Este documento critica fuertemente la decisión de la Corte Suprema de Justicia colombiana de acabar con la carrera política de Luis Alfredo Ramos basándose en testimonios de personas no creíbles. El autor argumenta que Ramos ha dedicado su vida al servicio público y ha ocupado los más altos cargos con altas votaciones. La decisión de someter a Ramos a un proceso que lo desacredite y lo ponga en desventaja es injusta e insensible, dado su historial y la falta de pruebas creíbles en su contra. El autor
Proponen la eliminación del Consejo de la Magistratura
Luis alfredo ramos y la justicia colombiana
1. La insoportable pesadez, levedad y mediocridad de la justicia
colombiana
A propósito del trato dado a Luis Alfredo Ramos
Es inaceptable que la justicia sea ciega y que se aplique con tanta
arbitrariedad, con tanta desconsideración, con tal falta de
creatividad y de objetivos. ¿Cómo puede ser que se someta a la
vejación pública a los servidores del país, basándose en el
testimonio de criminales o de personas de dudosa credibilidad? Luis
Alfredo Ramos ha dedicado su vida entera al servicio público, en
todos los casos sometiendo su nombre al complejo sistema electoral,
actuando expuesto a la opinión pública. Siempre ha sido elegido por
las más altas votaciones, siempre ha recibido altos índices de
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2. aceptación en las encuestas, como respuesta a sus buenos gobiernos.
Ha ocupado todos los cargos posibles, restándole el de presidente de
Colombia, al cual podría optar con altas posibilidades…hasta ahora,
en que la Corte Suprema de Justicia ha decidido acabar con su
carrera, con su vida de servidor público, con sus potencialidades. A
cambio de ello, tendremos ahora una persona desprestigiada, un
sospechoso ya esencialmente condenado, no importa lo que llegue a
suceder en el juicio a que será sometido, en el cual estará en
condiciones de inferioridad para defenderse, por el simple hecho de
estar detenido, solo y sometido al escarnio público de sus enemigos
políticos e ideológicos.
Hay que preguntarse qué hay en las mentes de los magistrados que
así acaban con esta vida pública. ¿Será el sentido cabal de la justicia?
¿Será el deseo honesto de reparar males, de conducir al país hacia la
transformación social, hacia el progreso?¿Serán cuestiones
ideológicas, algún placer oculto de ver derrotado a un personaje
famoso que quizás piense distinto?¿Será una terrible indiferencia
con el sufrimiento de las personas que son separadas de sus familias
y de sus proyectos de vida en forma arbitraria e inesperada?¿Será
un sentido implacable de justicia, desprovisto de humanismo, ciego,
sin equilibrios?
Naturalmente que estoy seguro de que cualquier hecho que haya
generado Luis Alfredo a través de esas reuniones o contactos que
tuvo con esos personajes hoy oscuros del paramilitarismo, se llevó a
cabo de buena fe, buscando hallar salidas, buscando el
entendimiento de situaciones complejas y posibles soluciones,
dentro del espíritu de la política, que tiene que tener espacios para
que el personaje que es líder se mueva en todos los ámbitos de la
vida real de un país o de una región. Así ha sido siempre en la
historia de la humanidad. Lo importante es que el personaje político
no busque deliberadamente beneficios egoístas o favorecer a los
criminales o engañar a las comunidades que representa. Si este no es
el caso, si Luis Alfredo Ramos cometió errores o actos indebidos,
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3. puede y debe ser juzgado, pero luego de un proceso investigativo
que no lo desacredite, en el cual tenga la oportunidad de ser oído, al
menos con igual credibilidad que la que se da a personas ya
declaradas fuera de la ley o sobre las cuales haya dudas de su
veracidad. Al someter a juicio a un servidor público de este calibre,
se debe respetar su historia, reconocer su absoluta carencia de
peligrosidad, buscar formas de compensar socialmente cualquier
falta, formas en las cuales la sociedad sea beneficiada y con las
cuales no se destruya la persona meritoria que ha sido encontrada
culpable.
Dentro de las cosas que hay que mirar es a la persona, que en este
caso es un personaje público, cuya vida está expuesta. Se sabe que es
un hombre familiar, que tiene dos hijos, una esposa inteligente,
amorosa y digna, con la cual ha tenido un matrimonio estable, que
gusta de la música, que apoya y goza con la ópera. Se sabe que fue
un deportista, un basquetbolista, que siempre ha apoyado al
deporte. Se sabe que es un buen conversador y amigo. Se sabe que
es una persona devota y religiosa. Se sabe que es un buen
administrador, con experiencia y ejecutorias en los sectores público
y privado. Todo eso lo sabe una persona como yo y seguramente las
puede averiguar la severa e insensible Corte ¿Es incapaz de poner
en la balanza la Corte todas estas cosas en comparación con
declaraciones no probadas de personajes de los cuales poco se sabe,
excepto que han sido parte de bandas y de grupos paramilitares?
¿No habrá alguna forma creativa, más humana, de enfrentar estas
cosas, dada la calidad del personaje y los méritos de sus servicios?
Parece que no, la justicia es pesada, dura, ciega y por eso todos
temblamos de solo pensar qué nos pasaría si caemos en sus manos.
Soy compañero de estudios de Luis Alfonso Ramos. Hace varios
años un médico amigo mío cayó en la cárcel por una acusación
injusta y falsa de alguien, que por envidia y venganza, lo señaló
como acosador de una joven. Se trataba de un médico de alta
capacidad de servicio, de una vida limpia, pero de nada valieron
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4. estas cosas, perdió tres años de su vida (y seguramente sus ánimos y
su reputación) en la cárcel, sin ser condenado. Llamé a Luis Alfredo,
a ver si había algo que se pudiera hacer. Él escuchó y se sintió
identificado pero poco pudo hacer. Es que este laberinto de la
justicia colombiana es de verdad aterrador, ya que la persona como
tal no es tomada en cuenta. Y ante eso, poco se puede hacer,
simplemente esperar a que algo suceda, a que algún juez más
sensible y humano, en alguna apelación, desate los nudos de la
injusticia, con la esperanza de que algún tribunal superior no hunda
de nuevo al desafortunado individuo.
Esa implacable justicia colombiana aplica multas que no se pueden
pagar ni con toda una vida de trabajo, por ello absolutamente
ruinosas y que son por ello inconcebibles; esa justicia es lenta,
incapaz de resolver la mayor parte de los crímenes reales que a
diario suceden. Tan lenta, que aparentemente, según lo ha declarado
el Fiscal general de la nación, no va a tener tiempo ni medios para
investigar a los jefes de las Farc, evidentes autores de la siembra de
minas quiebrapatas, del reclutamiento y el adoctrinamiento de niños
y mujeres jóvenes para la guerra, de secuestros, de extorsiones, de
destrucción de la infraestructura eléctrica y petrolera, de daños
ecológicos inmensos, de tráfico de drogas ilegales y destructivas de
las mentes, del asesinato de policías, legisladores y soldados. En
cambio, toda una gran Corte de distinguidos magistrados va a
emplear todo su solemne potencial en investigar a Luis Alfredo
Ramos por unas acusaciones no probadas y absolutamente fuera de
comparación con la gravedad de los hechos que diariamente azotan
al país, y con todo, sin que lleguen a ser tan terribles como los de las
Farc, monstruo nacional que no es objeto de tanta atención y
probablemente nunca lo será.
Enrique Posada Restrepo
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