Cuando utilizamos el término persona sin hogar nos estamos refiriendo a un colectivo muy marginal, y del que la perspectiva de trabajo e intervención se alumbra desde un modelo asistencialista, tratando de difuminar la concepción de dicho grupo como problema. Las personas sin hogar sufren altos niveles de exclusión y aislamiento, debido a que la percepción que la sociedad tiene sobre ellos se enmarca en el ámbito de la estratificación social y en el de la conducta desviada. Es debido a esta percepción por lo que se concibe a las personas sin hogar como una patología social. Cabrera (1998) considera a las personas sin hogar como “todas aquellas que en un momento determinado se encuentran alojados en centros de acogida (albergues) o de reinserción social, así como a quienes se encuentran durmiendo en un espacio como parques, portales, etc.) o en cualquier otro lugar no diseñado para servir como lugar de residencia para las personas”. Dada la creciente invisibilidad del colectivo, he creido oportuno realizar esta actividad educativa sobre un colectivo que apenas se conoce, tanto por parte de la sociedad en general, como de los mismos profesionales de lo social; creo que sólo sensibilizando a la población desde las escuelas podremos cambiar mínimamente la visión que sobre estas PERSONAS tiene la sociedad.