1. Acción de la Mente sobre la Materia (I)
Fundamentos
La Acción de la Mente sobre la Materia es consecuencia de la fuerte influencia
condicionante de los estados y “programas” de "instrucciones" – conscientes
o, de hecho, la mayor parte de las veces, en plano inconsciente e
involuntario-automático-vegetativo –, del "software" psíquico-anímico – a
través de su “hardware” o soporte físico neuro-bioquímico cerebral –. Estos
códigos de “órdenes” operan sobre los estados y funcionamientos de todas
las células y tejidos del cuerpo. Fundamentalmente, por medio de tres
mecanismos sinérgicos o mutuamente reforzados y complementarios:
1) Determinadas moléculas biológicas como endorfinas, hormonas
neuroendocrinas y mediadores sinápticos activan “cascadas de
reacciones” sobre otro grupo de moléculas denominadas “kinasas
cerebrales”. Las cuales, a su vez, sobreactivan de manera específica
a determinadas proteínas llamadas inmunoglobulinas, y “rearman”
así el sistema inmunológico defensivo del cuerpo, produciendo
cantidades masivas y específicas de células NK (“Natural Killers”) y
B, esenciales para destruir y regenerar tejidos-diana celularmente
enfermos o degenerados. Las kinasas son – por tanto – las unidades
catalíticas “transductoras-moduladoras” que comunican y coordinan
el sistema nervioso con el defensivo o inmunitario-endocrino, los dos
grandes “equipos complejos” de la función de relación-control del
equilibrio global u homeostático en los organismos superiores. Y su
acoplamiento es tan excelente y perfecto que los neurobioquímicos
defienden que, en verdad, deberíamos hablar de un “Sistema NeuroInmunológico Integrado”, más que de dos sistemas por separado. Lo
contrario también acontece, lógica pero desgraciadamente, ya que
los dos sub-sistemas son interactivos en doble sentido: Una
depresión psicológica o síndrome angustioso severo rebaja la tasa de
concentración y más aún la actividad de las kinasas, generando una
2. depresión inmune temporal o “bajada de defensas”, que facilita la
progresión del desajuste celular, o el ataque exitoso de virus
infecciosos oportunistas, o bien presentes en ciertos tejidos
concretos en estado latente. Por eso nos resfriamos o sufrimos
peores gripes cuando tenemos problemas y, ante traumas
personales muy graves, hay una superior propensión a desarrollar
algunos tipos de cáncer. Muy acentuadamente los que afectan a
fluidos orgánicos u humores corporales estrechamente relacionados
con las funciones de regulación, control y defensa de ese equilibrio
homeostático, cuales los tumores de médula ósea, sangre y red
linfática, o los que se tornan malignos sobre tejidos blandos
altamente vascularizados o irrigados por ellos. Todo esto ha sido
comprobado rigurosamente hoy en día en términos bioquímicos,
celulares, estadístico-epidemiológicos y clínicos, por mucho que,
hasta hace poco más de entre doce a quince años, casi la totalidad
de la “Medicina Oficial Occidental” lo negara, enfática y
desdeñosamente.
2) El mecanismo anterior procede a escala celular. Pero hay otro
proceso más profundo, fascinante y sorprendente todavía: Los
estados de ánimo, emociones y pensamientos, conscientes o
inconscientes, positivos o negativos, alteran la estructura
submicroscópica en red del agua a nivel molecular. Si son alegres,
gratificantes, esperanzados y , en general, saludables y armónicos,
sus corrientes electroquímicas ondulatorias, mediante un mecanismo
de “imprimación-inducción” electromagnética sobre los dipolos
moleculares del agua,
del que aún estamos nada más que
esbozando su comprensión psicofísica, de alguna forma “moldean”
las tramas de puentes de hidrógeno o enlaces entre las moléculas de
agua, “a imagen y semejanza de su patrón”, apareciendo
entramados moleculares acuosos ordenados, armónicos, regulares,
densos y de elevada y bella simetría, de base hexagonal-estrelladadendriforme (forma de ramas de árbol). Por el contrario, cuando se
repiten pautas neuroquímicas tristes, desesperadas, dolorosas,
patológicas y disarmónicas, su caos, disociación, desequilibrio y
“deformidad” psicoenergética queda reflejada en las redes
moleculares del agua, que se tornan poco densas, desorganizadas,
“monstruosas” y de baja o nula simetría, hasta llegar a mostrarse
caóticas. Dado que el agua compone el 70-80% de nuestras células
vivas e interviene decisivamente en su adecuado funcionamiento, es
obvio lo que este fenómeno de la “memoria molecular” de la misma
implica. Este estudio ha sido realizado por el investigador y
terapeuta japonés Dr. Masaru Emoto y sus colaboradores, a lo largo
3. de los últimos quince años, y sus bien contrastadas pruebas por
análisis ultra-fino de RMN y fotografías obtenidas por microscopía
digital de efecto-túnel, de los cristales moleculares de agua
congelada, tras ser sometida a diversas “corrientes de
pensamientos, emociones, y otras vibraciones, cuales sonidos e
incluso palabras pronunciadas de manera consciente, concentrada y
emocionalmente focalizadas –, pero asimismo corroboradas con
muestras del líquido vital extraídas de fuentes colectivas naturales o
artificiales, evidencian que el agua “replica” y “conserva por
impregnación
psicofísica
molecular”
nuestros
estados
psicoenergéticos de pensamientos y emociones. El Dr. Emoto ha
publicado varios libros al respecto y sus conclusiones se encuentran
igualmente expuestas con claridad y lujo de detalles en Internet. Si
alguno de Vds. duda o, por el contrario, le interesa y desea
profundizar, no tiene más que teclear: “Masaru Emoto, memoria del
agua”, y/o preguntar refererencias en la librería más próxima. Una
vez más, los “galenos ortodoxos” se cebaron contra el “pionero
innovador y valiente”, ignorándolo, despreciándolo e intentando
impedir la difusión de su interesantísimo y trascendental
descubrimiento. Y, luego, cuando ya no podían impedirlo, recurrieron
a la mezquindad de las denuncias falaces de “nulo rigor científico”, la
vulgar mofa y el grosero escarnio. Pero no han logrado sus
objetivos. No del todo, al menos. No obstante, como era de esperar,
buena parte de la comunidad científica y del público en general no
aceptan los resultados de Emoto o su interpretación de los mismos.
Entre los primeros, debido a controversias sobre cuestiones de
procedimiento. Y, a falta de una explicación físico-química clara del
mecanismo de “imprimación o memoria molecular del agua” descrito
en sus ensayos, estos continúan envueltos en la polémica (Ver
“Bibliografía y Referencias” para consultar varios de los más
destacados documentos relativos a dicha discusión).
3) Otra serie de estudios, más revolucionarios todavía, (Peter
Gariaev et al., principalmente), ponen de manifiesto que las ondas
electromagnéticas o vibraciones cuánticas en general, y las
emisiones de pensamientos-emociones cerebrales o impulsos del
SNC en particular, son capaces de quedar “registradas” en un código
de modificaciones epigenéticas a nivel de nuestras secuencias de
ADN y ARNs de Transferencia. En otras palabras, el historial,
intensidad y frecuencias de repetición
de nuestros estados
psicoemocionales neurofísica y neuroquímicamente transducidos, se
“imprime” y es “grabado” en la memoria genética heredable de
nuestras células. Aparte del impacto cotidiano de los “paquetes
4. cuánticos ondulatorios portadores de energía-información” más
diversos, es heredable. Heredable, porque uno de los tejidos más
sensible o reactivo al efecto es el de las células sexuales o gametos.
Y, además, debido a que, si la “exposición” o “irradiación” exógena o
endógena posee magnitud suficiente y a la vez una frecuencia de
repetición notable, libera mecanismos más profundos, fijos e
irreversibles, los cuales modifican el contenido genético, al activar
sistemas de retro-transcripción de ARN a ADN nuclear de manera
masiva. Luego las células – a nivel genético – también poseen
memoria, y todo lo que pensamos, sentimos, proyectamos,
visualizamos y deseamos o tememos – si presenta un alto potencial
psicoenergético asociado –, altera el mismo "algoritmo o código
secuenciado nuclear de instrucciones" de nuestro "software" o
programa genético, de manera intensa e indeleble..., para bien o
para mal.
Estas son las bases psicofísicas y bioquímicas de la Acción de la Mente sobre
la Materia.
Al menos, las que han sido evidenciadas en términos y por medio de
metodologías científicas.
En el siguiente artículo de esta serie, expondremos cómo se pueden aplicar
para explicar la fenomenología derivada de ellos, mal denominada por
nuestra ignorancia como "paranormal".
Hasta pronto. Hago votos para que les haya interesado.
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Por:
Juan Schreiber
Bioquímico y Librepensador
En Madrid, a 18/10/2013