1. Los juegos atléticos Mª Amada Patiño Pérez Departamento de Griego IES María Cegarra Salcedo
2. Definición y orígenes El griego es un hombre bien relacionado con sus dioses. Ellos, junto a los héroes caídos, merecen los máximos esfuerzos y a ellos se dedicarán los primeros certámenes atléticos. El premio es casi simbólico ya que la verdadera recompensa estará en la memoria que quede de su hazaña, el recuerdo que perdurará en las generaciones venideras. Para los antiguos griegos el hombre era un ser armónico en el que mente y cuerpo debían desarrollarse equilibradamente. El ejercicio físico, practicado por los varones desde la infancia, era parte fundamental de la educación pues fomentaba la capacidad de esforzarse, la superación de los propios límites, la competencia sana, etc.
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10. Las pruebas: Carrera de carros Era la prueba que más prestigio proporcionaba y estaba reservada casi exclusivamente a los hombres ricos que podían entrenar y mantener a los caballos y sus aurigas. Si el carro estaba tirado por dos caballos recibía el nombre de biga, pero los más famosos eran, sin duda, las cuadrigas, esto es, carros con cuatro caballos. La habilidad del auriga y la doma de los animales era tan importante como la velocidad y fuerza de los caballos ya que la dificultad estaba tanto en llegar el primero como en hacerlo sorteando al resto de los carros en un espacio estrecho y con curvas muy marcadas. El auriga vencedor recibía la banda de la victoria, pero el verdadero triunfo era el del propietario de los caballos. Era la única prueba en que una mujer, como propietaria, podía obtener una victoria olímpica.
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12. Las pruebas: Salto de longitud Era una de las pruebas del Pentatlon y se celebraba de una manera un tanto diferente a la actual. Era de las consideradas como más complicadas y se llevaba a cabo con acompañamiento musical para favorecer la concentración. El saltador realizaba una corta carrera de impulso y luego saltaba sobre un foso de tierra suelta en tres zancadas. El salto se medía sobre las huellas dejadas en la arena. Durante el impulso y las zancadas previas el saltador sostenía en ambas manos unos pesos llamados alteras que soltaba en el salto final, convirtiéndose así en más ligero y “volador”. Las alteras se fabricaban de piedra o plomo con un peso que osciló entre 1 y 2 kg.
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14. Las pruebas: Lanzamiento de disco Era la segunda prueba del Pentatlón y requería una técnica muy precisa para impulsar correctamente el disco, una pieza lenticular, habitualmente de piedra, bronce o cobre. El peso variaba según la edad y la época desde algo más de un kilo hasta los cinco. El discóbolo levantaba el disco con ambas manos hasta la altura de la cabeza y luego, reteniéndolo contra el antebrazo derecho, echaba violentamente este mismo brazo hacia abajo y atrás; el cuerpo y la cabeza acompañaban el movimiento y se volvían en la misma dirección. Todo el peso del cuerpo descansaba sobre el pie derecho, que servía de pivote, el pie y brazo izquierdos no entraban en juego sino para asegurar el equilibrio. Luego venía el impulso hacia delante: la fuerza del lanzamiento no procedía del brazo, sino del avance del muslo y de levantar bruscamente el cuerpo flexionado.
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16. Las pruebas: Lanzamiento de jabalina Incluida también en el Pentatlón era tanto una prueba de fuerza como de puntería ya que había que marcar la máxima distancia dentro de un espacio acotado. El impulso de la jabalina, heredera de las lanzas de los guerreros, se reforzaba con la rotación ya que contaban con una pequeña correa de cuero que se enrollaba al mástil y en los dedos del atleta y se soltaba al lanzarla, “perforando” el aire como si se tratara de un tornillo. La jabalina deportiva, larga como el cuerpo humano y gruesa como un dedo, carecía de punta, llevaba lastre en un extremo y era extremadamente ligera. El lanzamiento era precedido por un breve impulso y por una torsión general del cuerpo: el torso y la cabeza acompañaban al brazo derecho, que se extendía hacia atrás, por la derecha, a la mayor distancia posible.
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18. Las pruebas: la lucha Junto a los lanzamientos, el salto y la carrera pedestre de velocidad, la lucha completaba las cinco pruebas del Péntatlon. Era una de las pruebas más duras aunque estaban prohibidos los golpes y movimientos a traición. Se trataba de derribar al contrario mediante agarres y presas y se daba por vencedor al que conseguía que su contrincante tocara tres veces el suelo con los hombros. Una dificultad añadida consistía en el hecho de que los luchadores no se clasificaban en categorías por pesos sino que se entendía que la fuerza de los más pesados podía ser contrarrestada con la agilidad de los más ligeros. Si los jueces consideraban que los luchadores demoraban el combate o jugaban sucio los castigaban azotándolos con varas ligeras (mástiges).
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20. Las pruebas: el pugilato y el pancracio Eran pruebas muy duras que se parecía mucho a nuestro boxeo. Estaban permitidos todo tipo de golpes y la única protección de los combatientes consistía en el vendaje de los puños con bandas de cuero y, en ocasiones, con piezas metálicas. La versión extrema de la lucha era el pancracio en el que todo estaba permitido salvo los mordiscos o sacarle los ojos al contrario. Se podía golpear con y en cualquier parte del cuerpo y estaban permitidas las luxaciones o las presas de dolor. El combate acababa con la rendición o la muerte. Los pancratistas eran verdaderos supervivientes ya que no era extraño que los combates produjeran lesiones muy graves y dejaran secuelas permanentes.
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22. Las pruebas: la carrera de hoplitas Los hoplitas era los soldados de infantería del ejército griego y realizaban una carrera que combinaba la competición atlética y el desfile ritual: el hoplitodromos . Lo curioso de esta carrera era que, a diferencia del resto de las pruebas, no se realizaba desnudo sino totalmente armado: coraza; casco, escudo, lanza y grebas (protectores para las espinillas). Si se considera que la armadura se hacía fundamentalmente de metal (bronce principalmente) deberíamos considerar esta prueba como un combinado de velocidad y resistencia. La distancia a recorrer varió desde los 400 a los 800 m.
26. Vencedores y trofeos Los ganadores de las diversas pruebas reunidos en el templo de Zeus recibían sus premios. No se entregaban premios materiales, sino el honor y la gloria. Pero sí se les daba un objeto simbólico. En los comienzos fue una manzana, pero finalmente se les entregó una corona de laureles y una cinta de lana en la frente. El nombre, el del padre, el lugar de nacimiento y el linaje de cada ganador se inscribían en un registro. El que conseguía vencer en todas las pruebas del péntatlon, tenía derecho a una estatua en el templo de Zeus. Al regresar a sus polis los ganadores eran recibidos como héroes; poetas y oradores narraban sus hazañas.
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28. El recinto de Olimpia El primitivo recinto sacro de Olimpia, dedicado a Zeus y, por extensión, a su esposa Hera, fue ampliándose con edificaciones deportivas y culturales. En el s.VI a.C. ya formaban un gran recinto pensado para que los atletas se entrenasen (gimnasio, palestra y baños) y compitiesen (estadio, hipódromo), los jueces y embajadas aprovecharan los certámenes para acercar posturas (Bouleuterion, Teokoleon, Leonideon) y los espectadores disfrutasen de los juegos honrando a sus dioses (pórticos, tesoros, templos, altares). Enmarcado por el delicioso valle del Atis, el recinto contaba con un soberano indiscutible: el templo de Zeus de orden dorio donde se veneraba la estatua criselefantina del Cronión, obra del gran Fidias. No muy lejos el templo de Hera y la tumba del héore Pélope, mítico “vencedor” en una carrera de carros.