los traficantes y los ingleses, éstos la cultivaban en La
India, que era colonia de ellos en aquel momento. Con esto equilibraban la balanza
entre las importaciones y exportaciones que hacían. Al prohibirse, pasó a ser un
problema y se transformó en el “opio de los pueblos”.
En la India, el Soma (bebida alucinógena) fue reconocido como un dios por sí mismo.
Esta también fue usada por los Arios en ceremonias religiosas.
Los aztecas ingerían un hongo –> “teonanácatl, carne de los dioses”.
Las sacerdotisas de Delfos realizaban profecías intoxicadas por el humo de beleño.
Pharmakon, es un término que tiene un doble sentido: remedio y veneno. En la época
grecorromana se utilizaba éste término para las sustancias que alteraban la conciencia,
En la Grecia antigua hubo una regulación de éstas sustancias, pusieron leyes para
utilizarlas los jóvenes no podían beber hasta los 18 años, hasta los 30 debían hacerlo
con mesura y al llegar a los 40, las leyes permiten en los banquetes invocar a todos los
dioses, especialmente a Dionisio.
El vino era a la vez sacramento y diversión para los hombres de edad, “para el rigor de
la vejez, para rejuvenecerse, haciendo que el olvido de lo que aflige al anciano,
descargue su alma”. El vino se usaba también en los rituales de Baco, Attis y Mitra,
donde se le consideraba como la sangre divina.
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Diosa de la adormidera de Gazi (1300 a.C.) Museo de Iraklión Creta
En el cristianismo ha seguido ocupando un lugar importante, aunque su relación con el
mismo haya sido paradójica, recordemos que “Jesús convirtió el agua en vino en una
comida en Caná”. A los primeros sacerdotes cristianos, se les exigía sobriedad, pero
también se han encontrado en las catacumbas, vasos con la inscripción “bebe en paz”.
En la actualidad en el rito de la misa, se utiliza el vino como “sangre de Cristo”.
Con posterioridad, hacia el año 1.500, se relacionaron las drogas con la brujería, hubo
una caza de brujas, no tanto por las drogas, sino por la asociación que hacían entre el
consumo y la brujería o los demonios.
Más cercano a nuestra época, el consumo de las drogas aumentó con la guerra de la
independencia, de la secesión entre EE.UU 1860 – 1865, donde se usaba
sistemáticamente morfina para calmar los dolores, apareciendo posteriormente, las
adicciones, al que se le llamó “mal militar”. Fue con el descubrimiento de la
abstinencia cuando entra el campo médico, hasta entonces dependía del propio sujeto
si tenía problemas asociados a la droga. Aún no existía el término “adicto”.
Históricamente, es allí donde se ubica en sí la toxicomanía, aparecen los primeros
registros en los hospitales y centros asistenciales. Comienza también a existir
ideologías represivas contra la droga. EE.UU hace acuerdos con diferentes países para
que hagan políticas represoras.
Ya en tiempos más actuales, la OMS en 1957 distingue drogas productoras de hábitos,
de las drogas productoras de adicción y la define como un “Estado de intoxicación
crónica y periódica originada por el consumo excesivo de una droga, natural o
sintética” y están caracterizadas por:
- Una compulsión a continuar consumiendo por cualquier medio.
- Una tendencia al aumento de la dosis.
- Una dependencia psíquica y generalmente física de los efectos.
- Consecuencias perjudiciales para el individuo y la soledad.
Como he dicho antes, la droga forma parte de lo que llamamos el Pharmakon “lo
que cura, enferma” La cocaína es un ejemplo de ello, surgió como remedio en 1855,
pero enseguida se vio su parte negativa, el deterioro físico y moral que ocasionaba, los
estados alucinatorios, agitación, paranoias, etc.
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Ya Freud, en el siglo pasado, al ver el sufrimiento de las personas, pensó que la
cocaína, que era lo que se utilizaba en ese momento, podía solucionar los dolores y
malestares del ser humano.
En esa época, era habitual su uso entre la clase burguesa, se hizo popular en algunos
medios como, médicos, farmacéuticos y sus mujeres. Al ver los problemas físicos y de
dependencia que ocasionaba, tuvo que desistir de ello. La respuesta ante el malestar,
es una solución que no elimina el malestar mismo, sino que además la puede generar.
En su texto “El malestar de la cultura”, dice que la cultura es inseparable de un
malestar que le es inherente y que éste es estructural. Este es un punto central para
el desarrollo del tema, el malestar y angustia que padece el ser humano por
estructura.
Freud pensó que había tres formas de paliar el malestar:
- Distracciones para que nuestra miseria pase desapercibida por nosotros.
- Satisfacciones sustitutivas que reduzcan el malestar
- Narcóticos que nos hagan insensibles a ella.
Con ésta noción, habla ya de la falta que sufre el ser humano, un malestar que es
inherente a él y al que debe enfrentarse.
Diferenciación entre consumo y adicción.
Las sustancias tóxicas producen diferentes efectos en cada sujeto, lo que sí tienen en
común, es que todas sirven para la obtención de goce. Algunos usan diferentes
bebidas alcohólicas hasta emborracharse, otros consume sólo una; o hay quien utiliza
drogas para introducirse en las relaciones sociales, para olvidarse de un problema,
para salir de la angustia y/o vacío que padecen. Hay quien la usa en algunos momentos
en función de un acontecimiento social, o para estar más activos en su trabajo, incluso
son consumidores habituales y lo dejan en determinados momentos, como sucede en
los embarazos.
El peligro de los narcóticos, es que lleve al sujeto a romper el lazo con la realidad se
busca no estar sometido a las frustraciones con las que nos encontramos y eso mismo
puede ser peligroso
Algunos viven para ella y la toman de forma indiscriminada, normalmente, estos son
los verdaderos toxicómanos.
No sabemos cuál es la satisfacción que produce en cada uno, pero sí, que antes o
después, lo que proporcionaba “bienestar”, falla.
En realidad, la dependencia no es tanto a la droga en sí, sino al taponamiento de la
falta, a la angustia que esta produce, en mayor o menor grado.
En la actualidad, se asocia la masificación del consumo de drogas, con la aparición del
mundo moderno, donde existe una caída de los valores morales en la que se sostenía
la sociedad y se habla de proclamar la libertad del individuo, la prohibición o la
liberalización de la droga.
La adicción hoy en día, se entiende como una transgresión de la ley, sobre todo lo que
se toma en algunos guetos, marginación, situaciones de indigencia,…pero tenemos
también que hablar de las drogas no prohibidas, como ciertas medicaciones que se
toma para quitar los malestares.
El consumo de la droga, produce un efecto real, quita el malestar, pero sin saber de
sus causas ni razones.
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Hoy día, se puede hablar de guetos, barrios, centros,… en los que para consumir, se
reúnen personas de la misma condición, pero esto no significa que entre ellos exista
una relación o que estén unidos y tengan una ideología o proyectos comunes. Más
parece que no tengan proyectos, salvo la obtención de la sustancia deseada. El “otro”,
el compañero, es aquí alguien que le hace de espejo, no otro con el que hacer relación.
La Falta “El temor a la falta hace caer en el vicio”
- Horacio
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO NOMBRAMOS LA FALTA?
Por ser sujetos hablantes, estructuralmente estamos en falta. El lenguaje nos
preexiste, no somos nosotros los que lo creamos, con lo que difícilmente podremos
expresar todo lo que nos pasa o sentimos. Con la entrada del lenguaje que nos impone
un Otro, léase la madre, nos introduce en una lengua a la que nos tenemos que
someter. Es la madre u Otro, el que interpreta lo que necesitamos o queremos. El bebé
sólo expresa su malestar o bienestar, con su lloro, risas, movimientos,… No todo se
puede interpretar, también ese Otro ha sido humanizado de la misma manera.
Cuando nacemos, por la inmadurez que presenta el ser humano, es dependiente de
“la madre” u Otro, que le procura cuidados y colma lo que necesita, pero rápidamente
se pierde la sensación de satisfacción y va en busca de lo que le puede “completar”,
por lo que debe demandar lo que necesita. Con ello, algo cambia, a la vez del alimento
u otros cuidados, hace implícitamente una demanda de algo más que la pura
satisfacción del momento, hace una demanda de amor, busca ese reencuentro mítico
que creyó tener en otro momento. Esa búsqueda es lo que le hace entrar en el deseo,
algo en lo que se mantendrá a lo largo de su vida, siempre que no exista alguna
patología que se lo impida.
Podemos decir, que el toxicómano, intenta no sentir esta falta que le crea angustia,
espera encontrar el bienestar, el placer perdido que le llene. La droga le crea una
ilusión de que puede haber algo que le colme la falta, la falta en ser, que le tapone el
malestar que sufre, de que haya una relación posible entre sujeto y objeto, pero no es
un objeto mediado, donde interviene el deseo, sino que es un objeto de goce.
Para que se dé una relación del sujeto con el objeto, ha tenido que establecerse
antes la metáfora paterna, la introducción del significante falo. Es decir, cuando el
niño sabe que ya no es el falo que completa a la madre y ya ha entrado la ley que
prohíbe, causa una operación simbólica, se establece algo que puede tener o no, se
crea un espacio entre sujeto y objeto. Hay ya una separación del Otro con el que
nunca más estará simbiotizado.
El deseo de “ser” el falo se reprime y le lleva al deseo de “tener”, lo que obliga al niño
a buscar sustituciones del objeto perdido. Para ello la única posibilidad del deseo, es
hacerlo por medio de la palabra y ponerlo de manifiesto en una demanda. Al hacerse
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demanda, el deseo queda perdido en la cadena significante y por eso está siempre
insatisfecho.
La metáfora paterna es un punto estructurante en el sujeto. Si se realiza
adecuadamente, puede alienar al sujeto en el lenguaje, y crear una estructura de
división subjetiva, produciendo la aparición del inconsciente. Si esto no se cumple,
quedaría pegado al deseo del Otro, no existiría subjetividad por lo que no habría
dialectización y por ello, no hay relación de objeto
Paso a explicar algunos conceptos que señalo en el desarrollo del tema:
GOCE no significa pasarlo bien o disfrutar. El goce corresponde al organismo, se
refiere a lo que no se puede decir con el lenguaje, no se alcanza con la simbolización.
Cuando se entra en el lenguaje, hay una extracción o disminución de goce que hace
que éste quede limitado. La prohibición del goce, va unido al proceso de simbolización
y el Complejo de Castración que se da con la separación de la “madre” y la entrada del
significante “Nombre del padre”. El goce sin mediación, lleva a la muerte.
Si el significante está articulado, quita goce al cuerpo, no deja que lo invada todo.
El ser humano, por dar el paso al lenguaje, deja de ser un animal que actúa por
instintos y aunque esto nos ha llevado a desarrollarnos de otra manera, no es sin
esfuerzo, es con una organización compleja.
En las toxicomanías, vemos que se ha instalado un goce autoerótico, fuera de lo que se
puede nombrar, encuentra en sí mismo la satisfacción y rechaza al Otro, no existe más
que un goce que no puede articular con el Otro, con el lenguaje
El sujeto intenta transgredir esta ley e ir más allá del principio de placer, pero el
resultado de transgredirlo, no es más placer, sino más dolor, porque el sujeto sólo
puede soportar una cantidad de goce.
Lacan dice que “el goce es algo negativo, no sirve para nada, como ocurre con la
relación del bebé con el chupete, que no le alimenta, sólo hay un plus de satisfacción
que no sirve para nada”. Es una satisfacción que no tiene valor de intercambio ni
utilidad alguna.
¿A QUE LLAMAMOS DESEO? Sólo es posible conocer el deseo de cada uno, cuando
se puede articular con la palabra, cuando se ha instalado el lenguaje, pero éste no
puede expresarlo todo. No hay que confundirlo con la necesidad o instinto biológico,
como puede ser el hambre y la demanda que hace para pedir lo que necesita, pero
como dije antes, ligado a esto, ya entra la petición de amor que no puede
proporcionarle el Otro en su totalidad, por lo que siempre queda una insatisfacción.
Una vez instaurada la castración, el significante Nombre del Padre, se siente la pérdida
del falo.
No hay que confundir falo con pene. El falo es uno de las tres partes del triángulo
imaginario en la Fase Preedípica, entre la madre y el niño. Cuando entra el cuarto
elemento o padre, no deja que el niño se convierta en el falo para la madre, que se
identifique con él.
Decir falo, es decir que una parte del goce ha sido capturado, apresado por el
significante. El falo da una medida al goce.
En cuanto se introduce el falo, aparece el goce. Antes de la función fálica, el goce del
cuerpo, el organismo, no tenía noción de él.
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El falo simbólico, aparece en el lugar de la falta del significante en el Otro. Cuando el
niño se entera que el Otro también está castrado, significa que ya hay una separación
del mismo, para buscar lo que le “falta”, necesita de la mediación del falo
Diferencias del uso de la droga en la actualidad respecto a civilizaciones en que se
usaban en ritos de paso u otros actos sociales.
“Las plantas mágicas actúan para validar y para ratificar la cultura, no para facilitar
medios temporales que permitan escapar de ella”
En algunas civilizaciones su uso, aunque producían alucinaciones u otros estados de
estupor, no desestabiliza(ba)n al sujeto, porque lo utilizaban en un acto que aún
pasándose de un umbral, está sostenido por lo simbólico, existe una representación y
ha sido nombrado por el padre, el brujo o chamán por el que ha sido iniciado. El acto
realizado, le lleva a estar en otro lugar, como ser adulto, haber dejado la niñez, poder
ir de caza con los mayores,…
Las alucinaciones que tiene por las plantas, puede hacerle creer que lo que ha visto,
por ej. un tigre, le da un lugar, toma su nombre de él (tótem). Es una situación que ya
le habían explicado con anterioridad en su tribu y que al tomar las plantas
alucinógenas, les hace creer que era a lo que estaba predestinado.
Quiere decir que está reglado por un símbolo, implica el campo del Otro. No es algo
que siente o ve él solo, como ocurriría en una alucinación psicótica.
Este acto es lo que lleva al sujeto a un lugar nuevo en el que ya no es posible volver
atrás. Si ha hecho ese ritual, ya no puede volver a ser niño, En nuestra cultura por ej.
El rito de la boda, lleva a una a ocupar un lugar diferente una vez pasado, si uno está
casado, ya deja de ser soltero….
Lo importante es que el consumo esté anudado a un régimen, ya sea religioso, o
ideológico, es decir, que esté articulado a la función paterna, a la ley. La sustancia no
es lo más importante, sino la relación del sujeto a la sustancia, el efecto subjetivo que
ésta tenga.
Hoy en día nos encontramos con que los ideales de la sociedad han caído, las
identificaciones con la religión, con el trabajo, con el país, con las relaciones sociales,
han caído. La globalización nos lleva al consumo o relaciones, que no nos dan un lugar
respecto al otro. Lo que teníamos por emblemas, se han transformado en significantes
vacíos, lo que deja al sujeto desorientado.
¿Cuál es la satisfacción en la toxicomanía y el alcoholismo? En la droga, el goce no
pasa por el cuerpo del Otro, es como en el onanismo, el placer se da en su propio
cuerpo. Es un goce cínico. Es un goce que está fuera del lenguaje, fuera de la
simbolización.
El goce en las toxicomanías, rompe con el goce fálico, es un goce a secas que lleva a la
muerte.
En el psicótico, la droga puede calmar la angustia que le produce un pensamiento que
no para, que no puede articular su relación a Otro, porque está dentro de su campo.
No hay diferenciación posible. En la manía “lo que está en juego, es la no función de a”
de búsqueda del deseo. Objeto “a” que es colocado en el campo del Otro.
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La abstención le llevaría a una angustia aplastante y a la locura.
El tratamiento aquí, sería limitar el consumo para que no le lleve a la muerte,
ofreciéndole otros espacios que le pongan límites, a otras identificaciones. Donde no
funciona el falo, que pueda inventar algo que le permita funcionar, sin la inmediatez
de la droga.
¿Cuál es la función de la droga, o mejor cómo está enganchada esa persona con el
Otro? El peligro es que por medio del narcótico, pueda soltarse del Otro. En algunos
casos es a través de ésta que se establece un lazo con el Otro y les permite una
suplencia o estabilización. Por eso en algunos casos hay que ser prudentes al
cuestionarla.
TRATAMIENTO El vicio es un error de cálculo en busca de la felicidad
Jeremy Bentham
¿Quién necesita dejar la droga si ésta calma todos los malestares? ¿Calma o adormece
la vida?
En el PAC pocas veces acuden personas dependientes en busca de ayuda para dejar la
droga, en general lo hacen para pedir medicación porque se les ha acabado, o bien
drogodependientes en busca de más dosis de lo que ya tienen en su tratamiento,
porque las han perdido, las han vendido, o han tomado lo que no les correspondía.
En otras, ocasiones acuden sujetos con una gran angustia que no pueden calmar,
necesitan ser escuchados o bien piden algo que quite lo que sienten, porque dicen
que lo que están tomando, no les sirve.
Nos puede llevar a la reflexión, cuando es un sujeto que repite e insiste en acudir a
nuestras consultas, bien porque hay diferencia en la atención y /o el sentido que le dan
donde acude normalmente, o bien porque busca a un médico o enfermera en
concreto. Es aquí donde nuestra contribución puede serle de utilidad.
No siempre piden una ayuda directamente, pero sí dan manifestaciones que
demandan algo más. Nuestra intervención sería de escucha, “no taponar su pregunta”
con nuestra intervención ni aconsejarle lo que debe hacer.
Nuestra ayuda no tiene nada que ver con el “aguantar pacientemente” o el de juzgar
su decisión, sino el “llevarle” hacia una pregunta por la elección que ha hecho en
cuanto a su elección de drogarse. Puede ser un inicio de un recorrido que tendrá que
hacerlo en otro lugar y durante tiempo
En las consultas del Centro de Salud, muchos acuden a consulta cuando ven que no
pueden abstenerse de la droga, otros porque les llevan familiares y/o amigos, o bien
por mandato de un juez.
Muchos comienzos en la toma de drogas prohibidas, han sido en la adolescencia, por
identificaciones horizontales con los amigos, sobre todo, y/o cuando la autoridad
paterna ha perdido su atribución.
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Hoy en día se tiende a dar una respuesta globalizada en los tratamientos, para todos lo
mismo, como si hubiera una causa única que lleva a drogarse, sin diferenciar los goces
de cada uno, sin saber a la hora de administrar un tratamiento, si es un neurótico o un
psicótico, con los problemas que ello conlleva.
Se intenta solucionar el problema de la drogadicción, actuando sobre la droga en sí
misma, manteniendo la abstención. Pasados unos años, se ve la recaída en la misma u
otras formas de dependencia, sin saber qué le ha llevado a ello.
A nivel institucional, hay una política de reducción de daños que apuntan más a la
prevención de enfermedades contagiosas, pero esto no lleva al drogodependiente a la
pregunta sobre las adicciones, sino a una estabilización de la dependencia.
El tratamiento que ofrecen, es para que el sujeto vuelva a la misma situación de antes
de caer en la misma, que hagan una abstracción de lo que ha significado en su vida el
consumo, y no preguntarse por el sentido de ella.
En la “Resolución de Frankfurt”, de Políticas sobre drogas, noviembre de 1990”, se
declara que donde la ruptura con la dependencia no es posible, la ayuda debe tender a
permitir una vía digna con drogas.
Cuando la droga es prohibida o se da la abstención, sin una significación que le ayude a
saber el por qué de la misma, le lleva a un fracaso. Esto sólo aumenta la dureza del
superyó que le obliga a consumir más.
Pensamos que el tratamiento debería ir en la búsqueda de una posición subjetiva del
sujeto, donde se dé un recorrido que va desde el taponamiento que ha hecho para no
sentir la angustia, a la aceptación de la pérdida, de su división y entrada en el deseo.
La huída que han hecho y llevado a ese goce, es para no preguntarse el “¿qué soy?”.
La sustancia es lo que está en el lugar de la pregunta y la tapona. La droga le permite
una huída y pone en suspenso el tiempo y el deseo.
Para que sea eficaz, el tratamiento debe llevar a una apertura de las sustituciones
simbólicas, que lleve al sujeto a una pregunta, sobre qué tiene que ver él con lo que le
está pasando, haciéndose responsable de su situación, y no mediante identificaciones
a una ideología, centro, terapeuta u otras terapias similares. El tratamiento no se debe
basar en una terapia de identificaciones, sino por el contrario, se busca la división del
sujeto.
Cuando se trata de un sujeto neurótico, habría que ayudarle a desidentificar el “soy
adicto”, porque la droga es lo que les representa hasta ese momento. Un sujeto “no
es”, sino que “está”. Sin embargo, no hay nada más diferente a un toxicómano que
otro toxicómano, por esto, su tratamiento también debe ser diferenciado.
Cuando no encontramos con una persona psicótica, tenemos que saber, qué
representa el “soy drogadicto”, qué función cumple esto y qué hacer con ello, saber
de qué le sirve, si para hacer lazo con el Otro, para frenar otros problemas, como x ej.
la manía, u otros motivos, que le dan una identidad que de otra manera no tendría. El
trabajo con estas personas, es ayudarles a que pongan límite al consumo para que no
les lleve a la muerte, y buscar otros caminos para el desarrollo de sus capacidades.
Hay que diferenciar entre los tratamientos que tengan en cuenta al sujeto, teniendo
en cuenta sus singularidad, trabajar para que caigan las identificaciones que tenían, y
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los que dejan de lado al sujeto y se uniformiza el tipo de tratamiento, “adaptándole” a
lo que se debe hacer y que promueve una identificación al terapeuta o a la institución
que les atiende.
«El hombre es una enfermedad mortal del animal.»
Kojève, Introducción a la lectura de Hegel, 2° edición
Bibliografía
Freud, “Anhelo y temor a la cocaína” en Escritos sobre la cocaína
Más allá del principio de placer.
La dinámica de la transferencia
Lacan – La ética del psicoanálisis – La pulsión de muerte
Seminario 20 Aun
Furst, P.T. Alucinógenos y Cultura, Colección popular, Fondo de Cultura
Económica, México
Andrés Barbarosch, Deborah Fleischer David Warjach
No se conocía coca ni morfina
Fabian Naparstek y otros. Introducción a la clínica con toxicomanías y
alcoholismo Tomo I - Tomo II – Tomo III
Luis Darío Salamone Alcohol, tabaco y otros vicios.
Marguerite Duras El dolor
Sylvie Lepoulichet Toxicomanías y Psicoanálisis
Alicia Donghi y Liliana Vázquez Adicciones
Oscar Gutiérrez Segú Las adicciones
Wikipedia – imagines sobre drogadicción