El documento narra la historia del murciélago que quería obedecer tanto al león como al águila. Esto causó problemas porque el murciélago criticaba a los súbditos de cada rey cuando estaba con el otro. El águila y el león decidieron que el murciélago no podía cambiar fácilmente de un reino al otro y hablar mal de ellos, por lo que el murciélago tuvo que vivir solo desde entonces.
2. En la selva el rey es el león, y el águila, el señor de los aires. Así decidieron repartirse hace muchos siglos el territorio en el que debían de convivir.
3. Cada uno reinaría en su medio, el león en la tierra y el águila en el cielo. Por esta razón entre ambas especies nunca hubo problemas, ni enfrentamientos ni rencillas. Desde luego, cada uno de los animales sabía bien quién era su rey.
4. Los ciervos, gamos, serpientes, osos y demás animales terrestres que podáis imaginar obedecían al león.
5. En cambio, los cuervos, los búhos, los buitres, los halcones y otras aves eran fieles al águila.
6. La armonía, por tanto, estaba asegurada. Pero el murciélago quería estar en ambos. No sabía qué pasaría en un futuro si sólo obedecía a un rey.
7. ¿Y si se incendia la selva? Me quedaría sin nada. Sí, el rey el león buscaría otro lugar. ¿Pero por qué tendría yo que andar kilómetros y kilómetros si a mí me gusta este sitio?
8. Como el murciélago sabía volar, también convivía con las aves, y entonces su rey era el águila. Pero tampoco estaba contento, porque pensaba que, si decidía vivir con los animales del aire, algún día podría suceder algo que le perjudicase.
9. ¿Y si viene un diluvio o un ciclón?. Yo no soy grande, tendría dificultades para sobrevivir, no podría comer y moriría de hambre. Sí, el águila buscaría otro lugar para vivir, pero a mí me gusta estar aquí.
10. Como el murciélago dudaba tanto, prefirió hacer lo que le apetecía en cada momento. Cuando había comida y buen tiempo se unía a los animales terrestres y se convertía en un súbdito del león. Otras veces, cuando se aburría y quería volar, subía hasta donde se encontraba las aves, y entonces su rey era el águila. Pero no quedaba todo ahí. El murciélago, además, criticaba a los vasallos del águila cuando estaba con los súbditos del león.
11. Viven en lugares horribles. En nidos llenos de pinchos. Y allá arriba, en lo alto de las montañas, hace un frío terrible. Y qué modales tienen. Si los vieras comer te darías cuenta de que no exagero nada. Son terribles. El tigre no hacía caso, vigilaba la sabana por si alguna presa cruzaba por allí, pero el murciélago continuaba:
12. Sin embargo, cuando el murciélago volaba junto a los súbditos del águila, criticaba a los que eran fieles al león. Una tarde, mientras el halcón retocaba su nido, le habló así:
13. Cómo me gusta estar entre vosotros. Al menos, aquí cuidáis vuestras casas y vigiláis que nada malo le ocurra a los demás. Allí abajo, en la selva, cada uno va a lo suyo y le da igual lo que le pase a otros. Con tal de asegurarse su presa, lo demás no les importa.
14. El león tenía tantas cosas que hacer, que apenas le había dado importancia al ir y venir del murciélago. Sin embargo, al águila no le gustaba nada que unos días fuese con los animales terrestres y otros con ellos. Así que decidió hablar con león.
15. Sabes que entre nosotros nunca ha habido problemas. Pero últimamente estoy descontenta; hay un animalucho que va de acá para allá. Unas veces vive entre nosotros y otras se va con los tuyos. Sé a quién te refieres. Hablas del murciélago.
16. Cuando le digo que si es un ave tiene que respetar nuestras normas, me contesta que él hace lo que quiere. Que cuando le apetece se convierte en cuadrúpedo y se va con vosotros. Y lo peor no es eso. Cuando está con nosotros os critica y se burla de tu reino. Pero me consta que también se burla de mí cuando baja a la selva. Pues cuando yo le digo lo mismo me responde que para eso tiene alas, y se va volando con los tuyos.
17. Así lo tengo decidido. Está bien. Por mi parte te aseguro que no volverá a pisar mi reino. Y es mejor que tú hagas lo mismo.