1. L’isola disabitata Navegaba el joven Gernando con su juvenil esposa Constanza y con la pequeña Silvia, hermana de ella, para encontrarse en las Indias Occidentales con su padre, a quien se había encomendado el gobierno de una parte de ellas, cuando por una larga y peligrosa tempestad se vio obligado a descender en una isla deshabitada para dar bienestar a la niña y a la esposa y reponerse de las agitaciones del mar. Mientras ellas reposaban plácidamente en una escondida gruta, que les ofrecía cómodo y oportuno refugio, el infeliz Gernando con algunos de sus compañeros fue sorprendido, raptado y hecho esclavo por un numeroso grupo de piratas bárbaros que allí desgraciadamente llegaron. Sus compañeros, que vieron confusamente desde la nave el tumulto y creyeron raptadas con Gernando a la niña y a la esposa, se dieron a perseguir a los secuestradores, pero perdido en poco tiempo el rastro, retomaron su interrumpido viaje. Despierta la desventurada Costanza, después de haber buscado mucho tiempo en vano al esposo y a la nave que la había conducido allí, se creyó como Ariadna (1) traicionada y abandonada de su Gernando. Cuando los primero ímpetus de su desesperado dolor comenzaron a dar lugar al natural amor a la vida, decide, sabiamente, buscar la manera de sobrevivir en aquel lugar separado de los vivientes; allí abundaban las hierbas y las frutas, así durante mucho tiempo se sostuvieron ella y la pequeña Silvia, inspirando el odio y el horror que ella había concebido contra todos los hombres a la inocente que no los conocía. Después de trece años de esclavitud Gernando logró liberarse. Lo primero fue volver a aquella isla donde involuntariamente había abandonado a Costanza, aunque sin ninguna esperanza de encontrarla con vida. El inesperado encuentro de los cariñosos esposos es la acción que se representa. (1) Ariadna: personaje de la mitología griega. Enamorada de Teseo, le proporcionó el hilo con que él pudo salir del laberinto de Creta, después de matar al Minotauro. Fue abandonada por Teseo en una isla.

8. Trece años …