Mapa Mental de estrategias de articulación de las areas curriculares.pdf
R. industrial en España.
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INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX la economía española fue eminentemente agraria y la industrialización
lenta, tardía y deficiente respecto a Europa occidental. Los condicionantes fueron:
* Destrozos de las guerras: de independencia, carlistas y de emancipación
americana (esta conllevó la pérdida del enorme mercado colonial).
* Escasez de capital para financiar industria y red viaria. Los pocos capitales
nacionales fueron a la deuda pública y tierras desamortizadas. Capitales extranjeros
financiaron las transformaciones pero la rentabilidad quedó en los países inversores.
* Falta de una red viaria que facilitase el comercio a un coste razonable, impidiendo
la correcta articulación de un mercado nacional.
* Escasez de fuentes de energía. El carbón asturiano era de baja calidad y difícil
explotación por lo que resultaba caro y se importaba mucho carbón galés.
* Pese a abundar las materias primas minerales los incentivos para su explotación
sistemática la retrasaron hasta muy avanzado el siglo.
* Desfavorable balanza comercial y bajo poder adquisitivo del mercado nacional.
Pese a todo, a finales de siglo la economía se modernizará con el desarrollo de la
industria textil catalana y la siderurgia vasca, la explotación minera a gran escala y la
creación de la red de ferrocarriles y la ampliación y mejora de las carreteras.
I. EL DESARROLLO INDUSTRIAL
Se pueden diferenciar una serie de etapas en la industrialización nacional del XIX:
- Estancamiento (1808-1835) Manufactura artesanal con un pobre mercado interior e
inestabilidad política (guerra de la Independencia, carlista, independencia americana).
- Despegue industrial (1835-1865) Compra masiva de tecnología extranjera y
afluencia de capitales que posibilitaron la creación de la red ferroviaria y el despegue
de la industria textil catalana, la siderurgia andaluza y vasca y la metalurgia asturiana.
- Alternancia de períodos de crecimiento y crisis (1865-1914) El crecimiento se
frenará en los 50 por la huída de capitales a la compra de tierras desamortizadas y la
crisis textil por el aumento de los precios del algodón debido a la Guerra de Secesión
estadounidense. La pérdida de las colonias (1898) produjo una recesión que no
acabará hasta 1914 debido a la demanda de Europa, sumida en la 1ª Guerra Mundial.
A. El sector textil catalán
En 1830 era el único sector que había iniciado la industrialización gracias al
desarrollo a finales del XVIII del comercio, las manufacturas laneras y los tejidos de
algodón (“indianas”). Ya durante el siglo XIX su éxito se debió a:
- Concentración de capitales; procedentes de América y de la agricultura, que
permitieron la constitución de sociedades anónimas (Ley de S.A. de 1848) capaces de
realizar fuertes inversiones en las nuevas técnicas. La primera industria organizada así
fue la barcelonesa “La España Industrial S.A.”
- Innovación tecnológica. La introducción de máquinas de hilar (mule-jennies), telares
mecánicos a vapor (utilizada por primera vez en la barcelonesa Bonaplata y
Compañía) y “selfactinas” (máquinas textiles semiautomáticas), supusieron una
notable disminución de los costes, la mejora de la calidad de los productos y
una reducción de los precios que a su vez estimularon la demanda y
posibilitaron el despegue. Se sustituyó la producción de lana por la de algodón, más
barato y fácil de trabajar.
- La protección arancelaria, primero con la Ley de Relaciones Comerciales con las
Antillas (1882) que le aseguró el monopolio del mercado colonial hasta la pérdida de
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este en 1898 y, posteriormente, con el Arancel de 1906 que daba el monopolio del
mercado español al textil catalán.
- Desarrollo de las comunicaciones, el puerto barcelonés para la entrada de materias
primas y exportar y, posteriormente con los primeros ferrocarriles (Barcelona-Mataró).
Todo ello hizo concentrarse en Barcelona la casi totalidad de la industria textil
algodonera española, basada en la producción en serie y que fomentó la
especialización del trabajo y la organización social propia de la sociedad industrial.
El crecimiento del textil catalán estuvo limitado por la superioridad de la producción
inglesa y por la incapacidad para atraer a la industria de bienes de equipo y al sector
bancario, predominando la inversión familiar. El aumento de los precios del carbón
galés obligó al aprovechamiento de los ríos como fuente de energía y así se
desarrollaron las zonas industriales de las cuencas del Ter y Llobregat.
Las consecuencias fueron positivas para el resto del país: desarrolló la industria
química y la mecánica, favoreció el impulso de la construcción de redes ferroviarias y
absorbió mano de obra de otras regiones agrícolas menos desarrolladas,
especialmente de Andalucía y Levante.
B. Desarrollo de la minería.
A principios de siglo la minería española era arcaica y poco desarrollada por la falta
de capitales, escasa demanda interna y la inexistencia de legislación que estimulara
su desarrollo. Con la revolución de 1868 se promulga la Ley de Bases Mineras que
simplificó la adjudicación de concesiones y dio seguridad a los inversores. La nueva
situación atrajo capital extranjero (inglés, francés y belga) que explotaron concesiones
en Vizcaya, Cartagena, Huelva y Almería. La exportación de mineral (hierro, plomo,
mercurio, cobre) potenció el comercio exterior, equilibrando la balanza comercial.
C. La siderurgia.
Condicionada por la escasa demanda y la mala calidad del carbón que dificultaba
las innovaciones encareciendo el precio. Se localizó en torno yacimientos de hierro:
1. Andalucía: En 1832 se instalan en Málaga los primeros altos hornos en torno a los
yacimientos ferrosos de Marbella y Ojén. Estaban alimentados con carbón vegetal y
hasta 1860 producían el 55% del hierro nacional pero iniciaron su decadencia al
fracasar, por su elevado coste, la sustitución del carbón vegetal por la antracita galesa.
2. El foco asturiano: Única zona de España que disponía de carbón mineral y desde
1850 inició un rápido desarrollo (Altos hornos de Mieres y La Felguera). A partir de
1876, la llegada de coque galés más barato a la zona de Vizcaya, frenó la
competitividad de las empresas asturianas.
3. La gran siderurgia vasca: Los capitales acumulados por la exportación de mineral
de hierro vasco, la baratura del carbón británico y la creación de empresas mixtas con
capital británico y local supondrá el gran desarrollo de la siderurgia moderna española.
La introducción del sistema de producción Bessemer se adaptó perfectamente a las
particularidades del hierro vasco (alto contenido en fósforo) y abrió la exportación de
su acero al Reino Unido. Además, los mismos barcos que transportaban el hierro y el
acero, volvían cargados de carbón galés, más barato que el asturiano. Este aumento
del tráfico naviero supuso el desarrollo de grandes astilleros en la ría de Bilbao.
Desde 1880 el liderazgo vizcaíno en la siderurgia fue indiscutible apareciendo dos
grandes y modernas empresas de alto nivel tecnológico y productividad: Altos Hornos
de Vizcaya y Altos Hornos de Bilbao, que se fusionarán en 1902 como Altos Hornos
de Vizcaya, núcleo crucial desde entonces en la economía nacional.
El País Vasco se convirtió en pionero de las nuevas formas de industrialización
mediante la concentración empresarial, la participación de la banca industrial y la
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protección arancelaria del Estado (monopolio nacional en la venta de hierro). A partir
de 1900, su expansión fue aún mayor y a su amparo surgieron muchas empresas
metalúrgicas, químicas y navales en toda la región.
D. Otras industrias
En torno a las ciudades más grandes y sobre todo en Andalucía y Levante, surgirán
pequeñas industrias locales ligadas a los bienes de consumo y a la reparación de
maquinaria, pequeños oasis industriales en una sociedad agraria. Papeleras,
harineras, calzado, cerámica y vidrio, vino y alcoholes, etc. El crecimiento y
modernización urbana desarrolló la industria del gas (Barcelona, Madrid y Bilbao).
Igualmente, la industria química, destinada a abastecer a otras industrias, necesitadas
de ácido sulfúrico, potasa y sosa. La expansión minera desarrolló otra rama de la
industria química: los explosivos (Sociedad Española de Dinamita, Bilbao).
II. DESARROLLO DE LAS COMUNICACIONES
Hasta finales del XVIII el transporte interior peninsular era caro y lento, dificultado
por la complicada orografía lo que complicaba el abastecimiento del débil mercado
interno e impedía el desarrollo agrícola, industrial y comercial. Los mercados estaban
aislados y solo las franjas costeras, gracias al comercio marítimo, estaban más
desarrolladas.
A. El impulso de ferrocarril
La construcción del tendido ferroviario en el XIX cambió este panorama y supuso un
gran impulso para la economía. Se pueden distinguir dos etapas:
- Previa a la ley de ferrocarriles. Una Orden de 1844 inicia la legislación ferroviaria: Se
diseñó una red radial con centro en Madrid y un ancho de vía mayor que el europeo
(por motivos técnicos: usar máquinas más grandes para salvar las numerosas
pendientes). Surgieron muchas compañías privadas ferroviarias pero los trazados
construidos fueron pocos y cortos, respondiendo la mayoría a intereses de las
oligarquías rurales, excepto los trazados Barcelona-Mataró (1848) y Gijón-Langreo
(1855). Otro trazado fue Madrid-Aranjuez (1851).
- Tras la Ley de Ferrocarriles de 1855. Supuso el impulso definitivo de la red
ferroviaria y atrajo capitales privados nacionales y extranjeros (francés, belga e inglés)
gracias al respaldo estatal (desgravaciones fiscales y subvención estatal de un tercio
de los costes). La ley también permitió la libre importación de los materiales
necesarios y se inició una oleada constructora de trazados.
Como resultado, entre 1855 y 1866 se trazaron las principales líneas, casi todas
construidas y explotadas por compañías extranjeras: Bilbao-Tudela por Miranda,
Madrid-Irún, MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante-Barcelona), Caminos de hierro del Norte,
etc. La crisis financiera internacional de 1866 paralizó la construcción.
- Ley de Ferrocarriles de 1877. Se reinició la construcción, esta vez con mayor
participación de compañías nacionales y en 1896 ya se había construido una red
básica de más de 13.000 km de vías, quedando el trazado completado hacia 1914.
La extensión del ferrocarril supuso una verdadera revolución en los transportes: la
nueva red permitió el intercambio de productos entre todas las regiones acortando
distancias, abaratando costes y mejorando el abastecimiento urbano.
Aspectos negativos: el distinto ancho de vía dificultó el comercio exterior
encareciendo costes y la consolidación de la red radial centralizada en Madrid
ignorando la localización periférica de la industria. Más negativo fue autorizar la libre
importación de materiales para la construcción del trazado; así la enorme demanda
generada por la construcción del ferrocarril no benefició a la industria nacional.
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B. Otros avances en transportes y comunicaciones
A partir de 1840, se llevó a cabo un programa de construcción y mejora de
carreteras (se paso de 3.500 a 19.000 km en 1868) abaratando costes y reduciendo el
tiempo de transporte. Se extendió la navegación a vapor (Astilleros del Nervión); se
modernizó el servicio de correos (introducción del sello en 1850); se inició la telegrafía
y el desarrollo de los tranvías eléctricos en las grandes ciudades.
CONCLUSIÓN
La revolución industrial española, aunque modernizó al país, fue tardía, lenta e
incompleta. La industria se caracterizó por la regionalización de los grupos
industriales, el cambio paulatino del vapor por la electricidad como fuente de energía y
la diversificación de los sectores (químico, papelero, transportes, construcción), pero
con excesiva dependencia extranjera en capitales, materias primas y tecnología. Esto
unido a la debilidad del mercado interior limitado por la capacidad de compra de una
población agraria, hizo difícil competir con el exterior. La industria vasca y catalana (y
un poco la asturiana) fueron las únicas racionalizadas, modernas y enfocadas a la
exportación competitiva.
Muchas explotaciones MINERAS fueron indiscriminadas buscando una rentabilidad
rápida para los inversores extranjeros que crearon infraestructuras (ferrocarriles) solo
de las minas a los puertos. El beneficio fue mayor para el extranjero que en las zonas
mineras españolas. Igual ocurrió con la construcción ferroviaria, cuya enorme
demanda de materiales y maquinaria se importó del exterior y no benefició a la
industria nacional.
La falta de un sistema financiero estable también fue un obstáculo para el proceso
industrializador y aunque a partir de 1844 se promovió la creación de bancos
(Barcelona, Santander, Bilbao), la dependencia de los capitales extranjeros fue
excesiva.
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