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DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                              Los pensamientos de Dios

                                                        ¿Quién dice la gente que soy yo?
                          «Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en
                          el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le
                          respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y
                          otros, alguno de los profetas».
                          «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías».
                          Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y
                          comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
                          rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser
                          condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con
                          toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
                          Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo:
                          «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de
                          Dios, sino los de los hombres». Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto
                          con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
                          mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su
                          vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la
                          salvará» (Mc 8,27-35).


     En nuestra cultura la búsqueda de la propia identidad es una tarea personal, basada en la
  introspección. Nos preguntamos a nosotros mismos: «¿Quién soy yo?».
    Tratamos de no quedar condicionados por lo que «dice la gente» sobre nosotros.
    Pero antiguamente descubrir la identidad no consistía en descubrirse a sí mismo, sino en ser
  confirmados mediante la opinión de otras personas. Para eso debía preguntarse: «¿Quién dice la
  gente que soy yo?»
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                     Los pensamientos de Dios


                                                                   Lo que dice la gente
                        Lo que dicen los demás cobra importancia a partir de una concepción
                      de la persona con carácter colectivo, no individual.
                        En la antigua cultura mediterránea cada persona estaba tan implicada
                      en su grupo, que su identidad sólo podía explicarse en relación con los
                      otros integrantes del mismo. Porque en aquella sociedad un individuo no
                      podía pensar o actuar de manera independiente. La lealtad a su grupo se
                      imponía.
                        Desde este punto de vista la identificación básica de una persona se
                      daba por su pertenencia familiar o nacional. Y el resultado era la
                      formación de estereotipos o generalizaciones:
                             «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres
                           perezosos» (Tito 1,12).
                             «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» (Jn 1,46).
                             «Los judíos no se tratan con los samaritanos» (Jn 4,9).
                             «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo» (Mc 14,70)
                         En estas etiquetas estaba codificada toda la información necesaria para
                      situar a una persona en el lugar correcto que debía ocupar en la escala
                      social.
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                             Los pensamientos de Dios

                                                                              ¿Quién es éste?
                                Los testigos de las de palabras y acciones de Jesús tienen dificultad
                              para atribuirle las etiquetas que debían corresponderle:
                                La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene
                              esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros
                              hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María…?»
                              (Mc 6,2-3).
                                 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras
                              llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de
                              José?» (Lc 4,22).
                               Se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el
                              mar le obedecen?» (Mc 4,41)
                                Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice
                              blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» (Lc 5,21).

   Por tanto, la opinión pública comienza a recurrir a otras categorías para definir la identidad de
 Jesús. Ésta debe describirse en función de los prodigios que se observan:
        Glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros» (Lc 7,16).
        «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el
      hijo de José, el de Nazaret» (Jn 1,45).

   Pero también se le asignarán categoría negativas:
        Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el
      príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22).
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                      Los pensamientos de Dios


                                               Juan el Bautista vuelto a la vida
                      Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y
                      en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le
                      respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y
                      otros, alguno de los profetas» (Mc 8,27-28).

                        No hay que considerar las opiniones populares simplemente como
                      ocurrencias descabelladas.
                        Cada respuesta se funda en un aspecto de la actividad de Jesús que
                      ha sido advertido por el público.


                        Herodes Antipas habría llegado a reconocer en la actividad de Jesús la
                      prolongación de la obra del Bautista:
                             «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado» (Mc 6,16).
                        De hecho, Jesús mantuvo la misma firmeza que había llevado a Juan
                      a denunciar el divorcio y posterior desposorio de Herodes (cf. Mc 6,18):
                             «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio
                           contra ella» (Mc 10,11).
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                               Los pensamientos de Dios

                                                                                  Un nuevo Elías
                            Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el
                            camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le respondieron:
                            «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los
                            profetas» (Mc 8,27-28).

                              Algunos detalles de los relatos sobre Jesús lo muestran como un
                            nuevo Elías:

                                    ELIAS                                 JESUS


«Eliseo, hijo de Safat, estaba arando con doce yuntas          «Caminando un poco más adelante, vio a
delante de él, y él estaba con la duodécima. Elías fue a       Jacob, el de Zebedeo, y a su hermano
donde él estaba y le echó su manto encima.                     Juan: estaban también en la barca
Inmediatamente dejó él los bueyes ... Después se               arreglando las redes; y al instante los
levantó y fue tras Elías y le servía » (1 Re 19,19-21).        llamó. Y ellos dejando a su padre
                                                               Zebedeo en la barca con los
                                                               jornaleros, se fueron tras él» (Mc 1,19-
                                                               20).

«YHWH escucho la voz de Elías, y el alma del niño              «el Señor, tuvo compasión de la viuda, y
volvió a el y revivió. Tomó Elías al niño, lo bajó de la       le dijo: «No llores». Y, acercándose, tocó
habitación de arriba de la casa y se lo dio a su madre.»       el féretro… y dijo: «Joven, a ti te digo:
(1 Re 17,22-23).                                               Levántate». El muerto se incorporó y se
                                                               puso a hablar, y él se lo dio a su madre.»
                                                               (Lc 7,13-15).
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                    Los pensamientos de Dios

                                                                  El Ungido de Dios
                      «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?». Pedro respondió: «Tú eres el
                      Mesías» (Mc 8,29).

                        La respuesta de Pedro no es diferente de la imagen que se habían
                      formado de Jesús muchos otros:
                             el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba
                           sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de
                           Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión
                           de mí!» (Mc 10,46-47).
                              Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
                           «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito
                           el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las
                           alturas!» (Mc 11,9-10).
                             «¿Eres tú el Ungido, el Hijo del Bendito?» (Mc 14,61).
                             «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Ungido, el
                           Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y
                           creamos» (Mc 15,31-32).


   el UNGIDO      hebreo MASHIAJ (Mesías)                El término designa a un enviado
                  griego KHRISTOS (Cristo)               de Dios para ejercer la REALEZA
                                                         sobre su pueblo
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                               Los pensamientos de Dios


                                                                   Esperanzas mesiánicas
                                   el UNGIDO             hebreo MASHIAJ (Mesías)
                                                         griego KHRISTOS (Cristo)
                              Uso antiguo
                                   Los reyes descendientes de David hasta el destierro en Babilonia

                              «El Señor hizo un juramento a David, una firme promesa, de la que no se
                              retractará: «Yo pondré sobre tu trono a uno de tus descendientes.…Yo lo
                              bendeciré con abundantes provisiones y saciaré de pan a sus pobres; revestiré
                              a los sacerdotes con la salvación, y sus fieles gritarán de alegría. Allí haré
                              germinar el poder de David: yo preparé una lámpara para mi UNGIDO. Cubriré
                              de vergüenza a sus enemigos, y su insignia real florecerá sobre él» (Sal 132).


  El final de la monarquía desde el destierro en Babilonia condujo a esperar para el futuro la
  restauración de la misma de un modo ideal:
         «la llegada de un Príncipe Mesías» (Dn 9,25)

         «Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú elijas, oh
       Dios, para que reine en Israel tu siervo. Él será sobre ellos un Rey justo, instruido por
       Dios; no existe injusticia durante su reinado sobre ellos, porque todos son santos y su
       Rey es el Ungido del Señor» (Sal Salomón 17,21.32).
         «Mesías de Israel» [Rey] «Mesías de Aarón» [Sacerdote] (1Qumran S 9,11).
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                        Los pensamientos de Dios

                                       Era necesario que el Cristo padeciera…
                      «Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y
                      comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
                      rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser
                      condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con
                      toda claridad» (Mc 8,30-32).

                        Las mismas expectativas mesiánicas habrían sido las que tuvieron los
                      discípulos que vieron en Jesús al «Mesías»:
                             «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
                           Israel» (Lc 24,21).
                             «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el
                           Reino de Israel?» (Hech 1,6).
                       Por eso Jesús prohíbe la proclamación. No se identifica con la figura de un
                      Mesías triunfador.
                        No encontramos la bienaventuranza para Pedro por haber reconocido a
                      Jesús como Mesías (a diferencia de Mt 16,17-19).
                        En cambio sigue inmediatamente el primer anuncio de la pasión.
                        Rechazar esa forma de mesianismo sufriente es no tener pensamientos de
                      Dios, sino de los hombres (cf. Mt, 16,23).
                        Sería no comprender las Escrituras, porque «era necesario que el Mesías
                      padeciera eso y entrara así en su gloria» (Lc 24,26).
DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario                                           Los pensamientos de Dios

                                                            …y entrara así en su gloria
                        «Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y
                        comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
                        rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser
                        condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con
                        toda claridad» (Mc 8,30-32).


                                  La RESURRECCIÓN                           Mesianismo realizado:
                                  es la entronización                       Acción actual de Jesús en
                                  mesiánica de Jesús                        la vida de cada creyente

                                   «Porque no es David el que subió a los cielos; al contrario, él mismo
                                 afirma: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que
                                 ponga a todos tus enemigos debajo de tus pies". Por eso, todo el
La confesión                     pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes
Mesiánica de Pedro no            crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías» (Hech 2,34-36).
tendrá una verdadera
comprensión hasta la              La PARUSÍA será la                       Mesianismo futuro: Acción
proclamación Pascual              manifestación                            definitiva de instauración
                                  mesiánica de Jesús                       del Reinado de Dios


                                   «Arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean
                                 borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y
                                 envíe al Mesías que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe
                                 retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que
                                 Dios habló por boca de sus santos profetas» (Hech 3,19-21).

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24. Los pensamientos de Dios

  • 1. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios ¿Quién dice la gente que soy yo? «Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías». Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará» (Mc 8,27-35). En nuestra cultura la búsqueda de la propia identidad es una tarea personal, basada en la introspección. Nos preguntamos a nosotros mismos: «¿Quién soy yo?». Tratamos de no quedar condicionados por lo que «dice la gente» sobre nosotros. Pero antiguamente descubrir la identidad no consistía en descubrirse a sí mismo, sino en ser confirmados mediante la opinión de otras personas. Para eso debía preguntarse: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
  • 2. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios Lo que dice la gente Lo que dicen los demás cobra importancia a partir de una concepción de la persona con carácter colectivo, no individual. En la antigua cultura mediterránea cada persona estaba tan implicada en su grupo, que su identidad sólo podía explicarse en relación con los otros integrantes del mismo. Porque en aquella sociedad un individuo no podía pensar o actuar de manera independiente. La lealtad a su grupo se imponía. Desde este punto de vista la identificación básica de una persona se daba por su pertenencia familiar o nacional. Y el resultado era la formación de estereotipos o generalizaciones: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos» (Tito 1,12). «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» (Jn 1,46). «Los judíos no se tratan con los samaritanos» (Jn 4,9). «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo» (Mc 14,70) En estas etiquetas estaba codificada toda la información necesaria para situar a una persona en el lugar correcto que debía ocupar en la escala social.
  • 3. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios ¿Quién es éste? Los testigos de las de palabras y acciones de Jesús tienen dificultad para atribuirle las etiquetas que debían corresponderle: La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María…?» (Mc 6,2-3). Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» (Lc 4,22). Se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,41) Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» (Lc 5,21). Por tanto, la opinión pública comienza a recurrir a otras categorías para definir la identidad de Jesús. Ésta debe describirse en función de los prodigios que se observan: Glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros» (Lc 7,16). «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret» (Jn 1,45). Pero también se le asignarán categoría negativas: Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22).
  • 4. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios Juan el Bautista vuelto a la vida Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas» (Mc 8,27-28). No hay que considerar las opiniones populares simplemente como ocurrencias descabelladas. Cada respuesta se funda en un aspecto de la actividad de Jesús que ha sido advertido por el público. Herodes Antipas habría llegado a reconocer en la actividad de Jesús la prolongación de la obra del Bautista: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado» (Mc 6,16). De hecho, Jesús mantuvo la misma firmeza que había llevado a Juan a denunciar el divorcio y posterior desposorio de Herodes (cf. Mc 6,18): «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella» (Mc 10,11).
  • 5. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios Un nuevo Elías Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas» (Mc 8,27-28). Algunos detalles de los relatos sobre Jesús lo muestran como un nuevo Elías: ELIAS JESUS «Eliseo, hijo de Safat, estaba arando con doce yuntas «Caminando un poco más adelante, vio a delante de él, y él estaba con la duodécima. Elías fue a Jacob, el de Zebedeo, y a su hermano donde él estaba y le echó su manto encima. Juan: estaban también en la barca Inmediatamente dejó él los bueyes ... Después se arreglando las redes; y al instante los levantó y fue tras Elías y le servía » (1 Re 19,19-21). llamó. Y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él» (Mc 1,19- 20). «YHWH escucho la voz de Elías, y el alma del niño «el Señor, tuvo compasión de la viuda, y volvió a el y revivió. Tomó Elías al niño, lo bajó de la le dijo: «No llores». Y, acercándose, tocó habitación de arriba de la casa y se lo dio a su madre.» el féretro… y dijo: «Joven, a ti te digo: (1 Re 17,22-23). Levántate». El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre.» (Lc 7,13-15).
  • 6. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios El Ungido de Dios «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías» (Mc 8,29). La respuesta de Pedro no es diferente de la imagen que se habían formado de Jesús muchos otros: el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (Mc 10,46-47). Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (Mc 11,9-10). «¿Eres tú el Ungido, el Hijo del Bendito?» (Mc 14,61). «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Ungido, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos» (Mc 15,31-32). el UNGIDO hebreo MASHIAJ (Mesías) El término designa a un enviado griego KHRISTOS (Cristo) de Dios para ejercer la REALEZA sobre su pueblo
  • 7. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios Esperanzas mesiánicas el UNGIDO hebreo MASHIAJ (Mesías) griego KHRISTOS (Cristo) Uso antiguo Los reyes descendientes de David hasta el destierro en Babilonia «El Señor hizo un juramento a David, una firme promesa, de la que no se retractará: «Yo pondré sobre tu trono a uno de tus descendientes.…Yo lo bendeciré con abundantes provisiones y saciaré de pan a sus pobres; revestiré a los sacerdotes con la salvación, y sus fieles gritarán de alegría. Allí haré germinar el poder de David: yo preparé una lámpara para mi UNGIDO. Cubriré de vergüenza a sus enemigos, y su insignia real florecerá sobre él» (Sal 132). El final de la monarquía desde el destierro en Babilonia condujo a esperar para el futuro la restauración de la misma de un modo ideal: «la llegada de un Príncipe Mesías» (Dn 9,25) «Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo. Él será sobre ellos un Rey justo, instruido por Dios; no existe injusticia durante su reinado sobre ellos, porque todos son santos y su Rey es el Ungido del Señor» (Sal Salomón 17,21.32). «Mesías de Israel» [Rey] «Mesías de Aarón» [Sacerdote] (1Qumran S 9,11).
  • 8. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios Era necesario que el Cristo padeciera… «Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad» (Mc 8,30-32). Las mismas expectativas mesiánicas habrían sido las que tuvieron los discípulos que vieron en Jesús al «Mesías»: «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel» (Lc 24,21). «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» (Hech 1,6). Por eso Jesús prohíbe la proclamación. No se identifica con la figura de un Mesías triunfador. No encontramos la bienaventuranza para Pedro por haber reconocido a Jesús como Mesías (a diferencia de Mt 16,17-19). En cambio sigue inmediatamente el primer anuncio de la pasión. Rechazar esa forma de mesianismo sufriente es no tener pensamientos de Dios, sino de los hombres (cf. Mt, 16,23). Sería no comprender las Escrituras, porque «era necesario que el Mesías padeciera eso y entrara así en su gloria» (Lc 24,26).
  • 9. DOMINGO XXIV – Tiempo ordinario Los pensamientos de Dios …y entrara así en su gloria «Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad» (Mc 8,30-32). La RESURRECCIÓN Mesianismo realizado: es la entronización Acción actual de Jesús en mesiánica de Jesús la vida de cada creyente «Porque no es David el que subió a los cielos; al contrario, él mismo afirma: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos tus enemigos debajo de tus pies". Por eso, todo el La confesión pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes Mesiánica de Pedro no crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías» (Hech 2,34-36). tendrá una verdadera comprensión hasta la La PARUSÍA será la Mesianismo futuro: Acción proclamación Pascual manifestación definitiva de instauración mesiánica de Jesús del Reinado de Dios «Arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Mesías que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus santos profetas» (Hech 3,19-21).