La lucha de una madre por justicia tras el feminicidio de su hija Irina
1. Irina del Carmen, la historia de un feminicidio
Posted on 25 febrero, 2014
Blog Xavier Sulé: http://javiersule.wordpress.com/
Blanca Nubia Díaz, madre de Irina del Carmen, lleva 13 años
luchando para que se haga justicia por el cruel asesinato de su hija
por paramilitares. Foto: Javier Sulé
Irina del Carmen sentía un dolor muy grande por la pérdida de su
padre, asesinado de cinco disparos. Siempre decía que había que
hacer algo para que el crimen no quedara en la impunidad. Ya tenía
15 años, había terminado su bachillerato y como se acercaba el
primer aniversario de la muerte del papá, quiso cumplir con la
tradición de las comunidades indígenas wayuus de recordar a los
difuntos de una forma especial. Para poder comprar los recordatorios
se puso a hacer artesanías que luego vendía por los pueblos. Por esos
mismos días celebró el día de la Madre con su mamá Blanca
Nubia. Le compró unos regalos, la vistió, la peinó, no dejó que
cocinara y se la llevó a bailar donde unas vecinas.
Cuando regresaron a casa, la mamá le puso unos sueros porque la
veía como agotada. Sin embargo, al día siguiente ella quiso seguir
vendiendo sus artesanías y se fue varios días por la zona
de Valledupar. Aquel día su hermano le tocó la cara y le dijo: “Mami,
usted está muy bonita, no se ponga a andar sola por ahí, no
vaya a ser que alguien le haga un daño”. Irina del Carmen se
despidió de la mamá, como siempre con un beso en la frente y otro
en los labios.
2. El día 25 de mayo, días después, su madre Blanca Nubia empezó a
sentirse angustiada, no pudo dormir esa noche, tenía una
sensación extraña, como si hormigas le recorrieran todo el cuerpo.
A la mañana siguiente una mujer indígena le comentó que habían
matado como a seis muchachas por un lugar llamado Cuestecita. Hizo
ver como que no le daba mucha importancia, pero no tardó ni un
minuto en ir a la policía y preguntar qué sabían de aquello. Le
confirmaron que sí, que habían matado por allá a una niña con
rasgos indígenas, pero que no llevaba identificación. Blanca Nubia
no lo dudó, tomó una buseta y salió para la zona.
A partir de ese día no hubo ninguna buena noticia. Al mes se
confirmó lo que ya prácticamente se sabía: la niña indígena sí era
Irina del Carmen. Al parecer unos campesinos encontraron su
cadáver semidesnudo con señales evidentes de tortura. Estuvo unos
días en la carretera para ver si alguien la reclamaba y la velaron por
la tradición wayuu. Como nadie reclamó su cuerpo lo enterraron
finalmente en una fosa común como NN (sin nombre)
Secuestrada, torturada, violada y asesinada
A Irina del Carmen la desenterraron para poder identificarla.
Estaba envuelta en un plástico, pero no querían dejar que la madre la
viera. Blanca Nubia, muy nerviosa, exigió y consiguió verla, casi a la
fuerza. ”Rompí la bolsa de polietileno, la vi muy desconocida,
descompuesta, hinchada. Había sido violada por más de 10
hombres, la torturaron y después de eso le quebraron las manos,
le cortaron el pecho, le dieron varios disparos en la cabeza y la
tiraron a un pozo. Ahí están las fotos. De las otras cinco muchachas
no se supo nada”, me cuenta Blanca Nubia.
La madre supo que a su hija efectivamente la mataron el día 25 de
2001, el mismo día que ella lo presintió. “Mi corazón sangra todos
los días y yo se lo digo a ella que el día que deje de sangrar será
cuando esté a su lado. Porque a mi marido, estando sentado, le
dieron cinco tiros en la cabeza y ya, pero lo que le hicieron a mi hija
fue muy doloroso. Ella era una niña que quería seguir estudiando,
que quería ayudar a su comunidad, de un conocimiento, de una visión
política muy grande, de unos pensamientos muy valiosos.
Era una niña con muchos valores y muy activa”, me cuenta
Blanca Nubia. Sabida su muerte, la madre inició el camino para que
se haga justicia. Empezó a ser amenazada y tuvo que
abandonar La Guajira para proteger a sus otros hijos. Se fue
con ellos para la capital, Bogotá. Fueron años muy duros viviendo
como desplazada, con muchas necesidades, pero seguía en su lucha y
tiempo más tarde entró en contactó con organizaciones de defensa
3. de derechos humanos como el Movimiento Nacional de Víctimas y de
Crímenes de Estado (MOVICE)
Hoy asiste a reuniones, a marchas y pone todo su empeño para
exigir verdad, justicia y reparación. “Queremos una reparación
integral con garantías de no repetición y que no haya más impunidad.
Las investigaciones ya empezaron, pero la justicia va muy lenta. Si
fuera un ministro ya lo hubieran aclarado rápido, pero si son
campesinos o indígenas, nada. Soy una mujer fuerte y siempre habló
con mi hija. A ella le pido que me ayude a no enfermar ni desfallecer
para que pueda continuar esta lucha hasta que algún día se sepa la
verdad y se haga justicia”, me dice.
El sanguinario Jorge 40
La autoría del crimen de Irina del Carmen apunta a Hernán Giraldo y
a Rodrigo Tovar Pupo, “alias Jorge 40”, los dos comandantes
mafiosos que lideraban los grupos paramilitares de la zona de
la Guajira. En este departamento colombiano hay miles de historias
terribles que llevan el sello criminal y sanguinario de estos hombres.
Ambos tenían un poder omnipotente en la región con importantes
vínculos con políticos y empresarios locales. Los dos están hoy
extraditados, cumpliendo condena en Estados Unidos por
narcotraficantes, pero siguen sin confesar al país buena parte de sus
repugnantes
acciones. Irina
del
Carmen
fue
una
de
los cientos de indígenas Wayúu que se estima han sido
asesinados por paramilitares en Colombia.
Nueve años después, Blanca Nubia se vio obligada a realizar otra vez
la exhumación del cadáver de su hija. Tuvo que sacar los restos de
Irina del cementerio de Rioacha, capital de La Guajira, y decidió
enterrarla en territorio de la comunidad Wayuú, de la cual Irina
formaba parte. Fue otro día doloroso para Blanca Nubia como
demuestra este video de International Peace Observatory (IPO) el día
de la exhumación
La muerte de Irina del Carmen fue un feminicidio en toda regla,
un asesinato por el simple hecho de ser mujer. Cuando uno escucha
estas historias se pregunta cómo es posible que se pueda actuar
con tal nivel de ensañamiento contra alguien. La respuesta es difícil.
Para Laura Vitale, directora de la Corporación Vamos Mujer de
Medellín habría que indagar en la misoginia. “A un hombre cuando
lo matan, si es muy cercano, lo hacen con un cuchillo, pero no se
ceban en el cuerpo de un hombre, a no ser que tengan unos
mandatos como tuvieron los paramilitares en algún momento en los
que entrenaron a su gente tomando sangre y comiendo cadáveres.
Normalmente al otro le das la categoría del igual. Sin embargo, a la
4. mujer le demuestras que es un ser subordinado a ti, generas
un ejercicio de poder y en ese ejercicio de poder está involucrada
la misoginia que es la forma en que se manifiesta. Por qué a una
mujer no le dan un tiro y ya está, por qué la tienen que violar y
vejarla… Es como quitarle al otro la categoría de ser humano”, me
argumenta.