"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Escasez de agua
1. Escasez de agua, uno de los riesgos del extractivismo.
Fuente: Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia.
Publicado el 2014/07/24|
Bogotá D. C., jul. 24 de 2014 – Agencia de Noticias UN – Según
el geólogo de la UN, Julio Fierro, desde 2011 se registra un aumento
significativo de sismos en regiones de exploración petrolera en la
Orinoquia, actividad que podría afectar los acuíferos profundos.
Fue hasta la década de los ochenta, con el descubrimiento del campo
de Caño Limón, cuando se abrió la posibilidad de explotar grandes
yacimientos en la Orinoquia. En los noventa, se especuló la existencia
de enormes depósitos en el piedemonte casanareño, pero el carácter
extremadamente complejo de la geología y el poco conocimiento del
subsuelo, que aún persiste, aterrizaron a una realidad de campos
pequeños, pero productivos.
Estos incluían crudos livianos y pesados, tanto en la llanura baja
inundable como en la altillanura. En años recientes, el modelo de
desarrollo se volcó a un extractivismo con una meta irresponsable de
un millón de barriles diarios, la mayor parte de ellos para la
exportación.
2. La exploración petrolera incluye dos actividades principales: la
prospección sísmica y los pozos exploratorios. La primera involucra
una fuerte intervención territorial, con impactos documentados de
inestabilidad de terrenos, en particular, cuando se realiza para
obtener modelos tridimensionales (3D). Además, los campesinos
reportan problemas en aljibes y pozos.
El sector petrolero niega esas consecuencias, pero es posible que las
discordancias con las comunidades sean un problema de grandes
magnitudes. Los estudios ambientales se hacen a escalas de
1:25.000 (1 cm en el mapa expresa 250 m de la realidad); no
obstante, recientes ajustes de los requerimientos técnicos, como los
solicitados en campos del municipio de Monterrey (Casanare),
mencionan que los estudios hidrogeológicos deben realizarse
previamente con el fin de caracterizar el nivel freático regional
(reservas de agua subterránea).
Sin embargo, lo que les preocupa a las comunidades es el nivel
freático local. Una inclinación de un metro es suficiente para generar
consecuencias indeseadas e imprevisibles como la desaparición de
manantiales, el secamiento de aljibes y, en situaciones críticas,
colapsos ecosistémicos, cuando en épocas secas el nivel de las aguas
subterráneas no permite alimentar esteros, caños o ríos.
Sin una base técnica, es poco entendible que los voceros gremiales y
algunos académicos argumenten la inocuidad de la exploración
sísmica.
En cuanto a las perforaciones exploratorias, cabe citar como ejemplo
los problemas relacionados con el pozo Magallanes 1, adyacente a la
reserva forestal donde está el resguardo u’wa.
Allí existen serios indicios de irregularidades, como permisos sin
información completa adjunta para la toma de decisiones, máxime,
cuando en el expediente no se informa sobre la entrega de los
complementos que se requirieron.
3. Falta de información
En cuanto al proceso de licenciamiento ambiental, posterior a la
sustracción, los estudios y las decisiones de la Autoridad Nacional de
Licencias Ambientales (ANLA) faltan al principio de precaución y
prevención.
Los componentes geológico, hidrogeológico, geotécnico y cultural son
deficientes y omisivos, puesto que las escalas de trabajo no son
adecuadas y no se estudian aspectos clave como la hidrogeología y el
contexto cultural. Lo anterior va en contravía de los compromisos
internacionales suscritos por el país y de las disposiciones de la Corte
Constitucional para la protección de pueblos indígenas.
El geólogo Édgar Roa ha detectado una correlación entre la
implementación de la tecnología de extracción petrolera denominada
STAR (patentada en Colombia por Pacific Rubiales), que se encuentra
en ensayo, y la ocurrencia de sismos someros.
Dicha tecnología consiste en “quemar” el subsuelo con el fin de hacer
más fluidos los crudos pesados que se encuentran en el yacimiento,
correspondiente a los bloques Quifa, Rubiales y Pirirí, en Puerto
Gaitán (Meta).
Antes del 2007, se presentaron cinco sismos, pero desde 2011 hasta
la fecha, se han registrado cerca de 300, de origen no establecido,
4. posterior al inicio de STAR. Esto corresponde al 98,3% de la
sismicidad total detectada desde 1997.
Además de la sincronía entre los eventos sísmicos y las pruebas de
explotación de hidrocarburos pesados, se encuentra una aparente
anomalía en lo referente a la profundidad: menos de 30 kilómetros.
Esto los clasifica como sismos someros, situación que no coincide con
el modelo tectónico aceptado para la zona de estudio. Al respecto, no
existe aclaración satisfactoria de Ecopetrol ni de Pacific Rubiales
sobre esa asociación.
En los Estados Unidos, las nuevas tecnologías de explotación de
hidrocarburos en yacimientos no convencionales han reconfigurado la
geopolítica energética. Las investigaciones científicas, que incluyen
reportes desde el propio sector, demuestran que existen miles de
pozos petroleros con fugas, debido a las fallas en la cementación
(leaking wells).
Esta situación advierte sobre la contaminación de acuíferos que pone
en riesgo el suministro de aguas para las generaciones futuras. El
hecho de que en la actualidad no sea común la explotación de aguas
subterráneas en pozos de profundidades mayores a 1.000 metros, no
obsta que en próximas décadas los escenarios de escasez lleven a la
humanidad a buscar el agua donde se encuentre.
Normatividad LAXA
La minería también se constituye en una problemática para zonas de
vertiente y a lo largo de ciertos ríos como el Guayuriba. Las rocas
antiguas que constituyen las partes altas de las cuencas de la región
del Meta tienen potencialidades en metálicos y minerales
radioactivos.
El problema es que se encuentran en áreas inestables, susceptibles a
deslizamientos, procesos de erosión (relacionadas de manera directa
con la deforestación inducida para ganadería extensiva sobre las altas
pendientes) y sismos como el ocurrido en 1917 en Villavicencio.
5. La gran potencialidad del piedemonte llanero es la biodiversidad y la
regulación hídrica, ambas, susceptibles a la afectación por minería,
actividad que libera elementos tóxicos contenidos en las rocas, que, a
su vez, deterioran la calidad de las aguas, los suelos y el principal
patrimonio natural de la región: el paisaje.
En las zonas planas, es inaceptable que los ríos sean titulados para
minería a lo largo de su recorrido. La normativa minera y ambiental
es laxa en lo referente a estos ecosistemas, aunque la documentación
científica ya demostró que remover lechos y trasladar las riberas
puede llevar a colapsos ecosistémicos.
Cuando se observa la Orinoquia llana en exploración o en explotación
de hidrocarburos y las vertientes con solicitudes mineras para
elementos tan peligrosos como el uranio, puede verse que no
estamos aprendiendo las lecciones que nos dio la naturaleza en el
Casanare.
Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre qué queremos de la
Orinoquia y palabras como paisaje, biodiversidad y agua son vitales
para indagar sobre las singularidades de la región.